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Máster en

módulo 1 / Aspectos organizativos

URGENCIAS EN
ATENCIÓN PRIMARIA
módulo 1 / Aspectos organizativos

Cuestiones Médico-Legales en
Situaciones de Urgencias y Emergencias

Blas Giménez

Máster en URGENCIAS EN ATENCIÓN PRIMARIA 1


/ Aspectos
módulo1 1/ Aspectos
módulo organizativos
organizativos

Cuestiones Médico-Legales
en Situaciones de Urgencias
y Emergencias
Blas Giménez

Índice
1. INTRODUCCIÓN.................................................................................. 4
2. EL DERECHO A LA PROTECCIÓN DE LA SALUD.
LEGISLACIÓN SANITARIA BÁSICA.................................................... 5
2.1. Principales troncos normativos sanitarios...................................... 7
3. BIOÉTICA Y DERECHO EN URGENCIAS Y EMERGENCIAS......... 12
4. SOBRE EL CONSENTIMIENTO INFORMADO Y EL DERECHO
DE INFORMACIÓN DE LOS PACIENTES Y USUARIOS.................. 13
4.1 Límites del consentimiento informado y consentimiento
por representación......................................................................... 13
5. SOBRE LA HISTORIA CLÍNICA Y DEMÁS DERECHOS EN
RELACIÓN CON LA DOCUMENTACIÓN CLÍNICA.......................... 16
5.1. Usos de la historia clínica............................................................. 16
5.2. Derechos de acceso a la historia clínica. Un tema polémico....... 17
6. SOBRE LA RESPONSABILIDAD PENAL EN URGENCIAS Y
EMERGENCIAS.................................................................................. 18
7. LAS ESPECIALES CIRCUNSTANCIAS DE TIEMPO, LUGAR
Y MEDIOS DISPONIBLES AL PRESTAR ASISTENCIA: LA LEX
ARTIS AD HOC................................................................................... 20
8. EL RIESGO QUE PODEMOS CONSIDERAR COMO PERMITIDO....... 22
9. RESPONSABILIDAD EN EQUIPO SANITARIO ANTE
URGENCIAS Y EMERGENCIAS........................................................ 23

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10. DELITO DE OMISIÓN DEL DEBER DE SOCORRO....................... 24


11. PARTE DE LESIONES...................................................................... 24
12. NEGATIVA A TRATAMIENTO. ALTA VOLUNTARIA........................ 25
13. INSTRUCCIONES PREVIAS............................................................ 26
14. TOMA DE MUESTRAS..................................................................... 26
15. INTERNAMIENTO INVOLUNTARIO................................................ 27
16. CONTENCIÓN FÍSICA DE PACIENTES.......................................... 27
17. CERTIFICADO DE DEFUNCIÓN..................................................... 28
18. BIBLIOGRAFÍA................................................................................. 30

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1. INTRODUCCIÓN
Cuando se realiza una aproximación desde un punto de vista bioético y jurídico al terreno
profesional de la urgencia y emergencia, son muchos los valores y bienes en juego y que
pueden hacer surgir muchos conflictos bioéticos y jurídico: intimidad, integridad física,
internamientos, menores, confidencialidad, responsabilidad jurídica, etc, y que requiere
a los profesionales sanitarios unas destrezas adecuadas para un mejor afrontamiento; el
desconocer la Ley y las herramientas bioéticas y legales para la resolución de conflictos
bioéticos hace que se genere en los equipos asistenciales una gran inseguridad jurídica.

Siendo, como decía anteriormente, muchos los valores y bienes jurídicos que pueden
entrar en colisión en el ámbito profesional de la salud y los conflictos que pueden surgir es
importante un adecuado conocimiento de los principios básicos de la bioética:

a. Principio de autonomía.

b. Principio de beneficencia.

c. Principio de no maleficencia.

d. Principio de justica.

Estos principios son claves para que a través del denominado “método deliberativo” se
pueda dar una solución justa al conflicto bioético planteado: ¿Se puede respetar la negativa
de un paciente a un internamiento forzoso o por peligro para la salud pública? ¿Puedo no
aceptar una orden de NO RCP de un paciente en un domicilio? Éstas y otras cuestiones se
pueden dar respuesta con una adecuada formación en bioética, en sus principios y en su
método deliberativo.

Pero la bioética no debe quedar en un plano exclusivamente reflexivo, sino que debe
“ofertar” al profesional sanitario, si no la pauta, sí al menos algunas pautas justas de
actuación y que además estén amparadas por el Ordenamiento jurídico.

Muchas de las aportaciones de la Bioética se han normativizado en varias leyes como es


la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente, Ley 44/2002 de Ordenación de las Profesiones
Sanitarias, etc.; por ello es importante su conocimiento y su incorporación a todos los
protocolos asistenciales. Además, es importante un conocimiento jurídico-constitucional
del derecho a la protección de la salud cuyo estudio se desarrolla en el siguiente epígrafe.

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2. EL DERECHO A LA PROTECCIÓN DE LA SALUD. LEGISLACIÓN


SANITARIA BÁSICA
Para entender bien la legislación sanitaria y aquellas referencias normativas claves es
imprescindible realizar un breve análisis constitucional del artículo 43 de la Constitución
Española (CE), es decir, el derecho a la protección de la salud y que se encuentra enclavado
en los denominados Principios de la vida política, económica y social; es decir,
estrictamente no es un derecho fundamental; para que el citado derecho a la protección de
la salud sea reconocido y exigible por los usuarios y pacientes de los servicios sanitarios
públicos es necesario que haya una “interposición legal”, o sea, que el legislador apruebe
una norma jurídica que desarrolle en concreto el artículo 43 CE.

El desarrollo citado se ha realizado a través del Real Decreto 1030/2006 en donde se


vienen a concretar las prestaciones sanitarias que se canalizarán a través de los servicios
de salud integrantes del Sistema Nacional de Salud (SNS); la norma tiene como objeto1:

Los objetivos de este real decreto, con el fin de garantizar la equidad y la accesibilidad a una
adecuada atención sanitaria en el Sistema Nacional de Salud, son:

1. Establecer el contenido de la cartera de servicios comunes de las prestaciones


sanitarias de salud pública, atención primaria, atención especializada, atención
de urgencia, prestación farmacéutica, ortoprotésica, de productos dietéticos y de
transporte sanitario.

2. Fijar las bases del procedimiento para la actualización de la cartera de servicios


comunes del Sistema Nacional de Salud.

Además la existencia de este Real Decreto no habilita a los pacientes y usuarios a acudir
a cualquier profesional o centro sanitario sino que determina quiénes y dónde se han de
recibir las prestaciones sanitarias públicas2:

Las prestaciones sanitarias, detalladas en la cartera de servicios comunes que se establece


en este real decreto, deberán ser realizadas, conforme a las normas de organización,
funcionamiento y régimen de los servicios de salud, por los profesionales sanitarios titulados,
regulados por la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones
sanitarias. Todo ello sin menoscabo de la colaboración de otros profesionales en el ámbito
de sus respectivas competencias.

1. Artículo 1 Real Decreto 1030/2006.


2. Artículo 4 Real Decreto 1030/2006.

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Un especial análisis hay que realizar de aquellas situaciones en donde concurre una urgencia
vital, y esto es importante tenerlo muy claro desde el punto de vista de la responsabilidad
jurídica, y el paciente acude a un centro sanitario privado; este supuesto cuando concurren
unas circunstancias entraría dentro de la cobertura pública aunque la atención se realice en
centro privado; y así lo determina el Real Decreto 1030/20063:

La cartera de servicios comunes únicamente se facilitará por centros, establecimientos y


servicios del Sistema Nacional de Salud, propios o concertados, salvo en situaciones de
riesgo vital, cuando se justifique que no pudieron ser utilizados los medios de aquél. En
esos casos de asistencia sanitaria urgente, inmediata y de carácter vital que hayan sido
atendidos fuera del Sistema Nacional de Salud, se reembolsarán los gastos de la misma,
una vez comprobado que no se pudieron utilizar oportunamente los servicios de aquél y
que no constituye una utilización desviada o abusiva de esta excepción.

La norma jurídica es clara, en esa atención sanitaria han de concurrir las circunstancias
de: urgente, inmediata y de carácter vital. En estos supuestos asistenciales con riesgo real
para la vida y la integridad física, es ineludible la atención por parte de los profesionales
sanitarios, por ejemplo de urgencias, toda vez que no hacerlo se incurría en responsabilidad
penal por omisión del deber de socorro, y que se analizará en el siguiente tema.

Por tanto la norma que realmente configura el derecho constitucional a la protección de la


salud es el Real Decreto 1030/2006 de cartera de servicios comunes del Sistema Nacional
de Salud.

3. Artículo 4.1 Real Decreto 1030/2006.

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2.1. Principales troncos normativos sanitarios


a. Ley General de Sanidad:4

Es la norma estructural del SNS, y que vino a desarrollar la parte organizativa del derecho
a la protección de la salud (ex art. 43 CE), como dice el artículo 1:

La presente Ley tiene por objeto la regulación general de todas las acciones que permitan
hacer efectivo el derecho a la protección de la salud reconocido en el artículo 43 y
concordantes de la Constitución.

b. Ley de Cohesión y Calidad del SNS.

Es una ley que se dictó tras la plena descentralización sanitaria en el año 2002, y cuyo fin es5:

El objeto de esta ley es establecer el marco legal para las acciones de coordinación y
cooperación de las Administraciones públicas sanitarias, en el ejercicio de sus respectivas
competencias, de modo que se garantice la equidad, la calidad y la participación social en
el Sistema Nacional de Salud, así como la colaboración activa de éste en la reducción de
las desigualdades en salud.

Son principios que informan esta ley6:

a) 
La prestación de los servicios a los usuarios del Sistema Nacional de Salud en
condiciones de igualdad efectiva y calidad, evitando especialmente toda discriminación
entre mujeres y hombres en las actuaciones sanitarias.

b) El aseguramiento universal y público por parte del Estado.

c) La coordinación y la cooperación de las Administraciones públicas sanitarias para la


superación de las desigualdades en salud, en los términos previstos en esta ley y en
la Ley General de Salud Pública.

d) La prestación de una atención integral a la salud, comprensiva tanto de su promoción


como de la prevención de enfermedades, de la asistencia y de la rehabilitación,
procurando un alto nivel de calidad, en los términos previstos en esta ley y en la Ley
General de Salud Pública.

e) La financiación pública del Sistema Nacional de Salud, de acuerdo con el vigente
sistema de financiación autonómica.
4. Ley 14/1986.
5. Artículo 1 Ley 1672003 de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud.
6. Artículo 2 Ley 16/2003 de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud.

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f) La igualdad de oportunidades y la libre circulación de los profesionales en el conjunto


del Sistema Nacional de Salud.

g) La colaboración entre los servicios sanitarios públicos y privados en la prestación de


servicios a los usuarios del Sistema Nacional de Salud.

h) La colaboración de las oficinas de farmacia con el Sistema Nacional de Salud en el


desempeño de la prestación farmacéutica.

c. Ley de Autonomía del Paciente (LAP):

La LAP es la norma que regula los denominados derechos de relación, y que hay que
incluir en la lex artis de los profesionales sanitarios. Los principios básicos de la LAP son
los siguientes7:

1. La dignidad de la persona humana, el respeto a la autonomía de su voluntad y


a su intimidad orientarán toda la actividad encaminada a obtener, utilizar, archivar,
custodiar y transmitir la información y la documentación clínica.

2. Toda actuación en el ámbito de la sanidad requiere, con carácter general, el previo


consentimiento de los pacientes o usuarios. El consentimiento, que debe obtenerse
después de que el paciente reciba una información adecuada, se hará por escrito en
los supuestos previstos en la Ley.

3. El paciente o usuario tiene derecho a decidir libremente, después de recibir la


información adecuada, entre las opciones clínicas disponibles.

4. Todo paciente o usuario tiene derecho a negarse al tratamiento, excepto en los


casos determinados en la Ley. Su negativa al tratamiento constará por escrito.

5. Los pacientes o usuarios tienen el deber de facilitar los datos sobre su estado
físico o sobre su salud de manera leal y verdadera, así como el de colaborar en su
obtención, especialmente cuando sean necesarios por razones de interés público o
con motivo de la asistencia sanitaria.

6. Todo profesional que interviene en la actividad asistencial está obligado no sólo


a la correcta prestación de sus técnicas, sino al cumplimiento de los deberes de
información y de documentación clínica, y al respeto de las decisiones adoptadas
libre y voluntariamente por el paciente.

7. Artículo 2 de la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente.

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7. La persona que elabore o tenga acceso a la información y la documentación clínica


está obligada a guardar la reserva debida.

Estos denominados “derechos de relación” deben ser respetados porque su vulneración


se considera mala praxis profesional.

d. Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias8 (LOPS)

Durante este Máster los alumnos como profesionales sanitarios deben ser consciente de
la necesidad de incorporar en la lex artis profesional las previsiones de la misma, pues
establece unos principios que se deben proteger tanto hacia los pacientes como hacia la
propia institución sanitaria.

Así el artículo 4.7 LOPS prescribe una serie de principios esenciales:

El ejercicio de las profesiones sanitarias se llevará a cabo con plena autonomía técnica y
científica, sin más limitaciones que las establecidas en esta ley y por los demás principios
y valores contenidos en el ordenamiento jurídico y deontológico, y de acuerdo con los
siguientes principios:

a) E
 xistirá formalización escrita de su trabajo, reflejada en una historia clínica que deberá
ser común para cada centro y única para cada paciente atendido en él. La historia
clínica, tenderá a ser soportada en medios electrónicos y a ser compartida entre
profesionales, centros y niveles asistenciales.

b) S
 e tenderá a la unificación de los criterios de actuación, que estarán basados en la
evidencia científica y en los medios disponibles y soportados en guías y protocolos
de práctica clínica y asistencial. Los protocolos deberán ser utilizados de forma
orientativa, como guía de decisión para todos los profesionales de un equipo, y
serán regularmente actualizados con la participación de aquellos que los deben
aplicar.

c) L
 a eficacia organizativa de los servicios, secciones y equipos, o unidades asistenciales
equivalentes sea cual sea su denominación, requerirá la existencia escrita de normas
de funcionamiento interno y la definición de objetivos y funciones tanto generales
como específicas para cada miembro del mismo, así como la cumplimentación por
parte de los profesionales de la documentación asistencial, informativa o estadística
que determine el centro.

8. Ley 44/2003 de Ordenación de las Profesiones Sanitarias.

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d) La continuidad asistencial de los pacientes, tanto la de aquellos que sean atendidos
por distintos profesionales y especialistas dentro del mismo centro como la de quienes
lo sean en diferentes niveles, requerirá en cada ámbito asistencial la existencia de
procedimientos, protocolos de elaboración conjunta e indicadores para asegurar esta
finalidad.

e) La progresiva consideración de la interdisciplinariedad y multidisciplinariedad de los


equipos profesionales en la atención sanitaria.

Y el artículo 5.1 de la LOPS que determina la relación entre los profesionales sanitarios y de
las personas atendidas por ellos, se rige por los siguientes principios generales:

a) Los profesionales tienen el deber de prestar una atención sanitaria técnica y profesional
adecuada a las necesidades de salud de las personas que atienden, de acuerdo con
el estado de desarrollo de los conocimientos científicos de cada momento y con los
niveles de calidad y seguridad que se establecen en esta ley y el resto de normas
legales y deontológicas aplicables.

b) Los profesionales tienen el deber de hacer un uso racional de los recursos diagnósticos
y terapéuticos a su cargo, tomando en consideración, entre otros, los costes de sus
decisiones, y evitando la sobreutilización, la infrautilización y la inadecuada utilización
de los mismos.

c) Los profesionales tienen el deber de respetar la personalidad, dignidad e intimidad


de las personas a su cuidado y deben respetar la participación de los mismos en las
tomas de decisiones que les afecten. En todo caso, deben ofrecer una información
suficiente y adecuada para que aquéllos puedan ejercer su derecho al consentimiento
sobre dichas decisiones.

d) Los pacientes tienen derecho a la libre elección del médico que debe atenderles.
Tanto si el ejercicio profesional se desarrolla en el sistema público como en el ámbito
privado por cuenta ajena, este derecho se ejercitará de acuerdo con una normativa
explícita que debe ser públicamente conocida y accesible.

e) 
Los profesionales y los responsables de los centros sanitarios facilitarán a sus
pacientes el ejercicio del derecho a conocer el nombre, la titulación y la especialidad
de los profesionales sanitarios que les atienden, así como a conocer la categoría y
función de éstos, si así estuvieran definidas en su centro o institución.

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f) Los pacientes tienen derecho a recibir información de acuerdo con lo establecido en


la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente
y de los derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica.

e. Ley General de Salud Pública9:

Esta Ley es fundamental para los profesionales sanitarios del ámbito de la urgencia y
emergencia pues planifica y ordena las competencias de las diferentes autoridades en
circunstancias de grave riesgo para la salud de la colectividad; y en coherencia con lo
anterior se establecen una serie de principios de actuación:

Relevante en este punto es el artículo 5 de la Ley General de Salud Pública:

• Principio de pertinencia. Las actuaciones de salud pública atenderán a la magnitud de


los problemas de salud que pretenden corregir, justificando su necesidad de acuerdo
con los criterios de proporcionalidad, eficiencia y sostenibilidad.

• Principio de precaución. La existencia de indicios fundados de una posible afectación


grave de la salud de la población, aun cuando hubiera incertidumbre científica sobre
el carácter del riesgo, determinará la cesación, prohibición o limitación de la actividad
sobre la que concurran.

• Principio de evaluación. Las actuaciones de salud pública deben evaluarse en su


funcionamiento y resultados, con una periodicidad acorde al carácter de la acción
implantada.

•
Principio de transparencia. Las actuaciones de salud pública deberán ser
transparentes. La información sobre las mismas deberá ser clara, sencilla y
comprensible para el conjunto de los ciudadanos.

• Principio de seguridad. Las actuaciones en materia de salud pública se llevarán a


cabo previa constatación de su seguridad en términos de salud.

9. Ley 33/2011 General de Sanidad.

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3. BIOÉTICA Y DERECHO EN URGENCIAS Y EMERGENCIAS


En ocasiones se pretende que la bioética y el derecho vayan por vías o caminos diferentes
desconociéndose quizás el peligro de hacer tal esfuerzo de exclusión; es decir, todo
enfermero que trabaja dentro de una administración pública o entidad privada sanitaria
deben cumplir con las previsiones legales y resolver profesionalmente los conflictos
jurídicos que se le planteen de acuerdo con el Ordenamiento Jurídico.

Quizás en urgencias y emergencias, a diferencia de otros entornos sanitarios, los conflictos


jurídicos y bioéticos adquieren una especial consideración, como puede ser el caso de
los internamientos involuntarios por razón de trastorno psíquico grave y también por los
internamientos por riesgo para la salud pública, interactuando en dichas actuaciones con
otros entornos de potestad pública como son los cuerpos y fuerzas de seguridad del
estado y los diferentes órganos judiciales.

Estas singularidades obligan, y en línea con uno de los principios de la Ley de Ordenación
de las Profesiones Sanitarias, a que los equipos y soportes de este ámbito incorporen en
sus protocolos todas estas variables jurídicas tan especiales que se pueden dar. Además
de contar con dichos protocolos se deben articular procedimientos y vías de colaboración
con jueces, magistrados y fiscales.

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4. SOBRE EL CONSENTIMIENTO INFORMADO Y EL DERECHO


DE INFORMACIÓN DE LOS PACIENTES Y USUARIOS10
Es importante conocer los aspectos básicos del consentimiento informado (CI) y sus
límites11:

El consentimiento será verbal por regla general. Sin embargo, se prestará por escrito en
los casos siguientes: intervención quirúrgica, procedimientos diagnósticos y terapéuticos
invasivos y, en general, aplicación de procedimientos que suponen riesgos o inconvenientes
de notoria y previsible repercusión negativa sobre la salud del paciente.

El consentimiento escrito del paciente será necesario para cada una de las actuaciones
especificadas en el punto anterior de este artículo, dejando a salvo la posibilidad de
incorporar anexos y otros datos de carácter general, y tendrá información suficiente sobre
el procedimiento de aplicación y sobre sus riesgos. Todo paciente o usuario tiene derecho a
ser advertido sobre la posibilidad de utilizar los procedimientos de pronóstico, diagnóstico
y terapéuticos que se le apliquen en un proyecto docente o de investigación, que en ningún
caso podrá comportar riesgo adicional para su salud. El paciente puede revocar libremente
por escrito su consentimiento en cualquier momento.

4.1 Límites del consentimiento informado y consentimiento por representación


1. La renuncia del paciente a recibir información está limitada por el interés de la salud del
propio paciente, de terceros, de la colectividad y por las exigencias terapéuticas del
caso. Cuando el paciente manifieste expresamente su deseo de no ser informado, se
respetará su voluntad haciendo constar su renuncia documentalmente, sin perjuicio de
la obtención de su consentimiento previo para la intervención.

2. 
Los facultativos podrán llevar a cabo las intervenciones clínicas indispensables en
favor de la salud del paciente, sin necesidad de contar con su consentimiento, en los
siguientes casos:

a) Cuando existe riesgo para la salud pública a causa de razones sanitarias establecidas por
la Ley. En todo caso, una vez adoptadas las medidas pertinentes, de conformidad con lo
establecido en la Ley Orgánica 3/1986, se comunicarán a la autoridad judicial en el plazo
máximo de 24 horas siempre que dispongan el internamiento obligatorio de personas.
10. Se siguen las previsiones establecidas en la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente.
11. Todas estas previsiones deben ser incorporadas a los protocolos asistenciales.

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b) Cuando existe riesgo inmediato grave para la integridad física o psíquica del enfermo
y no es posible conseguir su autorización, consultando, cuando las circunstancias lo
permitan, a sus familiares o a las personas vinculadas de hecho a él.

3. Se otorgará el consentimiento por representación en los siguientes supuestos:

a) Cuando el paciente no sea capaz de tomar decisiones, a criterio del médico responsable
de la asistencia, o su estado físico o psíquico no le permita hacerse cargo de su
situación. Si el paciente carece de representante legal, el consentimiento lo prestarán
las personas vinculadas a él por razones familiares o de hecho.

b) Cuando el paciente esté incapacitado legalmente.

c) Cuando el paciente menor de edad no sea capaz intelectual ni emocionalmente de


comprender el alcance de la intervención. En este caso, el consentimiento lo dará el
representante legal del menor después de haber escuchado su opinión si tiene doce
años cumplidos. Cuando se trate de menores no incapaces ni incapacitados, pero
emancipados o con dieciséis años cumplidos, no cabe prestar el consentimiento por
representación. Sin embargo, en caso de actuación de grave riesgo, según el criterio
del facultativo, los padres serán informados y su opinión será tenida en cuenta para la
toma de la decisión correspondiente.

4. La interrupción voluntaria del embarazo, la práctica de ensayos clínicos y la práctica


de técnicas de reproducción humana asistida se rigen por lo establecido con carácter
general sobre la mayoría de edad y por las disposiciones especiales de aplicación.

5. La prestación del consentimiento por representación será adecuada a las circunstancias
y proporcionada a las necesidades que haya que atender, siempre en favor del paciente
y con respeto a su dignidad personal. El paciente participará en la medida de lo posible
en la toma de decisiones a lo largo del proceso sanitario.

A continuación se establecen unas excepciones a la libre autodeterminación de pacientes:

El internamiento por necesidad de salud pública

La norma a seguir es La Ley Orgánica 3/1986, que prescribe:

Al objeto de proteger la salud pública y prevenir su pérdida o deterioro, las autoridades


sanitarias de las distintas Administraciones Públicas podrán, dentro del ámbito de sus
competencias, adoptar las medidas previstas en la presente Ley cuando así lo exijan
razones sanitarias de urgencia o necesidad.

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Las autoridades sanitarias competentes podrán adoptar medidas de reconocimiento,


tratamiento, hospitalización o control cuando se aprecien indicios racionales que permitan
suponer la existencia de peligro para la salud de la población debido a la situación sanitaria
concreta de una persona o grupo de personas o por las condiciones sanitarias en que se
desarrolle una actividad.

Con el fin de controlar las enfermedades transmisibles, la autoridad sanitaria, además de


realizar las acciones preventivas generales, podrá adoptar las medidas oportunas para el
control de los enfermos, de las personas que estén o hayan estado en contacto con los
mismos y del medio ambiente inmediato, así como las que se consideren necesarias en
caso de riesgo de carácter transmisible.

Corresponde a los Juzgados de lo Contencioso-Administrativo la autorización o ratificación


del acto de internamiento sanitario forzoso dictado por la Autoridad Sanitaria Competente.

Internamiento no voluntario por razón de trastorno psíquico grave. Artículo 763 de la


Ley de Enjuiciamiento Civil

El internamiento, por razón de trastorno psíquico, de una persona que no esté en


condiciones de decidirlo por sí, aunque esté sometida a la patria potestad o a tutela,
requerirá autorización judicial, que será recabada del tribunal del lugar donde resida la
persona afectada por el internamiento.

La autorización será previa a dicho internamiento, salvo que razones de urgencia hicieren
necesaria la inmediata adopción de la medida. En este caso, el responsable del centro en
que se hubiere producido el internamiento deberá dar cuenta de éste al tribunal competente
lo antes posible y, en todo caso, dentro del plazo de veinticuatro horas, a los efectos de
que se proceda a la preceptiva ratificación de dicha medida, que deberá efectuarse en el
plazo máximo de setenta y dos horas desde que el internamiento llegue a conocimiento
del tribunal. Cuando los facultativos que atiendan a la persona internada consideren que
no es necesario mantener el internamiento, darán el alta al enfermo, y lo comunicarán
inmediatamente al tribunal competente.

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5. SOBRE LA HISTORIA CLÍNICA Y DEMÁS DERECHOS EN


RELACIÓN CON LA DOCUMENTACIÓN CLÍNICA
En este apartado nos centraremos en dos aspectos que son básicos:

5.1. Usos de la historia clínica


La historia clínica es un instrumento destinado fundamentalmente a garantizar una
asistencia adecuada al paciente. Los profesionales asistenciales del centro que realizan el
diagnóstico o el tratamiento del paciente tienen acceso a la historia clínica de éste como
instrumento fundamental para su adecuada asistencia.

El acceso a la historia clínica con fines judiciales, epidemiológicos, de salud pública, de


investigación o de docencia, se rige por lo dispuesto en la Ley Orgánica 15/1999, de
Protección de Datos de Carácter Personal, y en la Ley 14/1986, General de Sanidad, y
demás normas de aplicación en cada caso. El acceso a la historia clínica con estos fines
obliga a preservar los datos de identificación personal del paciente, separados de los
de carácter clínico-asistencial, de manera que como regla general quede asegurado el
anonimato, salvo que el propio paciente haya dado su consentimiento para no separarlos.
Se exceptúan los supuestos de investigación de la autoridad judicial en los que se considere
imprescindible la unificación de los datos identificativos con los clínico-asistenciales, en los
cuales se estará a lo que dispongan los jueces y tribunales en el proceso correspondiente.
El acceso a los datos y documentos de la historia clínica queda limitado estrictamente a
los fines específicos de cada caso.

El personal de administración y gestión de los centros sanitarios sólo puede acceder a los
datos de la historia clínica relacionados con sus propias funciones.

El personal sanitario debidamente acreditado que ejerza funciones de inspección,


evaluación, acreditación y planificación, tiene acceso a las historias clínicas en el
cumplimiento de sus funciones de comprobación de la calidad de la asistencia, el respeto
de los derechos del paciente o cualquier otra obligación del centro en relación con los
pacientes y usuarios o la propia Administración sanitaria.

El personal que accede a los datos de la historia clínica en el ejercicio de sus funciones
queda sujeto al deber de secreto.

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5.2. Derechos de acceso a la historia clínica. Un tema polémico


El paciente tiene el derecho de acceso a la documentación de la historia clínica y a obtener
copia de los datos que figuran en ella. Los centros sanitarios regularán el procedimiento
que garantice la observancia de estos derechos.

El derecho de acceso del paciente a la historia clínica puede ejercerse también por
representación debidamente acreditada.

El derecho al acceso del paciente a la documentación de la historia clínica no puede


ejercitarse en perjuicio del derecho de terceras personas a la confidencialidad de los
datos que constan en ella recogidos en interés terapéutico del paciente, ni en perjuicio del
derecho de los profesionales participantes en su elaboración, los cuales pueden oponer al
derecho de acceso la reserva de sus anotaciones subjetivas.

Los centros sanitarios y los facultativos de ejercicio individual sólo facilitarán el acceso a
la historia clínica de los pacientes fallecidos a las personas vinculadas a él, por razones
familiares o de hecho, salvo que el fallecido lo hubiese prohibido expresamente y así se
acredite. En cualquier caso el acceso de un tercero a la historia clínica motivado por un
riesgo para su salud se limitará a los datos pertinentes. No se facilitará información que
afecte a la intimidad del fallecido ni a las anotaciones subjetivas de los profesionales, ni
que perjudique a tercero.

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6. SOBRE LA RESPONSABILIDAD PENAL EN URGENCIAS Y


EMERGENCIAS
“Lo que da origen a responsabilidad sanitaria penal no son los errores diagnósticos ni la
falta de pericia, sino un comportamiento inadecuado a determinadas exigencias ordinarias”.
(Audiencia provincial, Madrid, 2011)

La responsabilidad penal puede derivar de acciones cometidas con dolo o


imprudencia. En el primer caso, los profesionales sanitarios están sometidos a la ley
en las mismas condiciones que cualquier ciudadano, salvando el agravante de utilizar
sus especiales conocimientos para provocar un daño. La gran mayoría de casos de
responsabilidad sanitaria surge de la imprudencia.

Los requisitos que establece el Tribunal Supremo para estimar una actuación
imprudente como causante de responsabilidad penal son:

1. Existencia de una acción u omisión, voluntaria pero no maliciosa.

2. Un elemento psicológico consistente en el poder o facultad del agente de poder


conocer o prevenir un riesgo o peligro susceptible de determinar un daño.

3. Un factor normativo que consiste en la infracción de un deber objetivo de cuidado,


en el cumplimiento de reglas sociales establecidas para la protección de bienes social
es o individualmente valorados, y que es la base de la antijuridicidad de la conducta
imprudente.

4. Causación de un daño.

5. Relación de causalidad entre la conducta descuidada e inobservante de la norma


objetiva de cuidado, como originario y determinante del resultado lesivo sobrevenido.

En general, el error diagnóstico no constituye infracción penal alguna, salvo que se


hayan obviado las cautelas más elementales que cualquier profesional medio en las
mismas circunstancias hubiera observado. Lo mismo ocurre con la falta de pericia en la
aplicación de una técnica.

El vigente Código Penal recoge una serie de delitos generadores de responsabilidad


penal en que pueden incurrir los profesionales sanitarios en el ejercicio de su profesión:

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• Homicidio imprudente e inducción al suicidio (a. 142 y siguientes del vigente Código
Penal)

• Aborto (a. 144 y ss. CP)

• Delito de lesiones (147 y ss. CP) y lesiones al feto (a. 157 y ss. CP)

• Omisión del deber de socorro y denegación de auxilio (a. 195 y 196 CP)

• Denegación de asistencia por razón de ideología, religión, creencias, sexo, raza,


orientación sexual, situación familiar, enfermedad o minusvalía. (a. 512 CP)

• Violación del secreto profesional (a. 197 y ss. CP) y falsedad documental (a 390 y
ss. CP)

• Intrusismo profesional (a.403 CP)

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7. Las especiales circunstancias de tiempo, lugar


y medios disponibles al prestar asistencia: La Lex
Artis ad Hoc
La atención urgente es uno de los puntos de encuentro con los pacientes donde el resultado
de la asistencia aparece de inmediato. Desde el punto de vista profesional, a veces es una
cara de la práctica asistencial muy satisfactoria y otras muy amarga.

En emergencias el riesgo de cometer un error es muy elevado: las situaciones de


riesgo vital son cambiantes y surge la necesidad de tomar decisiones en poco tiempo,
manejando fármacos peligrosos y realizando múltiples técnicas invasivas.

Se debe tener presente que se trata de una medicina de medios y no de resultados,


como puede ser la cirugía estética, pero todo evoluciona y hay que prestar atención a las
múltiples sentencias judiciales que interpretan las reglas del juego. No obstante, lo habitual
es que el profesional que atiende a sus pacientes según Lex Artis ad Hoc (hacer lo
correcto, con los medios a su alcance y según las posibilidades de la ciencia en cada
momento) acabe absuelto. La vía penal no suele prosperar en denuncias de supuestas
negligencias.

La mayoría de los errores resultan de problemas creados por la complejidad del sistema
de cuidado médico de hoy en día. Pero también ocurren errores cuando los pacientes
y los profesionales sanitarios, o los profesionales entre sí, tienen problemas de
comunicación. La evolución de la relación médico-paciente (o enfermero-paciente), desde
un modelo paternalista al modelo deliberativo actual, obliga al profesional a un cambio
absoluto en el rol que ha mantenido hasta ahora.

Abordaremos en este capítulo aquellos aspectos médico-legales de interés para el sanitario


cuya actuación profesional se desarrolla principalmente ante pacientes que requieren una
atención médica urgente.

Es evidente que no es igual ejercer la medicina de urgencias en una pequeña población sin
Servicio Integral de Emergencias implantado que en una gran ciudad como Madrid. Por
esta razón, el deber de cuidado debe de ser proporcional a los medios disponibles.

Las profesiones sanitarias se ejercen, obviamente, en un contexto social concreto y


determinado en el que concurren numerosos factores. Estos condicionan la calidad y el
nivel de la atención prestada y los resultados que se puedan obtener. Partimos del hecho
indubitado de que el ejercicio de la Sanidad, en general, conlleva de por si unos riesgos

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implícitos relevantes, singularmente en algunas de sus especialidades, y que el paciente


que reclama asistencia urgente lo hace porque padece una enfermedad o porque presenta
un cuadro que genera, desde su percepción, un riesgo para su vida o un cambio en su
estado de salud. Parece evidente, también, que la disminución de esos riesgos dependerá,
en gran medida, de los medios personales y técnicos de los que se disponga al atender la
urgencia en concreto.

Por esta razón, es de suma importancia que el juez conozca exactamente el contexto
en que se desenvuelve la conducta profesional enjuiciada, ya que el mismo adquiere
gran relevancia al establecer la “lex artis” del caso concreto y el grado de cuidado
exigible en el supuesto determinado que se juzga o valora. Es lo que se conoce como
“lex artis ad hoc”.

Debe quedar claro que la urgencia vital no nos exime a los profesionales de la
responsabilidad de pensar y actuar en beneficio del enfermo; pero este modo de
pensar y actuar, debe ajustarse a las circunstancias. En todo acto sanitario (de cualquier
categoría), ya sea con fines diagnósticos, terapéuticos, etc., en casos de urgencia vital, la
problemática rara vez se va a dar por una actitud activa, siendo precisamente la pasiva (u
omisiva) la que puede dar lugar a la denuncia e incluso a la apreciación de responsabilidad.

De otro lado, el principio de intervención mínima del Derecho Penal y su función de castigar
conductas claramente reprochables actuando como última ratio (solo en supuestos en
que no puede ser punida la actitud por otra vía) hacen dudar de la idoneidad de la vía
penal. No se daría proporcionalidad en su uso si entráramos a resolver situaciones de
este tipo que más parecen responder a conductas resarcibles, a lo sumo, mediante una
indemnización (esto es, Responsabilidad Civil). Obrar de otro modo es injustificable y una
forma muy criticable de desvirtuar la naturaleza y fin del Derecho Penal.

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8. El riesgo que podemos considerar como permitido


Éste será el límite máximo de la norma de cuidado, debiendo conocer el profesional
hasta dónde puede llegar sin infringir tal límite. La participación en la vida social implica
hoy numerosos riesgos para los bienes jurídicos; riesgos que, por otro lado, son inevitables
por el desarrollo satisfactorio de nuestra sociedad. El Derecho Penal interviene para
establecer unos límites adecuados a tales riesgos. Pero hasta este punto se puede incurrir
en riesgo. Se permite tal riesgo porque el Derecho no puede proteger de forma absoluta
los bienes jurídicos. En toda intervención quirúrgica, incluso en una actuación clínica
de menor importancia, existe un cierto riesgo para la salud del paciente. El personal
sanitario puede asumir ese peligro con el límite máximo de una “persona inteligente
y prudente” al que se añaden otros dos requisitos: el del valor social que suponga en
general la actividad creadora de riesgo y el de la necesidad en el caso concreto de su
realización. Las situaciones a las que se enfrenta asiduamente el personal sanitario ante
urgencias y emergencias son, quizás, los ejemplos más claros en los que el deber objetivo
de cuidado se torna más flexible al seguirse unos protocolos y algoritmos que conllevan
riesgos evidentes para el paciente. No es que seamos más incautos o que el Derecho
nos conceda una patente de corso para hacer ejercicios de equilibrio entre el cuidado
debido y la imprudencia punible. Pero la especial naturaleza de las situaciones a las que
tienen que hacer frente, unido a los medios limitados y a las circunstancias envolventes
que existen conlleva, como vimos en otro apartado, que el grado de responsabilidad en
estos supuestos sea, cuando menos, diferente.

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9. Responsabilidad en equipo sanitario ante urgencias


y emergencias
Una de las mayores incertidumbres de los profesionales que trabajan juntos
simultáneamente sobre un paciente es el nivel de responsabilidad de cada uno y la
responsabilidad de unos sobre otros.

Un equipo sanitario que se enfrenta a urgencias y emergencias es:

• Un equipo multidisciplinar: se compone de diferentes categorías profesionales cuyas


funciones se complementan para lograr un objetivo común.

• Con división del trabajo: existe un reparto de tareas, muy relacionadas entre sí, aunque
con responsabilidades individualizadas. Aparece una división vertical, ordenada en
función de la categoría profesional de cada uno de los integrantes del equipo, y una
división horizontal, entre profesionales del mismo “rango” profesional que inciden
sobre el paciente.

• Basado en un principio de confianza: es el que rige en estas actuaciones plurales.


Se presupone que cada profesional sabe hacer bien su trabajo, y es responsable
de sus actos; si se detectan errores evidentes o impericia manifiesta en uno de
los miembros, el resto debe comunicarlo a sus superiores. De no ser así, incurrirán
en un delito de omisión del deber de cuidado: los errores no comunicados se asumen
como propios. El jefe del equipo (médico en SVAM y enfermera en SVAE), tiene una
responsabilidad “in vigilando” (artículo 1903 CC) con respecto a las tareas que delega
en el resto de miembros del equipo. A medida que las diferencias formativas entre los
miembros es más dispar, más responsabilidad in vigilando asume el jefe del equipo.

Cada profesional que integra el equipo es responsable del correcto desempeño de las
tareas que le corresponden dentro de su ámbito profesional.

En ocasiones, y en aras de lograr una atención más rápida, se delegan funciones de unos
profesionales a otros: esa delegación ha de entenderse reducida al ámbito de la atención,
teniendo en cuenta que no todo es delegable. Para que dicha delegación de funciones se
pueda producir, la persona que las asume debe tener capacidad y competencia profesional.
Si la delegación se realiza entre profesionales que tienen la misma categoría profesional, se
entiende que la responsabilidad que emane de una realización incorrecta la asume quien asume
la función delegada. Si la función delegada se hace a un profesional de diferente titulación,
quien delega asume la responsabilidad in vigilando con respecto a la realización de la función.

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Debemos delegar solo aquellas funciones que, sabemos, puede asumir la persona
a quien se delegan y llevarlas a cabo con seguridad, calidad y responsabilidad. Es
fundamental que sepamos que sólo delegamos la función, nunca la responsabilidad,
que permanece en quién está delegando a un tercero una función que le compete.

10. Delito de omisión del deber de socorro


El Código Penal vigente regula en su artículo 196 el delito de omisión del deber de
socorro aplicado a los profesionales sanitarios en los siguientes términos:

“El profesional que, estando obligado a ello, denegare asistencia sanitaria o abandonare
los servicios sanitarios, cuando de la denegación o abandono se derive riesgo grave para
la salud de las personas, será castigado con las penas del artículo precedente en su mitad
superior y con la de inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio,
por tiempo de seis meses a tres años”.

• Se castiga al profesional: parece claro que el legislador está pensando en el profesional
sanitario (que es el obligado, por su formación y competencia, a prestar asistencia sanitaria).

• Se castiga al obligado a prestar la asistencia, que no es otro que aquel profesional que,
estando de guardia y conociendo de la situación, se niega a prestar socorro.

• Se castiga la conducta de la que se derive riesgo grave para la salud de las personas.

Ha de quedar claro que se exige actuar con dolo, esto es con conocimiento y voluntad
de actuar contra la norma, para que la conducta omisiva sea punible. No cabe, pues,
omisión del deber de socorro conforme a la regulación establecida en el artículo 196 si la
conducta del sanitario es simplemente imprudente.

11. Parte de lesiones


El parte de lesiones es un documento médico-legal, mediante el cual el médico comunica
a la Autoridad Judicial cualquier lesión que pueda ser constitutiva de una falta o delito
de lesiones.

El objetivo que se persigue con este documento es que dicha Autoridad tenga conocimiento
del hecho y de sus consecuencias (lesiones), a efecto de que pueda llevar a cabo la
investigación pertinente y en su caso, adoptar las medidas oportunas con respecto al autor.

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¿Tiene el médico de urgencias obligación de emitir siempre el parte de lesiones?

La obligación de realizar el parte de lesiones, recogida en los artículos 262 y 355 de


la Ley de Enjuiciamiento Criminal, no significa que el médico que asiste una urgencia/
emergencia tenga que informar a la justicia de toda lesión que atienda, sino que, sólo lo
hará en aquellas que puedan ser derivadas de una conducta delictiva como: lesiones
accidentes de cualquier tipo, agresiones, tentativas autolíticas, mordeduras ocasionadas
por animales, intoxicaciones, etc.

¿Qué datos deben constar en el parte de lesiones?

Debe recoger como mínimo la identificación del paciente, fecha y hora de la asistencia,
identificación del médico, descripción de las lesiones, posible mecanismo lesivo
(según lo refiera el paciente), diagnóstico, tratamiento prescrito y pronóstico quo ad
vitam (es decir, el de riesgo que para la vida supone la lesión o enfermedad).

12. Negativa a tratamiento. Alta voluntaria


¿Puede un paciente negarse a someterse a un determinado tratamiento médico?
¿Qué pasa entonces?

Todo paciente tiene derecho a negarse al tratamiento, excepto en los casos


determinados por la ley. Esta negativa deberá constar por escrito.

La ley establece que si el paciente no acepta el tratamiento prescrito por el médico, se le


propondrá el alta voluntaria. Aunque aclara que el hecho de no aceptar el tratamiento
prescrito no dará lugar al alta forzosa cuando existan tratamientos alternativos,
aunque tengan carácter paliativo, siempre que los preste el centro sanitario y el paciente
acepte recibirlos. Estas circunstancias quedarán debidamente documentadas.

En el ámbito de la medicina de urgencias, en muchas ocasiones, no se puede contar con


el consentimiento del paciente por existir un riesgo inmediato grave para la integridad
física o psíquica del enfermo y no ser posible conseguir su autorización. En este caso, se
deberá consultar, cuando las circunstancias lo permitan, a sus familiares o a las personas
vinculadas de hecho a él y actuar según le dicte su conciencia profesional.

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¿Puede un paciente negarse a ser trasladado a un centro hospitalario?

En caso de existir una negativa expresa del paciente a ser trasladado a un centro
hospitalario sería conveniente disponer de un documento en el que el paciente reconozca
de forma explícita haber sido informado de los riesgos de la enfermedad y exprese su
negativa a ser tratado o trasladado, aceptando de esta forma, la responsabilidad de las
consecuencias de su decisión.

13. Instrucciones previas


Por el documento de instrucciones previas, una persona mayor de edad, capaz y libre,
manifiesta anticipadamente su voluntad, con objeto de que ésta se cumpla en el momento
en que llegue a situaciones en cuyas circunstancias no sea capaz de expresarlos
personalmente, sobre los cuidados y el tratamiento de su salud o, una vez llegado el
fallecimiento, sobre el destino de su cuerpo o de los órganos del mismo. El otorgante del
documento puede designar, además, un representante para que, llegado el caso, sirva
como interlocutor suyo con el médico o el equipo sanitario para procurar el cumplimiento
de las instrucciones previas.

Existe un registro nacional de instrucciones previas en el que se recogen las inscripciones


practicadas en los correspondientes registros autonómicos.

14. Toma de muestras


¿Tiene obligatoriedad el personal sanitario de tomar muestras biológicas en los
pacientes para análisis de tóxicos?

El Reglamento General de Circulación, establece, al referirse en su artículo 26 a las


obligaciones del personal sanitario, lo siguiente:

“El personal sanitario vendrá obligado, en todo caso, a proceder a la obtención de muestras
y remitirlas al laboratorio correspondiente, y a dar cuenta, del resultado de las pruebas
que se realicen, a la autoridad judicial, a los órganos periféricos del organismo autónomo
Jefatura Central de Tráfico y, cuando proceda, a las autoridades municipales competentes
(artículo 12.2, párrafo tercero, del texto articulado).

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Entre los datos que comunique el personal sanitario a las mencionadas autoridades u
órganos figurarán, en su caso, el sistema empleado en la investigación de la alcoholemia,
la hora exacta en que se tomó la muestra, el método utilizado para su conservación y el
porcentaje de alcohol en sangre que presente el individuo examinado”.

15. Internamiento involuntario


¿Puede ser internado un paciente en contra de su voluntad?

No. Aunque es preciso aclarar que si es por razón de un trastorno psíquico y el paciente
no está en condiciones de decidirlo por sí mismo, la Ley de Enjuiciamiento Civil en su
art. 763 recoge las condiciones para llevarlo a cabo.

“El internamiento, por razón de un trastorno psíquico, de una persona que no esté en
condiciones de decidirlo por sí, aunque esté sometida a la patria potestad o a tutela,
requerirá autorización judicial, que será recabada del tribunal del lugar donde resida la
persona afectada por el internamiento”.

La ley recoge que cuando por razones de urgencia se requiera el internamiento urgente
de una persona que no es capaz de decidirlo por sí misma, éste se podrá llevar a cabo
por el facultativo sin autorización judicial previa, con la única condición de ponerlo en
conocimiento de la autoridad competente en un plazo máximo de 24horas, para que
se proceda a su ratificación posterior por parte del Juzgado.

16. Contención física de pacientes


La contención física (CF) consiste en la inmovilización de un paciente en la cama/camilla
con correas y cinturones de sujeción. Es el último recurso terapéutico que se utiliza en
situaciones extremas, para garantizar la seguridad del paciente y de su entorno, cuando
han fracasado otros medios de contención (el verbal, distracción, etc.).

La indicación de sujeción lo hará el médico responsable del caso o el que este de


guardia. En su ausencia, el profesional de enfermería está autorizado para iniciarlo,
pero debe comunicarlo al médico inmediatamente.

Está indicado para prevenir lesiones al propio paciente, a otras personas, para evitar
disrupciones graves del programa terapéutico (arranques de sondas, vías, etc.), para

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evitar daños físicos en el servicio, si lo solicita voluntariamente el paciente y existe


justificación clínica y/o terapéutica según criterio médico.

Cada indicación de CF deberá estar reflejada de forma razonada en la historia clínica,


y se cumplimentara además el formulario de indicación y confirmación de la contención
mecánica de movimientos.

Se informará a los familiares sobre la situación clínica del paciente y la necesidad de


la CF. Si la CF es voluntaria o es solicitada voluntariamente por el paciente competente
que se encuentra ingresado con carácter voluntario, este tendrá que firmar el formulario de
solicitud voluntaria o de consentimiento de restricción del paciente, que se incorporará a
su historia clínica.

Si el régimen de internamiento del paciente al que se le aplica la CF contra su voluntad


fuera voluntario, pasará automáticamente a ser involuntario, debiéndolo comunicar al
juez.

17. Certificado de defunción


El Artículo 274 del Reglamento de la Ley del Registro Civil recoge literalmente:

“El facultativo que haya asistido al difunto en su última enfermedad o cualquier otro que
reconozca el cadáver enviarán mediatamente al Registro parte de defunción en el que,
además del nombre, apellidos, carácter y número de colegiación del que lo suscribe,
constará que existen señales inequívocas de muerte, su causa y, con la precisión que la
inscripción requiere, fecha, hora y lugar del fallecimiento y menciones de identidad del
difunto, indicando si es conocido de ciencia propia o acreditada y, en este supuesto,
documentos oficiales examinados o menciones de identidad de persona que afirme los
datos, la cual también firmará el parte. Si hubiere indicios de muerte violenta se comunicará
urgente y especialmente al Encargado”.

¿Puede el médico de urgencias firmar un certificado de defunción?

Se pueden plantear dos situaciones:

a) Que se trate de un fallecimiento “judicial”. Sería aquella muerte de origen violento


e incluso la que puede ser sospechosa de criminalidad. El primer caso está claro:
ante una muerte con señales evidentes de violencia, el médico asistencial nunca
certificará la defunción. Es el supuesto de muertes accidentales (tráfico, laboral,

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doméstico, causal, etc.). Además, tampoco deberá cumplimentarlo en aquellas


muertes en las que aunque no haya señales de violencia, el facultativo desconozca
la causa del fallecimiento. En ambos casos se dará aviso al juzgado de guardia,
interviniendo el Médico Forense y practicándose la correspondiente autopsia médico-
legal para tratar de esclarecer la causa y las circunstancias del óbito.

Que se trate de un fallecimiento por causas naturales, y el facultativo posea


b) 
suficientes elementos de juicio para poder certificar la defunción. En este caso, no
existe ningún problema en que el médico de urgencias certifique el fallecimiento.

Si el paciente fallece durante el traslado en la ambulancia ¿hay que detener el vehículo


y esperar a la diligencia de levantamiento de cadáver?

Aunque no hay nada legislado al respecto, en cada caso particular, la actuación del
personal sanitario queda bajo su criterio profesional, ético y deontológico. Si se
está cercano al centro hospitalario de destino, parece que lo más coherente es acabar el
desplazamiento. Esto no es óbice de comunicar de forma inmediata la defunción a la
autoridad judicial. Hay que tener en cuenta que la diligencia conocida como “levantamiento
de cadáver” tiene como objetivo, entre otros, el examen del lugar de los hechos y la recogida
de indicios por parte de la policía científica. Es por lo que, en estos casos concretos, en los
que el fallecimiento se produce durante el traslado, y dado que el vehículo sanitario
no ha sido el lugar de los hechos, parece que lo más razonable es finalizar el traslado.

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módulo 1 / Aspectos organizativos

18. BIBLIOGRAFÍA
• Antequera Vinagre JM. Responsabilidad penal en la asistencia sanitaria. (Internet). Madrid:
Escuela Nacional de Sanidad; 2012 (consultado el 28 de septiembre del 2014). Disponible
en: http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=bibliuned:500639&dsID=n6.6_Casos_de_
Responsabilidad_Penal.pdf

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Jiménez A.(2014)Aspectos médico-legales en Urgencias. En: Manual de Protocolos y
Actuación en URGENCIAS. Servicio de Urgencias- Hospital Virgen de la Salud - Complejo
Hospitalario Toledo. Edición con la colaboración de BAYER HEALTHCARE.

• Gallego Riestra, S. Mala praxis y gestión de riesgos. (Internet). Madrid: Escuela Nacional
de Sanidad; 2012 (consultado 20 septiembre del 2014). Tema 16.4. Disponible en: http://
e-spacio.uned.es/fez/view.php?pid=bibliuned:500636

•
Pastor Bravo M, Rodes Lloret F. (2011) Aspectos médico legales en urgencias y
emergencias. En: Guía Asistencial Urgencias y Emergencias extrahospitalarias. Gerencia
de Urgencias, Emergencias y Transporte Sanitario del SESCAM.

• Sánchez-Caro, J. Bioética y Sociedad. (Internet). Madrid: Escuela Nacional de Sanidad;


2012 (consultado el 20 de septiembre del 2014). Tema 6.3. Disponible en: http://e-spacio.
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• Sánchez Losada JA, Ballesteros Carrasco A, Canabal Berlanga R. (2014) Riesgos


médico-legales en la atención a urgencias y emergencias En: Guía Asistencial Urgencias
y Emergencias extrahospitalarias. Gerencia de Urgencias, Emergencias y Transporte
Sanitario del SESCAM.

REFERENCIAS LEGISLATIVAS
• Ley 14/1986, General de Sanidad.
• Ley 16/2003, de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud.
• Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente.
• Ley 44/2003 de Ordenación de las Profesiones Sanitarias.
• Ley 55/2003 de Estatuto Marco del Personal Sanitario de los Servicios de Salud.
• Ley 33/2011 General de Salud Pública.

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