“La colonización es la fuerza expansiva de un pueblo, es su poder de
reproducción, es su dilatación y su multiplicación a través del espacio; es la sumisión del universo, o de una gran parte de él, a su lengua, a sus costumbres, a sus ideas y a sus leyes. Un pueblo que coloniza es un pueblo que pone los cimientos de su grandeza y de su supremacía futura. Todas las fuerzas vivas de la nación colonizadora se acrecientan por este desbordamiento hacia el exterior de su exuberante actividad. Desde el punto de vista material, el número de individuos que forman la raza aumenta en una proporción sin límites: la cantidad de nuevos recursos, de nuevos productos, de medios de pago hasta entonces desconocidos, que vienen a impulsar la industria nacional, es inconmensurable: el campo de empleo de los capitales de la metrópoli y el dominio explotable abierto a la actividad de sus ciudadanos son infinitos. Desde el punto de vista moral e intelectual, este crecimiento del número de fuerzas y de inteligencias humanas, estas condiciones diversas en las que se encuentran todas esas inteligencias y fuerzas, modifican y diversifican la producción intelectual. ¿Quién puede negar que la literatura, las artes, las ciencias de una raza así ampliada adquieren un impulso que no se encuentra entre los pueblos de una naturaleza más pasiva y sedentaria?... Desde cualquier punto de vista que se adopte, sea que nos contentemos con la consideración de la prosperidad, de la autoridad y de la influencia política, sea que nos elevemos a la contemplación de la grandeza intelectual, he aquí el enunciado de una verdad indiscutible: el pueblo que coloniza más es el primer pueblo; si no lo es hoy, lo será mañana.”
P. Leroy-Beaulieu, De la colonización en los pueblos modernos, Francia, 1874.
“Pero el Imperio Británico no se reduce a las colonias autogobernadas y al
Reino Unido. Incluye un área mucho mayor, una población mucho más numerosa en los climas tropicales, donde es casi imposible el establecimiento europeo y donde la población nativa es vastamente superior en número a la blanca, y en estos casos también es explicable la nueva idea de Imperio. Aquí también el sentido de posesión ha dejado paso a un sentimiento diferente; al sentido de obligación. Sentimos ahora que nuestro dominio sobre estos territorios puede ser justificado sólo si logramos felicidad y prosperidad para el pueblo, y sostengo que nuestro gobierno trae y ha traído seguridad y paz y relativa prosperidad a países que nunca conocieron antes esos beneficios. Para llevar adelante esta tarea de civilización estamos realizando lo que creo es nuestra misión nacional, y estamos encontrando un enfoque más ajustado para el ejercicio de aquellas facultades y cualidades que han hecho de nosotros una raza gobernante. No digo que nuestro éxito ha sido completo en todos los casos, no digo que todos nuestros métodos han sido irreprochables: pero sí digo que en casi todas las instancias en las que se estableció el dominio de la Reina y donde 1 se ha hecho cumplir la gran 'pax britannica' ha sobrevenido con ella mayor seguridad para la vida y la propiedad y un mejoramiento material para la mayoría de la población."
Joseph Chamberlain, Primer Ministro Británico, discurso de marzo de 1892.
"Toda expansión de civilización trabaja para la paz. En otros términos, toda
expansión de una potencia civilizada significa una victoria para la ley, el orden y la justicia. Esto ha sido verdad en todos los casos de expansión durante el presente siglo, lo mismo que la potencia expansionista fuese Francia o Inglaterra, Rusia o América. En todos los casos la expansión ha sido un provecho, no tanto para la potencia que se beneficia nominalmente, como para el mundo entero. En todos los casos, el resultado ha probado que la potencia expansionista cumplía un deber para la civilización mucho más grande e importante que el que hubiera podido hacer ninguna potencia estacionaria. Tomad el caso de Francia y Argelia. Durante las primeras décadas del presente siglo, la piratería de la más terrible especie reinaba en el Mediterráneo y millares de hombres civilizados eran todos los años arrastrados a la esclavitud por los piratas moros. Una paz degradante fue comprada por las potencias civilizadas con el pago de un tributo. Nuestro propio país fue una de las naciones tributarias que pagaron también el dinero de sangre a los musulmanes bandidos del mar. Nosotros libramos con ellos algunas batallas, y en mayor escala los ingleses. Nuestro último pago se hizo en 1830, y la razón porque fue el último, es porque en aquel año comenzó la conquista francesa de la Argelia."