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I. INTRODUCCIÓN
La Amazonía en territorio boliviano tiene una gran diversidad biológica, debido, por una
parte a su situación latitudinal que corresponde a la transición entre un clima casi ecuatorial
al norte de la zona a un clima tropical seco al sur; y por otra a la variedad del relieve y de
los suelos con una parte norte y central muy planas de terrenos recientes; la presencia de la
Cordillera de los Andes al suroeste y el Escudo Brasileño al este (Lauzanne & Loubens
1985).
Es de amplio conocimiento que los primeros estadios vitales (huevos, larvas y etapas
tempranas de juveniles) son críticos para las fluctuaciones en la abundancia de las
poblaciones de peces explotadas, por tanto el estudio de la ecología poblacional y
reproductiva, entendida desde éste enfoque, es de vital importancia para entender la
dinámica de las poblaciones y su respectivo impacto. Por tal motivo, en los últimos
tiempos, surge la necesidad de proteger la biodiversidad acuática debido al estado precario
actual de dicha diversidad íctica que se ve agravada por una completa inhabilidad para
administrar los recursos acuáticos, sumándole el factor de las presiones antropogénicas que
ocasionan fenómenos locales como la contaminación y la sobreexplotación de recursos,
tanto renovables como no renovables, modificando los sistemas acuáticos y la fauna íctica
involucrada (Philipp et al. 1995).
2
Todos los planes de manejo de los recursos pesqueros, deben basarse en información
técnica y científica sobre aspectos biológicos de las especies que permitan tomar decisiones
racionales (FAO 1995). La ordenación y gestión de los recursos pesqueros exige disponer
de información actualizada y completa posible sobre las poblaciones de diferentes especies
de peces; a partir de ella se podrá determinar, además de su abundancia, la cantidad de
biomasa que se debe extraer para mantenerlos en los niveles óptimos de producción,
predecir el rendimiento potencial que se espera obtener cuando se aplican distintas
estrategias de pesca, el nivel de explotación que permita alcanzar a largo plazo el
rendimiento máximo sostenible y también el impacto que estas especies puedan tener sobre
otras actividades productivas (Willink et al. 2013).
Con el presente trabajo, se pretende generar información sobre los aspectos biológicos y
poblacionales del Bentón (Hoplias malabaricus) que permitirá a futuro sentar las bases de
manejo de esta especie, determinando sus patrones y tendencias poblacionales, en un
ecosistema lagunar inundable urbano, como un aporte al conocimiento de la ictiofauna de
sistemas lacustres de la Amazonía en Bolivia.
Por lo tanto, el Bentón (Hoplias malabaricus) al ser una especie depredadora que prefiere
permanecer inmóvil en los cuerpos de agua para acechar a sus presas, tiene hábitos
alimenticios netamente carnívoros. Además, es abundante en pozas de piscicultura
amenazando las producciones ya que se alimenta de alevines de especies comerciales.
A pesar de este problema con los piscicultores, esta especie es consumida localmente por
personas dedicadas a la pesca de subsistencia. No se tienen datos de los tamaños máximos
ni mínimos que pueden alcanzar estos individuos, ni de cómo sus poblaciones se pueden
ver afectadas, además del estado reproductivo que presentan en ciertas épocas del año.
La Cuenca Amazónica tiene una superficie de 6.059.000 Km2, extendida en los países de
Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Bolivia, Guyana y Surinam (Fig. 1); siendo el
sistema hidráulico más grande del mundo, correspondiendo al 39.5% de la superficie total
del continente sudamericano (Montes de Oca 1997). Esta cuenca se encuentra ubicada entre
los paralelos 10º N y 15º S, y los meridianos 4º O y75º E del continente sudamericano y
contiene los más extensos y continuos bosques húmedos tropicales; considerándose en un
centro muy rico en diversidad de especies con un alto endemismo de plantas y animales
(Bernal 2005).
El río Amazonas delimita esta región hidrográfica que es la más extensa del planeta. En este
espacio drenan aproximadamente 1.100 ríos de diferentes tipos de orden y magnitud (aguas
del orden andino-amazonenses y borrosas, cristalinas y negras de origen amazónico), de los
cuales predomina el cauce principal del río Amazonas con una extensión de 6.742 Km
(Bernal 2005). Sus principales cuencas hidrográficas son: Urubamba, Pachitea, Pacaya,
Tapiche, Marñon, Nanay, Napo, Yavary, Putumayo/Iça, Jutaí, Jurua, Caquetá/Japura, Purús,
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La Cuenca Amazónica es el centro mundial de diversidad de peces de agua dulce, con cerca
de 2.500 especies documentadas (Vari & Malabarba 1998; Rivadeneira et al. 2010).La
ictiofauna de la Cuenca Amazónica tiene un papel ecológico importante y juega un rol
integral como fuente de alimento e ingresos para miles de personas que habitan a lo largo
de los ríos (Willink et al. 2013). Pero a pesar de su importancia, la ictiofauna de la región
amazónica ha sido poco estudiada y casi todo el énfasis se ha puesto en los grandes cauces
y las especies de mayor tamaño (Galvis et al. 2006); además que la pesca es una de las
principales actividades económicas y de subsistencia para las comunidades indígenas y
campesinas de toda la región (Miranda-Chumacero et al. 2011).
Con excepción del rio Acre, la Cuenca Amazónica de Bolivia forma parte de la cuenca alta
del rio Madera, que se origina de la confluencia de los ríos Beni y Mamoré, cerca de la
población de Villa Bella, en el límite norte interdepartamental entre Beni y Pando (Crespo
& Van Damme 2011) y por debajo de la cadena montañosa de los Andes, esta cuenca forma
una extensa llanura en el departamento del Beni (Roche et al. 2002). La llanura Amazónica
del departamento del Beni está circunscrita por dos regiones geológicas: la Subandina
drenada por los ríos Beni y Mamoré, y la Precámbrica drenada por el río Iténez o Guaporé,
formando las tierras onduladas en su parte septentrional (Crespo & Van Damme 2011).
La mayoría de los ríos amazónicos de Bolivia son de tipo meandriforme, caracterizados por
su lecho inestable (Charriere et al. 2004). Sin embargo, si se compara los 3 tributarios más
importantes del río Madera (Mamoré, Beni, Iténez), se pueden apreciar diferencias
marcadas. El río Mamoré es un río de aguas blancas que tiene una planicie de inundación
amplia atravesada por lagunas fluviales que son antiguos meandros abandonados por el río
y por lagunas que se han formado en depresiones tectónicas (Charriere et al. 2004; Ibáñez
& Pouilly 2004). El río Beni, por otra parte, es un río de aguas blancas que posee una
planicie de inundación más estrecha que la del río Mamoré (Navarro & Maldonado 2002).
El río Iténez, en contraste con los dos otros tributarios, es un río de aguas claras con bajas
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En Bolivia, los Llanos de Moxos (Fig.3) constituyen una de las zonas de inundación más
grandes del mundo. La superficie inundada alcanza a cubrir, en épocas de inundación
máxima, entre 100.000 y 150.000 km2 (Crespo & Van Damme 2011). No se ha calculado la
producción biológica de esta zona de inundación, pero las estimaciones realizadas hasta
ahora indican que la producción es muy alta y se puede equiparar a la de otras zonas de
inundación tropicales, como la várzea del río Amazonas, el delta central del río Níger o los
llanos del Orinoco (Lauzanne et al. 1990). Este ecosistema de inundación se mantiene
todavía relativamente poco alterado, en contraste con la degradación que han sufrido la
mayoría de los humedales y ecosistemas de agua dulce del mundo (Abramovitz 1996).
El principal río de Moxos es el río Mamoré, el cual atraviesa los llanos en dirección sur-
norte y recoge las aguas de todos los demás ríos de Moxos y hacia el norte se une con el río
Beni para formar el río Madera, uno de los principales afluentes del río Amazonas. El clima
de la región es tropical húmedo: hay una estación seca (de mayo a octubre) que alterna con
un verano húmedo (de noviembre a abril). Con la llegada de las lluvias, la rápida crecida de
los ríos se ve incrementada con las aguas de escorrentía provenientes de la parte alta de la
cuenca. La dificultad de evacuación de las aguas, debida al escaso desnivel del territorio,
convierten la región en una inmensa llanura inundada que permanece cubierta durante al
menos dos o tres meses al año (Crespo & Van Damme 2011). Las aguas invaden las
llanuras cercanas y muchos lagos de meandro situados en las inmediaciones del curso de
los ríos, aportando nutrientes y favoreciendo el crecimiento de la vida acuática. Los
organismos que viven en estos biotopos están adaptados a la alternancia de una época de
inundación y una época seca (Crespo & Van Damme 2011). Este tipo de ecosistemas se
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definen como ecosistemas pulsátiles, con cuerpos de agua permanentes (lagos y canales) y
áreas expuestas periódicamente a épocas secas y de inundación, de forma que van
alternando fases: una terrestre y otra acuática (Junk & Wantzen 1997). Todos los animales y
las plantas que viven en este tipo de ecosistemas intercambian energía y nutrientes entre las
dos fases, lo que hace que estas zonas de inundación periódica sean zonas de alta
productividad biológica (Junk 1997).
La mayor parte de los peces amazónicos adaptan su ciclo reproductivo a esta alternancia de
estaciones. Los peces desovan en los ríos cuando comienzan a crecer las aguas; los huevos,
los embriones libres o las larvas son transportadas por la corriente hasta las áreas
inundadas, donde aprovechan el alimento que se encuentra disponible en esta época para el
desarrollo de los alevines (Araúz 2015). Los peces adultos prefieren alimentarse en los
montes o bosques ribereños inundados, donde encuentran frutos y semillas y otros
alimentos abundantes. En este tipo de ecosistemas, en los que existe interrelación entre los
organismos acuáticos y los terrestres, muchos árboles que crecen en los montes inundables
o de “várzea” dependen de los peces para asegurar la dispersión de sus semillas. Árboles
muy comunes en los montes o bosques de galería mojeños son diversas especies de bibosis
(Ficus sp.) y de ambaibos (Cecropia sp.), cuyos frutos constituyen el alimento de peces
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En la actualidad muchas lagunas han perdido su antigua conexión con los ríos; esto impide
la migración de algunas especies de interés para su cría que necesitan desovar en aguas
corrientes, así como la entrada de sus alevines una vez realizada la reproducción en el cauce
de los ríos. La antigua conexión de las lagunas con los ríos de aguas blancas permitía
asimismo la entrada a las mismas de aguas ricas en nutrientes, lo que incrementaba la
producción biológica de las lagunas (Crespo & Van Damme 2011). La inmensa extensión
de lagunas de agua dulce que se encuentran diseminadas en los Llanos de Moxos representa
un potencial enorme para la explotación piscícola. Las lagunas de Moxos podrían recuperar
su antigua función como lugares de producción acuícola mediante su utilización para la cría
extensiva de peces (Crespo & Van Damme 2011).
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Cronológicamente, los trabajos más sobresalientes sobre los peces bolivianos comenzaron
con la publicación de Pearson (1924) sobre la cuenca del río Beni, donde se describió varias
especies nuevas y compuso una lista de peces colectados a lo largo de la cuenca del río
Beni, y algunas localidades de la cuenca del río Mamoré, en un gradiente altitudinal desde
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los Andes hasta las tierras bajas. Posteriormente, Pearson (1937) publicó una lista de
especies presentes en las cuencas de los ríos Beni-Mamoré y Paraguay, con comentarios
interesantes sobre el origen de la fauna en este último sistema. Años más tarde, Fowler
(1940, 1943) presentó la descripción de varias especies nuevas colectadas en la cuenca de
los ríos Chapare y Chimoré, con una lista parcial adicional de los peces de Bolivia en base a
material depositado en museos y registros documentados.
Después de este primer periodo, el conocimiento de los peces bolivianos entró en un receso
de casi 40 años, posiblemente debido a la crisis política que atravesaba el país en aquel
entonces. A finales de los ochenta y principios de los noventa, Lauzanne & Loubens (1985)
y Lauzanne et al. (1991) elaboraron por primera vez una guía de identificación y la lista
más completa de especies de peces presentes en la Cuenca Amazónica Boliviana, en base a
material colectado en la cuenca del río Mamoré, principalmente. Estos últimos autores
encontraron que la Amazonía boliviana (incluyendo el piedemonte del río Chapare)
albergaba por lo menos 389 especies, y que existía cierto grado de similitud y algunas
diferencias notorias entre la ictiofauna de los principales sistemas que recorrían este
territorio (Madre de Dios, Mamoré e Iténez), de manera similar a lo observado por Pearson
(1937). Preliminarmente, los resultados mostraron la presencia de 101, 327 y 163 especies
de peces en los ríos Madre de Dios, Mamoré e Iténez, con 16 y 50 registros exclusivos para
los ríos Madre de Dios e Iténez, respectivamente.
A finales de la década pasada, los trabajos de Sarmiento (1998), Chernoff et al. (1999,
2000) y Lasso et al. (1999) añadieron 21, 91 y 3 nuevos registros a la lista de Lauzanne et
al. (1991) para la Amazonía boliviana, llegando a contabilizar un total aproximado de 504
especies para toda la cuenca. Sin embargo, los análisis e interpretaciones que Chernoff et
al. (1999, 2000) realizaron sobre colectas obtenidas al norte del país sugerían que la cifra
total de especies para esta cuenca podría ser mayor. La prospección rápida de una fracción
poco explorada de la cuenca alta del río Orthon (cuenca Madre de Dios-Beni) reveló la
existencia de un número elevado de especies (313) en esta área, constituido por varios
nuevos registros para el país (91) y especies no descritas hasta entonces. Este trabajo
inyectó información novedosa al conocimiento de los peces amazónicos de Bolivia y
13
En conjunto, los peces que habitan la Amazonía boliviana juegan un papel importante en el
funcionamiento de las comunidades acuáticas (p.e. Pouilly et al. 2004; Rejas et al.2004;
Rejas et al. 2005), y varios de ellos son aprovechados como recurso alimenticio en distintas
ciudades y comunidades del país (p.e. Pérez 2001; Van Damme et al. 2005; Paz & Van
Damme 2008).
La ictiofauna Amazónica boliviana está compuesta en su mayoría por peces de los órdenes
Characiformes, Siluriformes, Perciformes y Osteoglossiformes (Fig. 4) que constituyen
importantes grupos de peces que desempeñan un rol particular como componentes de los
desembarques en los principales puertos de la Amazonía (Goulding 1980). Entre las
especies más explotadas comercialmente en toda la Amazonía, algunas se destacan por su
gran importancia económica, tales como Arapaima gigas (Paiche), Colossoma
macropomun (Pacú), Prochilodus nigricans (Sábalo), Cichla pleiozona (Tucunaré),
Brachyplatystoma filamentosum (Dorado), Pseudoplatystoma fasciatum (Surubí), P.
tigrinum (Chuncuina). Dentro de estas, las especies migratorias son las que dominan el
desembarque de peces en la mayoría de los puertos de la Amazonía (Goulding 1980;
Carvajal-Vallejos et al. 2014).
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Los avances en el conocimiento de los peces pueden permitirnos una continua re-
evaluación de sus poblaciones, además de generar bases útiles para la toma de decisiones
sobre su conservación, en la medida en que las amenazas actuales o futuras se tornan más
intensas y frecuentes. Se ha visto que la destrucción del hábitat (p.e. Van Damme 2001), la
pesca (p.e. Nuñez et al. 2006), la contaminación de las aguas (p.e. Pérez et al. 2008), la
construcción de represas (p.e. Mendes dos Santos 2008) y la introducción de especies
exóticas (p.e. Van Damme & Carvajal 2005) en algunas zonas de la cuenca pueden tener
efectos negativos sobre las comunidades o poblaciones naturales
La fauna de peces de agua dulce de Sudamérica, es una de las más diversas. Más de 3000
especies han sido descritas para la región, la mayoría en la cuenca del Amazonas (más de
15
2000 especies). Sin embargo, este número es aún una subestimación y podría superar las
5000 especies (Lauzanne et al. 1992). Los trabajos que se realizaron en los ríos de la
Cuenca Amazónica han tratado mayormente sobre los aspectos biológicos y ecológicos de
las especies de peces de interés comercial (Pearson 1924; Fowler 1940; Lauzanne et al.
1991; Sarmiento 1991; Sarmiento & Barrera 1994; Barrera & Sarmiento 1992; Sarmiento
1996) ayudando a comprender la relación entre las estrategias de vida y las presiones
selectivas del medioambiente sobre las especies ícticas.
Sin embargo, la multiplicidad de fuerzas selectivas que influyen sobre las historias de vida
y la diversidad de respuestas generadas por los organismos, hacen que ningún modelo de
estrategias demográficas pueda responder a la diversidad de rasgos de vida (Southwood
1988; Blondel 1995). Es así, que (Winemiller & Rose 1992), a partir de un estudio de 216
especies ícticas en Norte América, determinaron 3 tipos de estrategias reproductivas a lo
largo de un continuo tridimensional; estas se basan en tres parámetros demográficos: la
supervivencia juvenil, la fecundidad y la edad de primera madurez sexual (Fig. 5).
a) Estrategia “oportunista”, fijada para aquellos peces que generalmente poseen tallas
pequeñas, madurez precoz, corto tiempo de generación, fecundidad relativa elevada,
época de reproducción larga con numerosas puestas. Esta estrategia correspondería
al tipo de selección, encontrados en ambiente inestables con variaciones espaciales
y temporales imprevisibles.
b) Estrategia de “equilibrio”, fijada para aquellos peces que presentan ovocitos de gran
talla, fecundidad reducida, cuidados paternos, tiempo de generación intermedia o
larga, madurez sexual retardada y estación de reproducción prolongada, ya que se
desarrollan en ambientes favorables.
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c) Estrategia “periódica”, fijada para peces de tallas grandes, con fecundidad alta,
duración de vida larga, tiempo de generación relativamente largo, edad y madurez
sexual más tardía y una reproducción cíclica-anual. Esta estrategia se desarrolla en
ambientes de ciclos casi previsibles, sin embargo, presentan periodos críticos para la
supervivencia de los individuos (ejemplo, en zonas tropicales, periodos de aguas
bajas cuando los recursos disminuyen). Dando lugar a una fecundidad elevada, que
compensará una importante mortalidad, que sucede durante los períodos
desfavorables.
La edad y la talla de primera madurez sexual son rasgos cruciales en las teorías de las
historias de vida de los peces en las cuales la optimización reproductiva es más sensible que
en los otros rasgos (Stearns 1992). Así, para comprender el proceso implicado en la
18
El término “fases de madurez” se emplea para designar el grado de madurez de los ovarios
y testículos de los peces, representados en una escala de estadios o grados de maduración
sexual (Martínez Espinoza 1984). Según (Bagenal & Tesh 1978) la madurez sexual es la
fase durante la cual el pez alcanza el estado adulto con capacidad de reproducirse. Aunque
no solamente comprende a los individuos que han alcanzado la primera madurez sexual
sino también a los individuos que entran en maduración gonadal cada año durante la época
de reproducción. También se entiende por madurez sexual, a la capacidad que tienen los
peces para reproducirse, considerándolos sexualmente maduros cuando las gónadas salen
de su latencia y empiezan a desarrollarse, lo cual es evidente con la aparición de los
ovocitos y espermatocitos en diferentes fases de desarrollo (Fig. 6), así como cambios
morfológicos de las gónadas (Bagenal & Tesh 1978).
El acceso a la madurez sexual representa una fase crítica en la vida de un individuo. Antes,
el recurso y el tiempo eran únicamente acordados a la supervivencia y al crecimiento,
después son objeto de una competencia entre la reproducción, el crecimiento y la
supervivencia (Wootton 1990). La edad de primera reproducción es uno de los rasgos de
historia de vida más importantes en el sentido que constituye uno de los principales ajustes
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evolutivos impuestos por la selección natural (Roff 1984). Una disminución de la edad de
primera maduración puede significativamente aumentar el éxito reproductivo maximizando
el número de descendientes producidos a edades precoces (Noakes & Balon 1982).
Algunos trabajos se han publicado sobre la talla y edad de la primera madurez sexual de las
especies ícticas neotropicales. Loubens (1980); Loubens et al. (1984); Loubens & Aquim
(1986); Loubens & Panfili (1995, 2001) en la Amazonía boliviana; Araujo-Lima &
Goulding (1997); Gosso & Iwaski (1993); Lamas & Godinho (1996) en la Amazonía
Central; Villacorta- Correa & Saint-Paul (1999) en la Amazonía brasilera; Jamett et al.
(1997) en Costa Rica; encontrando una correlación entre la edad y talla de primera madurez
sexual de las diferentes especies con los cambios del medioambiente, como proponen
Winemiller & Rose (1992) en el modelo tridimensional.
Una escala de madurez gonadal debe contener una descripción detallada de cada estadio de
madurez, que permita la correcta asignación de cada fase del proceso de maduración de un
pez y que, en lo posible, minimice el error (Bromley 2003; Bromley & Casey 2003).
En el caso de los machos, existe una limitación para la asignación de los estadios de
madurez. La sola identificación de las células sexuales masculinas no es suficiente para
determinar el estado de madurez de un individuo. Se requiere observar el estroma testicular
y el grado de llenura de los túbulos seminíferos y tubo colector común (Buitrón et al.
2015).
Los estadios o etapas de maduración gonadal en machos según Loubens & Aquim (1986) y
Nuñez & Duponchelle (2009), es la siguiente:
Los testículos son mucho más largos y gruesos, ocupando hasta ¾ de la cavidad
abdominal. Las vesículas están repletas de semen (color blanco dominante) y al
presionarlos sale el líquido seminal.
Las escalas de madurez gonadal que se presentan en hembras se basan en el ciclo de seis
estadios, formatos semejantes se han observado en las escalas de madurez de Nikolsky
(1963), Dickerson et al. (1992), Gómez (2004) y Sánchez et al. (2013). Otras como la de
Johansen (1919) o de Kesteven (1960) tienen un mayor número de estadios,
caracterizándose por separar el estadio maduro en varias etapas.
Los estadios o etapas de maduración gonadal en hembras según Loubens & Aquim (1986)
y Nuñez & Duponchelle (2009), es la siguiente:
Saber la edad de cualquier organismo y en especial de los peces tiene un gran interés que
permite abordar estudios sobre el crecimiento, dinámica de poblaciones naturales,
demografía, manejo y gestión sostenible. El continuo crecimiento de los peces y la tasa del
metabolismo de los vertebrados poiquilotermos dependen de las condiciones ambientales
bióticas y abióticas. Las piezas calcificadas se comportan como registros de las variaciones
de crecimiento y son teóricamente consideradas como la “caja negra” del animal en un
momento cualquiera (Panfili 1992).
Existen varios métodos para la estimación de la edad individual y están fundados sobre el
hecho de que el crecimiento de los peces es continuo aunque la tasa de crecimiento
disminuye a medida que el pez es más viejo (Bagenal 1973). La edad de muchas especies
ícticas puede determinarse a partir de discontinuidades (anillos) que ocurren en las
estructuras esqueléticas, tales como otolitos, escamas, espinas o vértebras. Estas
discontinuidades pueden deberse a cambios como la temperatura en el ambiente o
alteraciones fisiológicas debido al desove o al cambio del régimen trófico (Tresierra &
Culquichicón 1993; Jepsen et al. 1999).
24
Los primeros estudios de marcas de crecimiento cíclicas sobre piezas calcificadas de peces
fueron hechos sobre especies que viven en climas templados para los cuales es
relativamente fácil poner en relación la alternancia de las estaciones con los depósitos de
marcas. A diferencia de los medios tropicales donde las variaciones de las condiciones
medio-ambientales (temperatura principalmente) son menos marcadas pero donde también
existen ritmos de crecimiento estaciónales notables en muchas especies (Longhurst & Pauly
1987)
Panfili et al. (2001), hacen referencia sobre lo difícil que es el conocer la edad absoluta
(edad verdadera) de los peces. La constatación de los numerosos errores en las estimaciones
de la edad ha relanzado el interés de los métodos de validación. Validar significa el probar
si una técnica es exacta. Una estimación es por supuesto de menor valor pero a veces es la
única posibilidad (Archibald et al. 1983).
Teóricamente una experiencia de validación debe ser hecha para cada población de una
especie, ya que pueden existir diferencias importantes entre las poblaciones. La validación
es una etapa obligatoria para todo estudio de esclerocronología y en particular en las
especies para las cuales ningún estudio de edad ha sido realizado anteriormente (Campana
2001).
Dos aspectos deben ser tomados en consideración: (1) que los incrementos son depósitos
con una periodicidad que quizás muestre un paso del tiempo regular (exactitud) y (2) que
las marcas del crecimiento son interpretadas de forma coherente y repetitiva para estimar la
edad (precisión). Las metodologías disponibles para validar la frecuencia de depósito de las
marcas en la pieza cálcica pueden ser reagrupadas en cuatro principales categorías: (a) La
validación directa, que toma en cuenta una marca de referencia precisa sobre la pieza
cálcica como referencia sobre las otras marcas de crecimiento; este es un método individual
que utiliza la mayor parte del tiempo las técnicas de marcaje y/o recaptura; (b) La
validación semi-directa, que necesita la observación de series cronológicas de marcas de
crecimiento sobre un gran número de individuos; es un método poblacional (c) La
validación indirecta, que necesita la comparación de la estimación de la edad individual con
las estimaciones estadísticas realizadas a partir de las distribuciones de frecuencias de tallas
o partir de otros datos de edad, también es un método poblacional; (d) La verificación,
implica simplemente las interpretaciones múltiples (obtenidas a partir de una o más lecturas
efectuadas sobre una o más piezas cálcicas (Panfili 1992; Panfili et al. 2001).
2.4.4.1 Otolitometría
interno (Blacker 1974). Existen tres pares de otolitos cada uno de ellos están situado en
distintas cámaras en la base de un canal semi-circular: lapilus que se encuentra en la
cámara utrículos, la sagitta en el saculus y el asteriscus en la lagena (Grassé 1958). Cada
otolito posee una forma y dimensión características y específicas para cada especie (Fig. 8).
La sagitta es en general la más utilizada y la más voluminosa de las piezas cálcicas, tiene
una forma elíptica (Panfili 1992).
El aumento del tamaño de los otolitos es dado por aposición de material cálcico en su
superficie, esta aposición cíclica está en función a los ritmos internos del metabolismo del
calcio y de la síntesis proteica “aminoacídica”. Resultando en la formación e incremento
del otolito en forma diaria compuesto por unidades continuas o discontinuas (Pannella
1974; Dunkelberguer et al. 1980).
28
Figura 10. Estructura del otolito sagitta de besugo (E. crassicaudus), izquierda: cara
interna, y derecha cara externa (Modificado de Cubillos et al. 2009).
Dado que el crecimiento del cuerpo y de los otolitos está estrechamente relacionados, el
grosor de los incrementos será en función a la tasa de crecimiento, registrando los períodos
de estrés fisiológico y ambiental, así como las fluctuaciones del crecimiento causadas por la
disminución del metabolismo ligada a la edad (Gutiérrez & Morales-Nin 1986). Aunque en
ciertos casos el crecimiento somático y del otolito parecen ser independientes (Wright et al.
1990).
Habita todo tipo de ambientes, desde arroyos de aguas claras hasta en aguas lentas y
turbias, redes de drenaje y estanques, excepto en ríos de montaña, es común en remansos,
cuerpos de agua temporales, áreas intervenidas y sistemas de aguas lénticas en general. Se
refugia entre la vegetación durante el día y es más activo durante la noche. Presenta
migraciones locales de un cuerpo de agua a otro, desplazándose incluso por la vegetación
húmeda o fango durante la noche o lluvias fuertes. La especie puede sobrevivir bajo
condiciones anóxicas como producto de adaptaciones fisiológicas que le permiten optimizar
la entrada de oxígeno a través de las branquias (Sarmiento et al. 2014).
III. METODOLOGÍA
3.1 Localización
Palquitas” (Fig. 12). Este ecosistema se encuentra sobre el anillo de Circunvalación que
rodea a la ciudad de Trinidad ubicado en las coordenadas -14.841140° y -64.886768°, con
una altura de 154 m.s.n.m., precipitación fluvial promedio de 1800 a 1900 mm/m 2,
humedad relativa del ambiente del 87% y temperatura promedio de 27.6°C (SNHN 2007).
3.2.1 Muestreos
La colecta de muestras se realizó durante los meses de febrero a junio del 2016, donde se
realizaron muestreos mensuales en la laguna de inundación urbana “Las Palquitas”. Se
seleccionaron diferentes lugares de pesca en esta laguna (Fig. 13) y se utilizaron mallas de
diferentes rombos de manera que permitieron capturar diferentes tamaños de ejemplares de
la especie en estudio.
32
Una vez realizado el proceso de captura de peces, se sacaron las diferentes mallas del agua
para posteriormente retirar cuidadosamente los peces, atrapados en cada malla, para no
dañarlos. Seguidamente fueron separados por sus tamaños.
3.3 Materiales
Mallas agalleras de 10, 15, 20, 25, 30, 35, 40, 50, 60 y 70 mm de diámetro entre
nudos.
Bote y/o deslizador
Motor fuera de borda
Chalecos salvavidas
Remos
Bolsas de yute
Cubetas o baldes plásticos
Cámara fotográfica
Linternas
Botas de goma
Computadora
Papel bond
Lapiceros
35
Impresora
Modem de internet
Planilla
Cuaderno
Claves de identificación
Ictiómetro
Etiquetas de papel (papel cebolla) para la identificación de las muestras
Balanza digital de 30 Kg. con una precisión de 0,5.
Estereoscopio
Formol
Alcohol
Resina epoxy
Lijas de agua
Polvo de alumina de 1 y 3 μm.
EDTA (Ácido etileno di-amina tetra-acético).
Agua destilada.
Azul de toluidina al 1%.
Se refiere al largo del pez medido desde la punta de la boca hasta el límite posterior de la
articulación del pedúnculo caudal (ultima vertebra) o la porción mediolateral de la lámina
hipural; se utilizó un ictiómetro graduado en milímetros (cm).
Se refiere al largo de la punta de la boca hasta la punta del lóbulo más largo de la aleta
caudal, generalmente medido con los dos lóbulos comprimidos a lo largo de la línea media.
Es una medición recta, no medida sobre la curvatura del cuerpo; se utilizó un ictiómetro
graduado en milímetros (cm).
Registrado con una balanza electrónica (Mettler) de 15000 g de capacidad (precisión 1 g).
Los otolitos puede ser extraídos inmediatamente después de la muerte del pez, cuando esto
no es posible, los peces deben congelarse o fijarse debidamente, para evitar la pérdida de
las estructuras de crecimiento presentes en los otolitos. Las larvas y juveniles deben
manipularse con mayor precaución, dado que la mayor proporción entre la superficie y el
volumen de sus otolitos los hace más susceptibles a la degradación (Morales 1992).
A B
Como los otolitos son cuerpos a celulares con una proporción pequeña de materia orgánica,
el riesgo de descomposición es mínimo. Los otolitos pueden almacenarse en viales o tubos
de prueba, en seco o con un líquido aclarante cuando se va a proceder a su lectura
inmediata. Otro de los métodos empleados es adherirlos con barniz de uñas transparente en
un porta muestras o con cinta adhesiva de dos caras a una lámina de acetato. Los otolitos
38
poco frágiles suelen guardarse en seco dentro de sobres de papel con la debida referencia
(Morales 1992).
Dado que son cuerpos calcáreos, los otolitos son degradados por los fijadores ácidos como
el formol, este puede variar de pH con el tiempo, por tanto su uso se limitará a períodos
cortos. El fijador que ofrece mejores resultados es el etanol, que debe emplearse
concentrado (85%) para compensar la dilución producida por el paso de los fluidos
corporales al medio de preservación. El alcohol debe renovarse periódicamente para
asegurar una mejor preservación. Añadir astillitas de mármol al fijador, es una precaución
que estabiliza el pH y asegura la preservación de los otolitos (Soruco 2014).
Para cada pez capturado fueron removidos los otolitos (sagitta), limpiados y clasificados.
Para determinar la edad de cada individuo se sometieron los otolitos a técnicas de
esclerocronología (Panfili 1992). Cada otolito fue incluido en resina epoxy, gastado con
lijas de agua y pulidos con polvo de alumina de 1 y 3 μm. Posteriormente se los sometió a
un ataque ácido superficial con EDTA (Ácido etileno di-amina tetra-acético), a un lavado
con agua destilada y teñidos con azul de toluidina al 1% durante 10 minutos.
Los otolitos fueron observados en estereomicroscópio con un aumento de 25x para poder
distinguir las bandas opacas que se forman en toda la circunferencia de cada otolito, estás
fueron consideradas como anillos y el total de bandas fueron registradas. La edad de los
otolitos fue establecida a partir de la media de tres lecturas diferentes y así disminuir el
coeficiente de variación. Las edades fueron asignadas basándose en el número de anillos
para los años y meses respecto al mes de captura y al mes supuesto de nacimiento (Loubens
& Panfili 1995, 2001; Tserpes & Tsimenides 2001).
39
Para determinar la relación peso-longitud, se usó el peso total y las longitudes estándar
(Soruco 2014). Está relación fue calculada separadamente para los dos sexos aplicando la
relación matemática:
Pt = aLb
Dónde:
Pt = Peso total en gramos
L = Longitud estándar (mm)
a y b = Coeficientes
Debido a que la talla es una magnitud lineal y el peso proporcional al cubo de la talla, si el
pez al crecer mantiene la misma forma, se dice que el crecimiento es isométrico y b es igual
40
3.4.5 Crecimiento
La estimación teórica del crecimiento en longitud fue obtenida por observación de longitud
estándar (mm) y la edad (años), estos datos fueron modelizados usando el programa FISAT,
y el modelo de Von Bertalanffy para estimar la curva de crecimiento (Bagenal & Tesch
1978).
IV. RESULTADOS
Figura 18. Longitud Estándar y Longitud Total de todos los individuos de Bentón
evaluados.
El número de ejemplares machos analizados para las longitudes fueron 14 los cuales
presentaron un rango de Longitud Estándar (LS) con un mínimo de 13 cm y un máximo de
30 cm, encontrando las longitudes más representativas en los intervalos de 26 a 30 cm, se
obtuvo una media de 23.46 cm, y una desviación estándar (SD) de 5,89. Dichos ejemplares
presentaron un rango de Longitud Total (LT) con un mínimo de 16 cm y un máximo de 37
42
Figura 19. Longitud Estándar y Longitud Total de los individuos machos de Bentón
evaluados.
Figura 20. Longitud Estándar y Longitud Total de los individuos hembras de Bentón
evaluados.
Con respecto al Peso Total (PT) para la especie, el número de ejemplares analizados fue de
41 individuos, presentaron un rango de peso con un mínimo de 5 gr y un máximo de 875 gr,
encontrando los pesos más representativos en el intervalo de 401 a 500 gr, se encontró una
media de 335.98 gr, una desviación estándar (SD) de 201.58 (Fig. 21).
Con respecto a los pesos los ejemplares machos analizados fueron 14, presentando un rango
de Peso Total (PT) con un mínimo de 35 gr y un máximo de 550 gr, encontrándose los
pesos más representativos en los intervalos de 1 a 100 gr y de 301 a 500 gr. Se obtuvo una
media de 272.86 gr, y una desviación estándar (SD) de 169.23 (Fig. 22).
Con respecto al peso los ejemplares hembras analizados fueron 27, presentaron un rango de
Peso Total (PT) con un mínimo de 5 gr y un máximo de 875 gr, encontrando los pesos más
representativos en el intervalo de 401 a 500 gr. Se obtuvo una media de 368.7 gr, y una
desviación estándar (SD) de 211.99 (Fig. 23).
45
4.4.1 Descripción
En el presente estudio no fue sencillo distinguir los anillos de crecimiento cíclicos de los
otolitos sagitta de Bentón (Hoplias malabaricus), que parten desde el núcleo hacia los
márgenes externos o bordes (Fig. 24). La mayor parte de las lecturas se realizaron en el
rostrum y postrostum, debido a que en estas sesiones las marcas de los anillos fueron más
notorias, buscando secciones donde las líneas fueron más claras.
En los otolitos de mayor tamaño, las marcas de crecimiento cíclicos, en algunas secciones
se encontraron tan cercanas que fue complicado realizar la lectura, esto podría explicar la
razón de la subestimación de la edad en organismos de mayor tamaño, otra posible
explicación para la subestimación de la edad es la posibilidad que exista un sobre pulido o
destrucción de los otolitos durante la preparación de las piezas.
Con respecto a las hembras (Fig. 28) se encontraron 5 estados gonadales de los cuales el
estado gonadal 2 (H2) es el que presenta mayor cantidad de ejemplares (12 individuos)
seguido por el estado gonadal 1 (H1) con 9 ejemplares entre los más representativos.
M1: Los testículos se observan como dos hilos bien delgados y translucidos pegados a la
pared dorsal de la cavidad abdominal.
M2: Los testículos observados son más gruesos, de coloración rosada, con presencia visible
de vesículas.
H1: Los ovarios son traslucidos sumamente delgados y pegados a la pared dorsal de la
cavidad abdominal.
H2: Se observa los ovarios de una coloración rosácea clara, ligeramente mas gruesos que
en el estado H1
H3: El ovario presenta una coloración amarillenta observándose también la formación de
los ovocitos de color opaco.
H3-4: Los ovarios presentan pequeños ovocitos transparentes cerca de las paredes de los
mismos.
H4: Se observa los ovarios más gruesos, ocupando una gran parte de la cavidad abdominal.
Los ovocitos son de tamaño más grande y uniforme.
Para los ejemplares evaluados se muestra que tanto machos y hembras tienen la misma
tendencia de crecimiento pero la diferencia entre la Longitud Estándar (LS) y el Peso (gr)
no es igual para ambos sexos, presentando un mayor crecimiento para las hembras que para
los machos, observándose que el ejemplar hembra más grande presentó un tamaño de 36
cm y 875 gr de peso, mientras que el macho más grande presentó un tamaño de 30 cm y
550 gr de peso (Fig. 29).
A
52
El otolito presenta la alteración de bandas opacas y translucidas, de las cuales las bandas
opacas son teñidas por Azul de Toluidina. El margen exterior de otolito de todos los
individuos capturados presentó la banda traslucida, con algunas muestras que comienzan a
presentar la banda opaca.
Probablemente con el progreso de la época seca el Bentón engorda y forma la banda opaca,
mientras con el progreso de la época lluviosa esta especie desova, enflaquece y forma la
banda traslucida. La modelización del crecimiento para los individuos de Bentón
capturados en “Las Palquitas” es representada en la Fig. 30.
53
Figura 30. Comparación de las curvas de crecimiento de Von Bertalanffy y datos reales del
Bentón (Hoplias malabaricus) de “Las Palquitas”.
Figura 31. Comparación de las curvas de crecimiento de Von Bertalanffy y datos reales del
Bentón (Hoplias malabaricus): A) Hembras y B) Machos.
55
V. DISCUSIÓN
5.1 Edad
Los |. Si se relacionan las bandas de los otolitos con el crecimiento del pez, se observa que
las zonas opacas están asociadas con períodos de crecimiento rápido (verano, otoño) y que
las zonas traslucidas corresponden a períodos de crecimiento lento (invierno, primavera). Si
56
Los cambios de ambiente en que vive el pez, sobre todo la disponibilidad de alimento
podría jugar un papel importante para el ciclo de formación de anillos. Los individuos
capturados en el presente estudio con un rango de tallas de 9 a 44 cm presentan
básicamente un régimen carnívoro, para los cuales en el progreso de la época seca cuentan
57
con una alta concentración de presas, mientras en el inicio de la crecida de las aguas existe
la dispersión de presas, además de la inversión a desove.
V.2 Sexo
La proporción del sexo de Hoplias malabaricus para la laguna “Las Palquitas” no fue igual
presentando una proporción de 14 machos y 27 hembras, lo cual es frecuentemente
observado en diferentes trabajos realizados en la Amazonia boliviana con otras especies,
por ejemplo, para la 16 especies de peces en el río Mamoré se determinó que la proporción
de machos se disminuye al aumentar la talla de los individuos (Loubens & Aquim 1986).
Es probable que la proporción de sexos observada en este estudio esté realmente correcta en
el caso de las hembras, causada probablemente por la diferencia de tasas de crecimiento y
mortalidad entre sexos (hembras podrían alcanzar la mayor talla con mayor longevidad), y
además esté sesgada por el muestreo y la época hidrológica, debido a la falta de individuos
de tallas menores y la dificultad existente en la selección de hábitats con características
favorables para la presencia de esta especie.
Brasil para la misma especie por Prado et al. (2006) que al realizar un estudio del
comportamiento reproductivo y el cuidado parental observaron que construye nidos sobre
terreno arenoso y en áreas pantanosas con bajos niveles de agua ya que el área preferida
para la reproducción y refugio de las crías en el medio natural son las zonas litorales con
abundante vegetación y tanto las larvas como juveniles se localizan en ambientes
semilóticos o lénticos. Estos datos brindan la oportunidad de profundizar aún más en el
tema de reproducción de esta especie en diferentes cuerpos de agua de la Amazonía
boliviana y así determinar correctamente su época reproductiva.
V.3 Crecimiento
En los peces, al igual que en todos los seres vivientes, el tamaño del cuerpo está
estrechamente relacionado con la edad, y a medida que pasa el tiempo los peces van
aumentando de tamaño al mismo tiempo que aumentan la edad (Ricker 1979).
mayor proporción que su longitud para mantener ventaja en su medio concordando con lo
encontrado para otras especies según Tresierra & Culquichicón (1993).
Los cambios de ambiente en que vive el pez, sobre todo la disponibilidad de alimento
podría jugar un papel importante para el ciclo de formación de anillos. Según algunos
estudios (p.e. Maldonado 2000; Sarmiento et al. 2014) sobre la alimentación de Hoplias
malabaricus indican que en su etapa juvenil, esta especie se alimenta de insectos acuáticos,
invertebrados, crustáceos y en cierto grado de material vegetal. A medida que se incrementa
su tamaño, la dieta se varía adquiriendo regímenes carnívoros consumiendo básicamente de
alevines de otras especies y sardinas (Santos et al. 2006; Melo 2005). No existen reportes
sobre la determinación de edad y crecimiento en esta especie realizados en la Amazonia; en
ese sentido nuestros resultados son las primeras observaciones y registros divulgados con
respecto a los parámetros biológicos para esta especie.
VI. CONCLUSIONES
Las edades máximas observadas fueron de 3.75 y 4 años, siendo más abundantes para la
época de lluvias en “Las Palquitas” individuos de Hoplias malabaricus con edades de 3.5
años.
Para la época de lluvias la especie no se encuentra en estado de desove ya que las gónadas
recién se andan formando para desovar en época de aguas bajas (seca) donde los hábitats
son favorables para formar los nidos y realizar el cuidado parental.
60
La relación longitud – peso sin separar por sexos fue alométrica positiva, tanto para machos
y hembras, esto quiere decir que el Bentón (Hoplias malabaricus) incrementa más rápido
en peso que en tallas.
Los parámetros del modelo de Ludwing Von Bertalanffy para el Bentón (Hoplias
malabaricus) en la laguna de inundación “Las Palquitas” fue de: = 65,23, K= 0,15 para
la especie, = 72,00, K= 0,13 para las hembras y = 48,81, K= 0,23 para los machos.
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