Está en la página 1de 2

Matrix

Necesitaremos creer en nosotros


mismos cuando empecemos a darnos
cuenta que hemos estado viviendo
una ilusión.
Cada uno de los seres humanos ha sido convertido en una
batería con el objetivo de energizar al mecanismo (Matrix)
por el cual los humanos sin darse cuenta desperdician
sus  vidas en beneficio de las máquinas.

El mecanismo consiste en conectar a los seres humanos a


una gran computadora central que se encarga de simular
en sus mentes una vida normal interactuando con otros
seres humanos.

El sistema es idéntico al que vemos en los cibercafés


cuando un grupo de muchachos juegan simultáneamente
un juego común. Cada uno es un personaje virtual que
interactúa con los personajes virtuales de los otros
jugadores. Los muchachos gastan su dinero  en hacer que
el juego continúe y las maquinas cada vez se van haciendo
más capaces de mantener a los muchachos jugando por
más horas.

Dicho de otro modo la película nos alerta de la eventual


llegada de una época en la que todos nos pasemos los días
jugando a ser nuestros personajes y gastando nuestro
dinero para que el mecanismo (Matrix) cree más y mejores
juegos cuyo fin es que nunca dejemos de jugar. Este
sistema estaría protegido por los agentes que son los
subprogramas encargados de velar porque ningún humano
descubra que su personaje (avatar) no es él mismo y que
las experiencias de vida son irreales.

La película informa que hay seres humanos que se han


liberado de esa ilusión y habitan en Zion. Los rebeldes (los
seres humanos liberados de la ilusión) desean liberar a los
demás de la prisión en la que viven y centran sus
esperanzas en aquel ser humano que, desconectado de la
ilusión, es capaz de llegar a creer en sí mismo.

Dicho esto, es fácil cambiar de plano para observar que en


realidad la película nos informa que la humanidad está
dormida viviendo un mundo irreal y que lo que produce se
destina a preservar la ilusión. En ese estadio ocurre que
algunas personas empiezan a percatarse de ciertos errores
en la ilusión que los inducen a concluir que en realidad
viven en una mentira y quieren sacar su cabeza fuera del
mundo de la ilusión para ver la realidad.

La clave del éxito está en creer en nosotros mismos cuando


empecemos a descubrir que hemos estado viviendo en una
ilusión y no en el mundo real que Dios creó para nuestra
alegría.

Publicado por Oscar Andrés Aguilar Pardo

También podría gustarte