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El neoliberalismo.

Búsqueda y conformación de un nuevo mecanismo


económico basado en la teoría neoliberal monetarista. Funcionamiento.

Como hemos explicado con anterioridad, en las décadas posteriores a la gran crisis
capitalista de 1929 al ´33, el sistema capitalista atraviesa por una etapa de profundo
auge con la aplicación de fórmulas Keynesianas, estableciéndose en casi todos los
países regidos por este modo de producción, el concepto de Capitalismo Monopolista de
Estado, el cual podríamos definir, en su esencia, como la fusión entre la fuerza del
Estado y la fuerza de los monopolios en un mecanismo único.

Sin embargo, la situación de los años ´60, caracterizada por un auge en los precios y la
imposibilidad de incentivar el nivel de empleo, el agotamiento de las condiciones de
expansión, el avance de nuevos patrones de acumulación y el predominio definitivo del
capital financiero a escala mundial, así como la crisis de los años 1974-75, propician la
quiebra del Keynesianismo y el despliegue inicial de una nueva teoría: una versión
renovada del liberalismo, con la diferencia de que este último no puede, ni le interesa,
reproducir el libre mercado, donde imperan las transnacionales basadas en la
centralización del dinero, la regulación de los precios y las ganancias y la planificación
de su gestión, que modifica el carácter de la competencia en el mercado.

El neoliberalismo es, por tanto, una corriente de pensamiento y acción en lo económico


y lo político nacida después de la Segunda Guerra Mundial, como reacción al
paternalismo que caracterizaba al Estado en aquel entonces y para dar respuesta a los
problemas que presentaba el sistema, como el estancamiento económico y las altas tasas
de inflación, entre otros, resultado, según estos teóricos, no del funcionamiento del
propio sistema, sino de la equivocada política de intervención del Estado en la
economía. Los pioneros en su aplicación fueron el General Pinochet en Chile, después
del golpe de estado de 1973 y Margaret Thatcher en Inglaterra, a partir de 1979.

En el caso específico de los Estados Unidos, quisiéramos explicar primero el contexto


interno que propició el surgimiento de tal corriente. La década de los ´70, caracterizada
por una serie de acontecimientos económicos, políticos y sociales, como la devaluación
del dólar norteamericano, un sostenido déficit en la balanza comercial de este país, la
derrota en la guerra de Viet Nam y el escándalo de Watergate, entre otros, en un entorno
exterior de auge en la lucha de los movimientos de liberación nacional en diferentes
países, fue un escenario fecundo para el origen de una corriente política de derecha,
denominada neoconservadurismo, representada por un conjunto de intelectuales y
figuras políticas que intentaban reivindicar los “valores” del conservadurismo. Esta
llevó al poder a Ronald Reagan, quien a partir de este momento también se convirtió en
uno de los defensores de la corriente neoliberal.

Así, basándose en el principio de que el mercado es el único mecanismo para la


asignación eficiente de los recursos, puesto que el libre movimiento de los precios, en
función de la oferta y la demanda, es la única forma de lograr una mayor eficiencia, el
neoliberalismo expresa que el sector privado es estable por sí mismo, por lo que
cualquier intervención estatal no hace más que perturbar esta estabilidad que es
intrínseca al sistema. Todo ello, unido a la tesis de que la racionalidad de cada
individuo, la cual plantea que cada sujeto busca maximizar su satisfacción, llevada al
plano social, es capaz de garantizar la racionalidad del sistema, deriva en que el Estado
deberá entonces limitar su intervención a garantizar el buen funcionamiento del sistema.
Y esta última idea es muy importante, pues no se trata de no intervención, sino de una
intervención que garantice este buen funcionamiento del mercado.

De ahí entonces que el postulado básico de esta corriente de pensamiento no sea otro
que la necesidad de un Estado fuerte cuya misión fundamental sea garantizar las
“reglas del juego” capaces de promover el funcionamiento pleno del mercado.

Partiendo de los preceptos teóricos, basados en la “mano invisible del mercado”


defendidas en su momento por Adam Smith, sobre la exaltación extrema del mercado y
la oposición, con gradaciones, al papel regulador del Estado, los pilares sacrosantos del
neoliberalismo serán entonces la propiedad privada y el funcionamiento del mercado
sin regulación.

Veamos a continuación cuáles son las propuestas que realizan, a partir del diagnóstico y
de los objetivos que se trazan.

 Diagnóstico neoliberal

- Débil crecimiento económico


- Distorsiones provocadas por la participación del Estado en la economía (recesión,
crisis en balanza de pagos, entre otros), consideradas por estos autores consecuencia
de una política monetaria incorrecta y no como problemas inherentes al
funcionamiento del capitalismo
- Altos niveles de inflación
- Escasez de divisas y frecuentes crisis en la Balanza de Pagos

 Objetivos (en correspondencia con el diagnóstico)

- Estabilidad monetaria y de Balanza de Pagos


- Óptima asignación de recursos
- Mejorar la competitividad internacional
- Eliminación de los déficit públicos

 Proponen (de acuerdo a los objetivos)

- Eliminación, en lo posible, de la participación estatal


- Fortalecimiento del sector privado
- Restauración del papel del mercado
- Reprivatización de la economía
- Establecimiento de la apertura productiva, comercial y financiera

O sea, el neoliberalismo postula la total libertad para el movimiento de capitales,


mercancías y servicios. Redefine las funciones económicas reguladoras del Estado y
promueve desnacionalizar y privatizar sus bienes y servicios; es por eso que éste, al
debilitarse y reducirse, provoca que la economía de su país sea más propensa a ser
afectada por las fuerzas económicas externas.

En esta concepción, Estado y Mercado son dos principios de organización


incongruentes; mientras el mercado es la matriz de la libertad, es desarrollo, consenso y
armonía, el Estado sólo trae consigo coacción, control y la inhibición económica.
Ahora bien. La manera en que se aplica esta corriente es desigual para los países
desarrollados en comparación con los de América Latina y el Caribe. En la segunda
etapa de desarrollo de la corriente, la aplicación del modelo neoliberal en los países del
área se hizo más drástica en algunos casos, donde la existencia de gobiernos militares
parecía ser condición indispensable. Ejemplo de esto lo constituyen la ya mencionada
dictadura militar de Pinochet en Chile, hacia el año 1973 y la Argentina del “Proceso”
del año 1976. Sin embargo, el neoliberalismo no es condición indispensable de
gobiernos militares, pues su razón de ser radica en el arraigo de los países
latinoamericanos al régimen capitalista y en especial a los Estados Unidos, a través de
esta corriente.

Pueden entonces delimitarse tres etapas en el proceso de implantación de esta


corriente en nuestro continente. Primero, una etapa que abarca en lo fundamental los
últimos años de la década de los ´60, en la cual se llevó a cabo la aplicación de las
llamadas políticas de apertura, que no abarcaron a todos los países ni condujeron a una
disminución del papel de Estado, sino que su único saldo a mediados de los ´70 fue
abrir más las economías latinoamericanas a la inversión y el crédito extranjero.

Un segundo momento, posterior a esta fecha, de aplicación mucho más radical y obvia,
aparentemente como ya mencionamos más arriba, asociado a la existencia de gobiernos
militares, y el cual se caracterizó por una apertura total al mercado y a los capitales y
ahorros extranjeros, así como por la acelerada transformación del papel económico
regulador y de carácter social del Estado, aunque no aplicado en todos los países.

Y por último, una tercera etapa, luego de la llamada década perdida de América Latina,
en la que se logra la imposición definitiva de este modelo neoliberal en casi todos los
países del área y en sus modalidades más salvajes.

Para nuestra región, fueron muchas las promesas de los defensores de esta teoría, las
cuales de alguna manera podría decirse, partían del principio de “haz lo que yo digo, y
no lo que yo hago”. Entre las más importantes, pueden citarse:

- el crecimiento económico en gran escala


- mejor posicionamiento en la economía mundial
- la modernización de sus economías y
- la transformación de este crecimiento económico en un mayor bienestar y riqueza
para la sociedad.

Para ello, nuestro continente debía llevar a cabo las siguientes acciones:

- privatizar a ultranza, al punto de que en algunos países se han privatizado calles,


parques y cementerios, por sólo citar algunos ejemplos
- retirar al estado de la actividad económica y de la regulación de la economía
- desregular absolutamente el mercado, teniendo en cuenta que éste es perfecto por su
naturaleza
- apertura absoluta al mercado mundial, desde el punto de vista comercial,
tecnológico y financiero, cumpliendo con dos principios básicos: el equilibrio fiscal
y la estabilidad de los precios
Sin embargo, después de más una década de su implantación, bien conocido es el saldo
de sus resultados, el cual tanto desde el punto de vista económico, como social, ha sido
totalmente negativo.

Si analizamos la arista económica, podemos comprobar que la posición de América


Latina en la economía mundial era mucho mejor en 1980 que en el 2000. Por ejemplo,
el peso del continente en las exportaciones mundiales en este primer año era del 6%,
mientras que en el 2000 era del 5%, lo cual es una muestra de que en vez de avanzar en
su posición relativa en la economía mundial, lo que ha hecho es justamente descender.

Por su parte, la deuda externa en 1980 era de apenas unos 250 000 MM de USD; al
finalizar el año ´99, esta era de 750 000 MM; y aquí es importante destacar que esta
deuda se ha pagado con creces, sólo para deber cada vez más.

Entre 1990 y 1999, la economía latinoamericana en su conjunto creció como promedio


solamente un 3.2%; en cambio, entre la etapa de 1945 y 1980, este valor fue de 5.5%, a
pesar de las “erróneas” políticas estatistas, según los neoliberales, que se aplicaban en
aquel entonces.

Asimismo, diversos informes dan cuenta de que predomina en un 90% de las empresas
la baja tecnología y el empleo de mano de obra barata; o sea, que lo que es la inversión
en alta tecnología es muy limitada, a menos del 10%.

Por último, tres datos más que hablan por sí solos: dentro de la producción industrial del
Tercer Mundo, nuestra región, que en el año 1980 aportaba el 50% del valor agregado
industrial, aporta en la actualidad aproximadamente el 25%. El déficit de balanza de
pagos fue de 56 000 MM de USD en 1999, siendo el año anterior de 87 000 MM; y el
déficit comercial, que aun cuando se redujo algo en 1999, a 5 000 MM de USD, siendo
de 32 000 MM en 1998, se convirtieron estos déficit en crónicos a lo largo de toda la
década del ´90.

La mayor apertura ha significado una exposición desprotegida a la competencia


internacional y la desaparición de ramas enteras de la industria, un proceso de
desindustrialización que ha ocurrido en la región, y se ha producido un elevadísimo
grado de dependencia del capital transnacional, y de los grandes centros de poder
imperialistas en el mundo. Esta dependencia del capital extranjero, que es en su mayoría
capital especulativo, volátil, de corto plazo, y el cual no aporta realmente un acervo a la
riqueza nacional, ha provocado fenómenos como la apreciación de las tasas de cambio
de las monedas de América Latina y la pérdida de competitividad de las producciones y
productos latinoamericanos, entre otros.

Desde el punto de vista social, muchos son los ejemplos que podrían citarse. Uno de los
más importantes es el fenómeno de la iniquidad social, el cual se pudiera caracterizar
como la enfermedad más grave que corroe al modelo neoliberal latinoamericano. Con
esta política, América Latina ha alcanzado una dudosa distinción en el mundo, que es
ser la región con la peor y más regresiva distribución del ingreso.

Si la distancia entre el 20% más rico y el 20% más pobre de la población en todos los
países del Tercer Mundo es de ocho veces, en nuestro continente este indicador asciende
a diecinueve veces, o sea, América Latina es la región de la mayor desigualdad social y
de la mayor inequidad social.

En 1999, el número de pobres era de 224 MM, lo que equivale a decir que el 45% de la
población estaba clasificada como pobre. Pero además, dentro de estos pobres, 90 MM
están colocados en la clasificación de indigentes, es decir, en la extrema pobreza, lo cual
representa el 18% de la población total. Estos dos indicadores eran, en 1980, 135 MM y
62 MM respectivamente.

Otros datos ilustrativos pueden ser que, según la OIT, 20 MM de niños menores de
quince años se ven en la necesidad de trabajar y que alrededor del 80% de los niños sólo
llegan al cuarto grado, mientras que el 63 % al quinto de escolaridad primaria

No podemos olvidar las condiciones de insalubridad de muchas de estas personas, el no


acceso a los servicios básicos de salud, electricidad, agua potable, vivienda, seguridad y
asistencia social, más todos aquellos fenómenos de abuso sexual, discriminación racial
y religiosa, todo lo cual conlleva a la marginación y exclusión de muchas capas de la
sociedad.

Por último, sólo mencionar el caso reciente de Argentina, como una muestra de la
agudización de las contradicciones en un país, sometido al pie de la letra a las
orientaciones del neoliberalismo y de sus más fieles defensores, el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial, sus máximos exponentes.

En la actualidad, en un mundo caracterizado por el fenómeno de la globalización, los


grandes centros de poder intentan imponer a los países de menos desarrollo un orden
económico “en que nuestros países pequeños y pobres no tendrán otro futuro que el de
convertirse en una inmensa zona franca donde la industria y el capital donde los
poderosos obtengan mano de obra barata, destruyan nuestro medio ambiente, agoten
nuestros recursos y multipliquen sus ganancias sin pagar siquiera impuestos, cuando ya
esos países no cuenten tampoco con los modestos ingresos aduanales que antes
recibían.” (Fidel Castro).

Por último quisiéramos mencionar un grupo de ideas importantes que podrían resumir
los conceptos básicos más reiterados por el neoliberalismo.

Conceptos básicos e ideas principales más reiteradas por el neoliberalismo

1. El neoliberalismo postula, ante todo, la total libertad para el movimiento de


capitales, mercancías y servicios; sostiene pues la apertura de las economías y la
competencia en el mercado mundial en condiciones de absoluta libertad. Se crean
por ende los mecanismos necesarios para desatar los precios.

2. Redefine las funciones económicas reguladoras del Estado y promueve


desnacionalizar y privatizar sus bienes y servicios. Con ello busca favorecer la
acción equilibradora y estimuladora del mercado: la concentración de recursos para
incrementar la productividad, la renovación tecnológica y el refuerzo de las ventajas
comparativas serán, entre otros factores, puestos a punto por la mano invisible del
mercado. Más que un fetiche, éste se eleva a la categoría de espíritu iluminado
supremo. Al reducirse y debilitarse el Estado, disminuye la capacidad de resistir de
la economía nacional a las presiones y fuerzas económicas externas que sólo aquel
podía amortiguar, dada su concentración de recursos y sus mecanismos reguladores.
No es que se elimine la intervención del Estado en la economía: lo que se promueve
es que éste actúe a favor de la visión neoliberal.

3. La readecuación de la economía mundial a los nuevos intereses y necesidades de los


grandes entes capitalistas, lo explica el neoliberalismo como resultado natural de la
evolución histórica, a la que inevitablemente deben sumarse todos los países. Esa
lógica se utiliza para justificar la desnacionalización de los Estados de los países
dominados del Sur, con el pretexto de que es un costo a pagar para formar parte del
Nuevo Orden Mundial, donde supuestamente existe una interdependencia entre
todas las naciones.

4. La fuerza de trabajo es, por contraste, la única mercancía que no se considera libre
en el mercado. Se esgrime la necesidad de una regulación extraeconómica
permanente de ella por el Estado, para reducir su costo, que va desde medidas
jurídicas hasta la represión a las huelgas y la cooptación de dirigentes sindicales.

5. Para atenuar y desvirtuar las consecuencias sociales negativas del modelo, se


diseñan instrumentos y válvulas de escape que incluyen la negociación de los
conflictos, con firmeza o flexibilidad según el caso, el incremento de la economía
informal y campañas de asistencia social, casi siempre de poca efectividad y mucha
propaganda, dirigidas a neutralizar los filos más peligrosos de la extrema pobreza.

6. El discurso neoliberal subraya la neutralidad ideológica de la gestión estatal y de la


desideologización de las nociones y principios del sistema económico que lo
definen, a los cuales se le atribuyen además una validez universal irrestricta; entre
ellas la competencia, la férrea disciplina del trabajo, el pragmatismo, el realismo, el
ascetismo y el papel del individuo como intermediario e interlocutor principal, en
reemplazo de los sujetos sociales. Por otra parte, el proyecto de cambios se
acompaña de una perspectiva temporal dividida en dos segmentos: el presente de
sacrificio para las mayorías afectadas por el modelo y un futuro, sin precisar cuándo,
de bienestar para todos.

7. Los conceptos de soberanía, desarrollo, justicia social y democracia también son


redefinidos. El llamado Nuevo Orden Mundial y la “interdependencia” establecen
los nuevos contornos de la soberanía nacional. El desarrollo se prefigura como una
meta alcanzable por todos los países insertados en el proceso neoliberal, sólo es
cuestión de tiempo y sacrificios. La justicia social es siempre posible a través del
esfuerzo individual, mientras que la democracia es un valor universal, sin
afectaciones clasistas, ni signo político de derecha, centro o izquierda.

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