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Descartes (JuanAntonioVelaLeón) PDF
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Frente a la filosofía antigua y medieval, la filosofía moderna se puede caracterizar por los
siguientes aspectos:
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En el sentido aristotélico de "filosofía primera", es decir, el saber que no se funda en ningún otro saber, sino que funda todos
los otros saberes.
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Los criterios de certeza se reducen fundamentalmente a dos: la intuición racional o intelectual (racionalismo) y la intuición
sensible o empírica (empirismo). Dado que la intuición sensible proporciona siempre conocimientos particulares, el empirismo
explica la formación de conocimientos generales por inducción a partir de aquéllos; por el contrario, la admisión de una intuición
intelectual permite al racionalismo explicar la existencia de conocimientos universales evidentes (p.ej., las leyes matemáticas) e
incluso obtener conocimientos particulares por deducción de estos conocimientos universales absolutamente primeros.
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Apuntes elaborados por Juan Antonio Vela León
"teniendo por falsos" todos aquellos conocimientos de los que sea posible dudar. Esta operación
la lleva a cabo en varias fases o niveles de duda, cada uno de ellos más radical que los anteriores:
b) Por otra parte, aunque tomara ciertas precauciones para asegurarme de la verdad
de cierta opinión (p.ej., examinarla más detenidamente, consultar con otros, etc.)., me
doy cuenta sin embargo de que no hay un indicio infalible para distinguir en todo
momento la vigilia del sueño y que. tan convencido como estoy ahora de ciertas
verdades, lo estuve de otras mientras soñaba; ¿no puede ocurrir que también esté
soñando las primeras?
c) Este segundo nivel de la duda ha dejado a salvo todavía algunas verdades: p.ej.,
ciertos aspectos de la realidad como la extensión, la figura, la cantidad, etc. y algunas
leyes, como las matemáticas, que se cumplen tanto en la vigilia como en el sueño. Sin
embargo, todavía es posible plantear un tercer nivel, el más radical de todos: ¿Y si
hubiera una especie de genio maligno al que mi entendimiento estuviera sometido de
tal modo que se engañara en todas las cosas que creyera conocer con seguridad? O
incluso (esta posibilidad se puede interpretar como una profundización en este tercer
nivel, o como un nuevo nivel todavía superior en radicalidad): ¿Por qué no pensar que
este genio maligno sea el propio autor de mi existencia y que me haya hecho de tal
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modo que me engañe siempre que crea conocer la verdad de algo ?
Tras la aplicación sucesiva de estos tres niveles de duda, especialmente del último,
parece como si todos nuestros conocimientos hubieran sido "puestos entre paréntesis", en la
condición de no poder nunca ser definitivamente afirmados. Sin embargo, todavía Descartes será
capaz de encontrar el "suelo firme" que buscaba, en un único conocimiento que sí ha resistido la
prueba de la duda metódica.
Esta certeza absolutamente primera, en la que no es posible error ni por intervención del
genio maligno ni por ningún otro de los motivos de duda, es "yo soy, yo existo" (sum) o, lo que es
lo mismo, "yo pienso" (cogito).
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La "hipótesis del genio maligno" viene a plantear una cuestión muy seria en la filosofía moderna: ¿Se puede decir que la razón
humana alcanza la realidad misma de las cosas y, por tanto, que sus conocimientos son, en sentido estricto, verdaderos?
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Apuntes elaborados por Juan Antonio Vela León
primera certeza es la certeza de que hay alguien (yo) que piensa o que yo mismo soy una cosa o
substancia o sujeto pensante (res cogitans).
Sin embargo, el hecho de que yo haya adquirido la certeza de mi propia realidad como
res cogitans, así como de la realidad de mis cogitationes, no me proporciona todavía un
conocimiento seguro acerca de otras dos posibles realidades: lo que se llama "mundo material",
caracterizado por la espacialidad y ausencia de pensamiento (res extensa), y Dios, es decir, una
realidad o substancia también pensante como mi propia mente, pero, a diferencia de ésta,
infinita (res infinita). ¿De qué forma puedo, a partir de mi propia mente y las ideas que en ella
existen, acceder a estas otras realidades?
1) Se toma como punto de partida la realidad (indudable) de mis propias ideas, y entre
éstas encuentro una que garantiza no sólo su propia realidad como idea, sino también
la realidad del objeto a que se refiere: se trata de la idea de Dios.
2) Una vez que sé que Dios existe, puedo estar seguro de la veracidad de mis otras
ideas porque un ser absolutamente perfecto no puede permitir que me engañe cuando
tengo razones objetivamente válidas para creer que mis ideas se corresponden a
objetos reales.
En este apartado vamos a ver con un poco más de detalle la primera etapa del camino.
La segunda, queda para los apartados 5 y 6.
- Por una parte, todas las ideas tienen un mismo modo de ser, precisamente el ser
ideas o, lo que es lo mismo, accidentes o modificaciones de una substancia llamada
"mente", "alma" o "espíritu". A esto se le llama realidad formal de las ideas.
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Un ejemplo para aclarar en qué consiste la inespacialidad (o inmaterialidad, ya que "espacial" o "extenso" y "material" son en
Descartes expresiones sinónimas) de los actos mentales: Si yo dudo, es evidente que mi duda existe, pero también que no está en
ningún lugar, no ocupa ningún espacio. A quien niegue esto (es decir, quien sostenga que la duda es un acontecimiento material y
que por tanto ocupa un lugar), se le podría preguntar: "¿dónde está mi duda?", y si contesta (como es previsible) "en el cerebro",
se le puede hacer ver lo absurdo de su respuesta indicándole simplemente que, si mi duda estuviera en el cerebro, bastaría con
abrirme la cabeza y utilizar los instrumentos apropiados para ver mi duda, lo cual no sostiene ni el más radical de los materialistas.
Además, es evidente que si en esa situación (tras abrirme la cabeza y examinar mi cerebro) alguien viera efectivamente algo que
se correspondiese a mi duda, lo que vería no es lo mismo que lo que yo entiendo cuando hablo de mi duda (ya que yo conozco
perfectamente lo que significa esa expresión, y sin embargo desconozco lo que el observador vería en esa hipotética situación).
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Apuntes elaborados por Juan Antonio Vela León
-Por otra parte, todas las ideas son, cada una, ideas de algo, es decir, "representan" un
objeto5, y esto es lo que distingue fundamentalmente a unas ideas de otras (el
representar objetos distintos). A esto se le llama realidad objetiva de las ideas.
Una vez hecha esta distinción, Descartes afirma que la realidad objetiva de cada idea
debe tener una causa que contenga como poco tanta realidad como la que se representa en la
idea. Examino todas mis ideas; ¿pueden ser todas un producto de mi mente? Descartes
responde: Todas, excepto aquélla que represente una realidad mayor (por decirlo así: "más
real") que mi propia mente. ¿Y qué idea es ésta? La de Dios como Ser Perfecto e Infinito.
3) Esta otra realidad (sea un solo ser o muchos) ha de tener al menos tantas
perfecciones como yo, pues la causa debe tener al menos tanta perfección como el
efecto; por tanto, si yo soy un ser pensante, la causa de mi existencia debe ser otro ser
pensante, y, puesto que poseo la idea de un ser con todas las perfecciones, este ser
pensante causa de mi existencia debe ser un ser con todas las perfecciones (y que es
causa de la presencia en mi ser de su propia idea, como demuestra la primera prueba).
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La teoría que sostiene que las ideas son "como imágenes" o "representaciones" de las cosas (por tanto, semejantes a éstas) y lo
que realmente conocemos (ya que las cosas las conocemos sólo indirectamente, a través de las ideas) se llama en filosofía
representacionismo. Este punto de vista, que inaugura Descartes y continúa en distintos filósofos, recibe una fuerte crítica en el
pensamiento de Berkeley: Para que yo pueda decir que mi idea se asemeja a la cosa de la cual es representación, debería conocer
ambas, la cosa y la idea, y compararlas entre sí (como sólo puedo decir que un retrato de mi padre se parece a mi padre si conozco
ambos, el retrato y mi padre); pero, puesto que sólo conozco directamente mi idea, no puedo comparar mi idea con la cosa que
representa (ya que sólo conozco la segunda a través de la primera).
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Nótese con claridad que esta prueba no se basa en la verdad del principio (más que discutible) "Puesto que tengo una idea, lo
que esa idea representa existe". Se puede decir que tal principio sólo es válido para el caso único y excepcional de Dios: La
existencia de la idea de Dios prueba suficientemente la existencia de Dios; y esto por la razón ya explicada: es la única idea cuya
realidad objetiva exige buscar su causa fuera de la mente finita.
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4) Por tanto, Dios mismo es la causa de mi propia existencia como ser pensante.
Descartes ofrecerá todavía una tercera prueba de la existencia de Dios, pero antes debe
exponer las condiciones que debe cumplir cualquier idea para que podamos estar seguros de su
verdad.
Puedo concluir que es incompatible con la perfección de este ser el provocar engaño.
Por tanto, he de afirmar que, siempre que caigo en el engaño, el responsable de esta
situación no es Dios, sino yo mismo. Dios mismo me garantiza que no puedo equivocarme al
considerar verdaderas todas aquellas cosas que se presentan a mi mente con evidencia. ¿Qué
ocurre cuando me engaño? Que mi voluntad se apresura a afirmar algo que mi entendimiento
no ve con absoluta evidencia; por tanto, soy yo mismo, y no Dios, el causante de mi engaño.
Se trata, por tanto, de caracterizar esta evidencia que es signo de que la verdad de una
idea está garantizada por el mismo Dios. Para lograr esto, tomaremos el "cogito" no sólo como la
primera certeza, sino como el modelo de toda certeza; las notas que aparecen en la idea
"pienso" o "existo", absolutamente evidente, son las notas que han de aparecer en toda idea
absolutamente evidente.
a) Claridad: una idea es clara cuando está presente en todos sus aspectos a la mente
que la conoce (se opone a "oscuridad": una idea es oscura cuando tiene partes o
aspectos no totalmente comprendidos).
b) Distinción: una idea es distinta cuando aparece separada de todas las demás ideas
(se opone a "confusión": una idea es confusa cuando aparece mezclada con otras).
Por lo tanto, podemos concluir que Dios garantiza que todas las ideas que se nos
muestran con totales claridad y distinción son verdaderas.
Una vez probada la conclusión anterior (son verdaderas todas aquellas ideas que se me
muestran con claridad y distinción), Descartes se halla en condiciones de ofrecer una tercera
prueba de la existencia de Dios, que no es otra cosa sino una versión
modificada del argumento ontológico de San Anselmo.
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Apuntes elaborados por Juan Antonio Vela León
La prueba cartesiana es como sigue:
1) Todo aquello que percibo clara y distintamente, es en la realidad tal como lo percibo
(por las razones explicadas en el apartado 5.
2) Percibo clara y distintamente que en la idea del ser máximamente perfecto está
contenida la existencia. (Si el ser máximamente perfecto no existiera, entonces le
faltaría una perfección -la existencia- y ya no sería el ser máximamente perfecto).
De la misma forma, todas aquellas ideas claras y distintas que se refieren a una realidad
distinta de mi mente y de cualquier mente (lo que llamamos "mundo exterior" o "mundo
material") son también verdaderas.
Ahora bien, ¿cuáles son estas ideas claras y distintas que se refieren al mundo exterior?
-No los colores, sabores, olores, etc. que forman parte de nuestra imagen del mundo
(pero que, según Descartes y según toda la ciencia moderna, no tienen una existencia
real: son cualidades secundarias).
7. La filosofía racionalista.
a) Tesis gnoseológicas.
El racionalismo clásico (del cual son figuras principales, además de Descartes, Leibniz,
Espinoza y Malebranche) se opone a otra corriente filosófica conocida como empirismo (Locke,
Berkeley, Hume); y esta oposición se refiere sobre todo a las tesis gnoseológicas, o referidas al
conocimiento.
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El empirismo sostiene, por el contrario, que el conocimiento se construye inductivamente: partimos de conocimientos sensibles
particulares (p.ej.: la manzana cae al suelo) y vamos progresando hacia conocimientos cada vez más generales (p.ej.: la ley de la
gravitación universal), pero en último término todo nuestro conocimiento depende de la experiencia.
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Apuntes elaborados por Juan Antonio Vela León
2) Puesto que estos principios no los obtenemos "de fuera", sino que los encontramos
en nosotros mismos, quiere esto decir que siempre los hemos poseído: son innatos8.
-La explicación de Espinoza es que alma y cuerpo (pensamiento y extensión) no son dos
substancias o realidades distintas, sino dos formas de aparecer la misma substancia o
realidad: la substancia infinita, llamada también "Dios" o "Naturaleza".
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Para el empirismo, por el contrario, la mente humana al nacer es una tabula rasa: como una tablilla de cera en que se van
imprimiendo las distintas ideas, o una pizarra sin escribir, o una hoja de papel en blanco.
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Hume negará la posibilidad de comprender tal relación.