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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE ARTES
DEPARTAMENTO DE TEATRO
DISEÑO TEATRAL

Seminario de
Investigación

Informe 3

PROFESOR: Mauricio Barría


ALUMNA: Vanina Vidal Vaccaro
FECHA: 30 de diciembre de 2015
EL CROSS-DRESSING EN LA CINEMATOGRAFÍA DEL SIGLO XX
EL CROSS-DRESSING EN EL CINE COMERCIAL HOLLYWOODENSE EN EL
SIGLO XX

Una crítica al cross-dressing en el cine desde una óptica de género


PROBLEMA :¿Qué discurso de género se desprende desde la perspectiva artística
del cross-dressing en el cine del siglo XX?
HIPÓTESIS: El cross-dressing se utiliza como herramienta de exhibición de las
ideas preconcebidas que se tienen respecto al mundo, apelando al impacto hacia el
espectador con la presencia de un personaje que cambia su sexo mediante
elementos del diseño, pero al mismo tiempo representa una visión conservadora de
cómo se ve socialmente al hombre, a la mujer y a su imágen para así llegar de una
manera mucho más rápida al público comercial.

Dentro del mundo de la puesta en escena existen millones de submundos a los


cuales nos vemos siempre enfrentados. Desde el interior del diseño, la visualidad no
sólo se proyecta para dar una mera armonía a lo que se ve. En sí, cada elemento es
pensado minuciosamente como parte de un todo que quiere entregar un mensaje,
por lo que cada una de esas partes significa. De esta manera, el vestuario se
enmarca en esta posibilidad de entregar un mensaje, en cuanto al personaje se
refiere. Sin embargo la tridimensionalidad de dicho personaje, a lo que dramaturgia
se refiere, también puede leerse como parte del diseño, específicamente del
vestuario.

Mi deseo de realizar esta investigación proviene del personal interés por el


vestuario y cómo este puede contener un nuevo mensaje al estar dirigido a un sexo
o género y, el actor quien interpreta el papel resulta ser de un sexo o género
diferentemente opuesto. Este interés nace desde la observación de obras teatrales y
películas en que el fenómeno del cross-dressing se instala como elemento
estéticamente artístico y fundamental para el desarrollo de la obra. De este modo es
que pretendo realizar un análisis de la figura del travesti o cross-dresser desde una
óptica de género con relación a los atributos que adquiere la utilización de un
vestuario del sexo biológicamente opuesto al suyo. Para ello me basaré en diversas
fuentes investigativas que hablan sobre el tema del travestismo en la vida, la
psicología para así realizar un análisis a diversos tipos de películas en donde el
cambio de roles de género a través del vestuario dá mucho más que observar que
solo el mero cambio de sexo a través de la imágen.
Antes de comenzar, es importante hacer hincapié en el concepto de “identidad
sexual” y los elementos que la componen. De acuerdo a , la identidad sexual se
compone de:

• Identidad de género: es aquella construcción que hace el sujeto de sí mismo


y que incluye rasgos que no son estrictamente biológicos.
• Orientación sexual: de acuerdo a la American Psychological Association
(APA) es un patrón de atracción sexual, erótica, emocional o amorosa hacia
un determinado grupo de personas definidas por su sexo; que se divide en
heterosexuales, homosexuales y bisexuales.
• Rol de género: que, de acuerdo a David G. Myers, alude al conjunto de
normas sociales y comportamientos generalmente percibidas como
apropiadas para los hombres y mujeres dentro de un sistema social
determinado.

Por ende, es importante destacar que el cross-dressing apela principalmente


al tercer punto, es decir al rol de género. No obstante, y como se pretende dejar en
claro dentro de este trabajo, la industria cinematográfica, por lo general trata el tema
desde una perspectiva en la que tanto la identidad de género, así como la
orientación sexual entran en conflicto con el rol de género que el intérprete debe
asumir para llevar a cabo su cometido dentro de la historia. El problema se sucita
cuando el rol de género corresponde a una idealización del rol que, tanto hombres
como mujeres debemos llevar a cabo. Dicho de otro modo, y como se verá más
adelante en este trabajo, aquellas performatividades más memorables y que han
recibido una mejor aceptacióon por parte de los críticos cinematográficos son
aquellas que encajan con lo que la sociedad considera correcto. De ahí que un
cross-dresser que intente llevar a cabo una actuación que se aleje de este ideal
previamente establecido, es percibido como “forzado” y su trabajo considerado
fallido.

Pero antes de introducirnos al análisis cinematográfico del cross-dressing del


cine en el siglo XX, se vuelve necesario realizar una pequeña reseña histórica del
mismo.
El término cross-dress, según “The American Heritage Dictionary of the English
Language”, se refiere al “acto de usar elementos de vestimenta y otros accesorios
asociados al sexo opuesto dentro de una sociedad”. No obstante existen ciertas
dualidades y confusiones con el término travesti, travestismo y, más alejado, el de
transgénero dependiendo del idioma y su traducción. Por esta razón es que he
decidido mantener la palabra en el inglés para no caer en errores gramaticales.

Desde tiempos inmemoriales, el cross-dressing se ha utilizado dentro de


representaciones ceremoniales, rituales y hasta teatrales. Comenzando con la
antigua Grecia y el conocido mito de Aquiles; se dice que Thetis fue avisada de que
su hijo Aquiles moriría en Troya. En medio de la desesperación ella decidió disfrazar
a Aquiles de mujer y esconderlo en el castillo del rey Licomedes, y de esta manera
evitó la muerte de su hijo, luego él volvió a ser un hombre nuevamente. Buscando
más hacia el oriente, en China, existe una mítica balada sobre Hua-Mulan, una
mujer que se alista en las tropas del ejército haciéndose pasar por hombre. En la
mitología o religión hindú, existe una definición clara de dos sexos, sin embargo
varios de sus dioses presentan rasgos de uno y de otro sexo, lo que permite la
aceptación de la existencia de un "tercer sexo", los Hijra, quienes mayormente
resultan ser hombres que deciden vestirse como mujeres. Sin embargo también hay
mujeres dentro y esta práctica aún es reconocible en nuestros días. Otro claro
ejemplo se ubica en Japón, donde el intercambio de roles de género a través del
vestuario existe en el teatro Kabuki. Desde un principio las ejecutantes mujeres
interpretaban tanto los papeles femeninos como masculinos en situaciones cómicas
de la vida cotidiana. Posteriormente, en 1629 (era Tokugawa) las mujeres fueron
expulsadas de los escenarios con el supuesto propósito de proteger la moral pública
convirtiéndose en una práctica sólo para hombres, los Onnagata ya que sus
prácticas y bailes se fueron tornando cada vez más enérgicas y “peligrosas”.

De vuelta a occidente, en la Inglaterra isabelina, la misma reina utilizó esta


actividad para pasar desapercibida dentro de sus tropas en la guerra contra España.
En ese mismo contexto y, específicamente en el teatro de Shakespeare, la norma
no permitía que la disciplina de la actuación fuese realizada por mujeres. Esta
norma se regía por estatutos sociales muy definidos en la época; las mujeres
relacionadas con el medio artístico eran mal vistas y asociadas con la prostitución y
la vida fácil, por lo que hombres con rasgos femeninos y/o muy jóvenes practicaban
las representaciones de papeles femeninos dentro de una obra. Es por esto que el
tema tampoco es nuevo para el teatro y sus derivaciones posteriores (cine,
performance, happenings).

Pese a esto, en el siglo XX también han existido tópicos donde el cross-


dressing ha tenido un alto nivel de discusión social. Sin ir más lejos, en los años
1960 existió un tropiezo en la sociedad que remeció los estándares sociales de la
época: la inclusión de las mujeres en el ejército norteamericano. La participación de
féminas en las ramas de las fuerzas armadas proporcionó un tópico de discusión ya
que al ser aceptadas debían usar los mismos trajes que sus compañeros varones.
Sin embargo, esto causaba más de un resalto al compartir en ocaciones en donde
claramente era necesario un cambio en la estructura de la vestimenta oficial, como
en fiestas y eventos de gala donde los uniformados compartían amenamente con
sus pares femeninas a tal punto de compartir un simple baile, lo cual, a vista de sus
superiores causó desagrado ver dos personas de un “mismo sexo” (las mujeres se
veían trasvestidas en los uniformes) bailando y compartiendo en actividades típicas
de ambos sexos. Esto llevó a un cambio del paradigma de la indumentaria militar
que proporcionó el permiso de prendas femeninas como parte de la línea de trajes
de gala propias del ejército.

Culturalmente se tiene opiniones muy variadas sobre el cross-dressing. Una


mujer que viste camisa de su marido a la cama se considera atractivo, mientras que
un hombre que viste un camisón de su esposa puede ser considerado transgresor.
Marlene Dietrich en un esmoquin resultó muy erótico; mientras que Jack Lemmon
usando un vestido se consideró ridículo. Todo esto puede ser consecuencia de una
rigidez general de género a seguir para varones, es decir, por el género
predominante como dinámica en todo el mundo, los hombres a menudo se
encuentran con la discriminación cuando se desvían de las normas de género
masculino, en particular violaciónes de la heteronormatividad. La adopción de un
hombre por la ropa femenina se considera a menudo que se dirige bajo el orden
social de género. La adopción de lo que es tradicionalmente vestimentas de hombre
o de una mujer tiene un menor impacto porque las mujeres han sido
tradicionalmente subordinadas a los hombres, incapaces de influir en el cambio, y
menos a través del estilo de vestir. Así, cuando un cross-dresser masculino se
coloca la ropa de mujer, se transforma en la casi femenina y por lo tanto se
convierte en una forma de realización del género en conflicto dinámico. Siguiendo el
trabajo de Butler, el género procede recorriendo a través de actuaciones
ritualizadas, pero en el cross-dressing masculino se convierte en una "ruptura"
performativa de lo masculino y de una "repetición subversiva" de lo femenino.

Desde el punto de vista artístico, ya en el marco cinematográfico del siglo XX


hollywoodense, específicamente, se han realizado reiteradas películas sobre
diversos temas en que el cross-dressing se instaura como tópico visual
característico. A lo largo del siglo, mujeres y hombres han protagonizado papeles en
que sus personajes deben hacer un cambio de sexo o género aparente para
conseguir sus cometidos. Y es en éste punto en que pretendo detenerme para
realizar un análisis más exhaustivo al percatarme de que ,en reiteradas veces el
cross-dressing adquiere cierto nivel de crítica en su sublectura.
Para Judith Butler en su libro “Cuerpos que importan”, desde un comienzo de la
introducción hace hincapié en lo siguiente:

“... la diferencia sexual se invoca frecuentemente como una cuestión de diferencias


materiales. Sin embargo, la diferencia sexual nunca es sencillamente una función de
diferencias materiales que no estén de algún modo marcadas y formadas por las prácticas
discursivas...”.

Pero, en lo que al cine se refiere, especialmente en las comedias, en lo último


en que uno pudiese pensar sobre el cross-dressing es en el sexo.

La narrativa principal y básica de Hollywood es presentar personajes que


necesitan un cambio de sexo provisorio porque se ven inmersos en una situación
difícil y la mayor parte del transcurso de la historia se enfoca en este “cambio” de
sexo. El cuerpo femenino que es tomado como modelo para la transformación del
propio cuerpo masculino no es el de una mujer común, sino el estereotipo de la
mujer que se acerca a la prostitución o como la vedette y su presentación sobre el
escenario. Sin embargo existe un estudio sobre el cuerpo y sus movimientos, sobre
todo en el cuerpo de una mujer como objeto de análisis, que resulta similar al
estudio de un texto dramático; es algo que se lee, se estudia y se memoriza.

En el caso de la película protagonizada por Robin Williams “Mrs. Doubtfire”


(1993), donde un padre intenta de cualquier manera estar con sus hijos posterior a
un divorcio haciéndose pasar por una señora sesentona como niñera. Y en donde
Williams pasa la mayor parte del tiempo batallando con su disfraz y los
acontecimientos que esto le conlleva. Existe una curiosa apreciación en una de las
escenas en donde Daniel Hillard (Williams) recurre a su hermano gay, Frank
(Harvey Fierstein), maquillador, quien tiene una gran habilidad transformista, que le
ayude a crear su personaje mujer. Este último genera una multiplicidad de
personajes femeninos muy estereotipados de mujer quienes no convencen a Daniel,
y que podemos ver en los siguientes fotogramas:

Sin embargo, y a pesar del “esfuerzo” hecho por el personaje, igualmente


Williams cae de nuevo en un personaje caricaturesco, otro más de los tantos que
personifica dicho actor. como Roger Ebert, destacado crítico de cine, escribe:

“Cualquier revisión que se le realice a Mrs. Doubtfire tendrá que tomar en cuenta la
comedia Tootsie de Dustin Hoffman, que es a su vez una mejor película: más creíble, más
inteligente, mas divertida… Hoffman es un actor que es capaz de interpretar a una mujer
exitosamente. En cambio Williams, quien es un buen actor también, pareciera estar
representándose a sí mismo interpretando a una mujer”

Es este tipo de visión la que impacta al público. Roger Ebert no solo rechaza la
interpretación alocada de Williams, sino que la contrapone a Tootsie, un film en el
que el protagonista, un actor fracasado, alcanza el reconocimiento al utilizar el
cross-dressing y cuyo valor más determinante surge a raíz de la contraposición
entre la identidad de género (o mejor dicho, lo que tanto Hoffman como Sidney
Pollak, su director, creen que es la identidad femenina) y la identidad sexual (que
por razones instrumentales a la trama de la obra, se exacerba, aunque no de
manera grotesca como en otros films).

No obstante la crítica, pudiendo llegar más lejos, no lo hace: mientras Dorothy


Michaels (Hoffman) se mantiene dentro de una esfera que no critica ni enarbola la
bandera de lucha femenina hasta bien entrada la comedia, y solo se limita a actuar
como una mujer “convencional”, Euphegenia Doubtfire (Williams) se presenta como
una abuela capaz de jugar fútbol y cocinar una langosta al mismo tiempo. Entonces
nos damos cuenta que gran parte del éxito de Tootsie se basa en que actua como
“debería” actuar una mujer. Pero ¿cómo “debería” actuar una mujer? De acuerdo al
mismo Ebbert, tal y como un hombre espera que actúe, el ideal masculino de mujer:

“Dorothy no es una parodia de mujer. Ella es la loca idealización. Ella tiene una casi
aterradora buena apariencia, como si hubiese seguido todos los consejos de belleza que se
han dado.También es inteligente, comprensiva....”

Comúnmente, cuando en una película un hombre se transforma en un


personaje-femenino, pierde sus características distinguibles como personaje-
hombre. Esto deriva en que el hombre se “rebaja” a una mujer resaltando sus
defectos en lugar de sus virtudes y, a su vez, deja entre ver que el personaje-
hombre se da cuenta y se aprovecha de esta situación tomando ventaja de ello de
manera inteligente, manteniéndolo como ser superior y astuto. Adicionalmente, en
ciertas veces, el hombre como personaje-mujer termina cayendo en la parodia o
hasta en el patetismo. A partir de esto podemos relacionar reiterados papeles donde
el hombre es un personaje masculino, se enfrenta a ciertas circunstancias en que su
personaje debe vestirse como mujer y transformarse en una de ellas para alcanzar
una meta. Sin embargo, su despliegue como “mujer”, en la mayoría de las veces, se
refieren a la imagen burda y simplista de una fémina vista como objeto de deseo,
como en el caso de Tootsie. Para Severo Sarduy, el travestirse es re-inscribirse,
borrarse e intimidar a la vez. Es saber que en el centro de la propia experiencia de
lo que uno es hay un error fundacional. Que uno debería ser otra cosa, superarse en
otra modalidad del ser. De ahí el impulso de devenir en otro.
Contrariamente, la reversibilidad del juego del cross-dressing,
lamentablemente no resulta de manera similar. En sí, si un personaje-femenino se
ve obligada a optar por presentarse como un personaje-hombre, ésta se atribuye
todas las características positivas o bien vistas del sexo masculino. Al “cambiar de
sexo” el personaje adquiere mayor veracidad en lo que sea que necesite realizar y,
por lo tanto, pasa a obtener ventaja en su cometido hasta que se ve interrumpida
por su lado femenino (sentimiento, remordimiento, etcétera). Esta veracidad se
establece en atributos naturales en un hombre considerados como positivos e
ideales en nuestra sociedad y que siempre los ha tenido. Como ejemplo se puede
citar la película Yentl (1983) protagonizada por Barbara Streisand, quien debe
disfrazarse de hombre para poder estudiar ya que en su época se le está prohibido
recibir educación superior alguna. Dentro de las peripecias que debe pasar, el
personaje de Streisand se ve interrumpida por sus sentimientos y se involucra en
más problemas por estar “atrapada” en esta seguidilla de mentiras y sentimientos
que son, de cierta manera, exclusivas de las mujeres. De todas maneras, el
personaje femenino debe hacerse pasar por hombre, sin tener problemas del tipo
sexual, para lograr convertirse en una persona de poder otorgado solamente a
hombres.

Otro caso en que una mujer escenifique la masculinidad siente un apego y a la


vez una pérdida, un ambiguo rechazo de la figura masculina resultando una
caracterización “menor” a la que un hombre pudiese llegar como mujer, puesto que
la feminidad se considera a menudo como el género más espectacular que su
contraparte masculina y “brilla” más. Y aún así esto pudiese ser peor si hilamos más
fino; para Laura Horak, investigadora del género y la sexualidad dentro de la historia
fílmica, la frontera y el campo de batalla ha sido largamente imaginado como
espacios exclusivamente masculinos, mientras que la mujer ha sido excluida
enteramente a ser una mano de obra de la civilización (peor aún el caso de las
mujeres de color que eran replegadas como mera parte del paisaje) desde el
principio de los tiempos cinematográficos. En el libro “Lenguajes Escénicos” Perla
Zayas de Lima y Beatriz Trastoy explican:

“El disfraz cambia lo que uno es por lo que uno quisiera ser revelando más de que lo que
quiere ocultar, en tanto se manifiesta un deseo escondido, resume a quien lo lleva al sintetizar el
papel que representa y el que desearía representar, como una máscara asumida conscientemente,
un cambio de género a través del traje”

Otro ejemplo del cross-dressing que se realiza en el cine, en donde una mujer
se convierte en hombre sucede en la película Víctor Victoria (remake de la película
alemana Viktor und Viktoria). Victoria (Julie Andrews) es una cantante que no tiene
trabajo y, por su desesperación, se transforma en hombre para trabajar de
transformista en un cabaret. Es decir, es una mujer que finge ser hombre que, a su
vez, finge ser mujer porque así encuentra el éxito. Es así que de esta manera Victor
se convierte en todo lo que Victoria anheló ser. No obstante, y tal como nos muestra
la película, su encarnación de lo que corresponde a un caballero “respetable” y bien
vestido que utiliza su capacidad para transformarse en uno de los espectáculos más
exitosos, no debe ser creído y esta duda se siembra a través del personaje de
James Garner, quien a su vez, encarna el ideal mascullino: un hombre al que las
apariencias no puede engañar.

Otro caso, pero más extremo donde se toca el tema del cross-dressing en el
teatro es en la película Stage Beauty (2005) donde el protagonista es un reconocido
actor del siglo XVII quien se dedica a interpretar personajes femeninos en las obras
de Shakespeare, Edward 'Ned' Kynaston (Billy Crudup). En el transcurso de la
historia, Ned se ve enfrentado con el problema de la liberación de las mujeres para
interpretar personajes femeninos en el teatro y termina con grandes problemas.
Toda su vida se dedicó a la interpretación femenina, sin embargo se da cuenta que
no puede actuar como hombre sin que sus movimientos, meticulosamente
estudiados, resulten de una delicadeza femenina particular. Es más, continuando
con la historia se demuestra cómo su afición o profesión afecta su vida real al no
tener clara su orientación sexual por encontrarse siempre en situaciones
particulares de mujeres. Resulta interesante el tema que se presenta, ya que se
toma una acción como la actuación termina afectando psicológicamente al
personaje en cuestión.

Es por esto que ambas aristas resultan relevantes para un paradigma de


igualdad que se promueve actualmente. Esto mismo se arraiga en una concepción
de mundo cada día más obsoleta que trata de ser igualitaria no sólo en el cine
norteamericano, sino que también en la escena teatral contemporánea y, también,
en la chilena. Porque, en lo social, se trabaja bajo un enloquecido secreto: se
necesita fijar a cualquier precio lo masculino y lo femenino por medio de signos en la
indumentaria. Sin embargo la repetición de las fórmulas socialmente ritualizadas no
implica la realización de una imagen clonada, toda citación implica un
desplazamiento, una traducción con una traición potencial. Pero hasta qué punto
esto llega a transgredir un imaginativo de realidad que crea un inconsciente en lo
colectivo. De todas formas, nuestra imagen corporal es cambiante día tras día,
según las circunstancias personales, las modas y las conveniencias conectándose
con un orden imaginario, en donde la expresión de la individualidad se cruza con lo
real (materia), lo imaginario y lo simbólico de la teoría lacaniana, en una forma
personal y única.
BIBLIOGRAFÍA

● The American Heritage Dictionary of the English Language, Fourth


Edition. Houghton Mifflin Company, 2004.

● Butler, Judith; Cuerpos que importan, Routledge, New York, 1993.

● Garber, Marjorie; Vested Interests: Cross-Dressing and Cultural


Anxiety, Routledge, New York, 1992.

● Horak, Laura; Landscape, Vitality and Desire: Cross-dresser Frontier Girl in


Transitional-Era American Cinema, Artículo del Cinema Journal, Volume
52, Number 4, pp. 74-98 , Universidad de Texas, 2013.

● Romero Bachiller, Carmen; Cuerpos que importan. Sobre los límites


materiales y discursivos del sexo de Judith Butler, Editorial Paidós, Buenos
Aires, 2010.

● Sarduy, Severo; Obra completa, Editorial ALLCA XX, Madrid, 1999.

● Solomon, Alicia; Re-dressing the Canon: Essays on Theater and


Gender, Routledge, New York, 1997.

● Trastoy, Beatriz; Lenguajes Escénicos, Prometeo Libros Editorial,


Buenos Aires, 2006.
● Ebert, Roger; artículo encontrado en internet en
http://www.rogerebert.com/reviews/mrs-doubtfire-1993
ÍNDICE

Tema................................................................................................... pág. 01
Título................................................................................................... pág. 02
Subtítulo.............................................................................................. pág. 02
Problema de investigación.................................................................. pág. 03
Hipótesis............................................................................................. pág. 04
Formulación........................................................................................ pág. 04
Bibliografía.......................................................................................... pág. 14

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