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Manipulus studiorum
en recuerdo
de la profesora
Ana María Aldama Roy
PHILOLOGICA
Publicaciones
del
Departamento de Filología Latina
de la
Universidad Complutense de Madrid
Director
Tomás González Rolán
Comité científico
Luciano Canfora
Matilde Conde Salazar
Juan Gil Fernández
Jacqueline Hamesse
Gregorio Hinojo Andrés
Juan Lorenzo Lorenzo
Comité de redacción
José Joaquín Caerols Pérez
Vicente Cristóbal López
Felisa del Barrio Vega
Carmen Gallardo Mediavilla
Teresa Jiménez Calvente
Antonio López Fonseca
Manipulus studiorum
en recuerdo
de la profesora
Ana María Aldama Roy
Editores
María Teresa Callejas Berdonés
Patricia Cañizares Ferriz
María Dolores Castro Jiménez
María Felisa del Barrio Vega
Antonio Espigares Pinilla
María José Muñoz Jiménez
escolar
y mayo
editores
1ª edición, 2014
ISBN: 978-84-16020-24-9
Depósito Legal: M-23525-2014
Índice
Presentación . ........................................................................................................................ 17
Preámbulo ............................................................................................................................ 19
Ana María Aldama Roy
(† Madrid 3-9-2009) ......................................................................................................... 21
Manipulus studiorum . ...................................................................................................... 27
Zoa Alonso Fernández
La invectiva y la danza: Murena,
Sempronia y el discurso de Rufio Albino ........................................................................... 29
Juan Antonio Álvarez-Pedrosa Núñez
Conflicto religioso y coexistencia lingüística
en comparación: la Chronica Slavorum de
Helmoldo de Bosau y la Historia Arabum
de Don Rodrigo Jiménez de Rada ...................................................................................... 37
Juan Luis Arcaz Pozo
Variaciones en Hurtado de Mendoza entre
la imitatio y la traducción: a propósito del
poema 76 de Catulo ............................................................................................................ 49
Trinidad Arcos Pereira
Mª. Dolores García de Paso Carrasco
La traducción de Daniel Heinsius de los
Aphthonii progymnasmata .............................................................................................. 57
Emilio Asencio González
La abeja y la araña. Análisis de un tópico
iconográfico y literario desde Bronzino a
la emblemática ..................................................................................................................... 69
José Miguel Baños
Hipatia de Alejandría: un personaje de novela ................................................................ 93
Mª. Teresa Beltrán Noguer
Jorge Tomás García
Pintores y su interpretación de la mitología .................................................................... 109
Alberto Bernabé
Dioniso, la música y la danza bajo la mirada
de Platón (Leyes 706ss.) .................................................................................................. 119
El Quijote
Iniciamos con Cervantes y su discurso acerca de esta dorada edad en El
Quijote un recorrido, ajenos al fluir de los tiempos, por los escenarios de esta
mítica época cuya semilla sembró el poeta de Ascra. En la obra cervantina,
humano, recalcando que todo lo que le aconteció desde los tiempos de Deu-
calión hasta su época es tema apropiado para sus sátiras. Concretamente,
la añoranza de la castidad, de la fidelidad y de la honestidad lleva al poe-
ta de Aquino a recordar con hiriente ironía aquellos tiempos (Sat.6.1-24),
evocación que Bellandi (1991, pp.81-128) asocia en Propercio a análogas
consideraciones. Pero nada es gratuito en Juvenal y así en la exposición de la
degradación de las costumbres se encierra una dura crítica al régimen polí-
tico potenciada por la elección del metro y la inclusión del mito, pues en el
espejo del pasado hallará el reflejo de la sociedad que le rodea.
En este entorno, aunque con matices distintos, se encuentra también
Estacio, quien en el marco de la Edad de Oro ofrece una alegoría de la diosa
Pietas (Silu.3.3.1-5). La presencia de la diosa en el funeral de Claudio cons-
tituye una invocación para el regreso de la moralidad propia de esta edad.
Como dice Laguna (1992, p.257), “Estacio identifica a Pietas con Astraea, la
última diosa en abandonar la tierra con el advenimiento de la Edad de Bron-
ce. [...] Así, la presencia de Pietas simboliza el regreso de la Edad de Oro”.
La contraposición del progreso a los valores morales permite situar
también en este escenario temático la inserción que del mito realiza Séneca
en Epist.90. Por otra parte, realidad histórica y crítica del presente se aúnan
en Tácito (Germ.19) cuando evoca el mito para describir las buenas cos-
tumbres de los germanos, superiores incluso a las leyes de otros pueblos.
Las características de un pueblo, semejantes a las bondades propias de la
mítica edad, se subrayan en contraste con las ilícitas costumbres de los ro-
manos de su tiempo.
La Edad de Oro constituyó asimismo un escenario perfecto para la re-
presentación de los ideales que se anhelaban. Tal edad, en consecuencia,
suele caracterizarse en los textos mitográficos desde la negación de los males
existentes en el presente “puesto que la edad de oro es concebida como la
negación del tiempo en que se vive, así, por ejemplo, Ou.Met.1.97-99, o Tib.
1.3.47, o incluso Octavia 400-401” (Cristóbal 1979-1980, p.165).
En las Metamorfosis de Ovidio –eje fundamental en el viaje de este mito
por la literatura– el retrato feliz de esta edad, al igual que después en Séneca
y antes en Virgilio, surge de la negación del presente (Met.1.94-100). Nega-
ción y afirmación se convierten en binomio indisociable para su represen-
tación. La negación subraya la inexistencia, por innecesarias, de actividades
como las leyes, la navegación, la milicia o la agricultura cuya aparición mar-
có el final de la Edad de Oro. Y entre las añoradas y descritas desde la afirma-
ción sobresale el hecho de que los dioses conviviesen aún con los hombres
(Met.1.149ss.), testimonio que también encontramos en Fast.1.247-250. El
poeta de Sulmona, al tiempo que recoge las huellas de Hesíodo y de Virgilio,
se convierte en fuente de transmisión del mito de las edades (Met.1.89-150)
cos ajenos al devenir del tiempo– la solución a las desgracias del presente
que le ha tocado vivir. Estrechamente relacionados se hallan, por tanto, los
“paraísos” –concreción espacial– y la Edad de Oro –delimitación temporal–
como ha ejemplificado con detalle Martínez (1999, pp.243-279). El tópico
del locus amoenus ligado a esta mítica edad, como han señalado Holleman
(1972, pp.563-572) y Putnam (1986, p.108) está presente en Carm.3.18.
Tal ligazón se encuentra sabiamente plasmada a través de la corresponden-
cia perfecta entre verso y frase de la estrofa sáfica.
La aurea aetas se constituye asimismo es instrumento de rechazo a la
guerra en Tibulo (1.10), pues el poeta, en palabras de Moya (1982, p.8),
“sólo acepta una lucha, la del amor”. En este sentido la evocación del pasado
se erige en símbolo de una vida en paz. El terreno del amor da cabida a la
Edad de Oro en Tibulo, pero su romántica búsqueda de un tiempo dichoso
y feliz está impregnada de múltiples lecturas. El mito surge como expresión
de la queja moral (1.3.35-50) y se aleja en apariencia de la finalidad política
que ofrece Virgilio, entroncándose con conflictos religiosos y existenciales.
Así, en su recurso a la Edad de Oro ve Bénéjam (1980, pp.91-103) “una
forma personal de felicidad”, que en ocasiones actúa como vía de escape a
los sinsabores del amor. Asimismo, Navarro (1991, p.219) considera que
“Tib.2.3, Prop.2.13 y Ou.Am.3.8 son los ejemplos más patentes de contra-
posición Edad de Oro/Edad de Hierro motivada por la luxuria dominae”.
Pero aunque el poeta viaje a la mítica edad guiado por el temor a que la
muerte lo separe de su amada antes de que pueda regresar junto a ella, la
asociación que ofrece entre las edades del mundo y los dioses –Saturno se
enfrenta a Júpiter de igual manera que la vida se contrapone a la muerte– sir-
ve de soporte a la crítica política, como ha señalado Cancelli (1986, p.249):
“Non sono pochi gli elementi che inducono a ritenere che Tibullo non fu
solo riluttante ad accettare l’ideologia e il regime d’Augusto, ma espresse a
suo modo una aversione decisa a quella politica”. En suma, si bien el amor
es el eje de sus elegías, no parece estar ausente la crítica política e ideológi-
ca. Reveladora es en este sentido la lectura que sugiere Moya (1986, p.42)
en relación con 2.3: “Y finalmente ¿qué intentaría sugerir con Felices olim
(29-30)? ¿No querría contraponer aquellos tiempos, en los que los mismos
dioses no se avergonzaban de ser esclavos del amor, a los tiempos presentes,
dominados por otro dios, Augusto, que veía con muy malos ojos el imperio
del amor?”.
Con una perspectiva diversa el tema de la Edad de Oro se halla ínti-
mamente asociado al género bucólico (Hubaux 1930, p.139). Ello permite
reunir en torno al mito a autores como Modoino de Autun, Calpurnio Sículo
y Virgilio con sus Geórgicas. En el Renacimiento carolingio, Modoino de Au-
tun, autor que sigue las huellas marcadas por Calpurnio Sículo y Virgilio, alu-
race therefore avoids the terminology, instead defining the new age on his
own terms” (Zanker 2010, p.495).
Asimismo, el elogio de la nueva Edad de Oro que se iniciaba con la
subida al trono de Nerón también está presente en el De Clementia y en la
Apocolocintosis de Séneca, quien recurre al mito con frecuencia, aunque no
siempre con la misma consideración (Herrmann, 1924, pp.215-216). En la
Apocolocintosis, dicha edad reaparece en la descripción de los episodios que
rodean la muerte de Claudio, pues, como señala Gil (1971, p.137), “adrede
va intercalada en esta parte la desmesurada alabanza de Nerón, el anuncio
de un aureum saeculum. Séneca no emplea medias tintas: la apostura y la
inteligencia de Nerón destacan una y otra vez ante la figura desgarbada de
aquel pobre tonto”.
En último lugar, aludiremos al recurso al mito para subrayar la pérdida
de la inocencia propia de esa primera edad. En esta línea puede situarse a
Tácito y su explicación del nacimiento de las leyes como consecuencia de
la pérdida de la inocencia propia de la mítica edad en la que las leyes no
eran necesarias (Ann.3.26). Asimismo en la Alta Edad Media en Boecio
(Cons.2.5) asistimos al retrato de una época sencilla, incluso austera, en
cuya imagen sobresale el ideal de la inocencia, ese estado connatural a la
infancia, esto es, a la primera edad de todo ser humano, ajeno a todo tipo de
preocupaciones, al que por su capacidad de asombro y admiración aún le
es posible encontrar la felicidad únicamente en el orden que marca la natu-
raleza. La añoranza de esa mítica edad en la que el hombre se contenta con
lo preciso para subsistir emerge con objeto de refrendar que únicamente
puede hallar la verdadera felicidad en sí mismo. La descripción de este es-
tado temporal placentero reposa en el ritmo anapéstico de los paremíacos,
capaces de contagiar el deleite alcanzado por el mero recuerdo de aquella
edad primera, exhortación al goce en la que el ritmo llena de vida la palabra
escrita dotándola de capacidad de reflexión sobre sí misma.
Conclusiones
En este recorrido por la Edad de Oro comprobamos que el mito que
se revela como un concepto puramente latino, distinto al mito de las razas
cuyo testimonio más antiguo ofrece Hesíodo, pues la dorada edad, aunque
en muchos escenarios literarios deje entrever una concepción cíclica o lineal
del tiempo, representa no tanto una marca temporal como un espacio ajeno
al devenir de los tiempos, caracterizado por las peculiaridades propias del
noble metal: sagrado, brillante e indestructible, que simboliza tanto la inmor-
talidad, la pureza, el valor y la realeza, como la riqueza del mortal, que en au-
sencia de dichas cualidades se reviste engañosamente de su resplandor. Este
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