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CAPITULO xt POR LA COSTA DE LA MAR REDUCEN MUCHOS VALLES. CASTIGAN LOS SODOMITAS Dance 2 clas el orden necesario para el gobiemo, salieron al dei poblado de Houallatipa, famosa sierra por el mucho oro que han sa- cado de ella y mucho més que le queda por sacar, y atravesando una manga de despoblado, Ia cual por aquella parte tiene treinta y cinco leguas de tra- ‘es la costa de la mar, A toda Ta tierra que es man valles a la tierra que alcanzan a regar los rfos que bajan de la sierra a Ja mar, La cual tierra es solamente Ia que se habita en aguella costa, por- que, salido de Jo que el agua tiega, todo Io demés es tietta inhabitable, porque son arenales muertos donde no se cria yerba ni otra cosa alguna de rovecho. Por el paraje que estos Incas salieron a los Ilanos esté el valle de Ha- cari, grande, {értil y muy poblado, que en tiempos pasados tenia més de veinte mil indios de vecindad, los cuales redujeron los Incas a su obedien- ia y servicio con mucha facilided. Del valle Hacari pasaron a los valles que Manin Uaits, Carman, Com ella costa, norte sur, en esp Teguas de largo la costa a Lrr—~—t—™Crs—Csssss de ancho Lo que mn los ros a regar a una mano y ob otros més y otros menos, se de sus madres para regar sus mieses y arboledas. El Inca general sus maeses de campo, habiendo reducido todos aquellos valles secretas de aquellos ses, que eran los pescados s sodomitas, no en todos os por aguella parte no tenian ms deta que conguister, porque hubfan llegado a cerrar, con lo que de atris estaba conquistado, la costa adelante al sur. El Inca holg6 con fa relacién de la conquista y mucho més de que se hnubiese hecho sin derramar sangre. Envié a mandat que, dejando el orden acostumbrado para el gobierno, se volviesen al Cuzco. Y en particular mend6 que con gran diligencia hiciesen pesquise de los sodomitas, y en publica 146 plaza quemasen vivos los que hallasen no solamente culpados sino indicia. dos, por poco que fuese; asimismo quemasen sus casas y las derribasen por tierra y quemasen los drboles de sus heredades, arrancindolos de tafz, por y quemados sus moradores en general, como entonces lo eran en particular. Lo cual todo se cumplié como el Inca lo mandé, con grandisima admi- raci6n de los naturales de todos aquellos valles del nuevo castigo que se hizo neracién, que en la boca, y , aungue no fuese de los Incas, que jese por ofensa, que- daba el mismo ofensor pot infame, y por rmiraban los demés indios como a cosa vil y asquerosa, porque haba tomado tal nombre en Ta boca. Hobiendo el general y sus macses de campo concluido con todo lo que el Inca les 0, donde fueron reci- Bidos con triunfo y les hicieron grandes mercedes y favores. Pasados algunos ‘gobierno de todo 5 a su hermano, el general Aur por gobernador y Mandé que los cuatro maeses de hermano. Fligid quit campo que con & habian ido quedasen por consejeros del her 0 cuatro maeses de campo y otros capitanes que go- fan de diversas. provin- , tuego que legaban al 0 real daban a cada capitin extranjero un Inca por supctior, cuya orden y mandado obedeciese y guardase en las cosas de la milicia como sa teniente: de esta mancra venfa a ser todo el ejército gobernado por los In- cas, sin quitar a las otras naciones los cargos particulares que tralan por que no se desfavoreciesen ni desdefiasen ni se: los quitasen. Porque los Incas, fen todo lo que no era contra aus leyes y ordenanzas, siempre mandaban se diese gusto'y contento a los curacas y a las provincias de cade naciéa: por esta suavidad de gobierno que en toda cosa habia, scudian los is tanta prontitud y amor a servir a los Incas. Mandé que el principe, su hheredero, le acompafiase, para que se ejercitase en la milicia, aunque’ era de poca edad. 147 caprruro xv DOS GRANDES CURACAS COMPROMETEN SUS DIFERENCIAS EN EL INCA Y SE HACEN VASALLOS SUYOS [22120 1 tempo de la jornads, sali el nea Cipac Yupangui del Cuz- co 7 fue haste Ja laguna de Paria, que fue el postrer tér aquella banda su padre dejS conquistado. Por el camino fue con fos minis- tos recogiendo Ja gente de guerra que en cada provincia estaba apercibida. Tavo cuidado de visitar los pueblos que a una mano y ota del camino pudo alcanzar, pot favorecer aquellas pacioncs con su presencia, que era tan grande el favor que sentfan de que el Inca entrase en sus provincias, gue en muchas de ellas se guarda hoy Ia memoria de muchos Ingates donde Jos Incas acertaron a hacer alguna parada en el campo o en el pueblo para ‘mandarles algo o para hacerles alguna merced 0 a descansar del camino. Los ‘cuales puestos tienen hoy los indios en veneracién por haber estado sus Reyes en ellos. EL Inca, Iuego que legé a la Taguna de Patia, procuré reducir a su obe- diencia los pueblos que hallé por aquella comarca: unos sc le sujetaron por buenas suevas que de los Incas habfan ofdo y otros por no poderle re- ir. Andando en estas conguistas, le Hegaron mensajeras de dos grandes itanes que habfa en aquel distrito que lamamos se hnacfan cruel guetta el uno al otro. Y para que se en es de saber que estos dos grandes euraces eran desce cada uno de por s vasallos y héchose grandes sefiores, Los cus ‘ban ganando, volvieron Ias armas la comin cos tumbre det reinar, que no sufre perdiendo y ganando ya el uno, ya el otro, aunque, como braves eapitanes, se sustentaron valetosamente todo el tiempo que de someterse al arbitrio y voluntad del Inca Cépac Yupangui y pasar por lo que él les mandase y ordenase acerca de sus guerras y pasiones. Vinieron cierto movides por Ja fama de los Incas pasados y del presente, y rectitud, con las maravillas que decian haber hecho su padre por ellos, andaban tan divulgadas por entre aquellas naciones que 148 todos deseaban conocerlos. El uno de aquellos sefiores sc Uamaba Cari y el otro Chipana: Jos mismos nombres tuvieron sus antepasados, desde los prt meros; querfan los sucesores conservar la memoria con sus nombres, here- déndolos de uno en otro, por acordarse de sus mayores e imitatles, porque fueron valerosos. Pedro de Cieza de Leén, capitulo ciento, toca esta historia de los curacas Cari y al otro Zapana. Los cuales, como supiesen que el Inca andaba conquistando cetea de sus provincias, le enviaron mensajeros déndole cuenta de sus guerzas y pe licencia para que fuesen a nos _y hacerle mas larga relacién de sus pasiones y diferencias, para que Su Majestad las concertase ya se, que ellos protestaban pasar por Io que el Inca les mandase, pues todo el mundo le confesaba por hijo del S rectitud esperaban harfa justicia ‘a ambas las partes, de manera que hubiese paz perpetua. EL Inca oy6 los mensajeros y respondi6 que los curscas viniesen cuands bien les estuviese, que él procurarfa concertarlos, y esperaba ponerlos en paz y hacerles porque las leyes y ordenanzas que para ello les daria serfan decretadas por su padte el Sol, a quien consultaria aquel caso para (que fuese mas acertado Jo que sobre € determinase, Con la respuesta hol garon mucho los curacas y, desde a pocos dias, Inca estaba, y entraron ambos en un dia por diversas partes, que ast lo h crtado. Puestos ante el Rey, Je besaron Ins manos igualmente, jar ol uno del otto. ¥ Cari, que tenfa sus tierras més cerca en nombre de ambos y dio larga cuenta de la discordia las gue unas veces era de envidia ambiciéa y codicia por ido menos era sobre los términos y jurisdiecién; ay dando To que més gustase, dos capitanes Incas de los mas ancianos enscfase cada ‘uno al suyo les leyes, fundadas en la ley natural, con que los Incas gober- naban sus reinos para que sus vasallos viviesen en paz, respetindose unos 4 otros, asf en la honra como en Ia hacienda. ¥ para lo de las diferencias ‘que tenfan acerca de sus términos y jurisdiccién sobre que fundaban sus it ira que hiciesen pesquisa en las sn de rafz fas causes de aquellas gueeras. Habiéndose informado el Inca de todo, y idalo con los de su Con- scjo, llamé los curacas y en breves pal mandaba que para tenet pez y concordia guardasen las leyes que los Incas Jes habfan ensefiado, y mirasen por la salud y aumento de los vasallos, que las guerras mas eran para destruirse y destruislos que para aumentatlos; 149 wempecto de as tictras que daban para sembrar el matz, repartfan ‘que daban para sembrar las demas legumbres que no se regaban. A [a gente noble, como eran los curacas, sefiores de vasallos, les daban las tiertas conforme a la familia que tenfan de mujeres e hijos y concubinas, ciados y criadas. A los Incas, que son los de Ja sangre teal, daban al mismo respecto, dondequiera que vivian, de lo mejor de Ia tierra; y esto era sin Ia parte comin que todos ellos tenfan en la hacienda del Rey y en la del Sol, como hijos de éste y hermanos de aquél Estercolaban las tierras para f& al valle del Cuzco, y casi en toda I gente, porque dicen que es el mejor. anlo hacer con gr dlligencia, y lo tienen enjuto y hecho polvo para cuando hays el matz, En todo el Collao, en més de ciento y cincuenta Ieguas de largo, onde por ser tierra muy frfa no se da el mafz, echan, en las sementeras de las papas y las demés Ieguinbres, estiéreol de ganado; dicen que es de més provecho que otro alguno, En Ia costa de la mar, desde més abajo de Arequipa que son mas de doscientas leguas de costa, no echan otto estiérco! sino ef inos, que los hay en toda Ia costa del Perti grandes y chicos, indas tan. grand son increfbles sino se ven, Crian en despoblados que aquella costa, y es tanto cl estiérool jue tambiéa es increfble; de lejos parccen los montones alguna sietta nevada. Fa tiempo de los Reyes Incas atdar aquellas ave i Tarapaca, fos, Tampoco era po, dentro ni fuera de les islac, so le msm Cada isla estaba, por orden del Inca, seftalad: y si la isla eta grande, la daban a dos © tres Por que los de Ja una provincia no se entrasen Tepartiéndola més en particular, daban con el Parte y a cada vecino la suya, tanteando la ra tal 0 tal provincia, ias. Ponfanles mojones de un pueblo tomar de su mismo término padia aba tasada conforme a sus tiertas, que igaban por el desacato. Ahora, en estos is aquel estiéreol de los péjaros de mu- tiempos, se cha fertilided. En otras partes de la misma costa, como en las hoyas de Atica, pa, Uillacori, Malla y dinas, y no con otto ¢ brado y de otras sem Porque no tienen iego de agua, de pie ni llovediza porque, como €s nototio, en més de sete- 220 ientas leguas de largo de aquella costa no Iueve jamés, ni pasan los por aquellas regiones que hemos dicho. La tierra es muy caliente y toda are- rales; por lo cual los naturales, buscando humedad suficiente para sembrar el maiz, acerean sus pueblos lo més que pueden a la mar, y apartan la ate- 1na superficial que est sobre Ia haz de la tierra, y ahondan en partes un es tado y en partes dos, ¥ mfs y menos, hasta llegar al peso del agua de le mar. ¥ por esto las lamaron Aoyas los espafoles; unas son grandes y otras son chicas; las menores tendrin a media hanega de sembradura, y las mayores tes ya cuatro hanegas. No las barbechan ni cosechan, porque no Jo han menester. Siémbranlas con estacas gruesas a compés y medida haciendo ho- yos, en los cuales entierran las cabezas de las sardinas, con dos tres granos de maiz dentro de cllas. Este es el estiércol que usan pata echar en las semente- tas de las hoyas, y otto cualquiera dicen que antes dafia que aprovecha. Y la providencia divina, que en toda cosa abunda, prove « los indios y a las aves de aquella costa con que la mar, a sus tiempos, eche de sf tanta cantidad de sardina viva, que haya para comer y estexcolar sus tiettes y para cargar muchos navios si fuesen a cogerla. Algunos dicen que las satdinas salen hu- hhoyas, Indios; debiélo de ser la necesidad que aviva los enten hhemos dicho, en todo el Pert hay gran falta de tierras de pan; puédese crect que Jas hoyas como hicieron los andenes. De manera que todos uni- versalmente sembraben lo que habfan menester para sustentor sus casas, y as{ no tenfan necesidad de vender los bastimentos ni de encarecerlos, ni sa- ben qué cosa era caresta caPtTULO IV COMO REPARTIAN FI. AGUA PARA REGAR. CASTIGABAN A LOS FLOJOS Y DESCUIDADOS E8135 tictras donde alearzsban poca agua para tepat, la daban por sa ‘orden y medida (como todas las dems cosas que se repartian), porque entre los indios no by el tomarlas, ¥ esto se haefa en los alos escasos de Iuvias, cuando la necesidad era mayor. Median el agua, y por experiencia sabfan qué espacio de tiempo era menester para regar una hhanega de tierra, y por esta cuenta daban a cada indio las horas que confor- me a sus tietras habfa menester holgadamente, El tomar el agua era por su 221 + vez, como iban sucediendo las hazas, una en pos de otra. No eta preferido ef més rico ni el mas noble, ni el privado o pariente del cutaca, ni el mismo ‘curses, ni el ministro o gobemador del Rey. Al que se descuidaba de regar su tierra en el espacio de tiempo que le tocaba, lo castigaban afrentosamente: Gibanle en pablico tres o cuatzo golpes en las espaldes con una piedta, © le szotaban Tos brazos y piemas con varés de mimbre por holgazin y flojo, que entre ellos fue muy vituperado; a Tos cuales lamaban mézquitalle, que quie. xe decie huesos dulees, compuesto de mizeui, que es dulce, y de tulle, que es hueso, CAPITULO v EL TRIBUTO QUE DABAN AL INCA Y LA CUENTA DE LOS ORONES 4 Qux se ha dicho de qué maneta repartfan los Incas las tierras y de Y manera las benefciaban sus vasillos, seri bien que digamee et sabtns que daban a sus Reyes. Es asi que ef pri ficiar las tierras del Sol y del Inca y coger los sen, y encerratl tributo era el Iabrar y bene- frutos, cualesquiers que fue "n sus ofones y ponetlos en los pésitos reales que habta en cada pueblo para recoger los frutos, y uno de los principales frutos era el uchu, que los espafioles laman aji y por otro nombre pimiento, A los orones aman pirua: son hechos de barro pisado, con mucha baja. En tiempo de sus Reyes los hacian con mucha curiosidad: eran largos, mds 0 menos, conforie al altor de las paredes del aposento donde los po. fan; eran angostos y cuadtados y enterizos, que los debian de hacer’ con de diferentes tamafios. Hacfanlos por cuenta y medida, unos mayores » de a tceinta hanegas, de a cincuenta y de a ciento y de a doscien. ¥ menos, como conventa hacerlos. Cada tamaiio de orones estaba echo @ medida de él; ponfanlos del aposent yaredes y por me dejaban calles entre unos y otros, para hens sy vaciatlos a sus tiempos. NNo los mudaban de donde un vez los ponian. Para vaciar el orn bactan por 4h delancera de €1 unas ventanillas de une ochava en cuadzo, abiertas por ou cuenta y medida, para saber por ellas las hanegas que se habfan sacado y las que qu sin. aberlas De manera que por el tamaio de los forones sabfan con mucha fi 1 mafz que en cada aposento y en cada pésito habia, y por las ventanillas sabfan lo que hablan sacado y lo que ‘auedaba en cade orn. Yo vf algunos de estes orones que quedaton del 222 tiempo de los Incas, y eran de los més aventajados, porque estaban en la casa de las virgenes escogidas, mujeres del Sol, y eran hechos para el ser- vicio de aquellas mujeres. Cuando los vi, era la casa de los hijos de Pedro del Barco, que fueron mis condiscipulos, La eosecha del Sol y la del Inca se encerraba cada una de por sf aparte, aunque en unos mismos pésitos. La semilla para scmbrarla daba el duefio de Ia tierra, que es el Sol 0 el Rey; y lo mismo era el sustento de los indios que trabsjaban, porque los mantenfan de la hacienda de cada uno de ellos, cuando Tabraban.y beneficiaban sus tierras; de manera que Jos indios no ponian més del trabajo personal. De la cosecha de sus tierras particulares ‘no pagaban los vasallos cosa alguna al Inca, El Padre Maestro Acosta dice Jo mismo en el Libro sexto, capitulo quince, por estas palabras: “La tercera parte de tierras daba el Inca para la comunidad. No se ha averig tanta fuese esta parte, si mayor © menor que Ja del Inca y_ guacas, cierto que se tenia atencién que bastase a sustentar el pueblo. De esta ter- cera parte ningiin particular poseia cosa propia, ni jamés poseyeron [os in- dlios cosa propia, si no era por merced especial del Inca, y aquello no se podia enajenar ni aun dividir entre Jos herederos. Estas ticrras de comunidad ester para sustentar su persona y Ia dé alos més y otros menos, seyiin era la fi didas determinadas. De esto que a cada uno se le repartia no daba tributo, porque todo su tributo era labrar y beneficiar las tierras de ¥ de los guacas y ponerles en sus depésitos los frutos”, etc. Hasta aqui es del Padre Acosta. Llama tierras de Jas huacas a las del Sol, porque eran de lo sagredo, En toda Ia provincia Hamada Colla, en més de ciento y cincuenta le- suas de largo, por ser Ia tierra muy fria, no se da el maiz, cégese mucha qui- ras semillas y legumbres que fructificaban debajo ay una que aman papa: es redonda y muy hime: imedad dispuesta a corromperse presto. Para preser- vatla de corrupeién Ja echan en el suelo sobre paja, que la hay en aquellos campos muy bu janla muchas noches al que en todo el afio hiela en aquella provincia rigurosamente, y después que el hielo la tiene pasada, como si Ie cocieran, Ja cubren con paja y Ja pisan con tiento y blan. dura, para que despiche Ia acuosidad que de suyo tiene Ja papa y la que el hielo le ha causado; y después de haberla bien exprimide, Ia pooen al sol y la guardan del sereno hasta que est del todo enjuta. De esta manera pre- Parada, se conserva Ja papa mucho tiempo y trueca su nombre y se lama chufiu. Ast pasaban toda Ia que se cogfa en las ticeras del Sol y del Inca, y Js guardaban en Tos pésitos con las demés legumbres y semillas. 223 LO VE HACIAN DE VESTIR, ARMAS ¥ CALZADO PARA LA GENTE DE GUERRA » coger y beneficiar los ibuto, que era hacer de ¥ pata la gente pobre, nfermedad. En repartir ‘obra de sus manos. Hacfan tres suertes de topa u: La més baja, que aman asc, ete para la gente conta: Gu ta mis fi gue laman comps; de sa la gente noble como eran ¥ curaeas y ottos ministros, hacfanla de todos colores ine, como se hacen los patios de Flandes; era a dos haces bua wre ésta era para los de la sangre 03 regios, en fa guerra y en la nde Tos naturales tenfan’ més hi que dicen de los Incas, El calzado. més abundancia de céfiamo, se hacian en las terras que tenfan abundancia de materiales tnas hacian arcos y flechas, en otras lanzas y dardos, en otras hhondas y sogas de cargar, en ottas paveses s armas defensivas. En suma, cada provin. de su cosecha, sin ir a buscar a tierra aje- que no le obligaban a més. En fi ue ningiin indio saliese fuera de su tietra a buscar lo que hubiese de dar ea tributo, porque decian los Incas que no exa justo pedir a los vasallos lo que no tenfan de cosecha, y que era abricles Je puerta para que en achaque del tributo anduviesen vagando de tierra en tierra, hechos holgazanes, 224 De manera que eran cuatro las cosas que de obligacién daban al Inca, ‘que eran: bastimentos de las propias tierras del Rey, ropa de lana de su ganado real, armas y calzado de Jo que habia en cada provincia. Repartian estas cosas por gran orden y concierto: las provincias que en el repartimiento cargaban de ropa, por el buen alifio que en ellas babfa para hacetla, descar- gaban de las armas y del calzado, y, por el semejante, a las que daban més cde una cosa, descergaban de otra; y en toda cosa de contribucién habia el mismo respecto, de manera que ni en comin ni en particular nadie se diese por agraviado, Por esta suavidad que en su leyes habia, acudian los vasa- los a servir al Inca con tanta prontitud y contento, que hablando en el mismo propésito, dice un famoso historiador espafiol estas palabras: “Pero Ta mayor riqueza de aquellos birbaros Re ser sus esclavos todos sus vasallos, de cuyo trabajo gozaban a su ¥, lo que pone admiracién, servianse de ellos por tal orden y por tal gobierno que no se le hacia ser « vidumnbre, sino vida muy dichosa”. Hasta aqu{ es ajeno, y holgué ponerlo aqui, como pondré en sus lugares otras cosas de este muy venerable autor, que es el Padre Joseph de Acosta, de Ia Compatiia de Jestis, de cuya auto. ridad y de los demés historiadores espafioles me quiero valet en semejantes ppasos contra los maldicientes, por que no digan que finjo fébules en favor de Ia patria y de los patientes.* Este era el tributo que entonces pagaban a los Reyes idélatras Otra manera de tributo daban los impedidos que lamamos pobres, y era que de tantos a tantos dias idos a dar a los gobernadores de sus pueblos ciertos cafiutos de piojos. Dicen que los Incas pedfan aquel tri bato porque nadie (fuera de los libres de tributo) se ausentase de pagar echo, por pobre que fuese, y que a éstos se ‘como pobres impedidos, no podian hacer serv Jos Tneas para pedir aquel por obligarles a que se despi -n, porque, como gente desas- trada, no pereciesen comidos de pio} celo que en toda cosa tenfan los Reyes, les Hamaban amadores de pobres. Los decuriones de a dier (que en su lugar dijimos) tenfan cargo de hacer pagar este tributo Etan libres de los tributos que hemos dicho todos los de la sangre real ¥ tos sacerdotes y ministros de los templos y I9s curacas, que eran los se- Fores de vasallos, y todos los maeses de campo y capitanes de mayor nom- bre, hasta los centuriones, aunque no fuesen de Ja sangre real, y todos los gobemnadores, jucces y ministros regios mientras les duraban los oficios que administcaban; todos Jos soldados que actualmente estaban ocupados en la guerra, y los mozos que no llegaban a veinticinco afies, porque hasta enton- ces ayudaban a servir a sus padres y no podian casarse, y después de casados, cose que no siempre ocurria en eu épocs, ¥ 1 Repigese la bonrader del Thea a ‘su ofan do sor venta y dle mencc 225

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