Está en la página 1de 4

EL FRACASO ESTRATEGIA PARA LLEGAR AL PERDON

EL MÁS VALIOSO DE LOS BIENES

No hay nada más triste para un padre y para un hijo que vivir una relación
sencillamente por interés por lo que tiene que darme o por lo que tengo que
recibir. Este es el caso del hijo prodigo la única relación que tenia él con su
padre era la herencia que le iba a entregar (Lucas 15: 12).

Las personas solo nos acordamos de Dios cuando estamos en momentos de


angustia, escasez, peligro, cuando no podemos dormir por nuestras culpas,
los errores son capítulos necesarios en la vida que nos quisiéramos saltar
pero el fracasar nos hace mas fuertes, nos ayuda a madurar, abre nuestro
entendimiento y nos ayuda a superar complejos que nos alejan el triunfo de
nuestras manos y estos son mas positivos cuando aprendemos de ellos
aceptando que somos imperfectos y que lo único que necesitamos para salir
adelante es el perdón de nosotros mismos y de Dios.

“Mientras no confiese mi pecado,


Mi cuerpo iba decayendo
Por mi gemir de todo el día,
Pues de día y de noche
Tu mano pesada sobre mí.
Como flor marchita por el calor del verano,
Así me sentía decaer.
Pero te confesé mis reservas
Mi pecado y mi maldad;
Decidí confesarte mis pecados,
Y tú, señor, los perdonaste.”
Salmo 32.3-5

El hijo pródigo una vez recibió su herencia partió de su casa (Lucas 15:13) y
como era de esperarse no supo manejarla y la malgastó (v. 14). Tuvo que
arrimarse a unos ciudadanos de aquella tierra ante la escasez que vivía (v.
15-16). El hijo pródigo no quiso vivir con su padre disfrutando de su
paternidad y terminó siendo esclavo del mundo por necesidad.

La culpa puede ser una fuerza muy poderosa. Los grandes sentimientos de
culpabilidad han llevado a algunos a la desesperación y a otros al suicidio.
Han impulsado a algunas personas a pedir perdón por cosas que preferían
olvidar. La culpabilidad puede ser buena si nos lleva a algo positivo para
remediar un mal que hemos cometido. Tiene mucho valor cuando nos hace
buscar a Dios, aunque el encuentro resulte doloroso.

“No hay perdón que se ignore. Dios nos va a perdonar, pero el quiere que el
pecador sepa hasta qué punto y en qué medida fue perdonado”.
R. C. Trench

La mayor parte de los problemas los buscamos nosotros mismos es como si


nos gustara estar preocupados, como si no resistiéramos estar tranquilos,
somos la mayoría de las veces (por no decir siempre) los culpables de
nuestras propias desgracias como dijo el apóstol Pablo, que era uno de los
primeros líderes cristianos, que de acuerdo con su propia experiencia,
ciertamente quería dejar de hacer el mal, pero una y otra vez volvía a hacer
precisamente lo que no quería (Romanos 7.18-25).

El primer paso para buscar el perdón es reconocer nuestro ‘pecado’. El


Señor solamente nos puede ayudar cuando admitimos que lo necesitamos.

“Dios es como el aire: nos damos cuenta de él cuando nos falta.”


Miguel de Unamuno

El hijo pródigo cambió de actitud (reconoció su error, Lucas 15.17-19), tomó


una decisión radical (V. 17-19). Se levanto y fue hacia su padre: dio un giro
de 180º (V. 20-21), cambió su ingratitud por el perdón “He pecado contra el
cielo y contra ti” y el Espíritu Santo nos ayuda y nos implementa (Isaías
10.27).

Es fácil caer en la trampa de pensar en Dios como un policía demasiado


celoso de su tarea, que se goza cuando encuentra a alguien haciendo una
cosa mala y se complace en castigarlo por su error. Algunos viven en las
agonías del infierno, sufriendo por adelantado lo que sienten que es el
castigo que merece su equivocación. Otros piensan que Dios se ofende con
nuestros pecados; al pedirle perdón, él se cruza de brazos y se niega a
dárnoslo, según esa forma de pensar. Estas falsas imágenes de Dios nos
impiden llevarle nuestros problemas y recibir su ayuda para poder
soportarlos. Dios esta esperando que nos dirijamos hacia él para pedirle su
perdón. Es difícil hacerlo pero Dios es paciente con nuestras decisiones.

“Si a la justicia divina quieres agregar la consideración de nuestro interés,


confesarás que Dios ha obrado para nuestro bien y no por venganza.”
Pedro Abelardo

“¡Oh paciencia infinita de


esperarme!
¡Oh duro corazón en no
quereros!
¡Que esté yo tan cansado de
ofenderos
y que no lo estéis vos en
perdonarme.”
Pedro Malón de Chaide
Los resultados después del tomentoso proceso de aceptar que fallamos , una
vez le hayamos ganado al orgullo y al sentimiento de vergüenza, es
consolador Dios reafirma su amor para con nosotros, nos abraza y nos da
seguridad (Efectos 1.4-6); cambia nuestras vestiduras, nos quita los harapos
del mundo para vestirnos con ropa de linaje (Gálatas 3.27,29;4.6-7); nos
coloca anillo (sello de identidad celestial): nos vuelve a entregar la confianza
para que administremos todo lo que El posee (Hageo 2.8; Salmo 24.1).

“…..Es el miedo a ser juzgado por los demás el que nos hace estériles, y nos
impide dar todo el fruto que Dios nos llama a dar.”
Paul Tournier

Todo el esfuerzo vale la pena la verdad es preferible vivir un momento de


vergüenza y de humillación a nuestro ego que soportar toda una vida la
carga pesada de no haberme dado la oportunidad de haber sido mas feliz.
Los fracasos y la culpa son positivos cuando caemos nos damos cuenta de
lo frágiles que somos y de lo importante que es tener una roca fuerte en
donde descansar y recuperarnos. Es importante comprender que
pertenecemos a Dios y así como una rama se seca alejada de su arbola si
somos nosotros secos y vacíos cuando nos alejamos de nuestro creador,
padre, amigo, Dios y salvador nuestro.

Hay exigencias que presentar en cualquier institución, reglas y requisitos,


para que alguien llegue a ser miembro de ella; como puede ser el caso de
cierto nivel económico o pertenecer a una familia de importancia social. Esa
mentalidad es opuesta al espíritu cristiano. Dios no nos acepta porque
podamos corresponderle. Él perdona ampliamente a quien lo pida de
corazón. No tiene un precio para perdonarnos. Sin embargo, eso exige que
no olvidemos que le costo un precio muy elevado. El precio de nuestro
perdón fue la muerte de su propio hijo Jesucristo. Este acepto el castigo que
merecíamos nosotros. Por eso, pedir perdón a Dios es algo serio y profundo.
Es importante que dejemos que su generosidad produzca un efecto en
nuestra manera de vivir.

“La gracia de Dios no nos cuesta nada. Pero una vez ofrecida, no es posible
despreciarla.”
Dietrich Bonhoeffer.

El Señor nos dice “Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis
caminos.” (Proverbios 23.26).

“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o
qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la
vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?.........Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas……” (Mateo 6.25-34).
Los esquemas mentales, el corazón endurecido nos han apartado o han
enfriado nuestra relación con papá Dios, nos hemos vuelto esclavos del
mundo, del tiempo, de los afanes, de las vanidades ilusorias que ofrece el
mundo dejando a nuestro papá Dios con las manos extendidas para
derramar la bendición a la cual tenemos derecho en Cristo (Efectos 1.3),
viviendo como mendigos. Pero papa Dios tiene dispuesto siempre el
lenguaje de reconciliación y de perdón para recibirnos y volvernos en
amistad con ÉL para que nos vaya bien.

También podría gustarte