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20 manuel moreno fraginals LA HISTORIA COMO ARMA AL Comendante Ernesto Guevara Sema, dondequiera que esté, dandole las gracies por muchas razones, Resulta sorprendente replantearse ahora, después de tantas vueltas sobre el tema, euil ha de ser 0 —en forma imperativa— cuil debe ser Ia funcién de un histo- dor en la sociedad socialista, Sin embargo, creemos imprescindible este plan- teamiento porque el proceso revolucionario cubano, berriendo todas las antiguas jerarquits, nos ha hecho volver a las preguntas iniciales. Hoy, todo intelectual hhomesto esté necesitado de un analisis y recuento de su actitud, y los historiadores ‘no son una excepeidn, No podemos vivir en la sociedad nueva con las viejas concepeiones fata es una frase repetida hasta el infinite, Pero gqué hhemos hecho por la creacién de Ja nveva historia, del nuevo historiador? Empecemos por reconocer con Ie mas absolute honestidad que los libros de his- toriadores profesionales se leen poco; y se leen menot a medida que la opinién de sus colegas eleva la categoria intelectual de estas obras, Es obvio que no nos referimos aqui a los textos que los estudiantes adquieren y leen obligatoriamente como medio de aprobar sus asignsturas. Nuestra mencidn es a los libros histiricos —de historiadores profesionales cubanos y extranjeros— antes y después de la Rewlucién. La verdad de esta afirmacién queda demostrada con un simple ané- lisis estadistico de venta de libros. Este poco leer obras de historia, va indisolu- Blemente ligado a otro hecho de mayor trascendencia. Hay un clamor gencral Por una historia nueve, por una forma distinta de ver el pasado, que no satisfecho en In etapa revolucionaria. Son muy pocos los nuevos libros. hist publicades @ partir de 1959, aunque si hemos texido une importante Iabor de reediciones. Pero ni las antiguas obras han Mlenado siempre su cometido, ni las ruevas hin sido siempre nuevas en el exacto sentido de esta palabra. El hombre que va naciendo en este perfodo de construccién del socialisme intuye que los esquemts histérics tradicionales no funcionan. Los estudiantes se muestran per- plejos ante obras que pretenden ser el antecedente inmediato del presente que vi- vimos y que sin embergo nada tienen que ver con este mundo fabulose ques bre ante sus ojos. Y prefieren, como lecturas —no como disciplina— la historia apasionade, alucinante, que se revela detris de La tortura, La gungrena, La fave- le, © la recie explicacién de una clase social que ofrece El cimarrén 0 Memorias de una cubanita que nacié con ef siglo. El resumen definitive de este problema csté en Je respuesta sincere del agudo José Luciano Franco, cuando le preguntaron por qué Ie historia era tan aburride: La historia real —respondié—, ese. apasionante suceder diario, ereador, jaméis es sburrido: quienes somos definitivamente aburridos, somos les historiadores. GPAMA QUE LA musromta? AL penetrar en el camino del socislismo, replanteemos la pregunta inicial: para qué le historia? Durante siglos hemos venido acumulando reepvestes: la historia como masstra de la vida, ejemplo de las generaciones venideras, leccién de pre- sente... De Maquiavelo, a Savigny, a Toynbee —por citar sélo algunas cumbres del nacimiento y desarrollo de Ix historiografia burguesa— las respucstas a la razén de ‘a historia permanecen idénticas, aunque en cada ocatién se expresen on palabras diversas. Las palabras distintas para decir siempre lo mismo pe- recen autilezas de eacolisticot: pero en eat sutileza esti el sentido del juego y el gran fraude de la historia escrita burguesa. La historia escrita cubana es tam- bien una tipica concepcién burguesa. Y si queremos contestar sinceramente Ia pregunta: pera qué la historie?, dehemos interrogarnos también en este sentido: Gpara qué necesita la historia Ia clase dominante? La historia escrita es uno de los elementos fundamentales de la superestructura creada por un determinado régimen de produccin. En este sentido puede compa- réreele adecusdamente con la religién y el derecho, Tal ver por eco aburre a los hombres de boy como un libro antiguo de derecho o de teologia, y no interesa mio que a los expecielizadoe. Repiticndo determinados conceptos histéricos a los rifios en las escuclas y al pueblo todo a través de los diversos medios de comu- nicacién, la burguesia ha tratado de crear un mundo de mitos que en su raiz es idéntico « Ia creencia en San Juan Bosco o en el Santisimo Nifio de Praga. Sélo que la historia escrita es més peligrosa que las antiguas formas religiosas a las que pretende sustituir 0 complementar, ya que los mitos histéricos no responden 4 la mentalidad primitive sino se cotizan en el mercado de las idees como pro uctos modernos y cientifioos Y para un proceso revolucionatio este punto es 1L& HISTORIA COMO ARMA 21 22, sumamente delicado, ya que mito religioso te destruye por si solo ante una explicaciéa cientifica del mundo. la ley como superestructura se deroga, pero | creenciet historica permanece, como categoria cientifica, asentada en su base do- cumental. 4Cémo se han construido los mites histéricos? No es un hecho casual que la Fistoriografia burguese esiableciers como axiomas universdles ciertas premisas “ciemificas”, como las siguientes: Los hhechos recientes no pueden ser analizados correctamente por el historiador: © necesario que el tiempo los decante, calme las pasiones y fije los valores. No se puede juzgar el pasado con criterios del presente. Bl historiador ha de ser un hombre desapesionado, Fatas son aleunas reas burguesas del juego historiogrifico. Son verdades parcisles: decir, mentiras parciales. Y todas corducen a un mismo fin: lograr, de manera ientifica, que los historiadores se sparten de todo el contacto con la vids. Negar la posibilidad del anélisis de tox hechos recientes muestra el deseo sube consciente de frenar todo estudio que ponge en peligro la estabilidad del orden ‘burgués, Es cierto que son muchas las dificultades que pueden sefalarse al ex fuerza por escribir In historia contemporinea —en el verdadero sentido de eats palabra—, pero estas dificultades no son mayores que las que hay que vencer para historiar el pasado lejano. Historiar lo Iejano no crea mie problemas a ana burguesia gobernante que soportar quizas un leve vendaval sobre sus mitos histéricos: exponerse a que alguien, en un libro del cual se editan mil ejerplares y es leido-a Jo sumo por mil interesados, plantee una teris contra algo que extudian anualmente on Ins escuclas, institutes y universidades, un millén de personas. Y si esto sucede —ése fue el caso de Azicar ‘y abolicién, de Cepero Bonille—, se acusa al sutor de extremista, apasionado y ‘mtipatriota. Y, también como en el caso de Azicar y abolicién —que ex el en- sayo histérico més brillante que se ha escrito en Cuba en este siglo—, se le tiende 1 tomo una ominosa cortina de silencio. Ahora bien, historiar los hechos recientes implica para la burguesta gobernante €l peligro de que los historiadores investiguen y denuncien I realidad del presente. Y que dejen plasmaddo en una ohra cientifiea el relato exacto de una situacién conocida no slo a través de lus documentos sino también por el posible testimonio vivo de les actores del hecho, Y el trabajo con fuentes vivientes —de alguna forma hemos de Mamarles— implica la utilizaciéa de ciettas téenicas de investiga- cién que cnriquecen el instrumental historiogrifico y abren un mundo extraordi nario para ahondar y comprender el pasado. Pero estas modernss técnicas tam- poco son ensefiadas a los historiadores, y la burguesia las reserva pars el anilisis de eur mercadae y la venta de sus productos, Paraldlo a la negativa de investigar hechos recientes, corre la gram mentira parcial de que es imposible analizar el pasado con criterios de presente. Es elemental que Jas caracteristicas formales de los diversos pueblos y las condiciones de enla época difieren entre si extraordinariament®. Pero hay una serie de constantes hhistéricas que pueden aplicarse siempre, como son la realidad de la luche de clases y las relaciones de produccién. ¥ la sinicn forma de comprender cabalmente las relaciones de produccién del pasado, es estudiando las retaciones de produc- cin del presente, Sobre todo, no estudiéndolas en un manual de economia politica, sino incorporando al saker intelectual In vivencia misma de la produccién. La ‘inica manera de captar Ia lucha de clases es participando en esta lucha, conscien- temente, ya que quiérase o no siempre se participa de ella, Es un becho de sobra conocido, aunque nunca comentendo, que los creadores de! materialismo histérico no eran historiadores profesionales. J.legaron a las eyes hisiricas, no partiendo de los documentos sino arrancando del anlisis exaustivo de su presente: cs decir, ampliando sus vivencias hacia el pasado. El punto de partida, el Gnico punto fisico de partida, ex el presente. Siempre nes. proyectames de hoy al ayer sin que esto suponga la aceptacién de la historix como presente a la manera idealista de Benedstto Croce. Se trata, sencillamente, de comenzar por comprender Ia vida y lo que esta vida tiene de comin en cualquier tiempo y en cualquier lugar. Y ‘para entender la vida, para interesarse ividamente por e presente, es necesario ser un cspiritu apesionado. Quiséis por exo dentro de In pseudociencis hitoriografica burguesa, la pasiin es el miximo pecado capital. Se acuss de apasionado un historisdor como se pudiera acustr de adicto a las drogas a un hombre piblico. Se ha de ser frio, serene, deapesionedo, que nada excite ni conturbe: en resumen, un gran castrado intelectual. Alejado de la realidad, trabajando exclusivamente sobre el pasado, recopilamdo documentos muertos, aislado de 1a produccién de bienes materiales por los. muros del urchivo 0 la biblioteca. el historiador moderno es el gran triunfo intelectual de la burguesia que ha tenido en 1 su funcionario més fil, barato y eficiente. El historiador promedio americmo es en lo fundamental un empleado burocré- tico de segundo orden, o un profesor de historia. Ciudadanos pacificos, que Megeron a las disciplinas histéricas por una cierta curiosidad intelectuel y cuya isin més trascendente es exte acumular de datos, este escarbar de fuentes, part cxcribir eus obras. Y, en los peores y mas numerosos de lot casos, dedicados sélo ‘@ acopiar de acepios, a acumular de selecciones.previas. Pacientes trabajadores de la humedad, el polvo y las polillas: dicho sea todo esto ‘con el mayor respeto. Pero, fucra del archivo y lx biblioteca, transcurre la vida {que originé esos documentos que @ consulta, Yes curioso que cuando el historia- dor profesional se ve obligado a trabajar en cosas modernas, a mezclaree en el ritmo turbulento de sus dias, Io hace de mala gana, esperando el momento del retomo a Ia calma del estudio. Naturalmente que nada de esto se refiere a quienes no son historiadores de profesién sino que la ejercen subsidiariamente, por nece- saris creacién intelectual o por un sano placer de investigacién que nace des actividad principal. Quizas por exo gran parte de los escritos histéricos més inte- resantes de Cuba no se éeban 9 historiadores, sino a periodistas, médices, quimi 08 ¢ ingenieros. LA ELABORACION DEL PRODUCTO. HISTORICO Pensemos en las herramientas que utiliza, la materias primas que elabora y producto final que obtiene el historiador. Este pretende reconstruir una parte del pasado basindose en los documentos —escrites 0 no— y utilizando ciertas LA HISTORIA COMO ARMA 23 MANUEL MORENO FRAGINATS 24 téenicas de Ia investigacin histrica. En las fuentes documentales que consulta encuentra su primera extracrdinaria dificultad. Puede slirmarse que la casi tote lidad de los documentos con que trabaja el histosador sc originaron en las clases sociales dominantes. Ahora bien, en un légico proceso defensivo estas claves do- minantes han ido depurando sus documentos, borrando —como los delincuente— Jas huellas de sus pasos y dejindonos, como fuentes hietiricas, un materiel pre: viamente seleccionado y con el cuel sdlo puede Iegarse a ciertas conclusiones prefijadas, En este sentido, la mentalided del historiador esti condicionada por dos factores negativos: au formacién desde la infancia dentro del cuerpo de doc trinas y mitos histéricos burgueses, y una documentacién que a través de un pro- ceto de decantacién y seleccién respalda plenamente a esta religién historiogrifica. Y ee enfrenta 4 ambos problemas con una metodologia burguees do la investiga: cién histories, La historia escrita de Cuba —no hablamos de historia real— es un ejemplo concreto de cémo se ham mancjado los documentos y organizado el conjumw de mitos que constitaye nuestra superestructura histdrica. Tenemos sélo algo més de dos siglos de historiografia cubans, de historia escrita, y casi todas las obras de ex0s dos siglos reeponden a los intereses de Ia oligarquia tcrrateniente cubana del xvi —ga- nadera, tabacalera, azucarera— que deviene, en el xix y el xx, burguesix nacional al servicio de los intereses norteamericanos. Es imposible, y no tiene objeto, rea- cionar aqui la extensisime lista de mites mcnorcs en Ia historia cubana. A los fines de este trabajo hasta sefialar slo algunos puntos que constituyen dogmas fandamentales, como, por ejemplo, el antiespaiolismo, e! escamoteo del problema negro y la presentecién de ta burguesia como grupo creador de la nacionalidad. Tres aspectos que, como en la trlogia cristiana, forman un solo mito verdadero. El antiespafoliemo tiene un lejano origen. Durmte los siglos xv, xvit y xvi fue la base de la historiografia al servicio de lot imperios hoandés e inglés que Tucharon contra Espaiia, y hoy ex sumamente itil al imperislismo norteamerice no, Se mutre en su etapa de desarrollo con los argumentos y la obra del Padre Bartolomé de las Casas. Los apologistas de! imperio inglés y el holandés hicieron de Las Casas el prototipo del caballero andante por lor campos de América. Y asi, los grandes justficadores de los dos imperios de més birbaras depredaciones que conociera la historia moderna, los perfeccionadores de la trate de ceclavos negros, coolies, indios y polinesios, los padres de lz Guerra del Opio, traducen las ‘obras del sacerdote espaol, las comenten, lanzan numerosisimas ediciones y se cerigen en los grandes jueces contra la colonizacién hispana. Los norteamericanos mantienen [a tradicién, -y es famosa la actuacin de Lewis Hanke, histo. Findor al servicio del State Department, ferviente estudioso de Las Casas, que Jha dado conferencias sobre el tema por toda Hispanoamérica, pegedo no sabemos Por quién, pero Io imaginamos. Los argumentos de Bartolomé de Las Casas le- aron en su forma mas burda a las escuelas primaias cubanas donde, hasta la dévada del 1930-10, se estuvo ensefiando que los pocos espafoles que vinieron a la conquista y colonizacién de la Isla mataron con el trabajo forzado en las minas de oro a 300,000 indigenas en unos pocos alos. La historia eserita de Cuba de 1763 a nuestros dias es la historia de la lucha de los cubanos contra los espafioles, Ia lucha de los liherales cubsnos contra los rese- cionatios espafoles, Ia lucha de los cultos cobanos contra los ignorantes espaficles, de los valientes cubsnos contra los cobirdes espafioles. Todo esto se excribia con tuna gran documentacién mientras los expafoles narraban los succeos exactamente en In forma inversa, empleando también un gran acopio de fuentes. Participar en Enpafa de Ia tesis cubana significaba ser sustentador de la “Leyenda Negra”, ser antiespafiol, ser antipatriots. Participar en Cuba de la tesis cxpatiola cra, antes, ser traidor: hoy, ser falangista, ;Relativiemo histético, como dicen los idea- listas? No, Simplemente dos mitos: el antiespaiiol y el procspafiol, creados ambos com documentes previasiente scleccionados por les clases dominantes de los roe- pectivos paises. Verdades parcisles que expuesias parcishmente constituyen una sola gran mentira. No expresan dos posiciones —y és muy importante tener esto en cuenta—, no son dos posiciones historiogréficas —repetimos—, sino una sola posicién creadora de mitos por parte de ambas clases dominantes. Instituida la creencia de que las grandes pugnas s¢ debieron simplemente «un conflicto cubsno-espaiiol es posible hacer desaparecer de nuesiras historias el ‘profundo sentido de le lucha de clases, escamotcar las contradicsiones inherentes ‘a la produceiin de mercancias para el mercado capitalista empleando parcial- mente un régimen de trabajo esclavo, horrar el enfrentamiento de productores y comerciantes en una colonia donde por condiciones econémicas el segundo domina al primero. En una reciente polémice histérica que tuvo luger en Ia Universidad de La Habana, y en labios de un slumro que se ufma de sustentar la interpreta- cién materialisee de la historia, oimos la afirmacién de que la principal contra. iceién del siglo 21x cubano era la existente entre criollos y espaiioles. Su actitud demostraba hasta qué punto la superestructura histérica ha enajenado a los hom- Tres de hoy y de qué manera este periodo de construccién del socialismo esta impregnado de clementos capitalistas que obscurecen su comprensién, Asi, la impara magica de nuestros historiadores profesionales, Aladinos de la historia, borra del panorama de la Iela las tragicar figuras silenciosas de medio millén de eiclavos —cinco aios de promedio de vida en Ia plantacién, 16 horas diarias de trabajo, sangrientas sublevaciones, inversién econémica de centenares de mi'lones ad pewos— y pueden resumir el trigico afio de 1834 en una polémica entre el cu ano Sico y el espafiol Tacén, HACIA LA CREACION DE TA VERDADERA HISTORIA Greemes que ha legado el momento en que nos replanteemos honestamente —en obligedo aporie al socialismo que rece vigoroso—, cémo captar Ie verdadera historia, cémo crear al historiador nuevo que nos entregue la historia nueva, berads de concepciones clasistas burguesas. La tarea es sumamente dificil, ya que tio se trala de destruir unas cuantas premisas, Las bases de la historia burguece se van destruyendo ellas solas porque contradicen la verdad revolucionaria de nuestros dias y apsrecen a los ojos de los hombres nuevos como un atajo de men- tiras sin sentido, Pero este proceso de autodsstruccién ee lente, y aiin permanccen en lo exencial en nuestros libros de historia y quirés se mantendrin durante muchos ‘afios més, ya que constituyen superestructuras que Wegaron a formar categoria ‘expiritual, sobre todo en la generacién do transicién. Quizés si dl peligro meyor LA HISTORIA COMO ARMA 25 MANUEL MORENO FRAGIFALS 26 df seadomaterialismo historico que emerge y florece en los petiodos de tea como una forma de oportunisme intelectual y que confunie ficilmente 2 la juventud. En efecto, la nueva generacién, normal impetu juvenil, destructor de las antiguas catcgorias, esti conciente de que Ie historia escrita que le eatregamos es false, Si no se Hega a la raiz, la oposicién 4 los mitos burgueses se transforma inicialmente fen una actividad iconoclasta: destruir a Céspedes, a Saco, a Luz y Caballero,’ « Arango y Parrefio... Bajar de su templo a les doses burguescs y poner en su ugar los nuevos dioees. Esta actitud no responde, como falsamente +ha.querido verse, a un sentido de irresponsabilidad juvenil, sino a un profundo deseo insatis- fecho de justicia histérica. Y cx normal que por falta de proparacién —equién iba a prepararlos?— estos jévenes sean tecriblemente injusios en su justicia, Un caso concreto es el de Carlos Manuel de Céspedes, presentado por algunos seudo- historiadores —y por lo tanto sewdorrevolucionarics— como un rico hwcendado eaclavista, duefio de un moderno ingenio azucarero. Cuando la realidad docu- mental prueba que era un profesional acomodado que con grandes trabajos hacia moler un pequeéisimo trapiche, sumamente anticuedo, llamado La Demajagua, donde trabajaban, exclusivamente, obreros asalariados. Es necesario enfrentarse al problema de esta sed de una nueva historia escrita, de esta necesidad que tiene la Revolucién. Y la solucién definitiva no esti en pequeiias polémicas, en diseutir y rediscutir a Saco, a Marti, a Céspedes, indepen. dientemente de que discusiones de este tipo pueden ser muy tiles ‘en muchos casot, La solucién definitiva esta en la raiz del problema: no podemos escribir la historia nueva con materiales viejos y dindoles a los jévenes de hoy una forma- cién historiogréfica ipicamente burguesa y decadente, Volvemos esi « nuestra tesis inicial: no es posible una nueva historia de Cuba utilizando las fuentes de- cantadas, deparadas y seleceionadas por Ia que fuera burguesia cubana al servicio del imperialismo. Hablar de interpretacién materialista de la historia, de une historia Hamada marxista, y basarse para ello en el acopio documental de los historiedores burguese: que nos precedieron, ¢ sencillamente un fraude. Esc la Historia de Cuba tomando como documentacién las obras histiricas de nuestrat oligarquias equivale escribir ‘a historia heroica de la Sierra a través de Im noticias que ofreciers el Diario de la Marina Esto no significa igmorar Ias fuentes documentstes de los historiadores burgueses. No pueden desecharse las fuentes utilizadas hasta hoy: no puede desecharse nin- ‘sune fuente, Lo que afirmames ce que estas fuentes han sido ys organizadas, de- puradas y seleccionadas para construir los mitos histéricos de ls burguesia y con dllas no hay forma honesta de legar a otras conclusiones que las tipicamente burguesss. Hemos de tomarlas, simplemente, como une parte de la documentacién, pero nuestros estudios deben necesariamente absrcar el panorama integro: di ri- quisimo mundo de cosas intocadas y nunca comentadas. Hay’ que ir hacis aquellas riquisimas fuentes quo la burguecia climind del caudal histirico por ser precisa: mente les mis significativas. Y con vl aporte de estas nuevas ¢ imprescindibles investigaciones descubrir:las leyes dia'écticas de nuestra historia. Y ebsérvese bien claramente que decimos descubrir y no aplicar; porque el otro gran frande histé- rico consiste en tomar determinados csquemas materialistas, de la manera mis simplista, y hacer con ellos un molde rigido donde depositer los datos. Sin una reinvestigacién del pasado no puede hablarse, con absoluta probidad intelectual, de nueva historia cubana ni de interpretaciin materialista. Y quienes piensen que de jel, recnerden las palabrax de Marx: En le ci no hay calzadas reales, y quien aspire a remontar sus luminosas cumbres tiene ‘que estar dispuesto a escalar lo montaia por seaderes escabrosos. Pero no ce silo una reinvestigacia: se trata de una reinvestigacin con métodos aueves, Porque si al total de las fuentes mos enfrentamos con Ia metodologia his- toriogréfica burgvess, de nuevo operat en nosotros el mecanismo burgués de se- Iecein, retornamos al antiguo cansino y lcgemos a las minmas viejas conclusiones. Las muevas fuentes necesitan una nueva actitud acuciosa, que pera actuar creado- tamente ha de nacer de una formacién cientifica distinta de ta que imparten las actuales escuelas de historia en América. Los clisicos planes de estudios jamis Fodrin producir ¢ nuevo historiador: y en este sentido, nuestras unirersidades no son una excepcién. es suroamente di En les carreras de estudios histéricos no esti ineluida una sola investigacién social © econémica moderna, con practices concretas, trabajos de campo y que enseiien consecuentemente la metodologia de estas investigaciones, El alumno no se extera de los grandes problemas de le produc teenolégico y por lo tanto jamis entenderd, en su raiz, qué honda transformacién provecd en Europs el complejo de los nuevos tclares o en Cuba 1a aplicacin de 'a evaperacién al vacio en lee ingenios. Ne tiene la menor idea de un anilisis de mercados. de consumo, de vents, de distribucién; no sabe cémo se investigan los ‘médulos de vide de una comunidad rural. En ana ocasién, y en una universidad cubana, pudimos comprober que loe alumnos de historia de Cubs, que recibian ademis un seminerio de historia republicans, ignoraban los mas elementales me- canismos de Is venta del azdcar, las ventas de futuros, los mercados residuales, etc. Y con estos alumnos, que hoy son profesores, se esti impartiendo a los nifos la ensefianza del pasado cubano y se espera escribir la nueva historia verdadera, cxacta, cientifica, sin mitos, Quizés Ia razin de todo esto csté en que, a nosotros Ios historiadores, se nos pueden aplicer las palabras de! Comandante Emesto Che Guevara al hablar de los inte Iectuales: la culpbilidad reside en que no somos aulénticamente revolucionarios. Sin embargo, reconociendo los errores propios y el lastre capitalist que levamos, bagamos nuestro esfuerzo por apresurar la creacién del historiador nuevo. Un Fistoriador que tenga el concepto de que toda labor amplia de investigacién es siempre un trabajo colectivo donde sc sesuman los aportes de expericncias sicolé- ices, econémicas, tecnolégices, etc. Sabemos que ese historiador nuevo, ademés de sus profundas ‘ecturas de documentos y libros antiguos, sabré del trabajo pro- ductive, no como disciplina impueeta sino por Ia belleza ereadora de la produc in. Sabemos que el nuevo historiador, aunque ee esperialice en unz sola direc- ién, en una region y en un solo periodo, mantendra siempre vivo el interés universal. Y que eo que los eruditos de hoy llaman dispersién seri visto como lo ‘que realmente es: espiritu universal y ereador. Podriamos terminer fijendo unas ltimas catacteristicas de formacién intelectua! ¥y moral. Quien no maneje e interprete las cifras, quien sea inepto para lis mate- no eprende cme s taza un flujo LA MISTORTA COMD ARKA 27 28 Iaticas, jamais sera historiador. Quien sea incapaz de comprender Ia belleza extraordinsria y el fabuloso mundo intelectual que hay detrés de un hibrido del ‘air, una maquinsria o un nuevo alimento para el ganado, jamis sera historia dor. Quien no sienta Ia alegria infinita de estar aqui en este mundo revuelto y ccambiante, peligroso y bella, doloroso y sangriento como un parto, pero como él creador de nueva vida, esté incapacitado para escribir historia. Y quien, sobre todas las pequefias rencillas personales no sienta su deber moral de entregerlo todo por la Revolucién, y esté consciente de las taras que arrastra y que no debe transmitir; quien en esta hora no sienta el deber de crear; quien no sienta el eber de estar aqui aunque sea simplemente queméndose como lefia en este fuego; quienes no estén mas allé de tu libro y el mio, de te-escribo-le-noia-detu-libro para que luego time-escribes-le-nota-de-mi-libro, jamés podrin ser historiadores. La Habana, octubre de 1966

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