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¿En qué nos afecta la culpa cuando crecemos? ¿Es útil o no lo es?
La culpa forma parte de un esquema mental abstracto, muy cercano al esquema de la moral, el
cual permite diferenciar las acciones negativas de las positivas (buenas o malas). A la vez,
mantiene a las personas dentro de los rangos aceptables de conducta, alejándolos de los actos
que pueden ser castigados por la ley. De tal manera que puede ser útil en estos sentidos, para
ayudar a que la sociedad se mantenga de cierta forma dentro de los márgenes de la paz, no
elevar los actos de violencia y poder desarrollarse como pueblos en general.
Iglesia
Culpa
A través del crecimiento, se crea la base para el desarrollo de la experiencia culposa, la que se
caracteriza generalmente como una emoción desagradable o molesta, como tristeza,
ansiedad, irritabilidad o inquietud. Esta se siente al romper las reglas culturales por haber
cometido una transgresión. El adulto joven promedio, ya tiene bien desarrollado este sentido,
y lo ha de poner en práctica para su rutina diaria y en general.
Muchas personas temen “ser culpadas de algo”, sobre todo si su desarrollo fue estricto, muy
punitivo y rígido, y esto hace que se vuelvan dóciles y temerosas de las consecuencias a las que
se verían expuestas; así que su comportamiento se mantiene dentro de parámetros bien
establecidos, de tal manera que no podrían ser culpadas de nada. La culpa les genera una seria
sensación de inadecuación, y prefieren ser vistas como personas consecuentes, diligentes,
puntuales, trabajadoras, honestas y honradas.
Este esquema de pensamiento que orienta las acciones propositivas en la realidad, luego
puede ser tomado por otras personas mal intencionadas, como el momento perfecto para
aprovecharse de aquellas que no pueden negarse a cumplir con su propia expectativa de
persona “responsable”. Es en este tipo de relaciones, donde entra en juego la manipulación de
otro sobre una persona justa y honorable. Para un ser que se habituó a ser recto en su forma
de llevar la vida, con la verdad de frente, le es difícil no sucumbir frente a otra que la acusa de
algo en particular. De hecho, el manipulador gusta de las personas que tienden a mantener
una vida íntegra.
El manipulador busca obtener ganancias de parte de la persona a la que controla, y una de las
herramientas más efectivas es precisamente ejercer presión por medio de hacer sentir “culpa”,
de allí que las relaciones interpersonales se conviertan en algo complejo sin que se percate.
En el trabajo, será más fácil identificarlo, pues usualmente son los jefes abusivos quienes
ejercen presión por medio de este tipo de actos sobre sus subalternos, al culpabilizar a otros
de las condiciones negativas del trabajo, logran punitivamente que se ejecuten sus deseos al
pie casi de la letra, y a la vez, dejan sin oportunidad de carrera en ascenso a quienes están por
debajo de su línea organizacional.
Debe analizarse la clase de relación en la que se encuentre cuando empiece a sentir culpa por
cualquier evento, establecer los parámetros de responsabilidad de cada quien dentro de la
dinámica interrelacional. Darle el peso que corresponde a cada evento, sobre todo a aquellos
que son fortuitos y se han sucedido fuera de la misma.