Formador: Pbro. Kevin Barrera Propedéutico profesional 12 de marzo de 2018 Escogido por Dios desde su pueblo Y llamado por su iglesia En este ensayo voy a tratar acerca de la constitución dogmática “Lumen Gentium”, luz de los pueblos, más específicamente del capítulo dos referente al pueblo de Dios, tocando algunos aspectos del cuerpo místico de cristo. Esta lectura permite preguntarnos ¿Cómo el señor llama desde su pueblo a constituir este cuerpo místico que es la iglesia? Además de descubrir como llama desde ese pequeño pueblo, que es la familia, a participar en la misión universal de la iglesia “que cristo adquirió con su sangre” (LG.2) El primer llamado que hace cristo para pertenecer a su iglesia es el bautismo, ya que como aprendí en mi experiencia como monaguillo, en este sacramento todos somos constituidos cristianos y somos ungidos con el santo crisma, signo de la unción sacramental del espíritu santo que nos anima a anunciar a cristo, llamado que acepté al querer vivir este proceso y así crecer en la comprensión de los sacramentos, en la oración y en el hacer de mi vida un testimonio de cristo para los demás, como se expresa en (1Pe 3, 15). Los sacramentos forman una parte fundamental de la vida cristiana, y en ellos somos llamados a encontrarnos con Jesús, iniciando con el bautismo, uniéndonos con el pueblo de Dios en la eucaristía y creando un vínculo intimo con él en la confirmación. En mi historia vocacional siempre he considerado mi primera comunión, como el inicio de mi vivencia cristiana, fue la primera vez que el llamado de cristo se manifestó en mi vida y se consolidó en esa unión intima aceptada en la confirmación, convirtiendo al espíritu santo en mi guía para así “enfocar mis ojos en cristo para saber a quién voy a llevar a los demás”, como se expresó en el retiro que se vivió en el seminario mayor Juan XXIII. Así como en el orden sagrado estamos llamados a “guiar a la iglesia con la palabra de Dios”, siendo esta la razón por la que debemos crecer en la palabra, en el matrimonio la pareja esta llamada a la santificación mutua y a la procreación, iniciando una pequeña comunidad de la que el espíritu santo suscita recibir la palabra de Dios e invita a poner al servicio de los demás los dones que han sido recibidos. Para conseguir encontrarnos con cristo, y ser dignos de llevar su palabra a los demás, debemos tener como modelo a María que es “imagen y principio de la iglesia”, encomendándonos a ella seremos purificados y moldeados perfilando a cristo en nuestra vida para llevarlo a los demás. Que María santísima interceda por nosotros ante su hijo Jesucristo para que todos los hombres nos unamos en el pueblo elegido por Dios que es su iglesia.