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INDICE
1. CONOCIMIENTO NATURAL Y CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
1.1. Todas las personas poseen grandes conocimientos de psicología. Los han
adquirido por experiencia directa, por observación y por instrucciones. En general, no
por enseñanza formal.
1.2. Se trata de conocimientos propios de la psicología natural, que hay que distinguir
del conocimiento científico.
1.3. Los dos tipos de conocimientos se diferencian por el lenguaje, por sus fines y sus
métodos.
1.4. El lenguaje precientífico: las metáforas y las descripciones por analogía
1.3. Los dos tipos de conocimientos se diferencian por el lenguaje, por sus
fines y sus métodos.
Las principales diferencias entre estos dos tipos de conocimiento residen en el lenguaje ,
los fines y en la metodología (Figura 1). En cuanto al primero, la diferencia radica en el
nivel de generalidad de sus enunciados. El lenguaje del conocimiento disciplinario o
científico es abstracto, se articula en enunciados (leyes y teorías) referidos a casos
generales. No se ocupa de lo que le sucede a un individuo particular en su contexto
Veamos un ejemplo. Como se habrá intuido, existe un tercer tipo de descripciones para
dar cuenta de lo que le pasa a esa estudiante ejemplar: son las que se centran en las
relaciones entre las características y disposiciones del sujeto y las características
ambientales. Desde un modelo dualista se razonaría así: “Su buen rendimiento se debe
a su motivación, a su orden y regularidad en los estudios y también a la buena calidad de
la enseñanza que recibe.”
Desde un modelo de interacción, los comentarios sobre la estudiante discurrirían en
estas líneas: “Este es el tipo de enseñanza más adecuado para las capacidades y el
estilo de aprendizaje de esta muchacha. Su método de trabajo le permite aprovechar al
máximo las oportunidades que ofrece este ambiente docente. Su nivel de conocimientos
es equivalente al del resto de los compañeros, por lo que puede obtener el máximo
rendimiento del trabajo en equipo y de la observación de los modelos constituidos por
sus estrategias de estudio y de solución de problemas.”
Veamos otro ejemplo, más general (Figura 7). A la pregunta: ¿qué determina el compor-
tamiento, los genes o la educación? (la famosa contraposición entre naturaleza y educa-
ción o, en inglés, nature versus nurture), la respuesta es: ambos. En esto estarían de
acuerdo los dos modelos. Las diferencias entre ellos aparecen a partir de aquí. Citando a
Ana Anastasi, la pregunta crucial es cómo lo hacen (V. Anastasi 1976) y, por tanto, ha de
formularse así: ¿De qué manera genes y educación, dan lugar a un comportamiento de-
terminado? (Figura 8)
Los dualistas, como se ha dicho, responderían que actúan de forma independiente y sus
efectos, cuando lo hacen conjuntamente, se suman. Desde la óptica de un modelo de
interacción se considera que ambos actúan, pero no de forma independiente sino, como
El concepto de enfermar.
En la enfermedad existen lesiones o alteraciones fisiopatológicas; también existen modi-
ficaciones psicológicas, como por ejemplo, la forma en que cada persona interpreta y
valora lo que le sucede o, en un sentido patológico, el estrés (Figura 9).
Un ejemplo, algo simple pero ilustrativo de esta idea, lo ofrece el dinero. Desde el punto
de vista físico, se trata de trozos de papel o de metal. Pero su influencia en el
comportamiento, en lo que hacen las personas para conseguirlo, conservarlo u operar
con él, no depende de esta naturaleza física sino de su significado, es decir, su valor,
algo que arbitrariamente se le ha asignado y que no guarda relación proporcional con la
materia física (no existe relación entre el tamaño de una moneda y su valor). Y algo
también que cada individuo aprende a identificar y a interpretar en el proceso de
socialización. Sin la convivencia social y el aprendizaje derivado de ella, el dinero sería
papel y metal. Su influencia en el comportamiento si la hubiera sólo sería debida a
estas características físicas.
Ahora bien, el hecho de que no exista o no sea necesaria una relación directa entre las
características físicas y el valor del dinero, no quiere decir que los dos aspectos sean
independientes y que se pueda prescindir de las primeras. Para hacer feliz a un acreedor
es necesario entregarle unos determinados ejemplares de los trozos de papel. No basta
con decirle algo así como “Considera saldada mi deuda y ves en paz”.
Otro ejemplo es el propio lenguaje. Desde el punto de vista físico, las palabras no son
más que sonidos, estímulos auditivos de una determinada longitud de onda y una
determinada intensidad. Pero estas características no explican la influencia en el
comportamiento de una mala noticia, de un poema, de una expresión de cariño o
admiración o de una explicación filosófica. Todas estas formas de lenguaje influyen en el
comportamiento por su significado, por lo que representan o simbolizan. También en este
caso hay que recordar lo que se ha dicho más arriba: el significado no sustituye los
estímulos físicos de las palabras. Tiene que haber sonidos: cuando no los hay, decimos
que la persona delira o alucina. Lo que pasa es que las palabras no ejercen su función
por los sonidos sino por lo que ellos representan o simbolizan. Algo semejante podemos
decir respecto a la respuesta del guerrero de la viñeta (Figura 15) al estímulo constituido
por la corona de laurel. En esto, almenos, se distingue de su caballo.