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Escuela de Pedagogía(sic)
Universidad Central de Venezuela
Extraído de la Revista de Pedagogía / Año II – Nº. 3 – Enero 1972 / pp. 40-60
NOTA EXPLICATIVA
1
contenidos en las constituciones y leyes de educación de los diversos países, y sintetizan,
en relación al sistema educativo, en sus diversos niveles y ramas el ideal educativo del
sector social o político que ejerce el poder. Así, la Constitución de la República de
Venezuela establece en su artículo 80:
1.2. Propósitos
Son enunciados que formula el docente atendiendo a su aspiración o intención de
satisfacer las exigencias que le plantea la enseñanza, pero que no especifican la forma de
conducta que el alumno realizará como demostración de haber adquirido un aprendizaje
determinado. Su grado de generalidad y forma de expresión permiten que se les confunda
frecuentemente con los fines de la educación. No obstante, se diferencian de éstos en que
mientras los fines traducen la política educativa del Estado, los propósitos se sitúan en el
marco del quehacer docente, y aluden a un sector específico del conocimiento –curso o
materia-, didácticamente delimitado, es decir, en tanto los fines son la expresión
institucional de una política educativa determinada, los propósitos son la expresión de
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aspiraciones en términos de enseñanza-aprendizaje, con miras a la transmisión y
asimilación de conductas no explícitas, por parte docente y alumnos, respectivamente.
Harris Bunker define claramente los propósitos, y los diferencia de los objetivos en los
términos siguientes:
1
Bunker, Harris. Principios Fundamentales de Evaluación para Educadores. Ediciones de la Universidad de
Puerto Rico. Río Piedras, 1966; pp. 17-18. Segunda edición.
3
“Propiciar en el alumno la formación de una capacidad crítica frente a los
problemas que afectan al nivel de educación media.”
¿Ha adquirido una capacidad crítica frente a los problemas que afectan a la
educación media?
4
Contrariamente a los propósitos, los objetivos en términos de conductas observables
se formulan en función del alumno, y expresan en forma operacional lo que éste tiene que
efectuar para demostrar su adquisición del aprendizaje deseado. Los ejemplos que siguen,
correspondientes a materias a nivel superior, ilustran lo expuesto anteriormente.
En estos ejemplos, queda claramente establecida cuál será la actuación del alumno
al concluir la unidad de aprendizaje, y contrariamente a lo ocurre con los propósitos, no se
trata en este caso del desiderátum del docente sino de la evidencia que ofrecerá el alumno
respecto de la conducta prevista en el objetivo, y que consiste, en el primer ejemplo, en la
elaboración de una síntesis de los textos dados que pongan de manifiesto el carácter
histórico de la educación. En el segundo ejemplo, tal conducta consiste en la identificación,
por el alumno, del tipo de aprendizaje efectuado en una situación dada.
De lo dicho hasta aquí puede establecerse que la diferencia entre los dos
procedimientos de formulación de objetivos es palpable, y no cabe duda acerca de la
efectividad del procedimiento que establece las conductas observables, el cual pasamos a
examinar a continuación.
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A partir de esta instancia del proceso formativo, el concepto metodológico a utilizar
será el de objetivo, el cual comporta una connotación conductual y verificable, dentro de
ciertos límites de validez y confiabilidad.
Cabe destacar por otra parte, que un proceso de definición de objetivos como el
propuesto, supone, necesariamente, la consideración previa de los factores que integran
el marco de referencia o contexto para el cual se enuncian tales objetivos, es decir, resulta
de importancia fundamental atender a la realidad socio-histórica circundante, por una parte,
y a las características del individuo al cual van dirigidos estos objetivos, por otra parte; sus
necesidades, potencialidades, inquietudes, y, en suma, al conjunto de factores de índole
biológica, psicológica y económico-social que lo conforman. En consecuencia, una
formulación de objetivos para cualquier curso, materia o sector de la conducta, adquiere su
real sentido en la medida en que convierte las formulaciones filosóficas contenidas en los
fines de la educación, en formas tangibles de conducta, observables y susceptibles de
evaluación.
2
Mager, Robert F. Objetivos para la Enseñanza Efectiva. Traducción y adaptación de Alberto Gibbs y Arturo
H. Banegas. Librería Editorial Salesiana. Caracas, 1967.
Estarellas, Juan. Preparación y Evaluación de Objetivos para la Enseñanza. Ediciones Anaya. Madrid, 1971.
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debe utilizarse el vocablo o conjunto de palabras que más exactamente expresen el
propósito del docente.
2.2. Especificación de las condiciones bajo las cuales será realizado el objetivo
3
Mager, Robert F. ob. cit., p. 26.
4
Estarellas, Juan. Ob. cit., pp. 67-76.
5
Estos ejemplos forman parte de un trabajo más amplio, el cual realizamos actualmente con programas de
diversas materias a nivel universitario.
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d) Indicación de las técnicas, procedimientos e instrumentos de evaluación a
emplear.
En la formulación de los objetivos del tema propuesto, el alumno debe atender por lo
menos, al primero y segundo requisitos señalados.
3. Describe las actividades concretas que realizará el alumno para el logro de
los objetivos propuestos, indicando la secuencia y fuentes de información requeridas por
todas y cada una de las conductas deseadas.
4. Indica los procedimientos o instrumentos de evaluación a emplear en función
de los objetivos, y por lo menos tres razones que sustenten su adopción.
Como puede verse, en los objetivos antes enunciados están presentes las
características de un objetivo formulado en términos de conducta observable. Veamos el
primer objetivo: en éste, la conducta final estaría dada por la organización que el alumno
debe hacer de los contenidos temáticos de la unidad dada; además, se especifican unas
condiciones fundamentales para la realización del objetivo: se proporciona al alumno el
tema con el que ha de trabajar y además se indican los criterios metodológicos con sujeción
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a los cuales debe organizar los contenidos. Por último, se especifica el criterio de
evaluación o de rendimiento aceptable, sin cuyo cumplimiento no se considera logrado el
objetivo.
A través de los ejemplos que acabamos de utilizar, creemos haber ilustrado en sus
aspectos generales el procedimiento de construcción de objetivos para la enseñanza. No
obstante, queremos dejar claramente establecidas las diferencias existentes entre
propósitos del docente y objetivos en términos de conductas, para lo cual presentamos a
continuación varios ejemplos en los cuales se enuncia el objetivo dado desde el punto de
vista tradicional, como expresión de la intención del docente, y, simultáneamente, con
sujeción a las prescripciones metodológicas de los autores citados en este trabajo.
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Consideremos en primer lugar un tema de estadística descriptiva, acerca de la
recolección y presentación de datos, uno de cuyos objetivos se enuncia en forma
comparativa como sigue:
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Tema: EL MÉTODO CIENTÍFICO
Procedimiento tradicional: Propósito Objetivo en términos de conducta
Lograr que los alumnos comprendan Al concluir el tema, el alumno:
las diferencias existentes entre ciencia Establece por lo menos cuatro
y sentido común como formas de diferencias esenciales entre ciencia y
conocer la realidad. sentido común, a partir de dos textos
de autores diferentes contentivos de
dichos conceptos.
Un análisis de estos ejemplos nos permite poner de manifiesto los rasgos más
importantes de los mismos, tomando como marco de referencia el procedimiento
estudiado.
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este caso describir las etapas que deben seguirse para agrupar una serie de datos en una
distribución de frecuencias. Asimismo, se señalan las condiciones en que se realizará el
objetivo –se da una serie de datos-, y se indica un patrón de evaluación observancia del
orden metodológico requerido.
En conclusión, hemos de decir que los enunciados que formula el docente sin
expresar claramente qué es lo que espera que sus alumnos hagan al concluir una etapa
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determinada del proceso de enseñanza, como evidencia de que han adquirido los
aprendizajes deseados: conocimientos, actitudes o destrezas, carecen de utilidad como
instrumentos didácticos cuya función es orientar el trabajo del profesor y del alumno y evitar
la dispersión de esfuerzos y recursos.
El concepto y formulación de objetivos tal como los hemos descrito en las partes 1 y
2 de este trabajo, supone un conjunto de ventajas no observables en procedimiento
docente tradicional. Tales ventajas se concretan en tres aspectos fundamentales: a)
continuidad y articulación del proceso de enseñanza-aprendizaje; b) validez de la
evaluación; c) orientación del trabajo del alumno. Examinemos cada uno de estos
aspectos.
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demostrada por la práctica. En el esquema que proponemos, los diversos elementos que
lo integran pierden su sentido formal y pasan a ser eslabones de una secuencia en la que
un componente es la continuación lógica del que lo precede, y a la vez cada elemento
determina o condiciona al que le sigue:
1 2 3 4
CONTENIDOS OBJETIVOS ACTIVIDADES EVALUACIÓN
En los casos anteriores, podemos observar, que por tratarse de objetivos enunciados
en la forma tradicional, es decir, como intenciones o propósitos y no en términos
conductuales verificables, su ubicación dentro del programa didáctico, no constituye
realmente una exigencia metodológica rigurosa, y podrían colocarse en cualquier lugar de
la secuencia y aún hasta eliminarse, sin que esto altere o imposibilite la realización del
proceso docente. Esto, precisamente porque dadas sus características ya analizadas, su
función como guías instrumentales de la enseñanza-aprendizaje es prácticamente nula o
inoperante.
En el esquema propuesto, los contenidos aparecen en primer término, y
consideramos que entre éstos y los objetivos tiene lugar una interdependencia o interacción
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difícilmente separable. Entonces, al colocar el elemento contenidos antes de los objetivos,
lo que estamos adoptando es un criterio práctico, derivado de la realidad y según el cual
resulta artificioso cuando no difícil, formular objetivos de conductas sin contar previamente
con contenidos temáticos claramente definidos, a partir de los cuales se puedan describir
expresiones de conducta a ejecutar por el alumno.
Pasemos a describir cada uno de los aspectos del esquema, dando por descontada
la importancia que tiene el que previamente a la organización de contenidos temáticos y a
la formulación de objetivos correspondientes a una materia o curso determinados, se haga
una fundamentación de tal materia o curso en que se expongan los principios, naturaleza,
alcances e importancia que presentan para la formación del tipo de alumno de que se trate.
3.1.1. Contenidos
Son los segmentos o sectores de materia que se organizan con criterio metodológico,
con el objeto de facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje, sobre la base de su
adecuación a la naturaleza, principios y estructura de aquélla, por una parte, y al grado de
madurez y comprensión de los alumnos, por otra.
3.1.2. Objetivos
Los objetivos son enunciados que, definidos en términos de conductas observables
y verificables, constituyen los elementos fundamentales e imprescindibles del proceso
docente, por cuanto permiten la continuidad y articulación de dicho proceso y aseguran
resultados más efectivos con una mínima dispersión de esfuerzos y recursos por parte del
docente y del alumno. Asimismo, hacer factible la comparación racional entre los
aprendizajes previstos y los logros alcanzados, imprimiéndole validez a la evaluación de
los cambios de comportamiento operados en el educando.
3.1.3. Actividades
Por actividades entendemos en el marco de este esquema, el conjunto de acciones
graduadas y sistemáticas que conforman un proceso o “estrategia metodológica” orientada
al logro de los objetivos previamente establecidos. El concepto y alcances de los objetivos
aquí utilizados, comportan un enfoque diferente en relación al esquema tradicional de la
metodología didáctica a desarrollar, y plantean, consecuencialmente, la necesidad de llevar
a la práctica tales actividades en función de los objetivos, y formular las acciones más
efectivas y adecuadas a las características de la conducta a lograr, es decir, los ejercicios,
problemas, diseños, análisis, síntesis, resúmenes, que respondan a las exigencias de dicha
conducta deseada, precedidos de indicaciones precisas, lógicas y efectivas por parte del
docente.
3.1.4. Evaluación
Este aspecto está estrechamente relacionado con los objetivos, y sus funciones
fundamentales de diagnóstico, pronóstico y orientación, así como sus condiciones
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psicométricas de validez y confiabilidad, cobran sentido sólo en la medida en que se
establece una correspondencia efectiva, real, entre los objetivos de la enseñanza y los
procedimientos o instrumentos de evaluación de los aprendizajes logrados por el alumno.
En consecuencia, un proceso docente que no establezca objetivos claramente delimitados,
en términos de aprendizaje mensurables, no podrá determinar con precisión y objetividad
el grado de eficiencia alcanzado, por carecer de patrones de referencia o criterios
valorativos adecuados. Asimismo, un proceso de evaluación que no determine previamente
en forma descriptiva los rasgos, variables, aprendizajes o conductas que pretende evaluar,
y los procedimientos que debe utilizar en función de dichos rasgos, carecerá,
necesariamente, de la validez y confiabilidad que hacen de la evaluación la etapa que
permite establecer juicios de valor acerca de la efectividad de la enseñanza-aprendizaje.6
Si bien el docente debe conocer el significado y alcance de cada uno de estos tipos
de validez, interesa fundamentalmente, a los efectos de este trabajo, la validez de
contenido, por ser ésta la que está presente en el proceso de evaluación del aprendizaje,
y la cual se define en función de la correspondencia necesaria entre los objetivos de la
instrucción y las técnicas, procedimientos o instrumentos empleados en la verificación de
los logros alcanzados por el alumno, al final de una etapa dada. Al respecto, la afirmación
de Lindeman7 que nos permite mayor claridad sobre el problema, cuando sostiene que:
6
A fin de ilustrar la continuidad que tiene lugar al aplicar el modelo de enseñanza descrito, incluimos al final
del trabajo un cuadro con la planificación de una unidad, en el que se cumplen las diversas etapas del
esquema propuesto.
7
Lindeman, Richard H. Tratado de Medición Educacional. Versión castellana de Elvira Rissech. Paidos.
Buenos Aires, 1971; p.51.
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contenido se administrara a alumnos de segundo grado. Cuando se
critica un test afirmando que no representa de manera adecuada el
contenido real del curso, ello implica que se está cuestionando su validez
de contenido.”
A la luz de este concepto de validez es obvio que los resultados de una prueba de
rendimiento son válidos sólo en la medida en que representan los diferentes objetivos
específicos que, en términos de conductas, han sido formulados por el docente, y no otros
aprendizajes, como comúnmente ocurre cuando por ejemplo se habla de que tal o cual
prueba tiene por objetivo evaluar la capacidad de comprensión, de análisis o síntesis del
alumno y lo que se hace simplemente es evaluar el conocimiento en sus manifestaciones
más elementales, como son el conocimiento de terminología o de hechos específicos,
fechas, nombres, definiciones, etc., niveles en los cuales el grado de complejidad no rebasa
el marco del recuerdo de informaciones, y la habilidad del alumno para enunciar, enumerar,
describir, nombrar, etc.
Vemos pues, a través de los comentarios anteriores, la gran importancia que tiene
una correcta formulación de objetivos, en relación con el grado de validez de la evaluación,
entendida ésta como el elemento final del esquema o plan didáctico propuesto.
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1º) La formulación de objetivos en términos de conductas constituye una forma
exagerada de dirigismo por parte del docente, que obliga al alumno a circunscribirse a los
cauces previamente establecidos por aquél. Ante esta posición, cabe preguntarse si
cuando el docente acude a improvisación en vez de planear racionalmente su trabajo, no
está haciendo uso de dirigismo determinado por su falta de previsión y responsabilidad
frente a sus alumnos, introduciendo en el proceso docente elementos que lo distorsionan,
dispersar esfuerzos y disminuyen la calidad y eficiencia de la enseñanza. En este último
caso, se trata de dirigismo impuesto por el desconocimiento de una metodología adecuada
a las características y exigencias dela enseñanza, el cual comporta la adopción por el
docente de sus puntos de vista acerca de los aprendizajes considerados por él como
importantes o básicos, sin que tal decisión responda, en la generalidad de los casos, a
criterios diferentes a los de autoridad, experiencia o sentido común. Como consecuencia
de esto, el alumno estará sujeto, hasta el momento en que se realice la evaluación
correspondiente, a una situación de incertidumbre e inseguridad que no por sus efectos
psíquicos en la conducta del educando, constituye por sí mismo garantía alguna de la
efectividad o nivel de la enseñanza impartida. Por otra parte, no existe la imposibilidad,
científicamente comprobada, de formular objetivos en relación con conductas de un alto
grado de complejidad, tales como el análisis, la síntesis, el juicio crítico, que comportan
innovación, creatividad o una conducta adaptativa compleja. En este sentido, las
investigaciones que han culminado en la formulación de taxonomías de objetivos son
verdaderas pruebas científicas que arrojan luz sobre un campo hasta ahora propicio a la
rutina tanto como a la improvisación. Los estudios realizados en Estados Unidos por
Robert Mager (1962), Benjamín S. Bloom y colaboradores (1956), Robert Gagné (1965),
David Krathwohl y asociados (1964), Miller (1962), Robert Glaser y James Reynolds
(1964), en torno a la problemática de los objetivos educacionales y las clasificaciones o
“taxonomías” en tipos de categorías de conductas, constituyen respuestas difíciles de
ignorar en relación con una pretendida imposibilidad o inconveniencia de someter la
enseñanza al rigor científico que reclama.8
8
Citados por De Cecco, John P. The Psychology of Learnig and Instruction: educational Psychology. Prentice
Hall, Inc. N. Jersey, 1968 pp.30-53.
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Tema: LOGARITMOS
CONTENIDOS OBJETIVOS ACTIVIDADES EVALUACIÓN
Los logaritmos. Al concluir el tema, el El alumno La evaluación
Concepto. alumno: Dados los realizará ejercicios consistirá en un
Propiedades. logaritmos de ciertos sistemáticamente conjunto de
Aplicación. números, halla los graduados y ejercicios a
(Disposición logaritmos de otros, sin orientados por el realizar en el
sistemática de usar la tabla. El profesor, aula, como parte
enunciados alumno debe hallar los adecuados a las de una prueba,
temáticos). logaritmos de por lo dificultades y que abarcará
menos seis números alcances del todos los
de un total de diez, a objetivo. (Proceso objetivos y
partir de los logaritmos graduado contenidos del
de cuatro números sistemáticamente tema.
dados. (Señalamiento para la obtención (Comprobación
descriptivo de de productos, entre la
productos en términos conductas u conducta
de conductas objetivos). deseada y el
observables). logro
alcanzado).
En este ejemplo puede establecerse la diferencia esencial entre cada uno de los
elementos anotados. Así, vemos que el contenido o parte del tema correspondiente, sólo
enumera sistemáticamente los aspectos de la materia que será objeto de estudio. El
objetivo, por su parte, enuncia o identifica la conducta que se espera que el alumno realice
al concluir el tema, es decir, comporta un aprendizaje o asimilación de un cambio de
comportamiento. Las actividades describen un conjunto de acciones sistemáticas
orientadas al logro del objetivo, o en otros términos, son los medios o estrategia
metodológica de que se valen docente y alumno para lograr los cambios deseados en la
conducta de este último. En cuanto a la evaluación, constituye una actividad a través de
la cual se comparan los logros alcanzados con el objetivo de que se trate.
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los cuales va dirigida esa enseñanza. En el caso concreto de la enseñanza universitaria,
existen razones para suponer que el primer requisito señalado puede cumplirse para los
diversos campos del conocimiento que ella se estudian. No así el segundo, con respecto
al cual predomina la improvisación, cuando no una actitud autosuficiente, derivada de un
presumible dominio del primer aspecto, unido al desconocimiento y subestimación de los
principios pedagógicos, que supondría, por sí misma, la posibilidad de difundir el saber sin
la ayuda de otros recursos diferentes a los del sentido común, elevado a la categoría de
instrumental metodológico, en función de un área determinada de la enseñanza.
BIBLIOGRAFÍA
20
Thorndike, Robert L. y Elizabeth Hagen. Test y Técnicas de Medición en Psicología
y Educación. Traducción de Francisco González Aramburio. Trillas. México, 1970.
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APENDICE
PLANEAMIENTO DE UNA UNIDAD SEGÚN EL MODELO BÁSICO DE ENSEÑANZA
MATERIA: DIDÁCTICA GENERAL
UNIDAD: EL PLANEAMIENTO DE LA ENSEÑANZA (Nivel Superior)
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descripción de conductas requisitos estudiados para la
a realizar por el alumno. formulación de objetivos en
Requisitos para la términos de conductas.
construcción de
objetivos.
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