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En
un
sentido
jamás
seremos
como
Moisés.
Él
era
un
príncipe,
un
legislador,
el
creador
de
una
nación
y
un
genio.
Pero
también
fue
algo
más
grande
aún,
que
nosotros
podemos
llegar
a
ser.
Fue
un
intercesor.
Como
príncipe
egipcio,
Moisés
recibió
capacitación
para
librar
guerras
y
posiblemente
tuvo
soldados
bajo
su
mando.
Pero
cuando
la
existencia
de
Israel
estaba
amenazada,
Moisés
se
dedicó
a
la
intercesión.
Defendió
a
su
pueblo
abogando
por
su
causa
ante
Dios.
No
puso
su
confianza
en
el
brazo
de
la
carne,
sino
que,
rostro
en
tierra,
entró
en
la
Presencia
del
Señor.
Cuarenta
años
antes
Moisés
había
tomado
las
cosas
en
sus
propias
manos
al
intentar
liberar
a
Israel.
Dio
el
primer
golpe
en
pro
de
su
libertad,
pero
fue
un
fracaso.
Moisés
tuvo
que
huir.
Al
final
de
su
carrera,
volvió
a
hacer
valer
sus
derechos
de
una
manera
tal
que
la
Biblia
describe
como
incredulidad.
El
descontento
del
pueblo
lo
llevó
a
extremos.
Se
puso
de
pie
y
con
arrogancia
demandó:
"¿Os
hemos
de
hacer
salir
aguas
de
esta
peña?"
(Nm.20:
10).
Entonces
Dios
lo
separó.
Se
había
excedido
en
su
autoridad
y
desechado
su
secreto.
El
mundo
tiene
su
técnica
para
inducir
a
las
grandes
masas.
Grandes
multitudes
se
reúnen
en
nuestros
cultos.
Pero
confío
en
que
los
métodos
indignos
de
la
psicología
de
masas
y
las
artimañas
de
los
agitadores
estén
muy
lejos
de
nosotros.
Tenemos
otro
método,
el
secreto
de
Moisés:
la
intercesión.
¿Quién
pudo
igualar
la
eficiencia
de
Moisés
en
el
mundo
antiguo,
o
quien
puede
hacerlo
hoy?.
Episodio
tras
episodio
ilustra
el
poder
de
Moisés.
Vio
a
Dios,
y
como
hombre
vivió
con
esa
visión.
Hoy
quizás
algunos
le
consideran
un
tanto
primitivo.
Tres
mil
años
han
pasado,
y
¿quién
ha
superado
su
influencia
sobre
la
humanidad?.
Su
impacto
en
la
historia
es
más
grande
que
el
de
cualquier
otro,
excepto
el
de
Cristo.
Los
resultados
tan
exitosos
me
impulsan
a
volver
a
observar
a
este
príncipe
con
Dios.
Tomemos
un
ejemplo
de
Éxodo
17:8-‐16.
Entonces
vino
Amalec
y
peleó
contra
Israel
en
Refidim.
Y
dijo
Moisés
a
Josué:
Escógenos
varones
y
sal
a
pelear
contra
Amalec;
mañana
yo
estaré
sobre
la
cumbre
del
collado,
y
la
vara
de
Dios
en
mi
1
mano.
E
hizo
Josué
como
le
dijo
Moisés,
peleando
contra
Amalec;
y
Moisés
y
Aarón
y
Hur
subieron
a
la
cumbre
del
collado.
Y
sucedía
que
cuando
alzaba
Moisés
su
mano,
Israel
prevalecía;
mas
cuando
él
bajaba
su
mano,
prevalecía
Amalec.
Y
las
manos
de
Moisés
se
cansaban;
por
lo
que
tomaron
una
piedra
y
la
pusieron
debajo
de
él,
y
se
sentó
sobre
ella;
y
Aarón
y
Hur
sostenían
sus
manos;
el
uno
de
un
lado
y
el
otro
de
otro;
así
hubo
en
sus
manos
firmeza
hasta
que
se
puso
el
sol.
Y
Josué
deshizo
a
Amalec
y
a
su
pueblo
a
filo
de
espada.
Y
Jehová
dijo
a
Moisés:
Escribe
esto
para
memoria
en
un
libro,
y
di
a
Josué
que
raeré
del
todo
la
memoria
de
Amalec
de
debajo
del
cielo.
Algunos
no
oran.
Consideran
que
el
orar
es
un
misterio
y
lo
desechan.
Sin
embargo,
usan
otras
cosas
que
no
comprenden.
Puede
parecer
extraño
por
qué
prevalecía
Amalec
cuando
el
brazo
de
Moisés
se
cansaba.
No
obstante,
orar
no
es
una
cuestión
de
lógica,
sino
de
revelación.
A
través
de
toda
la
historia,
los
hombres
han
encontrado
que
Dios
responde
a
la
oración.
No
tiene
sentido
discutir
sobre
el
por
qué
de
las
cosas.
¡Simplemente
disfrutémoslas!.
El
Señor
ordenó
que
este
ejemplo
(de
Moisés
alzando
sus
brazos
delante
de
Dios)
fuera
"escrito
en
un
libro",
y
en
este
libro,
la
Biblia,
encontraremos
nuestras
instrucciones.
Alcanzando
el
corazón
de
Dios
Primero,
la
intercesión,
fue
gestada
en
el
corazón
de
Moisés.
El
hecho
es
que
no
se
registra
las
palabras
de
Moisés
en
este
incidente.
Su
oración
no
fue
una
liturgia
formal,
correcta,
o
una
fórmula
que
debe
repetirse
palabra
por
palabra.
Moisés
no
dijo
una
palabra,
pero
su
espíritu
luchó
con
Dios,
y
lo
expresó
alzando
sus
manos.
Aarón
y
Hur
compartieron
esta
victoria
por
sostener
sus
brazos.
El
corazón
de
Dios
es
alcanzado
por
nuestros
corazones,
no
por
meros
sonidos
que
salen
de
nuestros
labios.
No
obstante,
debemos
expresarnos,
y
Moisés
realmente
suplicó
con
todo
su
ser.
El
apóstol
Pablo
escribió:
"Quiero,
pues,
que
los
hombres
oren
en
todo
lugar,
levantando
manos
santas,
sin
ira
ni
contienda"
(1
Ti.
2:8).
La
intensidad
de
Moisés
quizás
fue
demasiado
para
meras
palabras,
pero
por
lo
general
no
podemos
implorar
en
silencio.
En
el
mismo
capítulo
Pablo
escribe:
"Exhorto
a
que
se
hagan
rogativas,
oraciones,
peticiones
y
acciones
de
gracias,
por
todos
los
hombres"
(1
Ti.
2:
1).
En
nuestras
cruzadas
evangelísticas
de
CFAN
(Cristo
para
todas
las
Naciones)
seguimos
este
principio.
Suzette
Hattingh
es
miembro
clave
y
fundamental
del
equipo
CFAN.
Mucho
de
lo
que
compartimos
en
este
capítulo
se
lo
debemos
a
ella.
Su
ministerio
no
consiste
sólo
en
buscar
compañeros
de
oración,
sino
en
reunir
a
miles
para
instruirlos
y
guiarlos
en
verdadera
intercesión.
2
No
es
cuestión
de
cantar
coros
y
orar
por
una
bendición,
sino
de
derrumbar
las
fortalezas
de
satanás.
Los
intercesores
son
poderosos
arietes.
No
nos
preocupamos
por
palabras
muy
refinadas,
sino
con
la
expresión
del
corazón.
Las
personas
pueden
arrodillarse,
sentarse,
estar
de
pie,
acostarse
delante
del
Señor
o
caminar,
pero
todo
bajo
un
liderazgo
general.
No
hay
una
espera
mientras
el
pastor
suplica:
"Alguien
que
nos
guíe
en
oración,
“por
favor".
En
vez
de
eso,
todos
oran
juntos,
tal
como
se
hizo
en
los
Hechos
de
los
Apóstoles.
Hay
libertad,
pero
no
libertinaje;
libertad,
pero
no
extravagancia.
Toda
reunión
debe
tener
orden
y
respeto.
Pero
no
nos
asusta
que
las
personas
clamen
a
Dios
aún
con
lágrimas.
Hoy
tenemos
exactamente
la
misma
situación.
Los
enemigos
del
evangelio
andan
"conforme
al
príncipe
de
la
potestad
del
aire,
el
espíritu
que
ahora
opera
en
los
hijos
de
desobediencia"
(Ef.
2:2).
Este
es
el
espíritu
de
este
siglo.
Debemos
asirnos
de
esto
espiritualmente
para
que
el
poder
sea
quebrado.
Buenos
sermones
o
discusiones
jamás
podrán
lograr
esto.
La
maldad
yace
muy
profundo.
Es
necesario
hacerlo
salir
de
la
madriguera
mediante
las
armas
triunfantes
de
oración
y
súplica.
Participemos
de
la
victoria
del
calvario.
"Por
mi
Espíritu",
dice
el
Señor.
La
intercesión
es
como
un
pararrayos,
el
punto
en
que
el
poder
celestial
entra
en
contacto
con
la
tierra.
3
a
la
iglesia.
Todos
los
miembros
del
Cuerpo
de
Cristo
deberían
interceder;
este
es
el
principio
que
empleamos
en
nuestras
cruzadas.
En
el
relato
bíblico
en
Éxodo
17,
los
dos
grupos,
el
ejército
israelita
y
los
compañeros
de
Moisés,
estaban
en
diferentes
lugares,
y
sin
embargo,
pelearon
la
misma
batalla
al
mismo
tiempo.
En
nuestras
reuniones
evangelísticas,
los
intercesores
también
quizás
estén
alejados
del
campo
de
la
cruzada,
orando
en
alguna
parte
lejos
del
lugar
central
o
en
un
salón
aparte.
Pero
estos
guerreros
de
oración
forman
parte
activa
de
la
reunión
evangelística,
manteniendo
al
evangelista
unido
con
los
ejércitos
celestiales
para
hacer
retroceder
a
los
poderes
de
las
tinieblas.
La
eficacia
de
esta
estrategia
ciertamente
ha
sido
comprobada.
Con
este
apoyo
de
intercesión,
el
enemigo
tiene
que
retirarse,
dejando
a
las
personas
inconversas
abiertas
a
la
Palabra
de
Dios.
Hay
una
gran
cosecha
de
almas,
edificación
del
Cuerpo
de
Cristo
y
cumplimiento
de
la
Palabra
de
Dios.
Por
lo
tanto,
todos
nosotros
llegamos
a
ser
compañeros
de
Cristo
y
accionistas
de
su
cosecha.
Nuestros
intercesores
detienen
a
los
ejércitos
de
Satanás
hasta
que
las
almas
están
seguras
dentro
del
reino
de
Dios.
Esta
estrategia
originó
con
Dios,
y
por
lo
tanto
es
bendecida
por
Él.
Afecta
al
cristiano
individualmente,
a
las
iglesias,
a
la
ciudad,
al
país
y
por
encima
de
todo
al
incrédulo.
La
intercesión
edifica
una
autopista
para
el
evangelismo
que
gana
al
mundo.
Lo
que
significa
Así
como
Moisés
y
Josué
trabajaron
juntos
en
la
batalla,
el
propósito
del
Señor
es
que
la
intercesión
y
el
evangelismo
actuaran
en
conjunto.
La
intercesión
y
el
evangelismo
forman
una
unidad
en
la
batalla.
Son
como
la
mano
en
el
guante,
o
el
agua
en
el
lecho
del
río,
o
las
ramas
en
una
vid.
4
La
intercesión
que
no
está
unida
a
la
salvación
de
almas
es
como
una
flecha
disparada
al
azar,
un
atleta
que
corre
la
carrera
sin
meta,
o
un
partido
de
futbol
sin
arco.
Si
oramos
por
avivamiento,
deberíamos
hacer
algo
acerca
de
esto.
También,
la
intercesión
es
trabajo
preparatorio;
es
un
arado
que
prepara
la
tierra
para
la
siembra
y
la
cosecha.
Esto
no
significa
que
no
debamos
interceder
hasta
que
se
haya
dispuesto
realizar
una
cruzada
o
una
obra
similar,
sino,
ciertamente,
que
deberíamos
tener
una
visión
y
un
plan
de
extensión.
Luego
está
la
otra
omisión:
evangelismo
sin
intercesión.
Es
como
hacer
funcionar
una
máquina
con
la
mano,
sin
fuerza
motriz,
o
como
ir
de
pesca
sin
una
red
y
tratar
de
atrapar
a
los
peces
uno
a
uno,
por
la
cola.
Notemos:
primero,
pedimos
(intercedemos),y
después
poseemos.
La
intercesión
es
seguida
por
el
evangelismo;
en
realidad
es
entrar
a
la
tierra
y
poseerla.
El
mismo
principio
se
muestra
en
1
Timoteo
2:1,
donde
se
nos
dice
que
intercedamos
por
todos
los
hombres
pero
tiene
un
objetivo
definido,
como
se
señala
en
el
versículo
4.
El
objetivo
es
“que
todos
los
hombres
sean
salvos
y
vengan
al
conocimiento
de
la
verdad".
Tomemos
nota
de
la
frase
"todos
los
hombres".
Así
es
como
se
puede
salvar
al
mundo,
a
través
de
intercesión
y
evangelismo.
También
debemos
observar
que
Moisés
se
sentó.
No
se
excusó
diciendo:
"estoy
cansado",
pues
"los
hombres
deberían
orar
siempre
y
no
desmayar
"(Lc.18:1)
y
no
cansarse
de
hacer
el
bien”
(Gá.6:9).
Se
acomodó
para
orar
hasta
que
la
victoria
llegara,
y
no
se
rigió
por
el
reloj.
Es
un
asunto
de
tomar
un
área
específica
de
batalla,
y
no
de
orar
en
sentido
general
o
ayunar
sin
un
motivo
en
particular.
Pasar
tiempo
en
oración
es
en
verdad
un
deber,
pero
la
intercesión
es
un
golpe
contra
un
enemigo
que
ha
sido
reconocido.
Además,
y
esto
es
muy
importante,
Moisés
no
sólo
dijo
una
oración.
Sus
manos
permanecieron
alzadas
hasta
que
Josué
venció
a
Amalec.
Fue
intercesión
y
perseverancia
lo
que
aseguró
la
victoria.
Suzette
lo
llama
"trabajo
de
parto".
Ella
da
estas
definiciones
para
la
intercesión:
-‐ Orar para que la voluntad de Dios sea hecha en el mundo.
-‐ Ser parte de lo que Dios está haciendo, servirle en oración.
-‐
Orar
las
cargas
de
Dios
y
no
nuestras
propias
opiniones.
Lo
que
Él
quiere,
no
lo
que
nosotros
pensamos
que
debemos
pedir,
teniendo
así
"la
mente
de
Cristo".
5
-‐Ver la necesidad de la acción de Dios y luego, con audacia y confianza, pedirle que actué.
Definiciones
-‐
Suzette
señala
que
la
palabra
"intercesión"
en
realidad
aparece
por
primera
vez
en
Isaías
53:12
donde
habla
de
Cristo
quien
"oró
por
los
transgresores".
La
palabra
hebrea
es
baga,
cuya
raíz
significa
"chocar
con
violencia".
"Chocar"
quiere
decir
"colisionar
con”.
El
diccionario
de
Vine
indica
que
baga
significa
"chocar
con,
ser
violento
contra,
invadir,
ponerse
entre,
hacer
una
súplica,
encontrarse
con,
y
orar".
De
modo
que
hay
dos
aspectos
separados
aquí:
lucha
y
trabajo.
Primero,
baga
significa
verdaderamente
enfrentar
a
satanás
en
el
nombre
de
Jesús
a
favor
de
las
personas,
por
lo
tanto,
"chocar
contra"
y
colisionar
con
él.
La
palabra
también
implica
trabajo
arduo
y
perseverante,
que
no
es
tan
brusco,
es
decir,"
colocarse
entre”,
o
enfrentar
al
Padre
a
favor
de
las
personas.
Por
eso
la
intercesión
tiene
dos
características:
enfrentarse
con
satanás
y
enfrentarse
con
Dios.
Suzette
también
llama
nuestra
atención
a
las
palabras
que
se
utilizan
en
el
Nuevo
Testamento
para
intercesión.
Una
palabra
griega
tiene
dos
partes:
la
primera
significa
"excesivo,
extraordinario"
y
la
otra
“reunirse
a
favor
de
o
por
el
bien
de
alguien”.
En
otras
palabras,
tendiendo
la
mano
y
haciendo
lo
que
se
puede
por
otros.
Otra
palabra
para
intercesión
implica
"conseguir
la
atención
del
Rey
a
favor
de
otros".
Esto
muestra
que
es
necesaria
un
comunión
muy
estrecha.
Suzette
también
nos
señala
un
diccionario
común
(en
este
caso,
Webster).
Allí
la
intercesión
se
describe
como
"mediación,
súplica,
oración
o
petición
a
favor
de
otro",
y
el
verbo
"interceder"
se
define
como
un
acto
entre
dos
partes
con
vistas
a
la
reconciliación
de
sus
diferencias
o
puntos
de
contención,
mediar,
rogar
o
interponerse
a
favor
de
otro".
Súplica,
petición,
ruego,
intervención,
interponerse;
eso
es
oración
a
la
temperatura
más
elevada.
.
"Finees
intervino
cuando
Israel
pecó
groseramente
y
se
desató
una
plaga
por
toda
la
tierra.
El
terror
que
se
extendió
fue
detenido,
y
le
fue
contado
por
justicia
a
Finees
por
generaciones
posteriores.
La
intercesión
involucra
ser
un
pacificador,
al
lograr
que
hombres
y
mujeres
lleguen
a
tener
paz
con
Dios.
Esto
levanta
una
cosecha
de
justicia
que
cuenta
para
la
eternidad.
Ese
es
el
poder
que
hay
en
la
intercesión,
Suzette
enfatiza
que
es
importante
tener
la
dirección
del
Señor
en
nuestras
oraciones.
Debemos
tener
su
objetivo.
Dios
necesita
canales
para
lograr
lo
que
Él
quiere,
Suzette
insiste
firmemente
que
debemos
conocer
cuáles
son
sus
preocupaciones,
pues
Él
sabe
lo
que
está
pasando
y
nosotros
no,
y
sabe
perfectamente
donde
satanás
está
preparando
su
ataque.
6
Señor
también
puede
darnos
cargas
por
tareas
que
nosotros
deberíamos
hacer,
como
hablarle
a
alguien
sobre
un
asunto
personal.
Sin
embargo,
el
propósito
principal
de
la
intercesión
no
es
que
Dios
nos
haga
conocer
secretos
acerca
de
otros.
No
tenemos
que
"poner
en
orden
el
cuerpo"
diciéndoles
a
las
personas
lo
que
Dios
piensa
y
compartiendo
sus
confidencias
con
todos.
Suzette
lo
llama
"chismerío
espiritual"
y
nos
advierte
que
los
secretos
de
Dios
son
santos
al
Señor.
Dios
nos
da
cierta
información
para
que
nosotros
podamos
interceder
por
otros,
logrando
así
que
se
cumplan
los
propósitos
que
Él
tiene
para
ellos.
Sin
embargo,
el
Señor
aparentemente
comparte
estos
secretos
sólo
el
2%
del
tiempo.
El
98%
restante
del
tiempo
de
intercesión
nos
dedicamos
a
restituir
el
mundo
a
Dios
según
el
Espíritu
nos
guía.
Emprender
la
tarea
de
un
intercesor
es
una
experiencia
que
cambia
la
vida,
pero
sólo
Dios
puede
levantar
un
intercesor.
Si
el
Señor
le
guía
a
través
de
experiencias
que
transforman
sus
deseos
en
clamores
delante
del
trono
de
Dios
por
nuestro
mundo
perdido,
no
se
arrepentirá,
a
pesar
de
lo
difícil
que
haya
resultado
ser
el
tiempo
de
preparación.
La
intercesión
cambia
las
actitudes
de
la
vida,
trayéndonos
satisfacción
tan
rica
que
nadie
puede
imaginar.
Todos
los
aspectos
de
una
campaña
evangelística
son
entregados
a
Él:
la
predicación,
el
canto,
el
orden
de
la
reunión,
el
uso
de
cada
ministerio
y
los
dones
del
Espíritu.
Es
un
gran
esfuerzo,
apoyado
por
creyentes
del
lugar
como
así
también
por
toda
la
iglesia.
El
evangelismo
quita
todo
bloqueo,
todo
motivo
propio
que
obstaculiza
y
todo
artificio
que
impida
que
los
hombres
se
acerquen
a
Dios.
El
evangelismo
es
el
Espíritu
Santo
que
obra
a
través
de
la
intercesión
y
el
ministerio.
Esta
combinación
produce
el
avivamiento
que
está
conquistando
al
mundo.
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