Está en la página 1de 14

Legitimidad, Dominación y

Racionalidad en MaxWeber

Francisco Pamplona

Resumen

Legitimidad, dominación y racionalidad, no son


conceptos que algún teórico busque
oportunistamente acomodar en alguna realidad
específica, sino fenómenos esenciales del
desarrollo social moderno, que reactualizan
posiciones teóricas que, además de clásicas,
son básicas para su explicación, y, por ello,
nos obligan de hecho a replantearlas. En su
forma conceptual, dichos fenómenos adquieren
de la erudición de Max Weber, "hoy en día
inconcebible", una caracterización necesaria y
_,rofesor en la Universidad fundamental, imposible de omitir para el
Latina de América pensamiento que quiere explicarse la realidad
moderna, incluso en su forma más reciente.
188 Economía y Sociedad. Año V, No. 8. Septiembre 2000 - Febrero 2001

Los que conciben al diablo como partidario del mal y al ángel como
combatiente del bien, aceptan la demagogia de los ángeles. La cuestión es
evidentemente más compleja. Los ángeles no son partidarios del bien sino
de la creación divina. El diablo es, por el contrario, aquel que le niega al
mundo toda significación racional. La dominación del mundo, como se sabe,
es compartida por los ángeles y diablos. Sin embargo, el bien del mundo no
requiere que los ángeles lleven ventajas sobre los diablos (como creía yo de
niño), sino de que los poderes de ambos estén equilibrados. Si hay en el
mundo demasiado sentido indiscutible (el gobierno de los ángeles), el
hombre sucumbe bajo su peso. Si el mundo pierde completamente su sentido
(el gobierno de los diablos) tampoco se puede vivir en él.

El libro de la risa y el olvido, Milán Kundera

Nota Preliminar

"Hay que ser absolutamente moderno", según la reconvención un tanto burlona


y desencantada del poeta-niño, Arthur Rimbaud, en su adiós, luego de haber
pasado una temporada en el infierno: la del fin de la Comuna y los sueños
revolucionarios, la de tratarse de ver en algún resquicio de la Historia de Francia
y no encontrarse; el infierno de no ser nadie en su patria. Sí, había que ser
modernos en contra de la tradición conformista e hipócrita, restaurada por Napoleón
"el pequeño" y sus generales de pacotilla. Se puede ser, entonces, "absolutamente
moderno", sin importar las armas que se usen, sin tener que recurrir a la
individualidad extrema del hombre solo frente al mundo, rompiendo la "jaula de
hierro" incluso con la locura (una de las salidas, la de Weber), y sin la fe en las
avanzadillas vulgares de la revolución.

Jürgen Habermas ha escrito recientemente 1 una retrospección sobre las


teorías filosóficas de la modernidad; excluye lateralmente la aportación
sociológica de Marx, quizás porque su ensayo comienza con Hegel. De cualquier
forma, se entretiene en la obra de Max Weber, con la plena conciencia de que la
conclusión de este pensador sobre el problema de la sociedad administrada, lo
hace caer en las aporías del pensamiento liberal, pues "la esperanza en el poder

' Jürgen Habermas, "Concepciones de la modernidad. Una mirada retrospectiva a dos tradiciones", en La
constelación posnacional, Ensayos políticos, Paidós, Barcelona, 2000, pp. 169· 198.
LEGITIMIDAD, DOMINACIÓN Y RACIONALIDAD EN MAX WEBER 189

de resistencia del individuo fuerte [contra la sociedad administrada] aparece


sólo como residuo de una pretérita época liberal". 2

En el presente ensayo expongo los principales elementos de la teoría de


la legitimidad según se lee en la obra de Max Weber; me refiero sobre todo al
tema de la dominación legal burocrática, ya que el discurso de la modernidad no
cesa de insistir en que debemos arribar al tipo de sociedad que ya el propio
Weber había revelado como insufrible. El surgimiento de líderes carismáticos,
mezcla en la práctica los ''tipos ideales" de dominación tal como fueron teorizados
por Weber. Hoy, encontramos fenómenos de dominación y legitimidad
inverosímiles, relacionados hasta la médula con el poder económico y de los
medios de comunicación de masas.

Hace ya más de 30 años Herbert Marcuse insistió en la aporías del


pensamiento liberal representado por Weber; demostró en un famoso ensayo 3
cómo la dominación legal burocrática, la racionalización extrema de los procesos
administrativos en la esfera de la vida social, apoyados en la ciencia y la técnica,
desembocaban en la dominación carismática, cesarista, fenómeno que a todas
luces se reafirma, de cuando en cuando, en nuestros días. Al final de este
ensayo retomo los argumentos marcusianos y una de las críticas más importantes
que se le han hecho: la de Habermas, en auxilio de Weber. Es increíble que
Habermas, estando de acuerdo, en lo fundamental con Marcuse, se afane en
mostrar graves diferencias; en el libro citado en la nota uno, Habermas escribe
un breve ensayo4 con motivo del centenario del nacimiento de Marcuse (1998);
en este ensayo discrepa de Marcuse (¡debido al lenguaje que empleó en los
años 60!), una vez más, para darle la razón:

Esto ha cambiado. Ahora ningún lector de periódicos se engaña hoy sobre el


vínculo entre productividad y destructividad. Ante una «situación de
competencia» altamente eficiente, nuestros gobiernos se han enmarañado
en una carrera desreguladora de reducción de costes, que ha conducido a lo
largo de la última década a ganancias obscenas y disparidades drásticas
entre los sueldos, al abandono de infraestructuras culturales, a un creciente
desempleo y a la marginación de una población pobre que va en aumento.

' /bid, p. 180.


3
Herbert Marcase, "Industrialización y capitalismo en la obra de Max Weber", en Ética de la revolución,
Taurus, 1970, pp. 117-140.
• Jürgen Habermas. "Los diferentes ritmos de la filosofía y la política. Herbert Marcuse en el centenario de
su nacimiento", en La constelación posnacional. Ensayos políticos, Paidós, Barcelona, 2000, pp. 199-204.
190 Economía y Sociedad. Año V, No. B. Septiembre 2000 - Febrero 2001

Para reconocer esto ya no necesitamos un nuevo lenguaje, puesto que ya no


nos engañamos con una «sociedad de la abundancia».

Sí, hoy tal vez no necesitamos un lenguaje nuevo (quién sabe), pero
después de la segunda guerra mundial y el optimismo hipócrita que caracterizó
esos años, el lenguaje revolucionario de Marcuse era tal vez, imprescindible.

Al inicio de su sociología de la dominación, Max Weber escribió que el poder, en


un sentido esencial, es "la posibilidad de imponer la propia voluntad sobre la
conducta ajena"5 • La dominación, definida como un ámbito restringido del poder,
podría presentarse de diversas formas; en su análisis se distinguen dos:

1) En virtud de una constelación de intereses (en especial, situaciones de


monopolio en el mercado); y

2) mediante la autoridad (poder de mando y deber de obediencia). Weber


reconoce que la primera podría derivar gradualmente en la segunda, y que en
ese tránsito, la constelación de intereses se convertiría en "relaciones autoritarias
formalmente establecidas", hasta llegar a "socializarse en una heterocefalia del
poder de mando y del aparato coactivo"6 • Por este motivo no es pertinente para
el análisis de la dominación en sociología, la primera forma: 7

Consiguientemente, entendemos aquí por dominación un estado de cosas


por el cual una voluntad manifiesta ("mandato") del "dominador" o de los
"dominadores" influye sobre los actos de otros (del "dominado" o de los
"dominados"), de tal suerte que en un grado socialmente relevante estos
actos tienen lugar como si los dominados hubieran adoptado por sí mismos
y como máxima de su obra, el contenido del mandato ("obediencia")ª.

5
Max Weber, Economía y sociedad, FCE, 1981, p. 696.
' Max Weber, op cit, p. 699.
7
Escribe Reinhard Bendix: "Weber advirtió, sin embargo, entre múltiples fuentes de poder, la existencia de
dos tipos antagónicos, que ofrecen particular interés para el estudioso de la sociedad: el poder que deriva de
una constelación de intereses surgida en un mercado formalmente libre, y el poder que deriva de autoridad
constituida, encargada de asignar el derecho de mando y el deber de obediencia. (... ) Por consiguiente, Weber
propuso reservar el término «dominación» y «poder autoritario de mando»", ver Max Weber, Amorrortu, 1979,
p. 278.
' Max Weber op cit, p. 699.
LEGITIMIDAD, DOMINACIÓN Y RACIONALIDAD EN MAX WEBER 191

En un sentido amplio ese "como si" pretendiese ubicarse en el marco


argumental de que se obedece no nada más por que se cree en eso que se
obedece; hay un juicio de considerar al mandato como ''válido". En la teorización
de Weber-es preciso decirlo ahora y en principio- lo "válido" no se corresponde
con lo verdadero; antes bien, lo válido se identifica con lo "legítimo", que sienta
sus bases -de la parte dominadora- en un hecho generalizable aún más allá del
ámbito del poder:

El hecho de que el fundamento de la legitimidad de esta forma de dominación


no sea una mera cuestión especulativa teórica o filosófica, sino que da origen
a diferencias reales entre las distintas estructuras empíricas de las formas
de dominación, se debe a ese otro general inherente a toda forma de
dominación e inclusive a toda probabilidad de vida: la auto justificación. 9

Y es precisamente en los intentos de un orden a auto justificarse donde


se encuentra la raíz de lo que Weber ha de suscribir como "legitimidad" 1º. No
existe, sin embargo, en su teoría una definición completa y explícita sobre lo
que debe entenderse por legitimidad, y tampoco se encuentra de forma clara
qué es un orden legítimo. En la construcción de los tipos ideales de dominación
se desarrolla de modo conceptual como cada tipo se circunscribe a una
dominación "legítima". Del modo que se anotó arriba, lo legítimo aquí tiene un
referente definitivo, la "validez":

La acción, en especial la social y también singularmente la relación social,


puede orientarse, por el lado de sus partícipes, en la representación de la
existencia de un orden legítimo. La probabilidad de que ésto ocurra de hecho
se llama "validez" del orden en cuestión. (... ) "Validez" de un orden significa
para nosotros algo más que una regularidad en el desarrollo de la acción
social simplemente determinada por la costumbre o por una situación de
intereses. 11

' ldem, p. 705.


'º ldem, p. 171: "La 'legitimidad' de una dominación debe considerarse sólo como una probabilidad, la de ser
tratada prácticamente como tal y mantenida en una proporción importante. Ni con mucho ocurre que la
obediencia a una dominación esté orientada primariamente (ni siquiera siempre) por la creencia en su legitimidad.
La adhesión puede fingirse por individuos y grupos enteros por razones de oportunidad, practicarse efectivamente
por causa de intereses materiales propios, o aceptarse como algo irremediable en virtud de debilidades
individuales y desvalimiento".
11
ldem, p. 25.
192 Economía y Sociedad. Año V, No. B. Septiembre 2000 - Febrero 2001

Ese "algo más" es la correlación entre la capacidad de un mandato y la


obediencia efectivamente debida en pro de un "sentimiento del deber'' (en otras
palabras, una determinada acción racional de aceptación de un orden establecido).
Y precisamente por la pretensión de que ese orden se considera válido, toda
"trasgresión" debe ser ocultada. La "representación" que toda acción racional
efectúe es la única que hace probable el establecimiento de la "validez".

La legitimidad en el sentido apuntado por Weber en innumerables


ocasiones, se refiere específicamente a la ratio de aquella representación de
validez, valga decir, la adhesión a un determinado orden. Pero esa adhesión no
se da inmediatamente en la configuración del mandato obediencia. El
"consenso" 12 para la legitimación de un orden, quiere procurarse la adhesión. La
legitimidad es, entonces, una probabilidad de que los dominadores justifiquen la
validez de su dominio, de tal modo que ésta puede "representarse" en el dominado
no simplemente como conciencia de que el orden existente es "bueno" o "justo",
sino de que tiene la fuerza suficiente como para imponérsele. De tal modo, el
orden que se pretende como legítimo debe garantizar, precisamente, esa
pretensión:

La legitimidad de un orden puede estar garantizada:

• De manera puramente íntima; y en este caso,

• Puramente efectiva; por entrega sentimental;

• Racional con arreglo a valores; por la creencia en su validez absoluta, en


cuanto a expresión de valores supremos generadores de deberes
(morales, estéticos o de cualquier otra suerte);

• Religiosa: por la creencia de que su observancia depende de un bien de


salvación.

• También (o solamente) por la expectativa de determinadas consecuencias


externas; o sea, por una situación de intereses; pero por expectativas de
un determinado género. 13

12
ldem, p. 251. Weber da una serie de delimitaciones sobre el consenso bastante confusas.
13
ldem, p. 27.
LEGITIMIDAD, DOMINACIÓN Y RACIONAL/DAD EN MAX WEBER 193

La garantía de legitimidad sólo es presentada ex post facto de la adhesión;


de forma que, desde mi punto de vista, Weber sugiere de modo confuso que
sucede en el ínterin del establecimiento de un orden auto justificado como válido.
Sería razonable argumentar que la garantía de legitimidad sólo es posible
encontrarla empíricamente en un momento en que el orden está en entredicho.
De este modo se superaría la limitación "estática" del análisis weberiano.
Legitimación más bien, como proceso y no como pura descripción de un estado
de cosas.

Si la legitimidad se inscribe, pues, en la capacidad de un orden dado a


encontrar adhesión para su base consensual, sería preciso desde la óptica de
Weber, cimentar sólidamente una tipología de la dominación legítima, en la medida
que ésta fundamenta un acercamiento a la realidad empírica. No es de mi interés
referirme aquí y hacer la exégesis de la tipología de Weber, pues sería superfluo
en la medida que existen exposiciones completas sobre ella y a las cuales
remito al lector. 14 Es de mi interés, sin embargo, presentar esquemáticamente
esa tipología de tal modo que sirva de apoyo para la argumentación subsiguiente
en torno a las bases de legitimación del orden racional-burocrático. Estoy
totalmente de acuerdo con Mommsen cuando argumenta que no es posible
separar en Weber al teórico "libre de valores" del político comprometido en la
construcción de su sociología. 15

Weber elabora tres tipos puros de dominación legítima y describe


exhaustivamente sus características (caps. 111 y V de E. Y S.) (ver Cuadro 1 ).

Es bien conocido el hecho de que para cada tipo de dominación


corresponde un fundamento de legitimidad. El primero tendría un carácter racional:
"que descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de
los derechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la
autoridad"; el segundo "de carácter carismático: que descansa en la creencia
cotidiana en la santidad de las tradiciones para ejercer la autoridad"; y el tercero,
"de carácter carismático: que descansa en la entrega extracotidiana a la santidad,

" Anthony Giddens, El capitalismo y la moderna teoría social, Labor, 1977, cap. XI, pp. 243-276; Raymond
Aaron, Las etapas del pensamiento sociológico, Tomo 2, Siglo XX, 1980, pp. 285-309; Reinhard Bendix op cit, pp.
273-427; Julien Freund, Sociología de Max Weber, Lotus Mare, 1977, Cap. VII, pp. 195-218.
15 Wolfgang Mommsen, "Acerca del concepto de «democracia plebiscitaria del líder»", en Max Weber: sociedad,

polftica e historia, Alfa, 1981, pp. 63.


194 Economía y Sociedad. Año V, No. 8. Septiembre 2000 - Febrero 2001

Cuadro 1
Tipo de Dominación, según Referentes Empíricos
Tipo de dominación Referentes empíricos

Legal - Uniones de tipo jerárquicamente articuladas.


- Burocracia.

Tradicional - Estructura patriarcal de la administración.


- Estructura de clase (investidura al cargo).

Carismática - Profetas y salvadores en los movimientos religiosos.


- Líder demagógico moderno.

heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas


o reveladas' 716 •

Si "fundamento" se entiende como génesis (Weber le llama "motivo") y no


sólo como estructura básica, la argumentación de Weber-al seguir al segundo-
eclipsa su perspectiva pues no se encuentra el origen y desarrollo de aquel
fundamento. Por lo demás, es notable la restricción auto impuesta en su análisis,
pues aquí los dos primeros tipos descansan en creencias (¿convenciones?
¿costumbres?), y el tercero en una creencia extracotidiana; como ya vimos, el
ámbito de lo legítimo no se restringe a la pura creencia de los dominados, sino
a la probabilidad de que un determinado orden adquiera adhesión (ver nota 1O},
como el mismo Weber anotó, también por intereses y "sentimientos de deber".
Esta ambigüedad se hace aún más patente en la medida que no se diferencian
las pretensiones de validez del orden y la estructura de la "creencia" que, según
mi impresión está demasiado ceñida a lo psicológico. La garantía de validez
debe referirse también, a los niveles de justificación que el orden legítimo puede,
en un determinado momento, sustentar17 .

16
Max Weber op cit, 172.
17
Jürgen Habermas ha admitido que cualesquier discusión actual sobre la legitimidad se inscribe «bajo la
estela de Weber». Habermas propone, sin embargo, una reconstrucción del concepto de legitimidad (no se
discute aquí la distinción -fundamental- que hace sobre la ratio normativa de la validez): "Por legitimidad
entiendo el hecho de que un orden político es merecedor de reconocimiento. La pretensión de legitimidad hace
referencia a la garantía -en el plano de la integración social- de una identidad social determinada por vías
normativas. Las legitimaciones sirven para hacer efectiva esa pretensión, esto es: para mostrar cómo y por
qué las instituciones existentes (o las recomendadas) son adecuadas para emplear el poder político en forma
LEGITIMIDAD, DOMINACIÓN Y RACIONALIDAD EN MAX WEBER 195

Existe una posición reiteradamente expuesta por Weber a lo largo de sus


estudios sobre el derecho y es la idea de que ha habido una transformación en
las concepciones sobre la legitimidad y que aquella se ha efectuado sobre la
base de un abandono de la creencia en el "derecho natural" 18 , pero a la vez la
asunción de éste formalmente. En este horizonte, Weber ha creído entrever que
la legitimidad de un orden en momentos de crisis es posible interpretarlo en
torno a las ambigüedades del cuerpo legislativo de aquél. La legitimidad, de este
modo, queda circunscrita a sus características de "legalidad" y la creencia en
ella. Habermas ha llamado la atención sobre este aspecto limitativo de la posición
weberiana 19 . Ahora bien, la transformación ocurre sobre todo en el tipo de
dominación legal-burocrática. 'Todo el sistema de dominación -escribe Reinhard
Bendix- sufre cambios cuando se modifican las creencias en su legitimidad y
las prácticas de su organización administrativas. Tales cambios de creencias
ocurren en el curso de la lucha por el poder, que en el estado moderno puede
conducir a cambios de control sobre el aparato burocrático, pero no a su
destrucción"2º. En este sentido vale la pena referirse a la exhaustiva clasificación
que elabora Weber sobre la dominación legal: todo fundamento de validez es
referido al "derecho" (Ver Cuadro 2).

tal que lleguen a realizar los valores constitutivos de la identidad de la sociedad. El que las legitimaciones sean
convincentes o que la gente crea en ellas es algo que depende, a todas luces, de motivos empíricos; ahora
bien: estos motivos no se forman con independencia de la fuerza justificativa de las legitimaciones, que se ha
de analizar formalmente, o lo que es igual: con independencia del potencial de legitimación o de las razones que
se pueden movilizar. Lo que se acepta con razón y disfruta de la fuerza generadora de consenso, y, por tanto,
motivadora, depende del nivel de justificación exigido respectivamente". "Problemas de legitimación en el
Estado Moderno", en La reconstrucción del materialismo histórico, Taurus, 1983, p. 249. Para una crítica formal
a Weber, ver: Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Amorrortu, 1975, pp. 119-124.
18 Reinhard Bendix apunta: "En sociología del derecho, Weber observaba que el concepto de derecho natural
había caído en profundo «descrédito», a raíz de conflictos sociales e ideológicos. Esos conflictos arrancaban
de la idea misma de derecho natural, que era compatible con objetivos políticos divergentes", op cit, p. 403. La
argumentación de Bendix es muy sugerente, pues insiste en la necesidad de vincular las ideas weberianas con
Hegel. Massimo Cacciari encuentra que en Hegel queda perfectamente establecida la antinomia entre la
necesidad del Estado a intervenir en la economía a través de la Política/ economyy el derecho estatuido: "Esa
intención de 'salvar' el propio derecho y el propio sistema de producción en una comprensión normativo-
racional, y al mismo tiempo la pretensión de subordinar el Estado a los procesos de la Political economy analiza,
esta doble dirección de la 'alma burguesa' expresa una lógica incurablemente contradictoria". "Transformaciones
del estado y proyecto político", en: Teoría marxista de la política, Pasado y presente No. 89, 1981, p. 246.
Giddens ha señalado con agudeza que Marx no hizo más que invertir el concepto de Hegel de la burocracia como
una manifestación de los intereses sectoriales de la clase dominante. Weber, por supuesto, "hegelianiza" su
posición frente a la sociedad y el Estado moderno al avizorar el crecimiento ineludible de ta Burocracia. Anthony
Giddens, La estructura de clases en las sociedades avanzadas, Alianza Universidad, No. 236, 1979, p. 57.
" Jürgen Habermas. Problemas... op cit, p. 120.
"' Reinhard Bendix op. cit, p. 403.
196 Economía y Sociedad. Año v; No. B. Septiembre 2000 - Febrero 2001

Cuadro 2
Dominación Legal
Fundamento de validez Categorías (orden impersonal)
l. Todo derecho se estatuye racionalmente V. Funcionalidad máxima sujeta a ley.
(sobre la base de fines o a valores). VI. Competencia al cargo.
11. Todo derecho es un "cosmos" de reglas VII. Jerarquía administrativa.
abstractas. VIII.Reglas de procedimientos sobre la base de técnicas o
111. El "jefe" ordena y manda, pero él obedece normas.
a un orden impersonal. IX. Separación entre el cuadro administrativo de los
IV. Se obedece sólo al derecho. medios de administración y producción.
X. Inexistencia de la apropiación del cargo.
XI. Esto es igual en la burocracia pública que en la
privada.
XII. Dominio del cuadro administrativo.

Si la clasificación de Weber ha de ser algo más que una mera descripción,


no alcanzo a entender de qué modo podría transformarse la burocracia; si las
normas han de ser fijadas y consolidadas, esta imposición clasificatoria tiende
a solidificarse más. Como es notable, Weber no ha podido distinguir con nitidez
que, en todo caso, la legitimidad no se pone en "crisis" sólo porque las leyes,
normas o reglas se hacen obsoletas o infuncionales, ya que aquellas han debido
ser, también, justificadas.

Quiero decir que, naturalmente, la fría racionalidad normal con que es


presentada la funcionalidad burocrática no se corresponde con hechos empíricos.
Se puede argumentar que ésto no contradice la metodología ideal-típica de Weber,
pero es necesario recordar que aquí, "burocracia" se enmarca en el cielo raso de
la legitimidad y sus problemas, cuestión ésta que sí tiene referentes empíricos
verificables. Hasta aquí, la argumentación que presento trata de valorar
positivamente el concepto de legitimidad elaborada por Weber, refiriéndome sólo
a limitaciones perfectamente claras en su posición y, parcialmente a desarrollos
críticos que se han hecho sobre aquél.

11

Para Herbert Marcuse21 la obra de Max Weber expresa con gran profundidad las
tendencias dominantes del desarrollo de la civilización occidental y la sociedad

21
Herbert Marcuse, "Industrialización y ... ", op cit.
LEGITIMIDAD, DOMINACIÓN Y RACIONALIDAD EN MAX WEBER 197

burguesa; tendencias interpretables teóricamente mediante la articulación de


tres conceptos: los de capitalismo, racionalidad y dominación.

Sin embargo, el planteamiento marcusiano es a la vez que analítico, crítico


de una manera intrínseca, esto es, mediante la puesta en juego de los conceptos
weberianos que a través de su rearticulación trastoca sus contenidos mismos,
matizando las conclusiones a las que Weber había llegado. Centrándonos en el
concepto de racionalización, Marcuse muestra que, contrariamente a la tesis
weberiana con respecto a la neutralidad valorativa, el concepto de racionalidad
contiene un supuesto de valor implícito -en cuanto al tipo de racionalidad por
excelencia-, la elección, no justificada teóricamente, de la razón técnica como
criterio de racionalidad, aceptando con ello una constante de valor propia del
pensamiento burgués.

El análisis de la razón formal -razón técnica en cuanto sólo ha de


determinar la idoneidad de los medios para la consecución de fines puestos de
modo independiente y exterior de esta razón-, muestra que al revés de lo que
pensaba Weber, tal forma de razón no es meramente "formal", ya que implica
una relación del hombre con la objetividad que supone una intencionalidad: la de
dominio. Esta intencionalidad, que puede pasar desapercibida cuando se refiere
a la naturaleza en virtud del carácter universal que adquiere -ya que en todos los
tiempos y lugares, a partir de la objetividad material los hombres han de crear
las condiciones y medios para el despliegue de su existencia-, no se puede
ocultar al tratarse de la sociedad misma.

Esta imposibilidad surge del propio análisis weberiano en el concepto de


"cesarismo". Marcuse hace notar que, desde el momento en que la creciente
administración burocrática de la economía, el estado y las instituciones sociales,
tiene como ámbito legítimo sólo el de las determinaciones de los medios técnicos
adecuados para la resolución de los problemas que se presenten, la elección y
jerarquización de tales problemas queda fuera de su competencia; pero la
necesidad, en virtud de los requerimientos de la racionalidad formal misma -
eficiencia, calculabilidad, máxima rentabilidad-, obliga, para evitar el dispendio
y la dilapidación incontrolada de recursos, una planificación unificada con distintos
signos o banderas de identificación pública.

Éste es el punto en que la democracia plebiscitaria de masas, desemboca


inevitablemente en el cesarismo. Ésto sucede porque al ser la sociedad el campo
198 Economía y Sociedad. Año V, No. B. Septiembre 2000 • Febrero 2001

de los diversos intereses, la manifestación de su pluralidad en el esta,do y la


burocracia no haría más que dislocar y quebrantar sus criterios de operación,
resultando a la postre que, a la vista de los problemas así generados, las masas
propugnen por un caudillo, por el cesarismo 22 . Pero cesarismo significa el dominio
arbitrario e injustificado del caudillo y su séquito. Con ello, la razón formal ha
mostrado sus límites, Weber acepta tales límites y sus consecuencias como
un mal necesario. Pero Marcuse reinterpreta los términos del problema. Arguye
que desde el momento en que esos límites se deducen del funcionamiento
mismo de la razón formal, demuestra su impureza, y de la peor manera posible,
o sea, admitiendo la intervención de los fines de un modo teóricamente
injustificable y, por tanto, de una manera arbitraria. La razón formal ha mostrado
así su irracionalidad.

Por ello, racionalidad y dominio son, en Weber, dos términos íntimamente


interconectados y es fácilmente entendible que concibiendo Weber tal racionalidad
-la formal-, ésta ha de generarse necesariamente a través de la escisión del
productor y medios de producción y las formas de dominación hayan de constituir
un capítulo fundamental de la sociología comprensiva.

Ahora bien, si Weber ha aceptado la necesidad de tal separación como


única forma de desarrollo de la civilización y la sociedad -pese a todas sus
insuficiencias y males inherentes (de acuerdo a otros criterios)-, es porque el a
priori de la razón técnica está vigente en su pensamiento como lo está en el del
clásico empresario burgués, consciente de su "misión histórica".

Siendo así, hace notar Marcuse, cualquier otra posibilidad de desarrollo


histórico había de ser rechazado como un retroceso o interpretado como una
forma modificada del desarrollo capitalista, y en cuanto a otras alternativas de
racionalidad no sólo no podrían ser consideradas, ya que para Weber ni siquiera

22
El excelente artículo ya citado de Mommsen, parece acercarse a la posición de Marcuse cuando escribe:
"Hay que señalar aquí expresamente que en Weber, en este caso, no se trata sólo de un problema que
pertenezca a la esfera teórica, «neutra a los juicios de valor» de una construcción ideal-típica. La oposición
marcada y nítida entre el funcionario que actúa siguiendo directivas y el político que actúa con su propia
convicción jugaba un papel fundamental en el pensamiento político de Weber. .. " op cit, pp. 57-58. Herman Lübe
en un escrito por lo demás cínico, cree poder fundamentar la necesidad de un "decisionismo" político a través
de una legitimación basada en la "verdad" de la decisión (p. 54), atribuyéndole una "garantía" de tolerancia
frente a concepciones subjetivas de la verdad (!). "Decisionismo, una teoría política comprometida", en
Filosofía, práctica y teoría de la historia, Alfa, 1983. Una crítica interesante al "decisionismo" está en el artículo
ya citado de Cacciari, pp. 239.
LEGITIMIDAD, DOMINACIÓN Y RACIONALIDAD EN MAX WEBER 199

eran imaginables. Me refiero, en este punto a la crítica que hace Jürgen Habermas
a Marcuse en su celebre texto de homenaje "Ciencia y técnica como ideología"23 ,
ya que merece algo más que una reflexión de paso.

La época en que Habermas escribió su artículo (fines de los años 60), las
tendencias observadas por Marcuse eran más que inesperadas: la ciencia y los
logros técnicos alcanzaban su clímax, y su aparente neutralidad valorativa hizo
correr mucha tinta. A mi juicio, Habermas adelanta una posición ante evidencias
estrictamente europeas, las cuales no jalonaban necesariamente la reflexión de
Marcuse (aunque hubiera escrito sus posiciones desde Frankfurt) ya que tenía
la experiencia del descontento norteamericano y tenía noticia de los movimientos
sociales latinoamericanos y conocimiento sobre la implantación de dictaduras
"carismáticas", plenamente caudillistas. De hecho, Habermas pretende desarrollar
''filosóficamente" lo que él considera las dificultades de la concepción marcusiana
de la racionalidad capitalista, luego de haber citado abundantemente diversos
textos, además del reseñado por este ensayo, incluyendo "El hombre
unidimensional"; su crítica alcanza a sus maestros Horkheimer, Adorno, a
Shelling, a E. Bloch, a Marx y Benjamín ... , es decir, enfoca sus baterías contra
la tradición de la "mística judía y protestante", en la que quiere entrever una
especie de "optimismo" emancipador en el papel de la ciencia y la técnica.

Habermas concluye que Marcuse piensa más en una "actitud alternativa


frente a la naturaleza, pero de ahí no cabe deducir la idea de una nueva técnica".
Como se sabe, Habermas sostiene una tesis antropológica (tomada de Gehlen)
en la cual existe una continuidad entre racionalidad y técnica "conexión
inmanente", tesis que daría la razón a Weber sobre Marcuse. En rigor, Habermas
construye a partir de tesis funcionalistas, estrictamente parsonianas, su teoría
de la acción comunicativa en la cual la racionalidad no puede constituir sólo un
instrumento de dominación, sino una condición humana ¿a priorf?.

Es verdad después de todo, que el desarrollo de la tesis marcusiana por


Habermas concluye por la parte que el propio Marcuse hubiera puesto en un
principio: el dominio se da por inconsciencia (enajenación frente a las fuerzas
productivas) de la opresión; inconsciencia derivada del confort que proporciona
un mundo atado por la ciencia y la técnica.

23 "Ciencia y técnica como ideología", en Ciencia y técnica como ideología, Técnos, Madrid, 1984, Pp. 53-112
200 Economía y Sociedad. Año V, No. B. Septiembre 2000 - Febrero 2001

A mi modo de ver, la conclusión de Marcuse es política, la de Habermas


es filosófica. Si ésto es así, la tesis de los distintos ritmos de la filosofía y la
política, idea que retomamos al principio de este ensayo, es más que cierta, lo
cual no implica el derrumbe de la filosofía marcusiana por su actualidad política
("No es la primera vez que una filosofía perece justamente en la historia que ella
misma ha elevado a criterio de verdad y falsedad") 24 : simplemente la sitúa en la
coyuntura en la que fue concebida.

A Manera de Conclusión

La crítica de Herbert Marcuse a Weber tiene una actualidad incontrovertible25 ;


los recientes movimientos sociales subversivos y cambios de gobierno por vías
democráticas, en México y en otros países muestran evidencias del surgimiento
de "cesarismos" y "caudillismos", en los que unos abanderan la causa de la
modernidad a través de la racionalidad formal, y los otros enseñan claramente
sus resistencias ante tales pretensiones.

No nos hemos emancipado de la ciencia tal como fue observada por


Weber y posteriormente por Marcuse, ni tampoco hemos dado vuelta a la
racionalidad formal, pero son ya demasiadas las evidencias de fractura en la
matriz misma de la lógica, la matemática, la física y la bioquímica que cuesta
hablar de ciencia "unificada", de racionalidad inmanente.

La emancipación propuesta por Marcase, subvertir la ciencia y la técnica,


como instrumentos de dominio, utilizarlas para causas justas, desenmascara
hoy, las acometidas prescientes de los ideólogos del marketing y del
benchmarking, tan caros a los gobiernos "globalofílicos".

24
Jürgen Habermas, "Los diferentes ritmos .. ," op cit, p. 204. Por cierto que Habermas dice que este juicio
suyo tiene "evidentemente un inmerecido acento malicioso, ya que no es justo con el contenido de verdad que
también se encuentra en el análisis de Marcuse".
25 Véase la nota número 4.

También podría gustarte