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XI.

Correcto e incorrecto

1. La importancia de analizar Las enseñanzas de estos filósofos son, por


los términos morales supuesto, contrarias a las de una importante sec-
ción del pensamiento ético, que mantiene que
Dirigimos ahora nuestra atención a térmi- los términos y nociones éticas pueden analizar-
nos morales como "correcto", "incorrecto", se de acuerdo con características no morales,
"bueno", "deber" [duty], "obligación" [ought], como cuando se dice que lo bueno es lo placen-
y otros de significatividad parecida. Dado que tero, o que una buena acción es una aprobada
estas son palabras que usamos constantemente por la mayor parte de la humanidad, o aquella
no sólo en la ética filosófica sino cada vez que de acuerdo con la ley, o una que promueva la so-
brevivencia de la especie o la prosperidad de la
en la vida cotidiana hablamos de asuntos que
sociedad, o una que obedezca la voluntad de
tienen un aspecto moral, una clara concepción
Dios. Se han llamado "naturalistas" a los siste-
de su significado proveerá mucha luz sobre la mas éticos que sostienen que las nociones mora-
naturaleza del esfuerzo moral, cómo surgió, ha- les son analizables sin dejar residuos de acuerdo
ciacuál fin se dirige, y su relación con otras fa- con características no morales como el placer o
ses del proceso del mundo. Sin embargo, hay la supervivencia, mientras que el punto de vista
unacreencia muy diseminada entre los filósofos ejemplificado por Sidgwick, Tufts y Moore es
morales de que estos términos, o algunos de "no-naturalista". Aunque quizá se fuerce mucho
ellos,se refieren a nociones que resisten el aná- el argumento si incluimos éticas teológicamente
lisis. "¿Cuál definición -preguntó Sidgwick- fundadas dentro de los sistemas naturalistas, es-
podemos darle a "obligación", "correcto", y ta terminología al menos llama la atención so-
otros términos que expresan la misma noción bre una distinción válida y tiene la ventaja de
fundamental? A esto debo contestar que la no- ser breve.
ciónque estos términos tienen en común es muy Cuando nos disponemos a discutir algún
elemental como para admitir alguna definición asunto difícil, un procedimiento provechoso es
formal... esta noción fundamental debe, creo preguntar por qué cada una de las opiniones
contrarias ha sido tan ardientemente sostenida
yo, tomarse como última y no analizable'". El
por sus partidarios. A menudo no es por el sim-
profesor Tufts, en una reseña del pensamiento
ple deseo de descubrir la verdad, sino por algu-
ético contemporáneo, tomó prácticamente la
na supuesta ventaja de la opinión apreciada, la
misma posición. "Lo correcto, el deber, lo bue- cual quizá inconscientemente incita a sus adhe-
no,no pueden -en la ética- reducirse a algo que rentes a apoyarla. Pero frecuentemente, en un
no sea un término moral.t''' G. E. Moore creía examen cuidadoso, resulta que esta opinión no
que aunque "bueno" refería a una noción inde- es tan favorable para el fin deseado como super-
finible, el significado de "correcto" es definible ficialmente parece ser; y algunas veces sucede
en términos de lo bueno-. que la opinión contraria, cuando se interpreta

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVIII (95-96),173-183,2000


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correctamente, está de hecho más de acuerdo una visión más amplia. Y mientras más comple-
con nuestros fines. Así, cuando examinamos la tamente analicemos nuestros términos éticos,
relación del libre albedrío con el valor y el mé- más eficaz será su aplicación a la vida. Lejos de
rito morales, encontramos que, aunque algunos reforzar el esfuerzo moral remitiendo los con-
filósofos han sostenido que en ausencia del libre ceptos morales a su propio cielo remoto, la ética
albedrío el valor moral desaparece, de hecho el no-naturalista triunfa únicamente al debilitarlo,
libre albedrío, cuando se comprende correcta- separándolo de sus fundamentos cósmicos y vi-
mente, parece destruir el valor moral, pues un tales; y consigue la absoluta e indubitable supre-
acto que no se sigue necesariamente de rasgos macía de lo correcto y del deber al precio de va-
constantes del propio carácter difícilmente pue- ciarlos de su contenido. Si la seguimos hasta su
de ser tomado como indicador del valor de este conclusión lógica, esta insistencia en el misterio
carácter. De manera similar, cuando examina- de los términos éticos sólo puede conducir a un
mos la concepción no-naturalista de que las no- fanatismo moral: la observancia rigurosa de un
ciones morales no 'pueden interpretarse en tér- deber absoluto cuyos fines se han olvidado.
minos no morales, al principio parece fortalecer Desde cualquier punto que veamos la cues-
la moralidad elevándola a una altura sublime, tión, entender totalmente el significado de las
más alta que cualquier otro interés humano. Si expresiones morales nos beneficia. Algunos fi-
las palabras mismas que usa la ética no deben lósofos afirman que el propósito de la ética es
incluso entenderse en términos de aplicaciones interpretar los fenómenos morales, especial-
más amplias, el esfuerzo moral parecería ser mente el significado de los conceptos morales; y
ajeno a los asuntos cotidianos de la vida, remo- para ellos dejar éstos sin ser analizados parece
to e inexpugnable, encubierto por una inescruta- una lamentable conclusión de esos arduos estu-
ble autoridad. Es entonces inútil preguntar por dios. Otros sostienen que la ética pierde casi to-
qué una acción es correcta, por qué un deber nos do su interés e importancia si no mejora nuestra
incumbe, o por qué algo es bueno. Dado que es- conducta. Mientras sus conceptos básicos no
tos términos no pueden analizarse adecuada- sean interpretados en términos de una visión
mente en elementos más simples, nos vemos re- más amplia, la ética se ve separada de otros as-
ducidos a una irremediable circularidad, y sólo pectos del mundo por una brecha infranqueable,
podemos reiterar solemnemente que el acto es una situación que es a la vez filosóficamente in-
correcto porque es correcto, que debemos reali- satisfactoria y prácticamente desastrosa. Si en
zar el deber porque es nuestro deber, que el re- cada individuo es primario el sentimiento de lo
sultado es bueno porque es bueno. Al hacer correcto, sin derivarse de su condición de ani-
ininterpretable el lenguaje de la moralidad, o al mal de un tipo particular, ni de su concepción de
menos inadecuadamente interpretable, escuda- la significancia y el destino del universo, pare-
mos sus máximas contra la acechante mirada de cería que no puede haber una base común para
la razón. resolver las diferencias de opinión al respecto de
Sin embargo, colocamos la moralidad en los problemas morales ni para unificar a la hu-
este excelso pedestal sólo al precio de despojar- manidad en una sola comunidad moral, con un
la de un contenido definitivo y divorciarla de los único propósito comprehensivo. Concluir que
intereses de la vida cotidiana. Ningún autor se- las nociones expresadas por las palabras "co-
rio ha hecho esto, pues toda persona sensible re- rrecto" y "obligación" no son analizables en
conoce que la moralidad es altamente pertinente otros términos -o, lo que resulta igual, que
a los asuntos prácticos y a la prosperidad de los analizarlas está más allá de los alcances de esa
individuos y de la comunidad. Pero sólo pode- rama de la filosofía que más debe ocuparse de
mos relacionar nuestras discusiones éticas con ellas- deja el tema en posesión indisputable de
la vida cotidiana admitiendo, o al menos asu- ese irresuelto relativismo moral que es una de
miendo tácitamente, que los conceptos éticos las debilitantes enfermedades de nuestros días.
son en gran parte comprensibles en términos de Como cualquier aislacionismo, esta separación
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de la ética de sus fundamentos cósmicos, vitales pueden ser analizados sin residuos según carac-
y filosóficos, tiene consecuencias lamentables, terísticas no morales. Además, dado que la mo-
y tenemos todos los incentivos para unirla más ralidad humana es un desarrollo tardío de la
estrechamente con ellos. evolución cósmica, debemos suponer que sus
manifestaciones, más bien complejas, han de ser
comprensibles en términos aplicables a las más
2. La probabilidad intrínseca de que tempranas etapas de esta evolución.
las nociones morales sean definibles Antes de proceder con nuestra investiga-
ción, es necesario distinguir claramente entre
Las observaciones precedentes no deciden conceptos morales y sentimientos morales. Las
ni a favor ni en contra de la interpretación natu- cuestiones morales están tan involucradas en
ralista de los términos éticos; pues el análisis de nuestra vida cotidiana, y decidir sobre ellas es
conceptos es tema de la lógica, la cual no debe- comúnmente tan urgente, que nuestra reflexión
ría ser influida por nuestras aspiraciones mora- sobre ellas es necesariamente rápida y nuestros
les, excepto para encontrar la verdad. Tales ob- juicios se alcanzan a menudo demasiado pronta-
servaciones quieren únicamente remover ma- mente. Además, tenemos fuertes sentimientos
lentendidos, y preparamos para abordar el pro- hacia ellas porque están conectadas muy íntima-
blema sin temer perjudicar la causa de la mora- mente con nuestro bienestar, tanto por las conse-
lidad al remover el velo de misterio de las pala- cuencias directas de las acciones como indirec-
bras que usa y permitir que se presenten desnu- tamente por la culpa o el elogio, el castigo o la
das ante nosotros. Desde el punto de vista pura- recompensa que la sociedad distribuye entre no-
mente lógico, es altamente probable que los sotros. Dado que el pensamiento es casi siempre
conceptos básicos de la ética sean analizables ligero y el sentimiento intenso, es más probable
según nociones más simples. La ética es el estu- que estemos conscientes más agudamente del
dio de los fenómenos morales; y el objeto del último que del primero; y cuando declaramos
esfuerzo moral es ordenar a los seres vivientes y que cierta acción es "correcta" o que es un "de-
sus actividades en patrones coherentes y armó- ber", o que algo es "bueno", estamos principal-
nicos. Un patrón está hecho de entidades enla- mente conscientes de ciertos sentimientos. Esta
zadas mediante relaciones definidas. Dado que sensación, en todos sus grados e intensidades, es
la moralidad se interesa por las relaciones entre indescriptible; y así como no podríamos darle a
los seres que se esfuerza por armonizar, parece un hombre congénitamente ciego una clara no-
probable que sus nociones básicas sean de tipo ción de lo que queremos decir con "verde" o
relaciona!. "azul", tampoco podríamos transmitir un indicio
Tal como señaló Locke, los términos rela- de aquélla a un ser inteligente que careciera de
cionales son a menudo más claros y fáciles de sentimientos morales. Concentrando su atención
analizar que aquellos referidos a las entidades en los tonos afectivos que casi siempre acompa-
que tales términos relacionan". En toda relación ñan el uso de términos morales, y pasando por
hay por lo menos dos relata que pueden distin- alto cualquier contenido conceptual que puedan
guirse, y puede especificarse alguna clase de co- tener, los escépticos en moral son capaces de de-
nexión entre ellos. En el caso de la ética, los re- clarar que esos términos sólo son expresiones de
lata no son ellos mismos características mora- emoción o deseo carentes de significado inteli-
les; pues generalmente se admite que los huma- gible, con lo cual no sólo colman de ridículo las
nos y otros seres vivientes, y cada acto que son devotas labores de los filósofos éticos, sino que
capaces de realizar, pueden describirse sin intro- también deshonran las apreciadas aspiraciones
ducir conceptos morales. Por lo tanto, el mero morales de la humanidad.
hecho de que la ética se ocupe de relaciones en- Los sentimientos que revolotean alrede-
tre entidades definibles en términos no morales, dor de estos conceptos morales, en cuanto tie-
nos lleva a suponer que sus conceptos básicos nen una verdadera relevancia ética, parecen ser
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dos del tipo que adscribimos a la conciencia, y frutable. En animales tan dependientes de sus
así fueron considerados en el Capítulo VII, don- iguales, como llegaron a ser los humanos en una
de se señaló que la conciencia es nuestra sensi- etapa temprana, el individuo podía prosperar y
bilidad hacia la armonía y la discordia, la cual propagar su especie únicamente en sociedad; y
nos hace sentir incómodos cuando percibimos por lo tanto los medios que se nutrían eran, des-
alguna desarmonía, especialmente si somos res- de el momento en que las personas empezaron a
ponsables de ella, y nos da, por el contrario, un reflexionar sobre ellos, aquellos que contribuían
sentimiento de satisfacción y reposo cuando al- con la continua prosperidad de la sociedad. La
canzamos la armonía. Ahora tenemos que consi- conducta correcta era la que promovía el bienes-
derar si, aparte del sentimiento, podemos descu- tar de la comunidad, y a través de ella de los in-
brir algún significado conceptualmente claro in- dividuos que la componían. Es altamente signi-
herente a términos morales como "correcto" o ficativo que La Biblia, a pesar de todas las ela-
"bueno" boradas regulaciones morales o cuasi morales
Primero que todo, debemos sopesar cuida- del Pentateuco y toda la fiera insistencia en la
dosamente cuál de estos términos deberíamos virtuosidad de los profetas, no contenga una
considerar primero. De estos dos términos éti- sostenida discusión sobre lo bueno. Abordar es-
cos fundamentales, el que sea más primordial, o te problema quedó para las mentes analíticas de
esté más cercano a las raíces de nuestra expe- los filósofos griegos.
riencia moral, debe tener prioridad en nuestro En consecuencia, mientras que un trata-
tratamiento. G. E. Moore sostuvo que "bueno" miento estrictamente lógico de la ética debería,
--que desde su perspectiva es una noción inde- como afirmó Moore, empezar con una investiga-
finible- es la palabra clave de la ética, y que ción sobre 10 bueno y pasar de ella a considerar
"correcto" puede entenderse en términos de 10 lo que es correcto, si estamos interesados en ras-
bueno. Lo correcto es, afirmó, de entre todos los trear el desarrollo moral de individuos o socie-
cursos posibles, el curso de acción que mejor dades, debemos empezar por la noción de lo co-
conduce a la realización de lo bueno. Una ética rrecto y proceder desde ella a la de lo bueno. Sin
verdaderamente filosófica debería comenzar embargo, cualquiera de estos términos puede
analizando cuál es el fin adecuado de la vida, el entenderse sin' el otro, cuando reconocemos que
cual es a menudo definido como el máximo la moralidad es, sobre todo, el esfuerzo por or-
bien, y de allí proceder a considerar los mejores denar nuestras actividades en un patrón cohe-
medios para alcanzar este fin; y estos medios rente, una ventaja de la que carecen algunos
constituyen la conducta correcta. Pero la mora- otros tratamientos de la ética.
lidad tiene más edad que la filosofía; y en la ex-
periencia moral de la humanidad en su totali-
dad, como en la de cada uno de nosotros indivi- 3. Cuatro criterios de rectitud
dualmente, la noción de lo correcto precede a la
de lo bueno. Mucho antes de estar preparados Observando cuidadosamente a cualquier
para emprender la investigación filosófica de animal, especialmente de una especie social, so-
ese difícil problema --qué constituye lo bue- mos capaces de decidir qué constituye el carác-
no-- a los niños se les recuerda una y mil veces ter de lo correcto -la rectitud [rightness)- y el
que ciertos actos son correctos y ciertos otros de lo incorrecto -la incorrección [wrong-
incorrectos. ness)-. Es correcta toda conducta que sea como
Asimismo, en las sociedades primitivas los patible con el patrón total de comportamiento
fines de la vida se daban por sentados, sin exa- que brinda prosperidad a la comunidad o a la
men, y sólo los medios para conseguidos esta- especie, posibilitando a los individuos a habitar
ban sujetos a estudio. Estos fines eran las satis- en armonía con los demás y con el ambiente. Es
facciones instintivas, la vida misma y todo lo incorrecta la que perturbe o sea incongruente
que la sustentaba, la perpetuaba y la hacía dis- con este patrón. Cualquiera que haya pensado
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mucho sobre este asunto, reconocerá de inme- caen sobre los mortales que descuidan sus obli-
diatoque esta definición de lo que podemos lla- gaciones para con los poderes invisibles. Esta
mar"rectitud e incorrección objetivas" es dema- extensión del ámbito de la conducta correcta
siadosimple como para ser una descripción ade- fue producida por la inquieta imaginación hu-
cuada de la noción de correcto e incorrecto en mana -la cual complicó inmensamente la vi-
loshumanos, incluso en los humanos claramen- da- y no por algún cambio en el criterio últi-
te primitivos. Pero creo que hemos descubierto mo de la rectitud. Así como cuando observamos
nosólo el origen biológico de la distinción entre un animal decimos que para él la rectitud con-
locorrecto y lo incorrecto, sino, lo que es muy siste en conformarse al patrón de comporta-
distinto, el sólido núcleo de nuestras nociones miento que ha traído prosperidad a su especie,
actuales de rectitud e incorrección, así como el también la rectitud para el hombre primitivo
criteriomediante el cual más corrientemente po- consiste en conformarse a todos esos procedi-
nemosa prueba la conducta humana. mientos tradicionales que él cree esenciales pa-
Se objetará que al pasar de los animales a ra el bienestar de sí mismo y de su tribu. No
los humanos, el problema adquiere una natura- viene al caso el hecho de que un observador
leza completamente diferente, pues incluso ra- científico considere superfluos o inútiles mu-
zasconocidas más primitivas tienen por correc- chos de estos procedimientos.
toe incorrecto muchas cosas que no contribuyen El segundo criterio de rectitud es un resul-
en nada a su supervivencia y prosperidad. Sien- tado de la manera en que aprendemos las reglas
tenuna fuerte obligación de alabar a sus dioses de conducta que debemos obedecer si queremos
conmúltiples y complicados ritos, y omitir cual- pasar por la vida sin ser censurados por contra-
quier procedimiento tradicional o aproximarse riar a nuestros vecinos. Los animales están dota-
aldios de una manera no convencional es tan in- dos innatamente con, al menos, un sólido funda-
correcto para ellos -a menudo mucho más no- mento del comportamiento que deben observar
toriamente incorrecto-- que perjudicar a un ve- para poder habitar con éxito en su ambiente an-
cino.De la misma manera, deben muchas aten- cestral y permanecer en buenas relaciones con
cionesa los espíritus de sus antepasados, y a to- sus compañeros. Nuestras dotaciones innatas son
das luces también es incorrecto descuidarlos. tan rudimentarias que sin mucha guía e instruc-
Ningúnanimal, hasta donde sabemos, dedica un ción por parte de nuestros mayores nunca po-
solo pensamiento a dioses o a los espíritus de dríamos cumplir con lo que la vida demanda de
sus antepasados. Pero también todos estos ela- nosotros. Nuestros padres y maestros no sólo nos
boradosceremoniales deben su rectitud a la con- dicen lo que es correcto que hagamos, sino que
tribución que hacen al bienestar del individuo y nos dan signos inconfundibles de aprobación
de su comunidad; sólo que en este caso su rele- cuando actuamos en conformidad con sus direc-
vanciapara este bienestar es imaginaria en lugar trices, e incluso nos dan demostraciones más en-
de real. fáticas de desaprobación cuando las ignoramos.
Las religiones primitivas están interesadas Dado que en muchos casos no podemos detectar
casi únicamente en salvaguardar los fundamen- una verdadera superioridad de la conducta prefe-
tos de la vida tribal propiciando factores am- rida sobre los procedimientos prohibidos, actua-
bientalesque no pueden controlarse directamen- mos para ganar aprobación y evitar censuras en
te. El propósito de los ritos y los tabúes de los lugar de por una apreciación de los principios
queestán compuestas es asegurar la alternación subyacentes. En la escuela y con nuestros com-
regularde las estaciones, una cantidad adecuada pañeros de juego, somos sensibles a la aproba-
delluvia, la fertilidad de los campos, la fecundi- ción y el menosprecio de nuestros compañeros.
dad de las mujeres, éxito en la cacería, victoria Es inevitable que nosotros, por la manera en que
en la guerra, y al mismo tiempo impedir la en- debemos ser educados, asociemos la rectitud con
fermedad, la hambruna, las catástrofes natura- la aprobación de otros miembros de nuestra so-
les, y todas las deplorables calamidades que ciedad, y la incorrección con su censura.
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En una cultura estable y homogénea, rara- tablecido y la aprobación de nuestros conternpo-


mente habrían claras divergencias entre los dos ráneos. Vemos esto más claramente al examinar,
criterios de rectitud que hasta ahora hemos re- con una mente disciplinada por la ciencia y la fi-
conocido; pues la conducta en conformidad con losofía, las costumbres de alguna raza primitiva,
la costumbre ancestral casi siempre será alaba- cuyos esfuerzos están dirigidos en gran parte a
da o al menos tácitamente aceptada, mientras asegurar su propia preservación. Un gran seg-
que el comportamiento divergente traerá conde- mento de sus ritos, incluyendo muchos que im-
nas, cuando no persecuciones activas. En cultu- ponen múltiples privaciones a sus miembros,
ras rápidamente cambiantes y entre personas nos parecen inútiles en cuanto medios para este
que desarrollen independencia de juicio, la con- fin, y otros debilitan la tribu en lugar de fortifi-
ducta que un individuo tenga sinceramente por caria. Sin embargo, si quisiéramos convencer a
correcta será a menudo resentida y condenada los miembros de la tribu señalándoles cómo po-
por los otros. Aunque una crítica tan adversa drían incrementarse su fuerza y prosperidad me-
puede no convencer al hombre reflexivo de que diante ciertos cambios en sus costumbres, ellos
ha actuado incorrectamente, quizá no tendrá ya podrían rechazar con indignación las sugeren-
el mismo sentimiento de rectitud que disfrutaría cias, pues para ellos sería incorrecto abandonar
si sus vecinos unánimemente estuvieran de los mores ancestrales.
acuerdo con él. A menudo sucede que un acto que parece
El tercer criterio de rectitud es su eficacia ser un medio eficaz para conseguir un fin apro-
para producir lo bueno. Aprendemos a distinguir bado, nos repele si lo vemos en sí mismo; y es-
entre lo correcto y lo incorrecto mucho antes de to nos trae al cuarto criterio de rectitud: la ade-
empezar a pensar sobre el fundamento último de cuación intrínseca [intrinsic fittingness). Cuan-
esta distinción. Quizá la mayoría de personas, do investigamos la economía de las oropéndo-
incluso en comunidades alfabetizadas, pasa por las, no pudimos descubrir ninguna sólida razón
la vida sin examinar cuidadosamente sus fines. utilitaria para condenar su práctica de robarse fi-
Pero de vez en cuando surgen pensadores que, bras entre sí, pues esto parecía desanimar la
no estando contentos con seguir ciegamente los construcción descuidada y producir una colonia
hábitos de sus vecinos, tratan de descubrir qué de sacos más fuertes y duraderos. Sin embargo,
bien supremo les ofrece la vida a ellos y a sus nos pareció incongruente que unos pájaros en
semejantes. Cuando este bien supremo ha sido general tan diligentes y pacíficos pudieran en-
reconocido, todos los detalles de la existencia se tregarse al robo; y nos vimos inclinados a desa-
examinan con referencia a él, y las acciones se probar este hábito, no porque fuera en detrimen-
convierten en correctas o incorrectas si promue- to del bienestar de las oropéndolas, sino porque
ven u obstruyen su consecución. Es eminente- ofendía nuestras más finas sensibilidades.
mente correcto aquel curso de acción que, de en- En nuestras propias vidas surgen ocasiones
tre todos los posibles cursos disponibles en un en las que un acto que sería correcto según los
momento dado, conduce más eficazmente hacia tres primeros criterios, no obstante nos parece
lo bueno. El máximo de felicidad para la huma- incorrecto porque no es adecuado. Dudaríamos
nidad en conjunto puede tomarse, por ejemplo, en recurrir al subterfugio y al engaño incluso si
como el fin racional de todo esfuerzo humano. fueran los únicos medios para alcanzar algún fin
Así, cada acto que tienda a maximizar la felici- supremamente bueno, no porque estuviéramos
dad será considerado correcto, mientras que to- violando alguna ley o evadiendo un uso estable-
da conducta que produzca una preponderancia cido, ni siquiera porque de saberlo, nuestros
de la miseria sobre la felicidad, será incorrecto. amigos nos censurarían, sino porque no nos pa-
El intento de evaluar la conducta como rece adecuado que una persona libre lleve sus
medio para un fin, nos llevará muchas veces a asuntos de manera furtiva.
entrar en conflicto con los dos criterios anterio- Si un utilitarista creyera que hiriendo a una
res de rectitud: la conformidad con un patrón es- criatura indefensa podría incrementar la suma
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de felicidad en el mundo, sería, según sus prin- res de la sociedad en detrimento del conjunto,
cipios, no sólo correcto hacerlo, sino un deber; así como con leyes estúpidas que deberían estar
sin embargo, si fuera una persona de finas sen- al servicio de fines que más bien frustran. Y sin
sibilidades, podría sentir que de alguna manera embargo cada ley proclamada por el legislador o
es incorrecto infligir deliberadamente sufri- gobierno reconocido de un Estado, impone en sí
miento a un ser por el beneficio de otros; y po- misma una obligación a obedecer, de modo que
dría sentir con tanta firmeza que tal procedi- uno debe tener bases muy fuertes para justificar
miento es incorrecto, que lo evitaría incluso si su infracción; y la razón de esto yace en el he-
por eso tiene que descuidar el deber. La Mentira cho de que es necesaria alguna autoridad domi-
Real, que Platón defendió como parte de las po- nante para la estabilidad de las comunidades hu-
líticas de su República ideal, puede o no servir manas tal como están actualmente constituidas,
el elogiable propósito al que estaba destinada; y que irrespetar cualquier edicto de esta autori-
pero sentimos que no es adecuado que los jefes dad debilita todas sus leyes, las buenas tanto co-
gobiernen a su pueblo mediante un perpetuo en- mo las malas. Por lo tanto, es correcto obedecer
gaño. En todos estos casos, una exhaustiva in- una ley independientemente de su contenido,
vestigación podría revelar, en sus efectos remo- pues tal obediencia es esencial a la salud de to-
tos o colaterales, cuando no en los inmediatos, das las comunidades humanas. Aunque apelar a
más razones para desaprobar la conducta que cualquier otro criterio de rectitud puede llevar-
juzgamos inapropiada. Pero nuestra desaproba- nos a violar la ley, su demanda intrínseca de
ción no depende del descubrimiento de conse- obediencia nunca puede ser desatendida. De ma-
cuencias insospechadas de los actos reprobados; nera similar, las órdenes de cualquier autoridad
los condenamos porque son indignos en sí mis- reconocida, como los padres o los maestros, tie-
mos, o incongruentes con el carácter del agente. nen una pretensión de rectitud, aunque sólo sea
Estos son, a mi juicio, nuestros criterios porque respetar a tales autoridades es parte de la
principales de rectitud e incorrección; y aunque tradición sobre la que se establece la sociedad
podrían nombrarse otros, pienso que podrían humana.
analizarse según estos. Entre los otros están la Para los devotos, los preceptos de la reli-
conformidad con la ley, o la obediencia a un le- gión tienen prioridad sobre las leyes del Estado,
gislador o a cualquier autoridad reconocida. Pe- de modo que para ellos es correcto desobedecer
ro si estudiamos el origen de las leyes básicas de éstas para mantenerse fieles a aquellos. En con-
una nación civilizada, podemos rastrearlas hasta secuencia, ¿debemos nosotros reconocer una
las costumbres tribales, y esto a su vez corres- forma especial de rectitud cuya rigurosidad esté
ponde al patrón de comportamiento de un ani- derivada de una fuente trascendente? Esto pare-
mal social. Las leyes fundamentales de cual- ce innecesario, pues aparentemente la gente juz-
quier nación prescriben penalidades a ciertos ac- ga la obediencia a mandatos religiosos como al-
tos que durante mucho tiempo han sido recono- go correcto gracias a principios que ya hemos
cidos como perturbadores de la sociedad, como mencionado. Si uno es fiel a los preceptos de su
la violencia, el robo y el asesinato. En la inmen- fe simplemente porque espera ganarse así una
sa complejidad de la sociedad industrial, con sus recompensa celestial, entonces su conducta es
métodos indirectos para la tenencia de propieda- correcta según nuestro tercer criterio: como me-
des, las leyes han llegado a estar excesivamente dio para alcanzar un fin aprobado. Desde un
enmarañadas; de manera que a veces es difícil punto de vista superior, parece ser intrínseca-
discernir la relevancia de algunas de ellas para mente adecuado que una criatura obedezca las
el propósito primario de promover el bienestar regulaciones que atribuye a su Creador, inde-
de la comunidad salvaguardando la vida y todo pendientemente de las consecuencias que eso le
lo que la sostiene. produzca; y tal obediencia es correcta según
Estamos de sobra familiarizados con legis- nuestro cuarto criterio. En una comunidad pri-
laciones injustas que favorecen a ciertos secto- mitiva, cuya religión se interesa principalmente
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por salvaguardar los fundamentos de la vida tri- Con excepción de pocos de los crímenes
bal, descuidar sus rituales o violar sus tabúes es más atroces, prácticamente no hay nada que
también desviarse de las costumbres de la tribu, pueda hacer un ser humano que no parezca a ve-
y desde el punto de vista de sus miembros, es ces correcto y otras incorrecto, dependiendo del
poner en peligro su existencia misma; por tanto, estándar con el que se compare. Sólo en una so-
conformarse a ellos es correcto según nuestro ciedad mucho más unificada en sus propósitos y
primer criterio. En todas las comunidades, sal- en un mundo mucho más armónicamente inte-
vajes o civilizadas, que tengan una religión do- grado que el nuestro, parecería posible que un
minante, la conformidad con ella es aprobada y curso de conducta pueda parecer correcto según
la disidencia es fuertemente condenada por los todos los criterios válidos que podamos aplicar-
vecinos, de modo que en este caso el segundo le, de modo que lo reconoceríamos como abso-
criterio de rectitud también es aplicable. Conse- lutamente correcto. En nuestro mundo real, ha-
cuentemente, para quienes atribuyen un origen cer un acto perfectamente correcto es a menudo
divino a los mandatos religiosos, la obediencia como encajar una tabla en un espacio para el
es correcta según los cuatro criterios primordia- cual no fue diseñada; podemos hacerla encajar
les de rectitud. cómodamente por uno u otro de sus lados, pero
no por todos al mismo tiempo. Y mientras la tor-
cemos y le damos vueltas, buscando el mejor
4. El significado de "correcto" ajuste posible, nos confundimos y nos pregunta-
mos qué es la rectitud.
Creo que con este análisis de los criterios de Para descubrir el significado de "correcto"
rectitud nos hemos preparado para comprender debemos buscar alguna característica común a
por qué la noción de "correcto" es tan vaga y es- todos los criterios válidos de rectitud. Este ras-
quiva, al grado de que pensadores muy cuidado- go común parece ser una especie de relación con
sos la han considerado primaria e indefinible. Ex- un contexto más amplio. En el primer criterio -
cepto en las personas que por pereza o fanatismo estar en conformidad con los usos establecidos
juzgan cada demanda de rectitud según un solo de la comunidad- es inmediatamente evidente
criterio, como la conformidad con los mandatos cuál es esta relación. Pero creo que ganamos una
de la religión o con la ley de su país, ninguno de comprensión más clara de la naturaleza de la
los cuatros criterios básicos tiene tanta autoridad rectitud cuando evaluamos alguna innovación o
como para reducir los otros a la insignificancia. algún cambio, en lugar de sólo seguir los proce-
Por lo tanto, cuando hacemos un esfuerzo serio dimientos establecidos. Si la innovación pro-
por determinar la rectitud o incorrección de algún puesta puede ser articulada armónicamente con
curso de acción propuesto, continuamente des- el conjunto aceptado de costumbres, leyes y
plazamos nuestro punto de vista, juzgándolo aho- creencias, probablemente la aprobaremos como
ra por un criterio y luego por otro, sin reglas es- correcta; si choca violentamente con el uso esta-
tablecidas de procedimiento. Por ejemplo, el cur- blecido, probablemente la rechazaremos como
so que me propongo parece ser el único, de todos incorrecta.
los que se me ocurren, que más eficazmente con- Esto se aclara si consideramos, por ejem-
duce a un fin de cuya bondad no puedo dudar, pe- plo, la historia del problema de la esclavitud, es-
ro no parece intrínsecamente adecuado. O bien, si pecialmente en los Estados Unidos de América,
lo sigo me desviaré de las costumbres de mi co- donde los norteños, que no necesitaban trabajo
munidad y propiciaré displaceres en mis vecinos. esclavo, estuvieron casi unánimemente de
La ley manda esto y esto, pero aún así tendrá un acuerdo en que esa institución era incorrecta y
efecto que fuertemente desapruebo. Mis amigos, debía ser abolida; mientras que la mayoría de
cuya opinión respeto, recomiendan unánimemen- los sureños, cuyo sistema económico estaba ba-
te seguir tal curso; pero a mí me parece improba- sado en la esclavitud, no podían ver nada moral-
ble que pueda producir el efecto deseado. mente incorrecto en poseer a los africanos como
CORRECTO E INCORRECTO 181

enseres. De manera similar, una revision del sabio. La vida no puede dividirse claramente en
problema de la usura muestra que las sociedades vivir y prepararse para vivir. Hoyes tan parte de
comerciales comúnmente tienen por correcto la propia vida como mañana, y la preparación
prestar dinero con intereses, mientras que las so- para vivir es ya ella misma vivir. Quizá no lle-
ciedades agrícolas a menudo lo han considerado gue uno a vivir lo suficiente para alcanzar los
como algo malvado. O bien, para tomar un pro- años felices para los cuales dolorosamente se
blema que nos angustia hoy en día, el de contro- prepara; e incluso si lo hace, la felicidad que
lar la tasa de la reproducción humana, quizá la brinden quizá no llegue a tener más peso que la
objeción principal al uso de anticonceptivo s es infelicidad actual. Sería más prudente buscar un
que perturban el patrón normal de la vida ani- empleo más satisfactorio aunque menos lucrati-
mal, en donde la unión de los sexos lleva a la vo, en el cual pueda uno disfrutar "los placeres
concepción y al nacimiento. Similarmente, el ar- de la búsqueda" y saborear las dulzuras de la vi-
gumento más sólido a su favor es que, si no li- da en el proceso, en lugar de guardarlas para un
mitamos la tasa humana de incremento de po- incierto futuro. Similarmente, los regímenes
blación, nunca realizaremos el ideal de paz uni- contemporáneos que prometen llevar a la huma-
versal en un mundo que provea suficientes ali- nidad a la utopía, pero que mientras tanto some-
mentos y otras necesidades materiales para to- ten a la gente a horribles opresiones y escanda-
dos. A partir de estos ejemplos y de muchos losas indignidades como si éstas fueran -se di-
otros que podrían aducirse, es evidente que la ce- una preparación indispensable para este
rectitud o la incorrección de una práctica no es Elisio futuro, están empleando medios en tan
juzgada tanto por cualidades intrínsecas como poca armonía con el fin que profesan, que lo
por su articulación con su contexto. más probable es que nunca tengan éxito".
Cuando pasamos al segundo criterio de Considerando el cuarto criterio -la ade-
rectitud -la aprobación de la sociedad, o al me- cuación intrínseca del acto-- parece que final-
nos de la sección de la sociedad con la cual uno mente hemos encontrado un estándar de rectitud
más se identifica- es obvio que también aquí que no depende de nada externo al acto mismo.
nos interesan las relaciones más amplias del ac- Pero un análisis más detallado revela que esta es
to que evaluamos. Alguien que juzga el curso una conclusión apresurada; no podemos alcan-
que contempla según este estándar, desea la zar lo absoluto tan fácilmente. Incluso si el acto
simpatía de sus vecinos, y desea estar en armo- no es juzgado con referencia a su más amplio
nía con ellos. contexto, todavía es juzgado con referencia a su
Al aplicar el tercer criterio, juzgamos una agente. Para estar en lo correcto en el sentido de
actividad de acuerdo con cuán eficaz sea produ- la adecuación, lo menos que podemos pedirle al
ciendo un resultado aprobado. Aplicando cruda- acto es que esté en acuerdo con el carácter de
mente este principio, el fin justificaría cualquier quien lo hace. Se admite generalmente que cier-
medio que conduzca más eficazmente a él. Pero tas formas de conducta apropiadas para un sol-
con una creciente comprensión, reconocemos dado serían chocantes en un santo; y las religio-
que los medios no sólo deben conducir al fin, si- nes orientales, especialmente el jainismo y el
no también estar en conformidad con él. El sa- budismo, establecen estándares mucho más es-
bio considera sospechoso cualquier medio que trictos para el monje que para el amo de casa.
no esté en armonía con el fin que pretende al- Incluso desde el punto de vista de la adecuación,
canzar. Por ejemplo, algunas personas que ha- la rectitud de un acto depende de su relación con
cen de la felicidad la meta de sus vidas, entrarán otra cosa.
en cualquier profesión -no importa cuán desa- En consecuencia, parece que los términos
gradable sea- que prometa proveerles el dine- "correcto" e "incorrecto" hacen referencia a
ro que creen que eventualmente les brindará fe- ideas relacionales, demasiado complejas como
licidad. Pero elegir un medio tan antitético con para que supongamos que son primarias e inde-
el fin primordial propio, no es un procedimiento finibles. Si un acto o práctica dada se adecua
182 ALEXANDER F. SKUTCH

armánicamente al contexto con referencia al cia que no tenga cuerpo el concepto de piña
cual la juzgamos, la llamamos "correcta" •.si es porque no podría experimentar los peculiares
incongruente con este contexto, decimos que es sentimientos con los que nosotros la contem-
"incorrecta". Si frecuentemente juzgamos la plamos, especialmente cuando estamos ham-
rectitud o la incorrección de un acto tan veloz- brientos. Para mí, la noción de piña -comesti-
mente que nuestro conocimiento de estos atribu- ble- parece tan analizable y comprensible co-
tos parece ser intuitivo, esto es porque nuestro mo la de una piña de árbol de pino, que nunca
juicio de al menos los casos más simples ha si- excita mi apetito.
do facilitado por una prolongada práctica, em- Cuando un ser moral juzga un acto como
pezando en la más temprana infancia, antes de correcto para él, inmediatamente se siente pre-
comenzar a introspectar nuestras operaciones sionado u obligado a realizarlo; y este sentido
mentales. Y dado que las nociones relacionales peculiar de fuerza moral nunca podría ser sen-
son comúnmente analizables y explicables, no tido por la inteligencia amoral. Pero un poco de
veo razón para dudar de la posibilidad de trans- reflexión aclara que la noción o sentimiento de
mitir a un ser inteligente, en mucho carente de obligación es diferente de la de rectitud, si bien
sentimientos morales, una idea adecuada de lo en gente normal íntimamente asociada con ella,
que queremos decir con "correcto" e "incorrec- sin duda como consecuencia de un temprano
to"; y si pudiéramos, hacerlo probaría que estas entrenamiento. Frecuentemente nós entretene-
nociones pueden analizarse sin residuos según mos o afinamos nuestro juicio moral conside-
términos no morales. La inteligencia pura que rando qué curso habría seguido una figura de la
ahora contemplamos presumiblemente se senti- historia antigua o un personaje de ficción en
ría perfectamente en su elemento en las mate- ciertas eventualidades, sin jamás sentir la obli-
máticas, la física y disciplinas afines, en donde gación de seguir nosotros este curso, aunque
congruencia, armonía y nociones similares se sea correcto. Incluso nuestro juicio de lo que es
usan frecuentemente. Por lo tanto, estaría prepa- correcto para nuestros contemporáneos está
rada para comprender que la rectitud es una es- asociado con sentimientos muy diferentes de
pecie de armonía entre un acto o curso de acción aquellos que acompañan nuestro juicio de lo
y su contexto, y que el acto es considerado ora que es correcto para nosotros. Si no puedo ha-
con referencia a un sistema coherente de con- cer lo que creo correcto para mí, mi conciencia
ducta, ora con referencia a un fin aprobado co- me angustia; si otro no realiza lo que juzgo co-
mo bueno, ora con referencia al carácter del rrecto para él, lo miro con indignación, lástima,
agente. o posiblemente desdén, que son sentimientos
Quizá topemos con mayor dificultad al ha- que se diferencian mucho de una conciencia in-
cer que esta inteligencia amoral aprecie lo que tranquila.
queremos decir con la adecuación de un acto, La fuente de la diseminada opinión moder-
pues en juicios de este tipo están involucrados na de que la noción de correcto no es suscepti-
sentimientos excesivamente refinados; pero es- ble de un completo análisis según términos no
te es el criterio de rectitud al cual nosotros mis- éticos parece ser la discusión en el Capítulo III
mos más raramente apelamos. Por supuesto, del Libro I del texto de Sidgwick Methods of Et-
nosotros que somos morales, consideramos la hics, en donde "correcto" y "obligación" se con-
rectitud y la incorrección con sentimientos pe- sideraron juntos. El fracaso de no hacer una ade-
culiares de aprobación y desaprobación, reve- cuada distinción entre ellos parece dar cuenta de
rencia o reprobación, los cuales difícilmente la conclusión de Sidgwick, que yo considero in-
podría sentir una inteligencia amoral. Pero pa- sostenible. El juicio mediante el que decidimos
rece tan absurdo afirmar que no podría CQJTI- que un acto es correcto me parece algo muy dis-
prender el significado de correcto e incorrecto tinto de sentimos obligados a realizarlo. El sig-
porque carece de estos sentimientos, como afir- nificado de "obligación" será considerado, junto
mar que no podemos transmitir a una inteligen- con el deber, en el Capítulo XIV.
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Notas

1. Henry Sidgwick. The methods of ethics. Bk. 3. George Edward Moore. Principia Ethica.
1, Ch. 1II, #3. Cambridge University Press, 1903.
2. James H. Tufts. "Ethics". En Dagobert D. 4. John Locke. An Essay Concerning Human
Runes, ed.. Twentieth Century Philosophy. New Understanding, 11, Ch. XXV, 8.
,York: Philosophical Library, 1947, p. 20.

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