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Rol: 65403-2016
Ministro: Carreño Seaman, Héctor
Ministro: Silva Gundelach, Guillermo Enrique
Ministro: Fuentes Belmar, Juan Eduardo
Ministro: Maggi Ducommun, Rosa María
Ministro: Valdés Aldunate, Patricio
Redactor: Valdés Aldunate, Patricio
Tribunal: Corte Suprema Primera Sala (Civil)(CSU1)
Partes: Juan Loyola Villalobos con Empresa El Mercurio S.A.P.
Tipo Recurso: Casación en la Forma y el Fondo
Tipo Resultado: Rechazado
Fecha: 13/06/2017
Cita Online: CL/JUR/3825/2017
Hechos:
Demandado interpone recurso de casación en la forma y en el fondo contra la sentencia de la Corte de
Apelaciones, que confirmó con declaración el fallo de primer grado, que acogió la demanda de indemnización
de perjuicios impetrada en su contra. La Corte Suprema rechaza ambos recursos de casación deducidos

Sumarios:
1. En la especie, el propio texto de la noticia publicada por la empresa periodística demandada y recurrente de
casación en el fondo resulta suficiente para determinar la negligencia en que dicha parte incurrió al anunciar en
sus titulares una circunstancia que la información proporcionada por la fuente no autorizaba a concluir, de modo
que al declararlo así los jueces del fondo no incurren en el error de derecho que se les atribuye en lo relativo a la
aplicación de los artículos 2284, 2314, y 2239 del Código Civil respecto de dicha materia. En relación todavía al
factor de imputabilidad de la demandada, el recurso denuncia que se le atribuye dolo o culpa grave en sus
actuaciones sin que exista prueba para ello -lo que en su concepto sucede porque el fallo le atribuye haber
actuado "a sabiendas" de que lo informado no era veraz- y que la responsabilidad indemnizatoria que se le
impone exigía que hubiese actuado con abuso, de acuerdo a lo prevenido en los artículos 1º, 29 y 40 de la Ley
sobre Libertades de Opinión e Información y Ejercicio del Periodismo -Nº 19.733-. No obstante, la demandada
parece olvidar que la acción que viene concedida es aquella fundada en el estatuto de responsabilidad civil
contenido en los artículos 2314 y siguientes del Código Civil, en el que, para los efectos que se vienen
relacionando, resulta indiferente si en la especie el hecho ilícito fue cometido con dolo del agente, bastando que
haya obrado con negligencia. Siendo así, aparece evidente que el error relacionado con la conculcación de los
artículos 44 y 1459 del Código Civil no tendría la relevancia que se requiere para justificar la invalidación de la
decisión cuestionada (considerando 10º de la sentencia de la Corte Suprema)
2. En el ordenamiento jurídico que nos rige no existe norma alguna que permita concluir que los medios de
prensa y comunicación están exentos de responsabilidad. Por el contrario, la propia Constitución señala en su
artículo 19 Nº 12 que no son excluyentes la libertad de prensa con la responsabilidad penal como civil;
consagrándose así la libertad de emitir opinión y de informar, sin perjuicio de la obligación de responder de los
delitos y abusos que se cometan en el ejercicio de esas libertades, en conformidad a la ley, la que será de
quórum calificado. Por su parte, la Convención Americana sobre Derechos Humanos declara que el ejercicio del
derecho a la libertad de pensamiento y de expresión no puede estar sujeto a censura previa, "sino que a
responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar:
a) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o b) la protección de la seguridad nacional, el orden
público o la salud o la moral públicas". De otro lado, el artículo 1º de la Ley Nº 19.733 reitera que las libertades
de opinar e informar se entienden "sin perjuicio de responder de los delitos y abusos que se cometan, en
conformidad a la ley". La doctrina -Corral Talciani- enseña que la distinción que formulan los preceptos citados
entre "delitos" y "abusos" hace referencia a la responsabilidad penal y a la responsabilidad civil: "Los abusos
que no son delitos penales, pero sí hechos ilícitos generan responsabilidad resarcitoria", agregando que el hecho
de que sea posible hacer valer conjuntamente la responsabilidad civil con la penal "no excluye de que pueda
configurarse la responsabilidad al margen de la incriminación de la conducta por la ley penal¿ La
responsabilidad civil del periodista puede perseguirse autónomamente de la responsabilidad penal. Pero en tal
caso deberá acreditarse que la conducta es antijurídica por violación del principio general del neminem laedere,
contenido en los artículos 2314 y 2319 del Código Civil" (considerando 11º de la sentencia de la Corte
Suprema)
3. Si bien el artículo 2331 del Código Civil dispone que "Las imputaciones injuriosas contra el honor o crédito
de las personas no dan derecho para demandar una indemnización pecuniaria, a menos de probarse daño

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emergente o lucro cesante, que pueda apreciarse en dinero", lo que a prima facie determinaría la imposibilidad
absoluta de la reparación del daño moral, tal conclusión debe ser analizada a la luz de una interpretación
sistemática e integradora de la disposición legal en cuestión con las demás normas y principios del
ordenamiento jurídico . En este sentido no es posible desconocer el progresivo reconocimiento y ampliación que
ha experimentado el daño moral, como tendencia general y también particular en nuestro país. El examen de la
jurisprudencia revela que la admisión del daño moral como perjuicio susceptible de ser indemnizado es bastante
antigua, a pesar de que el Código Civil no la comprendía expresamente. Luego se reconoce también su
procedencia en el ámbito contractual. Pero el reconocimiento del daño moral se ha extendido también al ámbito
de la tutela constitucional, al consagrar nuestra Constitución como garantías personales en el artículo 19 Nºs. 1 y
4 "el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona" y "el respeto y protección a la vida
privada y pública y a la honra de las persona y de su familia", lo que ha permitido afirmar a autores con
fundamento que en la actualidad la reparación de éste tiene base constitucional y que su amparo no se agota en
la legislación ordinaria. En suma, a estas alturas no es posible desconocer la procedencia de la indemnización
del daño moral en nuestro ordenamiento jurídico, existiendo consenso en que todos los daños: emergente, lucro
cesante y moral, son resarcibles (considerando 13º de la sentencia de la Corte Suprema)Desde esta perspectiva
no resulta explicable que pese al avance que ha experimentado el reconocimiento del daño moral, tanto en el
ámbito legislativo, de la doctrina y la jurisprudencia, la conculcación del derecho a la honra, entendido como el
respeto y protección al buen nombre, a la reputación y al prestigio de la persona, en razón de su dignidad como
persona, no admita conforme a lo dispuesto por el artículo 2331 del Código Civil resarcimiento del daño moral,
que es en realidad la afectación por naturaleza más propia y consustancial con un atentado a dicha garantía
personal. Al respecto debe considerarse que el contexto histórico en el que surgió dicha disposición, marcado
por la falta de reconocimiento constitucional del derecho a la honra, pues no se encontraba recogido en la
Constitución de 1833 y por la falta de una referencia expresa al daño moral, ha sufrido grandes modificaciones,
al punto de encontrar plena consagración y tutela constitucional tal garantía personal y la aceptación de la
reparación plena de dicho menoscabo. Por lo demás, ni aun bajo el entendido que el legislador hubiese estimado
útil con la mencionada disposición amparar la libertad de expresión, contemplando una excepción a la regla
general de que todo daño causado por un acto ilícito debe ser indemnizado, no puede aceptarse la eliminación o
exclusión de la reparación del daño moral, pues ello implica la afectación en su esencia de un derecho
reconocido y protegido constitucionalmente y consagrado también en la legislación civil, específicamente en el
artículo 2329 inciso 1º del Código Civil (considerando 14º de la sentencia de la Corte Suprema)De lo contrario
se afectaría el principio de responsabilidad que impregna todo el ordenamiento jurídico a través de las diversas
formas en que se traduce, ya sea como obligación de responder por los perjuicios causados por la infracción de
un deber jurídico, sea sufriendo el castigo por el delito cometido si se ha perjudicado a la sociedad quebrantando
la ley penal, sea satisfaciendo la indemnización del daño infligido a otro cuando deliberadamente o por pura
negligencia se ha contravenido una obligación de carácter civil, como es el caso de autos. En definitiva, la
respuesta al cuestionamiento formulado no puede resolverse a favor de la tesis de exclusión de la indemnización
del daño moral en el caso de atentados contra la honra, pues ello impide de manera absoluta y a priori, sin una
debida y razonable justificación, la reparación de un derecho tutelado constitucionalmente. Además, también
implicaría un desconocimiento a la obligación general de indemnizar el daño, sea patrimonial o moral, que se
genere a consecuencia de la lesión de una garantía personal con tutela constitucional, reconocida por los
artículos 1º, 4º, 5º y 19 Nº 1 de la Carta Fundamental, como la dignidad humana, la servicialidad del Estado, el
respeto y promoción de los derechos esenciales de la persona y el principio de la responsabilidad y de las
normas de los artículos 2314 y 2329 del Código Civil (considerandos 14º y 15º de la sentencia de la Corte
Suprema)Por otra parte, la doctrina -Corral Talciani-, respecto del artículo 2331 del Código Civil, señala que "la
denegación del daño moral solo alcanza a las imputaciones injuriosas y no a las violaciones a los derechos de
intimidad o imagen, donde recupera vigencia el principio de reparación integral del daño". Tal distinción tiene
también relevancia en el caso sub lite pues la conducta que el actor le atribuye a la demandada y que ha sido
establecida por los sentenciadores de la instancia es constitutiva de un actuar vejatorio, generado por la difusión
de información falsa cuyo origen está en la culpa, es decir, en una conducta negligente, imprudente, contraria a
la debida del medio de comunicación demandado, que puede estimarse en todo caso como violación no solo a la
honra del actor sino también a su imagen y a su identidad -a que la personalidad de un individuo no sea
distorsionada mostrando una identidad diversa a la real-, derechos que también fueron invocados como
fundamento de su acción; ámbito en el cual tendría plena vigencia el principio de la reparación integral del
daño. De este modo no resulta procedente excluir en este caso y a priori -como pretende la demandada- la
reparación del daño moral sufrido por el demandante y que ha sido establecido por los jueces del fondo, pues su
procedencia emana del reconocimiento que la propia Constitución hace y de las normas del estatuto civil de la
responsabilidad extracontractual en que se sustenta la responsabilidad de la demandada y del principio de
responder por los perjuicios ocasionados. Lo anterior porque, como se ha señalado, no son excluyentes la

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libertad de emitir opinión y la de informar con el principio de responsabilidad penal o civil, pues la normativa
reconoce dichos derechos, pero establece a su vez la obligación de responder de los delitos y abusos que se
cometan en el ejercicio de estas libertades (considerandos 16º a 18º de la sentencia de la Corte Suprema)
Texto Completo:
Santiago, trece de junio de dos mil diecisiete.
VISTOS:
En estos autos Rol N° 13.478 2012 seguidos ante el Vigésimo Quinto Juzgado Civil de Santiago, juicio
ordinario sobre indemnización de perjuicios, caratulados "Loyola Villalobos Juan Ignacio con Empresa El
Mercurio S.A.P.", por sentencia de primera instancia de veintiséis de octubre de dos mil quince, escrita a fojas
376 y siguientes, se acogió la demanda en cuanto se condena a la demandada al pago de $5.000.000 al actor,
con reajustes e intereses que indica.
En contra de dicho fallo la demandada dedujo recurso de casación en la forma y de apelación y una Sala de
la Corte de Apelaciones de esta ciudad, por sentencia de trece de julio de dos mil dieciséis, que se lee a fojas
486 y siguientes, desestimó la nulidad y confirmó el fallo de primer grado con declaración de que aumenta a
$20.000.000 el monto a cuyo pago condena a la demandada a título de daño moral, sin costas.
En contra de dicha decisión la demandada deduce recursos de casación en la forma y en el fondo.
Se trajeron los autos en relación.
I. EN CUANTO AL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA.
PRIMERO: Que, en primer lugar, la demandada funda su recurso en el vicio que sanciona la causal prevista
en el artículo 768 N° 5, en relación al 170 N° 4 del Código de Procedimiento Civil, acusando que el fallo
incurre en contradicciones lógicas que impiden sostener la validez de un fundamento sin negar la del otro. Ello
sucede, en su opinión, al confrontar el basamento sexto de la sentencia de segundo grado, en donde se afirma
que el estándar de diligencia de la prensa es la veracidad y no la verdad con lo expresado en el fundamento
décimo octavo del pronunciamiento de primera instancia, en el que se concluye que la demandada incurrió en
una infracción al deber de cuidado en la entrega de la información, de modo que, al decir de quien recurre, no
resulta coherente afirmar que si la información tiene caracteres de veracidad no genera culpa aun cuando el
hecho no sea cierto y, a un mismo tiempo, que existe culpa a un deber de cuidado en la divulgación de una
noticia que no guarde relación con los hechos.
En un segundo capítulo constitutivo del referido vicio arguye que la decisión también adolece de falta de
fundamentos, ya que habiendo los jueces establecido como hecho de la causa que la noticia fue publicada por la
recurrida, no la analizan en su integridad sino sólo sus titulares y parte de su contenido, deformándola o
presentándola de manera desviada o torcida.
Además, denuncia que el pronunciamiento incurre en la causal del N° 4 del artículo 768, en relación al 160,
ambos del citado texto legal, al extender el fallo la decisión a materias no sometidas a la decisión del tribunal,
puesto que los considerandos 7° y 8° del fallo contienen acusaciones que no fueron parte de las alegaciones de
la actora, fundando los jueces la negligencia y dolo que le atribuyen en la elección de las palabras utilizadas en
los titulares de la información, reprochándole haber dado a conocer la "expulsión" del actor por mantener
"nexos con narcos", imputándole asimismo haber actuado "sabiendo" que esa información no era veraz,
acusaciones que, además de sorpresivas, resultan injustificadas y obedecen únicamente a un análisis parcial de
la noticia publicada.
SEGUNDO: Que los hechos en que se funda la primera causal invocada, en sus dos variantes, no
constituyen el vicio invocado, por cuanto aquél ocurre sólo cuando la sentencia carece de fundamentaciones y
no cuando ellas no se ajustan a la tesis sustentada por la parte reclamante. Siendo así, se advierte que los
reproches formulados por la recurrente dicen relación más bien con la interpretación que esa parte desarrolla
respecto de los razonamientos del fallo, sin que se aprecie la contradicción lógica que se acusa entre los
fundamentos censurados, en la medida que las premisas de la sentencia que enarbola la demandada para
sustentar su recriminación no son excluyentes, ya que el estándar de veracidad que se exige a la prensa en la
divulgación de sus noticias también debe considerar el deber de cuidado en la entrega de la información, del
modo que explicitan los jueces. Asimismo, es claro que los juzgadores no desatienden el tenor íntegro de la
noticia publicada. Distinto es que resalten de ella los aspectos que dan cuenta de la conducta negligente que
declaran en el fallo, sin que por ello se pueda aducir que el mismo carece de las argumentaciones que le son
exigibles.
TERCERO: Que, respecto a la última causal de casación en la forma, la ultra petita que se imputa a la
sentencia, atribuyéndole la recurrente haberse extendido a puntos no sometidos a la decisión del tribunal, esta
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Corte ha asentado que el defecto ocurre cuando aquella, apartándose de los términos en que las partes situaron la
controversia por medio de sus respectivas acciones o excepciones, altera el contenido de éstas cambiando su
objeto o modificando su causa de pedir.
Luego, para dilucidar si en la especie en el fallo que hizo lugar a la demanda existe un desajuste entre lo
resuelto y los términos en que las partes formularon sus pretensiones, corresponde primeramente proceder a
comparar lo reclamado por los litigantes con lo decidido en el fallo impugnado.
Al efectuar el examen aludido entre los extremos que señala la doctrina, esto es, acción y excepción o
defensa y lo decidido, se concluye que no existe discordancia alguna entre lo pedido y lo resuelto, por cuanto lo
que decide la sentencia impugnada se encuadra precisamente dentro de lo que fue el asunto debatido, habida
consideración que la cuestión que la recurrente desarrolla como sustento de su arbitrio de impugnación se
relaciona más bien con la calificación de los hechos que se han dado por establecidos en el fallo y sus
particulares interpretaciones respecto del modo en que divulgó el hecho a la opinión pública y la manera en que
debe relacionarse su encabezado con el contenido de la información.
Desde luego, en lo que por ahora interesa destacar para desestimar la nulidad formal que se propone, es un
hecho asentado que el actor no fue expulsado de la institución por sus nexos con "narcos", como lo dio a
conocer la recurrente, siendo precisamente la divulgación de esa circunstancia la conducta que reprochó a la
demandada el actor como fundamento de su pretensión resarcitoria. En consecuencia, cabe concluir que los
sentenciadores sólo califican los hechos asentados en el proceso conforme a lo discutido en autos, resultando
inconcuso que han actuado dentro del ámbito de las atribuciones que les son propias, por habérselas otorgado
los litigantes en sus escritos fundamentales o por el propio ordenamiento jurídico, sin que se hayan extendido a
puntos no sometidos a su decisión, habida consideración a que el órgano jurisdiccional es quien debe aplicar el
derecho y asignar las consecuencias jurídicas a los hechos planteados por los litigantes, como ha sucedido en la
situación que se revisa.
CUARTO: Que, no configurándose ninguno de los vicios de nulidad formal invocados, el recurso de
casación en la forma, en todas sus vertientes, será desestimado.
II. EN CUANTO AL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO.
QUINTO: Que la recurrente denuncia que en el fallo cuya nulidad de fondo persigue se han infringido los
artículos 1698, 1459, 44, 2284, 2314, 2329, 2330, 2331 del Código Civil y 1, 29 y 40 de la Ley N° 19.733,
acusando que los jueces infringen la carga probatoria al dar por acreditada su culpa sin que el demandante haya
rendido prueba alguna a ese respecto, materia que no podía ser satisfecha sólo acompañando el recorte de prensa
que contiene la noticia publicada y que permite a los jueces declarar que lo divulgado no se ajustó a la verdad
luego de un análisis parcial de la publicación. Menos, aludir a prueba aportada por la propia recurrente la
posterior carta de renuncia "secreta" del actor que se allegó para otra finalidad, cual era la de comprobar que la
publicación no era la causa de su salida de la institución, como dicha parte aseveraba.
En el mismo sentido, afirma que la inversión de la carga probatoria también sucede al tenerse por probado el
dolo de su parte, imputándole haber publicitado la información "a sabiendas que no tenía caracteres de
veracidad", conclusión a la que se arriba luego de una incompleta comparación entre el titular y el cuerpo de la
noticia.
Siendo así, explica que el fallo contraviene las disposiciones enunciadas porque consideró que había culpa
por el sólo hecho que la información no se ajustó a la realidad, cuestión que no le resulta exigible, máxime si
esa discordancia no la conocía a esa época y tampoco podía preverla, ya que supo de la renuncia secreta del
actor recién cuatro años después de ocurridos los hechos, determinándose la culpa y el dolo al estimar los
juzgadores que su parte actuó "a sabiendas" en la elección de los titulares, aserto que obedece a una
interpretación parcial, errada y descontextualizada del contenido de la noticia, máxime si tampoco se determinó
su responsabilidad penal por los delitos de injurias y calumnias en relación a los hechos de la causa.
De otra parte, también censura que se hayan descartado sus defensas relacionadas con la justa causa de error
fundada en el hecho de haberse publicado en otros medios la misma noticia en términos similares, como
debidamente se comprobó con abundante prueba documental y en relación a la circunstancia de haber sido
precedida la publicación de una investigación periodística seria y responsable, según se comprobó con prueba
testimonial, lo que a su parecer elimina cualquier negligencia del medio de prensa.
En relación al artículo 2330 del Código Civil, alega su falta de aplicación al no reparar los juzgadores que
no fue su conducta la que originó la salida del actor de Carabineros de Chile y los demás daños a la honra
reclamados, sino que ello sucedió exclusivamente porque éste voluntariamente decidió entablar relaciones o
nexos con un narcotraficante y hacer gestiones ilegales en favor de dicha persona.

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En cuanto al artículo 2331 del Código Civil en relación a los artículos 1, 29 y 40 de la Ley de Prensa, refiere
que el primer precepto se invocó en la contestación de la demanda y no fue aplicado en el fallo, afirmando que
de no haber sido así se habría concluido que la falta de condena en sede penal por los delitos de injuria y
calumnia impedía acceder al resarcimiento del daño moral reclamado, añadiendo a este respecto que como el
Tribunal Constitucional no ha declarado inconstitucional el mencionado artículo 2331 del Código Civil, debía
atenderse a lo que dicha norma preceptúa, de modo que no podía concederse la indemnización a título de daño
moral cuya procedencia no es considerada en la norma en cuestión.
Concluye la recurrente exponiendo los peligrosos efectos que, a su entender, el fallo puede originar en lo
relacionado con la libertad de prensa y los cuestionamientos desarrollados en el arbitrio anulatorio.
SEXTO: Que, para un adecuado entendimiento y resolución del asunto planteado en el recurso, resulta
necesario tener presente los siguientes antecedentes:
1. En autos Juan Ignacio Loyola Villalobos dedujo demanda en contra de "El Mercurio S.A.P.", ejerciendo
acción de indemnización de perjuicios derivados de responsabilidad extracontractual, al realizar la demandada
determinada publicación periodística en deshonra y descrédito de aquél, afectando su imagen, actuando con
dolo o al menos con culpa, informando que se le habría expulsado de Carabineros de Chile por vínculos con una
banda de narcotraficantes denominada "Los Carejarro", imputándole tales hechos con fines sensacionalistas;
información falsa porque habría presentado su renuncia a la institución y porque no tuvo la vinculación que se
da a conocer; configurándose así el delito de calumnia que prevé el Art. 40 de la Ley N° 19.733, sobre
libertades de opinión e información; actuar doloso que sería la causa directa y necesaria de los daños cuya
indemnización demanda.
En subsidio, y para el evento de estimarse como no configurado el delito de calumnia del Art. 40 de la Ley
N° 19.733, estima que los hechos antes descritos le han causado un grave daño que debe ser indemnizado,
incurriéndose en un hecho culpable aunque sin intención de dañar o cuasidelito civil, debiendo aplicarse las
normas de los Arts. 2314 y siguientes del Código Civil, por cuanto todo daño que pueda imputarse a negligencia
de otra persona debe ser reparado por ésta.
2. La demandada al contestar señaló que el actor renunció el día 30 de junio de 2008 a Carabineros de Chile,
siendo la publicación de la noticia un hecho posterior, de modo que los perjuicios invocados por su alejamiento
de ésta derivan de su propio actuar.
Añade que dicha renuncia fue adelantada a su expulsión por graves investigaciones existentes en su contra
en la propia institución y que en forma paralela la autoridad de Carabineros informó en una reunión convocada
por ellos mismos que el actor sería expulsado por sus nexos con un integrante de una banda de narcotraficantes.
Así la noticia publicada no falseó los hechos, simplemente informó lo que les fue indicado por la referida
institución y que fue similar a lo que los demás medios de comunicación también publicaron al respecto.
Sostiene que no procede indemnización por un delito sin condena penal previa.
Refiere que tampoco resulta procedente la acción subsidiaria porque se limitó a ejercer su derecho a
informar, no existiendo culpa de su parte, sino que, del propio actor, invocando para los efectos
correspondientes la norma del artículo 2330 del Código Civil. Además, cuestiona los daños reclamados y la
procedencia del daño moral en esta sede, atendido lo dispuesto por el artículo 2331 del mismo texto legal,
conforme al cual este tipo de reparación no procedería en el caso de imputaciones injuriosas.
SÉPTIMO: Que en el fallo cuestionado los sentenciadores dejaron asentados, como hechos de la causa, los
siguientes:
1. Con fecha 30 de junio de 2008 Juan Loyola Villalobos, en su calidad de Teniente Coronel de Carabineros,
presentó solicitud de aceptación de renuncia al empleo aduciendo razones de índole particular, la cual fue
aceptada con fecha 1 de julio del mismo año mediante Decreto N° 126 del Ministerio de Defensa Nacional.
2. El día 1 de julio de 2008 en la página 1 cuerpo A de la edición del diario "El Mercurio" se publicó en su
portada la siguiente noticia: "Carabineros expulsa a un comandante y la Fiscalía Sur suspende a funcionario por
nexos con narcos", la que desarrolla en el apartado Nacional", informándose en la página C 9 de esa misma
edición: "Investigación a banda de los "Car¿e Jarro de la Población la Victoria: Oficial de Carabineros y
empleado de Fiscalía Sur caen por nexos con narcos". Sin embargo, al desarrollar la información y luego de
señalar que "Carabineros expulsó ayer al Comandante Juan Loyola Villalobos, de la Dirección de Fronteras y
Servicios Especiales, por sus vinculaciones con la banda de los "Car¿e Jarro" de La Victoria...", indica, citando
al General Samuel Cabezas, Director de Seguridad y Orden Público, que Loyola "intercedió ante personal
subalterno para evitar que se cursara una infracción al tránsito. (Fue) sólo esa relación con el abogado. No hay
hasta el momento ningún antecedente que lo relacione con la organización".

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3. Con fecha 11 de julio de 2009 se reincorporó al servicio activo de Carabineros de Chile al ex Teniente
Coronel Juan Loyola Villalobos, a raíz de solicitud de reincorporación a las filas presentada el 26 de septiembre
de 2008;
4. El 1° de marzo de 2011 se concedió el retiro voluntario en carácter de absoluto de la institución de
Carabineros de Chile al Teniente Coronel Juan Loyola Villalobos, dejando de pertenecer a la misma a contar de
esa fecha.
5. No existen antecedentes que comprueben que el diario El Mercurio haya sido condenado por los delitos
de injurias y calumnias a que se refiere la Ley N° 19.733.
6. El actor no justificó los supuestos que invocó para demandar el resarcimiento del daño emergente y lucro
cesante pretendido, empero, a causa de la publicación efectuada por el diario El Mercurio, sí sufrió un
menoscabo moral.
OCTAVO: Que sobre la base de tales presupuestos fácticos los sentenciadores descartan la acción
resarcitoria en cuanto se funda en la comisión de los delitos de injurias y calumnias y lo prevenido en la Ley N°
19.733, para analizar seguidamente si concurren los presupuestos de la responsabilidad extracontractual que el
actor también imputó a la recurrente.
Al efecto, determinan desde luego que la renuncia voluntaria presentada por el demandante a Carabineros de
Chile es anterior a la publicación de la noticia por parte del diario El Mercurio, desestimando lo pedido en
relación al resarcimiento vinculado al alejamiento de la institución.
Seguidamente concluyen la responsabilidad civil de la demandada en relación a la infracción en el deber de
cuidado que le era exigible de conformidad al numeral 12 del artículo 19 de la Carta Fundamental, por incluir en
la noticia una afirmación que no guarda relación con los hechos, "toda vez que el actor no resultó expulsado de
Carabineros, sino que el mismo renunció voluntariamente a dicha institución", añadiendo el tribunal de alzada
que de la información desarrollada en la noticia inserta en el Cuerpo C del periódico tampoco es posible
determinar que Loyola Villalobos hubiese sido efectivamente expulsado de la institución, sin que guarde
correspondencia la afirmación del titular en orden a haber mantenido la recurrida "nexos con narcos" con lo que
informa la fuente mencionada en el cuerpo de la publicación, quien refiere que "que no hay hasta el momento
ningún antecedente que lo relacione con la organización", declarando así los jueces de segundo grado que "la
demandada obró con culpa evidente al destacar la existencia de tales nexos tanto en la portada como en los
titulares del cuerpo interior. Es decir, cuando efectuó la publicación de la manera antes indicada, y sabiendo que
tales vínculos no se habían establecido, actuando desaprensivamente, informó como si fueren efectivos,
relacionando a ellos la salida de Carabineros del actor.
Por tanto, la demandada sabía que la información no tenía caracteres de veracidad".
En relación a la defensa esgrimida por la demandada vinculada a una justa causa de error, refieren los
juzgadores que la circunstancia de haberse publicado en otros medios de comunicación el mismo hecho en
términos similares a los expuestos por el diario El Mercurio no exonera de responsabilidad a la demandada,
"como quiera que es facultad del agraviado demandar a uno, a más de uno o a todos los que le habrían inferido
el daño; no pudiendo diluir su propia responsabilidad por haber incurrido otros en hechos similares", añadiendo
que tal circunstancia tampoco impide determinar el nexo causal ya que, a lo más, sólo demostraría la existencia
de causas concurrentes o concausas, sin que ello pueda eximir a uno de los que contribuyeron al daño
producido.
NOVENO: Que aun cuando sea de sobra conocido, conviene reiterar que solamente los jueces del fondo se
encuentran facultados para fijar los hechos de la causa y que al ser efectuada correctamente dicha labor,
determinándolos con sujeción al mérito de los antecedentes, probanzas aportadas por las partes, interpretación y
aplicación de las normas atinentes al caso, ellos resultan inamovibles para este tribunal conforme a lo previsto
en el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil, no siendo posible su revisión por la vía de la nulidad que
se examina.
Empero, si en tal actividad los sentenciadores han infringido las normas reguladoras de la prueba, esta Corte
queda autorizada para examinar los hechos en la medida que haya sido llamada para tal objeto, lo que no
acontece en la especie.
No obstante, el recurso no permite modificar los hechos que han establecido los juzgadores pues sólo se
alega el quebrantamiento de la carga probatoria que estatuye el artículo 1698 del Código Civil para alegar que
se eximió a la recurrida de la carga de comprobar la culpa que le atribuye a quien recurre y que el fallo la
determinó con el incompleto análisis de la copia de la publicación inserta en su periódico, lo que conllevó a que
los jueces le imputaran haber publicitado la información "a sabiendas que no tenía caracteres de veracidad",

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agregando la impugnante que tal información fue precedida de una investigación periodística seria y
responsable, como se acreditó con la prueba testimonial que su parte rindió.
Sucede, sin embargo, que no se aprecia que los falladores hayan vulnerado dicha disposición pues para
establecer los hechos y concluir de ellos la culpa de la demandada, en la sentencia han considerado las
probanzas aportadas por quien tenía la carga de hacerlo, lo que devela que el cuestionamiento apunta más bien
al razonamiento que en tal sentido explicita la decisión, sin que la denunciada conculcación tampoco sea idónea
para poder determinar que la demandada hubiese efectivamente realizado una investigación periodística que le
permitiera informar que el recurrente fue expulsado de la institución a la que pertenecía por sus nexos con
narcotraficantes, pareciendo oportuno añadir, en este punto, que si la impugnante estimaba que el fallo no
consideró ni analizó su prueba documental y testimonial a la luz de las defensas que enarboló en el proceso,
debió conducir su reproche mediante la interposición de un recurso de nulidad formal y no por medio del
arbitrio que impetró en que atacara esta precisa circunstancia, lo que no aconteció.
En consecuencia, esta Corte se encuentra impedida de alterar el presupuesto fáctico definido en el fallo y
asentar los hechos que sirven de sustento a la pretensión invalidatoria.
DÉCIMO: Que, por lo demás, el propio texto de la noticia publicada por la recurrente resulta suficiente para
determinar la negligencia en que dicha parte incurrió al anunciar en sus titulares una circunstancia que la
información proporcionada por la fuente no autorizaba a concluir, de modo que al declararlo así los jueces no
incurren en el error de derecho que se les atribuye en lo relativo a la aplicación de los artículos 2314, 2284 y
2239 del Código Civil respecto de dicha materia.
En relación todavía al factor de imputabilidad de la demandada, el recurso denuncia que se le atribuye dolo
o culpa grave en sus actuaciones sin que exista prueba para ello lo que en su concepto sucede porque el fallo le
atribuye haber actuado "a sabiendas" de que lo informado no era veraz y que la responsabilidad indemnizatoria
que se le impone exigía que hubiese actuado con abuso, de acuerdo a lo prevenido en los artículos 1, 29 y 40 de
la Ley N° 19.733.
No obstante, la recurrente parece olvidar que la acción que viene concedida es aquella fundada en el estatuto
de responsabilidad civil contenido en los artículos 2314 y siguientes del código sustantivo, en el que, para los
efectos que se vienen relacionando, resulta indiferente si en la especie el hecho ilícito fue cometido con dolo del
agente, bastando que haya obrado con negligencia. Siendo así, aparece evidente que el error relacionado con la
conculcación de los artículos 44 y 1459 del Código Civil no tendría la relevancia que se requiere para justificar
la invalidación de la decisión cuestionada.
UNDÉCIMO: Que al respecto resulta útil tener en consideración que en el ordenamiento jurídico que nos
rige no existe norma alguna que permita concluir que los medios de prensa y comunicación están exentos de
responsabilidad. Por el contrario, la propia Constitución Política de la República señala en su artículo 19 N° 12
que no son excluyentes la libertad de prensa con la responsabilidad penal como civil; consagrándose así la
libertad de emitir opinión y de informar, sin perjuicio de la obligación de responder de los delitos y abusos que
se cometan en el ejercicio de esas libertades, en conformidad a la ley, la que será de quórum calificado.
Por su parte, el Pacto de San José de Costa Rica declara que el ejercicio del derecho a la libertad de
pensamiento y de expresión no puede estar sujeto a censura previa, "sino que a responsabilidades ulteriores, las
que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar: a) el respeto a los derechos o a la
reputación de los demás, o b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral
públicas" (art 13.2).
De otro lado, la Ley N° 19.733 en su artículo 1° reitera que las libertades de opinar e informar se entienden
"sin perjuicio de responder de los delitos y abusos que se cometan, en conformidad a la ley".
En opinión del profesor Hernán Corral Talciani, la distinción que formulan los preceptos citados entre
"delitos" y "abusos" hace referencia a la responsabilidad penal y a la responsabilidad civil. "Los abusos que no
son delitos penales, pero sí hechos ilícitos generan responsabilidad resarcitoria". Agrega que el hecho de que sea
posible hacer valer conjuntamente la responsabilidad civil con la penal, "no excluye de que pueda configurarse
la responsabilidad al margen de la incriminación de la conducta por la ley penal". "La responsabilidad civil del
periodista puede perseguirse autónomamente de la responsabilidad penal. Pero en tal caso deberá acreditarse
que la conducta es antijurídica por violación del principio general del neminem laedere, contenido en los
artículos 2314 y 2319 del Código Civil." (Autor citado en artículo "Sobre la responsabilidad civil de los
periodistas y de los medios de comunicación social por atentados a la honra, intimidad e imagen", publicado en
revista en Información Pública, Escuela de Periodismo U. Sto. Tomás, 4, 2006, 2, pp. 253 286).
DUODÉCIMO: Que lo señalado también permite descartar el recurso en cuanto estima infringidos los

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artículos 1, 29 y 40 de la Ley N° 19.733 y 2331 del Código Civil en lo relativo a la procedencia del daño moral
cuya indemnización imponen los jueces, pues la de autos no corresponde a la acción civil que emana de la
responsabilidad penal a que se refiere el artículo 40 de la Ley 19.733, sino que persigue la responsabilidad civil
extracontractual de quien incurrió en un actuar negligente al incluir en la noticia que difundió información que
no era efectiva, de acuerdo a la propia fuente que la misma cita, causando con ello un menoscabo
extrapatrimonial. Tal conducta los jueces la han subsumido en el artículo 2314 del Código Civil, el cual faculta
a quien ha sufrido daño a pedir la indemnización a la persona que ha cometido el delito o cuasidelito. Por lo
tanto, de acuerdo con esta norma, debe satisfacerse la lesión de cualquier interés legítimo, disposición que debe
ser relacionada con el artículo 2329 del Código Civil que señala que "todo daño que pueda imputarse a malicia
o negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta", consagrando un principio general que autoriza a
reclamar el resarcimiento de los daños patrimoniales y extrapatrimoniales, sin distinción.
DECIMOTERCERO: Que por otro lado, si bien el artículo 2331 del Código Civil dispone que: "Las
imputaciones injuriosas contra el honor o crédito de las personas no dan derecho para demandar una
indemnización pecuniaria, a menos de probarse daño emergente o lucro cesante, que pueda apreciarse en
dinero", lo que a prima facie determinaría la imposibilidad absoluta de la reparación del daño moral, tal
conclusión debe ser analizada a la luz de una interpretación sistemática e integradora de la disposición legal en
cuestión con las demás normas y principios del ordenamiento jurídico .
En este sentido no es posible desconocer el progresivo reconocimiento y ampliación que ha experimentado
el daño moral, como tendencia general y también particular en nuestro país, donde parte como creación
jurisprudencial sustentada en la interpretación de los textos legales vigentes. Así lo reconoce este tribunal en
sentencia de 27 de julio de 1972 al señalar: "es cierto que, por la vía de la jurisprudencia, cuando el texto legal
lo permite, se ha reconocido la existencia, por ejemplo del daño moral...pero ello ha podido hacerse debido al
texto especialmente del artículo 2329 del Código Civil que permite reparar todo daño y por ello la
jurisprudencia ha comprendido las materias a que se ha hecho referencia" (considerando 7).
El examen de la jurisprudencia revela que la admisión del daño moral como perjuicio susceptible de ser
indemnizado es bastante antigua, a pesar de que el Código Civil no la comprendía expresamente. Se le reconoce
primero en sede extracontractual, en algunas sentencias como el dolor o aflicción causados por la muerte o
lesiones y luego bajo la idea de sentimiento y valor de afección (sentencia de 16 de diciembre de 1922, Revista
de Derecho y Jurisprudencia t. 21, sec. 1a págs. 1053 y ss). A partir de ese entonces la admisión de esta clase de
perjuicios en casos de responsabilidad extracontractual es clara, destacándose el fallo de 3 de junio de 1973, que
contiene el postulado asentado en cuanto a que: "los artículos 2314 y 2329 del Código Civil ordenan indemnizar
todo daño" y que "daño es todo menoscabo que experimente un individuo en su persona y bienes, la pérdida de
un beneficio de índole material o moral, de orden patrimonial o extrapatrimonial". (Revista de Derecho y
Jurisprudencia. Tomo LXX. Sec. 4a pág. 67.)Luego se reconoce también su procedencia en el ámbito
contractual, en fallo de esta Corte de 5 de noviembre de 2001, en causa Rol N° 1368 00.
Pero el reconocimiento del daño moral se ha extendido también al ámbito de la tutela constitucional, al
consagrar nuestra Constitución Política como garantías personales en el artículo 19 "el derecho a la vida y a la
integridad física y psíquica de la persona" (N° 1) y "el respeto y protección a la vida privada y pública y a la
honra de las persona y de su familia" (N° 4), lo que ha permitido afirmar a autores con fundamento que en la
actualidad la reparación de éste tiene base constitucional y que su amparo no se agota en la legislación
ordinaria.
Tal conclusión según Carmen Domínguez Hidalgo "se impone a partir del artículo 6° de la Constitución
Política, que consagra lo que algunos denominan el principio de legalidad constitucional"; señalando como caso
concreto de la aplicación de éste, "el que ante la violación de alguna de las esferas de la personalidad a las que
se refiere la norma constitucional (honor, integridad física o psíquica, intimidad, etc.), los tribunales deban
conceder la adecuada reparación de los perjuicios a que ello ha dado lugar, como una forma de garantizar la
efectiva protección de tales aspectos. Y esa reparación puede comprender sin problema alguno los daños
morales, puesto que el texto constitucional no lo impide en esta materia, a diferencia de otras donde ha limitado
expresamente la indemnización a los daños patrimoniales, como en el art. 19 N° 24° inc. 3." (Autora citada, en
su obra "El Daño Moral". Editorial Jurídica de Chile. Primera Edición. Año 2008. Tomo I. Págs. 33 y 34).
La misma autora señala que "bien podría sostenerse, al igual que se ha defendido en España por Roca Juan,
que la Constitución contiene una cierta Drittwirtung en la calificación de un valor constitucional en este caso el
de la persona como bien jurídico protegido en sede del art. 1902, en nuestro caso del art. 2314."De manera que a
estas alturas no es posible desconocer la procedencia de la indemnización del daño moral en nuestro
ordenamiento jurídico, existiendo consenso en que todos los daños: emergente, lucro cesante y moral, son
resarcibles, lo que como se ha dicho tiene fundamento constitucional.
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DECIMOCUARTO: Que desde esta perspectiva no resulta explicable que pese al avance que ha
experimentado el reconocimiento del daño moral, tanto en el ámbito legislativo, lo que ha llevado a su
establecimiento expreso en estatutos especiales como la Ley 19.496 de protección a los derechos de los
consumidores y N° 19.628, sobre protección a la vida privada, de la doctrina y la jurisprudencia, la
conculcación del derecho a la honra, entendido como el respeto y protección al buen nombre, a la reputación y
al prestigio de la persona, en razón de su dignidad como persona, no admita conforme a lo dispuesto por el
artículo 2331 del Código Civil resarcimiento del daño moral, que es en realidad la afectación por naturaleza más
propia y consustancial con un atentado a dicha garantía personal.
Al respecto debe considerarse que el contexto histórico en el que surgió dicha disposición, marcado por la
falta de reconocimiento constitucional del derecho a la honra, pues no se encontraba recogido en la Constitución
de 1833 y por la falta de una referencia expresa al daño moral, ha sufrido grandes modificaciones, al punto de
encontrar plena consagración y tutela constitucional tal garantía personal y la aceptación de la reparación plena
de dicho menoscabo.
Por lo demás, ni aun bajo el entendido que el legislador hubiese estimado útil con la mencionada disposición
amparar la libertad de expresión, contemplando una excepción a la regla general de que todo daño causado por
un acto ilícito debe ser indemnizado, no puede aceptarse la eliminación o exclusión de la reparación del daño
moral como viene literalmente propuesta pues ello implica la afectación en su esencia de un derecho reconocido
y protegido constitucionalmente y consagrado también en la legislación civil, específicamente en el inciso
primero del artículo 2329 del Código Civil.
De lo contrario se afectaría el principio de responsabilidad que impregna todo el ordenamiento jurídico a
través de las diversas formas en que se traduce, ya sea como obligación de responder por los perjuicios causados
por la infracción de un deber jurídico, sea sufriendo el castigo por el delito cometido si se ha perjudicado a la
sociedad quebrantando la ley penal, sea satisfaciendo la indemnización del daño infligido a otro cuando
deliberadamente o por pura negligencia se ha contravenido una obligación de carácter civil, como es el caso de
autos.
DECIMOQUINTO: Que en definitiva la respuesta al cuestionamiento formulado no puede resolverse a
favor de la tesis de exclusión de la indemnización del daño moral en el caso de atentados contra la honra, pues
ello impide de manera absoluta y a priori, sin una debida y razonable justificación, la reparación de un derecho
tutelado constitucionalmente.
Además, también implicaría un desconocimiento a la obligación general de indemnizar el daño, sea
patrimonial o moral, que se genere a consecuencia de la lesión de una garantía personal con tutela
constitucional, reconocida por los artículos 1°, 4°, 5° y 19 N° 1 de la Carta Fundamental, como la dignidad
humana, la servicialidad del Estado, el respeto y promoción de los derechos esenciales de la persona y el
principio de la responsabilidad y de las normas de los artículos 2314 y 2329 del Código Civil.
DECIMOSEXTO: Que, por otra parte, cabe destacar la opinión del profesor Hernán Corral Talciani sobre el
artículo 2331 del Código Civil, conforme a la cual "la denegación del daño moral solo alcanza a las
imputaciones injuriosas y no a las violaciones a los derechos de intimidad o imagen, donde recupera vigencia el
principio de reparación integral del daño". ("Sobre la responsabilidad civil de los periodistas y de los medios de
comunicación social por atentados a la honra, intimidad e imagen". Trabajo publicado en la revista en
Información Pública, Escuela de Periodismo U. Santo Tomás, 4, 2006, 2, pp.253 286).
DECIMOSÉPTIMO: Que tal distinción tiene también relevancia en el caso sub lite pues la conducta que el
actor le atribuye a la demandada y que ha sido establecida por los sentenciadores es constitutiva de un actuar
vejatorio, generado por la difusión de información falsa cuyo origen está en la culpa, es decir, en una conducta
negligente, imprudente, contraria a la debida del medio de comunicación demandado, que puede estimarse en
todo caso como violación no solo a la honra del actor sino que también a su imagen y a su identidad (a que la
personalidad de un individuo no sea distorsionada mostrando una identidad diversa a la real), derechos que
también fueron invocados como fundamento de su acción; ámbito en el cual tendría plena vigencia el principio
de la reparación integral del daño, según el postulado del citado profesor Corral Talciani.
DECIMOCTAVO: Que de este modo no resulta procedente excluir en este caso y a priori como lo pretende
la recurrente la reparación del daño moral sufrido por el demandante y que ha sido establecido por los
sentenciadores, pues su procedencia emana del reconocimiento que la propia Constitución Política de la
República hace y de las normas del estatuto civil de la responsabilidad extracontractual en que se sustenta la
responsabilidad de la demandada y del principio de responder por los perjuicios ocasionados.
Lo anterior porque, como se ha señalado, no son excluyentes la libertad de emitir opinión y la de informar
con el principio de responsabilidad penal o civil, pues la normativa reconoce dichos derechos, pero establece a
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su vez la obligación de responder de los delitos y abusos que se cometan en el ejercicio de estas libertades.
DECIMONOVENO: Que, por último, en lo que se hace alusión al artículo 2330 del Código Civil, cabe
apuntar que el reproche de la recurrente consiste en un hecho que no sólo no ha sido establecido y que el recurso
impide asentar, del modo en que se propuso, sino que constituyó precisamente la razón que consideraron los
jueces para desestimar su defensa y declarar su responsabilidad civil, pues las probanzas del juicio no resultaron
suficientes para concluir que el actor mantuviese relaciones o nexos con un narcotraficante, por lo que no es
posible eximir de responsabilidad a la demandada como ésta pretende.
VIGÉSIMO: Que, conforme a lo razonado, el recurso de casación en el fondo deberá ser desestimado.
Por estas consideraciones y de conformidad, además, con las facultades previstas en los artículos 765, 766 y
767 del Código de Procedimiento Civil, se rechazan los recursos de casación en la forma y en el de fondo
deducidos ambos por los abogados Francisco González Hoch y Marco Rosas Zambrano, en representación de la
parte demandada, en lo principal y primer otrosí, respectivamente, de la presentación de fojas 494 y siguientes,
en contra de la sentencia de trece de julio de dos mil dieciséis, escrita a fojas 486 y siguientes.
Regístrese y devuélvase con sus agregados.
Redacción a cargo del Ministro Sr. Patricio Valdés Aldunate.
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros (as) Raúl Patricio Valdés
Aldunate, Héctor Carreño Seaman, Guillermo Silva Gundelach, Rosa María Maggi Ducommun y Juan Eduardo
Fuentes Belmar.

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