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Las conversaciones

Grupo y
Liderazgo

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Las conversaciones
Partimos de la idea de que cada vez que alguien habla, hay alguien
escuchando. Usualmente, quien está escuchando es otra persona. Pero de
todas formas, en el caso en que no haya otra persona (cuando hablamos
con nosotros mismos, por ejemplo) siempre está el escuchar de la persona
que habla. Cuando nosotros hablamos, también estamos escuchando lo
que decimos. Y por otro lado, cuando escuchamos, siempre hay alguien
hablando. Nuevamente, este hablar puede provenir de otra persona o de
nosotros mismos.
Incluso cuando estamos inmersos en un gran silencio, existe y aparece el
hablar sobre el mismo silencio. Nos contamos cosas sobre el silencio
mismo.

En la comunicación, por lo tanto, no se da el hablar sin el


escuchar y viceversa. Cuando el hablar y el escuchar están
interactuando juntos, estamos en presencia de una
«conversación». Una conversación, en consecuencia, es la
danza que tiene lugar entre el hablar y el escuchar, y entre
el escuchar y el hablar. Las conversaciones son los
componentes efectivos de las interacciones lingüísticas —las
unidades básicas del lenguaje.
Por lo tanto, cada vez que nos ocupamos del lenguaje
estamos tratando directa o indirectamente con
conversaciones. (Echeverría, 2008, p.130).

Existe una diversidad de conversaciones; podemos establecer varias


divisiones.
Los seres humanos sostenemos conversaciones generando o cerrando
oportunidades, conversamos con nosotros mismos y con nuestro entorno,
con otros. A partir de ellas, construimos relaciones, resolvemos temas
cuando sostenemos conversaciones o dejamos temas inconclusos al no
sostenerlas.
Existe una diversidad de tipos de conversaciones, en función del momento,
del tema, de la persona, en fin, Rafael Echeverría (2006) nos invita a
conocer algunos tipos de conversaciones que guardan relación con el
quiebre del observador. Entendemos por quiebre aquello que al
observador lo inquieta. Algunos denominan “problema” al quiebre, cosa
que es, quizás, inexacta. El quiebre puede ser un problema, o puede ser
algo que solamente inquieta. El quiebre es un acontecimiento que irrumpe
en el constante fluir de la vida. Cuando tenemos esta irrupción,

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automáticamente tenemos la sensación de que algo ha cambiado, y
queremos, a veces, hacer algo al respecto.

Reflexionemos sobre el quiebre que produjo en el significado del arte este acto
vanguardista.
La acción irrumpió, inquietó, espantó, generó indagaciones y reflexiones: algo
había cambiado y lo que se hizo fue aceptar la propuesta.

Los quiebres generalmente llaman a la acción

La forma de responsabilizarnos de ellos es realizando una acción, sin


embargo, muchas veces, nos quedamos espantados en él. En ese espacio
solemos mantener varios tipos de conversaciones; la manera en que
abordemos esas conversaciones dará lugar a una manera efectiva de
tratarlo.

Podemos distinguir varios tipos de conversaciones. (…)


Incluso podemos separar las conversaciones de acuerdo a su
estado (abierto o cerrado), de acuerdo al momento en que
tuvo lugar, o el tema abordado, la persona con quien
estuvimos manteniendo la conversación, la importancia o
prioridad que le concedemos, y así sucesivamente. Poseemos
una capacidad interminable para hacer distinciones acerca de
conversaciones. (Echeverría, 2008, p.130).

El autor nos propone los siguientes tipos de conversaciones:

 Conversaciones acerca de juicios.


 Conversaciones para coordinar acciones.
 Conversaciones para posibles acciones.
 Conversaciones para posibles conversaciones.

Conversaciones acerca de juicios

Cuando nos enfrentamos a un quiebre, es el espacio donde recurrimos a


las llamadas conversaciones de juicios personales. Se presenta un
problema e inmediatamente desatamos una serie de declaraciones que
dan cuenta del mismo: expresiones, insultos, etcétera., pero
inmediatamente pasado ese momento, iniciamos una cadena de juicios
acerca de nosotros mismos:

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-¡Siempre me sucede a mí! ¡Nunca voy a aprender! ¡Soy un inútil! ¡Mi día
se fue al carajo!-
Estas reacciones son las que llamamos conversaciones acerca de juicios
personales.
Tenemos una capacidad infinita para historias y juicios personales,
podemos generar un sinnúmero de explicaciones, orientadas a culpar a la
gente, y quedamos atrapados en un círculo vicioso que nos impide actuar.

Conversaciones para coordinar acciones

Existen además otras maneras de hacernos cargo de los


quiebres, aquellas conversaciones que nos llevan a actuar
sobre ellos y poder así superarlos y es muy distinta de la
conversación sobre juicios personales. (Echeverría, 2008, p.
134).

Actuamos para modificar el futuro, nos permiten nuevas posibilidades.


“Una forma efectiva de encarar los quiebres es pedir ayuda. Saber pedir
ayuda es otra de las competencias lingüísticas fundamentales en la vida”
(Echeverría, 2008, p.134). Alrededor de esta falta de competencia, giran
una serie de juicios que nos impiden utilizarla, no pedimos ayuda porque
nos vemos débiles, perdemos independencia en juicios.
A veces las conversaciones para coordinar acciones se efectivizan como
juicios personales parece que entráramos a un laberinto y una vez dentro
no encontramos la salida. ¿Por qué? ¿Falta escucha? ¿Falta compartir
inquietudes? ¿Falta indagar?

¿Qué tipo de conversaciones se están necesitando? ¿Sería posible replanificar


buscando, proponiendo y posibilitando la conversación con quien es necesaria?
¿Cuál es la conversación que paraliza y que impide buscar el quiebre? S i es
necesario, ¿pediría ayuda para romper la parálisis?

En el mundo de la empresa, es crucial distinguir entre conversaciones para


coordinar acciones y conversaciones para juicios personales.

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Conversaciones para posibles acciones

Cuando no acciones llevar adelante para tratar un quiebre, se nos abre la


posibilidad de sostener otro tipo de conversaciones, conversaciones para
posibles acciones.
Este tipo de conversaciones nos orienta hacia la acción de especular acerca
de y explorar acciones posibles. Esta conversación expande nuestro
horizonte de posibilidades.
Cuando no sabemos qué hacer, entonces podemos explorar nuevas
acciones junto a otros o solos.
Las posibilidades no están visibles para todos, no están allí esperándonos,
surgen de nuestras conversaciones, pues construimos un espacio para la
innovación.
Esto no significa que estas acciones siempre tengan resultados positivos, y
no pueden transformarse en una receta, este tipo de conversaciones es
simplemente una forma más de generar posibilidades.

Conversaciones para posibles conversaciones


Este tipo de conversaciones trae pegado los juicios acerca de la persona
con la que deberíamos sostener la conversación, simplemente esta
conversación está en estado cerrado. Sostenemos que de tener esa
conversación con esa persona, los resultados serán estériles.
Otras veces es nuestro estado de ánimo el que impide que otras personas
tengan conversaciones con nosotros. Para dar espacio a las conversaciones
es necesario situarse en la base del respeto mutuo.
Para ir dándole un cierre a este tema, vale reflexionar entonces y
preguntarse:

¿Qué tipo de conversaciones estoy necesitando? ¿Con quién no sostengo la


conversación que debería? ¿Qué me lo impide?
¿Cuál es la conversación de la que no me hago cargo?

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Referencias
Echeverria, R. (2008). Ontología del lenguaje. Buenos Aires: editorial Granica (5ta
edición).

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