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ISSN: 0718-0586
cuadernos.interculturales@yahoo.es
Universidad de Playa Ancha
Chile
Raúl Díaz2**
Jorgelina Villarreal3***
Resumen
Preguntas geopolíticas una vez más. La apuesta es difícil dados los retrocesos de las
reformas educativas latinoamericanas y en particular la de Argentina. A los indígenas lo
de ellos y compensado, a nosotros lo mismo y descompensado. Y dentro del derecho,
el reconocimiento de los Pueblos Originarios, formal, en principio. Nos interesa debatir
acerca de los problemas que implica la interculturalidad como propuesta basada en
la lengua y destinada a indígenas, promoviendo la curricularización de lo propio. Y la
necesidad de una concepción extendida de lo intercultural hacia el resto de la sociedad
por un lado, y hacia ámbitos como el jurídico, político, económico, social, y cultural, por
el otro. Desde nuestra práctica colaborativa con organizaciones indígenas y con otras
instituciones sociales, reflexionamos a partir de nuestra inclusión en los debates peda-
gógicos y políticos contextualizados en el sur argentino.
Este artículo forma parte de los Proyectos de Investigación “Igualdad y diferencia en educación In-
tercultural”, C 050 (2002-2005) y “Pedagogía, alteridad y representación. Un estudio sobre políticas
de exhibición cultural en el sur argentino”, C 073 (2006-2009), adscritos a la Facultad de Ciencias de
la Educación de la Universidad Nacional del Comahue.
***3 Centro de Educación Popular e Intercultural (CEPINT), Facultad de Ciencias de la Educación, Uni-
versidad Nacional del Comahue, Argentina. Correo electrónico: jorgelina_villarreal@yahoo.com.ar
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Abstract
Geopolitical questions once again. The bet is difficult due to the setbacks of education
reforms in Latin America and in particular in Argentina. This imply to the indigenous
people to recive what that is from them like a compensation; for us, to recive the same,
but unbalanced. And at the laws, the recognition of the Native Peoples, is something
formal, in principle. In this context, we discuss the problems involved at the intercultura-
lity considerate only as a language proposal for indigenous people; and how this results
in the schooling of their culture. Also we discuss the need to introduce a conception
of interculturality extended to the rest of society, and specially into areas such as legal,
political, economic, social, and culture. We discuss, based in our collaborative practice
in conjuction with indigenous organizations and other social institutions, and taking
in count our own inclusion at the educational and political debates, contextualized in
southern Argentina.
1) Introducción
Preguntas geopolíticas una vez más. La insistencia deviene de los usos de la diversidad,
cuestión base de perspectivas interculturales, en las políticas públicas y de actores que
implementan acciones en educación, turismo, patrimonio, incluso planes de desarrollo
y sustentabilidad. El alcance es por lo tanto integral, en lo político, lo cultural, lo jurídico,
lo territorial, etc.
Pese a estos variados usos es de advertir que las políticas interculturales por lo
general se reducen al ámbito cultural, más precisamente a programas destinados a
pueblos, comunidades, o personas indígenas que deben “aprender lo suyo”, “mostrarlo”
y “usarlo” para obtener “beneficios” de todas las performances que derivan del ejercicio
de “ser” indígena, comportarse de acuerdo a ello, y construir representaciones que no
defrauden respecto de lo que se espera ver.
Es claro que, como se aprendió con las teorías de la resistencia y las críticas al
reproductivismo, la educación fracasa en su omnipotencia, y los sujetos se apropian de
modo complejo de los procesos de conocimiento en función de estrategias e intereses
propios, convirtiéndose esto en uno más de los usos de la diversidad al que es necesa-
rio prestar atención.
¿Geopolíticas interculturales? Resulta tan gracioso como dramático aplicar el es-
quema que Kincheloe y Steimberg proponen para describir el multiculturalismo que
se pueden colocar casi todos los casos de contacto entre culturas en alguno de los
primeros cuatro tipos y de manera combinada pero casi ninguno encaja en el que ellos
denominan “teórico”, o crítico según Mc Laren. Tomemos por caso el contacto turístico
y la interpelación a los “originarios” a actuar como tales. Sabemos que, como lo plan-
tea James Clifford (2008), estos encuentros son procesos complejos y creativos que él
propone denominar “sitios articulados de indigeneidad”. Es decir, tramas de tecnología
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y redes que involucran diversos actores, protagonistas que recrean sus tradiciones bajo
fuertes interpelaciones a la autenticidad. En estos términos, dice Clifford que es nece-
sario considerar:
“diversas escalas y coyunturas: las luchas locales por la tierra, las reivindicaciones
de soberanía local, los proyectos de desarrollo, las coaliciones transnacionales del
‘Cuarto Mundo’, los foros de las Naciones Unidas, las reivindicaciones de la pro-
piedad cultural, las alianzas medioambientales, las páginas de Internet, las ONGs
y el turismo de patrimonio.” (Clifford, 2008: 3)
Para nuestro caso, podemos identificar tres procesos que aparecen particular-
mente vinculados entre sí y a los de la globalización. Éstos son la mercantilización de
la cultura, la comunalización y la patrimonialización. Siguiendo a Brow (1990), entende-
mos por comunalización un proceso activo de configuración de pautas de conducta
que promueven un sentido de pertenencia o ‘comunidad’. En este sentido, los procesos
de patrimonialización que implican la puesta en valor de objetos, lugares y expresiones
culturales de variados tipos a través de su separación del “flujo de la vida social ordinaria
para luego tratar de retornarlos a ella, si bien ya codificados, normalizados e interpreta-
dos por un trabajo de mediación” (Cruces, 1998: 76), pueden considerarse parte de las
estrategias de comunalización. Los procesos de comunalización y patrimonialización,
antes más ligados política e ideológicamente a la construcción de una idea de naciona-
lidad, se encuentran hoy atravesados y mayormente determinados por interpelaciones
de autenticidad, de pruebas que demuestren diferencia, de identidad prístina, como si
fuera la otra carta de la homogeneización.
De esta forma, la afirmación de una especificidad no se opone necesariamente ni
mecánicamente a los procesos de mercantilización de la cultura, sino por el contrario
puede justamente constituir su base. Volviendo a Clifford (2008: 13), este autor plantea
que “A raíz de la proliferación de actuaciones ‘indígenas’ y lugares de traducción pode-
mos ver y escuchar lo que está siendo rearticulado en una posmodernidad diversifica-
dora, para entender lo que se está volviendo posible”. Asimismo, otro autor, Daniel Mato
(2001) nos conduce a la problemática de formación de redes transnacionales bajo o en
las cuales se construyen las representaciones en procesos dinámicos de apropiación.
Estos pocos ejemplos son traídos aquí para advertir sobre lo intercultural como
una práctica sobrecargada políticamente y dentro de la cual es necesario situar los pro-
gramas y acciones que se emprenden bajo este rótulo (a veces también como de pro-
gramas de atención a la diversidad).
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2) Interculturalidad y educación
a. Que los programas focalizados (entre ellos, pero no solamente, los de EIB)
son parte de la Reforma Neoliberal del estado, los que fueron plasmados en
la Ley Federal de Educación, ley que no se aplica en Neuquén por la resis-
tencia popular, pero que para introducirla a contramano el gobierno ensaya
formas de penetración a través de programas y financiamientos especiales.
b. Que el Programa de Lengua y Cultura Mapuce (PLyCM) es una de las estrate-
gias para romper la agremiación y el estatuto docente, además de una de las
formas de penetración del partido gobernante en las comunidades.
c. Que el trabajo integral de la escuela y entre las escuelas se reduce en la
propuesta oficial a unas pocas horas de lengua mapuce, desviando la aten-
ción acerca de un replanteo serio del genocidio con el que nace la educa-
ción argentina. Y que soslaya otras dimensiones de la interculturalidad que
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En síntesis, estos son algunos de los ejes que fuimos aprendiendo a reconocer,
a situarnos desde ellos, y simultáneamente a desaprender muchos supuestos que nos
constituían.
Por nuestra parte también hemos visualizado que la escuela en particular y la edu-
cación argentina en general se encuentran todavía sitiadas por una pedagogía normali-
zadora, disciplinadora y homogeneizadora. En este contexto, la demanda de adecuación
curricular y de EIB no podrá superar el tratamiento formal y estereotipado de elementos
de la “otra” cultura sin una revisión profunda de su estatuto político pedagógico.
El arribo a Argentina de programas de Educación Intercultural Bilingüe puede re-
sultar un salto al vacío al pasar por alto las dimensiones constitutivas de la identidad del
trabajo docente, de la identidad de la escuela y de su ideología civilizadora. Su anclaje
en las políticas de un estado que se niega a reconsiderar su estatuto monocultural la
convierte en dispositivo de disciplinamiento de las diferencias. Y aunque es de advertir
movidas y procesos alternativos, la escuela argentina como actora y resultante de pro-
cesos materiales y simbólicos constituyentes de la pedagogía de la modernidad no se
asusta ni cambia con una EIB centrada en la lengua.
Insistimos en que sin el detenido tratamiento y problematización de los obstáculos
teóricos y epistemológicos la superposición cuasi-espontánea y a-crítica de las propues-
tas educativas bilingües o biculturales, éstas pueden ver menoscabado su potencial de-
mocratizador (que no tienen de por sí sino por el conjunto de dimensiones críticas y ar-
ticulatorias que pueden disparar). Incluso que pueden reproducirse bajo otra modalidad
los discursos y prácticas del modelo de la Instrucción Pública que ha aprisionado a lo edu-
cativo durante más de un siglo, configurándolo como monocultural y homogeneizador.
Nos interesa ahora introducir algunas reflexiones en torno a “otras educaciones”,
refiriéndonos con esto a experiencias protagonizadas por los propios pueblos origi-
narios y que, aunque exceden a nuestro contexto, acá particularmente son densas y
complejas como para dejar señas de formas no integracionistas de transitar la intercul-
turalidad. Estos pueblos, a partir de sus luchas por la identidad y por sus proyectos polí-
ticos culturales van gestionando modelos de educación propios y con diversos grados
de autonomía. Etnoeducación, educación autónoma, educación indígena, o educación
intercultural (no bilingüe) son algunos de los términos de traducción que en los idiomas
originarios remiten a otra concepción y entendimiento de lo que es ‘educarse’.
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Diez y Thisted en la Provincia de Buenos Aires, donde desde la Dirección General de Cul-
tura y Educación con la figura de Adriana Puiggrós se creó en febrero de 2007 la Direc-
ción Modalidad de Educación Intercultural, por lo que se reestructuró la Subsecretaría
de Educación optando por colocar a la Modalidad de Educación Intercultural de forma
articulada con el conjunto del sistema, separándola de aquellas iniciativas que la colocan
como un programa focalizado. La modalidad se propuso “generar lineamientos y orien-
taciones educativas desde una perspectiva intercultural para las escuelas de la provincia”.
Si bien su existencia duró apenas un año produjo un impacto a nivel de las políticas, ya
que se incluye la educación intercultural en la nueva ley de educación de la Provincia, lo
que dio lugar a la inclusión de esta perspectiva tanto en diseños como en documentos
curriculares oficiales.
Este Programa procuró “impulsar una visión de la educación intercultural más allá
del reconocimiento de la diversidad cultural, de las versiones del multiculturalismo que
consideran que debe limitarse al respeto y valorización positiva de las culturas presen-
tes en las aulas y de un interculturalismo restringido al diseño de programas focalizados
y compensatorios dirigidos a población indígena localizada en ámbitos rurales”. Nos
interesa poner de relieve tanto el “más allá” de las limitaciones y trampas del recono-
cimiento de la diversidad, tan caro al liberalismo conservador, y de la focalización o
restricción de la interculturalidad sólo a la población indígena. Respecto de lo primero
se toma distancia de la idea de “tolerancia” en la que es siempre un nosotros hegemó-
nico el que marca sus fronteras, y respecto del segundo advierte que, en todo caso, no
serían los indígenas los más necesitados de interculturalidad. Dicen las autoras que “La
experiencia desarrollada en ese espacio nos enfrentó al desafío de construcción política
en torno a la posición sobre educación intercultural que asumiría la ley provincial, re-
flexionando a partir del derecho de los sujetos a sus identificaciones étnico-nacionales,
de género y generación en todos los espacios formativos de la provincia, dentro de una
trama social signada por la desigualdad socioeconómica. Es así como la propuesta no
se dirige a indígenas en particular sino a diferentes “repertorios culturales” y al cruce de
diferentes dimensiones entre los mismos y dentro de cada uno de ellos. Así, se hace
necesario plantear los contextos y situar la educación en coordenadas de pedagogía,
política y cultura lo que si se tratara de jóvenes deberían verse sus etnicidades, género,
orientaciones sexuales, etc. Y todo ello con el afán de revisar repertorios asumidos en
condiciones de dependencia y desigualdad.
Respecto de una visión más amplia elaboramos para la CLADE (Campaña La-
tinoamericana por el Derecho a la Educación) -y como aporte para la Revisión de la
Conferencia de Durban realizada en 2001- un documento base. Planteamos allí la
necesidad de pensar lo educativo en tanto una práctica situada como espacio inter-
cultural. Es decir, espacios en que las cosmovisiones interactúan en igualdad de con-
diciones y pueden, a su vez, confrontar; y poner en debate principios y contenidos
de saber y de identidad. Para ello es necesario que la interrelación que la intercultu-
ralidad pretende parta de poner en cuestión los modos en que los estados promue-
ven algunas identidades y niegan o limitan a otras. Y esto no sólo para circuitos de
población escolar específica sino también en aquellos espacios en los que conviven
niños, niñas, jóvenes y adultos, diversos y diferentes entre sí y donde las diferencias
expresan múltiples formas de hacer y estar en las culturas, de hablar, de pensar, de
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4) Conclusiones
concepción de articulación compleja que sin anular las diferencias, promueva vida plu-
ral en una sociedad plural, la que sin quitar aquello que se estime como “propio”, lance
sus desafíos a probar de todo un poco.
5) Bibliografía