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Hechos 20:35 dice que debemos recordar las palabras del Señor Jesús que

dijo:”Más bienaventurado es dar que recibir”. El dar es una expresión


externa de una condición espiritual interna. Cuando damos al Señor
Jesucristo, nosotros demostramos nuestro profundo amor hacia él. Es una
muestra externa del compromiso y el amor que tenemos internamente para
con Dios.

Al estudiar las Escrituras, vemos que el dador se beneficia de tres formas


particulares.

En primer lugar, cuando damos, desarrollamos un carácter piadoso.


Nuestro Padre Celestial quiere conformar nuestro carácter al de su Hijo
Jesucristo. El carácter de Cristo es un carácter de dador generoso. La
Palabra de Dios nos dice: “De tal manera amó Dios al mundo, que nos dio a
su Hijo”. En Filipenses 2, versículo 5 se nos explica cómo el Señor Jesucristo
nos amó tanto que se entregó a sí mismo y se sacrificó por nosotros.

La segunda ventaja para el dador es la oportunidad de invertir en la


eternidad. Mateo 6:20 declara: “Haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla
ni orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”. El Señor nos dice
que en el cielo hay algo parecido a un banco, en Filipenses 4:17 afirma: “No
es que busque dádivas; sino que busco fruto que abunde en vuestra
cuenta”. San Pablo parece estar diciendo que tenemos una cuenta allá en el
cielo, y que podemos hacer algunos depósitos en nuestra cuenta celestial.

Cuando muramos no nos podremos llevar nada de esta tierra, pero dando,
podemos enviarlo al cielo por adelantado. Jim Elliot, un misionero que
entregó su vida en la jungla del Ecuador, escribió en su diario: “No es tonto
aquel que da lo que no puede retener para ganar lo que no puede perder”.

El tercer beneficio de dar es que un incremento material regresa al


dador. Proverbios 11:24 y 25 dice:”Hay quienes reparten, y les es añadido
más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, mas vienen a pobreza.
El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será
saciado”.

Mas adelante, en la Biblia, el Señor nos dice por qué viene ese crecimiento
material en la vida del creyente. En 2º de Corintios 9 dice:”El que siembra
escasamente, también segará escasamente; y el que siembra
generosamente, generosamente también segará.” Este pasaje nos enseña
tres cosas: Primero, Dios le devuelve con creces al dador; Segundo: Dios
hace que el aumento supla la necesidades del dador; y Tercero: Dios
produce ese aumento para que el dador pueda dar aún más, “para que
estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad”.

El crecimiento económico del creyente se produce por razones muy


diferentes al incremento económico del impío. El Señor produce un
aumento en nuestras finanzas, para suplir nuestras necesidades y para que
podamos dar aun más. Dios no nos da más para que lo gastemos en
nosotros mismos. Sino para que sepamos cómo invertir ese excedente en la
Obra del Señor.

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