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Fernandez Gonzalo
Larroca Gustavo
Lerch Shirly
Maggi Jeremías
PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN:
INTERACCIONES
Una doctora llamó a la muchacha que estaba con su novio, el novio se puso de
pie para acompañarla y ella le dijo “vos quedate, esperame acá”, él agachó la cabeza
ante mi mirada, se sentó y, al rato, comenzó a manipular su teléfono celular
(GUSTAVO).
El grupo de cinco personas, compuesto por una mujer y cuatro hombres,
hablaban en voz alta y todos a la vez, eso hacía que no se entienda lo que decían. Llegué
a captar que uno de ellos, el más jóven, comentaba que “mejor reírse, pensá qué dolor”
(GUSTAVO).
(…) la puerta vaiven se abrió y una doctora dijo en voz alta “Jesús Rodriguez”.
La mujer que estaba junto a la otra que había ido al baño se paró rápidamente y gritó
“Dominique, Dominique te llaman”.
Una vez que ella entró a la consulta, escuché que uno los hombres del grupo de choferes
dijo “éstos son terribles” (GUSTAVO).
El hijo más chico de la señora que había llegado un rato antes comenzó a
moverse, a caminar por el pasillo, la madre le dijo “quedate quieto” y el nenito le
respondió “puta”, los hermanos se rieron, la madre me miró, yo la miré y ella lo retó
diciéndole “no me vuelvas a decir eso”. Los tres hermanos dejaron de reírse.
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Inmediatamente después, al nenito, se le desató el cordón de una de sus zapatillas,
intentó atarlos sin éxito, al ser tan chico no lograba coordinar los movimientos
necesarios para volver a anudar los cordones de su zapatilla (GUSTAVO).
Apareció una mujer jóven y le preguntó a la señora que anterioremente había
golpeado la puerta ¿Todavía estás acá? ¿No te atendieron?, ambas preguntas las hizo
con énfasis. La mujer le respondió a la muchacha “Sí, no me atienden”, las dos juntas
salieron de la sala de espera, la mujer más grande se iba diciéndole a la otra que recién
llegaba “Atienden a dos y después desaparecen” (GUSTAVO).
Observador/a - paciente/s.
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quien tenía ganas de charlar y luego de la frase arriba citada, apenas respondimos “aha,
mirá vos”. Lo saludamos y volvimos los tres a la sala de espera (Gustavo).
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te vimos, total, la chica de la puerta, no va para la guardia. Después salís por la puerta
y listo, nosotros no te vimos” (GUSTAVO).
Observador/a -médicos.
Médico-paciente
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verde era usado por camilleros y enfermeros, mientras que el de color blanco
correspondía a los doctores, tal vez era una casualidad, es algo que no corroboré
(GUSTAVO).
Una mujer joven con ambo verde le da unos papeles a la mujer que, desde mi
llegada al lugar, se encontraba sentada con su hijo adolescente. Luego de darle los
papeles, la mujer joven de ambo verde le dijo a la señora “Esperá y dáselos al doctor
cuando te los pida” (GUSTAVO).
Apareció en escena una mujer con ambo blanco y estetoscopio colgado de su
cuello, interpeló a una joven que yo no había percibido, le dijo “¿Conseguiste?”, la
chica respondió tímidamente “Sí”. La que parecía ser una doctora, tal vez una pediatra,
le dijo “Entra, así estás más cómoda” (GUSTAVO).
NOTAS REFLEXIVAS
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continuaba y pensaba en que si por casualidad aparecía la mujer de seguridad que me
interpeló al comienzo, tal vez tendría que retirarme y, lo que a mi juicio era peor, iba a
tener un relato sobre varias cuestiones adyacentes, pero no iba a tener nada escrito sobre
lo que pasaba en la guardia. Por suerte el baño se encontraba muy limpio y después de
anotar lo que había pasado con las personas de seguridad, salí hacia la sala de espera
Todo el tiempo estuve pensando en la posibilidad de ser expulsado de la guardia con el
argumento de que no me había registrado según el procedimiento que me habían
indicado, entonces miraba atentamente hacia mi izquierda que era el lugar por donde la
mujer de seguridad que me habló en la entrada podía aparecer. Me mantuve en estado de
alerta las dos horas que estuve en la sala de espera.
Todo el tiempo estuve pensando en la posibilidad de ser expulsado de la guardia
con el argumento de que no me había registrado según el procedimiento que me habían
indicado, entonces miraba atentamente hacia mi izquierda que era el lugar por donde la
mujer de seguridad que me habló en la entrada podía aparecer. Me mantuve en estado de
alerta las dos horas que estuve en la sala de espera (GUSTAVO).
En un momento llegaron dos de mis compañeros de grupo, uno de ellos me
comentó “Notaste que la gente entra a la consulta, pero no se la ve salir de nuevo”. Le
respondí “Es cierto”. Decidimos salir a fumar un cigarrillo luego de unos minutos de
observación conjunta (GUSTAVO).
Con mis compañeros volvemos sobre el hecho de que, luego de entrar a la
consulta, son pocas las personas que vuelven a salir caminando por la sala de espera. En
paralelo a la sala de espera, hay otro pasillo, casi un reverso reservado para que transiten
los profesionales y los pacientes que pasan de un consultorio a otro, un pasillo sin sala
de espera, más bien anónimo y, tal vez, en sintonía con los criterios de confidencialidad
vigentes en la ley 26.529 sobre los derechos del paciente (GUSTAVO).