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Una noche fría, una pareja se queda varada en su coche sin imaginar que a poca
distancia de allí, un psicópata se ha escapado.
Pero uno de ellos había logrado eludir a los enfermeros y ahora andaba suelto por
ahí. Las autoridades habían advertido de su peligrosidad, recomendando a las
personas no salir de su casa y dando su descripción por si alguien llegaba a verlo.
Desesperados por volver, resolvieron que Esteban saliera a pie en busca de gasolina
mientras su novia le esperaba en el carro.
—No te muevas de aquí, ni quites el seguro a la puerta. Solo tardaré unos minutos,
la estación no está muy lejos —le advirtió él.
Y se fue caminando.
Lucía abrió los ojos y vio que el vidrio se encontraba salpicado de sangre. Algo
volvió a golpear el coche en el techo y la joven gritó. Aterrorizada, le quitó el seguro
a la puerta y salió corriendo. Jamás olvidaría lo que vio esa noche, cuando a metros
de distancia, volteó atrás y vio a un hombre con cara de loco que estaba dando
saltos encima del vehículo.
Traía entre las manos algo que la horrorizó: era la cabeza cercenada de Esteban,
con las cuencas de los ojos vacías y llenas de sangre.
Lucía corrió tan rápido como le permitieron sus piernas, pidiendo ayuda a gritos.
Por suerte el loco la ignoró y ella pudo escapar, pero cuando la policía llegó hasta el
lugar del crimen, lo único que encontraron fue la cabeza decapitada y sangrante del
muchacho.
¿Cómo había logrado desmembrarlo, si no llevaba ningún tipo de agua cpn él? Eso
es algo que los agentes nunca lograron explicarse.
Nunca lo capturaron.
Autor: Erika GC