En la década de los setenta el presidente Luis Echeverría
implementó el último intento por revitalizar el estado populista. En lo económico las reformas estaban destinadas a sustituir el modelo de estabilización; el estado debía fortalecer su función de intervención para regular las desigualdades económicas y sociales derivadas del desarrollo. La realización de dichas reformas exigía la integración vertical de procesos sustitutivos de importaciones estimulando la producción de bienes de capital e intentando resolver el déficit crónico de la balanza de pagos que era una de la característica inherente al modelo. Este modelo se denominó "Desarrollo Compartido" y la pretensión era que mediante un gasto público enorme y creciente se alcanzara una mayor justicia social.
las importaciones crecieron al doble que las exportaciones lo que
refleja el agotamiento del sistema de sustitución de importaciones. El PIB creció, pero a cifras más discretas que en años anteriores. El campo reflejó como nunca antes la decadencia y eso significó que dejara de ser la fuente de financiamiento tradicional de las exportaciones por lo que se incrementó la deuda externa, como se ve en el último renglón. Se observaban también incrementos importantes en la cantidad de moneda en circulación, de 20%. La inflación ya estaba controlada y se desataba a cifras de dos dígitos. Fue el periodo, dentro de los diez años siguientes, donde la recaudación y sobre todo los gastos crecieron en mayor proporción. (1971-1981)