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Y HUMANIDADES
PSICOLOGIA DE LA SEXUALIDAD
DOCENTE:
Ps. Julio Valencia
FECHA:
TACNA – PERU
ÍNDICE
El tabú (de la lengua polinesia tapu = prohibido) tiene una función positiva de defensa
de formas avanzadas de degradación (piénsese en el tabú del incesto presente en todas las
culturas). Sin embargo, la utilización del tabú como elemento de persuasión y de educación
en los valores suscita grandes reservas; el recurso indiscriminado a él lleva a un
comportamiento neurótico. En el ámbito de la sexualidad es algo que está claro si
revisamos la historia de las costumbres: se nos presenta plagada de un sufrimiento
indescriptible de los individuos a causa de su incapacidad para adecuarse a las normas
morales dictadas por el grupo. En la cultura contemporánea destaca como clara línea de
tendencia el esfuerzo, ambivalente en sus resultados, pero ciertamente positivo.en su
intento, de liberar a la sexualidad de la esfera del tabú para restituirle dignidad y fuerza de
convencimiento sin recurrir a otras esferas de autoridad moral. Esto no quiere decir que la
sociedad no deba defenderse de eventuales tendencias destructoras, ni tampoco que la
persona deba ignorar su responsabilidad social. La fuente de inversión de la dimensión
moral debe desplazarse hacia los niveles de la concienciación y de la adopción consciente
de la propia responsabilidad personal.
Durante el siglo XIX la gran mayoría de los psicólogos desarrollaron teorías para
explicar el origen de la enfermedad homosexual. Muestra de ello es el libro “Psycopathia
Sexualis” que Richard von Krafft Ebing publicó en 1886 y que denominó la
homosexualidad como una perversión sexual heredada. Uno de los autores que más
reflexionó acerca de este tema fue Sigmund Freud. Caracterizó la homosexualidad como
resultante de un conflicto durante el desarrollo de la identidad sexual en el que el hombre
(los autores de la época se refieren, en su gran mayoría, a hombres) se identifica con el sexo
contrario y comienza a sentir atracción por los hombres muy masculinos.
No fue hasta casi dos décadas (en 1990) después de que la APA retirara la
homosexualidad de su DSM cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) la eliminó
de su lista de enfermedades mentales (Clasificación Internacional de Enfermedades – CIE).
A pesar de ello, se han seguido llevando a cabo terapias para “curar” a gais y lesbianas. Las
actuaciones que se llevaban a cabo:
Estas terapias son llevadas a cabo aún a día de hoy, ya que la iglesia católica es una
de las mayores defensoras de la curación homosexual. Recientemente (junio de 2013) la
ONG’s Exodus que trabajaba a nivel mundial “curando” la homosexualidad, cerraba sus
puertas con un comunicado de su presidente Alan Chambers (2013) en la página web de la
organización, en el que pedía perdón por el daño que ha hecho a través de sus tratamientos
a aquellos que, a pesar de trabajar duramente, no consiguieron cambiar sus atracciones.
(identificar el dossier, revista, página web o donde venga escrito eso).
Uno de los defensores más acérrimos de este tipo de terapias es Richard Cohen,
quien asegura que consiguió curar su homosexualidad y que, en una de sus comunicaciones
con Dios, recibió la misiva de ayudar a los demás. Este psicoanalista ha escrito diversos
libros entre los que se encuentra el polémico Comprender y sanar la homosexualidad
(2004) (año de publicación). En el que da orientaciones sobre cómo curar y reconvertir a las
personas que sienten Atracción por el Mismo Sexo (AMS), que es la forma que desde la
Iglesia Católica se refieren a la homosexualidad. En la misma línea y como resultado de un
congreso en Roma en el año 2008, el Vaticano ha publicado el libro Amar en la diferencia.
Las formas de la sexualidad y el pensamiento católico, en el que se considera la
homosexualidad como una patología a erradicar. La APA en el año 2000 se vio obligada a
firmar una declaración en la que expresaba que no existe una evidencia científica que apoye
la terapia reparativa para modificar la orientación sexual, por lo que no se incluye como
tratamiento psiquiátrico.
https://uvadoc.uva.es/bitstream/10324/4252/1/TFG-L234.pdf
8.2 El Tú Y El Nosotros
En el cuadro de una antropología personalista no cuesta trabajo comprender la
dimensión interpersonal de la sexualidad. El hombre en devenir descubre su identidad y la
diferencia que le separa del otro. En esta confrontación con la alteridad del otro ve él
también la posibilidad de la relación comunicativa, a la cual orienta su esfuerzo de
maduración para colmar la insuficiencia y salir de la soledad. El cuerpo propio y el del otro
son el lugar donde se realiza la posibilidad del encuentro; por eso la sexualidad, que marca
al cuerpo, se convierte ella misma en lugar de la experiencia del estar frente al otro y del
poder construir con el otro una relación.
En la relación con el otro la sexualidad no es un contenido, sino que cumple la
función del lenguaje: no es el objeto que se pone en común, sino el modo de ponerse uno
frente al otro, en el descubrimiento creativo de lo que puede unir. Muy a menudo,
especialmente en una cultura de consumismo sexual, la sexualidad, reducida a cosa, es lo
que tiene en común la relación entre dos. Pero este tipo de lazo padece asfixia y, lejos de
abrir horizontes nuevos para la existencia de la pareja, se limita a poner las premisas de una
unión depauperizante. En este sentido no puede decirse que la sexualidad posea una
dimensión comunicativa, interpersonal; no marca un camino del uno hacia el otro en orden
a la construcción del nosotros, sino que estigmatiza dos yo que permanecen siempre
extraños el uno al otro.
La tensión que existe en toda forma de comunicación entre contenido y lenguaje; la
búsqueda de la autonomía del contenido del lenguaje y del lenguaje del contenido, se
reproponen también en el contexto de la sexualidad. Esto no ha de entenderse en el sentido
de que la sexualidad deba reducirse sólo al rango de expresión; tiene también en sí misma
una carga de contenido. Se quiere subrayar únicamente que, vaciada de todo significado de
comunicación, la sexualidad queda reducida a ejercicio de actos, a técnica de relación, y no
conduce a un salto cualitativo en el camino de maduración hacia el devenir persona y la
construcción de la relación interpersonal.