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¡Lánzate a la eternidad!

Comienzo estas líneas bajo la intercesión de María Santísima y San José.


Quisiera presentarles a un Santo que espero quesea su amigo y si aún no lo conocen dense el tiempo
necesario para hacerlo, porque vale la pena sumergirse en su vida de santidad. Su nombre es San Alberto
Hurtado, su fiesta es celebrada cada 18 de agosto y para tu sorpresa fue el asesor nacional de la acción
católica en Chile, con un lema que decía: “Contento, Señor, contento”, logró mover el entusiasmo y corazones
de millones de jóvenes. Hoy ruego por su intercesión, que ayude a esa alma joven que posees a anhelar la
eternidad.

Lee con detenimiento este fragmento de uno de sus escritos “Disparo a la Eternidad”: “No te
llamaré siervo sino amigo le dijo a Judas, a quien le lavó los pies, y momentos antes de ser
aprehendido: Amigo, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? (cf. Jn 15,15; Lc 22,48). El que lo
entregó había sido escogido, como yo, por Cristo para ser su amigo, para vivir su vida, para vivir con
Él. Y qué delicadezas las de Jesús para las almas que aceptan su amistad: mora en sus almas, los
visita cada día, los perdona, los alienta, los enriquece, oye sus plegarias, se hace cargo de sus
intereses. "Cuida tú de mí, que yo cuidaré de ti”. ¡Qué dulce es esa hora en que Jesús está presente,
cómo todo parece suave, fácil, llevadero! Al enfermar me vendrá a ver por el viático, ungirá mis
miembros; al separarse mi alma me esperará en la otra orilla, y puedo confiar que por amor a mí, su
amigo, salvará a mis parientes y amigos, pues es tan fino que no querrá verme separado de los que
yo amo. Multiplicará sus llamados. Querrá que se mantengan intactos en la eternidad los vínculos de
un amor que él puso en mi alma y bendijo. Pecar es morir a esa amistad, la más dulce, la más
profunda, la más necesaria. ¡Oh, Jesús!, amigo de mi alma... si voy a pecar átame, o mátame, pero
pecar nunca, traicionar tu amistad, ¡jamás!”

Pregúntate: ¿Cuántas veces he sentido que alguien ha traicionado ese amor que le he
brindado? Seguro dirás que son incontable las veces, pero… ¿Sabes por qué? Pues porque el
centro de tu vida está puesto en las cosas terrenales y no en Cristo, que debería ser nuestra roca y
fortaleza, pero se nos olvida… ¡Qué triste! Sin embargo, San Alberto Hurtado nos dice hoy que
“delicadezas las de Jesús para las almas que aceptan su amistad”, es momento de abrir ese
corazón de piedra que tenemos al lado izquierdo de nuestro pecho y decirle a Jesús: ¡QUIERO SER
TU AMIGO! y sumergir mi alma en la eternidad, pero antes sembrando la santidad en donde nadie
pueda llegar, empezando por mi familia…

Este versículo lo defino como mi lema de vida: “No hay amor más grande que dar la vida por
sus amigos” Jn 15,13; Jesús se hizo hombre para ser uno con nosotros, se sacrificó porque su amor
es más grande que cualquier cosa que la tierra le pudiera brindar. Hoy te invito a buscar un lema de
vida y orar cada día para que Dios te muestre esas obras admirables que quiere realizar en ti.

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