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Panamá

Nacional 26/03/2016 - 12:00 a.m. sábado 26 de marzo de 2016

Propuesta para eliminar violencia


obstetra en partos
Iniciativa ciudadana
Archivo | La Estrella de Panamá

Por medio del parto humanitario, se espera que las mujeres no sean sometidas a una situación
traumática.

Kemy Loo Pinzón


periodistas@laestrella.com.pa






Un grupo de médicos ginecólogos, obstretas y profesionales afines buscan modificar


cómo se atienden los partos en Panamá, para que se implemente lo que se denomina:
Parto humanitario.
Se trata de una corriente internacional que ha ido creciendo a nivel mundial.

La iniciativa fue propuesta directamente por la activista feminista, Saskia Noriega, a


través de la Oficina de Participación Ciudadana de la Asamblea Nacional, en el año
2015 y está próxima a ser discutido por la Comisión de Salud en la Asamblea.

Por el momento, se está en la etapa de recolección de firmas.

Por medio de esta propuesta, se busca evitar la violencia obstétrica que obliga a las
personas a tomar decisiones en base a información equivocada y prácticamente a la
única alternativa que le dan es la cesárea.

LA DEFINICIÓN

El parto humanitario permite que las mujeres tengan un parto como ellas desean
informándose y sabiendo que la mujer embarazada no es una persona enferma, salvo
algunas excepciones y que las intervenciones que tengan sean consentidas por ellas y
familiares, que se les brinde seguridad y supervisión médica.

Es lo opuesto a un parto medicalizado en el que la tecnología y los medicamentos


sustituyen la fisiología de la mujer, desvirtuando la experiencia del nacimiento y
generando riesgos innecesarios para la madre y el bebé, de acuerdo con lo que dice la
literatura sobre el tema.

De acuerdo con información internacional, las tasas de cesáreas en países y hospitales


que respetan los procesos naturales no suelen ser mayor al 15% como en Holanda.

En México, en algunos hospitales privados se tiene un índice de cesárea del 95%.

Karla Camacho ginecólogo y Alberto Heart, neonatólogo, es una pareja de médicos,


partidarios del parto humanitario, tanto así que sus hijos han nacido en su propia casa a
través de parto normal, en una piscina, junto a su hijo mayor y con asistencia médica.

Camacho explica que con el proyecto se busca eliminar la invasión a la privacidad y


violencia psicológica a la que someten a las mujeres durante su labor de parto,
principalmente en los hospitales públicos.

EL ESTRÉS Y LA VIOLENCIA DE PARTO

Un ejemplo de estas situaciones, señala Camacho, es que varios médicos ‘estén tocando
a la paciente a cada rato causando estrés en la mujer que está en su labor de parto y no le
permita tener un proceso natural'.

Además de la violencia psicológica, señala la ginecóloga, que tal vez se ven normales,
pero que no deberían pasar, como que el personal médico no le proporcionen a la mujer
que acaba de dar a luz, alguna sábana para protegerse del frío; que las mujeres reciban
gritos de parte del personal médico o que no les permitan estar con algún familiar
durante su labor de parto cuando muchas mujeres están asustadas, sobre todo las
primerizas.
La mayoría de los colegas en el sector salud están muy reacios a que se practiquen esta
serie de cambios en los procedimientos de labor de parto. Heart asegura que muestran
resistencia ante la propuesta que forma parte de una corriente que ha crecido en todo el
mundo y que en Panamá tiene un atraso de 20 años aproximadamente.

Para Ángel Cedeño, director general del Hospital Santo Tomás, el hospital de referencia
en el país, "no existen ni la infraestructura, ni el personal ni la cultura por parte sobre
todo los familiares de las pacientes, que asegura Cedeño, son muy violentos sobre todo
si algo no sale bien en los procedimientos".

Cedeño agregó que en cuanto a la humanización, sobre el trato no adecuado a los


pacientes, afirmó que constantemente están capacitando al personal médico, para
hacerlo de la mejor manera.

PROCESO DE LEGAL DE LA INICIATIVA

La iniciativa requiere ser revisada por el personal de la Oficina de Participación


Ciudana, a fin de determinar si reúnen los requisitos de forma para convertirse en un
proyecto de ley.

En el caso que cumpla con todos los requisitos de forma, debe ser remitida a la
respectiva comisión que en este caso sería la Comisión de Trabajo, Salud y Desarrollo
Social.

Correspondería a esta comisión prohijarla para luego iniciar la discusión en primer y de


pasar la primera instancia se remitiría al pleno de la Asamblea Nacional como un
proyecto iniciativa de la respectiva.

El proyecto de ley podría ser adoptado por alguno de los diputados y presentado ante el
pleno de la Asamblea Nacional para que el trámite sea más ágil.

El futuro del proyecto de ley dependerá de la aceptación que tenga entre los miembros
de la Asamblea Nacional que son los que al final tomarán la decisión

El caso de la indígena que dio a luz a su hijo en el jardín de un hospital de Oaxaca, es


una clara muestra de violencia obstétrica que sufren más de 6 mil 800 mil mexicanas
embarazadas al día, asegura diputada Rebeca Peralta

· Siete de cada diez mexicanas de más de 15 años han tenido al menos un hijo vivo, lo
que indica que 71.6% de la población femenina con vida reproductiva en México ha
necesitado atención médica durante el embarazo, parto y puerperio, agrega

La vicepresidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la ALDF, Rebeca Peralta


León, solicitó al secretario de Salud, Armando Ahued Ortega, la puesta en marcha de
una campaña de difusión para prevenir y eliminar posibles actos de violencia obstétrica,
es decir maltratos físicos y verbales hacia las mujeres embarazadas, en los hospitales y
centros de salud de la Ciudad de México.
En un punto de acuerdo aprobado por la ALDF en su sesión del pasado jueves, la
legisladora exhorto a las secretarias de Gobierno y de Salud para que implementen una
campaña de concientización en la ciudad y en todos sus centros de salud en contra de la
violencia obstétrica, misma que enfatice los derechos de las mujeres que se encuentren
en periodo de maternidad así como las obligaciones y responsabilidades de los médicos.
Las autoridades de salud capitalinas deben brindar información sobre los derechos que
tienen las mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio, así como la atención
profesional y especializada que deben ofrecer médicos y enfermeras.

“Debemos crear conciencia entre el personal médico de la necesidad de eliminar


cualquier omisión, trato inhumano o degradante que cause daño físico o psicológico a la
mujer en el embarazo”, reforzó,

Dijo que aunque en el país no se conoce la dimensión de la violencia obstétrica, ésta es


una clara muestra de violación a los derechos humanos de las mujeres, “porque es
concebida como una forma específica de violencia contra las mujeres generada en la
atención de las diferentes etapas de su embarazo”.

“Cómo olvidar aquellas imágenes en televisión y redes sociales de una mujer indígena a
la que le negaron el servicio médico en un hospital de Oaxaca y dio a luz a su hijo en el
jardín del nosocomio, hecho que impactó e indignó a la sociedad mexicana”, recordó.

La diputada Rebeca Peralta agregó que el caso de esa indígena de nombre Irma López,
ocurrido en octubre 2013, es un claro ejemplo de violencia obstétrica que, según cifras
del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) sufren más de 6 mil 800
mexicanas diariamente, tomando en cuenta que México registra alrededor de 2 millones
500 mil nacimientos de niños anualmente.

Agregó que de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2010, siete de cada diez
mexicanas de más de 15 años han tenido al menos un hijo vivo, lo que indica que 71.6%
de la población femenina con vida reproductiva en México ha necesitado atención
médica durante el embarazo, parto y puerperio y, por tanto, el universo susceptible de
sufrir violencia obstétrica es enorme.

La representante popular comentó que son pocas las denuncias presentadas por mujeres
que sufren de violencia obstétrica: De acuerdo a reportes de GIRE, entre enero de 2014
y junio de 2015, 266 mujeres que sufrieron violencia obstétrica interpusieron una queja
en las secretarías de salud estatales, de las cuales, 130 son de Guerrero, lo que
representa 48% del total; seguido de Morelos con 54; 18 en la Ciudad de México; 14 en
el Estado de México; 14 en Veracruz; 9 en Chiapas; 6 en Chihuahua; 5 en Sinaloa, 3 en
Coahuila; 2 en Querétaro; 2 en San Luis Potosí; 1 en Nuevo León; 1 en Baja California;
y 1 en Baja California Sur.

En el caso de la Ciudad de México, agregó, la Comisión de Derechos Humanos del


Distrito Federal (CDHDF) emitió la recomendación 3/2015, dirigida a la Secretaría de
Salud capitalina, en donde expone alrededor de 23 quejas de mujeres –entre febrero de
2009 y febrero de 2015- por falta de atención oportuna y adecuada a mujeres, algunas
de ellas adolescentes, durante el embarazo, parto y puerperio.

La diputada del sol azteca retomó al GIRE al señalar que las “manifestaciones de
violencia obstétrica pueden abarcar desde regaños, burlas, ironías, insultos, amenazas,
humillaciones, manipulación de la información y negación al tratamiento, sin referir a
otros servicios para recibir asistencia oportuna, aplazamiento de la atención médica
urgente.

Además, concluyó, indiferencia frente a sus solicitudes o reclamos, no consultarlas o


informarlas sobre las decisiones que se van tomando en el curso del trabajo de parto,
utilizarlas como recurso didáctico sin ningún respeto a su dignidad humana, el manejo
del dolor, durante el trabajo de parto, como castigo y la coacción para obtener su
“consentimiento”, hasta formas en las que es posible constatar que se ha causado daño
deliberado a la salud de la afectada, o bien que se ha incurrido en una violación aún más
grave de sus derechos”.

Notas con la etiqueta ‘Violencia obstétrica’


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Noticias: Violencia obstétrica


VIOLENCIA OBSTÉTRICA
Dolores de parto

Las mujeres forman una ronda alrededor de Esperanza, la encargada de cebar mate.
Mariana quiere dar su testimonio, pero el miedo y el dolor no la dejan hablar. A su lado
está Trinidad, que desembucha el rosario de maltratos que sufrió en el momento de parir
a sus cinco hijos. «Los médicos y las enfermeras no te escuchan, te maltratan, te dicen
que no grites ni te quejes», relata Trini, como le dicen en el barrio. «Yo tenía 16 años
-cuenta Rosa, otra integrante de la ronda- cuando tuve mi primer hijo. No sabía ni qué
era una contracción y la partera me decía que si me había gustado abrir las piernas para
quedar embarazada, ahora que dejara de lloriquear», cuenta. «El desconocimiento de las
mujeres acerca de sus derechos, el miedo y la impunidad del sistema médico, que piensa
que somos cosas, llevan a estas situaciones de maltrato», interviene Esperanza, a modo
de explicación mientras alcanza un mate a Mariana.

Rosa, Mariana y Trinidad fueron víctimas de «violencia obstétrica». Un tipo de


violencia que tiene como escenario las salas de parto de los centros de salud públicos y
privados, pero que se practica -según las especialistas- en mayor medida contra las
mujeres de los sectores más vulnerables, marcadas por la pobreza, la falta de acceso a
servicios de salud, a información y orientación.
La nueva ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra las Mujeres, define a la violencia obstétrica como «aquella que ejerce el personal
de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un
trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos
naturales». A diez meses de su aprobación, la ley aún no fue reglamentada, así que
todavía se desconoce cuál es la importancia de la inclusión de esta definición en su texto
y si la puesta en vigencia de la norma contemplará o no acciones para luchar contra la
violencia de la que son víctimas las mujeres cuando van a parir.
Trinidad no leyó la nueva ley ni sabe cómo la beneficiará, pero espera que sirva para
que otras mujeres no pasen por las mismas situaciones de maltrato que ella. Era una
adolescente cuando fue a parir a su primer hijo a un hospital de Mendoza, de donde es
oriunda. Recuerda la botonera ubicada arriba del respaldo de su cama para llamar al
personal y la orden de la enfermera de no tocar ningún botón por «cualquier dolorcito
de primeriza». También lo sola que se sentía en esa habitación. «No daba más de las
contracciones, pero no podía tocar el botón, le tenía miedo a la enfermera. No sabía a
quién pedir ayuda. Esperé, esperé hasta que no pude más del dolor. La enfermera entró
gritándome hasta que se dio cuenta de que estaba a punto de parir», cuenta.
Mabel Bianco, pionera en el país en la lucha por los derechos sexuales y reproductivos
de las mujeres y presidenta de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer
(FEIM), sostiene que las adolescentes padecen más que las adultas la violencia del
sistema de salud. «Son estigmatizadas porque hicieron algo malo, es decir, tuvieron
relaciones sexuales. Este mismo sector que las violenta por estar embarazadas, les quita
su derecho a decidir, ya que muchas veces ellas acuden a recibir información sobre
métodos anticonceptivos y los médicos no las atienden o les niegan los preservativos»,
revela.
La historia de Trinidad no termina en el hospital mendocino, continúa en la localidad
bonaerense de San Miguel, donde sufre otra situación de maltrato. Estaba en una clínica
de la obra social a punto de parir a su quinta hija, que hoy tiene dos años. «Me dijeron
que tenían que hacerme una cesárea porque el bebé era muy grande. Estaba muy
asustada», recuerda. «La cesárea no la hizo mi médico, sino un grupo de practicantes.
La anestesia no me tomó bien así que yo sentí todo. A las semanas de la operación, mi
familia me llevó a un hospital de la zona porque se me había infectado la herida y tenía
todo tomado, me tuvieron que sacar un ovario», relata. «En el hospital me dijeron que
denunciara a la clínica por mala praxis, pero mi marido prefirió no hacer lío, estaba
contento porque yo estaba bien», agrega.
Otra mujer se suma a la ronda de mate. Se llama Marcela. Ella tuvo su bebé hace dos
meses en un hospital materno-infantil de Ingeniero Budge, en el conurbano bonaerense.
«Apenas llegué al hospital, me pusieron el goteo, la enfermera me trataba mal, me
gritaba, me decía que no me quejara. Después me llevan a la sala y tengo a mi hijo. A
los tres días del parto, me entero de que le habían desgarrado el hombro al bebé. La neo
(neonatóloga) me dijo que con un par de operaciones puede quedar bien», narra. Quiere
iniciar acciones legales contra el hospital, pero tiene miedo. «No sé a quién pedir ayuda,
cómo hacer, dónde denunciar al hospital», explica.
«Las mujeres deben denunciar estos casos», sostiene Bianco. «Si tienen temor, lo
recomendable es que alguna otra entidad, sin dar datos de la mujer realice la denuncia»,
aconseja. Además, asegura que es fundamental trabajar con las mujeres de los sectores
populares en materia de derechos. «Las mujeres la pasan muy mal, pero se la bancan,
porque tienen miedo a más maltrato o represalias. Hay un gran sometimiento de las
mujeres, especialmente, de las mujeres más pobres, que creen que no tienen derecho a
nada, entonces lo poco que les dan tratan de cuidarlo».
Luego agrega: «Al mismo tiempo, los médicos nunca se ocupan de averiguar cómo son
las condiciones de cada mujer, sino que atienden a todas con la misma vara, desde el
aspecto biológico. Tampoco permiten entrar a un familiar a la sala de parto, no quieren
tener gente que los moleste, que los controle, ven el parto como un momento
profesional y no como un momento de la mujer y su entorno».

Aprender a decidir

Ante este panorama marcado por la violencia y la desinformación, en la ciudad de


Rosario un grupo de mujeres impulsan desde hace cuatro años diferentes acciones que
buscan informar sobre los derechos de las mujeres a la hora de parir, sobre los
beneficios del parto vaginal y los perjuicios de las cesáreas recomendadas o elegidas por
los médicos, los tiempos fisiológicos del parto y los tiempos del sistema de salud. «Lo
importante es que tengan la información para hacer valer sus derechos», resalta Sandra
Dolce, una de las impulsoras de esta iniciativa.
No sólo realizan charlas y actividades de concientización, sino que las cuatro
integrantes de esta organización se capacitaron para convertirse en doulas. «No somos
médicas ni obstetras, sino que acompañamos a la mujer en el momento del parto,
brindamos atención emocional y contención», explica Dolce.
Su tarea principal es promover entre las mujeres y los médicos la importancia de
respetar el parto vaginal por sobre las cesáreas programadas. «Hoy, en muchos casos, la
rutina del sistema de salud es inducir contracciones, disponer la internacion y la cesárea
para comodidad de las agendas de los médicos», denuncia.
«En los hospitales -explica- se pretende que las mujeres “tengan” su parto lo más rápido
posible aplicando oxitocina sintética, el resultado es un parto más doloroso, violento y
más rápido. La aplicación de la oxitocina como una rutina ha provocado patologías y
emergencias con más intervenciones médicas de las que un parto normal requiere. El
sistema de salud ve al cuerpo de la mujer como una máquina a la que se le deben aplicar
medicamentos para que funcione mejor y más rápido, de manera eficiente. Hoy se
pretende que un parto no tarde más de doce horas desde su admisión al hospital sin
individualizar los casos», comenta.
Dolce reconoce que la tarea de difusión es difícil y los cambios son lentos. «Nos
chocamos con la realidad de que las mujeres de los sectores populares tienen muchos
miedos, tienen naturalizadas ciertas prácticas y, por sobre todo, tiene otras urgencias
más que pensar en cómo parir». De todas formas, ya llevan en su haber cientos de
charlas y actividades y acompañaron 15 partos vaginales.
En este camino, las doulas encontraron a un acompañante: el obstetra Hugo Páez. A sus
59 años, padre de cuatro varones, se define como «defensor del parto normal». Trabajó
durante 14 años en el sistema de salud público rosarino y ahora, desde un sanatorio
privado, promueve la práctica del parto vaginal en desmedro de las cesáreas. «Hay
médicos que creen que la seguridad está en la cesárea, pero la seguridad está en el parto
normal, ya que hay menos posibilidades de infecciones, de riesgos posteriores», explica.
Según un estudio mundial de la OMS, un 29% de los nacimientos en hospitales públicos
y un 44% de los nacimientos en las clínicas privadas, son por cesárea. En Argentina, en
las privadas esa cifra sube a un promedio de 60% Los números superan una
recomendación de la OMS que indica que la proporción no debería ser mayor al 15%.
En contra de las estadísticas, este médico prefiere respetar los tiempos naturales de los
partos vaginales. «Hay que tratar de esperar el parto, no hacer la inducción. Un parto
inducido es un fracaso, ya que en muchos casos termina en cesárea. Si hay que esperar
12 o 16 horas para que dilate, hay que esperar».
Tampoco está solo a la hora de entrar a la sala de parto, ya que allí siempre lo espera
una doula. «Son una ayuda trascendental, compañeras en el trabajo, facilitan muchas las
cosas, hablan con las mujeres, las acompañan en las salas de preparto, trabajan la
respiración, andan y caminan», relata.
Ninguna de las mujeres que integran la ronda de mate tuvo la posibilidad de elegir cómo
parir, en qué tiempos y con la compañía de quién, pese a que existen leyes que
resguardan y garantizan esos derechos. ¿Esa elección está atada a los recursos
económicos de cada mujer?, pregunta Acción a Bianco. «No debería ser así, pero resulta
que pasa esto. Son las mujeres de mejores recursos económicos las que saben o conocen
la ley, se animan a reclamar o exigir y no temen las represalias. Ellas se plantan desde la
posición de usuarias y con derechos».

Elisabet Contrera

FUENTE: Revista “Acción” - Segunda quincena de febrero 2010-

Categorías: Noticias
Etiquetas: Embarazo, Enfermedad, Enfermeras, FEIM, Médicos, Mujeres, Obstetricia,
Parto, Salud, Violencia, Violencia obstétrica
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