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Código de Ética del Abogado

Venezolano Por: Rafael Torres


17 Noviembre, 2012

Abogado es un defensor, es un intercesor, un medianero. Perito en el


derecho positivo. Este profesional del derecho, al igual que, toda
persona, todo venezolano, tiene el deber de cumplir y acatar lo que dicta
nuestra Constitución, las leyes y los demás actos que en ejercicio de sus
funciones dicten los órganos del Poder Público, según, el artículo 131, de
nuestra Constitución.
De manera que, no debería faltar a ninguna audiencia, según
corresponda el caso que está tratando, porque de hacerlo estaría
faltando a su ética de abogado. De llegar a suceder las faltas debe
notificar a su superior, como por ejemplo, a un juez. También, está en la
obligación de notificar a la víctima o sus familiares, ya que, éstos gozan
de sus derechos constitucionales. Lo que quiero decir, es que, es un
deber del abogado de ser puntual en su asistencia en los tribunales, así
como también, en sus citas o reuniones con los colegas, sus clientes o la
parte contraria.
Y, cuando no pueda concurrir a un acto judicial en el cual deba
participar, por motivo de enfermedad u otro plenamente justificable,
solicitará oportunamente al juez el diferimiento del acto y prevendrá del
hecho a su colega adversario, quien, por espíritu de confraternidad
estará obligado también a adherirse a la solicitud del diferimiento del
acto. Si todo este protocolo se llegara a cumplir, diríamos que la justicia
está funcionando o caminando, a sí sea con una muleta o a paso de
morrocoy, como lo está haciendo en los actuales momentos, desde hace
muchos años atrás, con todas sus imperfecciones, pero lo está haciendo.
Entre otras cosas, podemos decir, que entre los deberes esenciales del
abogado, tenemos que, debe actuar con probidad, honradez, discreción,
eficiencia, desinterés, veracidad y lealtad, según, sus propias leyes. Su
conducta deberá caracterizarse siempre por la honradez y la franqueza.
No deberá aconsejar ni ejecutar actos que puedan calificarse de
dolorosos, hacer aseveraciones o negaciones falsas, citas inexactas,
incompletas o maliciosas, ni realizar acto alguno que pueda entorpecer
una eficaz y rápida administración de la justicia. Deberá abstenerse de
hacer uso de recusaciones injustificadas y de ejercer otros recursos y
procedimientos legales innecesarios, con el objeto de entorpecer o
retardar la secuela del juicio. Lea bien, es deber del abogado, la defensa
gratuita de las personas de escasos recursos económicos, según su
propia ley y el Reglamento Nacional de Honorarios Mínimos. Art. 23, de
su código ético. Ahora lean esta perlita, si un asesorado, patrocinado o
defendido comunica a su abogado la intención de cometer un hecho
punible, éste agotará todos los medios necesarios para persuadirlo, de
tal propósito y, en caso de no lograrlo, puede hacer las revelaciones
necesarias para perseguir el acto delictuoso o proteger a las personas y
a los bienes amenazados. Art. 28.
Ésta sería una excelente forma para disminuir los altos índices de
muertos en Venezuela, pero, nos preguntamos, ¿quién tira la primera
piedra? Igualmente, el abogado deberá estar siempre dispuesto a
prestar su apoyo a la justicia y mantener frente a ésta una actitud
respetuosa, sin que ello menoscabe su amplia independencia y
autonomía en el libre ejercicio de la profesión.
Es su deber de abstenerse de ejercer influencia sobre un juez en razón
de vínculos políticos, religiosos o de amistad. Está obligado a emplear en
su condición profesional, solamente medios persuasivos fundados en
razonamientos jurídicos. El ejercicio de la abogacía no puede
considerarse como comercio o industria. En conclusión, el ejercicio de la
abogacía impone dedicación al estudio de las disciplinas que impliquen la
defensa del derecho, de la libertad y de la justicia. “En moral como en
política hay reglas que no se deben traspasar, pues su violación suele
costar caro”. Simón Bolívar.

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