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Martín Vizcarra, un presidente con

fortalezas simbólicas
Su trayectoria política, que discurrió siempre lejos de Lima, y su poca
conexión con los círculos empresariales y los partidos políticos son los
principales puntos fuertes del nuevo jefe de Estado peruano
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JACQUELINE FOWKS
Lima 26 MAR 2018 - 08:59 CEST

Vizcarra, en su toma de posesión. M. B. FOTO: REUTERS / VÍDEO: ATLAS

El ingeniero civil Martín Vizcarra, que reemplazó el viernes a Pedro Pablo


Kuczysnki como presidente de Perú tras una grave crisis política, tiene una
primera meta: centrarse en el interior del país. “Mi ejercicio del cargo será de
mucho viaje, todas las semanas estaré en los sitios más alejados viendo las
necesidades e implementando soluciones”, prometió en su primera entrevista
radiofónica desde que asumió el bastón de mando de la séptima mayor economía
de América Latina. Su mensaje cuenta con una ventaja, a ojos de la mayoría de
analistas y economistas peruanos: él no es parte de la élite política ni empresarial
capitalina. "Ese es un factor favorable desde el punto de vista simbólico: no es un
hombre de las multinacionales, no tiene conexiones fuertes con el poder político
y los círculos empresariales de Lima", apunta el sociólogo Francisco Durand, el
principal investigador de grupos de poder económico en Perú. "Hay una
expectativa positiva sobre él en este momento de tregua: si construye su imagen
de justiciero en fuerte vinculación con el pueblo, puede salir adelante".

En un momento de fuerte oposición a los grupos tradicionales de poder político y


económico, al nuevo presidente peruano le interesa no ser visto como parte de
ninguno de ellos. Así lo ve Patricia Zárate, investigadora del Instituto de Estudios
Peruanos: “En el corto plazo, ante la opinión pública le favorece a Vizcarra estar
al margen de un partido político, por el descrédito que tienen. El porcentaje de
confianza que registramos (a los partidos) en 2017 fue de 7,5%”.

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salida del país
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La llegada al poder del autócrata Alberto Fujimori, con el consecuente daño a la


imagen de los partidos y el posterior cierre del Congreso —donde su bancada era
minoritaria— dio paso a una fase de pragmatismo en la política peruana que
continúa hasta la actualidad: la mayoría de formaciones políticas son
conglomerados creados antes de las elecciones. "La personalización de la política
viene de tiempo atrás. La imagen de Vizcarra, de un provinciano que ha salido
adelante en base al esfuerzo propio, le da la fortaleza simbólica que ningún
partido ahora le podría otorgar", explica Zárate.

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El nuevo jefe de Estado y de Gobierno peruano llegó a la vicepresidencia en
2016 como invitado del partido de Kuczynski, Peruanos por el Kambio (PPK),
pero no tiene afiliación partidaria alguna. Aunque la primera vez que se presentó
como candidato para la presidencia regional de Moquegua (sur), en 2006, lo hizo
por el Partido Aprista —al que perteneció su padre, exalcalde de la localidad
homónima— nunca ha formado parte de ningún partido político.

Estas características llevan a algunos analistas a comparar a Vizcarra


con Valentín Paniagua, presidente de transición que tuvo capacidad de diálogo
para salir de la crisis institucional tras la renuncia de Fujimori por corrupción. El
economista y catedrático Waldo Mendoza dijo en Radioprogramas que este
momento le hacía recordar al año 2000, cuando Paniagua accedió a la
presidencia. “Vizcarra tiene capacidad de convocatoria, pocos le van a decir que
no (para integrar el Gabinete). Los partidos que piensen ser Gobierno en el 2021
tendrán que dejar trabajar al presidente”, planteó, aludiendo al obstruccionismo
del fujimorista Fuerza Popular en el Congreso durante los 20 meses de la
Administración Kuczynski.

Sin embargo, Francisco Durand, de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas


de la Pontificia Universidad Católica del Perú, ve un escenario "más complicado"
que en el año 2000. "La corrupción entonces era de un solo lado [el
fujimorismo]: ahora es transversal y toca a gran parte de la clase política y
empresarial. La fiscalía va a tener que ser firme cuando profundice en las
investigaciones por lavado de activos”. Por dicho delito están bajo investigación
el propio Kuczynski; la excandidata presidencial Keiko Fujimori: los
expresidentes Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala; y la exalcaldesa
de Lima, Susana Villarán, entre otros exfuncionarios públicos mencionados por
los representantes de la constructora brasileña Odebrecht, que pagó sobornos en
Perú y aportó fondos, al margen de la ley, a diversas campañas para las
elecciones de 2006 y 2011. Además, la justicia ha dictado este sábado una orden
de arraigo a Kuczynski por 18 meses.

Vizcarra podría tener otros aliados. El secretario general del gremio magisterial,
Alfredo Velásquez, reconoció este domingo que el nuevo presidente “tiene una
fortaleza que es su esposa, quien ha sido directora de una escuela pública”.
Durand añade que el mandatario inicia su gestión con margen para que el Estado
invierta en obras públicas y un entorno económico internacional favorable: “No
hay perspectivas de que caigan los precios de los minerales y ello puede
incrementar la economía exportadora. Puede haber un modesto crecimiento
dependiendo de a quién nombre como ministro de Economía”.

OPEP busca pactar acuerdo


de largo plazo con Rusia
“Estamos trabajando para pasar de un acuerdo anual a uno de
10-20 años”, afirmó el príncipe de Arabia Saudita en una
entrevista concedida a Reuters en Nueva York

El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman. (Foto: Reuters)

Agencia Reuters27.03.2018 / 01:20 pm

La OPEP busca alcanzar un histórico acuerdo de largo plazo


para cooperar con los controles al bombeo
de petróleo con Rusia y otros productores ajenos al grupo,
afirmó el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed
bin Salman.

“Estamos trabajando para pasar de un acuerdo anual a uno de


10-20 años”, afirmó el príncipe en una entrevista concedida a
Reuters en Nueva York.

“Tenemos un acuerdo sobre el panorama general, pero todavía


no en los detalles”, agregó.

Arabia Saudita reclutó a Rusia y otros productores para


colaborar en la reducción de bombeo el año pasado tras el
desplome de los precios del petróleo, que cayeron desde
US$100 por barril en 2014 a menos de US$30 en 2016. El
ministro saudita del sector dijo la semana pasada que Riad
espera extender el pacto en 2019.

Rusia, que nunca fue parte de la Organización de Países


Exportadores de Petróleo, ha trabajado con el cártel durante los
periodos previos de exceso de bombeo, pero un acuerdo a 10 ó
20 años entre las partes es algo que no tiene precedentes.

Los precios se han recuperado hasta alcanzar los US$70 por


barril, pero el rápido incremento de la producción de
petróleo de esquisto en Estados Unidos ha frenado las alzas.

“Esto se trata de si el acuerdo es un recurso a corto plazo para


lidiar con esta crisis particular en el mercado, o si refleja una
realineación en el petróleo mundial”, dijo el historiador
petrolero Daniel Yergin, vicepresidente de la consultora IHS
Markit.

“Los países de la OPEP quieren encontrar una forma de


institucionalizar esta relación en lugar de que sea un acuerdo
único”, agregó.

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