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Ejemplo 1

“Al poco tiempo Shu separó violentamente a sus hijos a la Tierra y el Cielo que
permanecían juntos en felicidad. Entonces Geb quedó recostado y formó el suelo,
mientras Nut con su gigantesco cuerpo se arqueó sobre su esposo y formó la
bóveda celeste. En ese mismo momento, de ella surgieron uno tras otro cuatro
hijos: Osiris e Isis, Seth y Neftis que conformaron las dos parejas que dieron
inicio a todo.
Con el paso de los años, el mundo se fue poblando y Osiris se transformó en un
rey bienhechor que reveló a los egipcios el cultivo del trigo, de la cebada y de la
vid; les dio como alimento el pan, y como bebidas, el vino y la cerveza. Más
tarde, recorrió la Tierra entera para civilizarla.” (Fragmento del Mito de Osiris)
Ejemplo 2
DECIR SÍ , de GRISELDA GAMBARO (pieza teatral estrenada en 1981)

Interior de una peluquería.

HOMBRE. -Buenas tardes.

PELUQUERO (levanta los ojos de la revista, lo mira. Después de un rato.) —...tardes... (no se mueve.)
HOMBRE (intenta una sonrisa, que no obtiene la menor respuesta. Mira su reloj furtivamente. Espera. El Peluquero
arroja la revista sobre la mesa, se levanta como con furia contenida. Pero en lugar de ocuparse de su cliente, se acerca
a la ventana y dándole la espalda, mira hacia afuera. Hombre, conciliador.) — Se nubló. (Espera. Una pausa)
Hace calor, (Ninguna respuesta. Se afloja el nudo de la corbata, levemente nervioso. El Peluquero se vuelve, lo
mira, adusto. El Hombre pierde seguridad.) No tanto... (Sin acercarse, estira el cuello hasta la ventana) Está
despejado. Mm... mejor. Me equivoqué. (El Peluquero lo mira, inescrutable, inmóvil.) Quería..., (Una
pausa. Se lleva la mano a la cabeza con un gesto desvaído.) Sí... sí o es tarde... (El Peluquero lo mira sin
contestar. Luego le da la espalda y mira otra vez por la ventana. Hombre, ansioso.) ¿Se nubló?
PELUQUERO (un segundo inmóvil. Luego se vuelve. Bruscamente). — ¿Barba?
HOMBRE (rápido). —No, barba, no. (Mirada inescrutable.) Bueno... no sé. Yo... yo me afeito.
Solo. (Silencio del Peluquero). Sé que no es cómodo, pero... Bueno, tal vez me haga la barba. Sí,
sí, también barba.

Ejemplo 3
Tengo muy presente la fisonomía del clérigo, a quien vi muchas veces paseando por la Ronda de Valencia
con los hijos de su sobrina, y algunas cargado de una voluminosa y pesada capa pluvial en no recuerdo
qué procesiones.

Era delgado y enjuto, como la fruta del algarrobo, la cara tan reseca y los carrillos tan vacíos, que cuando
chupaba un cigarro parecía que los flácidos labios se le metían hasta la laringe; los ojos de ardilla,
vivísimos y saltones, la estatura muy alta, con mucha energía física, ágil y dispuesto para todo; de trato
llano y festivo, y costumbres tan puras como pueden serlo las de un ángel.

Sabía muchos cuentos y anécdotas mil, reales o inventadas, dicharachos de frailes, de soldados, de
monjas, de cazadores, de navegantes, y de todo ello solía esmaltar su conversación, sin excluir el género
picante siempre que no lo fuera con exceso. Sabía tocar la guitarra, pero rarísima vez cogía en sus benditas
manos el profano instrumento, como no fuera en un arranque de inocente jovialidad para dar gusto a sus
sobrinas cuando tenían convidados de confianza.
Federica: Espejito, espejito,
tú que eres el más listo,
dime si acaso es verdad
que una estúpida princesa
me supera en la beldad.

Espejo: Te conozco, Majestad


y te quisiera engañar,
pero en algo te equivocas,
además de ser más bella,
Blancanieves ta aventaja
también en inteligencia,
no digamos en bondad...

Federica (fuera de sí): ¡Basta maldito espejo!


Y pensar que por ti di
mas de mil maravedís,
mi sortija de rubí
y un ramito de alhelí.

(Federica se quita el zapato y golpea al espejo, que huye despavorido por la derecha)

Dama 1ª: ¡Qué espejo más descarado!

Dama 2ª: Y además maleducado.

Federica: ¿Es más bella la princesa?


Pues será por poco tiempo.
Ven aquí, mi buen Gilberto.

(Entra Gilberto por la derecha. Lleva un arco en una mano y unas flechas en la otra. Saluda con
una reverencia)

Gilberto: ¿Queréis que vaya a cazar

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