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INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic.

Claudia MENDOZA 114

- 7.1. -
DIVISIÓN DEL REINO. MOTIVOS
SITUACIÓN DE AMBOS REINOS TRAS EL CISMA

A la muerte de Salomón (ca. 926 o 922 a.C.), el reino se divide, sin que se vuelva a lograr su
unificación.

Los hechos1

El descontento –que se percibe ya en vida de Salomón (cf. “revuelta de Jeroboam” de la tribu


de Efraim: 1 Reyes 11,26s) y que ya había minado las bases de la unificación– explota apenas
muerto el monarca. La carga tributaria y la imposición de trabajos forzados perjudicó
especialmente a las tribus del norte. Éstas, por su parte, nunca se terminaron de integrar del
todo a Sión (cf. 2 Samuel 20,1s: revuelta de Šeba de la tribu de Benjamín a David).

Todo esto sumado permite vislumbrar que la aceptación de “la dinastía davídica” no será tan
espontánea –al menos en el norte– como lo pretendía la teología de Sión.

La lectura religiosa

Un profeta de Silo –antigua residencia del “Arca de la Alianza”– anuncia al efraimita Jeroboam
mediante un gesto profético que va a gobernar sobre 10 tribus por decisión de Yahweh (1 Reyes
11,29-39).

Yahweh rompe el reino porque Salomón rompió la Alianza postrándose ante Astarté, diosa de
los sidonios, ante Kemo$, dios de Moab y ante Milkom, dios de los ammonitas, y no ha seguido
mis caminos haciendo lo que es justo a mis ojos, ni mis decretos ni mis sentencias, como su
padre David (1 Reyes 11,33). Dios reserva, sin embargo, una tribu para los descendientes de
Salomón, por amor a su siervo David (1 Reyes 11,36), y, sobre todo, por la fidelidad de Dios a
sus promesas.2

Roboam y Jeroboam

Llegado el momento de ungir al sucesor de Salomón, uno de sus hijos, ROBOAM, se dirige a
Siquem para ser proclamado rey por todo Israel (1 Reyes 12,1):

La decisión es correcta y demuestra un cierto tino diplomático. Pero la respuesta a los ancianos
de Israel –encabezada por JEROBOAM que habría vuelto del exilio en Egipto– que le pedía
aligerara el yugo impuesto por su padre para aceptarlo como monarca– es insolente y

1 Cf. R. ALBERTZ, “Insurrección de Jeroboam y su motivación teológica”, en: Id., Historia de la religión
de Israel en tiempos del Antiguo Testamento 1. De los comienzos hasta el final de la monarquía, Madrid
(Trotta 19991992), 259-264.
2 Es interesante leer con cuidado el discurso del profeta Ajías de Silo, favorable, por un lado a David y a
Jerusalén, pero, por otro, le transfiere a Jeroboam –con el mismo lenguaje de 2 Samuel 7– la promesa
dinástica: cf. 1 Reyes 11, 37-39: Te tomaré a ti y te haré reinar sobre cuanto desee tu alma, y serás rey de
Israel. v38 Si escuchas todo cuanto yo te ordene, y andas por mi camino, y haces lo recto a mis ojos
guardando mis decretos y mis mandamientos como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré
una casa estable como se la edifiqué a David. Te entregaré Israel v39 y humillaré el linaje de David por
esta causa. Pero no para siempre…».
1 Reyes 12,21-24 y 14,1-18 se tienen por leyendas proféticas relacionadas con este acontecimiento, las
primeras tendientes a presentar a Jeroboam como una suerte de elegido de Yahweh; la última tiene a
Jeroboam por un pecador, y en cuanto tal, su destino será la ruina.

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desatinada. Roboam –aconsejado por los jóvenes y desatendiendo a los ancianos de Judá– no
sólo que desoye el pedido de las tribus del norte sino que les manifiesta con claridad su
intención de tratarlas más duramente que el propio Salomón.
Las tribus del norte –cuyas pretensiones eran legítimas– ante semejante respuesta
inmediatamente se rebelan: no aceptan al monarca davídico y se separan del reino de Judá (cf. 1
Reyes 12,2-16). Adoram, jefe de una leva, es enviado por Roboam a intentar someter a Israel,
pero es lapidado (1 Reyes 12,18).
Jeroboam es aclamado rey allí mismo en Siquem, en una asamblea (1 Reyes 12,20, como
volviendo a los tiempos de Josué). ¿Se buscaba crear una monarquía semejante a la de Saúl,
que, a diferencia de la de David, ofreciera más sólidas garantías a los intereses tribales?
Roboam intentará someterlos por la fuerza, pero lo disuade un profeta (1 Reyes 12,21-24).
El reino quedaba definitivamente dividido.
De ahora en más habrá que contar con dos estados independientes:

 EL REINO DEL SUR O JUDÁ:


Con capital en Jerusalén, gobernado ininterrumpidamente por reyes del linaje de David.
La tribu de Benjamín –o al menos parte de ella– se pliega a Judá (cf. Por ejemplo, 1
Reyes 12,21).

 EL REINO DEL NORTE O ISRAEL:


Formado por las diez tribus restantes (aunque la situación de la tribu de Benjamín,
ubicada en el límite con Judá, no será demasiado clara a lo largo de la historia), con
sucesivas capitales, hasta que queda fijada en Samaria. Los reyes del norte pertenecerán a
distintas estirpes o familias, hasta que finalmente Omrí se instala en Samaría y funda una
dinastía3 (1 Reyes 16,23-28).

A partir de estos acontecimientos, las historias de los dos reinos serán independientes. La
separación no fue en absoluto amigable: ya desde el comienzo se produjeron serios
enfrentamientos entre el norte y el sur (cf. 1 Reyes 14,30 “Hubo guerra continua entre Roboam
y Jeroboam”).

El culto en el Reino del Norte4


Los Santuarios rehabilitados por Jeroboam - la institución de sacerdotes no levitas

Una de las primeras medidas de JEROBOAM fue la de establecer otros lugares de culto para su
pueblo (cf. 1 Reyes 12,26-33). El nuevo monarca fue lo suficientemente hábil para aislar a
Israel de Judá también en el orden cultual, evitando las peregrinaciones hacia Jerusalén, donde
se guardaba el Arca de la Alianza.
Para ello, restableció dentro de su propio territorio antiguos santuarios de la época patriarcal:
 El santuario de Dan, en el extremo norte (cf. Jueces 17-18).
 El santuario de Betel, en el extremo sur, cerca de Jerusalén, con fuerte tradición
patriarcal.5

3 Hasta ese momento y a diferencia de Judá, en el norte predomina el principio carismático de la elección
del rey. Los cambios son frecuentes: por ejemplo, Zimrí reina una semana (cf. 1 Reyes 16,8-14.15-21);
además, muchos de estos reyes acabaron sus días asesinados.
4 R. ALBERTZ, “El culto oficial en Betel”, en: Id., Historia de la religión de Israel I, 264-273.
5 Betel está ligado a la experiencia espiritual de Jacob (cf. Génesis 28,10-22); Abraham peregrinó a Betel
(Génesis 13,3; cf. 12,8); hay testimonios de peregrinajes al santuario de Betel desde los tiempos
premonárquicos (Jueces 20,18-26; 1 Samuel 7,16). Por tanto se trata de un lugar que, a diferencia de

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El Becerro de oro
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“el dios que te hizo subir de Egipto” ... ¿un burdo acto de idolatría?

El “tus dioses que te sacaron de Egipto” (en el texto hebreo está en plural) aparece como una
fuerte crítica de la escuela deuteronomista –responsable de la redacción de 2 Reyes– a la
reimplantación del culto en los antiguos santuarios patriarcales, episodio calificado en el libro
de Reyes lisa y llanamente como un acto idolátrico. Pero una vez más –como el caso de la
fabricación del “becerro de oro” en el marco de la peregrinación por el desierto tras la salida de
Egipto (cf. Éxodo 32)– debemos sospechar que subyace al episodio una referencia al antiguo
culto pre-monárquico a “El/Ilu” en cuanto dios de los patriarcas.6
Recordemos nuevamente que a “El” se le daba el título de “toro” en los textos mitológicos de
Ugarit –sin duda por su fabulosa potencia sexual– y que, además, se han encontrado varias
imágenes de toros en lugares santos de la región, lo que habla en favor de una antigua tradición
cúltica del norte, y en particular, de Betel («bet 'el» = casa de “El”). De hecho, en Betel se
habrìa rendido culto al dios «El-Betel» en época pre-israelita, incluso en los primeros tiempos
(cf. Génesis 31,13; 35,7), antes que la divinidad local («'el») se fusionara con Yahweh.7
Por otra parte, los «becerros», mas que como objetos idolátricos de culto, solían entenderse
como pedestales o partes del trono del dios invisible.8 De hecho, en el Templo de Jerusalén, los
querubines tenían una función parecida.9
A decir de Frank MOORE CROSS,10 Jeroboam no habría inventado un nuevo culto sino, al elegir

Jerusalén, goza de una antigua legitimación tribal.


Recordemos, además, que Jeroboam instaló provisoriamente la capital en Penuel (1 Reyes 12,25), lugar
en el que Jacob luchó con Dios (Génesis 32) y en donde recibió el nombre de Israel. Los tres nombres
hacen referencia a “El”, no a “Yahweh”. El Reino del Norte –Israel– estaría volviendo a las tradiciones
del pasado, vinculadas a su propio territorio.
6 Éxodo 32 también hace referencia a los dioses de la liberación de Egipto (en hebreo también aparece en
plural): “los tomó él de sus manos, hizo un molde y fundió un becerro. Entonces ellos exclamaron: «Este
es tu Dios, Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto»” (Éxodo 32,4.8). Para los innegables
contactos entre Éxodo 32 y 1 Reyes 12,26-33, cf. B. RENAUD, « Le veau de Béthel et le «peché de
Jeroboam» (1 R 12, 26-33) », en: Id., L'Aliance, un mystère de miséricorde. Une lecture de Exode 32-34,
Paris (Les éditions du cerf 1998), 124-135.
7 Según R. ALBERTZ –“El culto oficial en Betel”, en: Id., Historia de la religión de Israel I, 269; cf.
146s– es probable que ya en la época pre-monárquica se intercambiaran los títulos de “El” y Yahweh, y
hasta cabe la posibilidad de que Yahweh heredase de “El”, entre otros muchos elementos, el simbolismo
del toro. Recordar, además que, Génesis 49,24 se refiere al dios de Jacob como “el toro de Jacob”: cf.
Salmo 132,2; Isaías 1,24; 49,26; 60,16). Cf. también la llamativa formulación de los oráculos de Balaam
en Números 23,22 y 24,8: Dios que los hace salir de Egipto, como cuernos de búfalo es para él.
Es decir, que la imagen del toro se encontraba claramente asociada a la profesión de fe de Israel. Por
consiguiente, el toro de Jeroboam no supuso una novedad absoluta sino que dio forma sensible al
sincretismo entre Yahweh y El que ya existía en Betel (R. ALBERTZ, Ibid. 269).
8 El mundo religioso del Antiguo Oriente ha dado múltiples representaciones en las que Hadad, dios de la
tormenta, aparece de pie sobre el lomo de un toro. De allí que el toro del santuario de Betel –designado
despectivamente como becerro– no habría sido originariamente una verdadera imagen de Dios sino una
especie de pedestal o de cabalgadura sobre la que se erguía, invisiblemente, Yahweh.
9 Es decir, que no eran adorados en sí mismos sino que eran considerados custodios del arca y signos de
la sacralidad del lugar y del majestuoso poder de Dios.
10 F. M. CROSS, “Yahweh and 'El”, en: Id., Canaanite Myth and Hebrew Epic, Cambridge (1973), 74.75:
[...] it appears that Jeroboam did not invent a new cultus, but, choosing the famous sanctuary of ‘El at
Bethel, attemped to archaized even more radically than the astute David has done when he brought tent
and ark and the cherubim iconography to Jerusalem, transferring the nimbus of the old league sanctuary at
Siloh to Zion. The sanctuary of Bethel had Patriarchal connections according to tradition, and the Bull

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el famoso santuario de “El” en Betel, buscó arcaizar más radicalmente de lo que el astuto David
había hecho al llevar la tienda, el arca y la iconografía de los querubines a Jerusalén. Con la
rehabilitación de estos santuarios patriarcales y de las antiguas tradiciones pre-monárquicas,
Jeroboam aseguraba la separación de su pueblo del Templo de Jerusalén.

Al identificar Jeroboam a este dios como «el dios que los sacó de Egipto» –fórmula
característica de la confesión yahvista– aparentemente quería integrar este culto en Betel y Dan
a la historia de la salvación, con referencia explícita al Dios del éxodo, que otra vez, como
antaño, se mostraba como el Dios de la liberación, rescatándolos ahora de los trabajos forzados
impuestos por Salomón.11 En Betel, pues, no se adoraba a Yahweh como rey entronizado en
Sión sino al liberador de su pueblo esclavizado en Egipto.

Por supuesto, y como era de esperar desde la perspectiva teológica de la escuela


deuteronomista, el texto buscaba mostrar que el culto de Betel era totalmente ilegítimo e
idolátrico.12 La evaluación final del reinado de Jeroboam según el deuteronomista –expresada
por el profeta Ajías– se ceñirá exclusivamente al ámbito cultual y será totalmente negativa:

1 Reyes 14,6-11
En oyendo Ajías el ruido de sus pasos, cuando entraba por la puerta, dijo: «Entra, mujer de
Jeroboam. ¿Por qué quieres pasar por otra? Tengo un duro mensaje para ti. v.7 Vete a decir a
Jeroboam: Así dice Yahweh, Dios de Israel: Por cuanto te levanté de en medio del pueblo y te
puse como caudillo de mi pueblo Israel, v.8 arranqué el reino de la casa de David para dártelo
a ti, pero tú no has sido como mi siervo David que guardó mis mandamientos y me siguió con
todo su corazón haciendo sólo lo que es recto a mis ojos, v.9 mientras que tú has hecho más
mal que todos los que fueron antes que tú, y has ido a hacerte otros dioses, imágenes fundidas,
para irritarme, y me has arrojado detrás de tus espaldas, v.10 por esto, voy a hacer venir el
mal sobre la casa de Jeroboam y quitaré a Jeroboam todos los varones, esclavos o libres en
Israel, barreré a fondo la casa de Jeroboam como se barre del todo la basura. v.11 Los de
Jeroboam que mueran en la ciudad serán comidos por los perros, y los que mueran en el
campo, serán comidos por las aves del cielo, porque ha hablado Yahweh.

iconography of Jeroboam’s shrine merely reintroduced an iconography having Aaronic connections [...]
Apparently, Jeroboam’s real sin was in establishing a rival to the central sanctuary in Jerusalem, not in the
introduction of a foreign god or a pagan idol.
La misma idea aparece en R. ALBERTZ: “... da la impresión que Jeroboam ... quiso instaurar una
alternativa más bien arcaizante al culto oficial de Jerusalén con todas sus innovaciones sincretísticas, en
orden a mantener más viva la continuidad con las condiciones pre-monárquicas. Y en este contexto hay
que interpretar también la sorprendente innovación cúltica tan criticada, en épocas sucesivas, de la
fabricación de un becerro de oro para el santuario de Betel” (R. ALBERTZ, “El culto oficial en Betel”, en:
Id., Historia de la religión de Israel I, 265-266).
11 Son muchos los exégetas que destacan un sorprendente paralelismo entre el relato de Jeroboam y el
antiguo relato de los sucesos del éxodo, capitaneado por Moisés, a tal punto que directamente sugieren
que el conjunto de la tradición del éxodo fue elaborado desde las experiencias concretas de trabajo
forzado en tiempos de Salomón (cf. R. ALBERTZ, “Insurrección de Jeroboam y su motivación teológica”,
en: Id., Historia de la religión de Israel I, 262-264).
12 Sobre todo si tenemos en cuenta que, además, según relata el libro de Reyes, Jeroboam estableció
sacerdotes del común del pueblo que no eran hijos de Leví (1 Reyes 12,31), reconstruyó los «altozanos»
como lugares de culto (santuarios al aire libre, en general fuera de la aldea o ciudad, hechos en lugares
altos; cf. R. ALBERTZ, “Institución de culto comunitario”, en: Id., Historia de la religión de Israel I, 157-
158), amén de trasladar del séptimo al octavo mes la fecha de la fiesta de otoño (1 Reyes 12,32). Cf.
también 1 Reyes 13: condenación del altar de Betel. Es claro que estos relatos están redactados desde una
perspectiva polémica y tardía, que pretende reivindicar para Jerusalén el privilegio de ser el único
santuario del pueblo.

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Situación socio-política del Reino del Norte


(Siglos X-VIII a.C.)

Los pueblos que rodean a Israel inciden en el curso de la historia salvífica, sea por lo que
aportan, sea porque se constituyen en enemigos, amenazando su existencia. Las tramas
internacionales y la apertura cultural que se produce con la creación del estado israelita llevará
también a la introducción de cultos a los dioses de los países con los que la casa de Israel
mantendrá relaciones políticas.
Proponemos sintéticamente un breve panorama de los pueblos y/o países que incidirán de
alguna manera en la vida del estado israelita en este período:

Arameos
Los arameos eran dueños del norte y centro de Siria, y constituyeron un verdadero peligro para
Israel. El siglo IX se caracterizará por las luchas entre Israel y Aram: cf. 1 Reyes 15,18s., 20;
22; 2 Reyes 6-8; 10,32s.; 13,17s. Sólo cuando Asiria avance sobre la Palestina, los arameos –y
otros pueblos de la zona– se unen a Israel para hacer un frente común.

Egipcios
Además, como ocurrió con Judá (cf. 1 Reyes 14,25-28), debieron soportar una invasión por
parte de los egipcios, que ocuparon la llanura de Esdrelón y llegaron incluso hasta la
Transjordania, las dos regiones económicamente más importantes del Reino del Norte.
La arqueología y otras fuentes extrabíblicas13 atestiguan la conquista por parte del faraón
Sonsanq I –de la dinastía XII– de Siquem y Tirsá. Fuera de esta campaña, los egipcios no
volverán a tener incidencia en la zona hasta el siglo VII.

Asirios
Es en este momento cuando el imperio Asirio –imperio que acabará definitivamente con Israel–
comienza a expandirse. Asurbanipal II (ca. 884-858) con habilidad y decisión, consigue llegar
hasta el Mediterráneo y someter a los arameos y los fenicios. En la época de Salmanasar III (ca
854-824) aparece por primera vez mencionado un rey de Israel –Omrí– en los anales asirios.
Este rey hará cerca de seis campañas para someter esta región siro-palestina.

Pueblos vecinos

 Moabitas
Cf. 2 Reyes 3. De esta época –segunda mitad del siglo IX a.C.– se conserva una estela
del rey Me$a de Moab, uno de los documentos historiográficos extrabíblicos más
importantes que poseemos.
La estela presenta un resumen –en parte paralelo pero en gran medida suplementario– de
2 Reyes 1,1 y 2 Reyes 3, pero desde una perspectiva moabita: Moab consigue liberarse
de la ocupación israelita durante el reinado del «hijo de Omrí» (=/= de 2 Reyes 3).

 Edomitas
Parece que Edom siguió dependiendo de Judá (cf. 2 Reyes 8,20).

13 Una inscripción del Templo de Amón en Karnak conserva la lista de 150 nombres de ciudades
capturadas en aquella campaña.

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 Israel
Israel también tuvo conflictos con Judá: 1 Reyes 14,30 y 15,16.
Judá tenía la necesidad estratégica de ampliar sus fronteras hacia el norte puesto que la
frontera pasaba a pocos metros al norte de Jerusalén (incluso luego, con la incorporación
a Judá de gran parte de Benjamín la frontera quedaba apenas a unos 20 km al norte de
Jerusalén). Si bien al comienzo fue Israel el que prevaleció sobre Judá, en la época del
rey Asá, Judá pidió ayuda de los arameos de Damasco –que eran aliados de Israel– para
combatir al Reino del Norte, atacándolo por la retaguardia (1 Reyes 15,18-20).14

Alianza con los Fenicios


e introducción oficial del culto a Baal en Israel
Polémica contra el sincretismo oficial del siglo IX a.C.15

Los fenicios16 se encontraban en el apogeo de su extensión comercial y cultural en todo el


mundo Mediterráneo, llegando hasta España y el Atlántico. Comerciantes y artesanos fenicios
se establecieron en las costas de todo el Mediterráneo, fundando establecimientos permanentes
o verdaderas ciudades a lo largo de las rutas comerciales: Cádiz, Tartessos e Ibiza en España;
Cartago en el norte de África. Hay influencia Fenicia en Chipre, Cerdeña y Sicilia.

Omrí y la fundación de Samaría


(comienzos del siglo IX)

Los 50 años que siguieron al reinado de Jeroboam fueron turbulentos, inestables y sangrientos.
Israel se debilitaba por interminables guerras defensivas en el sur y en el norte y, en lo que hace
a la situación interna, por asesinatos diversos y golpes de estado de algunos generales del
ejército que rivalizaban por el poder (cf. 1 Reyes 16,1-21). Esto abonaba el terreno para la
creación también en el reino del norte de una instancia política fuertemente centralizada como
había en Judá.

El general Omrí, uno de los más enérgicos, capitaneó un cambio político trascendental en el
estado septentrional al usurpar el poder (881-870). Según el modelo davídico transformó la
ciudad de Samaría17 en capital del reino, dándole por primera vez a la monarquía del norte una

14 Cf. A. SOGGIN, Guerras fratricidas. Intervención aramea, en: Id., Nueva historia de Israel, 262-266.
15 Cf. R. ALBERTZ, Polémica sobre el sincretismo oficial del siglo IX, en: Id., Historia de la religión de
Israel I, 273-294.
16 Los cananeos que habitaban el corredor sirio-palestino (es decir, la franja de territorio encerrada entre
el Mediterráneo y los ríos Orontes y Jordán) fueron corridos entorno al siglo XII a.C. hacia el sector
noroccidental de la costa del Mediterráneo a causa de las sucesivas invasiones (los israelitas, que
ocuparon las montañas de la Palestina central; los filisteos, la parte sur de la costa; los arameos que
crearon el poderoso reino de Damasco). Así, los cananeos perdieron la mitad de su costa y casi todo el
interior del país, excepto el Líbano. En compensación, los fenicios (= los cananeos del territorio reducido)
desarrollaron una gran actividad comercial y marítima, sobre todo por las condiciones naturales de la
costa, que le permitieron tener importantes puertos naturales (Tiro, Arvad; Sidón, Beirut y Biblos). Ver Ez
27. El vocablo fenicio deriva del griego fóinix que significa rojo púrpura o la tintura de ese color. Y lo
mismo parece que significa cananeo: antes de designar a los habitantes de la región, el adjetivo calificaba
–de acuerdo se puede inferir por los documentos de Nuzi del siglo XV– a los comerciantes en tinta
púrpura o mercaderes textiles (cf. Proverbios 31,24; Job 40,30; Zacarías 14,21). J. S. CROATTO, Las
culturas del antiguo próximo oriente, Buenos Aires (Educab, Isedet 1994), 159-160.
17 Por esos tiempos, la capital del Reino del Norte se encontraba en Tirsá (cf. 1 Reyes 16,23.24), al
noroeste de Siquem, lugar muy expuesto a los ataques arameos, pues la ciudad estaba abierta directamente
al valle del Jordán a través de un desfiladero. Samaría, si bien estaba en la zona, estaba más resguardada
de los ataques arameos: se trata de una colina, aislada en una cuenca, rodeada a su vez de altos montes.

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base consistente y estable de poder (cf. 1 Reyes 16,24) y se propuso también sacar al reino del
norte del aislamiento político en el que estaba sumido desde el comienzo de su existencia.
Desarrolló una política de apertura a las naciones vecinas especialmente con arameos y fenicios
pero también con Judá –de hecho, dio a su hija Atalía en matrimonio al rey Jorán de Judá–. El
síntoma más evidente de esta nueva apertura internacional fue el matrimonio de su hijo Ajab
con Jezabel, hija de Itobaal, rey de Sidón (1 Reyes 16,31).
18
Ajab –dice R. ALBERTZ – continuó la política... iniciada por su padre. Por ejemplo, ocupó una
posición de liderazgo en la «alianza entre los doce reyes de Hati» (Siria) y de la costa
(Fenicia)» que, a pesar de la derrota de Qárqar (853), detuvo el incontenible avance de
Salmanasar III, rey de Asiria19. Los logros de la nueva política exterior del reino del norte
fueron verdaderamente espectaculares. Los dos mil carros de combate que Ajab, por sí solo,
pudo aportar a la batalla de Qárqar, la construcción monumental de fortalezas como la de Jazor
(estrato VIII), la elaborada técnica arquitectónica de su palacio en Samaría, con sus
maravillosas incrustaciones de marfil, atestiguan el poderío político, económico y cultural que
llegó a alcanzar el reino del norte por medio de sus contactos internacionales y su actitud
aperturista hacia el mundo de la cultura.

La introducción oficial del culto a Baal en Israel


La resistencia profética: Elías y Eliseo

AJAB (870-851) también se destacará por su política religiosa. El texto bíblico le reprocha
vehementemente haber edificado un santuario a Baal en Samaría que debía servir, sobre todo,
para las prácticas cultuales de la reina Jezabel y de su séquito fenicio:
1 Reyes 16,29-34
Ajab, hijo de Omrí, comenzó a reinar en Israel el año 38 de Asá, rey de Judá. Ajab, hijo de
Omrí, reinó sobre Israel en Samaría veintidós años. v.30 Ajab, hijo de Omrí, hizo el mal a los
ojos de Yahweh más que todos los que fueron antes que él. v.31 Lo de menos fue haber seguido
los pecados de Jeroboam, hijo de Nebat, sino que, además, tomó por mujer a Jezabel, hija de
Ittobaal, rey de los sidonios, y se fue a servir a Baal postrándose ante él. v.32 Alzó un altar a
Baal en el santuario de Baal que edificó en Samaría. v.33 Hizo Ajab el cipo y aumentó la
indignación de Yahweh, Dios de Israel, más que todos los reyes de Israel que le precedieron.
v.34 En su tiempo Jiel de Betel reedificó Jericó. Al precio de Abirón, su primogénito, puso los
fundamentos, y al precio de su hijo menor Segub, puso las puertas, según la palabra que dijo
Yahweh por boca de Josué, hijo de Nun.

En la nueva capital de Israel coexisten –en el mejor de los casos– el culto a Yahweh con el de
Baal y A$era (cf. 1 Reyes 16,31-33; 2 Reyes 10,18s.).
El dios Baal durante siglos había sido venerado en la región que más tarde habría de convertirse
en el reino de Israel.
La religiosidad de Baal es la de la fertilidad, con cultos orgiásticos y la mitología de la muerte y
resurrección del ciclo natural. Tiene sus sacerdotes y profetas, sus santuarios y sus mitos. Baal
es el dios dador de las lluvias,20 reside sobre las nubes, en las montañas (el Tabor, el

Según 1 Reyes 16,24, el nombre de Samaría deriva de su propietario, Sémer. El nombre hebreo de la
ciudad es Šomrôn, y en los anales asirios aparece como “Samerina”.
18 R. ALBERTZ, Política religiosa de los sucesores de Omrí, en: Id., Historia de la religión de Israel I,
277.
19 El peso internacional que alcanzó el reino del norte durante el reinado de los sucesores de Omrí se
deduce del hecho de que los asirios, aun después de la desaparición de la dinastía, seguían hablando de
mat Xumrí («tierra de Omrí») o bit-Xumrí («casa de Omrí») (Ibid. n. 14).
20 Notar que la narración del así llamado ciclo de Elías se abre con una alusión a la sequía (1 Reyes

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Carmelo,21 las colinas de Efraim), allí donde se forman las tempestades. Las tormentas, el
viento, los truenos, los relámpagos y rayos, el rocío y la nieve son el lugar de sus teofanías.
Eran pocos en Israel los que se mantuvieron totalmente fieles a Yahweh, sin haber caído en
alguna forma de compromiso con la religiosidad cananea: cf. 1 Reyes 19,18.
El texto bíblico afirma que, en realidad, no se habría tratado sólo de un estímulo y promoción
de la religiosidad cananea de Baal sino que directamente se habría combatido el culto de
Yahweh en Israel y –según 1 Reyes 18,4-.13.16-19– Jezabel habría mandado a exterminar a los
profetas de Yahweh. En este contexto se destacará la figura de Elías (1 Reyes 17-19; 21; 2
Reyes 1-2), el primero de los grandes profetas de Israel que encabezará una feroz protesta
contra este desarrollo histórico-religioso22 que terminará en un trágico desmantelamiento de la
política socio-religiosa de los sucesores de Omrí en manos de Jehú.
Es en este siglo IX cuando habrían aparecido por primera vez los grupos proféticos de
oposición al sistema.23 En el caso de Elías, parece que el origen y el motivo del conflicto con el
rey Ajab estuvieron en una prolongada sequía: ¿quién es el culpable de la situación catastrófica
que está arruinando al país? ¿Elías, que durante mucho tiempo no usó su poder de impetrar la
lluvia (1 Reyes 18,41-45) en favor del país (cf. 1 Reyes 17)? ¿El rey Ajab, que con todo su
aparato cúltico no logró que Baal hiciera llover? ¿Qué dios podrá traer la lluvia: Yahweh o
Baal? (cf. 1 Reyes 18).
1 Reyes 18,16-19
Abdías fue al encuentro de Ajab y le avisó, y Ajab partió al encuentro de Elías. v.17 Cuando Ajab vio a
Elías le dijo: «¿Eres tú, azote de Israel?» v.18 El respondió: «No soy yo el azote de Israel, sino tú y la
casa de tu padre, por haber abandonado a Yahweh y haber seguido a los Baales. v.19 Pero ahora, envía
a reunir junto a mí a todo Israel en el monte Carmelo, y a los 450 profetas de Baal que comen a la mesa
de Jezabel». v20 Ajab envió a todos los israelitas y reunió a los profetas en el monte Carmelo. v21 Elías
se acercó a todo el pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo vais a estar cojeando con los dos pies? Si Yahweh es
Dios, seguidle; si Baal, seguid a éste». Pero el pueblo no le respondió nada. v24 Invocaréis el nombre de
vuestro dios; yo invocaré el nombre de Yahweh. Y el dios que responda por el fuego, ése es Dios». Todo
el pueblo respondió: «¡Está bien!» v36 A la hora en que se presenta la ofrenda, se acercó el profeta
Elías y dijo: «Yahweh, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel
y que yo soy tu servidor y que por orden tuya he ejecutado toda estas cosas. v37 Respóndeme, Yahweh,
respóndeme, y que todo este pueblo sepa que tú, Yahweh, eres Dios que conviertes sus corazones». v38
Cayó el fuego de Yahweh que devoró el holocausto y la leña, y lamió el agua de las zanjas. v39 Todo el
pueblo lo vio y cayeron sobre su rostro y dijeron: «¡Yahweh es Dios, Yahweh es Dios!».

17,1.7.14; 18,1s.5), interpretada como castigo por la apostasía de Israel. ¿Qué hace el dios de la lluvia
frente a la sequía que ordena Yahweh? Evidentemente, el relato está al servicio de mostrar el poder de
Yahweh, dueño de la naturaleza, no sólo en su territorio, sino en el territorio de Baal (cf. visita de Elías a
Sidón en 1 Reyes 17,8-24).
21 Donde tendrá lugar el famoso enfrentamiento de ELÍAS con los profetas de Baal (1 Reyes 18,20-40).
Israel tiene que optar entre Yahweh y Baal: no puede andar cojeando entre los dos (v.20s). El pueblo tiene
que entender que es Yahweh y no Baal el que otorga la lluvia. Baal no tiene poder, o tal vez duerme (en
los mitos, Baal es un dios que muere y resucita al compás de las estaciones) o está de viaje (es el protector
de un pueblo de comerciantes y viajeros).
22 Cf. R. ALBERTZ, Grupos proféticos de oposición y revolución de Jehú, en: Id., Historia de la religión
de Israel I, 286-291.
23 Muchos exégetas coinciden hoy día en afirmar que el profetismo israelita no jugó desde sus comienzos
un papel de oposición social. Se habría introducido en Israel desde el mundo circundante. En sus orígenes
se trataría de una derivación del fenómeno de la adivinación (mántica intuitiva) o clarividencia. Los
profetas se ganaban la vida como curanderos, exorcistas, transmisores de oráculos, etc. En 1 Samuel
10,5s.10-12; 10,19-24 se mencionan diferentes grupos de profetas extáticos sin una clara función social.
Cf. R. ALBERTZ, “Grupos proféticos de oposición y revolución de Jehú”, en: Id., Historia de la religión de
Israel I, 281-283.

7.1. LA “DIVISIÓN” DEL REINO /// 15/08/2016 121


INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA 122

Para completar con lecturas Bíblicas:

La viña de Nabot c/ la maldición de Elías 1 Reyes 21 (esp. vv. 17-24)


(contra el absolutismo prepotente de los
monarcas omridas)24

La actividad de Eliseo 1 Reyes 19; 2 Reyes 2,1-25 + 3,4-8,15


+ 13,14-21

La historia de Jehú25 2 Reyes 9-10


El golpe de estado que puso brutalmente fin a
la dinastía de Omrí. La acción militar fue
promovida desde los ambientes proféticos de
los discípulos de Eliseo (cf. 1 Reyes 19,15-18–
que conecta también con un golpe de estado en
Aram–y 2 Reyes 9,1-10). Jehú exterminó a la
familia real, incluida Jezabel, y a los
adoradores de Baal.

El Reino del Sur


Tampoco es favorable el juicio del Libro de Reyes con relación al Reino de Judá:
1 Reyes 14,22-24
Judá hizo el mal a los ojos de Yahweh. Irritaron su celo más que lo hicieron sus padres por los
pecados que cometían: v.23 también ellos se construyeron altos, estelas y cipos en toda colina
elevada y bajo todo árbol frondoso. v.24 Hasta consagrados a la prostitución hubo en la tierra.
Hicieron todas las abominaciones de las gentes que Yahweh había arrojado de delante de los
israelitas.
La invasión del faraón Sesonq I –que saquea Jerusalén y conquista varias ciudades fuertes de
Judá (2 Crónicas 12,4)– es interpretada como castigo por esta infidelidad. De todos modos, la
26
situación de mayor aislamiento, las fronteras más claras y el carácter mucho más estable de la
dinastía davídica evitaron una constante conflictividad con el exterior.
Durante la época de los omridas, no hubo conflictos entre Judá e Israel: por el contrario, se los
ve ayudarse (en 2 Reyes 3,8 Judá combate al lado de Israel contra Moab) y, además, las casa
reales se habían emparentado: Jorán, hijo de Josafat de Judá y Atalía, hermana de Ajaz de Israel
contraen matrimonio.27 Por esta época empieza a tener protagonismo el pueblo de la tierra, una
especie de aristocracia rural, conservadora y ortodoxa, que sostuvo a la monarquía davídica.

24 Cf. R. ALBERTZ, “Grupos proféticos de oposición y revolución de Jehú”, en: Id., Historia de la
religión de Israel I, 283-286.
25 Cf. R. ALBERTZ, “Grupos proféticos de oposición y revolución de Jehú”, en: Id., Historia de la
religión de Israel I, 291-294.
26 Gran parte de la guerra entre Israel y Judá tuvo como finalidad la de proporcionar al sur una frontera
septentrional estratégica. Mispá– que al principio fue un bastión del norte contra el sur– fue transformado
por el rey Asá de Judá en un bastión del sur contra el norte, según atestiguan los datos arqueológicos. A
partir de este entonces, las fronteras entre los dos reinos hebreos quedaron prácticamente fijadas de
manera inamovible.
27 Para el reinado de Josafat de Judá cf. 1 Reyes 22,41-51 (se le atribuye una reforma religiosa). Para la
historia de Atalía cf. 2 Reyes 8,16-18s. 25-26 y especialmente 2 Reyes 11.

7.1. LA “DIVISIÓN” DEL REINO /// 15/08/2016 122

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