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ANTECEDENTES INTERNACIONALES
La conclusión general de este informe era que “las consecuencias políticas de las
actuales variables poblacionales en los países en vías de desarrollo –rápido
crecimiento, migraciones internas, altos porcentajes de jóvenes, baja implementación
de las mejoras en el estilo de vida, concentraciones urbanas- están perjudicando la
estabilidad interna y las relaciones internacionales de países en cuyo desarrollo están
interesados los Estados Unidos, creando por lo tanto problemas políticos y hasta de
seguridad nacional para los Estados Unidos”. Se sostiene allí que “existe al menos la
posibilidad de que el actual desarrollo en varias regiones del mundo se incline hacia
las condiciones presagiadas por Malthus” 1.
El informe sostenía además que era imposible encontrar soluciones simplistas para
este problema. Al contrario, afirmaba que los complejos factores sociales y
económicos que se presentaban, pedían una comprensión estratégica del tema, de
manera tal de combinar elementos bilaterales y multilaterales.
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Informe Kissinger, número 19
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El Informe otorga particular importancia a los medios mediante los cuales el gobierno
de los Estados Unidos se aseguraría de que estas actividades no tengan la apariencia,
para los países en vías de desarrollo, de una política de los países industrializados
contra los intereses de los menos desarrollados. En este contexto, se sostenía la
importancia de demostrar a los líderes de estos últimos países la funcionalidad de
estos programas en un período de tiempo razonable.
La claridad de este Informe no deja lugar a dudas sobre la hipótesis que guía y recorre
estas páginas, a saber, que las políticas poblacionales que, contrariamente a las
tradiciones de nuestros países, comenzaron a implementarse desde hace algunas
décadas, tienen un fuerte correlato en planes y tendencias debatidos y adoptados en
determinados países, con el fin de proteger los intereses de estos últimos.
Estudiaremos, entonces, algunos hitos de este proceso al que hemos aludido, con el
principal objetivo de contribuir a su clarificación y orientar a los lectores hacia una
reflexión inteligente sobre modalidades del desarrollo de nuestros pueblos que sean
respetuosas de nuestra identidad y de los auténticos derechos humanos.
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Documento de la III Conferencia Internacional de Bucarest, 1974
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Los instrumentos centrales para este cambio cosmovisional han tenido su principal
ámbito en las determinadas conferencias internacionales, a través de las cuales se ha
expandido una manera de considerar la sociedad humana y, sobre todo, la familia y la
vida no siempre de acuerdo con los derechos básicos de la persona humana.
El documento final consideró que existía una relación directa entre la población, el
desarrollo y el crecimiento. Asimismo, se expresó el irrenunciable derecho a la vida
desde la concepción, su carácter universal y privilegiado sobre todo otro derecho
individual, rechazándose el aborto y la esterilización como métodos de control
poblacional. Se manifestó también que la verdadera solución pasaba por la elevación
del nivel cultural y por la supresión de toda forma de discriminación y violencia contra
la mujer, la educación sexual de los adolescentes y el desarrollo económico con
justicia social.
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La postura argentina remarcó que el desarrollo debía centrarse en los seres humanos
y que toda formulación de estrategias, políticas y acciones nacionales, regionales e
internacionales debía basarse en un enfoque integrado e integral. El progreso social
no podía ser una variable subordinada al crecimiento económico sino a la inversa: es
la población, y no la economía, la preocupación central del desarrollo, siendo este
último el mejor remedio para el fantasma de la sobrepoblación. Afirmó la delegación
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argentina que, si bien la “salud reproductiva” de la población era una preocupación
importante en el marco de la salud integral de las personas, no debía equipararse al
concepto de control de la natalidad utilizándolo como la fórmula mágica del desarrollo.
En este sentido, los delegados consideraron que mucho tiempo se le había dedicado
a los aspectos referidos a la “salud reproductiva” y muy poco a los del desarrollo.
Importa aquí resaltar que en esta Conferencia se dio inicio a un proceso que
comprende las deliberaciones, la negociación, el establecimiento de objetivos, la
identificación de obstáculos y el examen del progreso alcanzado. No llama, entonces,
la atención que, pocos años más tarde, en 1979, la Asamblea General apruebe la
Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la
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Término ambiguo que engloba una serie de aspectos donde se reduce el concepto de sexualidad al
ejercicio de la genitalidad con la intención expresa de excluir las consecuencias procreativas de la misma.
Este concepto incluye al aborto, la anticoncepción, la procreación artificial y la esterilización. Por estas
razones el término ha sido objeto de reservas por parte de la Santa Sede en las conferencias de El Cairo
y Pekín.
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Mujer. La Convención obliga a los Estados Partes a presentar un informe cada cuatro
años, sobre las medidas que han adoptado para eliminar los obstáculos que encaran
para aplicar la Convención. Un Protocolo Facultativo de la Convención permite que las
mujeres víctimas de discriminación por motivos de sexo presenten denuncias a un
órgano creado en virtud del tratado internacional.
En este encuentro fue sentado un nuevo principio, al declarar que todas las cuestiones
estaban relacionadas con la mujer. Se puso el acento en la participación de la mujer
en la adopción de decisiones y la gestión de los asuntos humanos, afirmándose que
esto no sólo constituía su derecho legítimo, sino que se trataba de una necesidad
social y política que tendría que incorporarse en todas las instituciones de la sociedad.
reconociendo que toda la estructura de la sociedad, y todas las relaciones entre los
hombres y las mujeres en el interior de esa estructura, tenían que ser reevaluadas.
Únicamente mediante esa reestructuración fundamental de la sociedad y sus
instituciones sería posible potenciar plenamente el papel de la mujer para que ocupara
el lugar que les correspondía como participante en pie de igualdad con el hombre en
todos los aspectos de la vida.
e) Nueva York, junio de 2000: Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing + 5):
Cinco años después de la conferencia de Beijing, el período extraordinario de junio de
2000 abrió a todos los interesados el ámbito para compartir y comparar experiencias,
renovar y adquirir compromisos y examinar los obstáculos encontrados como también
las buenas prácticas a la hora de aplicar la Plataforma de Acción.
f) Nueva York, junio de 2000: Informe del Comité Especial Plenario del vigésimo
tercer período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las
Naciones Unidas. Se reunió a fin de examinar y evaluar los progresos alcanzados en
la aplicación de las doce esferas de especial preocupación de la Plataforma de Acción
de Beijing (Pobreza, Educación y formación, Salud, Violencia, Conflictos Armados,
Economía, Toma de Decisiones, Mecanismos institucionales, Derechos humanos,
Medios de comunicación, Medio ambiente, la niña) y la cuestión de las nuevas
medidas e iniciativas para superar los obstáculos a la aplicación de la Plataforma de
Acción de Beijing.
otros mujeres”, sino que “son el producto de la cultura de un país y de una época determinados” (Cfr.
Conferencia Episcopal Peruana; “La ideología de género: sus peligros y alcances”).
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También el documento se ufanaba de que hoy “se concede una mayor atención a la
salud sexual y reproductiva y a los derechos reproductivos de la mujer (…); ha
aumentado el conocimiento y la utilización de los métodos de planificación de la familia
y los métodos anticonceptivos”. Aunque se lamentaba de que “particularmente las
adolescentes, siguen careciendo de acceso a la información, la educación, los
servicios y la atención en materia de salud sexual y reproductiva”.
Según el documento, los gobiernos deberían “preparar planes de estudios que tengan
en cuenta las cuestiones de género en todos los niveles de enseñanza, desde la
guardería hasta la universidad, pasando por las escuelas primarias y la formación
profesional, a fin de resolver el problema de los estereotipos basados en el género,
que es una de las causas principales de segregación en la vida laboral”. También
“tomar medidas para atender a las necesidades no satisfechas de servicios de
planificación de la familia de buena calidad y de servicios anticonceptivos,
principalmente en cuanto a las diferencias en los servicios y los suministros, y su
utilización”. Afirma que “la salud reproductiva entraña la capacidad de disfrutar de una
vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear, y la libertad para decidir hacerlo o
no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia”. Los derechos reproductivos, se dice, “se
basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos a
decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los
nacimientos y el intervalo entre éstos y a disponer de la información y de los medios
para ello y el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva”.
Además, “los derechos humanos de la mujer incluyen su derecho a tener control sobre
las cuestiones relativas a su sexualidad, incluida su salud sexual y reproductiva, y
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Con respecto al concepto de “salud reproductiva” la Argentina realiza una reserva: “La
República Argentina no puede admitir que en el concepto de salud reproductiva se
incluya el aborto ni como un servicio ni como un método de regulación de la
fecundidad. La presente reserva, fundada en el carácter universal del derecho a la
vida, se extiende a todas las menciones que recojan este sentido”.
1.3.2.- Dakar, abril de 2000, Foro Mundial sobre la Educación. Marco de acción de
Dakar: “Educación para Todos: cumplir nuestros compromisos comunes”. Este
documento constata que “la discriminación entre los géneros sigue impregnando los
sistemas de educación”, y, por consiguiente, expresa el compromiso de “suprimir las
disparidades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria de aquí al año
2005 y lograr para 2015 la igualdad entre los géneros en la educación”. Para alcanzar
estos objetivos, se insta a los gobiernos, organizaciones, organismos, grupos y
asociaciones representados en el Foro, a “aplicar estrategias integradas para lograr la
igualdad entre los géneros en materia de educación, basadas en el reconocimiento de
la necesidad de cambiar las actitudes, los valores y las prácticas”. También se solicita
a los Estados “que elaboren o fortalezcan los planes nacionales de acción (…) con un
claro compromiso con la educación de las jóvenes y la igualdad entre los géneros”.
Un dato interesante de esta Conferencia está dado por la introducción que un grupo de
países hace del concepto “orientación sexual”. En efecto, Canadá, Ecuador, Brasil,
Chile, Guatemala, en las declaraciones finales consideran que la discriminación
incluye la que se realiza por la “orientación sexual”. El representante de Ecuador
afirma, por ejemplo, que "muchos precedentes dentro del sistema de las Naciones
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A través de estas breves reseñas, vemos cómo la historia de las resoluciones de los
organismos internacionales en los últimos años muestra una clara tendencia a tratar
de implementar programas que incluyan el aborto, la esterilización y la anticoncepción,
especialmente bajo la denominación “salud reproductiva”, “procreación responsable” o
“salud sexual”. Estos programas son presentados, frecuentemente, como una forma
de garantizar los derechos de la mujer. En este sentido, la actuación del Comité para
la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer es uno de los
más claros exponentes.
cultura de un país y de una época determinados, que les asigna a cada grupo de
personas una serie de características que se explican por las conveniencias de las
estructuras sociales de dicha sociedad”.
Hasta la fecha, son 173 los países que han adherido. La Argentina suscribió la
Convención el 17 de julio de 1980, ratificándola por ley N° 23.179 en el año 1985. Por
el art. 75°, inc. 22 de la Constitución Nacional, la misma se encuentra dentro de los
Tratados Internacionales con jerarquía constitucional y es, por lo tanto, de jerarquía
superior a las leyes nacionales.
Entre las medidas más relevantes de este Protocolo, podemos citar las siguientes:
• El Protocolo amplía las atribuciones del Comité y le da competencia para
recibir y considerar comunicaciones referidas a violaciones de los derechos
enunciados en la Convención y para conducir investigaciones en caso de
violaciones graves o sistemáticas.
• El Protocolo establece una amplia legitimación para elevar denuncias
(“personas o grupos de personas” – art. 2°). Las denuncias no podrán ser
anónimas (art. 3°).
• El Protocolo otorga amplias atribuciones al Comité para solicitar a los
Estados partes medidas provisionales para evitar posibles daños
irreparables a la víctima o las víctimas de la supuesta violación de derechos
(art. 5°); para examinar comunicaciones y hacer llegar las opiniones sobre la
comunicación, conjuntamente con las recomendaciones, si las hubiere, a las
partes interesadas (art. 7°); para invitar a los Estados Partes a presentar más
información sobre cualesquiera de las medidas adoptadas (art. 7° inc. 5).
• El Protocolo reconoce al Comité atribuciones para conducir
investigaciones en caso de violaciones graves o sistemáticas (arts. 8 y 9) y
transmitir al Estado Parte las conclusiones de la investigación, junto con
observaciones y recomendaciones. Los Estados deben responder por escrito
sobre las medidas adoptadas.
• Sin embargo, el art. 10° inc. 1 expresamente dispone que “todo Estado Parte
podrá, al momento de la firma o ratificación del presente protocolo, o de
la adhesión a él, declarar que no reconoce la competencia del Comité
establecida en los artículos 8 y 9”. Varios países ya han hecho uso de esta
atribución.
Guinea, Guyana, los Países Bajos, Nicaragua, Suecia, Vietnam, Egipto, Finlandia,
Jamaica, Kazajstán, Mongolia, Uzbekistán, Singapur, Uruguay, Trinidad y Tobago,
Sri Lanka, Rusia, Portugal y Fiji.
• Sobre aborto, salud reproductiva y planificación familiar: para muestra del tipo de
recomendaciones usuales en lo referido a estos tres puntos, basta citar el caso del
gobierno de Croacia, a quien, en 1998, “el Comité recomienda enérgicamente (...)
que adopte medidas para garantizar que la mujer ejerza sus derechos de
reproducción proporcionándole, entre otras cosas, acceso a los servicios de aborto
de los hospitales públicos. El Comité sugiere que el Gobierno examine a fondo las
consecuencias que tendrían para la mujer medidas como la reducción, en
particular, de la financiación de anticonceptivos. Para el Comité es motivo de
preocupación la información de que algunos hospitales se niegan a realizar
abortos debido a las objeciones de conciencia presentadas por ciertos médicos. El
Comité considera que ello constituye una violación de los derechos de procreación
de la mujer. En el caso de las recomendaciones a Filipinas en 1997 fueron en el
sentido de “que se crearan servicios de salud reproductiva y sexual, incluidos
servicios de planificación de la familia y suministro de anticonceptivos, y se
pusieran al alcance de todas las mujeres en todas las regiones”. Sugerencias
semejantes recibieron en 1997 Venezuela, Eslovenia, Turquía, Antigua y Barbuda,
Argentina, Israel, Italia, Luxemburgo y Namibia. En 1998 sucedió lo mismo con
Azerbaiyán, República Checa, República Dominicana, México y Zimbabwe. En
1999 le tocó el turno a Colombia, caso en que recomendó evaluó la situación y
emitió recomendaciones que reproducimos textualmente: “el Comité comentó
negativamente el alto número de abortos espontáneos y la mortalidad materna
derivada de ellos, lo que hacia pensar al Comité en la posible conveniencia de
modificar la legislación vigente y en la necesidad de seguir avanzando en la
difusión de la planificación familiar, sobre todo en las zonas rurales. El Comité
observa con gran preocupación que el aborto, segunda causa de mortalidad
materna en Colombia, es sancionado como conducta ilegal. Preocupa también al
Comité el hecho de que las mujeres que soliciten tratamiento por haberse sometido
a un aborto, las que recurran al aborto ilegal, así como el médico que las atienda,
serán objeto de enjuiciamiento penal. El Comité considera que esta disposición
jurídica relativa al aborto constituye no sólo una violación de los derechos de la
mujer a la salud y a la vida, sino también una violación del artículo 12 de la
Convención. El Comité solicita al Gobierno de Colombia que evalúe la posibilidad
de tomar medidas, de manera inmediata, para derogar esta ley. El Comité
recomienda una mayor difusión del uso de métodos anticonceptivos y que se
adopten las medidas necesarias para que estén al alcance de las mujeres,
incluidas las de los sectores más vulnerables, y que se adopten medidas para
alentar a los hombres a que hagan uso de esos métodos, en particular de la
vasectomía”. En el 2000 le tocó el turno de recibir idéntica ‘sugerencias’ a
Camerún, Lituania, Moldova, Rumania, Belarús, Congo, India, Jordania, Myanmar
y Burkina Faso (país al que el Comité “recomienda que revise su legislación en
relación con el aborto y que prevea su cobertura por la seguridad social”). En el
año 2001 el Comité se expidió de la misma manera sobre Guinea, Nicaragua,
Vietnam, Burundi, Egipto, Jamaica, Kazajstán, Mongolia, Uzbekistán y Andorra.
Finalmente, en el 2002 fueron objeto de ‘recomendaciones’ muy parecidas
Uruguay, Trinidad y Tobago, Sri Lanka, Rusia y Portugal.
• Sobre educación sexual: en este punto las ‘recomendaciones’ del Comité son, en
general, como sigue: “El Comité consideró esencial la revisión y reforma de los
libros de texto y los materiales didácticos a fin de eliminar los estereotipos basados
en el género” (al gobierno de Italia en 1997). O también el caos de Lituania en el
año 2000, a quien “el Comité insta (...) a que introduzca programas sobre
educación sexual y reproductiva para las niñas y los niños como parte de los
programas de estudio”. En el 2001, el Comité exhortó a Mongolia a “que amplíe
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(...) sus programas de enseñanza a distancia para los jóvenes a fin de que incluyan
programas relacionados con el género”.
• Sobre prostitución: preocupante es el caso de Suecia en el 2001, a quien el Comité
exhortó a “evaluar las consecuencias de la política actual de tipificar como delito la
adquisición de servicios sexuales”.
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3.- EL BANCO MUNDIAL
La estrategia del Banco relativa a las cuestiones de género se aplica a través del
programa de operaciones crediticias, los estudios analíticos nacionales y sectoriales,
el acopio mundial de conocimientos y prácticas óptimas, y las actividades realizadas
en colaboración.
6
Cfr.
http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/EXTSITETOOLS/0,,contentMDK:20669650~isCURL:Y~me
nuPK:435336~pagePK:98400~piPK:98424~theSitePK:95474,00.html
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En el 2000 se redactaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (Millenium Development Goals)
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Otra de las actividades del Banco Mundial relacionadas con la perspectiva de género
es la introducción de evaluaciones nacionales de la problemática del género para
ayudar a poner de relieve las principales desigualdades entre los géneros que
obstaculizan el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Las evaluaciones
se utilizan para fomentar el interés y el apoyo a la incorporación de la problemática del
género a nivel de las políticas, aclarar cuestiones de metodología, y aumentar los
conocimientos especializados y la orientación en materia de análisis basados en el
género. A fines del ejercicio económico de 2004, se habían completado 41
evaluaciones nacionales sobre género, y se prevé que el 86% de los países clientes
habrá completado una evaluación de la problemática del género a finales de este año
fiscal.
8
Cfr. “Integrating Gender into the World Bank’s Work: a strategy for action” (The World Bank, January
2002).
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Pone de relieve el tema de la ‘equidad’, como uno de los ejes de la relación entre
población y desarrollo, observando la carencia de programas de planificación familiar
adecuados a los principios de asistencia integral a la mujer y a los niños. Destaca los
rápidos cambios demográficos en los países de América Latina, referidos a un
pronunciado descenso de la fecundidad combinado con importantes avances logrados
con respecto a la mortalidad. Observa que los cambios de la estructura por edades en
muchos países implican desafíos emergentes en materia de salud y seguridad social,
principalmente debido a las altas tasas de crecimiento de la tercera edad. Sin
embargo, reconoce que esta situación de transición demográfica no abarca por igual a
todos los países. Por el contrario, existen fuertes contrastes entre ellos.
Otro de los fenómenos que el documento pone de relieve es una ‘falta de equidad en
la región es la discriminación que afecta a la mujer’. Afirma que ‘esta discriminación se
aprecia principalmente en la dificultad para ejercer los derechos reproductivos, es
decir, en la falta de acceso u opciones en cuanto al uso de métodos anticonceptivos
(…); el hecho de tener que asumir de modo exclusivo la responsabilidad en la práctica
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En el análisis cultural que realiza el documento, se afirma que “la consideración de que
las condiciones de subordinación se superarían a través de la educación, el empleo y
la participación social y política se ha complementado con un análisis que centra la
cuestión en las relaciones que se establecen en las sociedades entre las mujeres y los
hombres debido a la asignación cultural de roles en función del sexo y en las que las
relaciones de poder ocupan un lugar de particular importancia”.
“Hasta mediados de los años cincuenta en América Latina y el Caribe la familia seguía
siendo percibida como el lugar de consumo, de producción y de reproducción”.
Contemporáneamente, “con mayor o menor intensidad comienzan a perfilarse distintas
relaciones dentro de la familia. La constitución y la continuidad de la familia empiezan
a depender mucho más de la compatibilidad entre sus miembros y la autoridad única
comienza a ser cuestionada y surge una demanda de responsabilidades más
compartidas (…). La autoridad del "hombre de la casa" (…) no es el único poder que
comienza a cuestionarse. La maternidad también empieza a perder valoración. El
papel de madre, considerado el rol primordial de las mujeres, ha sido tradicionalmente
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una fuente de poder y prestigio. La reducción del tamaño de la familia como realidad y
como deseo explícito de las mujeres, la posibilidad de decidir cuántos hijos se desea
tener y de definir su espaciamiento, y el derecho a hacerlo así como la socialización
creciente de los hijos en espacios extrafamiliares, cambian las relaciones de poder
dentro de la familia y conducen a una adaptación a las nuevas circunstancias (…) Si
bien en toda la región el tamaño de las familias se ha reducido, el ejercicio del derecho
a no tener más hijos que los deseados es mucho más difícil para las mujeres pobres
por problemas de acceso a la información o a los métodos anticonceptivos”.
Por otra parte, “las exigencias de la familia tradicional limitan las posibilidades de
participación de las mujeres en las sociedades actuales. Por lo tanto, hoy se requiere
de una redefinición de roles más equitativa en su interior y más compatible con las
actividades concretas de sus integrantes”.
El primer capítulo está dedicado a una síntesis del proceso de avance de la equidad
de género en la región. En el segundo se analizan los vínculos entre la pobreza y la
autonomía económica de las mujeres. “Se confiere particular importancia al estudio de
la división entre el trabajo productivo y reproductivo y de las consecuencias de ésta en
el acceso a las oportunidades”.
El documento afirma que “es importante señalar que tanto en el análisis como en las
políticas es imprescindible tener en cuenta los múltiples factores que activan la
desigualdad de género, uno de los cuales es la relación entre las dimensiones
económicas, políticas y sociales. Sin embargo, el vínculo constitutivo de la desigualdad
es el que atañe a las dos esferas básicas de la vida: la pública y la privada. Desde ese
punto de vista, una de las explicaciones más consistentes para comprender por qué
persisten las desigualdades laborales, sociales y políticas radica en el hecho de que
los cambios no han llegado al mundo de la familia, por lo que la autonomía obtenida
por las mujeres está siendo pagada en el ámbito individual, sin el aporte de las
políticas públicas. Las mujeres han superado sus ataduras excluyentes con el mundo
doméstico, pero no han sido eximidas de esa responsabilidad”. “En este sentido se
puede afirmar que la región presenta un abigarrado escenario, fecundo como
resultado de las transformaciones sociales y la acción del movimiento de las mujeres,
en el que se han construido espacios de igualdad que coexisten con viejas prácticas
familiares, sociales e institucionales discriminatorias”.
Hasta ahora, la mayoría de los programas contra la pobreza “se fundan en varios
supuestos no explicitados. Por un lado, estos supuestos y mandatos están vinculados
a un modelo de desarrollo económico y social ‘ideal’, así como también a una
construcción ‘ideal’ en cuanto a tipos de hogares y familias y a los correspondientes
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Antecedentes
Abril 1996: El Congreso Argentino aprueba esta Convención por ley número
24.632. Desde entonces, son numerosos los proyectos de ley que
9
solicitan su elevación a la jerarquía constitucional .
La Convención
9
Los datos incluidos en este texto están actualizados al 30 de noviembre de 2006.
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Se permite así que sean salteadas las autoridades nacionales, pudiendo realizar
directamente las denuncias ante un organismo supraestatal.
Pero, más allá de las concretas políticas de población de aquí derivadas, por sobre
todas las cosas se va delineando una concepción sobre el hombre extraña a la que
tienen nuestros pueblos.
Aquel bien común internacional que, según el Magisterio de la Iglesia, debía regir las
relaciones entre los países, no parece encontrar aplicación en estas políticas.
Los organismos internacionales, que alguna vez imaginara y delineara Juan XXIII en
Pacem in terris bajo el nombre de “autoridad pública universal”, “cuya autoridad se
ejerce sobre el mundo entero y provistos de medios adecuados que llevan al bien
común universal”, que deberá ser “igual con todos, exenta de toda parcialidad y
orientada al bien común de todas las gentes”, parecen una lejana utopía al estudiar las
tendencias de las actuales organizaciones mundiales.
Bien decía el mismo Juan XXIII: “si las naciones más poderosas impusieran por la
fuerza esta autoridad universal, con razón se habría de temer que sirviese al provecho
de unos pocos o que estuviese del lado de una sola nación; y de este modo la fuerza y
10
eficacia de su acción correrían peligro” .
10
Cfr. Juan XXIII; “Pacem in terris”, números 130 y ss.
44
hombres, y la unidad en la caridad de Cristo, que a todos nos llama a participar, como
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hijos, en la vida del Dios viviente, Padre de todos los hombres” .
11
Pablo VI; “Populorum progressio”; números 20 y 21.