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POLÍTICAS PÚBLICAS SOBRE LA VIDA Y LA FAMILIA


EN AMÉRICA LATINA

ANTECEDENTES INTERNACIONALES

Lic. María Inés Franck


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I.- Marco internacional:

INTRODUCCIÓN: EL INFORME KISSINGER

En diciembre de 1974, pocos meses después de la Conferencia de Bucarest, el


Secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, presentaba al Presidente de
los Estados Unidos el Memorandum de Seguridad Nacional 200 titulado “Implicancias
del crecimiento de la población mundial para la seguridad y los intereses de los
Estados Unidos”, más conocido como “Informe Kissinger”. El informe, ordenado por el
Presidente norteamericano, y decodificado más de quince años más tarde, analizaba
minuciosamente las beneficiosas consecuencias de una disminución del crecimiento
de la población mundial en el incremento del producto bruto nacional de los países.

La conclusión general de este informe era que “las consecuencias políticas de las
actuales variables poblacionales en los países en vías de desarrollo –rápido
crecimiento, migraciones internas, altos porcentajes de jóvenes, baja implementación
de las mejoras en el estilo de vida, concentraciones urbanas- están perjudicando la
estabilidad interna y las relaciones internacionales de países en cuyo desarrollo están
interesados los Estados Unidos, creando por lo tanto problemas políticos y hasta de
seguridad nacional para los Estados Unidos”. Se sostiene allí que “existe al menos la
posibilidad de que el actual desarrollo en varias regiones del mundo se incline hacia
las condiciones presagiadas por Malthus” 1.

El informe sostenía además que era imposible encontrar soluciones simplistas para
este problema. Al contrario, afirmaba que los complejos factores sociales y
económicos que se presentaban, pedían una comprensión estratégica del tema, de
manera tal de combinar elementos bilaterales y multilaterales.

Con respecto al establecimiento de metas específicas en el área, el Informe proponía


el intento de lograr que el mundo alcanzara en el año 2000 el nivel de fertilidad
necesario para el reemplazo poblacional (un promedio de dos niños por familia). Esto
requeriría que la tasa de crecimiento poblacional de esa época (2%), declinara hasta el
1.7% en la primera década, y hasta un 1.1% para el año 2000.

El Memorandum defendía que debía hacerse accesible a los países en vías de


desarrollo la información sobre planificación familiar y sobre las nuevas tecnologías
existentes. Asimismo, debería expandirse la investigación sobre aquellos métodos de
control de la fertilidad que fueran simples, efectivos, seguros, duraderos, aceptables y
de bajo costo. Esta investigación debería ser financiada por las agencias federales
para investigación bioquímica.

También deberían crearse las condiciones para conducir al declive de la fertilidad,


dando prioridad a los programas para las políticas de desarrollo selectivo, tendientes a
reducir la cantidad de miembros por familia. Estas políticas se dirigían preferentemente
a las áreas de la educación y la expansión del empleo (especialmente para las
mujeres), de la reducción de la mortalidad infantil, de la educación de las nuevas
generaciones en la preferencia de familias más chicas. Asimismo, se proponía
asegurar a los líderes de los países en vías de desarrollo la asistencia relativa a
políticas poblacionales y de planificación familiar, en la mayoría de los sectores: salud,
nutrición, agricultura, educación, servicios sociales, trabajo, actividades de las mujeres
y desarrollo comunitario.

1
Informe Kissinger, número 19
3

Más allá de estas actividades, que se dirigían esencialmente a los intereses


nacionales, el Informe hacía especial hincapié en la necesidad de que los Estados
Unidos se aseguraran de que también fuera desarrollado un concepto educativo global
que facilitara la comprensión por parte de los líderes nacionales de la interrelación
existente entre sus intereses nacionales y el crecimiento de la población mundial.

El Informe otorga particular importancia a los medios mediante los cuales el gobierno
de los Estados Unidos se aseguraría de que estas actividades no tengan la apariencia,
para los países en vías de desarrollo, de una política de los países industrializados
contra los intereses de los menos desarrollados. En este contexto, se sostenía la
importancia de demostrar a los líderes de estos últimos países la funcionalidad de
estos programas en un período de tiempo razonable.

En este sentido, el Informe recalcaba la necesidad de acentuar los derechos de los


individuos y parejas para determinar libre y responsablemente el número y el
espaciamiento entre sus hijos, y a tener información, educación y medios para hacerlo,
como también en el “permanente interés” de los Estados Unidos por mejorar el
bienestar global general. Haciendo pie en la autoridad otorgada por al Plan de Acción
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Mundial de Población , el Informe remarca la conveniencia de introducir los siguientes
principios en las políticas poblacionales:
- la responsabilidad en la paternidad incluye la responsabilidad hacia los niños
y hacia la comunidad;
- las naciones, en el ejercicio de su soberanía para implementar políticas
poblacionales, deberían tener en cuenta el bienestar de sus vecinos y el del
mundo.

Para fortalecer su acercamiento a los países del mundo, los programas de


planificación familiar deberían ser apoyados por organismos multilaterales. La
implementación de estas acciones requeriría una significativa expansión de los fondos
de la Agencia Internacional para el Desarrollo para población y planificación familiar.

La claridad de este Informe no deja lugar a dudas sobre la hipótesis que guía y recorre
estas páginas, a saber, que las políticas poblacionales que, contrariamente a las
tradiciones de nuestros países, comenzaron a implementarse desde hace algunas
décadas, tienen un fuerte correlato en planes y tendencias debatidos y adoptados en
determinados países, con el fin de proteger los intereses de estos últimos.

En aras de esta idea, comienza a expandirse en los organismos internacionales una


nueva cosmovisión, con nuevos términos y perspectivas, que se desparrama a través
de políticas públicas de los gobiernos y de mensajes deslizados en la sociedad civil
por los medios de comunicación de masas.

Estudiaremos, entonces, algunos hitos de este proceso al que hemos aludido, con el
principal objetivo de contribuir a su clarificación y orientar a los lectores hacia una
reflexión inteligente sobre modalidades del desarrollo de nuestros pueblos que sean
respetuosas de nuestra identidad y de los auténticos derechos humanos.

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Documento de la III Conferencia Internacional de Bucarest, 1974
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1.- LAS CONFERENCIAS INTERNACIONALES

Los instrumentos centrales para este cambio cosmovisional han tenido su principal
ámbito en las determinadas conferencias internacionales, a través de las cuales se ha
expandido una manera de considerar la sociedad humana y, sobre todo, la familia y la
vida no siempre de acuerdo con los derechos básicos de la persona humana.

En el marco de las conferencia internacionales sobre temáticas diversas, convocadas,


organizadas y llevadas adelante por la Organización de las Naciones Unidas, son
especialmente relevantes las Conferencias Internacionales sobre Población y
Desarrollo, y las Conferencias Internacionales sobre la Mujer. A ellas nos referiremos
en la reseña que sigue.

1.1.- LAS CONFERENCIAS INTERNACIONALES SOBRE POBLACIÓN Y


DESARROLLO:

a) Roma, septiembre de 1954: Primera Conferencia Internacional sobre


Población y Desarrollo. El objetivo de esta reunión convocada por las Naciones
Unidas fue el de intercambiar información científica acerca de las variables
demográficas, sus determinantes y consecuencias. Esta Conferencia, de carácter
eminentemente académica, resolvió básicamente profundizar en el conocimiento
demográfico de los países en desarrollo y fomentar la creación de centros de
capacitación regional que contribuyeran al tratamiento de los temas de población y a la
preparación de personal especializado en el análisis demográfico.

b) Belgrado, septiembre de 1965: Segunda Conferencia Internacional sobre


Población y Desarrollo. Con una participación mayoritaria de expertos en población,
esta Conferencia enfatiza el análisis de la fecundidad como parte de una política para
la planificación del desarrollo. La Segunda Conferencia se realiza en un momento en
que confluyen los estudios sobre aspectos demográficos del desarrollo llevados a cabo
por especialistas con el inicio de los programas de población subvencionados por la
Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

c) Bucarest, agosto de 1974: Tercera Conferencia Internacional sobre Población


y Desarrollo. Es ésta la primera Conferencia de naturaleza intergubernamental. El
énfasis del debate se centró en las relaciones entre los factores de población y el
desarrollo. Su finalidad principal fue la adopción de un Plan de Acción Mundial sobre la
Población.

La posición de la delegación argentina en esta ocasión fue muy clara: remarcó la


necesidad de reconocer en este ámbito la soberanía de cada país en los temas de
población, distinguiéndose particularmente la baja densidad de población de América
Latina. Se sugirió aquí que el Plan debería dedicar mayor atención a los problemas de
bajo crecimiento y envejecimiento, recriminándose que no se mencionaran las
medidas de tipo económico, comercial y financiero que los países del Tercer Mundo
requerían; se reclamaba el otorgamiento de una mayor importancia al tema migratorio,
y se recomendaba la “fiscalización” de aquellos organismos cuyo objetivo era el control
indiscriminado de la natalidad, con métodos que podían resultar contrarios a los
derechos humanos. Estas tesis tuvieron un muy amplio apoyo de los países del Tercer
Mundo, quedando consagradas en todo el documento. Fue prioritaria la exigencia por
parte de estos países de un nuevo orden económico mundial necesario para resolver
los problemas de población, y el rechazo a las metas cuantitativas.
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Como fruto de la Conferencia, el Plan de Acción Mundial sobre Población señalaba,


entre otros principios, que la meta esencial era el desarrollo social, económico y
cultural de los países, que los fenómenos demográficos y el desarrollo eran
interdependientes, y que los objetivos y políticas demográficas eran parte integrante y
elementos constitutivos de las políticas de desarrollo social y económico.

d) México, agosto de 1984: Cuarta Conferencia Internacional sobre Población y


Desarrollo. Esta Conferencia tuvo por finalidad principal revisar el Plan de Acción
Mundial sobre Población aprobado en Bucarest y presentar modificaciones a la luz de
la experiencia de la década. La mayoría de los aspectos establecidos en la
Conferencia de Bucarest fueron ratificados. El Plan de Acción Mundial sobre Población
(PAMP) fue ampliado, para incorporar los resultados de las últimas investigaciones y
datos proporcionados por los gobiernos. Los derechos humanos individuales y
familiares, las condiciones de salud y bienestar, el empleo, la educación, entre otros,
fueron temas relevantes dentro de la Declaración suscrita por la Conferencia. Otros
asuntos destacados fueron el impulso a la cooperación internacional y la búsqueda de
una mayor eficacia en la toma de decisiones políticas sobre población.

La posición argentina volvió a hacer hincapié nuevamente en la necesidad de


reconocer una diversidad de situaciones entre los países del mundo, así como la
soberanía de cada país en temas de población. Sostenía nuestra delegación que las
políticas de población eran parte de las políticas de desarrollo socioeconómico, el cual
no podía tener lugar en condiciones de ausencia de independencia y libertad de las
naciones. Así, las políticas de población debían ser plenamente consistentes con los
derechos humanos, siendo necesario reconocerles un lugar central en la cooperación
internacional.

e) El Cairo, septiembre de 1994: Quinta Conferencia Internacional sobre


Población y Desarrollo. Esta Conferencia fue convocada con la finalidad principal de
evaluar los logros alcanzados en relación con el Plan de Acción Mundial y para
acordar acciones necesarias para el futuro. Más de ciento ochenta Estados enviaron
sus representantes a esta cita, que aprobó un nuevo Programa de Acción como guía
para la acción nacional e internacional en el área de población y desarrollo para los
próximos 20 años.

El nuevo Programa de Acción ponía especial énfasis en la relación integral entre la


población y el desarrollo y se concentraba en responder a las necesidades de los
individuos -en el marco de las normas de derechos humanos universalmente
reconocidas-, en lugar de lograr sólo metas demográficas.

La delegación argentina ratificó en esta ocasión la opción por estrategias de desarrollo


que no incluyeran la planificación centralizada, ni de la economía, ni del desarrollo
social en su conjunto. En lo que concernía al Plan de Acción de 1974 y sus posteriores
recomendaciones de 1984, sostenía que las políticas de redistribución espacial solían
ser muy costosas, de tal manera que sólo los países desarrollados estaban en
condiciones de llevarlas a cabo.

El documento final consideró que existía una relación directa entre la población, el
desarrollo y el crecimiento. Asimismo, se expresó el irrenunciable derecho a la vida
desde la concepción, su carácter universal y privilegiado sobre todo otro derecho
individual, rechazándose el aborto y la esterilización como métodos de control
poblacional. Se manifestó también que la verdadera solución pasaba por la elevación
del nivel cultural y por la supresión de toda forma de discriminación y violencia contra
la mujer, la educación sexual de los adolescentes y el desarrollo económico con
justicia social.
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f) Nueva York, junio de 1999: sesión especial de la Asamblea General de las


Naciones Unidas (El Cairo + 5). Tuvo lugar cinco años después de la Conferencia
Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) celebrada en el Cairo, Egipto en
1994.

En esta sesión especial de la Asamblea General se revisó y evaluó la implementación


del Programa de Acción que surgió de la Conferencia de 1994. Los progresos y
desafíos en la implementación de las estrategias sobre población y desarrollo fueron el
tema central de esta reunión de líderes mundiales.

La postura argentina remarcó que el desarrollo debía centrarse en los seres humanos
y que toda formulación de estrategias, políticas y acciones nacionales, regionales e
internacionales debía basarse en un enfoque integrado e integral. El progreso social
no podía ser una variable subordinada al crecimiento económico sino a la inversa: es
la población, y no la economía, la preocupación central del desarrollo, siendo este
último el mejor remedio para el fantasma de la sobrepoblación. Afirmó la delegación
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argentina que, si bien la “salud reproductiva” de la población era una preocupación
importante en el marco de la salud integral de las personas, no debía equipararse al
concepto de control de la natalidad utilizándolo como la fórmula mágica del desarrollo.
En este sentido, los delegados consideraron que mucho tiempo se le había dedicado
a los aspectos referidos a la “salud reproductiva” y muy poco a los del desarrollo.

1.2.- LAS CONFERENCIAS INTERNACIONALES SOBRE LA MUJER

a) México D.F., junio de 1975: Primera Conferencia Internacional sobre la Mujer.


La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas fijó tres objetivos
para este encuentro: la igualdad plena de género y la eliminación de la discriminación
por motivos de género; la integración y plena participación de la mujer en el desarrollo
y una contribución cada vez mayor de la mujer al fortalecimiento de la paz mundial.

La Conferencia respondió aprobando un plan de acción mundial, documento en que se


presentaban directrices que debían seguir los gobiernos y la comunidad internacional
en los diez años siguientes para alcanzar estos tres objetivos fundamentales. En el
plan de acción se estableció un mínimo de metas, para alcanzarlas en el año 1980,
que se centraban en garantizar el acceso equitativo de la mujer a recursos, como la
educación, las oportunidades de empleo, la participación política, los servicios de
salud, la vivienda, la nutrición y la planificación de la familia. Se exhortó a los
gobiernos a que formularan estrategias nacionales y establecieran metas y prioridades
en sus esfuerzos por fomentar la participación equitativa de la mujer. Dos documentos
fueron firmados: la “Declaración de México sobre la Igualdad de la Mujer y su
contribución al Desarrollo y la Paz” y el “Plan de acción Mundial para la
instrumentación de los objetivos del Año Internacional de la Mujer”.

Importa aquí resaltar que en esta Conferencia se dio inicio a un proceso que
comprende las deliberaciones, la negociación, el establecimiento de objetivos, la
identificación de obstáculos y el examen del progreso alcanzado. No llama, entonces,
la atención que, pocos años más tarde, en 1979, la Asamblea General apruebe la
Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la
3
Término ambiguo que engloba una serie de aspectos donde se reduce el concepto de sexualidad al
ejercicio de la genitalidad con la intención expresa de excluir las consecuencias procreativas de la misma.
Este concepto incluye al aborto, la anticoncepción, la procreación artificial y la esterilización. Por estas
razones el término ha sido objeto de reservas por parte de la Santa Sede en las conferencias de El Cairo
y Pekín.
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Mujer. La Convención obliga a los Estados Partes a presentar un informe cada cuatro
años, sobre las medidas que han adoptado para eliminar los obstáculos que encaran
para aplicar la Convención. Un Protocolo Facultativo de la Convención permite que las
mujeres víctimas de discriminación por motivos de sexo presenten denuncias a un
órgano creado en virtud del tratado internacional.

b) Copenhague, julio de 1980: Segunda Conferencia Internacional sobre la Mujer.


Representantes de ciento cuarenta y cinco Estados Miembros se reunieron para
examinar y evaluar el plan de acción mundial de 1975. La Conferencia estableció tres
esferas en que era indispensable adoptar medidas concretas y con objetivos precisos
para que se alcanzaran las metas de igualdad, desarrollo y paz, determinadas por la
Conferencia de México. Esas tres esferas eran la igualdad de acceso a la educación,
las oportunidades de empleo y servicios adecuados de atención de la salud. La
Conferencia se clausuró con la aprobación de un Programa de Acción que exhortaba a
la adopción de medidas nacionales más enérgicas para garantizar el derecho de la
mujer a la propiedad y el control de los bienes, así como mejoras en los derechos de la
mujer a la herencia, la patria potestad y la pérdida de la nacionalidad. Los delegados a
la Conferencia también exhortaron a que se pusiera fin a las “actitudes
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estereotipadas” en relación con la mujer.

c) Nairobi, junio de 1985: Tercera Conferencia Internacional sobe la Mujer. Las


Estrategias de Nairobi orientadas hacia el futuro para el adelanto de la mujer hasta el
año 2000, junto con la estrategia elaborada y aprobada por consenso por los ciento
cincuenta y siete gobiernos participantes, constituyeron un programa actualizado para
el futuro de la mujer hasta fines del siglo.

En este encuentro fue sentado un nuevo principio, al declarar que todas las cuestiones
estaban relacionadas con la mujer. Se puso el acento en la participación de la mujer
en la adopción de decisiones y la gestión de los asuntos humanos, afirmándose que
esto no sólo constituía su derecho legítimo, sino que se trataba de una necesidad
social y política que tendría que incorporarse en todas las instituciones de la sociedad.

Se identificaron tres categorías básicas de medidas: constitucionales y jurídicas,


igualdad en la participación social e igualdad en la participación política y en la
adopción de decisiones. La Conferencia de Nairobi instó a los gobiernos a que
delegaran responsabilidades en relación con las cuestiones relativas a la mujer a
todos los programas y oficinas institucionales. Además, con posterioridad a la
Conferencia, la Asamblea General pidió a las Naciones Unidas que establecieran, en
los lugares en que aún no existían, centros de coordinación de las cuestiones relativas
a la mujer en todos los sectores comprendidos en el marco de la labor de la
Organización.

d) Beijing, septiembre de 1995: Cuarta Conferencia Internacional sobre la Mujer.


La transformación fundamental que se produjo en Beijing fue el reconocimiento de la
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necesidad de trasladar el centro de la atención de la mujer al concepto de “género” ,
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El concepto de “estereotipo” se presenta con mucha frecuencia en este tipo de documentos. El
“estereotipo” está configurado por una serie de características que se explicarían por las conveniencias de
las estructuras sociales de cada sociedad, las cuales determinan la manera de pensar y obrar de las
personas. Así, las diferencias entre el varón y la mujer no corresponderían a una naturaleza fija que hace
a unas mujeres y a otros varones, sino que son el producto de la cultura de un país y una época
determinados, reflejados en estos “estereotipos” (cfr. “La ideología de género, sus peligros y alcances”,
Conferencia Episcopal Peruana).
5
Con el término ‘género’ se hace referencia a “las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles
definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo" (Cfr. Conclusiones de la IV Conferencia
Internacional sobre la Mujer, Pekín, 1995). De esta manera se quiere afirmar que “las diferencias entre el
varón y la mujer (...) no corresponden a una naturaleza fija que haga a unos seres humanos varones y a
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reconociendo que toda la estructura de la sociedad, y todas las relaciones entre los
hombres y las mujeres en el interior de esa estructura, tenían que ser reevaluadas.
Únicamente mediante esa reestructuración fundamental de la sociedad y sus
instituciones sería posible potenciar plenamente el papel de la mujer para que ocupara
el lugar que les correspondía como participante en pie de igualdad con el hombre en
todos los aspectos de la vida.

La Conferencia aprobó por unanimidad la Declaración y la Plataforma de Acción de


Beijing. Al aprobar la Plataforma de Acción de Beijing los gobiernos se comprometían
a incluir de manera efectiva una dimensión de género en todas sus instituciones,
políticas, procesos de planificación y de adopción de decisiones. La Plataforma de
Acción definió objetivos estratégicos y explicaba las medidas que deberán adoptar los
Gobiernos, la comunidad internacional, las organizaciones no gubernamentales y el
sector privado. Fueron enunciadas doce esferas decisivas de especial preocupación:
1. Pobreza
2. Educación y Formación
3. Salud
4. Violencia
5. Conflictos Armados
6. Economía
7. Toma de Decisiones
8. Mecanismos Institucionales
9. Derechos Humanos
10. Medios de Comunicación
11. Medio Ambiente
12. La Niña

En diciembre de 1999 se abrió a la firma un Protocolo Facultativo de la Convención,


que permite a las mujeres víctimas de discriminación por motivos de sexo presentar
denuncias a un órgano creado en virtud del tratado internacional.

e) Nueva York, junio de 2000: Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing + 5):
Cinco años después de la conferencia de Beijing, el período extraordinario de junio de
2000 abrió a todos los interesados el ámbito para compartir y comparar experiencias,
renovar y adquirir compromisos y examinar los obstáculos encontrados como también
las buenas prácticas a la hora de aplicar la Plataforma de Acción.

f) Nueva York, junio de 2000: Informe del Comité Especial Plenario del vigésimo
tercer período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las
Naciones Unidas. Se reunió a fin de examinar y evaluar los progresos alcanzados en
la aplicación de las doce esferas de especial preocupación de la Plataforma de Acción
de Beijing (Pobreza, Educación y formación, Salud, Violencia, Conflictos Armados,
Economía, Toma de Decisiones, Mecanismos institucionales, Derechos humanos,
Medios de comunicación, Medio ambiente, la niña) y la cuestión de las nuevas
medidas e iniciativas para superar los obstáculos a la aplicación de la Plataforma de
Acción de Beijing.

El documento emitido expresaba el compromiso de seguir incorporando la perspectiva


de género en todas las políticas y los programas, y la promoción de la plena
participación de la mujer y la potenciación de su papel en la sociedad y del aumento
de la cooperación internacional para la aplicación plena de la Plataforma de Acción de
Beijing.

otros mujeres”, sino que “son el producto de la cultura de un país y de una época determinados” (Cfr.
Conferencia Episcopal Peruana; “La ideología de género: sus peligros y alcances”).
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Sin embargo, en este documento se reconocían varios logros al respecto. En el tema


de la mujer y la pobreza, se afirmaba que “cada vez se reconoce más ampliamente
que la pobreza tiene una dimensión de género y que la igualdad entre los géneros es
un factor que tiene una importancia concreta para erradicar la pobreza,
particularmente por lo que respecta a la feminización de la pobreza. Los gobiernos, en
colaboración con las organizaciones no gubernamentales, han intentado incorporar
una perspectiva de género en las políticas y programas de erradicación de la pobreza.
Las instituciones financieras multilaterales, internacionales y regionales también están
prestando más atención a la incorporación de una perspectiva de género en sus
políticas”.

Aunque se debe reconocer todavía “la persistencia de la discriminación y los prejuicios


sexistas (…) y los estereotipos ocupacionales basados en el género en las escuelas”.

También el documento se ufanaba de que hoy “se concede una mayor atención a la
salud sexual y reproductiva y a los derechos reproductivos de la mujer (…); ha
aumentado el conocimiento y la utilización de los métodos de planificación de la familia
y los métodos anticonceptivos”. Aunque se lamentaba de que “particularmente las
adolescentes, siguen careciendo de acceso a la información, la educación, los
servicios y la atención en materia de salud sexual y reproductiva”.

Con respecto a los mecanismos institucionales para el adelanto de la mujer, el


documento afirma que “el objetivo de la estrategia es incorporar una perspectiva de
género en todas las leyes, las políticas, los programas y los proyectos”. Aunque “en
una serie de países, la insuficiencia de recursos humanos y financieros y la falta de
voluntad y compromiso políticos constituyen el principal obstáculo a que se enfrentan
los mecanismos nacionales. Ello se ve intensificado por la insuficiente comprensión de
la igualdad entre los géneros y la incorporación de la perspectiva de género por parte
de las estructuras gubernamentales, así como por los estereotipos basados en el
género que existen”.

Al referirse a “los derechos humanos de la mujer”, el documento lamenta que “los


códigos civiles, penales y de familia, así como la legislación laboral y comercial, o las
normas y los reglamentos administrativos, aún no han incorporado plenamente la
perspectiva de género (…). No se reconocen suficientemente los derechos
reproductivos de las mujeres y las niñas”.

Según el documento, los gobiernos deberían “preparar planes de estudios que tengan
en cuenta las cuestiones de género en todos los niveles de enseñanza, desde la
guardería hasta la universidad, pasando por las escuelas primarias y la formación
profesional, a fin de resolver el problema de los estereotipos basados en el género,
que es una de las causas principales de segregación en la vida laboral”. También
“tomar medidas para atender a las necesidades no satisfechas de servicios de
planificación de la familia de buena calidad y de servicios anticonceptivos,
principalmente en cuanto a las diferencias en los servicios y los suministros, y su
utilización”. Afirma que “la salud reproductiva entraña la capacidad de disfrutar de una
vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear, y la libertad para decidir hacerlo o
no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia”. Los derechos reproductivos, se dice, “se
basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos a
decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los
nacimientos y el intervalo entre éstos y a disponer de la información y de los medios
para ello y el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva”.
Además, “los derechos humanos de la mujer incluyen su derecho a tener control sobre
las cuestiones relativas a su sexualidad, incluida su salud sexual y reproductiva, y
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decidir libremente respecto de esas cuestiones, sin verse sujeta a la coerción, la


discriminación y la violencia”.

Se solicita a los gobiernos:


• Considerar la posibilidad de revisar las leyes que prevén medidas punitivas
contra las mujeres que han tenido abortos ilegales
• Incorporar una perspectiva de género en las políticas macroeconómicas y de
desarrollo social básicas y en los programas nacionales de desarrollo
• Formular y ejecutar programas con la plena participación de los adolescentes,
según corresponda, para proporcionarles sin discriminación alguna educación,
información y servicios adecuados, concretos, accesibles y de fácil
comprensión a fin de atender eficazmente sus necesidades reproductivas y
sexuales, teniendo en cuenta su derecho a la intimidad, la confidencialidad, el
respeto y el consentimiento fundamentado
• Formular políticas y ejecutar programas, en particular para los hombres y los
muchachos para modificar actitudes y comportamientos estereotipados
respecto de las funciones y las obligaciones de cada género con el fin de
fomentar la igualdad entre los géneros y actitudes y conductas positivas;
• Fortalecer las campañas de toma de conciencia y capacitación en cuestiones
de igualdad de los géneros entre hombres y mujeres, niñas y niños para
eliminar la persistencia de estereotipos tradicionales perjudiciales

En el plano internacional, se solicita entre otros temas “asignar recursos suficientes a


los programas regionales y nacionales para aplicar la Plataforma de Acción en las
doce esferas de especial preocupación”.

g) Nueva York, septiembre de 2000: Declaración del Milenio, Asamblea General


de las Naciones Unidas. En su quincuagésimo quinto período de sesiones, la
Asamblea General de las Naciones Unidas trató el tema del desarrollo y la
erradicación de la pobreza. Se propuso aquí “promover la igualdad entre los sexos y la
autonomía de la mujer como medios eficaces de combatir la pobreza, el hambre y las
enfermedades y de estimular un desarrollo verdaderamente sostenible”.

Se fijaron ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (MDG):


1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre
2. Lograr la enseñanza primaria universal
3. Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer
4. Reducir la mortalidad infantil
5. Mejorar la salud materna
6. Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades
7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente
8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo

1.3.- OTRAS CONFERENCIAS INTERNACIONALES

1.3.1.- Copenhague, marzo de 1995, Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social.


Si bien en el Informe de esta Cumbre, se establece un marco para la acción con miras
a “reconocer que la familia es la unidad básica de la sociedad, que desempeña una
función fundamental en el desarrollo social y que, como tal, debe ser fortalecida,
prestándose atención a los derechos, la capacidad y las obligaciones de sus
integrantes”, se afirma a continuación que “en diferentes sistemas culturales, políticos
y sociales, existen diversas formas de familia”. Al asumir el compromiso de “promover
la integración social fomentando sociedades estables, seguras y justas, y que estén
basadas en la promoción y protección de todos los derechos humanos, así como en la
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no discriminación, la tolerancia, el respeto de la diversidad, la igualdad de oportunidad,


la solidaridad, la seguridad y la participación de todas las personas, incluidos los
grupos y las personas desfavorecidos y vulnerables”, el documento vuelve a remarcar
que “en los diferentes sistemas culturales, políticos y sociales existen diversas formas
de familia”. Al respecto, el representante de la Argentina presentó una declaración
escrita en la que formula una reserva, en el sentido de que “la República Argentina
declara que acepta aquellos párrafos que se refieren a formas de familia en el
entendimiento de que las acepciones utilizadas no alteren su origen y fundamento que
es la unión de varón y mujer de la cual se derivan los hijos”.

Entre los demás compromisos asumidos en este foro internacional, se encuentra el de


“erradicar la pobreza en el mundo mediante una acción nacional enérgica y la
cooperación internacional”; para ello se deben “superar las causas fundamentales de
la pobreza”, entre las cuales se encuentra el acceso a servicios de salud reproductiva.
El informe insta a adoptar en el plano nacional las medidas apropiadas para garantizar
“el acceso universal a la variedad más amplia de servicios de atención de la salud,
incluso los relacionados con la salud reproductiva”

En el Programa de Acción de la Cumbre, se afirma asimismo que los gobiernos deben


“poner servicios de salud reproductiva al alcance de todas las personas de la edad
apropiada lo antes posible”, a través del sistema de atención primaria de la salud”. Al
afirmar que “debe mejorarse el acceso de las personas que viven en la pobreza y de
los grupos vulnerables a los servicios sociales”, sostiene que para ello se requiere
“fomentar la cooperación entre los organismos públicos, el personal de salud, las
organizaciones no gubernamentales, las organizaciones de mujeres y otras
instituciones de la sociedad civil con objeto de elaborar una estrategia nacional global
encaminada a mejorar los servicios de la salud reproductiva y de los niños, y velar por
que las personas que viven en la pobreza tengan pleno acceso a esos servicios,
particularmente, entre otros, la educación y los servicios destinados a la planificación
de la familia, la maternidad en condiciones de seguridad, la atención prenatal y
posnatal”.

Con respecto al concepto de “salud reproductiva” la Argentina realiza una reserva: “La
República Argentina no puede admitir que en el concepto de salud reproductiva se
incluya el aborto ni como un servicio ni como un método de regulación de la
fecundidad. La presente reserva, fundada en el carácter universal del derecho a la
vida, se extiende a todas las menciones que recojan este sentido”.

1.3.2.- Dakar, abril de 2000, Foro Mundial sobre la Educación. Marco de acción de
Dakar: “Educación para Todos: cumplir nuestros compromisos comunes”. Este
documento constata que “la discriminación entre los géneros sigue impregnando los
sistemas de educación”, y, por consiguiente, expresa el compromiso de “suprimir las
disparidades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria de aquí al año
2005 y lograr para 2015 la igualdad entre los géneros en la educación”. Para alcanzar
estos objetivos, se insta a los gobiernos, organizaciones, organismos, grupos y
asociaciones representados en el Foro, a “aplicar estrategias integradas para lograr la
igualdad entre los géneros en materia de educación, basadas en el reconocimiento de
la necesidad de cambiar las actitudes, los valores y las prácticas”. También se solicita
a los Estados “que elaboren o fortalezcan los planes nacionales de acción (…) con un
claro compromiso con la educación de las jóvenes y la igualdad entre los géneros”.

1.3.3.- Ginebra, junio de 2000, Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social + 5. En


esta ocasión se aprobó el documento “Nuevas iniciativas en pro del desarrollo
social”. En el mismo se invita “a los gobiernos, las Naciones Unidas y otras
organizaciones internacionales pertinentes a elaborar criterios sociales, económicos y
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ambientales coordinados que tengan en cuenta las cuestiones de género a fin de


acortar la distancia que separa los objetivos de los logros”. Se reconoce que “ello
exige a su vez no sólo una voluntad política renovada sino también la movilización y
asignación de recursos adicionales tanto a escala nacional como internacional”. Entre
los objetivos de la Cumbre se cuenta también la incorporación de una perspectiva de
género en las políticas y programas.

La Cumbre asume una serie de compromisos. Algunos de ellos incluyen realizaciones


vinculadas con el establecimiento de una perspectiva de género en varios niveles, a
saber:
ƒ Primer compromiso - Crear un entorno económico, político, social, cultural y
jurídico que permita a los pueblos lograr el desarrollo social: aquí se propone
“reafirmar la función indispensable que corresponde al gobierno en el fomento
de un desarrollo sostenible y centrado en el ser humano por medio de medidas
cuyo objeto sea establecer y mantener una igualdad y una equidad mayores,
incluso en materia de género”.
ƒ Segundo compromiso - Erradicar la pobreza en el mundo, como imperativo
ético, social, político y económico de la humanidad, mediante una acción
nacional enérgica y la cooperación internacional: se propone aquí promover la
igualdad entre los géneros, a fin de estimular el crecimiento de las empresas
pequeñas y medianas, así como garantizar “una perspectiva de igualdad de
géneros en todos los niveles”.
ƒ Tercer compromiso - Promover el objetivo del pleno empleo como prioridad
básica de nuestras políticas económicas y sociales y preparar a todas las
mujeres y hombres para conseguir medios de vida seguros y sostenibles
mediante el trabajo y el empleo productivos elegidos libremente: se propone
aquí “promover la igualdad entre los géneros y eliminar la discriminación por
motivos de género en el mercado de trabajo”.
ƒ Cuarto compromiso - Promover la integración social fomentando sociedades
estables, seguras y justas y que estén basadas en la promoción y protección
de todos los derechos humanos, así como en la no discriminación, la
tolerancia, el respeto de la diversidad, la igualdad de oportunidades, la
solidaridad, la seguridad y la participación de todas las personas, incluidos los
grupos y las personas desfavorecidos y vulnerables: la propuesta es “velar por
que prosiga y se intensifique la acción para combatir todas las formas de
violencia basada en el género y reconocer que la violencia contra la mujer, ya
sea en la vida privada o en la vida pública, conculca y menoscaba o anula el
disfrute por las mujeres de sus derechos humanos y libertades fundamentales”.
ƒ Quinto compromiso - Promover el pleno respeto de la dignidad humana, lograr
la igualdad y la equidad entre el hombre y la mujer y reconocer y aumentar la
participación y la función directiva de la mujer en la vida política, civil,
económica, social y cultural y en el desarrollo: se afirma que “los gobiernos
deberían velar por que se respeten, se protejan y se promuevan los derechos
humanos de las mujeres y las niñas mediante la elaboración, la aplicación y el
cumplimiento efectivo de políticas y leyes que tengan en cuenta las cuestiones
de género”. También “promover la cooperación internacional para apoyar, a
nivel regional y nacional, la preparación y utilización de análisis y estadísticas
sobre cuestiones de género, entre otras cosas proporcionando a las oficinas
nacionales de estadística que lo soliciten apoyo institucional y financiero a fin
de que, previa solicitud, puedan suministrar datos desglosados por sexo y edad
para que los gobiernos nacionales los utilicen en la elaboración de indicadores
estadísticos que tengan en cuenta las cuestiones de género para la vigilancia y
evaluación de las repercusiones de las políticas y programas en la mujer, así
como realizar periódicamente estudios estratégicos”. Asimismo, propone
“redoblar los esfuerzos por garantizar la igualdad de acceso a la enseñanza y
13

los servicios sociales y de salud y garantizar los derechos de las mujeres y


niñas a la educación y al disfrute del máximo grado de salud física y mental y
de bienestar a lo largo de todo el ciclo vital, así como a atención médica y
servicios de salud adecuados, asequibles y universalmente accesibles, incluso
de salud sexual y reproductiva”.
ƒ Sexto compromiso - Promover y lograr los objetivos del acceso universal y
equitativo a una educación de calidad, el nivel más alto posible de salud física y
mental y el acceso de todas las personas a la atención primaria de salud,
procurando rectificar las desigualdades relacionadas con la situación social sin
hacer distinción de raza, origen nacional, género, edad o discapacidad,
respetando y promoviendo nuestras culturas comunes y particulares,
procurando fortalecer la función de la cultura en el desarrollo, preservando las
bases esenciales de un desarrollo sostenible centrado en las personas y
contribuyendo al pleno desarrollo de los recursos humanos y al desarrollo
social, con el fin de erradicar la pobreza, promover un empleo pleno y
productivo y fomentar la integración social: se propone “tomar medidas para
eliminar las disparidades basadas en el género” y “reforzar los servicios de
atención de la salud, incluida la salud sexual y reproductiva”.
ƒ Octavo compromiso - Velar por que cuando se acuerden programas de ajuste
estructural éstos incluyan objetivos de desarrollo social, en particular la
erradicación de la pobreza, el fomento del empleo pleno y productivo, y la
promoción de la integración social: en este sentido se solicita “velar por que las
cuestiones de género se tengan en cuenta en la formulación y aplicación de los
programas de ajuste estructural”.

1.3.4.- Nueva York, junio de 2001, Período extraordinario de sesiones de las


Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA. Declaración de compromiso en la lucha
contra el VIH/SIDA: "Crisis mundial – Acción mundial". Se destaca que “la
igualdad de género y la potenciación de la mujer son elementos fundamentales para
que las mujeres y las niñas sean menos vulnerables al VIH/SIDA”. Se insta a que los
planes para luchar contra el VIH/SIDA tengan en cuenta las dimensiones de género e
incorporen una perspectiva de género. Se habla también de “luchar contra los
estereotipos de género y las actitudes conexas”. También se sugiere “protegerse del
riesgo de infección por el VIH, principalmente mediante la prestación de servicios de
atención de la salud y de salud, incluidos servicios de salud sexual y reproductiva, y
mediante una educación preventiva que promueva la igualdad de género en un marco
en que se tengan en cuenta los aspectos culturales y de género”.

1.3.5.- Durban, septiembre de 2001, Informe de la Conferencia Mundial contra el


Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de
Intolerancia (Declaración y Programa de Acción de Durban, Sudáfrica). Se
reafirma que “los Estados (…) deberían aplicar una perspectiva de género1 que
reconozca las múltiples formas de discriminación que pueden afectar a las mujeres”.
En este sentido, y si bien el término ‘género’ es utilizado a lo largo de todo el
documento, al comienzo del mismo se aclara que “a los efectos de la presente
Declaración y del Programa de Acción, queda entendido que el término género se
refiere a ambos sexos, varón y mujer, en el contexto de la sociedad”.

Un dato interesante de esta Conferencia está dado por la introducción que un grupo de
países hace del concepto “orientación sexual”. En efecto, Canadá, Ecuador, Brasil,
Chile, Guatemala, en las declaraciones finales consideran que la discriminación
incluye la que se realiza por la “orientación sexual”. El representante de Ecuador
afirma, por ejemplo, que "muchos precedentes dentro del sistema de las Naciones

1
14

Unidas establecen que la orientación sexual es una cuestión de derechos humanos” y


que “la orientación sexual es un aspecto de la realidad humana del que no se puede
seguir haciendo caso omiso y que requiere un análisis, una discusión y un debate más
a fondo para contribuir al desarrollo de un consenso mundial sobre la cuestión”.
Concluye sosteniendo que “para muchas delegaciones del Grupo, la orientación
sexual también debe figurar entre las causas de una discriminación agravada o
múltiple”.

1.3.6.- Nueva York, septiembre de 2001, Período extraordinario de sesiones de la


Asamblea General a favor de la Infancia. En esta ocasión se aprueba el documento
titulado “Un mundo apropiado para los niños”, en el cual, entre otros ítems, se llama a:
• Abordar efectivamente, para todas las personas de la edad apropiada, la
promoción de una vida sana, incluyendo su salud reproductiva y sexual, en
consonancia con los compromisos y los resultados de las conferencias y cumbres
recientes de las Naciones Unidas, en particular la Cumbre Mundial a favor de la
Infancia, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo, la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, la
Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social y la Cuarta Conferencia Mundial sobre la
Mujer, sus exámenes respectivos efectuados cinco años después y los informes
correspondientes.
• Eliminar las disparidades entre los sexos en la enseñanza primaria y la secundaria
para el año 2005 y conseguir la igualdad entre los géneros en materia de
educación para el año 2015 poniendo especial cuidado en que las niñas, en
igualdad de condiciones, tengan pleno acceso a una educación básica de buena
calidad y puedan aprovecharla plenamente;
• Para 2003, velar por la elaboración y ejecución de estrategias y planes de
financiación multisectoriales y nacionales para luchar contra el VIH/SIDA que
encaren las dimensiones de género y edad de la epidemia e incorporen una
perspectiva de género;
• Para 2005, aplicar medidas para aumentar la capacidad de las mujeres y las
adolescentes de protegerse del riesgo de contraer el VIH, principalmente mediante
la prestación de servicios de atención de la salud, incluso de higiene sexual y salud
reproductiva, y mediante una educación preventiva que promueva la igualdad entre
los géneros en un marco de respeto de las diferencias culturales y de género

1.3.7.- Monterrey, marzo de 2002: Conferencia Internacional sobre la


Financiación para el Desarrollo. Producto de esta Conferencia, se elaboró el
“Consenso de Monterrey”, en el cual se vincula la movilización de recursos
financieros para el desarrollo a las metas consignadas en la Declaración del Milenio,
entre las cuales se encuentra “promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de
la mujer como medios eficaces de combatir la pobreza, el hambre y las enfermedades
y de estimular un desarrollo verdaderamente sostenible”. Afirma el Consenso de
Monterrey que la igualdad entre los géneros constituye parte de la base de un
desarrollo sostenible y, en este sentido, solicita que “las inversiones en servicios
básicos de infraestructura económica y social, servicios sociales y protección social,
incluidos los de educación, salud, nutrición, vivienda y seguridad social, que permitan
atender debidamente a los niños y las personas de edad, tengan en cuenta la
perspectiva de género”. Y, más adelante, insta a las empresas “a que tengan en
cuenta no sólo las consecuencias económicas y financieras de sus actividades sino
también los aspectos sociales, ambientales, de desarrollo y de género”. En este
espíritu, se invita “a los bancos y a otras instituciones financieras de los países en
desarrollo y desarrollados a que promuevan enfoques innovadores de financiación
para el desarrollo”. Finalmente, “a fin de que el apoyo del sistema económico mundial
al desarrollo sea más eficaz”, el documento recomienda que “se integre la perspectiva
de género en las políticas de desarrollo en todos los niveles y todos los sectores”.
15

1.3.8.- Madrid, abril de 2002, Segunda Asamblea Mundial sobre el


Envejecimiento: el Informe de esta Asamblea, afirma que “la perspectiva de género
debe incorporarse en todas las políticas, programas y leyes”.

1.3.9.- Roma, junio de 2002, Cumbre Mundial sobra la Alimentación + 5:


Declaración final: Se reafirma “la necesidad de garantizar la igualdad de género”.

1.3.10.- Johannesburgo, Septiembre de 2002, Cumbre Mundial sobre el


Desarrollo Sostenible: la Declaración de Johannesburgo sobre el Desarrollo
Sostenible, “Desde nuestro origen hasta el futuro” afirma el compromiso “a asegurar
que la potenciación y emancipación de la mujer y la igualdad de género se integren en
todas las actividades que abarca el Programa 21, los objetivos de desarrollo del
Milenio y el Plan de Aplicación de las Decisiones de la Cumbre”. Por su parte, el Plan
de Aplicación de dicha Declaración sostiene la necesidad en el plano nacional de que
las políticas ambientales, económicas y sociales deben tener en cuenta la igualdad
entre los géneros, como básica para un desarrollo sostenible. La erradicación de la
pobreza –sostiene el plan de aplicación- entrañaría la adopción, en todos los planos,
de medidas encaminadas a promover la igualdad de acceso de la mujer a los procesos
de adopción de decisiones en todos los niveles y su plena participación en esos
procesos en igualdad de condiciones con el hombre incorporando las perspectivas de
género en todas las políticas y estrategias. Se propone erradicar la disparidad entre
los géneros en la enseñanza primaria y secundaria para 2005, con medidas
encaminadas a garantizar, entre otras cosas, la igualdad de acceso a todos los niveles
y formas de la enseñanza, la formación y el fomento de la capacidad por medio de la
incorporación de la perspectiva de género y la creación de un sistema educativo que
tenga en cuenta las cuestiones de género.

A través de estas breves reseñas, vemos cómo la historia de las resoluciones de los
organismos internacionales en los últimos años muestra una clara tendencia a tratar
de implementar programas que incluyan el aborto, la esterilización y la anticoncepción,
especialmente bajo la denominación “salud reproductiva”, “procreación responsable” o
“salud sexual”. Estos programas son presentados, frecuentemente, como una forma
de garantizar los derechos de la mujer. En este sentido, la actuación del Comité para
la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer es uno de los
más claros exponentes.

Para estos fines, los organismos internacionales están dispuestos a otorgar la


asistencia que sea necesaria (véase el caso de Burundi en el año 2001. En este caso,
el Comité insta al Gobierno a que facilite “un mayor acceso a los preservativos para el
hombre y la mujer. El Comité alienta al Gobierno a que considere la posibilidad de
solicitar asistencia internacional para tal fin”).

Se desdibujan claramente los roles que desempeñan el hombre y la mujer según su


propia naturaleza, limitándolos a una cuestión de ‘estereotipos’ culturales, que
deberían ser modificados hasta alcanzar la completa igualdad si queremos luchar por
los derechos de la mujer. Según esta visión, el único camino que le queda a la mujer
para obtener el reconocimiento de sus derechos es ser igual al hombre, con lo que,
más que resaltar la riqueza femenina, la descartan optando por las cualidades
masculinas (lo cual es una auténtica contradicción si lo que se busca es una verdadera
promoción de la mujer). Se promueve una visión para la cual “las diferencias entre el
varón y la mujer (...) no corresponden a una naturaleza fija que haga a unos seres
humanos varones y a otros mujeres”, sino que se entiende “más bien que las
diferencias de manera de pensar, obrar y valorarse a sí mismos son el producto de la
16

cultura de un país y de una época determinados, que les asigna a cada grupo de
personas una serie de características que se explican por las conveniencias de las
estructuras sociales de dicha sociedad”.

Se promueve la llamada “perspectiva de género”, fundamentalmente a través del


sistema educativo. Aunque se trata de un término de contornos difusos y de uso
ambiguo, podemos decir estos documentos entienden por “género” una construcción
cultural independiente del sexo, que depende de la opción personal del individuo y que
es variable en sus manifestaciones.
17

2.- LOS TRATADOS INTERNACIONALES

2.1.- La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación


contra la mujer (CEDAW). En el contexto anteriormente descrito, la Asamblea
General de las Naciones Unidas aprobó por resolución 34/180 del mes de diciembre
de 1879 la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer, proponiendo a los Estados adherirse a la misma.

Hasta la fecha, son 173 los países que han adherido. La Argentina suscribió la
Convención el 17 de julio de 1980, ratificándola por ley N° 23.179 en el año 1985. Por
el art. 75°, inc. 22 de la Constitución Nacional, la misma se encuentra dentro de los
Tratados Internacionales con jerarquía constitucional y es, por lo tanto, de jerarquía
superior a las leyes nacionales.

Principales disposiciones de la Convención: algunas de las principales disposiciones


de la Convención son las siguientes:
• Se define la ‘discriminación contra la mujer’ (art. 1°)
• Se obliga a los Estados Partes a adoptar medidas, incluso legislativas, para
solucionar casos de discriminación contra la mujer (art. 2°, inc. f).
• También se obliga a los Estados a tomar medidas para modificar “patrones
socioculturales de conducta de hombres y mujeres” para eliminar “prejuicios y las
prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea
de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones
estereotipadas de hombres y mujeres” (art. 5º inc. a).
• Se obliga a los Estados a tomar medidas educativas para eliminar “todo concepto
estereotipado de los papeles masculino y femenino” “en particular, mediante la
modificación de los libros y programas escolares y la adaptación de los métodos
de enseñanza” (art. 10 inc. c).
• En los arts. 10º inc. h y 16º inc. e los Estados Partes son obligados adoptar
medidas apropiadas para asegurar el “acceso al material informativo específico
que contribuya a asegurar la salud y el bienestar de la familia, incluida la
información y el asesoramiento sobre planificación de la familia”.
• El art. 12° establece que “los Estados Partes adoptarán todas las medidas
apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera de la
atención médica a fin de asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y
mujeres, el acceso a servicios de atención médica, inclusive los que se refieran a
la planificación de la familia”. Por su parte, y refiriéndose a la mujer que habita en
zonas rurales, el inc. b) del art. 14° establece que “los Estados Partes adoptar
todas las medidas apropiadas para asegurar el derecho a “tener acceso a
servicios adecuados de atención médica, inclusive información, asesoramiento y
servicios en materia de planificación de la familia”.
• El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer: la
principal instancia de control y seguimiento de las disposiciones de la Convención,
es el “Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer”, creado por
el art. 17° de la Convención, con la finalidad de “examinar los progresos
realizados en la aplicación de la presente Convención”. Los Estados partes se
comprometen por el art. 18° de la Convención a someter al Comité “un informe
sobre las medidas legislativas, judiciales, administrativas o de otra índole que
hayan adoptado para hacer efectivas las disposiciones de la presente Convención
y sobre los progresos realizados”. Este informe se presentará por primera vez en
el plazo de un año a partir de la entrada en vigor de la Convención para el Estado
de que se trate, y de ahí en más deberá presentarse por lo menos cada cuatro
años (y además cuando el Comité lo solicite). Anualmente, este Comité “informará
18

a la Asamblea General de las Naciones unidas sobre sus actividades y podrá


hacer sugerencias y recomendaciones de carácter general basadas en el examen
de los informes y de los datos transmitidos por los Estados Partes (art. 21°).

2.2.- El Protocolo Facultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las


formas de discriminación contra la mujer. Fue adoptado por la Asamblea General
de las Naciones Unidas en su sesión 54, por resolución A/54/4 del 6 de octubre del
año 1999. Es un instrumento complementario de la Convención, que tiene por finalidad
ampliar las atribuciones del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la
Mujer. El Poder Ejecutivo de la República Argentina suscribió el Protocolo el día 28 de
febrero de 2000, siendo ratificado por el Congreso Nacional durante el mes de
noviembre de 2006.

Entre las medidas más relevantes de este Protocolo, podemos citar las siguientes:
• El Protocolo amplía las atribuciones del Comité y le da competencia para
recibir y considerar comunicaciones referidas a violaciones de los derechos
enunciados en la Convención y para conducir investigaciones en caso de
violaciones graves o sistemáticas.
• El Protocolo establece una amplia legitimación para elevar denuncias
(“personas o grupos de personas” – art. 2°). Las denuncias no podrán ser
anónimas (art. 3°).
• El Protocolo otorga amplias atribuciones al Comité para solicitar a los
Estados partes medidas provisionales para evitar posibles daños
irreparables a la víctima o las víctimas de la supuesta violación de derechos
(art. 5°); para examinar comunicaciones y hacer llegar las opiniones sobre la
comunicación, conjuntamente con las recomendaciones, si las hubiere, a las
partes interesadas (art. 7°); para invitar a los Estados Partes a presentar más
información sobre cualesquiera de las medidas adoptadas (art. 7° inc. 5).
• El Protocolo reconoce al Comité atribuciones para conducir
investigaciones en caso de violaciones graves o sistemáticas (arts. 8 y 9) y
transmitir al Estado Parte las conclusiones de la investigación, junto con
observaciones y recomendaciones. Los Estados deben responder por escrito
sobre las medidas adoptadas.
• Sin embargo, el art. 10° inc. 1 expresamente dispone que “todo Estado Parte
podrá, al momento de la firma o ratificación del presente protocolo, o de
la adhesión a él, declarar que no reconoce la competencia del Comité
establecida en los artículos 8 y 9”. Varios países ya han hecho uso de esta
atribución.

Algunos datos sobre la actuación del Comité para la Eliminación de la


Discriminación contra la Mujer: en tanto el Protocolo propone una ampliación de
competencias del Comité, para una adecuada ponderación del mismo es necesario
conocer su actuación y dictámenes, en los que efectúa recomendaciones y
sugerencias a los Estados Partes. Algunas de ellas son:

• Sobre estereotipos y perspectiva de género: en 1997 recomendó a Venezuela “


unificar programas masivos dirigidos a toda la población, a través de los medios de
comunicación y todas las vías posibles, destinados a combatir los estereotipos de
los géneros”. Lo mismo hizo con Marruecos, Dinamarca, Eslovenia, Antigua y
Barbuda, Argentina, Armenia, Bangladesh, Italia, Luxemburgo y Azerbaiyán,
Bulgaria, Croacia, República Checa, República Dominicana, Indonesia, Zimbabwe,
Colombia, Austria, Irak, Moldova, Rumania, Belarús, Alemania, India, Jordania,
19

Guinea, Guyana, los Países Bajos, Nicaragua, Suecia, Vietnam, Egipto, Finlandia,
Jamaica, Kazajstán, Mongolia, Uzbekistán, Singapur, Uruguay, Trinidad y Tobago,
Sri Lanka, Rusia, Portugal y Fiji.
• Sobre aborto, salud reproductiva y planificación familiar: para muestra del tipo de
recomendaciones usuales en lo referido a estos tres puntos, basta citar el caso del
gobierno de Croacia, a quien, en 1998, “el Comité recomienda enérgicamente (...)
que adopte medidas para garantizar que la mujer ejerza sus derechos de
reproducción proporcionándole, entre otras cosas, acceso a los servicios de aborto
de los hospitales públicos. El Comité sugiere que el Gobierno examine a fondo las
consecuencias que tendrían para la mujer medidas como la reducción, en
particular, de la financiación de anticonceptivos. Para el Comité es motivo de
preocupación la información de que algunos hospitales se niegan a realizar
abortos debido a las objeciones de conciencia presentadas por ciertos médicos. El
Comité considera que ello constituye una violación de los derechos de procreación
de la mujer. En el caso de las recomendaciones a Filipinas en 1997 fueron en el
sentido de “que se crearan servicios de salud reproductiva y sexual, incluidos
servicios de planificación de la familia y suministro de anticonceptivos, y se
pusieran al alcance de todas las mujeres en todas las regiones”. Sugerencias
semejantes recibieron en 1997 Venezuela, Eslovenia, Turquía, Antigua y Barbuda,
Argentina, Israel, Italia, Luxemburgo y Namibia. En 1998 sucedió lo mismo con
Azerbaiyán, República Checa, República Dominicana, México y Zimbabwe. En
1999 le tocó el turno a Colombia, caso en que recomendó evaluó la situación y
emitió recomendaciones que reproducimos textualmente: “el Comité comentó
negativamente el alto número de abortos espontáneos y la mortalidad materna
derivada de ellos, lo que hacia pensar al Comité en la posible conveniencia de
modificar la legislación vigente y en la necesidad de seguir avanzando en la
difusión de la planificación familiar, sobre todo en las zonas rurales. El Comité
observa con gran preocupación que el aborto, segunda causa de mortalidad
materna en Colombia, es sancionado como conducta ilegal. Preocupa también al
Comité el hecho de que las mujeres que soliciten tratamiento por haberse sometido
a un aborto, las que recurran al aborto ilegal, así como el médico que las atienda,
serán objeto de enjuiciamiento penal. El Comité considera que esta disposición
jurídica relativa al aborto constituye no sólo una violación de los derechos de la
mujer a la salud y a la vida, sino también una violación del artículo 12 de la
Convención. El Comité solicita al Gobierno de Colombia que evalúe la posibilidad
de tomar medidas, de manera inmediata, para derogar esta ley. El Comité
recomienda una mayor difusión del uso de métodos anticonceptivos y que se
adopten las medidas necesarias para que estén al alcance de las mujeres,
incluidas las de los sectores más vulnerables, y que se adopten medidas para
alentar a los hombres a que hagan uso de esos métodos, en particular de la
vasectomía”. En el 2000 le tocó el turno de recibir idéntica ‘sugerencias’ a
Camerún, Lituania, Moldova, Rumania, Belarús, Congo, India, Jordania, Myanmar
y Burkina Faso (país al que el Comité “recomienda que revise su legislación en
relación con el aborto y que prevea su cobertura por la seguridad social”). En el
año 2001 el Comité se expidió de la misma manera sobre Guinea, Nicaragua,
Vietnam, Burundi, Egipto, Jamaica, Kazajstán, Mongolia, Uzbekistán y Andorra.
Finalmente, en el 2002 fueron objeto de ‘recomendaciones’ muy parecidas
Uruguay, Trinidad y Tobago, Sri Lanka, Rusia y Portugal.
• Sobre educación sexual: en este punto las ‘recomendaciones’ del Comité son, en
general, como sigue: “El Comité consideró esencial la revisión y reforma de los
libros de texto y los materiales didácticos a fin de eliminar los estereotipos basados
en el género” (al gobierno de Italia en 1997). O también el caos de Lituania en el
año 2000, a quien “el Comité insta (...) a que introduzca programas sobre
educación sexual y reproductiva para las niñas y los niños como parte de los
programas de estudio”. En el 2001, el Comité exhortó a Mongolia a “que amplíe
20

(...) sus programas de enseñanza a distancia para los jóvenes a fin de que incluyan
programas relacionados con el género”.
• Sobre prostitución: preocupante es el caso de Suecia en el 2001, a quien el Comité
exhortó a “evaluar las consecuencias de la política actual de tipificar como delito la
adquisición de servicios sexuales”.
21

6
3.- EL BANCO MUNDIAL

El Banco Mundial se ha venido ocupando de cuestiones relativas al género y el


desarrollo desde el decenio de 1970, pero ha puesto más énfasis en el tema en los
años transcurridos desde la celebración en Beijing de la Cuarta Conferencia Mundial
sobre la Mujer en 1995. La igualdad entre los géneros es actualmente un elemento
básico de la estrategia de lucha contra la pobreza aplicada por el Banco (…). El Banco
realiza una amplia variedad de actividades, tanto a nivel mundial como de los países,
que prestan apoyo al aumento de la igualdad entre los géneros. Con posterioridad a la
Conferencia de Beijing (…) más de las dos terceras partes de los préstamos otorgados
por el Banco en las esferas de salud, nutrición y población han incluido objetivos
relativos al género, especialmente en lo que respecta al VIH/SIDA y a la salud
reproductiva de la mujer.

En septiembre de 20007, el Banco adoptó una nueva estrategia para la incorporación


de la atención de las cuestiones de género en sus actividades de asistencia a los
países (…). La estrategia se basa en un plan impulsado por los propios países y
adaptado al país de que se trate, en el cual el Banco desempeña una función de
apoyo pero dinámica ante los países miembros. La estrategia contiene tres elementos
esenciales para la integración de las cuestiones de género en las operaciones del
Banco:
• En cada país en el que el Banco tiene un programa activo, llevar a cabo
evaluaciones periódicas que determinen los factores relacionados con el género
que obstaculizan la reducción de la pobreza y el crecimiento económico;
• Utilizar esas conclusiones en los diálogos con los países para identificar políticas
e intervenciones prioritarias que tengan en cuenta las cuestiones de género, y
• En los sectores prioritarios, identificados en la evaluación del país, velar por que
en la formulación, la evaluación inicial y la supervisión de los proyectos se
promueva la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer. Los sectores
son actividades económicas agrupadas en base a los tipos de bienes y servicios
producidos que el banco usa para indicar que parte de la economía del país es
apoyada por su involucramiento.

La estrategia del Banco relativa a las cuestiones de género se aplica a través del
programa de operaciones crediticias, los estudios analíticos nacionales y sectoriales,
el acopio mundial de conocimientos y prácticas óptimas, y las actividades realizadas
en colaboración.

El Manual de Operaciones del Banco Mundial: en la parte de políticas operativas


(punto 4.20), el Manual de Operaciones del Banco Mundial establece las líneas del
Banco en cuanto a políticas de género y desarrollo. Establece aquí que es objetivo del
Banco reducir las disparidades de género e incrementar la participación de las mujeres
en el desarrollo de sus países por medio de la integración de la perspectiva de género
en la ayuda asistencial a los países. Para ello, el Banco asiste a los países miembros
para:
• Diseñar políticas de género. El Banco ayuda a los gobiernos a identificar los
obstáculos que impiden la participación de las mujeres, a calcular los costos y
beneficios de las acciones específicas para remover esos obstáculos,

6
Cfr.
http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/EXTSITETOOLS/0,,contentMDK:20669650~isCURL:Y~me
nuPK:435336~pagePK:98400~piPK:98424~theSitePK:95474,00.html
7
En el 2000 se redactaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (Millenium Development Goals)
22

proporciona programas de asistencia y establece mecanismos de monitoreo y


evaluación para medir los progresos.
• Revisar y modificar los marcos legales y reglamentarios para asegurar el acceso
de las mujeres a los bienes y servicios, y toma medidas institucionales para
asegurarse de que los cambios legislativos son implementados en la práctica.
• Fortalecer las bases de datos y capacitar agentes locales en análisis de género
• Obtener financiación, si es necesario, para alcanzar las demandas de los
programas de cambio. El Banco ayuda a movilizar financiamiento multilateral y
bilateral y a organizar reuniones de Grupos Consultivos para países específicos.
El Banco también promueve la colaboración con agencias internacionales,
nacionales y organizaciones no gubernamentales locales.

Los análisis de género son incorporados en la Asistencia Estratégica de cada país, y la


implementación de estas políticas es monitoreada por el Banco8.

El GENFUND: en el año 2001 se creó el Fondo Fiduciario para la promoción de las


cuestiones relativas al género (GENFUND, por sus siglas en inglés). Fue concebido y
financiado con donaciones de los gobiernos de Noruega y los Países Bajos con la
finalidad de integrar las cuestiones que afectan a la mujer en la labor del Banco
Mundial. Entre las actividades financiadas por el GENFUND se cuenta la creación de
una base de datos estadísticos para la región de América Latina y el Caribe.

Otra de las actividades del Banco Mundial relacionadas con la perspectiva de género
es la introducción de evaluaciones nacionales de la problemática del género para
ayudar a poner de relieve las principales desigualdades entre los géneros que
obstaculizan el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Las evaluaciones
se utilizan para fomentar el interés y el apoyo a la incorporación de la problemática del
género a nivel de las políticas, aclarar cuestiones de metodología, y aumentar los
conocimientos especializados y la orientación en materia de análisis basados en el
género. A fines del ejercicio económico de 2004, se habían completado 41
evaluaciones nacionales sobre género, y se prevé que el 86% de los países clientes
habrá completado una evaluación de la problemática del género a finales de este año
fiscal.

8
Cfr. “Integrating Gender into the World Bank’s Work: a strategy for action” (The World Bank, January
2002).
23

4.- LAS CONFERENCIAS REGIONALES (AMÉRICA LATINA)

Paralelamente al desarrollo de estas ideas a nivel de los organismos internacionales,


América Latina asiste paulatinamente a su propio proceso, sin duda influenciado
fuertemente por el contexto internacional, a la vez que por la situación de dependencia
en que las dificultades económico-sociales la fueron colocando.

Los principales hitos de este recorrido han sido los siguientes:

3.1.- SOBRE POBLACIÓN:

a) En abril de 1974 se celebró en Costa Rica la Reunión Latinoamericana


Preparatoria de la Conferencia Mundial de Población de Bucarest. Esta reunión
fue convocada por la CEPAL y auspiciada conjuntamente con la Secretaría General de
la Conferencia Mundial de Población, la División de Población de las Naciones Unidas
y el CELADE. El tema central de la reunión regional fue la discusión del Proyecto de
Plan de Acción Mundial sobre Población (PAMP) y la adopción de un consenso
regional sobre este instrumento.

b) Posteriormente, en marzo de 1975 en México, se llevó a cabo una reunión


regional con el propósito de evaluar los resultados de la Conferencia Mundial
sobre Población de Bucarest y discutir sus implicaciones para América Latina. En
esta cita regional, a la que acudieron los veinte países latinoamericanos, se decidió
concentrar los esfuerzos nacionales en delinear y concertar la acción en el campo de
la población dentro del marco general de las propuestas contenidas en el PAMP.

c) En 1993, la Conferencia Regional preparatoria para la V Conferencia


Internacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo), aprobó el Consenso
Latinoamericano y del Caribe sobre Población y Desarrollo, titulado “La situación
de la población y del desarrollo en América Latina y el Caribe a comienzos de los años
noventa”.

Este documento considera al tema de la población desde dos ángulos: como


destinataria del desarrollo y como agente fundamental del proceso productivo.
Sostiene que el rápido crecimiento demográfico y los elevados niveles de pobreza
ponen a los países en condiciones menos favorables para mejorar la capacitación y
productividad de su fuerza de trabajo.

Pone de relieve el tema de la ‘equidad’, como uno de los ejes de la relación entre
población y desarrollo, observando la carencia de programas de planificación familiar
adecuados a los principios de asistencia integral a la mujer y a los niños. Destaca los
rápidos cambios demográficos en los países de América Latina, referidos a un
pronunciado descenso de la fecundidad combinado con importantes avances logrados
con respecto a la mortalidad. Observa que los cambios de la estructura por edades en
muchos países implican desafíos emergentes en materia de salud y seguridad social,
principalmente debido a las altas tasas de crecimiento de la tercera edad. Sin
embargo, reconoce que esta situación de transición demográfica no abarca por igual a
todos los países. Por el contrario, existen fuertes contrastes entre ellos.

Otro de los fenómenos que el documento pone de relieve es una ‘falta de equidad en
la región es la discriminación que afecta a la mujer’. Afirma que ‘esta discriminación se
aprecia principalmente en la dificultad para ejercer los derechos reproductivos, es
decir, en la falta de acceso u opciones en cuanto al uso de métodos anticonceptivos
(…); el hecho de tener que asumir de modo exclusivo la responsabilidad en la práctica
24

de la planificación familiar, y el riesgo implícito en las altas tasas de morbilidad y


mortalidad asociadas al embarazo y el parto’.

d) En 1996, la CEPAL aprobó en Santiago de Chile el “Plan de Acción Regional


Latinoamericano y del Caribe sobre Población y Desarrollo”, tomando en cuenta el
documento emanado de la V Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo
(El Cairo, 1994).

Al enunciar los principios básicos de las políticas y programas de población, el Plan


establece un marco de respeto irrestricto a determinados presupuestos, entre los
cuales están los siguientes:
• La formulación y aplicación de las políticas y los programas es un derecho
soberano de cada nación
• Se respetará por completo la libertad de las personas respecto a su
comportamiento reproductivo, a la determinación de su lugar de residencia y a su
movilidad dentro del territorio nacional
• Las estrategias para lograr el cambio demográfico deseado se basarán en la libre
determinación de las conductas individuales y tendrán debidamente en cuenta la
diversidad etnocultural
• Se plantearán objetivos y metas que sean congruentes con la preservación de los
ecosistemas nacionales y con su mejor aprovechamiento. Para ello se tomará en
cuenta que el deterioro ambiental obedece a la irracionalidad de los estilos de
desarrollo imperantes, que se expresan en el predominio de tecnologías y pautas
de consumo inapropiadas, principalmente por parte de los países industrializados
y de las minorías privilegiadas de los países en desarrollo.
• Se reconocerá que el crecimiento demográfico no constituye el principal factor del
deterioro ambiental, en vista de que las interrelaciones entre la población y el
medio ambiente dependen de las estrategias de desarrollo económico.
• Se asegurará el derecho de todos los individuos de decidir de manera libre,
responsable e informada, acerca del número y espaciamiento de sus hijos,
cualesquiera sean los objetivos que cada país se plantee respecto al crecimiento
de su población
• Los programas y políticas se formularán y llevarán a cabo teniendo en cuenta la
protección de las familias y los derechos de cada uno de sus miembros.

El documento constata la presencia de determinados obstáculos en el establecimiento


de políticas para la población y el desarrollo. Sostiene que una de los principales
problemas para ello consiste en ‘la persistencia, en algunos países, de polémicas
ideológicas acerca de las medidas apropiadas para alcanzar los objetivos de
población, en especial de las referidas a la reducción de la fecundidad’. Por lo tanto,
afirma que ‘las deficiencias de las campañas de sensibilización social sobre los temas
de población y desarrollo se han traducido en una falta de voluntad política efectiva en
esta materia’, y ‘por el contrario, el riesgo de enfrentar reacciones adversas por parte
de grupos influyentes de la opinión pública, ha frustrado ciertas iniciativas antes de
someterlas a un debate amplio’. Sin embargo, se reconoce que, ‘a pesar de la
diversidad de obstáculos a los que tuvieron que hacer frente, los países de la región
han adquirido amplia experiencia en cuanto a los mecanismos institucionales para
definir políticas y programas de población. Si bien han variado con el tiempo, las
disposiciones institucionales adoptadas pueden agruparse en tres categorías: a)
creación de consejos nacionales de población; b) creación de grupos de trabajo
creados especialmente para formular una política de población y c) establecimiento de
unidades de población en los ministerios nacionales de planificación del desarrollo’.

A la hora de trazar objetivos, metas y recomendaciones para la acción, podemos tener


25

en cuenta los siguientes:


• Reforzar los avances alcanzados en la incorporación de aspectos
reproductivos en los programas de salud, particularmente los de planificación
familiar. Lograr avances equivalentes en materia educativa y en otras políticas
sociales que puedan contribuir a los objetivos en materia de población que
cada país se proponga alcanzar.
• Tomar las iniciativas necesarias para promover la equidad de género en
materia de educación, particularmente las que estimulen la incorporación y
permanencia de las mujeres en los niveles medio y superior del sistema
educativo.
• Contribuir a mejorar la salud de las mujeres, especialmente su salud
reproductiva, con medidas en materia de educación sexual y para la vida
familiar, planificación familiar, y atención al embarazo, al parto y el puerperio,
así como a la prevención de enfermedades de transmisión sexual. Enfocar
estas medidas, de manera prioritaria, al grupo de adolescentes.
• Incorporar, en forma activa, a la población masculina en los programas de
planificación familiar y educación para la vida familiar, con el propósito de
avanzar hacia la responsabilidad compartida de varones y mujeres en la
reproducción y en la salud reproductiva. En particular, promover el mayor
desarrollo adicional de metodologías anticonceptivas para varones.
• Promover actividades de educación sexual bajo la perspectiva de género,
principalmente dirigidas a la población adolescente, en las que se incorpore a
los padres y maestros.
• Incorporar la perspectiva de género en el diseño de los planes de estudio en
distintos niveles de la educación, tanto formal como no formal, con el
propósito de introducir cambios positivos en las actitudes, valores y creencias
acerca de la sexualidad y de los papeles que desempeñan los varones y las
mujeres en el interior de las unidades domésticas.
• Promover la comunicación educativa sobre cuestiones relacionadas con la
equidad entre los géneros, con el propósito de eliminar los estereotipos
sociales que presuponen la inferioridad de la mujer, promoviendo la
responsabilidad compartida de mujeres y varones en el trabajo doméstico, la
educación y crianza de los hijos y la planificación familiar.
• Desarrollar acciones dirigidas a sensibilizar a los propietarios y productores
de los medios de comunicación masiva y a los líderes de opinión acerca de la
representación de los modelos de masculinidad y femineidad, la familia, las
relaciones de pareja y la sexualidad para que promuevan una mayor equidad
entre los géneros.
• Promover y difundir avances legislativos que tiendan a eliminar inequidades y
discriminaciones hacia las mujeres en relación con sus derechos sociales y
políticos, en especial en los ámbitos de la reproducción y la vida familiar, y
establecer mecanismos pertinentes para hacerlos efectivos. Firmar, ratificar y
aplicar todos los acuerdos existentes que promuevan los derechos de la
mujer, incluyendo la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer y el Programa de Acción aprobado en la
Conferencia Mundial de Derechos Humanos de 1993.
• Propiciar la activa participación de los distintos sectores de la sociedad en el
diseño y puesta en marcha de programas de población, que tomen en cuenta
la perspectiva de género, y reforzar o crear instancias adecuadas para dar
continuidad y seguimiento a dichos programas, así como para evaluar su
impacto a corto y mediano plazo.
• Promover y proteger la salud y derechos reproductivos de individuos y
parejas. Proteger y apoyar la familia en sus diversos tipos. Mejorar la salud de
la población, en particular la salud reproductiva, y garantizar el ejercicio del
26

derecho de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente


el número y espaciamiento de sus hijos y de disponer de la información, la
educación y los medios necesarios para poder hacerlo.
• Apoyar la institución de la familia cautelando su papel en la socialización de
las generaciones futuras y asegurando los medios para que dentro de la
misma se difundan valores éticos compartidos y se eduque para la vida
cotidiana. Para ello debe tomarse en cuenta la existencia de diversas formas
de familia, así como los cambios que experimenta.
• Desarrollar programas dirigidos a la familia para promover la igualdad de
oportunidades de sus miembros y para que en este ámbito se adquieran
actitudes consistentes con la preservación del medio ambiente, el
comportamiento sexual y reproductivo y el respeto mutuo en las relaciones
entre géneros, de manera que contribuya al desarrollo social y
ambientalmente equitativo a la vez que participe de sus beneficios.
• Otorgar la mayor prioridad política y asignar recursos a la búsqueda de una
distribución más equitativa de los servicios de salud, en especial los de
atención materno-infantil y de salud reproductiva con el objeto de atender las
necesidades de los grupos que, por su ubicación geográfica o condición
social, aún no tienen acceso a ellos.
• Promover y consolidar programas de educación formal e informal y servicios
de información para la paternidad responsable, la vida en familia y la
sexualidad.
• Incorporar en los programas de salud reproductiva, de educación en
población y de planificación familiar medidas tendientes a prevenir las
enfermedades de transmisión sexual y del VIH/SIDA; también debe
asegurarse a los enfermos una atención médica adecuada y un trato no
discriminatorio. Considerar las consecuencias del aumento del VIH/SIDA y de
las medidas para combatirlo sobre la mortalidad y el comportamiento sexual y
reproductivo de la población.
• Reducir la incidencia del aborto y sus complicaciones, aumentando la
cobertura y la calidad de los programas de planificación familiar, salud
reproductiva y educación sexual. Dar acceso a servicios de calidad para tratar
las complicaciones derivadas de abortos.
• Diseñar y adoptar modelos de atención integral de la salud reproductiva de
los adolescentes, que incluyan componentes de educación en población y
planificación familiar y se adecuen al contexto sociocultural en el que se
desarrollan. Reexaminar las reglamentaciones que restringen el acceso de
este segmento de la población a los métodos anticonceptivos. Eliminar los
obstáculos jurídicos, normativos y sociales que impiden el suministro de
información y servicios de salud reproductiva a los adolescentes.
• Mejorar la calidad de los servicios de planificación familiar a través de las
siguientes medidas: ampliar el abanico de opciones anticonceptivas
apropiadas para los individuos y las parejas según la edad, el número de hijos
tenidos y el tamaño deseado de familia y la información acerca de sus
características y los posibles efectos secundarios, para atender a las
necesidades cambiantes en materia de salud durante todo el ciclo vital,
fortalecer la competencia técnica de los prestadores de servicios, mejorando
la capacitación en comunicaciones y orientación interpersonal y perfeccionar
la estructura y organización de esos servicios. En particular, reforzar los
mecanismos de asesoramiento que informen a los usuarios potenciales de la
esterilización sobre la existencia de otros métodos anticonceptivos y acerca
de las consecuencias de decidirse por un método permanente.
• Apoyar la investigación biomédica orientada al desarrollo de anticonceptivos
para ambos sexos más seguros y de menor costo e impulsar su producción
27

local, respetando estrictamente las normas jurídicas, éticas, médicas y


científicas de investigación biomédica internacionalmente aceptadas;
desarrollar procedimientos más eficaces para detectar el momento de la
ovulación y buscar mecanismos que faciliten la transmisión de su
conocimiento a los grupos de población que prefieren los métodos basados
en la abstinencia periódica.
• Para el año 2000, el Plan propone, entre las metas para América Latina, las
siguientes:
- Reducir, por lo menos en 50%, la demanda insatisfecha de métodos
anticonceptivos, es decir la proporción de mujeres expuestas al riesgo
de embarazo que no desean tener más hijos o que desean posponer el
embarazo y que no utilizan ningún método anticonceptivo. En particular,
hacer el máximo esfuerzo por reducir la incidencia del embarazo
adolescente no planeado ni deseado. Mediante el sistema de atención
primaria de salud, poner la salud reproductiva de calidad al alcance de
todas las personas de edad apropiada lo antes posible y a más tardar
para el año 2015, como especificado en el Plan de Acción de El Cairo.
- Lograr que todas las personas en edad reproductiva tengan real
conocimiento de los métodos anticonceptivos seguros para la salud, así
como de su lugar de obtención, y aumentar sustancialmente el acceso
real a los mismos.
- Lograr la incorporación e institucionalización de las materias relativas a
la población en el programa de estudios de la totalidad de los
establecimientos de educación básica o primaria y media o secundaria.
- Evaluar y revisar las legislaciones nacionales que pudieran imponer
obstáculos al pleno ejercicio de los derechos reproductivos.
Específicamente, actuar de modo que resultara más fácil para las
parejas y las personas asumir la responsabilidad de su propia salud
reproductiva eliminando las barreras legales, médicas, clínicas y
reglamentarias innecesarias a la información y al acceso a los servicios
y métodos de planificación de la familia.

e) En preparación de la CIPD+5, el Comité Especial sobre Población y Desarrollo de la


CEPAL aprobó en la reunión de su Mesa Directiva el documento: “América Latina y el
Caribe: examen y evaluación de la ejecución del Programa de Acción de la
Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo” (Santiago, 14 y 15
de diciembre de 1998). Posteriormente, y en concordancia con las medidas claves
acordadas en la sesión extraordinaria, el Comité se dedicó en dos reuniones al tema
de indicadores para el seguimiento y evaluación de las metas del Programa de Acción
del CIPD (México, 3 al 7 de abril, 2000, y Santiago, 4 y 5 de diciembre, 2001).

f) San Juan de Puerto Rico, junio-julio de 2004: “Población y desarrollo:


actividades prioritarias para el bienio 2004-2006”. Se insta aquí a los países de la
región a que intensifiquen sus esfuerzos en los siguientes ámbitos y a través de las
siguientes medidas:
ƒ Equidad de género y derechos de la mujer: fortalecer los mecanismos
institucionales establecidos para eliminar la persistente discriminación contra la
mujer en todos los sectores y desarrollar políticas y programas tendientes a
apoyar la equidad de género y promover el ejercicio de los derechos de la
mujer;
ƒ Adolescentes y jóvenes: reiterar la importancia estratégica del fomento de la
educación pública de calidad como instrumento de movilidad social ascendente
para favorecer un empleo productivo y reforzar su contribución a la reducción
de la pobreza y reconocer, promover y proteger el derecho de adolescentes y
jóvenes al acceso a información, educación y servicios de salud sexual y
28

reproductiva amigables, salvaguardando el derecho de adolescentes y jóvenes


a la privacidad, confidencialidad y consentimiento informado e involucrarlos en
el diseño, ejecución y evaluación de estos programas;
ƒ Familias: reconocer la igualdad de condiciones de mujeres y hombres, el
respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los
miembros de la familia y continuar elaborando políticas y programas de apoyo
a las familias en su pluralidad de formas, incluidas las monoparentales, y
facilitar el cumplimiento de las responsabilidades de padres y madres
relacionadas con la crianza y educación de sus hijos e hijas
ƒ Derechos reproductivos: revisar e implementar la legislación que garantice el
ejercicio responsable de los derechos reproductivos y el acceso sin
discriminación a los servicios de salud, incluida la salud sexual y reproductiva,
e incorporar en los informes nacionales, incluido el informe ante el Comité para
la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, información sobre la
promoción y respeto de los derechos reproductivos
ƒ Salud sexual y reproductiva: incorporar en el marco de las reformas del sector
salud políticas públicas que promuevan el ejercicio de los derechos
reproductivos y aseguren la prestación de servicios integrales de salud sexual y
reproductiva que procuren asegurar el acceso universal a la variedad más
amplia posible de métodos de planificación familiar; procurar asegurar la
expansión de la atención integral de salud sexual y reproductiva de calidad, en
particular para los sectores más pobres, los pueblos indígenas y para los
sectores excluidos en razón de su etnia, edad, o condición social
ƒ VIH/SIDA: profundizar los esfuerzos en la prevención, diagnóstico y tratamiento
de las infecciones de transmisión sexual, en particular el VIH/SIDA, en el
contexto de la salud sexual y reproductiva
ƒ Mortalidad materna y neonatal: redoblar los esfuerzos para reducir la
morbilidad y mortalidad maternas y neonatales, a través de los servicios
básicos y la atención integral de la salud reproductiva, tomando en
consideración la multiplicidad de factores causales que contribuyen a la
mortalidad y morbilidad maternas, incluidas la falta de acceso a la planificación
familiar y una adecuada atención obstétrica básica
ƒ Mortalidad infantil: incrementar las medidas para reducir la mortalidad infantil
elevada, en el marco de la atención primaria de la salud, facilitando el acceso a
programas integrados de salud reproductiva, salud infantil y nutrición

3.2.- SOBRE LA MUJER

De manera similar a lo que pasaba en materia de población y desarrollo, se puede


observar que los pasos dados en los foros internacionales en torno a la mujer, tenían
su correlato en América Latina a nivel regional. En efecto, a partir de 1977, se suceden
en América Latina diversas Conferencias Regionales sobe la Integración de la Mujer
en el Desarrollo Económico y Social de América Latina, las cuales reseñamos
brevemente a continuación:

a) La Habana, Cuba, junio de 1977: Primera Conferencia Regional sobre la


integración de la Mujer en el desarrollo económico y social de América Latina.
En 1975, con ocasión de la realización de la Conferencia Mundial del Año
Internacional de la Mujer en México, se aprueba el primer instrumento internacional
destinado a promover sistemáticamente la integración de las mujeres en el desarrollo:
el Plan de Acción Mundial. Los Estados Miembros de las Naciones Unidas,
conscientes de las diferencias existentes entre las distintas regiones, deciden en esa
oportunidad que dicho instrumento se complementará con directrices regionales. En la
Conferencia de La Habana, entonces, se aprueba el Plan de Acción Regional sobre la
29

integración de la Mujer en el desarrollo económico y social de América Latina (PAR).


Se reconoce aquí la necesidad de revisar la legislación y las normas jurídicas vigentes
que se relacionan con los derechos de las mujeres, particularmente sobre la igualdad
en el matrimonio, el acceso igualitario a los recursos económicos para su desarrollo y
bienestar social y la violencia sexual y física contra la mujer. Se decide asimismo
establecer un foro gubernamental permanente que se ocupe de este tema, la
Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y
Social de América Latina y el Caribe, que se reuniría cada tres años para evaluar los
avances logrados en la aplicación del PAR y recomendar vías futuras de acción.

b) Macuto, Venezuela, noviembre de 1979: Segunda Conferencia Regional sobre


la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América
Latina. Se convocó con el fin de evaluar lo realizado en cumplimiento del Plan de
Acción Regional y con vistas a la próxima Conferencia Mundial, y se formulan
recomendaciones.

c) México D.F., agosto de 1983: Tercera Conferencia Regional sobre la


Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y
el Caribe. Se evalúa el cumplimiento del Plan de Acción Regional, se formulan
recomendaciones y se inician los preparativos regionales para la Conferencia Mundial
de Nairobi. Luego, en el mismo año, se celebra una Reunión de expertos sobre las
estrategias de ejecución para el adelanto de la Mujer hasta el año 2000 con vista a la
preparación de la documentación que habrá de presentarse a la Conferencia Mundial.

d) Guatemala, 1988: Cuarta Conferencia Regional sobre la Integración de la


Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe. Entre
otros temas, se analizan las Estrategias de Nairobi y su aplicación a nivel nacional,
subregional y regional.

e) Curazao, 1991: Quinta Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer


en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe. En una de sus
resoluciones se afirma que “los cambios experimentados por la región desde la
aprobación del Plan de Acción Regional en 1977 han sido tan radicales que obligan a
analizar el futuro desde una nueva perspectiva, lo que incluye reorientar la concepción
y los programas sobre el tema de la mujer”. Por lo tanto, se recomienda la elaboración
de un nuevo Plan de Acción Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo
Económico y Social de América Latina y el Caribe, que constituya el nuevo
instrumento regional para la Conferencia Mundial de 1995, complementando los
instrumentos anteriores tomando en cuenta los cambios registrados en la región
durante la década de 1980 y la necesidad de acciones complementarias para acelerar
los procesos en curso.

f) Mar del Plata, septiembre de 1994: Sexta Conferencia Regional sobre la


Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y
el Caribe. Se aprueba el Programa de Acción Regional para las Mujeres de América
Latina y el Caribe, 1995-2001. El Programa de Acción Regional 1995-2001 constituye
a la vez un producto de la Sexta Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer
en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe y un aporte a la
Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995).

El objetivo central del Programa es acelerar el logro de la equidad de género y la total


integración de las mujeres en el proceso de desarrollo, así como el ejercicio pleno de
la ciudadanía en el marco de un desarrollo sustentable, con justicia social y
democracia. Algunas de las líneas estratégicas del Programa son las siguientes:
30

• Incorporar la perspectiva de género en los más altos niveles de planificación


del desarrollo, en las políticas y las decisiones en materia social y económica,
para superar la desigualdad en las relaciones entre mujeres y hombres
derivada de la persistencia de marcos culturales y prácticas económicas y
sociales discriminatorias.
• Consolidar el pleno respeto de los derechos humanos (civiles, políticos,
económicos, sociales y culturales) de las mujeres de la región, en un marco
que otorgue prioridad a la eliminación de la violencia y de la discriminación en
virtud del sexo, así como a los derechos de las mujeres más pobres y de las
desarraigadas, tomando en consideración las diferencias étnicas y raciales.
Para ello se propone impulsar la adopción de medidas para la protección de
los derechos reproductivos de las mujeres.
• Promover una distribución más equitativa de las responsabilidades familiares
entre mujeres y hombres, estimular el debate público sobre la flexibilización
de los roles sociales e impulsar el reconocimiento de la diversidad de
estructuras familiares existentes.
• Asegurar que en cada país las mujeres y los hombres tengan acceso a los
medios anticonceptivos y que se permita a las mujeres ejercer libremente sus
derechos reproductivos. Asimismo, promover la investigación sobre los
métodos científicos de regulación de la fecundidad masculina que equilibren
el uso de anticonceptivos femeninos. En el marco de esta acción, se
considera que, como figura en el párrafo 8.25 del Programa de Acción de la
Conferencia Internacional sobre la Población y Desarrollo, "en los casos en
que el aborto no es contrario a la ley, los abortos deben realizarse en
condiciones adecuadas".
• Apoyar a las familias en el mejoramiento de sus habilidades parentales, a fin
de contribuir a reducir los sesgos de género; promover la consideración de la
familia como el ámbito en que el proceso de socialización contribuye en forma
significativa a originar la división del trabajo por género, así como los
estereotipos basados en el género.
• Promover la igualdad cultural y el respeto por la diversidad cultural a fin de
estimular la participación visible y equitativa de mujeres y hombres de todos
los grupos étnicos y culturales tanto en la región como en sus propias
sociedades.
• Reconocer y valorar la pluralidad cultural entre las mujeres y satisfacer sus
necesidades en materia de equidad de género respetando su diversidad
cultural y su identidad.
• Impartir a las mujeres y los hombres desde temprana edad una educación
con contenidos que promuevan la sensibilidad y el conocimiento acerca de la
sexualidad humana, la equidad de género y la diversidad cultural.
• Asegurar que en la cooperación internacional se incorpore, a nivel de
políticas, el enfoque de género para la realización de proyectos autónomos e
integrados.

g) Santiago de Chile, noviembre de 1997: Séptima Conferencia Regional sobre la


Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América latina y
el Caribe. El documento emanado de esta Conferencia, “Acceso al poder y
participación en la toma de decisiones. América Latina y el Caribe: políticas de
equidad de género hacia el año 2000”, toma tres temas principales como ejes: el
desarrollo sostenible, la democracia y la equidad de género (y las vinculaciones entre
éstos).

Reconoce como principal objetivo “ayudar a los países miembros de la CEPAL en la


apremiante tarea de identificar con mayor precisión los obstáculos que entorpecen a
31

las mujeres la práctica efectiva de la ciudadanía, particularmente en cuanto a la activa


participación en la toma de decisiones y el ejercicio del poder”. Procura, asimismo,
sugerir medidas con las que se allanarían esos obstáculos y se aceleraría el logro de
una real igualdad de oportunidades de las mujeres y los hombres en la toma de
decisiones centrales del Estado y de la sociedad civil y en el poder de los países.
Promueve la equidad de género en el acceso a las decisiones públicas y privadas y al
poder en todas las esferas exige múltiples acciones y esfuerzos, enfoques integrados
y complejos, y un impulso activo de numerosos y variados actores. Reconoce que
“dado que probablemente no se produzcan a mediano plazo eventos mundiales que
movilicen a la opinión pública o a los organismos financieros en favor de las mujeres,
habrá que desplegar un mancomunado e intenso esfuerzo nacional y regional
encaminado a traducir en hechos e iniciativas las agendas ya adoptadas”.

En el análisis cultural que realiza el documento, se afirma que “la consideración de que
las condiciones de subordinación se superarían a través de la educación, el empleo y
la participación social y política se ha complementado con un análisis que centra la
cuestión en las relaciones que se establecen en las sociedades entre las mujeres y los
hombres debido a la asignación cultural de roles en función del sexo y en las que las
relaciones de poder ocupan un lugar de particular importancia”.

El documento reconoce que en cuanto a la equidad de género en los países de la


región, “los adelantos se han dado sobre todo en los planos político y legal”. Advierte,
sin embargo, sobre las “profundas brechas en materia de equidad” que, por otra parte,
existen entre las mujeres. “En algunos segmentos se observa una baja de fertilidad, un
aumento de las expectativas de vida, y del nivel de educación y formación, y las
mujeres han incursionado en un mercado que ofrece nuevas oportunidades,
especialmente en el sector de servicios, y sectores que han adoptado innovaciones
tecnológicas y que en el futuro podrían ser menos sexistas”.

La familia es analizada particularmente, sosteniendo que “constituye hoy en día uno de


los temas más difíciles de abordar. Posturas culturales, valóricas, ideológicas,
religiosas y éticas se entrecruzan inevitablemente, reflejando expectativas y temores
frente a los cambios y los efectos que pueden tener en el plano personal (...). Los
estudios tradicionales sobre la familia han establecido como supuesto la
complementariedad de los integrantes de la pareja, lo que conduce a asignar al
hombre el papel de proveedor y a la mujer el trabajo no remunerado, doméstico, y el
cuidado de los hijos. En los estudios de género se comienza a mostrar a la familia
como un ámbito bastante más complejo de interrelaciones, en el que sus miembros
detentan, y por lo tanto ejercen, un poder desigual en los planos afectivo, económico,
social, educativo y psicológico. Las diferencias de poder dependen del parentesco, el
sexo y la edad, y determinan la capacidad de negociación en la toma de decisiones y
el acceso, uso y control de los recursos materiales y simbólicos dentro del hogar (…).
A partir de la información disponible se indaga si en América Latina y el Caribe la
familia es un obstáculo o un estímulo a la participación de las mujeres en la toma de
decisiones y en el poder”.

“Hasta mediados de los años cincuenta en América Latina y el Caribe la familia seguía
siendo percibida como el lugar de consumo, de producción y de reproducción”.
Contemporáneamente, “con mayor o menor intensidad comienzan a perfilarse distintas
relaciones dentro de la familia. La constitución y la continuidad de la familia empiezan
a depender mucho más de la compatibilidad entre sus miembros y la autoridad única
comienza a ser cuestionada y surge una demanda de responsabilidades más
compartidas (…). La autoridad del "hombre de la casa" (…) no es el único poder que
comienza a cuestionarse. La maternidad también empieza a perder valoración. El
papel de madre, considerado el rol primordial de las mujeres, ha sido tradicionalmente
32

una fuente de poder y prestigio. La reducción del tamaño de la familia como realidad y
como deseo explícito de las mujeres, la posibilidad de decidir cuántos hijos se desea
tener y de definir su espaciamiento, y el derecho a hacerlo así como la socialización
creciente de los hijos en espacios extrafamiliares, cambian las relaciones de poder
dentro de la familia y conducen a una adaptación a las nuevas circunstancias (…) Si
bien en toda la región el tamaño de las familias se ha reducido, el ejercicio del derecho
a no tener más hijos que los deseados es mucho más difícil para las mujeres pobres
por problemas de acceso a la información o a los métodos anticonceptivos”.

Por otra parte, “las exigencias de la familia tradicional limitan las posibilidades de
participación de las mujeres en las sociedades actuales. Por lo tanto, hoy se requiere
de una redefinición de roles más equitativa en su interior y más compatible con las
actividades concretas de sus integrantes”.

Concretamente, se propone “una flexibilización de los roles al interior de la familia, que


signifiquen compartir las responsabilidades entre sus miembros, es decir una
democratización de la familia. Esto exige que se ponga fin a la dicotomía entre lo
público y lo privado, que restringe el papel de las mujeres a lo puramente privado.
Para lograr este objetivo se deben realizar campañas educativas en los medios de
comunicación y en las escuelas, en las que colaboren entidades de los gobiernos
central y locales, y distintos integrantes de la sociedad civil; asimismo, hay que
continuar con reformas legales y políticas que aseguren el pleno respaldo de la
legislación a los derechos de las mujeres en la familia”.

Con respecto a la participación de la mujer en el nivel comunitario o local, se hace


particular hincapié en al obstáculo que significa “el hecho de que en la mayoría de los
casos se insiste en los estereotipos de la mujer en tanto ama de casa y proveedora de
servicios y no se estimula el desarrollo de la capacidad de liderazgo”.

El documento reconoce que los principales obstáculos para la implementación plena


de la equidad de género “aparecen en primer lugar vinculados a los recursos
necesarios para llevar a la práctica la agenda política. Si se toma en cuenta que el
volumen del gasto social en la región, que si bien han aumentado en algunos casos en
comparación con la década de 1980, sigue siendo insuficiente para la aplicación de los
planes y programas ya previstos de salud, educación y seguridad social, es difícil
imaginar cómo podrán implementarse políticas y programas especiales que acentúen
la integración de la perspectiva de género”.

El Consenso de Santiago: el Anexo III del Informe de la Séptima Conferencia


Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de
América Latina y el Caribe es llamado “Consenso de Santiago”. Propone lo siguiente:

• Aplicar al desarrollo un enfoque integrado que vincule políticas sociales y


económicas para el logro de la equidad, tomando en cuenta que el desarrollo
sostenible exige la integración explícita de la perspectiva de género, ya que
todos los planes, programas y políticas tienen de hecho una determinada
perspectiva de género y sobre esa base deciden los roles de las personas en la
sociedad; garantizar que los planes y programas incorporen plenamente
(mainstreaming) una adecuada perspectiva de género en las políticas y
decisiones, y consideren la distribución equitativa de recursos en la sociedad

• Adoptar un enfoque de género en la planificación de medidas relacionadas con


el medio ambiente, con miras a asegurar la incorporación de las mujeres en el
proceso de adopción de decisiones y en la evaluación del impacto de los
desastres naturales, en vista de la importante contribución de las mujeres al
33

desarrollo económico y social y a la protección del medio ambiente,


componentes ambos del desarrollo sustentable, y que se refuerzan mutuamente

• Incorporar la perspectiva de género en las agendas de los gobiernos locales y en


sus políticas, sobre todo las de capacitación, y utilizar las redes de
organizaciones de mujeres para fortalecer sus actividades y establecer vínculos
con otras instituciones

• Desarrollar materiales didácticos, metodologías y programas de estudio


adecuados en términos de género, así como programas de capacitación de
maestros que permitan eliminar los estereotipos de género y ofrecer educación y
capacitación no discriminatorias orientadas al desarrollo físico e intelectual de
niñas y niños, reconociendo que la capacitación de maestros es un elemento
esencial de los programas adecuados desde el punto de vista del género para
eliminar la diferencia de expectativas con respecto a las niñas y los niños que
refuerzan la división del trabajo en función del sexo

• Formular e implementar a nivel nacional programas piloto que apliquen la


dimensión de género en el proceso de planificación, por ejemplo sobre
erradicación de la pobreza

• Contribuir al proceso de revisión y redacción del Proyecto de Protocolo


Facultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer

• Formular y perfeccionar programas encaminados a proteger la salud y los


derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, en conformidad con las
disposiciones adoptadas en las conferencias de El Cairo y Beijing

• Promover la información, la educación y los servicios adecuados de prevención y


ayuda sobre salud sexual reproductiva para adolescentes, reconociendo que el
embarazo en la adolescencia tiene efectos sociales y económicos

h) Lima, febrero de 2000: Octava Conferencia Regional sobre la Integración de la


Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América latina y el Caribe. Los
países participantes en la Octava Conferencia Regional sobre la Mujer de América
Latina y el Caribe aprueban el Consenso de Lima para fortalecer la implementación del
Programa de Acción Regional, inclusive más allá del año 2001, así como promover la
efectiva implementación de la Plataforma de Acción de Beijing, y participar
activamente en el proceso de evaluación y seguimiento de la Cuarta Conferencia
Mundial sobre la Mujer.

Producto de esta Octava Conferencia es el “Consenso de Lima”, en el cual los países


participantes en la Octava Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el
Caribe, se comprometen a:

• Promover la aplicación efectiva de la Convención sobre la eliminación de todas


las formas de discriminación contra la mujer y de la Convención interamericana
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y exhortar a los
Estados Partes a que revisen sus reservas a ambas convenciones

• Instar a los Estados de la región a que suscriban, ratifiquen e implementen el


Protocolo facultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las formas
34

de discriminación contra la mujer

• Reorientar las políticas públicas, colocando la equidad social y de género en el


centro de las preocupaciones gubernamentales, y lograr tal objetivo basando
sistemáticamente estas políticas en evaluaciones de su diferente impacto sobre
hombres y mujeres para vigilar su aplicación

• Crear o fortalecer los mecanismos institucionales para la promoción de la mujer y


la igualdad de oportunidades, dotándolos de recursos adecuados de toda índole,
personalidad jurídica y autonomía presupuestal, así como del respaldo político al
más alto nivel, entre otras cosas para que impulsen y vigilen la aplicación de
políticas de género en forma transversal

• Promover la eliminación de toda forma de discriminación sexista de los procesos


y contenidos educativos y eliminar los estereotipos que se reproducen por este
medio

• Formular y perfeccionar programas encaminados a proteger la salud y los


derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, de conformidad con las
disposiciones adoptadas en El Cairo por la Conferencia Internacional sobre la
Población y el Desarrollo y en Beijing por la Cuarta Conferencia Mundial sobre la
Mujer

i) México, junio de 2004: Novena Conferencia Regional sobre la Integración de la


Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América latina y el Caribe. El
Documento emanado de esta Conferencia lleva como título “Caminos hacia la
equidad de género en América Latina y el Caribe” y se centra en los campos
laboral y de superación de la pobreza. En la introducción deja sentado que “la
estrategia de transversalización de la perspectiva de género en las políticas se
reconoce aún como la más idónea”.

El primer capítulo está dedicado a una síntesis del proceso de avance de la equidad
de género en la región. En el segundo se analizan los vínculos entre la pobreza y la
autonomía económica de las mujeres. “Se confiere particular importancia al estudio de
la división entre el trabajo productivo y reproductivo y de las consecuencias de ésta en
el acceso a las oportunidades”.

En el diagnóstico que el documento realiza sobre la equidad de género en la región, se


afirma lo siguiente:
ƒ Muchos de los mecanismos para el adelanto de la equidad de género en la
región siguen amenazados por la “sectorialización o tematización de la equidad
de género”
ƒ Las Conferencias Internacionales han sido un gran avance para la equidad de
género
ƒ Particularmente la Cumbre del Milenio recogió las nociones de
empoderamiento y autonomía de las mujeres, al igual que la necesidad de
articular la igualdad de género con la lucha contra la pobreza
ƒ Los esfuerzos de los movimientos de mujeres por instalar en la agenda pública
las políticas de equidad de género han sido exitosos, aunque insuficientes
ƒ Los beneficios de la igualdad de género no se han distribuido equitativamente
ƒ Entre los pasos importantes que se han dado hacia la equidad de género se
cuenta la modificación de los marcos legales en todos los países de la región,
aunque aún se debe luchar por la erradicación de prejuicios y estereotipos que
impiden la adecuada aplicación de la ley
35

ƒ Todos los países de la región cuentan con un organismo para el adelanto de la


mujer y se han creado numerosas instituciones con mandatos referidos al
género
ƒ Se han desarrollado considerablemente en los últimos años distintas
experiencias institucionales, políticas públicas e instrumentos de
transversalización de la perspectiva de género
ƒ El proceso seguido por las políticas de género constituye un camino claro:
visibilidad lograda mediante la acción del movimiento de las mujeres,
elaboración conceptual y metodológica, construcción de argumentos, paso de
la agenda social a la agenda política, reforma de marcos jurídicos, desarrollo
institucional, adopción por parte de la opinión pública y puesta en práctica de
estrategias que busquen atención y cambios. “Se trata de largos procesos
históricos que alteran rutinas institucionales, valores y pautas culturales,
pero que terminan instalándose en el sistema vigente como consecuencia
de la modernidad y la voluntad política conjugadas por la acción
deliberada del movimiento social de las mujeres. Su inserción en la
estructura institucional abre nuevos desafíos y debates que no pueden
darse por finalizados y que requieren una renovación permanente”.

El documento afirma que “es importante señalar que tanto en el análisis como en las
políticas es imprescindible tener en cuenta los múltiples factores que activan la
desigualdad de género, uno de los cuales es la relación entre las dimensiones
económicas, políticas y sociales. Sin embargo, el vínculo constitutivo de la desigualdad
es el que atañe a las dos esferas básicas de la vida: la pública y la privada. Desde ese
punto de vista, una de las explicaciones más consistentes para comprender por qué
persisten las desigualdades laborales, sociales y políticas radica en el hecho de que
los cambios no han llegado al mundo de la familia, por lo que la autonomía obtenida
por las mujeres está siendo pagada en el ámbito individual, sin el aporte de las
políticas públicas. Las mujeres han superado sus ataduras excluyentes con el mundo
doméstico, pero no han sido eximidas de esa responsabilidad”. “En este sentido se
puede afirmar que la región presenta un abigarrado escenario, fecundo como
resultado de las transformaciones sociales y la acción del movimiento de las mujeres,
en el que se han construido espacios de igualdad que coexisten con viejas prácticas
familiares, sociales e institucionales discriminatorias”.

Al abordar el fenómeno de la pobreza en la región, el documento sostiene que, “siendo


la pobreza un fenómeno multidimensional sintetizado por la carencia crítica de
ingresos, su análisis requiere, además, visibilizar otras relaciones de poder y, en el
caso de las mujeres, muy particularmente aquellas relacionadas con el trabajo no
remunerado, los derechos reproductivos, la violencia contra la mujer y el uso del
tiempo”. “l análisis de la pobreza desde la perspectiva de género permite articularlo
con el de otras formas de dominación, como la étnica y la racial, que estructuran las
relaciones sociales (…). El enfoque de género destaca la importancia de entender el
fenómeno como un proceso en el que concurren relaciones de poder, y no como un
síntoma”. “De acuerdo con esta conceptualización, la autonomía económica, física y
reproductiva de las mujeres, así como la valoración de su trabajo no remunerado y del
tiempo que éste demanda, adquieren una importancia estratégica”. “La autonomía del
cuerpo de las mujeres implica el acceso a condiciones adecuadas de salud sexual y
reproductiva que reduzcan la mortalidad materna y las tasas de fecundidad no
deseada”.

Hasta ahora, la mayoría de los programas contra la pobreza “se fundan en varios
supuestos no explicitados. Por un lado, estos supuestos y mandatos están vinculados
a un modelo de desarrollo económico y social ‘ideal’, así como también a una
construcción ‘ideal’ en cuanto a tipos de hogares y familias y a los correspondientes
36

roles e ‘identidades’ masculinos y femeninos (…). Los magros resultados de los


programas para el alivio o superación de la pobreza, así como algunos hallazgos en
las evaluaciones de su impacto, indican que algunas afirmaciones y supuestos
requieren revisión” (…). “Los programas que buscan la superación de la pobreza
reproducen patrones históricos de discriminación y explotación”.

El documento hace un desarrollo exhaustivo del concepto de ‘empoderamiento’, que


“es un concepto político que trasciende la participación política formal y la
concientización. Aunque haya surgido en el proceso de lucha por los derechos civiles
(León, 1997), hoy en día hace referencia a la necesidad de generar cambios en las
relaciones de poder entre hombres y mujeres. El poder se entiende aquí como el
acceso a recursos físicos e ideológicos en una relación social siempre presente. Se
trata entonces de transformar las reglas del juego que establecen la distribución de la
riqueza material y simbólica, la capacidad de decidir libremente en la sociedad y la
familia, incluyendo la reingeniería del tiempo, en un proceso de búsqueda de la
igualdad”.

En cuanto al impulso dado a la perspectiva de género por los encuentros y Cumbres


internacionales, se reconoce que hoy, “a pesar de su heterogeneidad, prácticamente
todos los países han adoptado marcos jurídicos que responden a los compromisos
internacionales sobre equidad de género (…). La suscripción de los tratados
internacionales refuerza la acción de los mecanismos de género en el Estado y amplía
las posibilidades de coordinar políticas con otros actores y de atender los reclamos de
los movimientos de mujeres, sobre todo en contextos nacionales poco proclives a
institucionalizar valores y demandas relativas a la equidad de género”.

Un concepto interesante que el documento desarrolla es el de “transversalización” de


la perspectiva de género. “La principal estrategia aplicada ha sido la transversalización
de la perspectiva de género en las políticas públicas, que ha resultado en la creación
de instancias de género en distintos sectores y oficinas de carácter regional, así como
en la formulación de nuevos lineamientos de políticas. Se destaca la labor destinada a
incidir en la salud, el trabajo, la educación y la agricultura y la creciente, pero aún
débil, capacidad de coordinación con los ministerios e instituciones del ámbito
económico, sobre todo los de hacienda, planificación, asó como con los del campo de
la política, que abarca la seguridad, la descentralización y el desarrollo regional”. “La
estrategia de transversalización es el proceso de integración de la perspectiva de
género en las políticas de desarrollo y consiste, en la práctica, en el examen de las
consecuencias para mujeres y hombres de cualquier tipo de acción pública planificada,
incluidas la legislación, las políticas y los programas, en cualquier campo”.

En cuanto a una “agenda de reformas”, algunas de las prioridades que el documento


propone con las siguientes:
ƒ El empleo: debe incluirse el reconocimiento del valor del trabajo doméstico no
remunerado, la necesidad de políticas que permitan armonizar la vida familiar y
pública y la importancia de involucrar a hombres y mujeres en el proyecto. En
este ámbito, los derechos reproductivos y la erradicación de la violencia contra
la mujer siguen siendo prioridades que exigen amplias reformas institucionales
y una mayor asignación de recursos.
ƒ La participación ciudadana: se espera el desarrollo de múltiples herramientas
de control, evaluación y rendición de cuentas que garanticen la participación
ciudadana de las mujeres. Esto también supone una profundización del
desarrollo de las estadísticas de género, mediante la recolección de
información básica, especialmente sobre la pobreza, el trabajo no remunerado
y el uso del tiempo.
ƒ Las políticas públicas: se busca redefinir el bien común, sobre la base de la
37

afirmación de los derechos individuales y el otorgamiento de un espacio


legítimo a la pluralidad y la reflexión, que parta de la capacidad de decidir de
las mujeres.

Producto de esta última Conferencia, se firma el “Consenso de México”, en el cual los


países participantes vuelven a comprometerse a:

• Realizar esfuerzos por incorporar la perspectiva de género en la elaboración,


ejecución y evaluación de las políticas públicas mediante la aplicación de
instrumentos de seguimiento y evaluación.

• Alentar a los Estados a incluir la equidad e igualdad de género, como tema


prioritario en las estrategias de desarrollo de la capacidad comercial en los
planos nacional y regional.

• Revisar e implementar la legislación que garantice el ejercicio responsable de los


derechos sexuales y reproductivos y el acceso sin discriminación a los servicios
de salud, incluida la salud sexual y reproductiva.

• Incorporar efectivamente la perspectiva de género en todos los programas y


políticas de gobierno, otorgando particular atención a la pobreza, el trabajo no
remunerado, el uso del tiempo, la violencia de género y la migración
internacional.

• Invitar a los parlamentos de la región a que revisen sus legislaciones, a fin de


armonizarlas con los instrumentos internacionales en materia de derechos
humanos y de no discriminación de las mujeres, niños, niñas y adolescentes.

• Exhortar a los gobiernos que aún no lo han hecho a considerar la ratificación y


aplicación efectiva de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer y su Protocolo facultativo, así como de la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer y la adopción de un mecanismo efectivo para la aplicación y
seguimiento de esta última por los Estados parte.
38

4.- LOS TRATADOS REGIONALES (AMÉRICA LATINA)

4.1.- Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia


contra la mujer (‘Convención de Belem do Pará’)

Antecedentes

Junio 1994: La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos


aprueba la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belem do Pará).

Abril 1996: El Congreso Argentino aprueba esta Convención por ley número
24.632. Desde entonces, son numerosos los proyectos de ley que
9
solicitan su elevación a la jerarquía constitucional .

La Convención

1.- Concepto de violencia:


La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer entiende por violencia contra la mujer: “cualquier
acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento
físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el
privado” (art. 1). Incluye la violencia física, sexual y psicológica, dentro o fuera
de la familia (art. 2). La violencia contra la mujer impide y anula el ejercicio de
los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales (art. 5).
Se introduce el concepto de “género”, sin definirlo ni delimitar su
sentido.
Se establece un concepto difuso y demasiado amplio, en cuyo marco se
insertarían conductas que no necesariamente son ejercicio de violencia
contra la mujer. Resulta prácticamente imposible, por ejemplo, delimitar
el significado de “sufrimiento sexual” o “sufrimiento psicológico”,
prestándose esta terminología para justificar cualquier tipo de prácticas
amparadas bajo estos conceptos. Un embarazo no querido podría ser
considerado como fruto de la violencia y por lo tanto, podría llegar a
justificar un aborto.

2.- Violencia contra la mujer y estereotipos:


La Convención establece que el derecho de toda mujer a una vida libre de violencia
incluye, entre otros, el derecho de la mujer a ser valorada y educada libre de patrones
estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y culturales basadas en
conceptos de inferioridad o subordinación (art. 6).
Se recogen así varios conceptos de la así llamada “perspectiva de
género”: “patrones estereotipados de comportamiento”, “prácticas
sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o
subordinación” (patriarcalismo). Según esta perspectiva, las diferencias
entre varones y mujeres son el fruto de construcciones culturales, así
como también el hecho de que durante siglos el varón haya dominado
en las estructuras socio-culturales y la mujer haya estado subordinada a
él.

3.- Deberes de los Estados Partes:


Los Estados Partes, según la Convención, deben adoptar políticas orientadas a

9
Los datos incluidos en este texto están actualizados al 30 de noviembre de 2006.
39

prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, incluyendo en su legislación


interna normas penales, civiles y administrativas y tomando todas las medidas
apropiadas para modificar o abolir leyes y reglamentos vigentes, o para modificar
prácticas jurídicas o consuetudinarias que respalden la persistencia o la tolerancia de
la violencia contra la mujer (art. 7, incisos c) y e)). Además, los Estados Partes
convienen en “adoptar, en forma progresiva, medidas específicas, inclusive programas
para: b) modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres,
incluyendo el diseño de programas de educación formales y no formales apropiados a
todo nivel del proceso educativo, para contrarrestar prejuicios y costumbres y todo otro
tipo de prácticas que se basen en la premisa de la inferioridad o superioridad de
cualquiera de los géneros o en los papeles estereotipados para el hombre y la mujer
que legitimizan o exacerban la violencia contra la mujer; d) suministrar los servicios
especializados apropiados para la atención necesaria a la mujer objeto de violencia,
por medio de entidades de los sectores público y privado, inclusive refugios, servicios
de orientación para toda la familia, cuando sea del caso, y cuidado y custodia de los
menores afectados (art. 8).
Autoriza así al Estado a ajustar la legislación existente a los objetivos
declarados en esta Convención, así como a dictar todas las normas que
sean necesarias para facilitar su aplicación. El Estado podría intervenir
en materia de educación formal y no formal en todo el proceso
educativo, así como suministrar los servicios necesarios para practicar
esta Convención.

4.- Jurisdicción de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos


La Convención establece que “cualquier persona o grupo de personas, o entidad no
gubernamental legalmente reconocida en uno o más Estados miembros de la
Organización, puede presentar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
peticiones que contengan denuncias o quejas de violación del artículo 7 de la presente
Convención por un Estado Parte, y la Comisión las considerará de acuerdo con las
normas y los requisitos de procedimiento para la presentación y consideración de
peticiones estipulados en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y en el
Estatuto y el Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos” (art.
12).

Se permite así que sean salteadas las autoridades nacionales, pudiendo realizar
directamente las denuncias ante un organismo supraestatal.

4.2.- Anteproyecto de Convención Interamericana contra el racismo y toda forma


de discriminación e intolerancia. Recogiendo el antecedente de la Conferencia
Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas
Conexas de Intolerancia, celebrada en Durban (Sudáfrica) en el año 2001, la
Asamblea General de la OEA mediante resolución AG/RES.1774 (XXXI-O/01) encargó
al Consejo Permanente la consideración de la necesidad de una convención
interamericana contra el racismo y toda forma de discriminación e intolerancia. Razón
por la cual, la Comisión de Asuntos Jurídicos y Políticos del Consejo Permanente de la
OEA elaboró un cuestionario para ser respondido por los gobiernos de los países
miembros. Con estas “contribuciones preliminares” de los Estados, y tomando en
cuenta las disposiciones de los instrumentos jurídicos internacionales en la materia,
las declaraciones y recomendaciones emanadas de la Conferencia Mundial contra el
Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia
(Durban, Sudáfrica, 2001) y de la Conferencia Regional de las Américas preparatoria
de la Conferencia Mundial (Chile, 2000), así como eventuales contribuciones de otros
órganos del sistema interamericano y de la sociedad civil, el Comité Jurídico
Interamericano preparó un documento de análisis.
40

En el año 2005, la Asamblea General, mediante la resolución AG/RES.2126 (XXXV-


O/05), encomendó al Consejo Permanente que instituya un grupo de trabajo
encargado de recibir contribuciones con vistas a la elaboración de un proyecto de
Convención Interamericana contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación e
Intolerancia.

El 18 de abril de 2006, la Comisión de Asuntos Jurídicos y Políticos del Consejo


Permanente de la OEA elaboró el Anteproyecto de Convención Interamericana contra
el Racismo y Toda Forma de Discriminación e Intolerancia. El mismo fue considerado
para su aprobación durante la Conferencia Regional de las Américas que se celebró
en Brasil del 26 al 28 de julio de 2006.

En el mismo se considera entre las víctimas del racismo, la discriminación y la


intolerancia, entre otros grupos, a las llamadas “minorías sexuales”. Se constata que
algunas personas pueden vivir formas múltiples o agravadas de racismo,
discriminación e intolerancia motivadas por una combinación de factores entre los
cuales se encuentra la “orientación sexual”.

El anteproyecto de Convención entiende por discriminación “cualquier distinción,


exclusión, restricción o preferencia basada en la raza, color, etnia, sexo, edad,
orientación sexual, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra naturaleza,
origen nacional o social, posición económica, condición de migrante, refugiado o
desplazado, nacimiento, condición infectocontagiosa estigmatizada, característica
genética, deficiencia, sufrimiento psíquico incapacitante o cualquier otra condición
social que tiene por objetivo o efecto anular o restringir el reconocimiento, goce o
ejercicio en un mismo plano (en igualdad de condiciones) de derechos humanos y
libertades fundamentales en el ámbito político, económico, social, cultural o en
cualquier otro ámbito de la vida pública y privada”.

Distingue dos tipos de discriminación: directa e indirecta. La discriminación directa se


produce “en todos los casos de tratamiento diferenciado, en cualquier esfera de la vida
pública o privada, basado en factores como la raza, color, etnia, sexo, edad,
orientación sexual, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra naturaleza,
origen nacional o social, posición económica, condición de migrante, refugiado o
desplazado, nacimiento, condición infectocontagiosa estigmatizada, característica
genética, deficiencia, sufrimiento psíquico incapacitante o cualquier otra condición
social que no tenga un objetivo o justificación razonable”. En cambio, “se produce
discriminación indirecta toda vez que, en cualquier esfera de la vida pública o privada,
un factor aparentemente neutro, como una disposición, criterio o práctica, no puede
ser fácilmente satisfecho o cumplido por personas que pertenecen a un grupo
específico definido en base a elementos como la raza, color, etnia, sexo, edad,
orientación sexual, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra naturaleza,
origen nacional o social, posición económica, condición de migrante, refugiado o
desplazado, nacimiento, condición infectocontagiosa estigmatizada, característica
genética, deficiencia, sufrimiento psíquico incapacitante o cualquier otra condición
social, a menos que tal factor tenga un objetivo o justificación razonable”.

Asimismo, se introduce la expresión “proyecto de vida”, cuyo sentido “está asociado al


concepto de realización personal y a las opciones de que dispone el ser humano para
conducir su vida y alcanzar el destino que se propone”. “A los efectos de la presente
Convención, la restricción o anulación del proyecto de vida de las víctimas del racismo,
la discriminación e la intolerancia implica la reducción objetiva de sus libertades
fundamentales, la pérdida de un valor existencial inherente a su dignidad y la violación
de sus derechos humanos”.
41

Entre las prácticas consideradas “discriminatorias” por la Convención, se encuentra “el


delito de odio, entendido como toda práctica delictiva derivada de un ánimo o
motivación racial, étnico, religioso, de género o en función de la orientación sexual,
deficiencia mental o física de la víctima, así como de cualquier forma semejante a la
discriminación”; “la elaboración y la implementación de contenidos, métodos o
instrumentos pedagógicos que reproduzcan estereotipos o preconceptos en función de
la raza, color, etnia, sexo, edad, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra
naturaleza, origen nacional o social, posición económica, condición de migrante,
refugiado o desplazado, nacimiento, deficiencia, sufrimiento psíquico incapacitante,
orientación sexual o condición infectocontagiosa estigmatizante o cualquier otra
condición social”, y el “negar o limitar información sobre derechos reproductivos o
impedir el libre ejercicio de la determinación del número de hijos e hijas”.

Los Estados Parte se comprometerían, entre otras cosas, a “incorporar la perspectiva


de género en todas las políticas públicas contra el racismo, la discriminación y la
intolerancia, estimulando su adopción en el ámbito privado”, y a “promulgar leyes que
definan el delito de odio como el practicado con ánimo o motivación racial, étnico,
religioso, de género, de orientación sexual, deficiencia física y mental, y otras formas
semejantes de discriminación, sancionando tal práctica en el ámbito penal y civil”.

El anteproyecto de Convención establece también los mecanismos de protección,


desempeñados fundamentalmente por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Dichos mecanismos se
instrumentan a través de la presentación obligatoria a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, por parte de los Estados partes, de “informes periódicos respecto
de las medidas que hayan adoptado para asegurar el debido respeto por los derechos
consagrados y el cumplimiento de las obligaciones asumidas. En particular, los
Estados partes se comprometen a informar a la Comisión acerca de las medidas
legislativas, judiciales, administrativas y de otro orden”. Estos informes deberán
presentarse cada dos años. “Al concluir el examen del informe del Estado parte, la
Comisión elaborará un informe que incluirá información sobre las medidas que el
Estado parte haya adoptado en la aplicación de la presente Convención, los progresos
que haya alcanzado en la eliminación de todas las formas de discriminación, las
circunstancias o dificultades que haya enfrentado en la implementación de la
Convención, así como las conclusiones, observaciones y recomendaciones de la
Comisión para el cumplimiento de la misma”.

Asimismo, “cualquier persona o grupo de personas, o entidad no gubernamental


legalmente reconocida en uno o más Estados miembros de la Organización, puede
presentar a la Comisión peticiones que contengan denuncias o quejas de violación de
la presente Convención por un Estado parte”.

“En casos de violaciones de la presente Convención consideradas de naturaleza grave


y urgente por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, esta podrá realizar
una investigación in loco en el Estado en cuyo territorio se alegue la práctica de tales
actos, para cuya eficaz realización solicitará, y el Estado de que se trate le
proporcionará, todas las facilidades necesarias”.

Los Estados partes podrán, “en el momento del depósito de su instrumento de


ratificación de la presente Convención o de adhesión a la misma, o en cualquier
momento posterior, formular la declaración a que se refiere el ARTICULO 45 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, reconociendo la competencia de la
Comisión para recibir y examinar las comunicaciones en que un Estado parte alegue
42

que otro Estado parte ha incurrido en violación de los derechos establecidos en la


presente Convención”.

Por su parte, “la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte


Interamericana de Derechos Humanos, atento a lo dispuesto en el ARTICULO 62 da la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, podrán adoptar medidas de alerta
anticipada y procedimientos de emergencia a fin de prevenir graves violaciones a la
presente Convención”.

En sus disposiciones generales, el anteproyecto deja sentado que “nada de lo


dispuesto en la presente Convención podrá ser interpretado en el sentido de restringir
o limitar la legislación interna de los Estados partes que ofrezca protecciones y
garantías iguales o mayores a las establecidas en la Convención”.

Cualquier Estado podrá formular propuestas de enmienda a esta Convención.


También podrán efectuar reservas en el momento de ratificarla, “siempre que no sean
incompatibles con el objeto y el propósito de la Convención y versen sobre una o más
de sus disposiciones específicas”. Finalmente, “cualquier Estado parte podrá someter
a consideración de los Estados partes reunidos en ocasión de la Asamblea General
proyectos de protocolos adicionales a esta Convención, con la finalidad de incluir
progresivamente otros derechos en el régimen de protección de la misma. Cada
protocolo adicional debe fijar las modalidades de su entrada en vigor, y se aplicará
solamente entre los Estados partes del mismo”.
43
CONCLUSIÓN

A la luz de lo expuesto en las páginas anteriores, las ideas desarrolladas en el Informe


Kissinger van cobrando cada vez mayor actualidad. No es posible, a medida que uno
recorre el historial de las conferencias internacionales vinculadas con esta temática, no
traer a la memoria los principales lineamientos de este Informe.

Volvemos a recordar la hipótesis central de este trabajo, a saber, que es posible


encontrar en las políticas poblacionales impulsadas en los países no industrializados
una fuerte vinculación con planes y proyectos que responden a determinados
intereses de los países más desarrollados.

Pero, más allá de las concretas políticas de población de aquí derivadas, por sobre
todas las cosas se va delineando una concepción sobre el hombre extraña a la que
tienen nuestros pueblos.

No se trata aquí, como dirían algunos, de una cuestión de “estereotipos” culturales,


que es necesario cambiar para lograr una mayor dignidad y goce de los derechos
humanos. Se trata de lineamientos cuidadosamente estudiados y planificados en todos
sus aspectos a fin de lograr objetivos bien concretos: la disolución de aquellos valores
que sustentaban los auténticos derechos de la persona humana; porque esa
disolución es necesaria para asegurar una mayor ingerencia de los propios intereses
en las políticas internas de esos países.

Aquel bien común internacional que, según el Magisterio de la Iglesia, debía regir las
relaciones entre los países, no parece encontrar aplicación en estas políticas.

Los organismos internacionales, que alguna vez imaginara y delineara Juan XXIII en
Pacem in terris bajo el nombre de “autoridad pública universal”, “cuya autoridad se
ejerce sobre el mundo entero y provistos de medios adecuados que llevan al bien
común universal”, que deberá ser “igual con todos, exenta de toda parcialidad y
orientada al bien común de todas las gentes”, parecen una lejana utopía al estudiar las
tendencias de las actuales organizaciones mundiales.

Bien decía el mismo Juan XXIII: “si las naciones más poderosas impusieran por la
fuerza esta autoridad universal, con razón se habría de temer que sirviese al provecho
de unos pocos o que estuviese del lado de una sola nación; y de este modo la fuerza y
10
eficacia de su acción correrían peligro” .

Sólo nos queda hacer un llamamiento a las autoridades de nuestros países


latinoamericanos, y a nuestro mismo pueblo, para que abra los ojos y aprenda a
valorar nuevamente las riquezas de su cultura e idiosincrasia y, capitalizándolas,
encuentre la forma de lograr un auténtico desarrollo, “que es el paso, para todos y
cada uno, de unas condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas.
Menos humanas: la penuria material de quienes están privados de un mínimo vital y la
penuria moral de quienes por el egoísmo están mutilados. Menos humanas: las
estructuras opresoras, ya provengan del abuso del tener, ya del abuso del poder, de la
explotación de los trabajadores o de la injusticia de las transacciones. Más humanas:
lograr ascender de la miseria a la posesión de lo necesario, la victoria sobre las plagas
sociales, la adquisición de la cultura. Más humanas todavía: el aumento en considerar
la dignidad de los demás, la orientación hacia el espíritu de pobreza, la cooperación al
bien común, la voluntad de la paz. Más humanas aún: el reconocimiento, por el
hombre, de los valores supremos y de Dios, fuente y fin de todos ellos. Más humanas,
finalmente, y, sobre todo, la fe, don de Dios, acogido por la buena voluntad de los

10
Cfr. Juan XXIII; “Pacem in terris”, números 130 y ss.
44
hombres, y la unidad en la caridad de Cristo, que a todos nos llama a participar, como
11
hijos, en la vida del Dios viviente, Padre de todos los hombres” .

11
Pablo VI; “Populorum progressio”; números 20 y 21.

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