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Agradecimientos.....................................................................9
Preámbulo ........................................................................... 11
La Ciudad de México: una cartografía político-cultural ........... 21
Huellas, rondas y lances ........................................................ 65
Frente al imperialismo......................................................... 127
Desafío y duelo político ...................................................... 165
Cerrando líneas y abriendo ventanas .................................... 185
Bibliografía......................................................................... 197
Índice onomástico .............................................................. 215
Agradecimientos
9
interés y entusiasmo en apoyarme de motu proprio, al consi-
derar otras fuentes relevantes que me eran desconocidas.
A la etnohistoriadora Perla Jaimes Navarro por su pro-
lija revisión del borrador de la obra, sus oportunas suge-
rencias, la elaboración de un útil índice onomástico y el
cuidado en la edición de esta obra. A Manuel Pásara Pása-
ra, amigo solidario, por sus pacientes y estimulantes lectu-
ra.
A la antropóloga Xóchitl Zambrano Bernal por su en-
tusiasta apoyo y disposición para realizar el diseño de la
portada y el cuidado de las cinco imágenes que acompañan
este libro.
10
Preámbulo
11
dino en las Segovias (1928) habían ingresado, enlazados
entre sí en el imaginario, la palabra, el arte y el compromiso
social y político de las juventudes universitarias inflamadas
por el espíritu de la Reforma y la unidad continental. La
Ciudad de México decía la memoria y las esperanzas vivas
de la Revolución no siempre convergentes, pero también
expresaba los signos de esa nueva sensibilidad que se afir-
maba en otras ciudades del continente y del mundo. Quie-
nes cultivaban cierta pasión por la autoctonía política, artís-
tica y literaria le imprimieron a sus obras e ideas sellos dis-
tintivos, sin exentarse de su deseo de nutrirse de lo que sus
pares, realizaban en otros confines del mundo. Los exilia-
dos latinoamericanos compartían esa misma sensibilidad
en el mismo arco temporal.
Destacamos aquellos valores, símbolos, prácticas y
consumos culturales de las capas medias letradas urbanas
porque fueron parcialmente asumidas por Haya de la Torre
y Mella –nuestros antagonistas– contrariando las biografías
acuñadas por la historia militante.
Henri de Man acertó cuando escribió que «las normas
del consumo cultural se rigen por el estilo de vida» con la
finalidad de reafirmar la pertenencia de clase y la función
de que tiene «el prestigio». 1
Una pequeña distinción lingüística podía resignificar la
adscripción política. Lo prueba la ambigüedad discursiva
en torno a la organización liderada por Haya de la Torre.
No es lo mismo referir la APRA que el APRA. El género
del artículo define si se está hablando de Alianza o Partido.
Hemos optado por hablar de la APRA, toda vez que el
propio Haya, al hablar de Partido, prefirió nominarlo Na-
cionalista o Nacionalista Libertador en 1928.
La autoctonía política se cribó como una reelabora-
ción de los orígenes y del presente cultural, pero también
de la alteridad revestida bajo la faz imperialista. Calvin Co-
167.
12
olidge quien había asumido el poder en los Estados Unidos
el 2 de agosto de 1923, tras el repentino deceso de Warren
Harding, impulsaba una política que era percibida como
una amenaza para la soberanía de los pueblos de continen-
te e insuflaba la emergencia de nuevas corrientes naciona-
listas y antiimperialistas. La derrota de la política de Co-
olidge en la VI Conferencia Panamericana (La Habana,
1928) no fue un hecho menor para México y otros países,
tampoco para Sandino, Haya de la Torre y Mella. Desde la
Ciudad de México Coolidge fue blanco de muchos actos
de protesta y artículos de denuncia, independientemente
del relativo éxito obtenido gracias a las gestiones negocia-
doras de su embajador Dwight Morrow.
Bajo este horizonte se remodelaron las relaciones en-
tre lo público y lo privado, y se diferenciaron los campos
de la política y de la cultura, sin perder sus puentes o enla-
ces. Es en este marco donde hemos situado a nuestros dos
principales antagonistas, sin olvidarnos de sus redes: el
peruano Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) y el
cubano Julio Antonio Mella (1903-1929). Más allá de sus
respectivas adscripciones ideológicas y los obvios contras-
tes entre sus ciclos de vida, son dos figuras reconocidas del
pensamiento político latinoamericano del siglo XX.
La densidad simbólica y cultural del ciclo de vida,
permite reconocer hechos biográficos vinculantes. Mella,
en los primeros años de su juventud, manifestó una soste-
nida vocación militar. En Nueva Orleans, se enlistó en el
ejército norteamericano, falseando su edad, por lo que fue
dado de baja. Viajó a México con la finalidad de estudiar
en el Colegio Militar, pero dicha aspiración se frustró por-
que dicha entidad no admitía extranjeros. Toda vocación
militar tiene muy en alto los valores de la heroicidad, la
disciplina, la fuerza y la virilidad. Es posible que estas vi-
vencias se hayan reactualizado de otra manera en 1928,
cuando el líder cubano se abocó a preparar una fuerza ex-
pedicionaria irregular bajo su mando, que al desembarcar
13
en las costas cubanas, iniciaría la lucha armada para derro-
car a Machado.
En cambio, para Haya de la Torre únicamente existe
un punto de proximidad entre su gusto infantil por la es-
trategia y el combate militar y su visión política y conspira-
tiva de los años 1925 a 1928. El niño Haya, gustaba jugar
con la construcción de una ciudad imaginaria que cubría
tres grandes habitaciones de la casa señorial de sus padres,
allí se entrenaba como demiurgo y protagonista de sus
inventadas historias. Otras veces, al lado de sus compañe-
ros de clase, ocupaban la olvidada y derruida ciudad
prehispánica de Chan-Chan, cuyo trazo laberintico les
permitió dibujar sus lúdicas prácticas de asedios y defensas.
La correspondencia de Haya de la Torre, entre 1925 y
1928, está teñida de frases a favor de la viabilidad de una
revolución campesina en el Perú en el corto plazo. En
1928, su idea del Partido como maquinaria disciplinada y
cuasi militar, al mismo tiempo que pretendía fortalecer su
liderazgo y su voz de mando, se enrarecieron con sus
complicaciones tácticas entre su candidatura electoral y su
fallido Plan de México a favor de la vía insurreccional.
Entre los años de 1923 y 1928 les tocó a ambos com-
partir una misma época, parecidas preocupaciones y
quehaceres públicos. Ambos se movieron indistintamente
entre los ámbitos universitarios e intelectuales y los pro-
piamente políticos. Con motivo de su ríspido reencuentro
en Ciudad de México, entre fines de 1927 y mediados de
1928, hubieron algunos cambios. Haya de la Torre llegó
con un aura profesoral, al mismo tiempo que Mella recupe-
raba su condición de estudiante de leyes. Lo anterior no le
quitó al primero audiencia universitaria, gracias al aval y
acompañamiento que le brindó la Federación de Estudian-
tes Mexicana, vinculada al callismo, mientras que el segun-
do, al quedar al frente de la Asociación de Estudiantes
Proletarios y de su vocero –El Tren Blindado– se ubicó en el
ala izquierda del movimiento estudiantil. Más allá de ello,
14
cuentan los antecedentes que marcaron la recepción y re-
des estudiantiles de nuestros personajes.
Uno y otro se benefició de las redes de solidaridad
existentes entre los movimientos y federaciones de estu-
diantes en América Latina que hicieron factible sus respec-
tivos exilios en México. Haya de la Torre, a partir de 1921,
cultivó vínculos de solidaridad con los estudiantes mexica-
nos, algunos de ellos amparados por José Vasconcelos en
su calidad de Rector de la Universidad Nacional y Secreta-
rio de Educación Pública. Haya inició un intercambio epis-
tolar con Carlos Pellicer a partir de 1922 y albergó en las
páginas de su revista Claridad en 1923 las presencias juveni-
les mexicanas. Gracias a lo anterior, Haya recibió muestras
de solidaridad efectiva que facilitaron su arribo a México
en calidad de desterrado, así como su estancia. 2
En 1926, Mella arribó a México gracias al apoyo de
los Estudiantes Mexicanos y de la CROM. Arcadio Gueva-
ra, presidente de la Sociedad de Alumnos de la Escuela
Nacional Preparatoria, siguiendo el mandato de la Federa-
ción de Estudiantes Mexicana, en compañía de Adelina
Zendejas, iniciaron una colecta para financiar el viaje a
México de Mella. Entrevistaron a Napoleón Morones, el
máximo dirigente de la CROM por mediación del estu-
diante Eduardo Hornedo y consiguieron que aportase un
tercio de la suma requerida para el pasaje de Mella. 3
Temas como el Partido Político, la Revolución, el
Frente Único, la Lucha Antiimperialista, el Estado, el Mo-
vimiento Estudiantil, la intelectualidad y las clases medias
15
fueron objeto de sus desvelos y escritos. Sus aproximacio-
nes y divergencias merecen ser releídas tanto antes como
después de su ruptura. Uno y otro, formaron parte de ese
contingente de cuadros dirigentes internacionalistas insufi-
cientemente estudiado. En este trabajo –sin olvidar sus
encuentros en La Habana (1923) y Bruselas (1927)– hemos
decidido recuperarlos en una coyuntura, en la cual ambos
se reencontraron como antagonistas en la Ciudad de Méxi-
co. En dicho espacio, libraron nuevas e importantes lides
políticas entre diciembre de 1927 y mediados de 1928.
México fue, en diversos momentos de su historia, gra-
cias al influjo de su Revolución y de su política de asilo,
tierra de atracción de la más importante diáspora del exilio
latinoamericano del siglo XX. Lo fue también para nues-
tros dos principales protagonistas como veremos a conti-
nuación, aunque la trama central giró en torno a su con-
tienda ideológica y política acerca de la lucha antiimperia-
lista y la revolución continental.
La proyección de la Revolución mexicana ejerció en
ellos una cierta fascinación y, más tarde, una valoración
crítica con desiguales signos, a partir de sus experiencias en
suelo mesoamericano. Cuando Mella arribó por vez prime-
ra a México en abril de 1920, contaba apenas con 17 años
con el interés de formarse en el Colegio Militar de San
Jacinto, pero la suerte le fue adversa y viajó a la frontera
norte, para luego trasladarse a Tampico y emprender el
retorno a su país natal con fecha 16 junio del mismo año.
Por su lado, Haya de la Torre, a sus 23 años de edad mar-
chó al exilio el 9 de octubre de 1923 con destino a Panamá,
ciudad donde recibió la ayuda de José Vasconcelos, 4 secre-
16
tario de Educación Pública bajo el gobierno de Álvaro
Obregón, ofreciéndole amable refugio en México. Su nue-
vo punto de destino contemplaba una escala portuaria en
La Habana, lo cual le permitió asistir el 3 de noviembre al
acto fundacional de la Universidad Popular José Martí y
estrechar lazos de compañerismo y amistad con Julio An-
tonio Mella, antes de continuar su viaje. Arribó al puerto
de Veracruz el 15 de noviembre de 1923 y un día después a
la Ciudad de México. El 26 de mayo de 1924 dejó México
cruzando en ferrocarril la frontera norteamericana con
dirección a la ciudad de Austin, continuando su viaje hacia
la ciudad portuaria de Nueva York con la finalidad de em-
barcarse con destino a la lejana y, para ese entonces, fasci-
nante Rusia soviética. Mella, tres años más tarde, también
sería marcado por su viaje a la tierra de Lenin, aunque de
otra manera.
Durante los años 1924 y 1925 no está acreditada la re-
lación epistolar entre ambos personajes, la cual posible-
mente existió. Lo que sí está documentado testimonial-
mente fueron sus mutuas simpatías en tanto líderes estu-
diantiles y poco después, antiimperialistas. Mella, en el mes
de febrero 1926 reingresó a México por la frontera con
Guatemala, mientras Haya permanecía en Londres, visi-
tando ocasionalmente París. En febrero de 1927 se reen-
contraron en Bruselas con motivo de la realización del
Primer Congreso Antiimperialista. Haya de la Torre exage-
ró –años más tarde– su aislamiento frente una delegación
latinoamericana bajo hegemonía comunista en la que Mella
sobresalía, considerando el apoyo militante de Eudocio
Ravines y su cercanía a José Vasconcelos y a Carlos Qui-
jano. Haya desde hacía cuatro meses venía dándole explíci-
ta cuerda a su novísima Alianza Popular Revolucionaria
Americana (APRA) en abierta competencia con la Liga
17
Antiimperialista de las Américas (LADLA) con sede en
México, a la cual adhería Mella.
La ruptura amistosa y política entre el fundador del
APRA y Mella fue frontal y definitiva. El dirigente cubano,
meses después, encontrándose en la Ciudad de México,
recibió la noticia del inminente arribo de Haya en diciem-
bre de 1927 procedente de los Estados Unidos e inicia una
sostenida campaña contra él desde las filas del Partido
Comunista de México y, por ende, desde las páginas de El
Machete, su vocero oficial. A pesar de los muchos y ríspidos
eventos universitarios en los que participaron, no faltó,
gracias a las redes intelectuales compartidas, la posibilidad
de concertar un encuentro especial con la finalidad de sal-
dar entre ellos cuentas políticas o en su defecto, desarrollar
sus insalvables diferencias.
Estas mediaciones e intersticios donde ambos prota-
gonistas cruzaban señales de combate, dieron pie a una
zona y tiempo de encuentro en la Ciudad de México en el
curso de la primera mitad del año 1928. Estas han sido
descuidadas o tergiversadas por la historiografía contem-
poránea, la cual ha apostado más a una lectura formalista
de la contienda ideológica y política que ambos libraron.
La consulta de fuentes ha ido coadyuvando al esclareci-
miento gradual de sus relaciones, así como sobre los víncu-
los, disensos y fracturas de la APRA frente a la LADLA y
la Internacional Comunista (IC). Destacan los estudios de
Rodolfo Cerdas, Jussi Pakkasvirta y los de Lazar y Víctor
Jeifets. 5 El giro crítico de Pedro Planas en la historiografía
18
peruana que enriqueció el conocimiento sobre los orígenes
del aprismo ha carecido de continuadores, 6 mientras que
en Cuba, la historiografía recibió aires renovadores durante
la última década. La nueva historiografía cubana, en torno
a la contienda política entre Mella y Haya de la Torre, des-
taca críticamente una contradicción entre el planteamiento
del primero en ¿Qué es el ARPA? y «¿Hacia dónde va Cu-
ba?», ambos publicados en abril de 1928 7 en torno al papel
de la clase obrera y de la pequeña burguesía en los proce-
sos revolucionarios de los países semicoloniales como Cu-
ba. Igualmente, se ha criticado la falta de distinción de Me-
lla en su crítica al APRA y su líder con respecto a su real
heterogeneidad clasista y sus variantes nacionales. 8 Men-
ción especial merecen las obras dedicadas a Mella por Adys
Cupull, Ana Cairo y Christine Hatzky. 9
A lo largo de este trabajo presentaremos un cuadro
histórico cultural de la Ciudad de México en la medida en
de-la-torre-la-comintern-y-el-peru-acercamientos-ydesencuentros,
consultado el 20-07-2013.
6 El libro de Planas (Los orígenes del APRA, el joven Haya. Lima: Okura
internacional». En: Cairo, Ana. Mella 100 años, vol. 2, pp. 239-258.
9 Cupull Reyes, Adys. Julio Antonio Mella en los mexicanos. México: El
Caballito, 1983; Cairo, Ana. Mella: 100 años, 2 vols. Santiago de Cuba:
Editorial Oriente, 2003; Hatzky, Christine. Julio Antonio Mella (1903-
1929). Una Biografía, Santiago de Cuba: Instituto Cubano del Li-
bro/Editorial Oriente, 2008.
19
que se ilumina en los decires y quehaceres de nuestros pro-
tagonistas y de algunos personajes que formaron parte de
sus redes intelectuales y políticas. Analizaremos los móviles
y obstáculos que tuvo Haya de la Torre para cumplir su
segunda estancia en México, entre fines de 1927 y julio de
1928, la accidentada estancia de Haya de la Torre acosada
por la ofensiva cominternista en la cual Mella desempeñó
un papel destacado. Pasaremos revista sumaria y crítica a
las concepciones que ambos líderes tuvieron acerca del
imperialismo y la lucha contra él, destacando los antago-
nismos del opúsculo ¿Qué es el ARPA?, de Julio Antonio
Mella y del libro El Antiimperialismo y el APRA, escrito por
Víctor Raúl Haya de la Torre. Recuperamos la realización
de un duelo verbal de carácter privado entre nuestros dos
personajes, olvidado por la historiografía especializada.
Cerraremos con algunas certidumbres y, a modo de refle-
xión, presentamos algunas líneas y problemas de investiga-
ción pendientes.
20
La Ciudad de México:
una cartografía político-cultural
Portada del folleto de Mella: «El grito de los mártires», dibujada por el
pintor mexicano Xavier Guerrero. El Machete, núm. 50, 16 de septiembre
de 1926.
Es grandiosa, lástima que la envuelva tanta
miseria. […]
Recorrí la ciudad. Vi Chapultepec. Es hermo-
sísimo, grandioso y poético. Vi las principales
avenidas y palacios. Es una gran ciudad y pue-
de llegar a ser una inigualable ciudad.
Julio Antonio Mella (9 de abril de 1920) 1
1 Mella, Julio Antonio. Diario del primer viaje a México (1 de abril-21 de junio de 1920):
www.cubaliteraria.cu/autor/julio_antonio_mella/html/diario.html, consultadael10 de juliode
2013.
2 Haya de la Torre a Carlos Pellicer. Leysin, 3 de diciembre de 1924.
Reproducida en: Melgar Bao, Ricardo y María Esther Montanaro. V.R.
Haya de la Torre a Carlos Pellicer. Cartas Indoamericanas, pp. 58-70.
22
Revolución Mexicana y la campaña educativa y cultural de
José Vasconcelos, la cual amparó la realización de obras
perdurables de muralistas prestigiados de la época. Por ello
fue también campo de atracción para:
23
donde se editaba su órgano Cuba Libre, que lleva el subtítu-
lo: «Para los Trabajadores». 4
Estas circunstancias ensancharon su concepción del
espacio público más allá de los límites de la Ciudad de Mé-
xico y de las propias fronteras nacionales, lo que nos per-
mite observar sus contiendas ideológico-políticas de mane-
ra simultánea y aleatoria en revistas y periódicos de otros
países, con relativa autonomía frente a la presencia física de
sus contingentes: Mañana de La Habana, Repertorio Ameri-
cano de San José, Meridiano de La Paz, Justicia de Montevi-
deo, Claridad de Buenos Aires, Ariel de Tegucigalpa, Boletín
Titikaka de Puno, La Sierra, de Lima y La Prensa de Nueva
York.
Por todo lo anterior, la Ciudad de México constituía
parte de un engranaje mayor de ciudades, actores y publi-
caciones articuladas con mayor o menor representatividad
y eficacia. En realidad, compartían enfoques de proyección
política parecidos a los que llevaban adelante organizacio-
nes tales como la LADLA, 5 la Unión Centro Sud-
Americana y de las Antillas (UCSAYA) y la Unión Latino
Americana (ULA). 6
Haya conocía en su país los contrastes existentes entre
las ciudades peruanas de Lima y el Cusco, tan diferentes a
los de su natal Trujillo. Tenía impresiones de su paso por
Buenos Aires, Montevideo, Santiago de Chile, La Habana,
Veracruz, Mérida, Ciudad de México, Nueva York, Moscú,
Londres, París, Florencia, Leysing, Ginebra, Bruselas, Ber-
24
lín y Hamburgo, entre otras. 7 Por su lado, Mella conocía
varias ciudades mexicanas (Ciudad Juárez, México, Puebla,
Tampico, Torreón y Veracruz), así como Guatemala, Nue-
va York, Nueva Orleans, París, Hamburgo, Londres, Ber-
lín, Bruselas y Moscú. 8
En general, podemos afirmar que para nuestros perso-
najes, el espacio urbano, más allá de sus tiempos de visita o
residencia y sus particularidades culturales, sociales y políti-
cas, fue el lugar privilegiado de sus reflexiones y quehace-
res. Si en La Habana, Haya de la Torre y Mella iniciaron en
octubre de 1923 una amistad –la que hasta la fecha no ha
sido estudiada a profundidad– 9 fue en Bruselas, en febrero
de 1927, que se quebró por razones políticas y por algo
más. Haya faltó a la verdad cuando sostuvo que Mella pre-
sentó el informe a nombre de la delegación latinoamerica-
na acerca de la penetración imperialista en América Latina.
No hubo tal informe del cubano en la plenaria ni la réplica
altisonante de Haya de la Torre. La ponencia principal
sobre América Latina la dio José Vasconcelos; lo refrenda
su testimonio y la versión estenográfica de la sesión plena-
ria consultada: 10
25
«Friends, I have to begin by explanation. Many of you will ask your-
selves why it is that this man comes to talk to you in the name of Latin
America, in the name of Spanish speaking people, and he addresses
you in English. It was decided in Committee that only two languages
should be used in the Congress. I did not raise a protest although I am
one of the ardent defenders of the Spanish language as the main link
of our race because I thought that through the English language we
should reach a larger number of delegates. But when I heard that min-
ing workers of England would be represented here and when I heard
North America greeting me in English and collaborating with us, I said
to myself ‘If there are still people who use the English language to
speak of Liberty, then Latin American can use it to express their soul’.
«The situation in Latin America is not very well-known in Europe. It is
perhaps more ignored in Asia. They have their own troubles in Asia
and Europe has very limited interest in America.
«We started in Latin America as colonies of Spanish and Portuguese
and we are very far from being free at present. It seems that our fate is
to remain as colonies. Since we gained our independence, we orga-
nized inside our country a sort of colonial local system. The power
procured by the blood of the people only benefited the aristocratic
classes, the landowners and the rich, and the oppression of the people
went on just as strongly under Mexican, Columbian and Argentine
regimes as fiercely and cruelly as under Spanish rule. A long struggle
has been going on the shake off local oppression, but we have been
placed in the presence of the most formidable Empire history has ever
known. Few people take the pains to look at the map and see how that
tremendous Empire, U.S.A. has been built up –through robbery,
through bravery, through cruelty and through cleverness, but this
miracle endangers the whole of humanity. A development of the Unit-
ed States imperialism would succeed in suppressing our souls and will
maintain our bodies only because they work and produce interest.
«We are in the center of the world conflict. I am certain that the center
of the world conflict is not in Asia. You must remember Asia is al-
ready full. Imperialist countries seek actual profit –for that they go to
Asia– but they are farsighted enough to prepare for the future. The
most important effort of imperialism is at present directed towards
S[outh] America. The forces in conflict over there are tremendous. In
the interior we have the landlord, we have the military despotisms
destroying us, and these forces of corruption and disintegration which
we produce inside our country are the allies of the imperialist which
comes to the country in distress to buy what traitors are always ready
to shell. Our problem is a very serious one. We are divided. We consti-
tute 20 nationalities instead of only one. Inside in own nation there all
sorts and conditions. I am a socialist, others are liberal. The party I
26
…volviendo a la mesa común, exigí silencio abso-
luto en torno al nombre de Calles. Calcularon sus
fuerzas los del gobierno de México. El grupo más
numerosos era el de los ‘Apristas’ encabezados por
Haya de la Torre. Existía fuerte rivalidad entre Ha-
ya y sus amigos, y Mella, el cubano callista. Del de-
legado argentino [¿Victorio Codovilla?], un obscuro
agitador, me dijo el propio Haya que era un simple
Ravioles, que olía a spaghetti. Y, en resumen, el
grupo acordó por unanimidad que llevaría yo la voz
de la América Latina; que no hablarían en sesión
plena los callistas y que quedaba autorizado para
decir que no eran comunistas las delegaciones lati-
noamericanas. El comisionado Goldschmidt sudó
sangre, pero se sometió sonriendo. Y en el turno
del Congreso dije un discurso inocuo, cuyo objeto
principal fue recordar que Puerto Rico hacía vida
de país conquistado […] Haya estuvo en todo
aquel episodio conmigo. Hizo declaraciones de in-
dependencia respecto del soviet y cenó conmigo la
última noche que pasé en Bruselas. 11
Haya quedó protegido bajo el manto protector de Vas-
concelos quien en su intervención declaró abiertamente ser
«socialista» y representar al Partido Nacionalista de Puerto
Rico, suscribiendo una tesis que no fue objetada por la
delegación continental: «…en Latinoamérica creemos que
debemos resolver nuestros problemas según nuestros pro-
27
pios criterios […] el antiimperialismo no es en Latinoamé-
rica problema de un solo partido». 12
El historiador británico Edward Hallett Carr, basándo-
se en la lectura de las actas publicadas del Congreso, sos-
tiene que Haya no intervino en ninguna de las 16 sesiones
plenarias, 13 limitando sus intervenciones al marco de los
debates habidos en el seno de la comisión latinoamerica-
na. 14 Las tres mociones Mella, como la ponencia de Haya
acerca de los cuatro sectores en que propuso una diferen-
ciación de la penetración imperialista, se sustentaron y de-
batieron en el seno de dicha Comisión. Mella –
acompañado de su paisano Leonardo Fernández Sánchez–
presentó tres ponencias de autoría colectiva: «Cuba, facto-
ría yanqui»; «La verdad del campesinado en Cuba» y «Ma-
chado: fascismo tropical». Estas mociones, incluyeron los
aportes brindados por Rubén Martínez Villena, Jorge Vivó,
José Antonio Guerra y Raúl Roa. 15 En alguna de las sesio-
nes de la comisión, se enfrentaron Mella y Haya de la To-
rre. Lo que llama la atención es que la intervención de Ha-
ya se cargase de elevada emoción negativa contra Mella al
punto de lanzarle un desafortunado improperio. Dejemos
que Haya narre el tono de su intervención en sus propios
términos: «Yo lo combatí con tal agresividad que llegué a
usar un modismo tosco, vulgar, muy juvenil, criollo y pecu-
liar de del Río de la Plata para calificarlo». 16
28
A partir de entonces, los reencuentros entre ambos lí-
deres en la Ciudad de México, entre fines de 1927 17 y mayo
de 1928, se revistieron de tonos elevadamente ríspidos. Sin
embargo, eran conscientes de que la ciudad en muchos
aspectos era –y a la vez no– igual a la que conocieron ori-
ginalmente. En 1928, la Ciudad de México presentaba para
ambos líderes importantes cambios, generados al ritmo de
su proceso de urbanización, gestión municipal y viraje polí-
tico federal y local. Mella tuvo sus primeras impresiones de
la Ciudad de México en abril de 1920 18 y Haya entre finales
de 1923 y mediados de 1924. En función de lo anterior,
presentaremos el escenario urbano capitalino, vinculado a
los campos político y cultural, sin olvidarnos de algunas
expresiones propias de la sociabilidad y sensibilidad de las
capas medias de la época. Tanto Mella como Haya habían
escrito acerca de las clases medias; les interesaba su poten-
cial político, aunque sus enfoques fueron divergiendo hasta
el punto de volverse antagónicos. Para Haya, las clases
medias y los intelectuales en su concepción política, tenían
una misión histórica asignada, frente a los obreros y cam-
pesinos en el curso de la lucha antiimperialista y revolucio-
naria 19 –tesis que no compartía Mella–, resaltando sus pro-
pias contradicciones ideológicas y políticas, las cuales po-
dían inclinar una de sus alas hacia la izquierda y otra hacia
29
el fascismo. 20 Mella reconocía en su seno una tradición
anticlerical y nacionalista, no compartida por todos. Más
espinoso fue el asunto de la burguesía nativa y aún más, el
del imperialismo.
La Ciudad de México era un mosaico social, con acu-
sados rasgos clasistas. Poseía una clase media heterogénea
y activa en la vida intelectual y política. La ciudad acusaba
un ascenso demográfico sostenido según lo refrendan los
censos de población de los años de 1921 y 1930, al pasar
de 615,367 habitantes a 1’029,068 21 de los cuales 83 eran
peruanos 22 y un millar de nacionalidad cubana. 23 Esto se
explica en parte por el contraste de distancias y de costos
de los servicios de transporte naviero. ¿Qué relevancia
tenían las comunidades de migrantes y exiliados extranje-
ros en este espacio urbano? Mucha si tomamos en cuenta
30
que estudios recientes indican que la presencia extranjera
no fue desdeñable para la vida económica, política, cultural
y religiosa de la ciudad y del propio país, más allá de los
particularismos que cada uno de sus segmentos revistió en
cada lugar y área ocupacional. 24 El escritor y periodista
colombiano Miguel Ángel Osorio Benítez, más conocido
por su seudónimo literario de Porfirio Barba Jacob, cono-
ció a Mella en La Habana en julio de 1925 25 y se reencon-
tró con él en la Ciudad de México antes de su retorno a
Colombia en 1928. 26 Escritores, como el hondureño Rafael
Heliodoro Valle, amigo de Haya de la Torre, quien sostenía
una columna en el diario Excélsior y dirigía un conocido
boletín bibliográfico, en no pocas ocasiones, difundió pro-
paganda aprista contra el régimen dictatorial de Augusto B.
Leguía en el Perú. No obstante, este hecho, los exiliados
no tuvieron mayor cobertura o acceso a las páginas de los
medios gráficos nacionales, salvo que algún escritor o pe-
riodista les tendiese la mano. En esa dirección merece ras-
trearse a figuras como la de Amadeo Cheverry de naciona-
lidad costarricense, quién además de simpatizar con la
nueva Rusia y con Lenin, decidió poner su pluma al servi-
cio de Álvaro Obregón y más tarde de Plutarco Elías Ca-
lles. 27
jo, Fernando. El mensajero: la novela del hombre que se suicidó tres veces. Bo-
gotá: Alfaguara, 2003, p. 17.
26 Comunicación personal del historiador Antonio Saborit. Véase tam-
31
Críticos de arte, como el español Gabriel García Maro-
to (1885-1969), colaboraban en la revista Contemporáneos, 28
reacia a abrirle sus páginas a los poetas apristas Magda
Portal, Serafín Delmar y Esteban Pavletich. En cambio,
Martí Casanovas, intelectual catalán en el exilio, que se
había afiliado al APRA en La Habana en 1927, a su arribo
a la Ciudad de México fue inclinándose más hacia la iz-
quierda. 29 La urdimbre de las redes del exilio no es fácil de
desentrañar. No faltaban los exiliados venezolanos que
habían constituido en la Ciudad de México el Partido de la
Revolución Venezolana en 1927, entre los que se encon-
traban: Salvador de la Plaza y los hermanos Gustavo y
Eduardo Machado, Humberto Tejera, Carlos León y el
propio Julio Antonio Mella. 30 Todos ellos se adherían
además a la Liga Antiimperialista de las Américas y al Co-
mité ¡Manos fuera de Nicaragua! (MAFUENIC). Humber-
to Tejera y Salvador de la Plaza, al igual que Haya de la
Torre, Mella y Tristán Marof estuvieron entre los invitados
por Jesús Silva Herzog a participar en su Instituto de In-
vestigaciones Económicas y Sociales, fundado el 16 de
mayo de 1928. 31
32
Herzog no era ajeno a la poesía y la relación con los
escritores. Los vínculos entre el arte y la literatura por un
lado y la política por el otro, asumieron caminos diversos.
Entre 1927 y 1928, los espacios intelectuales, como el de la
Escuela Nacional Preparatoria o el que inauguró Silva Her-
zog, permitían la exposición de ideas y su debate. En el
auditorio de la Preparatoria disertaron, además de Haya de
la Torre, figuras como el español Luis Araquistaín y el bo-
liviano Tristán Marof, para quienes la cuestión imperialista
y la de la Revolución mexicana, eran relevantes. El debate
artístico en la Escuela de Bellas Artes o en las Escuelas de
Pintura al Aire Libre, giraba en torno al arte comprometido
con las clases subalternas, la Revolución y la nueva socie-
dad. Por lo anterior, Mella –al igual que los comunistas
mexicanos– tuvo en alta estima las ilustraciones de los mu-
ralistas Rivera, Orozco, Siqueiros y Guerrero, así como las
fotografías de Tina Modotti en las portadas e interiores de
El Machete, El Libertador y El Bonete.
La proximidad de Mella con Xavier Guerrero, David
Alfaro Siqueiros y Diego Rivera fue política y amical. El
primero, antes de que se conociesen participó en la cam-
paña en favor de su libertad y su vida, contribuyendo con
la imagen que preside este capítulo y que fue publicada en
el vocero del PCM. El segundo, durante su participación
como delegado mexicano en la segunda reunión de comu-
nistas latinoamericanos en Moscú, propuso la candidatura
de Mella para integrar el presídium de la ISR sin éxito; se
impuso el criterio de Victorio Codovilla a favor del vene-
zolano Ricardo Martínez. 32 El segundo, compartía con el
líder cubano tareas de responsabilidad política en la
LADLA y en su sección mexicana que decía contar con 30
grupos organizados, actividades que fueron muy apreciadas
por Willi Münzenberg, a la sazón, presidente de la Liga
33
Mundial y reportadas en su informe ante el VI Congreso
de la IC (1928). 33
Por su lado, Haya de la Torre y los apristas quienes
eran asiduos concurrentes a la Escuela de Pintura al Aire
Libre de Coyoacán dirigida por Roberto Montenegro, se
beneficiaron de sus imágenes para ilustrar Atuei. Las posta-
les apristas fueron ilustradas por el pintor mexicano resi-
dente en París.
El estridentismo constituyó una moda estética van-
guardista que celebraba los nuevos íconos de la vida urba-
na moderna: el avión, la fotografía, la radio, el paisaje ur-
bano y sus fábricas, a través de la poesía, la novela y la pin-
tura. Sus integrantes se apropiaron vital y estéticamente de
los espacios urbanos mexicanos por los que transitaron.
Maples Arce ha dejado una valiosa pincelada del itinerario
que solía cubrir al lado de Jesús Silva Herzog –entre los
años de 1927 y 1928– por la Ciudad de México:
34
ción. 35 La relación entre los poetas apristas y los estriden-
tistas dejó huellas de cierta simpatía y afinidad a favor de
una literatura y arte comprometido con las clases subalter-
nas. El elogio que le hizo List Arzubide a la obra de Magda
Portal 36 y a la de Serafín Delmar se inscribió en este juego
de relaciones. 37 Tanto el elogio público como el regalo
intelectual –un libro– fueron dones que fortalecieron las
redes intelectuales y políticas.
La adhesión de Germán List Arzubide a la Liga Anti-
imperialista y la publicación de su poemario dedicado a
Emiliano Zapata, lo aproximaron a Julio Antonio Mella.
Una línea de continuidad se expresó entre el vanguardismo
estridentista y el auspiciado por las revistas Ulises y Contem-
poráneos al explorar nuevos senderos de la sensibilidad mo-
derna y cosmopolita frente al cambiante universo cultural
urbano. 38 Varios de sus integrantes no fueron ajenos a los
favores del gobierno de Calles. Salvador Novo (1904-1974)
trabajaba con José Manuel Puig Causaranc, titular del ramo
de Educación, mientras que Jaime Torres Bodet (1902-
1974) y Enrique González Rojo (1899-1939), colaboraban
35
con Bernardo J. Gastélum, Secretario de Salubridad.39 Mar-
tí Casanovas atrajo la atención y el apoyo de Puig Causa-
ranc para editar el primer número de la revista México a su
cargo. En reciprocidad le publicó un ensayo sobre la edu-
cación indígena en México. 40
El gobierno cubano acusaba al ministro de haberle
brindado apoyos a la oposición cubana liderada por Mella
en contra de su gobierno. Existen indicios de que Haya de
la Torre gestionaba apoyos parecidos para la causa aprista a
través de otros canales gubernamentales sin mucho éxito.
El presidente Calles, como antes lo hicieron Álvaro Obre-
gón y Venustiano Carranza, al igual que varios de sus mi-
nistros de estado, atendieron con desiguales énfasis a los
desterrados latinoamericanos. Calles, a diferencia de Obre-
gón, no ordenó expulsiones masivas de extranjeros.
La cultura urbana en 1928, estaba teñida de visibles y
simbólicos rasgos revolucionarios y anticlericales. La reali-
zación de murales en los edificios públicos, incluido el
Palacio Nacional fue de elevado impacto cultural por sus
motivos anticapitalistas, antiimperialistas y anticlericales.
Estos fueron en realidad ‘una bomba política’, tanto en la
vida cotidiana como por el hecho de que los artistas plásti-
cos realizaban sus obras con el revólver al cincho en previ-
sión de algún ataque inesperado. 41 Lo fueron también las
Escuelas de Pintura al Aire Libre, cuyas maderas, litogra-
fías y pinturas rompían el canon formativo y no pocos
moldes estilísticos, que tanto impactaron a Haya y a los
intelectuales apristas.
Desde México, los desterrados apristas miraron con
entusiasmo político y estético a dichas escuelas. Martí Ca-
p. 2.
41 Gruzinski, Ob. Cit., p. 48.
36
sanovas escribió que de su seno emergía: «la nueva pintura
indoamericana», «libre de todo exotismo, de toda influen-
cia, afirmando la personalidad de una cultura nueva”. 42
Pavletich abogó en pro de una estética que dejara atrás el
coloniaje europeo. 43 Serafín Delmar sobrepolitizó sus pun-
tos acerca de su «antiimperialismo estético» al punto de
olvidarse de su objeto artístico y literario. 44 Los muralistas,
los estridentistas y los poetas apristas estaban interesados
en desarrollar o una «estética antiimperialista» como le
llamó Diego Rivera 45 o «revolucionaria» como le llamaron
muchos sin ponerse de acuerdo en sus contenidos. No fue
casual que Esteban Pavletich destacase el carácter antibur-
gués de la obra pictórica de Diego Rivera. 46 El propio rea-
lismo socialista tuvo lecturas diferenciadas y críticas, como
las que propuso José Carlos Mariátegui. 47
En el contexto político y cultural enrarecido del go-
bierno de Calles, la producción y exhibición artística, no
37
estaban exentas de riesgos. Los artistas plásticos, como sus
obras, podían ser objeto de incomprensiones, agravios y
atentados. Los recalcitrantes cristeros realizaron varios
actos contrarios a la producción artística por considerarlos
lesivos a sus creencias religiosas. La obra fotográfica de
Tina Modotti coadyuvó de manera importante en el proce-
so de remodelación del gusto de las elites intelectuales y
políticas de izquierda. Las fotografías tenían muy poco
tiempo de haber ingresado al mundo de las imágenes en la
cultura de las izquierdas. Figuraron en las revistas cultura-
les y en los periódicos militantes compitiendo con los di-
bujos o facilitando la reproducción gráfica de obras artísti-
cas (pinturas, grabados y esculturas). La fotografía dejó
huella en la memoria militante, las fotografías de Mella
como las de Haya de la Torre de ese tiempo son memora-
bles, lo es también una foto de Esteban Pavletich vistiendo
traje, sombrero y carabina al estilo zapatista. 48 Tina Modot-
ti poseía una fina sensibilidad estética y política. Contaba
con un equipo profesional de fotografía, había aprendido
nuevas técnicas de toma, filtro y revelado bajo el magiste-
rio de Edward Weston, su anterior pareja. Tina se abocó a
recuperar en su obra elementos extraídos de la propia coti-
dianidad, dotándolos de elevado simbolismo.
Los vasos comunicantes entre las representaciones ar-
tísticas y el remozamiento editorialista de izquierda queda-
ron parcialmente resumidos en las palabras de Siqueiros
hacia 1925 motivadas por su desencuentro político con
Puig Causaranc: «Si nos arrebatan los muros fijos de los
edificios públicos, hagamos de las páginas de El Machete los
muros móviles de nuestro gran movimiento de pintura
mural». 49 Otras fueron las motivaciones de otros artistas
plásticos. Se trataba de una onda expansiva latinoamericana
1977, p. 223.
38
y mundial de renovación gráfica y cir-culación de imágenes
e ideas. En 1928, Diego Rivera, además de fungir de co-
rresponsal de Monde, la revista dirigida por Henri Barbusse
desde París, se hizo cargo del diseño de una de sus porta-
das, 50 al mismo tiempo que Santos Balmori –residente en
esa ciudad- ilustraba algunos números de Indoamérica la
revista de la APRA en Ciudad de México y de la revista
Amauta en Lima.
Los carteles pegados en las paredes de muchas calles
céntricas bien podían anunciar a los transeúntes las confe-
rencias de Haya de la Torre a iniciarse en el auditorio de
San Idelfonso o comunicar una denuncia antifascista como
lo hizo el Partido Comunista el 11 de mayo de 1928. 51 A
fines de junio del mismo año, Ramón Alva de la Canal
(1892-1985), Fernando Leal (1896-1964), Gabriel Fernán-
dez Ledesma (1888-1939), Rosario Cabrera (1901-1975),
Fermín Revueltas (1901-1935), el catalán Martí Casanovas
(1894-1978) y el veracruzano Rafael Vera de Córdova, se
constituyeron como colectivo intelectual y en los primeros
días de julio llenaron de carteles la Ciudad de México con
su: «Manifiesto Treintatrentista contra I. Los académicos,
II. Los covachuelos, III. Los salteadores de puestos públi-
cos y IV. En general contra toda clase de Sabandijas y
Zánganos Intelectualoides». 52
Una nueva tradición letrada se hacía presente en las ca-
lles, sin mermar el papel jugado por las bibliotecas y las
librerías. En la librería Misraki, al decir de Miguel Capis-
trán, acudían varios intelectuales vanguardistas, entre los
que ubica a Jorge Cuesta y Gilberto Owen. 53 En ella se
encontraban revistas europeas de vanguardia como The
39
Monthly Criterion, cuyo primer número salió en mayo de
1927 bajo la dirección de T.S. Eliot; 54 London Mercury, im-
portante revista cultural literaria londinense editada por J.
C. Squire entre 1919 y 1939 55 y, La Nouvelle Revue Française,
la más longeva de las tres, animada desde París por la figu-
ra señera de André Gide, con la colaboración de Gastón
Gallimard –el formal director– y Jean Paulhan –jefe de
redacción. 56
En 1925 se había inaugurado en la calle Moneda la Li-
brería de los hermanos Navarro en la cual se podía adqui-
rir, además de libros y revistas de corte intelectual, política
y sindical de factura nacional, la revista Amauta dirigida por
José Carlos Mariátegui desde el Perú, las publicaciones de
la editorial «Vanguardia» de los socialistas argentinos, las
generadas por el exilio cubano y las de editoriales españo-
las como Sempere Hermanos, entre otras. 57
En ese contexto, las redes sociales y políticas que culti-
varon tanto Haya de la Torre como Julio Antonio Mella
tradujeron parcialmente las pertenencias extranjeras, entre
sus afinidades y rechazos o prejuicios ideológicos, raciales,
étnicos y sexistas. Los exiliados –independientemente de
sus pertenencias nacionales– formaban parte de esta gama
variopinta de las izquierdas de la época, se aproximaron
entre sí, entre afinidades y conflictos. Los haitianos –entre
ellos Joseph Jolibois Fils (1891-1936) 58 y los hermanos
Morpeau Moravia– con un criterio un político pragmático
promovieron simultáneas alianzas de la Unión Patriótica
54 Vanheste, Jeroen. Guardians of the Humanist Legacy: The Classicism of
T.S. Eliot's Criterion Network and Its Relevance to Our Postmodern World.
Leiden: Brill, 2007, pp. 504-507.
55 Herring, Robert. Life and Letters and the London Mercury. London:
40
Haitiana con la APRA y la Liga Antiimperialista de las
Américas. 59 En cambio los venezolanos, bajo el liderazgo
de Salvador de la Plaza (1896-1970), y los hermanos Ma-
chado prefirieron a la Liga, rompiendo todo vínculo con el
aprismo.
Los vínculos de Haya con la Liga antichina en México
y particularmente con la de Torreón, contraría su conocida
filia política hacia el Kuomintang en la China revoluciona-
ria así como el entusiasta parecer del aprista cubano
Orosmán Viamontes. 60 La presencia del marxista alemán
Alfonso Goldschmidt no pudo pasar desapercibida porque
formaba parte de las redes compartidas por los exiliados
latinoamericanos y la intelectualidad mexicana de izquierda.
Silva Herzog lo invitó a dar una conferencia en la Bibliote-
ca a su cargo y a sumarse a su Instituto de Investigaciones.
Al mismo tiempo, el suizo Fritz Bach, además de dar clases
en la Escuela de Economía, militaba junto con Mella en el
Partido Comunista Mexicano.
Por otro lado, Haya estrechó formales vínculos con los
italianos antifascistas de la Unión Democrática Italiana
liderados por Nanni Leone Castelli y por Juan Federico
Pasquali, editores de Italia Libre, en cuyo primer número
41
colaboró con un artículo. 61 Nanni no era un agente reac-
cionario, como lo acusaron los comunistas desde las pági-
nas de El Machete, 62 quizás inducidos por sus paisanos y
adversarios en la lucha antifascista, Victorio Vidali y Tina
Modotti, secundados por Mella. 63 Haya se sintió más có-
modo al lado de Nanni y Pasquali, algo ayudó su conoci-
miento directo acerca de la vida cultural y política italiana.
La Ciudad de México en la que Haya y Mella realizaron
sus quehaceres cotidianos y políticos vivía un nuevo clima
electoral, un desgaste generado por la Guerra Cristera,
pero también muchos cambios en su estructura física, sus
servicios públicos y en su propia gente. Su fisonomía arqui-
tectónica mostraba nuevos estilos, los cuales se sumaban a
cambios en el universo ocupacional de sus habitantes, en
sus consumos culturales y en su propia organización al ser
liquidada en 1928 la hegemonía política municipal ejercida
por el Partido Laborista desde 1925. Ese mismo año, la
ciudad estrenaba la segunda red eléctrica automática de
baja tensión con alimentadores de 6 mil voltios en el mun-
42
do, la cual era suministrada por la estación de Nonoalco. 64
Y esa novedad, hizo más amable la lectura y la escritura
nocturnas a las que estaban acostumbrados los intelectua-
les, entre ellos, Haya de la Torre y Mella. El diarismo de la
época, gracias a las agencias cablegráficas, impactó en la
mentalidad de la nueva generación, al convertir en cotidia-
na la simultaneidad de noticias procedentes de diversos
lugares del mundo.
Los exiliados pero también los intelectuales y políticos
mexicanos apreciaban los beneficios de los servicios del
transporte naviero y ferroviario, según lo refrendan los
epistolarios consultados, destacando dos puntos de refe-
rencia: el puerto de Veracruz y la estación de San Lázaro
en la Ciudad de México. En cambio, la aviación cobraba
visibilidad en el imaginario social, pero carecía de servicios
e itinerarios abiertos.
Las dos hazañas de navegación aérea realizadas por
Charles Lindbergh en el curso de 1927, que le permitieron
unir Nueva York–París y Washington–Ciudad de México,
resonaban en las conversaciones y en los textos literarios y
políticos vanguardistas de varias personalidades, incluyen-
do a Haya de la Torre 65 y Mella. 66 Convergiendo con este
43
cambio de las condiciones de trabajo intelectual habría que
sumar la incorporación de las máquinas de escribir: Un-
derwood y Remington, entre sus teclados en inglés y los
más nuevos y atractivos en español. No fue casual el des-
agrado de Haya de la Torre frente a las máquinas de escri-
bir alemanas. 67
Fue significativo que el 23 de enero de 1926, cuando
Mella iba rumbo al destierro, fuese detenido en Puerto
Cortés, Honduras portando una máquina de escribir ade-
más de un improvisado equipaje. 68 Según Rafael Carrillo,
Mella anhelaba tener tres bienes: una pluma, una máquina
de escribir y una motocicleta que se le volvió inalcanza-
ble. 69 Con motivo de su deceso, Tina Modotti –su compa-
ñera– tomó una fotografía de la máquina de escribir de
Mella con un texto que dejó inconcluso; fue un simbólico
reconocimiento del valor de ese artefacto mecánico casi
imprescindible para su escritura política. 70 Los respectivos
epistolarios de Haya de la Torre y de Mella, muestran este
tránsito generacional de la escritura a mano a la mecanoescri-
ta.
La velocidad se afirmaba como un nuevo valor en la
cultura urbana. A la escritura mecanoescrita se sumó la taqui-
44
grafía, mientras que los itinerarios de los capitalinos se
beneficiaban del ahorro de tiempo, gracias a los tranvías
eléctricos y al parque automotor.
En 1927, había sido prohibido el transporte de carrua-
jes y carretas a tracción animal por las calles pavimentadas
de la ciudad para facilitar el flujo automotor, cuyo parte
vehicular ascendería a más de 17 mil unidades en 1929.
Haya debió quedar impresionado por los significativos
cambios que en los cuatro años que habían transcurrido
entre su primera y segunda estancia en la capital mexicana
se habían dado. Para visitar San Ángel –su lugar de resi-
dencia entre finales de 1923 y mediados de 1924– podía
recurrir a la línea motorizada de servicio colectivo que ha-
cía la ruta Tacubaya-Mixcoac-San Ángel. Nuestro persona-
je rememoró la trayectoria del tranvía eléctrico que unía la
Ciudad de México y San Ángel, cruzando «los campos fe-
races de esta campiña maravillosamente matizada…». 71
El ramo tranviario, organizado desde 1914, cuando fue
creada la Federación de Obreros y Empleados de la Com-
pañía de Tranvías de México, de fuerte filiación anarquista,
se hizo conocido por sus constantes conflictos y paros
laborales durante la década de 1920, que en más de una
ocasión paralizaron el transporte de la Ciudad. 72
La línea conocida como Niño Perdido-Penitenciaría
suscitaba entre los comunistas, anarquistas, cristeros y
otros opositores al régimen, sentimientos ambivalentes,
entre el repudio a la cárcel y la nostalgia por el camarada, el
familiar o el amigo en desgracia. Esta línea preside el con-
45
tenido desgarrador del libro de Blanca Luz Brum durante
la prisión de Siqueiros. 73
El servicio telefónico se había convertido en un bien
incuestionable para las elites y capas medias urbanas.
Abreviaban el flujo de comunicación cotidiana, salvo que
se suspendiese el servicio por justificada acción política,
como aconteció en la empresa Ericsson entre agosto y
septiembre de 1928, 74 cuyo Sindicato se lanzó a la huelga,
la cual recibió acciones solidarias de parte de la CGT. 75 Sin
embargo, la vida cotidiana en los espacios públicos más
céntricos o residenciales, contrastaban con la falta de éste y
otros servicios en los barrios populares. La modernidad
posrevolucionaria, salvo en su retórica, reproducía la de-
sigualdad. El deporte se impregnó de los valores culturales
de la época: velocidad, higiene, energía y virilidad. La
Young Men’s Christian Association (YMCA) se había con-
vertido en foco de atracción de la cultura y el deporte en la
ciudad. Manuel Seoane, intelectual aprista, escribió en 1928
que el deporte había sido asumido como una práctica cul-
tural de la nueva generación adherida a la reforma universi-
taria, a contrapelo del desprecio que tenía hacia él la vieja
generación de la intelectualidad oligárquica. Subrayó una
proximidad de sentido entre la función de la emoción del
deporte para los hinchas, la emoción religiosa para los fie-
les 76 y, por extensión, la emoción política para las masas
revolucionarias.
Tanto Mella como Haya eran deportistas, gustaban de
la natación y del canotaje, además de la gimnasia, aunque
46
no hemos encontrado huellas de dicho quehacer en la Ciu-
dad de México en las fuentes consultadas, salvo dos foto-
grafías de Haya que indican que gustaba de salir a practicar
la equitación informal; una al lado del dirigente comunista
Rafael Carrillo Azpeitia 77 y otra, acompañado del poeta
Carlos Pellicer. 78 Durante el verano de 1928, Haya, le es-
cribió a su amigo Eudocio Ravines: «Todas las mañanas
me levanto a las 6 y salgo a correr por el bosque de Cha-
pultepec con varios amigos». 79 Por su parte, Mella dejó por
escrito una sentencia elocuente en las páginas de El Mache-
te: «El deporte es complemento de la higiene y ésta es base
de la moral» 80 y promovió la creación de una federación de
clubes y equipos deportivos obreros en la Ciudad de Méxi-
co, aunque sin éxito.
Los flujos de migrantes, turistas y exiliados eran aten-
didos en 116 hoteles de diversas categorías, siendo los de
tarifas más accesibles los regentados por españoles. Haya
de la Torre se alojó entre noviembre de 1927 y enero de
1928 en el Princess, ubicado en Avenida Hidalgo número
59 –antes denominado Lascuráin e inaugurado en 1910. 81
La escasez de recursos llevó a Mella y otros desterrados
sudamericanos a compartir una vieja casona de la calle
Bolívar.
Mientras que Cuba, Venezuela y el Perú se erigieron
como territorios del mal, es decir, de las dictaduras, en el
imaginario de sus desterrados, México, como lugar privile-
77 La foto corresponde al año de 1924 y pertenece a la colección de
47
giado de su refugio, no fue ajeno a un reencantamiento
utópico, salvo los locales donde se ubicaban las legaciones
diplomáticas de sus países de procedencia. Poseían alguna
información de que en momentos distintos, Simón Bolívar
y José Martí, transitaron por esta ciudad, pero no contaban
con la sorpresiva identificación de una antigua y ruinosa
casona de dos pisos en la calle Bolívar donde habitó el
Libertador sudamericano. Lo más sorprendente fue que
ellos la pudiesen recuperar con prontitud, gracias a la gene-
rosidad del gobierno callista, dejando la casa que compar-
tían en la colonia Roma, ubicada a mayor distancia de sus
actividades. 82 Las razones y entusiasmos de los desterrados
sudamericanos que justificaron la toma de posesión de la
casona bolivariana encubrían su falta de techo y esmirria-
dos presupuestos. El testimonio del venezolano Eduardo
Machado es elocuente sobre el modo neobolivariano en
que se distribuyeron equitativamente este espacio trinacio-
nal:
48
31, 85 donde solían celebrarse las sesiones del Socorro Rojo.
Según el comunista italiano Victorio Vidali (1900-1983)
asistían los dirigentes campesinos Úrsulo Galván y Guada-
lupe Rodríguez (1900-1929), el muralista David Alfaro
Siqueiros y Rosendo Gómez Lorenzo, editor de El Machete,
entre otros. 86 La amistad de Tina con Diego Rivera y con
Jacobo Hurwitz se reforzó por el trabajo militante en los
órganos controlados por el PCM: el Socorro Rojo, ¡Manos
Fuera de Nicaragua! (MAFUENIC) y la Liga Antiimperia-
lista. 87 La mayoría de estos personajes se alojaba en hoteles,
viviendas o casas de huéspedes ubicadas en el Centro de la
ciudad, por lo que su relativa cercanía, sumada al hecho de
que frecuentaban los mismos cafés e instituciones como el
Colegio de San Idelfonso, facilitaban sus reencuentros. Las
oficinas de El Machete funcionaban en una vecindad de la
calle Lerdo, cerca de Nonoalco, espacio cedido y protegido
por la Unión de Carpinteros y Similares de la Sociedad de
Ferrocarrileros. 88
Los mítines de las organizaciones sindicales y de iz-
quierda se realizaban comúnmente frente al Hemiciclo a
Benito Juárez. Contados eran los locales donde se realiza-
ban los eventos intelectuales, políticos y sindicales. La Liga
Anticlerical Mexicana realizaba sus sesiones en el salón de
baile «El Pirata» ubicado en la calle San Miguel. Allí concu-
rrían la catalana Belén de Sárraga, Juan de la Cabada, Julio
Antonio Mella y Carlos Zapata Vela entre muchos otros. 89
El teatro «Virginia Fábregas» prestó o alquiló su sala en
más de una ocasión. En el teatro Hidalgo la Federación de
Estudiantes Mexicana organizó un evento dedicado a la
85 Saborit, Antonio. Tina Modotti. Una mujer sin país. Las cartas a Edgard
Weston y otros papeles personales, México: Ediciones Cal y Arena, 2001, p. 71.
86 Barckhausen Canale, Ob. Cit., p. 65.
89 Ibídem: 72.
49
unidad latinoamericana el 7 de enero de 1928, teniendo
como invitados especiales a Haya de la Torre, Horacio
Blanco Fombona, Ramón Alzamora, Guillermo Tardiff y
Miguel Giordanni. 90
El local de la YMCA acogió el Congreso de Estudian-
tes de 1926 y a Vasconcelos y sus partidarios en 1928. 91 El
onceavo aniversario de la Revolución rusa, organizado por
la ANERC, la LADLA y otras organizaciones, se realizó en
el salón «Alhambra» ubicado en la calle Netzahualcóyotl
número 126. 92
Para los exiliados, como para los intelectuales y signifi-
cativos sectores de las capas medias, el correo y el telégrafo
eran referentes obligados. Haya de la Torre y Mella recu-
rrieron a sus servicios con regularidad, según lo refrendan
sus respectivos epistolarios. 93
La vida urbana fue generando espacios de sociabilidad
y compromiso para los intelectuales y políticos. Reuniones
ordinarias y extraordinarias solían realizarse en cafés, loca-
les institucionales o en casas. El ejercicio del periodismo y
de la labor editorial vinculada a revistas culturales como
Forma (1926-1928), dirigida por Gabriel Fernández Ledes-
ma o políticas, como la aprista Indoamérica (1928), dirigida
por el pintor Manuel Gallardo, nos remiten a estos espa-
50
cios de encuentro. Podían ser tertulias con formato abierto
o elegido, o bien sesiones con agendas establecidas o por
definir. También se conformaron círculos de estudios que
se reunían una vez por semana, como el que auspiciaba
Silva Herzog en el local del Departamento de Bibliotecas y
Archivos Económicos de la Secretaría de Hacienda, con el
exclusivo propósito de estudiar el primer tomo de El Capi-
tal de Marx, gracias a la versión traducida al castellano por
el socialista argentino Juan B. Justo. 94 Haya y Mella no
fueron ajenos a dichas reuniones aunque sus preferencias
se inclinaron por las reuniones más formales y comprome-
tidas. Un cuadro ilustrativo de los cafés de la Ciudad de
México en los años veinte sostiene que:
… alcanzaron una vitalidad cultural muy marcada;
fueron famosos los de La Flor de México, Los Mono-
tes, en la calle República de Cuba, que perteneció a
Luis Orozco, hermano de José Clemente, decorado
por éste con llamativos dibujos, Europa, Lady Balti-
more y el Sanborns, donde se reunían los Contempo-
ráneos. También el Café París, donde se hacía la re-
vista Letras de México. 95
Haya concurrió a «Los Monotes» y quizás al café «Améri-
ca», ubicado en la calle Argentina, frente a la Escuela de
Leyes, el cual era frecuentado por sus amigos Jorge Cuesta
y Gilberto Owen y muchos preparatorianos, o al café «Eu-
ropa» ubicado en la avenida Jalisco 160 –más tarde Álvaro
Obregón–, el cual se hizo memorable gracias a la novela
publicada en 1926 por Arqueles Vela, escritor estridentista
de origen guatemalteco. 96 Eran también frecuentados por
los políticos e intelectuales los cafés de chinos. Al café
«Cantón» de la calle Bolívar concurrían los comunistas por
51
su cercanía y baratura. Fue en él, un día de junio de 1928,
en que Mella y Tina Modotti iniciaron su pasional roman-
ce. 97 Mella también concurría al café «Hong Kong», donde
conoció a su victimario, el sicario cubano Magriñat. 98 Au-
sentes son las referencias a la valorización cultural de la
gastronomía capitalina, aunque un historiador ha mencio-
nado que los apristas solían concurrir a «Los Monotes» a
degustar «suculentos tamales regados con el clásico atole
mexicano». 99 La Federación de Estudiantes Mexicana le
ofreció a Haya de la Torre una comida en el restaurante
«La Bombilla», ubicado en la localidad de San Ángel. 100
El restaurante «Prendes», valorado como «uno de los
más distinguidos de la capital mexicana», solía atraer a los
turistas extranjeros, al cuerpo diplomático, a los integrantes
del «Círculo Peruano» 101 y, de vez en vez, a Jesús Silva
Herzog y los integrantes del Instituto de Investigaciones
Económicas, de los cuales varios eran desterrados como
Haya de la Torre y Mella. 102
José María de los Reyes, quien era director de la Escue-
la Nacional Preparatoria en 1928, recuerda las tertulias
celebradas en el café del chino Alfonso en la calle Argenti-
na a las que también acudían Mella, Baltazar Dromundo,
Ángel Salas, Ricardo García Villalobos, Octavio Bustaman-
te y Alejandro Gómez Arias. Discutían sobre la problemá-
tica de la Escuela, la Universidad y la dictadura de Macha-
do en Cuba. 103 Según el testimonio de Dromundo, para él y
97 Barckhausen Canale, Ob. Cit., pp. 74-75.
98 Torres Cuevas, Eduardo. Dos siglos de pensamiento de liberación cubano,
La Habana: Imagen Contemporánea, 2003, p. 78.
99 Sánchez, Luis Alberto. Haya de la Torre o el político. Crónica de una vida
sin tregua. Lima: Editor Enrique Delgado, 1979, p. 153.
100 Excélsior, 25 de diciembre de 1927, p. 2.
101 Mora, Leoncio, Cónsul General del Perú, al Oficial Mayor del Mi-
52
para Mella, asistir a dicho café fue un asunto de sobrevi-
vencia gracias al crédito para alimentos que les daba el
dueño y que muchas veces no saldaron. Por esos días, am-
bos se alojaban en la «Casa del Estudiante» o «Casa de
Troya», remedando el nombre del albergue para peregrinos
desamparados en Santiago de Compostela.104 José María de
los Reyes –propietario del inmueble– lo había puesto a
disposición de estudiantes sin recursos como Mella y
Dromundo y les concedía un turno para usar un vale de
consumo para las tres comidas del día en el restaurante «La
Oaxaqueña», cuando al igual que otros estudiantes, lleva-
ban dos días de vigilia. 105
Si los cafés como espacios diferenciados de la arquitec-
tura urbana podían ser distinguidos, más allá de sus señas
materiales y estilísticas gracias a sus usos sociales y simbó-
licos, el propio cuerpo humano en el universo gráfico y
artístico se erigió en universo de significación y combate.
Los populares corridos y canciones revolucionarias
mexicanas impactaron en los desterrados apristas y lati-
noamericanos. Magda Portal nos dejó una pincelada de ello
al escribir acerca de la «dignidad de la condición plebeya» y
«honda emocionalidad» que fluye de las canciones, en las
que predomina «el sentimiento casi carnal de la tierra, de
los productos de la tierra y del deseo de defenderla». 106
Las representaciones sobre el cuerpo en la iconografía
de revistas y periódicos de la izquierda intelectual y política
del tipo de El Bonete, El Libertador, Indoamérica y El Machete,
por solo citar algunas, fue modelada bajo los moldes de lo
grotesco para descalificar a los que sus editores o colabo-
radores consideraban figuras indeseables: el imperialismo,
el clero, los cristeros, los burgueses, los terratenientes, los
53
reaccionarios en general y el imperialismo norteamericano.
A estos blancos les asignaron los atributos simbólicos del
mal, lo mórbido, lo femenino, lo homosexual y lo obsceno.
Diego Rivera por ejemplo, usó las marcas de la sífilis para
representar a Hernán Cortés, mientras que Orozco recu-
rrió a los símbolos de la sexualidad execrable de la época,
para condenar el maridaje entre el clero y el imperialismo
yanqui. En cambio, los luchadores antiimperialistas, obre-
ros, campesinos, intelectuales revolucionarios fueron re-
vestidos de los valores de la virilidad, como la fuerza, el
coraje y la heroicidad.107 La iconografía aprista, entre 1927
y 1928, gracias a los pintores mexicanos Santos Balmori,
Manuel Gallardo Bolaños –editor de Indoamérica– y Gabriel
Fernández Ledesma, compartieron parecidos valores cultu-
rales y referentes simbólicos a los esgrimidos por los mura-
listas militantes del PCM, más allá de sus estilos.
Si en la cultura política de las izquierdas –y no solo de
ellas– predominaban los valores de la masculinidad (com-
petitividad, agresividad, fuerza física, virilidad, intransigen-
cia, valentía, audacia, voz de mando, gesto adusto) en la
vida amorosa se complicaban sus límites y sentidos.
En realidad la vida amorosa entre las izquierdas fue
ambivalente, oscilando entre la permisividad y la condena.
Mella tenía una concepción cultural más abierta frente al
cuerpo, una fotografía suya mostrándose desnudo sigue
siendo motivo de controversia y censura. 108 En cambio,
Haya tenía, al parecer, una concepción más conservadora
al respecto. Mantenía una actitud tolerante frente a los
intelectuales homosexuales en Ciudad de México y muchos
de ellos fueron sus amigos. Mella, al igual que Marof y
Diego Rivera dio muestras de abierta intolerancia frente a
107 Véase: Melgar Bao, Ricardo. «El universo simbólico de una revista
cominternista: Diego Rivera y El Libertador» (1925-1929)». Convergencia,
año 6, núm. 21, México, enero-febrero de 2000, pp. 121-143.
108 Behar, Sonia. La caída del hombre nuevo: narrativa cubana del periodo
54
ellos, el primero los llamó «jóvenes barbilindos» 109 y el se-
gundo, los filió en la categoría de lo que se llamaba «jotis-
mo intelectual». 110 Rivera recibió una andanada de réplicas
picantes por parte de Salvador Novo, el intelectual gay más
notorio y desafiante. 111 La Diegada fue la respuesta a las
burlas homofóbicas de Diego Rivera contra él y otros inte-
lectuales del grupo de los «Contemporáneos». 112 El adulte-
rio de Lupe Marín –la esposa de Rivera– con el escritor
Jorge Cuesta fue convertido en nota de humor por Novo,
la cual afectó la mundana imagen del muralista. 113 La res-
puesta de Diego Rivera terminó en la ruptura pero también
en una huella infamante de Lupe Marín en uno de sus fres-
cos, mostrando simbólicamente su grupa al momento de
recoger un ejemplar de la revista Contemporáneos. A lo ante-
rior se suma el hecho de que si los celos desbocados y el
adulterio afectaban la vida orgánica de los apristas y comu-
nistas en México, podía derivar en una permisividad con-
sentida o una sanción disciplinaria. Lo refrenda la postura
de Haya de la Torre frente al adulterio cometido por los
55
intelectuales militantes Esteban Pavletich y Magda Portal,
en agravio del poeta Serafín Delmar, igualmente militante
aprista. 114
El puritanismo aprista volvió a salir a luz en la carta
que Manuel Vázquez Díaz y Carlos Manuel Cox, dirigida a
la Universidad Popular «González Prada» en el Perú. Fun-
damentan, entre otros cargos, la expulsión de Jacobo Hur-
witz, exaprista y militante comunista desterrado en Méxi-
co. 115 Las pruebas aportadas en su contra fueron un poema
publicado en la revista Amauta y algunos pareceres mora-
les.
El relevo de pareja de Tina Modotti señaló un episodio
denso en las filas del Partido Comunista, entre el muralista
Xavier Guerrero y Julio Antonio Mella. En la misma direc-
ción se inscribió la expulsión de Siqueiros al ganar el amor
de la poetisa uruguaya Blanca Luz Brum, la cual le era
disputada por Hernán Laborde, Secretario General del
PCM. 116
56
El quehacer intelectual, político y cultural de los ex-
tranjeros en la Ciudad de México reactualizó cierto cos-
mopolitismo, al que se sumó el proyecto hispanoamerica-
no 117 y el movimiento bolivariano y antiimperialista. Las
propias corrientes del nacionalismo cultural mexicano no
fueron ajenas a los intercambios sostenidos con los intelec-
tuales y artistas extranjeros residentes en la ciudad.
Líneas más adelante Barry Carr, en apretada e incisiva
síntesis, nos presenta la cartografía de la «resistencia y la
agitación» en la Ciudad de México en los años veinte del
siglo pasado, cuya urdimbre remite a «redes comunes de
política y sociabilidad», recuperando algunos lugares em-
blemáticos de esos años:
57
En el caso de Haya, no existen huellas visibles sobre su
tiempo de ocio en el cine. Ambos conocían la importancia
que tenía el cine para los estudiantes. Mella fue muy incisi-
vo en su crítica al cine norteamericano, al que consideraba
un instrumento de dominación cultural imperialista. 119 Los
preparatorianos del Colegio de San Ildefonso solían fre-
cuentar, a partir de 1925, el cine Goya, ubicado muy cerca
de su local en la calle Carmen, núm. 44. En esta sala, al
igual que en otras, el cine mudo refrendaba su apogeo.
Producto de la seducción que ejercía el séptimo arte en los
jóvenes, se cribó su conocida porra estudiantil: «¡Goya…!».
No nos queda claro si Mella iba al Goya o a algún otro
cine. Al decir de Juan de la Cabada: «Me decía muy calladi-
to: ‘vamos al cine, Juan’. Y nos íbamos al cine cada quince
días a ver una película de Greta Garbo o Dolores del Río.
Pero él decía esto como un secreto, como temiendo robar
algunos minutos a la lucha». 120
El teatro, aunque fue desplazado por el cine a segundo
lugar de las preferencias del público juvenil y resentía la
campaña de boicot de los cristeros, pudo sostener sus fun-
ciones en las salas Lírico, Iris, Fábregas, Principal, Arbeu,
Ideal, Colón, Imperial y Ulises. En cambio, el Teatro Uli-
ses, bajo la dirección de Salvador Novo, al quebrar el ca-
non de las representaciones teatrales, suscitó un escándalo
periodístico en mayo de 1928, el cual motivó su cierre bajo
el cargo de ser antinacionalista. 121
La vida intelectual se hizo más dinámica, nutrida y po-
lémica. No fue casual que ese año Esperanza Velázquez
Bringas y Rafael Heliodoro Valle publicasen el primer in-
119 «El cine yanqui, con excepción de films como los de Chaplin, había
venido siendo utilizado para la propaganda militarista y para la forma-
ción del cerebro de las nuevas generaciones en el culto sagrado a los
dioses del Olimpo financiero de Wall Street». Mella, Julio Antonio.
Escritos revolucionarios, p. 243.
120 Cupull, Julio Antonio mella en los mexicanos…, p. 69.
58
ventario de los escritores mexicanos, 122 y Jorge Cuesta su
antología poética 123 en la cual colocaba en vitrina a quienes
integraban su generación y red intelectual, la mayoría inte-
grantes del grupo «Contemporáneos» al lado de los consa-
grados poetas modernistas.
Para los estudiantes, profesores, trabajadores y visitan-
tes que concurrían a ver los murales en los edificios de la
Secretaría de Educación Pública en la calle Argentina y al
Colegio de San Ildefonso, a muy poca distancia, debió im-
pactarles el mensaje épico, cultural y revolucionario que
transmitían. Haya de la Torre y Mella no fueron ajenos a su
influjo. Mucho más relevante fue el papel cumplido por la
Universidad y en particular por la Escuela Nacional Prepa-
ratoria, nervio motor del movimiento estudiantil y del idea-
rio unionista bolivariano. 124 En 1928, quienes frecuentaban
el claustro pudieron ser testigos y en cierto sentido prota-
gonistas de la atmósfera de agitación estudiantil en favor
de la autonomía universitaria. 125 Haya, desde su condición
de disertante y Mella de estudiante y activista, fueron testi-
gos del inicio de este proceso que desgastó en menos de un
año la gestión del rector Alfonso Pruneda (1879-1957).
En el anfiteatro de San Ildefonso, el mural «La Crea-
ción» (1922) de Diego Rivera le sirvió de cuadro de fondo
a las conferencias de Haya de la Torre, interpeladas por
Mella y sus correligionarios. Tanto el guatemalteco Carlos
Mérida como el francés Jean Charlot, que habían llegado a
México en 1921, fueron sus ayudantes en dicho mural.
La agitación y conflicto religioso en ascenso contrasta-
ba con el que acaecía en los medios obreros. El Estado
temporáneos, 1928.
124 González Cárdenas, Octavio. Los cien años de la Escuela Nacional
59
laico y el derecho a la libertad de creencias y cultos eran un
asunto de principios tanto para Haya de la Torre como
para Mella. Para el primero, fue público que su arribo a
México a fines del 1923 en calidad de exiliado estuvo vin-
culado a su papel protagónico librado en la lucha obrero–
estudiantil en la ciudad de Lima contra la entronización
oficial del culto al Sagrado Corazón de Jesús. El máximo
dirigente de la APRA manifestó en una entrevista periodís-
tica: «Yo fui criado católico, mas choqué con el clericalis-
mo en mi país: el Perú, y entré a las filas protestantes». 126
Mella un año más participaba de manera decisiva en el
proceso de fundación de la Liga Anticlerical en La Habana
y a su arribo a México se afilió a la Liga Anticlerical que
tenía como vocero gráfico a El Bonete. 127 Por tales antece-
dentes ninguno de los dos líderes podía ver con buenos
ojos a los cristeros y posiblemente consideraron que la
Villa de Guadalupe no era un lugar ni deseable ni reco-
mendable para visitar. Haya de la Torre estaba afiliado
desde 1924 a la logia masónica Chilam Balam de Mérida,
Yucatán, a la que también pertenecían Esteban Pavletich y
Augusto César Sandino. 128 La ubicación de las legaciones
diplomáticas de Cuba, Perú, Italia y Estados Unidos formó
parte de ese territorio ajeno, devaluado y prohibido. La
peruana se ubicaba en la 7ª de Orizaba, núm. 125. En
cambio, para Mella y los comunistas el local de la Embaja-
da Soviética fue un campo de atracción por sus veladas
políticas y cinematográficas.
En finales de 1927 y principios de 1928, Haya y Mella
tuvieron posturas diferenciadas frente a las organizaciones
60
obreras. Haya había perdido las simpatías que tuvo en las
corrientes sindicales anarquistas y comunistas en 1924,
aunque había renovado su amistad con Vicente Lombardo
Toledano, líder de la corriente radical de la CROM. Mella
criticó duramente su libro La libertad sindical en México por
sus calumnias e inexactitudes frente a las organizaciones
obreras bajo dirección comunista, su anticampesinismo y
su probada inclinación socialdemócrata. 129 En 1928, Mella
sostuvo en el PCM la necesidad de romper con Lombardo
y Morones en favor de una central obrera clasista y revolu-
cionaria.
Mella y Haya mantuvieron estrechas ligas con dirigen-
tes de la Liga Nacional Campesina; no compartían los pre-
juicios de Lombardo. Mella había participado en su funda-
ción en el año de 1926. 130 Ambos percibían los primeros
efectos de la puesta en vigor por el gobierno del arbitraje
obligatorio entre el trabajo y el capital a través de las juntas
de Conciliación. Por otro lado, no les era desconocida la
oleada de despidos masivos de trabajadores textiles en los
espacios suburbanos de San Ángel y Tlalpan. 131
En dicho periodo Haya y Mella tuvieron comporta-
mientos diferenciados frente a la intelectualidad mexicana.
El primero mantenía lazos de amistad con artistas plásticos
y escritores de vanguardia, mientras que el segundo, cerró
sus redes a los intelectuales que militaban en el movimien-
to comunista y antiimperialista o que pertenecían a las filas
de la Asociación Nacional de Emigrados Revolucionarios
Cubanos (ANERC). La amistad de Haya con Salvador
Novo y Xavier Villaurrutia, editores entre 1927 y 1928 de
las revistas literarias Ulises y Contemporáneos, no podía hacer
eco de sus ideas políticas.
61
Las revistas culturales del tipo de Contemporáneos, o polí-
ticas como El Bonete y El Libertador, las cuales animaba
Julio Antonio Mella, compartían un circuito de distribu-
ción y de lectura en buena medida convergente. Estos me-
dios impresos eran una carta de identidad colectiva y de
reafirmación individual letrada altamente apreciada más
allá de algunas controversias, disensos o desprecios. Las
revistas se proyectaban mirándose en sus pares de otros
países, las cuales eran sus espejos a imitar, superar o negar.
El cuadro de revistas culturales más influyentes que pre-
sentó Torres Bodet, omitió a la revista Amauta, 132 no por
desconocer su existencia y valía; le pesaba en su ánimo la
agria e incómoda polémica con José Carlos Mariátegui. 133
Recordemos que intelectuales como Jaime Torres Bo-
det y Enrique González Rojo, ambos del grupo Contempo-
ráneos, se habían deslindado públicamente de la orientación
asumida por la revista Amauta y su director, y algo más
tarde, frente a las tesis de Magda Portal acerca del arte so-
cial y el compromiso de los intelectuales. 134 Hasta 1927, la
revista Amauta había publicado artículos de Haya y de los
intelectuales apristas exiliados en México. Hubo escritores
como Gilberto Owen (1904-1952), que pasó de ser simpa-
tizante –tras escuchar las conferencias de Haya de la Torre
en el auditorio de San Idelfonso– a militante aprista pocos
años después. 135 Owen de manera convergente con la pos-
132 Véase: Reverte Bernal, Concepción. «Los ‘Contemporáneos’: van-
guardia poética mexicana». RILCE, II, no. 2, 1986:
http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/3187/1/5.%20LOS%20CONTEMPO
R%C3%81NEOS,%20VANGUARDIA%20PO%C3%89TICA%20MEXICANA,
%20CONCEPCI%C3%93N%20REVERTE%20VERNAL.pdf, consultado el 1
de agosto de 2013.
133 Mariátegui a Torres Bodet. Lima, 27 de abril de 1927. En: Correspon-
62
tura asumida por el poeta Carlos Pellicer (1897-1977) por
los mismos años, 136 se apropió de la retórica neobolivaria-
na a favor de la justicia social y la unidad continental. Hizo
algo más: reivindicó como suya la continuación de Amauta
a través de su revista Diálogo. 137
El panorama político que encontró Haya mostraba los
ecos del asesinato del general Serrano en la carretera Méxi-
co-Cuernavaca a la altura de Huitzilac y la persecución de
los líderes del Partido Antireeleccionista. En octubre de
1927 fue sofocada la rebelión en Veracruz del general Ar-
nulfo R. Gómez. Al momento de arribar Haya a México
no solo se había decantado el panorama electoral a favor
de Obregón, sino que el caudillo había iniciado su ofensiva
contra la dupla CROM y Partido Laborista Mexicano. Ha-
ya seguramente tomó en cuenta esta situación para ponde-
rar sus posibles reencuentros con algunos dirigentes de la
CROM a quienes había conocido a finales de 1923, 138 así
como la candidatura de José Vasconcelos a la presidencia,
secundada por la mayoría de sus amigos. En cambio, Mella
al igual que los comunistas, debatían desde 1927 si conti-
nuar o no el apoyo crítico a Calles, justificado por el curso
de la guerra Cristera, o reposicionarse frente a la candida-
tura de Obregón. Para Mella y algunas corrientes del PCM
el apoyo a Calles frente a los Estados Unidos perdió senti-
do a partir de marzo de 1928 tras un acuerdo bilateral que
puso punto final al litigio petrolero legado por la Revolu-
ción. México decidió reconocerles derechos de propiedad a
las empresas norteamericanas que operaban en el país con
anterioridad a la promulgación de la Constitución de 1917.
136 Véase: Melgar Bao, Ricardo y María Esther Montanaro. V.R. Haya
de la Torre a Carlos Pellicer. Cartas Indoamericanas, p. 148.
137 Gilberto Owen a Alfonso Reyes. Bogotá 14 de marzo de 1933:
«…quiero hacer en las hojas de diálogo –sale en abril– algo de lo que
interrumpió en Amauta la muerte de José Carlos Mariátegui». En:
Owen, Gilberto. Obras. México: Fondo de Cultura Económica, 1996,
p. 277.
138 Véase: Leal, Juan Felipe. Agrupaciones y Burocracias Sindicales en México,
1906-1938. México: Juan Pablo Editor, 2012, p. 179.
63
En el periodo estudiado, las fiestas cívicas quedan ex-
cluidas, no así la Navidad, la cual fue un motivo especial
para politizar su sentido en el contexto de la guerra Criste-
ra y la lucha antiimperialista. En consonancia con lo ante-
rior, Mella escribió irónicamente: «… con las maquinacio-
nes contra México, nadie duda de los ‘buenos deseos’ del
farsante Coolidge. ¿No podría obsequiarnos también con
unos villancicos de Navidad?». 139 Al siguiente año fue más
cáustico al dar cuenta de su celebración en algunas ciuda-
des del mundo por los impactantes consumos gastronómi-
cos reportados por las agencias cablegráficas internaciona-
les. Coligió con desmesura que era una fiesta que había
dejado de ser religiosa, convirtiéndose en: «una verdadera
bacanal pagano-burguesa». 140 En cambio, el tenor laico de
la Navidad fue para los izquierdistas motivo de muchas
reuniones simultáneas según sus redes parentales, amisto-
sas, intelectuales y políticas. El Partido Comunista convocó
a sus militantes a un festival de año nuevo en su local de
Mesones 54 en el que habría: «exhibición de películas revo-
lucionarias, canciones populares obreras y campesinas,
representación teatral; baile, tortas, refrescos y dulces». 141
Los escritos de Haya de la Torre y Mella nos han per-
mitido leer diferentes aristas de la cultura y la coyuntura
política que les tocó vivir en la Ciudad de México, los cua-
les son refrendados o ampliados por los textos y testimo-
nios de sus coetáneos. Vivir el exilio en la Ciudad de Méxi-
co expresaba además de las particularidades culturales y
políticas de cada uno de sus segmentos, las huellas visibles
de su inserción en la vida urbana misma y en los nichos de
los estratos sociales a los que correspondían. No es casual
que el horizonte pequeño-burgués de la vida urbana haya
adquirido especial centralidad.
de 1927.
64
Huellas, rondas y lances
66
de Machado bajo el cargo de un presunto complot comu-
nista. Los dos primeros, acompañados de sus correligiona-
rios Serafín Delmar y Magda Portal se refugiaron en Méxi-
co, mientras que Bustamante se dirigió a París. Mella, se
mantuvo informado de este proceso de confrontación, y es
posible que haya tenido alguna injerencia indirecta en su
desarrollo a través de la Liga Antiimperialista de las Améri-
cas y de su vocero El Libertador.
La contienda ideológica en La Habana fue iniciada con
la carta de Haya de la Torre dirigida a Mañana, en La Ha-
bana y fechada en Oxford el 9 de febrero del mismo año,
titulada «La realidad de América Latina no es la realidad de
Europa». 3 Fue un texto particularista y por ende polémico
dirigido a quienes querían asumir los mismos presupuestos
teóricos y políticos que eran sustentados por los revolucio-
narios europeos.
Al líder aprista le parecía políticamente estéril el euro-
centrismo cominternista; se sentía más próximo del expe-
rimento revolucionario chino del Kuomintang de Sun Yat
Sen y de Chiang Kai-shek que le sirvió de sustento de su
concepción sobre el frente único de clases y el papel asig-
nado al estado en defensa de la soberanía nacional y el
desarrollo. Sin embargo, después del viraje anticomunista
de dicha organización a partir de abril de 1927, toda alu-
sión aprista al respecto fue motivo de iracundos ataques
por parte de los comunistas. Mella había suscrito el para-
digma cominternista acerca de la revolución, la lucha anti-
colonial y antiimperialista en los países coloniales y semico-
loniales a pesar de las tensiones discursivas y políticas exis-
tentes entre los acuerdos de los dos últimos congresos de
la IC. Por un lado, lo atraía el espíritu del V Congreso
(1924) al reivindicar una política de frente único y, por el
otro, una postura vanguardista y excluyente en la lucha
antiimperialista condicionada por los últimos aconteci-
mientos: la polémica con Haya librada en el marco del
3Haya de la Torre, Víctor Raúl. Por la emancipación de América Latina,
Buenos Aires: M. Gleizer Editor, 1927, pp. 197-204.
67
Congreso Mundial contra la Opresión Colonial y el Impe-
rialismo en Bruselas celebrado del 10 al 15 de febrero de
1927, el viraje reaccionario del Kuomintang llevado a cabo
dos meses más tarde y, por el influjo de las nuevas directi-
vas cominternistas recibidas durante su estancia en Moscú.
Esta última posición fue reforzada en 1928 por el VI
Congreso de la IC que sirvió de fundamento para su crítica
sin concesiones al aprismo. Mella, sin embargo, contradic-
toriamente frente al trato al APRA, asumió el legado fren-
tista del V Congreso ante la Asociación de Nuevos Emi-
grados Revolucionarios Cubanos (ANERC). Alianza con la
burguesía nacional, las clases medias y la intelectualidad
para la lucha en Cuba; ruptura y confrontación para con la
pequeña burguesía aprista.
De manera paralela y casi simultánea a la contienda vi-
vida en La Habana se vivía otra en París, la cual también
incidió en el curso de la confrontación de Mella contra
Haya librada en la ciudad México. Su relevancia reapareció
simbólicamente en el título del más conocido libelo de
Mella: ¿Qué es el ARPA?…, escrito y publicado en México
en abril de 1928. Irónica inversión de las consonantes que
convertía a la organización liderada por Haya de la Torre
en proyecto trivial, en canto de sirena de «las doctrinas y
tácticas oportunistas del movimiento antiimperialista que
sustentan ciertas organizaciones e individuos...». 4
La alusión al instrumento de cuerdas tenía asidero real,
la cual nos obliga a hurgar en una coyuntura previa a los
quehaceres de supervivencia de los apristas en la ciudad de
París. El juego metafórico y parónimo usado por Mella
para convertir a los apristas en «arpistas», alude al hecho de
que la gira triunfal de la célula aprista de París por las di-
versas ciudades europeas tuvo que ver más con las actua-
ciones musicales andinas de su membresía cuzqueña que
con sus actividades políticas.
4 Mella, Julio Antonio. «¿Qué es el ARPA?». Amauta, núm. 31, junio-
julio de 1930, pp. 41-48; Amauta, núm. 32, agosto-septiembre de 1930,
pp. 24-37.
68
Para los jóvenes músicos estos conciertos y giras for-
maban parte de una estrategia económica que les permitía
conseguir los faltantes que sus familias no les podían remi-
tir, fuera de levantar su orgullo cultural en un momento en
que las ciudades europeas abrían su interés cultural por las
tradiciones dancísticas, pictóricas y musicales de otros con-
tinentes. En el elenco musical aprista, el arpa representaba
un papel relevante. Fue por lo anterior que Mella deslizó
como artilugio polémico la imagen mítica del canto de
sirena para homologarla al llamado de los apristas a los
latinoamericanos para sumarse a su causa. Refiriéndose
con sarcasmo a las frases de Haya, hablando de la estructu-
ra orgánica de la APRA escribió:
5 Ibídem, p. 44.
69
El 13 de enero de 1927, la célula de la APRA a través
de Eudocio Ravines, su primer Secretario General, convo-
có a un acto de solidaridad con Nicaragua como protesta
contra la intervención militar norteamericana que padecía,
a realizarse en la «Salle des Horticulteurs», evento al que se
sumó la Asociación General de Estudiantes Latinoameri-
canos (AGELA), recibiendo el respaldo de grandes perso-
nalidades intelectuales europeas. Participaron como orado-
res Víctor Raúl Haya de la Torre, Vicente Huidobro, Sian
Ting y los representantes de Nicaragua, Haití y República
Dominicana. 6
El 22 de enero de 1927 se constituyó el Centro de Es-
tudios Antiimperialistas de París, el cual asumía la tesis de
los cuatro sectores del imperialismo yanqui en el continen-
te, misma que un mes más tarde Haya de la Torre defendió
como ponencia en el Congreso Antiimperialista de Bruse-
las y que fue uno de los puntos de su discrepancia con
Julio Antonio Mella. 7 Paralelamente los apristas estaban
afiliados a la AGELA, la cual en 1927 se radicalizó a favor
de una mayor vinculación con los organismos intelectuales
y estudiantiles de la Comintern. La separación aprista de la
AGELA tuvo que ver con ello y salpicó también la rela-
ción de Haya de la Torre y Julio Antonio Mella a su paso
por París. 8
Por lo anterior, pero también por otros eventos y ac-
ciones políticas, la relación de Mella con la célula aprista de
París merece ser esclarecida toda vez que reapareció duran-
te su deslinde con Haya en la Ciudad de México casi un
70
año después. El cubano, inmediatamente concluido el
Congreso Antiimperialista Mundial celebrado en Bruselas,
emprendió un viaje en ferrocarril a París, escala previa y
fugaz a la que realizaría en Berlín, antesala para su arribo a
Moscú. El visado de ingreso fue recogido de la embajada
soviética en Berlín el 25 de febrero de 1927. En la Unión
Soviética el líder cubano estuvo dos meses realizando di-
versas actividades vinculadas a la IC. Concluida su misión,
realizó una estancia de un mes en París entre fines de abril
y los últimos días de mayo de 1927, antes de emprender su
regreso a México.
En la capital francesa participó en varios actos públicos
auspiciados por la Liga Antiimperialista y por el grupo de
exiliados cubanos que editaba el Bulletin Latino-Américain d’
Études Politiques et Economiques. 9 Fue comprensible que Me-
lla en ese contexto atacase al APRA y a su líder, que los
apristas estuviesen indignados de que hubiese publicado un
artículo contra su organización acusándola de fascista; pero
también por haber participado al lado de Carlos Quijano,
dirigente uruguayo de la Asociación General de Estudian-
tes Latinoamericanos (AGELA) en París, para escindir a la
célula aprista de dicha ciudad. Según Haya, tras su ruptura
con el líder cubano en el Congreso de Bruselas, éste cons-
piró con Quijano en el curso del mes de mayo de 1927. Al
decir del líder de la APRA, el peligro de la escisión en la
célula fue neutralizado:
[…] porque a un elemento que consiguieron (Cár-
denas Castro, Segundo) se le hizo lo siguiente: des-
cubierto que se había ‘vendido’ (realmente vendi-
do) a Quijano lo expulsamos y secretamente se le
ha administrado un castigo físico que lo ha aterro-
rizado de tal manera que no sabe dónde está. Lue-
go por disciplina ningún compañero le habla o le
71
ayuda y se le cortan todos los caminos. Este escar-
miento ha sido ejemplar. 10
Sumado a lo anterior vino la respuesta aprista a Mella por
parte de tres de sus militantes: Wilfrido Rozas Willis, Ra-
fael González y Horacio Guevara que estuvieron al acecho
de sus movimientos para interceptarlo cuando se encontra-
se solo hasta que llegó el día:
72
uno ya pégale un lapo. El otro dijo ¿cómo vamos a
pegarle a un indefenso que no se puede defender
nada? Entonces ¿qué hacemos? Horacio Guevara
dijo, ‘lo ahorcamos y lo orinamos como si fuera un
poste’. Y Mella ni se movió, ni corrió, estaba como
un individuo congelado. Le dijimos, mándate mu-
dar y lo botamos. Mella se fue tranquilo. 12
12 Ibídem.
73
te ves mal, estás arrastrando los pies, así te he vis-
to’. Estaba desesperado. 13
Habiendo enmarcado los escenarios e hitos que prefigura-
ron de alguna manera la trama de confrontación a seguir
entre apristas y comunistas en la Ciudad de México inten-
taremos reconstituir el azaroso itinerario del viaje de Haya.
El fundador de la APRA, a través de sus redes políticas
y amistosas en México, intentó infructuosamente conseguir
una invitación a su favor que le permitiese sufragar su viaje
y estancia en este país, a cambio de lo cual ofrecía un ciclo
de conferencias sobre la cuestión europea, eludiendo im-
plícitamente abordar el análisis del imperialismo norteame-
ricano en América Latina. No pudo lograr su cometido, el
viaje deseado se quedaba en las esferas de las buenas inten-
ciones y de las promesas diferidas. Aunque la Cancillería
mexicana no miraba con buenos ojos al gobierno de Le-
guía en el Perú por su abierta orientación confesional y
pronorteamericana, no estaba interesado en 1928 en brin-
darles facilidades y ayudas a los apristas. Genaro Estrada,
titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores apuntaló el
mejoramiento de las relaciones bilaterales con los Estados
Unidos y con el Perú.
Los apristas congregados en México debían enfrentar
sus necesidades de sobrevivencia, moviéndose en sus
tiempos libres entre las redes del exilio y de la intelectuali-
dad vanguardista y radical. La célula de APRA en México
carecía de organicidad y de plan político, también de la
capacidad de atender con prontitud la solicitud de su líder.
Haya logró por sus propios medios y méritos una invita-
ción académica para viajar a los Estados Unidos, meses
antes de ver realizado su ansiado viaje a México.
El 6 de agosto de 1927 zarpó en el barco «Liverpool»
con destino a Boston y Nueva York. Y desde Washington
volvió a escribirle a Esteban Pavletich el 25 de septiem-
13 Ibídem.
74
bre, 14 sugiriéndole usar tácticas de propaganda y presión
estudiantil tanto en la Escuela Nacional Preparatoria como
en la YMCA con la finalidad de lograr su soñada invitación
a México. La carta de Haya expresaba ansiedad y urgencia
política de arribar a tierras mesoamericanas. Precisó lo que
podía brindarles a sus anfitriones: un ciclo de conferencias
en la Universidad Nacional acerca de la «Europa Intelec-
tual y Política».
Disertar sobre temas europeos le permitiría al exiliado
peruano sortear situaciones ríspidas con las radicalizadas
corrientes estudiantiles de orientación comunista, y de pa-
so, evitar alguna posible desavenencia con el gobierno de
Plutarco Elías Calles, 15 dadas sus conocidas redes vascon-
celistas. Comunistas y apristas veían con simpatías al régi-
men de Calles por su sostenida controversia petrolera con
los Estados Unidos, su apuesta a favor de la soberanía de
Nicaragua profanada por las tropas de ocupación norte-
americana, sus buenas relaciones diplomáticas con la Rusia
soviética y su irrestricta y radical defensa del Estado laico
frente al clero y los contingentes cristeros.
El embajador James Sheffield y el Secretario de Estado
del gobierno norteamericano, construyeron una imagen
probolchevique de Calles entre 1925 y 1927. 16 Sin embar-
go, en 1928 otro era el curso de las relaciones bilaterales
gracias a la habilidad del nuevo embajador Morrow y al
propio viraje apaciguador de Calles. Desde fuera, José Car-
los Mariátegui, quién tenía en preparación un número es-
pecial de Amauta dedicado a la Revolución mexicana, le
escribió a Calles solicitándole «un retrato con autógrafo» a
75
favor de su revista. 17 Era un acto disidente considerando
que el presidente Leguía había cuestionado en más de una
oportunidad la campaña anticlerical de Calles. En general,
el presidente mexicano conservaba una buena imagen en el
seno de la intelectualidad de la izquierda continental. La
diplomacia mexicana había realizado un buen trabajo al
respecto. 18
Calles atrajo en el Perú las simpatías de las más varia-
das corrientes de pensamiento. Socialistas como Jorge Ba-
sadre sus simpatías por su gestión política. 19 Haya de la
Torre, en carta a Losovsky argumentó a favor del presiden-
te mexicano: «no se trata de un gobierno socialista pero es
el mejor que tenemos para resistir al imperialismo», 20 lo
mismo lo hizo la revista La Sierra, la cual Haya de la Torre
consideraba su principal tribuna en Lima, después de su
ruptura con Mariátegui, el representante de la COPA y de
la CROM en Lima le escribió a Calles:
76
revista CROM ha sido detenida por el correo cen-
tral de esta capital, a fin de que no se difunda… 21
77
colaboración para el vocero aprista. 23 Haya, con fecha 25
de septiembre de 1927 le sugirió epistolarmente a Pavletich
que a través de Magda Portal 24 y Serafín Delmar, 25 radica-
dos en Veracruz, gestionasen una invitación a su favor, 26 la
cual no parece haber prosperado por su lejanía física de las
instancias federales de decisión y de la Universidad Nacio-
nal.
de 1927.
24 Magda Portal (1900-1989). Escritora feminista, dirigente aprista de
78
La invitación a Haya devino en una difícil meta a cum-
plir por parte de los militantes apristas en México. Se ce-
rraban los caminos y se abrían otros gracias a que Haya se
abocó a reactivar sus redes en la Ciudad de México. En
realidad fue el propio Haya quién se abrió las puertas. Dos
días antes de su carta a Pavletich, le escribió a Moisés
Sáenz 27 –quien a la sazón fungía como subsecretario de
Educación Pública– manifestándole su deseo de cubrir una
estancia intelectual en México. Sin que Haya todavía se
enterase, Sáenz tomó con entusiasmo su viaje y el 3 de
octubre llamó por teléfono al Rector Alfonso Pruneda para
que lo aceptase como disertante en el claustro universita-
rio, recibiendo positiva respuesta. Por lo anterior, le envió
a Haya la formal invitación. 28 En carta aparte, el 4 de octu-
bre le escribió a Haya animándolo a viajar y ofreciéndole
cubrir sus gastos de estancia:
79
usted aquí le ofrezco esforzarme por conseguirle
alguna otra cosa. No sé cuánto tiempo pensaría us-
ted quedarse por acá. El sueldo que le ofrezco pue-
de correr hasta el 31 de diciembre, aunque no per-
maneciera en ésta durante todo ese periodo. Por
otra parte si quiere quedarse más tiempo, en enero
podemos hacer nuevos, y espero, más ventajosos
arreglos. 29
El 24 del mismo mes, Moisés Sáenz le comunicó al Rector
Pruneda la aceptación de Haya y éste a su vez, le solicita
copia del programa de sus conferencias.
Mella no se equivocó cuando en su libelo antiaprista
señaló que Haya arribó a México gracias al apoyo de Moi-
sés Sáenz, atribuyéndole un apoyo económico menor al
que recibió. 30 Fue el Departamento de Extensión Universi-
taria de la Universidad Nacional quien formalizó el contra-
to de Haya para dictar un ciclo de conferencias algo más
matizado que su propuesta original de sólo abordar temas
europeos a realizarse en el salón Generalito del antiguo
Colegio de San Ildefonso, ubicado en Justo Sierra 16.
Entre los años 1922 y 1927, los muralistas Diego Ri-
vera, Fernando Leal, David Alfaro Siqueiros, Ramón Alva,
Jean Charlot, Fermín Revueltas y José Clemente Orozco
plasmaron representaciones plásticas de corte revoluciona-
rio. El lugar y su público se ajustaban a las expectativas de
Haya; la presencia estudiantil y obrera fue relevante según
un reporte confidencial del cónsul peruano a su Cancille-
ría. 31 Recordemos que dicho recinto era conocido en la
29 Moisés Sáenz, a Haya de la Torre. México, 4 de octubre de 1927.
80
época por la efervescencia del movimiento estudiantil re-
volucionario que se incubaba en su seno.
El diseño de los afiches de propaganda de dichas con-
ferencias estuvo a cargo del pintor Gabriel Fernández Le-
desma (1900-1983), 32 quien cultivó la amistad de Haya
durante su primera estancia en México en el primer semes-
tre de 1924. El programa de las conferencias fue editado
por la entidad universitaria. 33
Por esos días, las preocupaciones de Haya mostraban
que su principal interés estaba dirigido más hacia el campo
intelectual que al de los trabajadores, fuera de que deseaba
ir más allá del escenario capitalino mexicano. Él había re-
dimensionado su imagen de pensador y conductor político
gracias a sus colaboraciones en las más prestigiadas revistas
latinoamericanas de la época, al reforzamiento de sus redes
transnacionales, a su protagonismo en el Congreso Anti-
imperialista de Bruselas y en el concurso de oratoria sobre
el panamericanismo en los medios académicos anglo-
norteamericanos.
Haya, al promover la opción aprista a contracorriente
de la hegemonía cominternista en el Congreso Antiimpe-
rialista de Bruselas, generó una fisura excepcional y tras-
cendente para su proyecto populista indoamericano. El
deslinde no había sido espontáneo, estaba dentro de sus
cálculos, no así el desarrollo de un antagonismo que impo-
sibilitó todo acuerdo futuro con los comunistas. Por tal
razón, los comunistas mexicanos lo recibieron con hostili-
81
dad, a lo que se agregó el papel jugado por Mella al enfren-
tar a su excompañero y amigo.
La segunda estancia de Haya de la Torre en México
difirió sustantivamente de la primera. En 1923 arribó en
calidad de desterrado siendo acogido por Vasconcelos,
titular de Educación bajo el gobierno de Álvaro Obregón34
y por sectores intelectuales, políticos y sindicales adscritos
a algunas de las corrientes revolucionarias. En esta ocasión
llegaba como una figura polémica tras su explícito distan-
ciamiento y ruptura con la Internacional Comunista con la
finalidad de ensanchar el radio de influencia de la APRA
tanto en México como en el continente.
Según los actores e instituciones, Haya fue en México
tema de interés y apuesta, a favor y en contra. José Vas-
concelos denunció un intento fallido de la administración
callista de inducir a Haya de la Torre para que lo atacase
deslealmente desde las tribunas universitarias. 35 Es posible
que fuese el peruano quien se lo comunicase directamente
al filósofo mexicano o se lo hiciese a través de algún amigo
común. Lo cierto es que Haya respetaba a Vasconcelos
más allá de sus desacuerdos sobre la lucha antiimperialista,
la política, la educación y la identidad continental, para
cometer tal acto de deslealtad.
Haya tenía muy claro que uno de sus principales apo-
yos en México descansaba en las redes intelectuales vas-
concelistas, aunque no desdeñaba las que lo vinculaban a
Lombardo Toledano y a la CROM. La propia Legación
diplomática peruana estaba atenta a los movimientos de los
exiliados apristas con motivo del arribo de su líder. Fue
precisamente el cónsul general del Perú en la Ciudad de
México el responsable del rastreo y reporte de los pasos de
Haya y sus compañeros apristas. El Consulado contaba
con algo a su favor, la comunidad migrante. El 8 de octu-
bre de 1927 con motivo de una reunión patriótica en su
82
sede, auspició la constitución del «Círculo Peruano de Mé-
xico» con el expreso objeto de: «mantener el prestigio de la
Patria, cultivar la unión de los peruanos residentes en la
República de México y prestar la ayuda, que más fuere
posible a los compatriotas que lo hubieren menester». 36
Este organismo, apéndice del Consulado, nombró en
ausencia al presidente Augusto B. Leguía 37 como socio
honorario al igual que a don Pedro García Rada y Gamio, a
la sazón ministro de Relaciones Exteriores. Esta entidad
aglutinó a 57 de un universo de los 80 migrantes peruanos
registrados en el censo mexicano, cifra significativamente
relevante. Los migrantes asumieron la vena nacionalista
que fue exitosamente inducida por la representación di-
plomática del gobierno de la «Patria Nueva», fuera de cier-
to interés en mantener buenas relaciones con el Consula-
do. Este sector quedó fuera del influjo de los exiliados
apristas.
Al momento de darse a conocer en los medios perio-
dísticos y universitarios el arribo de Haya de la Torre, Me-
lla se había reintegrado como estudiante a la Escuela de
Derecho de la Universidad Nacional para asistir a los cur-
sos de Derecho Social y Derecho Penal, entre otros, 38 sin
renunciar a sus actividades políticas. El líder cubano tuvo
claro que la contienda política con Mella se reactualizaría y
decidió tomar la iniciativa de pasar a la ofensiva a través de
83
las páginas del diario El Machete y de los estudiantes univer-
sitarios y preparatorianos simpatizantes del comunismo,
que a inicios de 1928 conformarían la Asociación de Estu-
diantes Proletarios. 39
Mella y los comunistas consideraban que la visita
anunciada de Haya a México debía ser combatida, ya que
dicho personaje, al promover al APRA, contrariaba la pro-
yección de la LADLA. Estimaban además, que siendo Ha-
ya una figura revestida por el aura de su peregrinaje como
líder estudiantil continental, podría ser perjudicial para el
desarrollo del Partido Comunista en el seno de los estu-
diantes universitarios y preparatorianos.
El 22 de octubre de 1927, la columna de notas «Entre
la Hoz y el Martillo» a cargo de Mella inició sus ataques
contra Haya de la Torre en vísperas de su arribo a México
por sus elogios al senador republicano Borah40 y sus añejas
84
ligas con Vasconcelos y su círculo intelectual. Los comu-
nistas trataron de restarle capacidad de convocatoria al
líder del emergente movimiento aprista en la Ciudad de
México, realizando activa propaganda en contra suya y,
aunque tuvo relativo éxito en ello, sí afectó su imagen y su
proyecto al defeccionar dos de sus cuadros: Jacobo Hur-
witz 41 y Nicolás Terreros, 42 fundadores al lado de Pavletich
de la primera célula de la cual se distanciaron al ser cono-
cedores de las posturas de Haya y Ravines en el Congreso
Antiimperialista de Bruselas.
La nueva célula de la APRA realizó vanos intentos de
reintegrar a sus filas a estos disidentes. Hurwitz ratificó a
tales encuentros signados contradictoriamente de prome-
sas, aventuras heroicas y amenazas apristas en las páginas
de El Libertador:
85
Promesas.- La comisión encargada de entrevistar-
nos nos ofrecía puestos en la dirección del movi-
miento. Pero, también llegó a declarar que si no in-
gresábamos al APRA tampoco podríamos volver al
Perú, en caso de tomar esta organización el poder
[…] En ningún momento hemos abandonado la
lucha revolucionaria ¿Por qué se nos impediría,
pues el regreso al país?, ¿Por izquierdistas?, ¿Por
radicales?, ¿Por bolcheviques?, ¿Por insubordina-
dos? Quién sabe… De ninguna manera por reac-
cionarios ni antiproletarios.
Contradicciones.- Para urgir nuestro ingreso al
APRA se nos decía que había un movimiento in-
mediato que atender en el Perú. Al mismo tiempo
se habla de la Legión para Nicaragua. 43
86
autovaloraron en los medios gráficos y epistolares: La célu-
la de la APRA en México proclamó que el arribo de su
líder Haya de la Torre:
87
Haya de la Torre había orientado por vía epistolar a los
cuadros apristas residentes en México con la finalidad de
lanzar su proyecto conspirativo hacia el Perú. El 30 de
noviembre de 1927, Haya de la Torre por fin arribó a San
Lázaro, la estación principal del ferrocarril en la Ciudad de
México, después de cruzar un largo trecho entre el territo-
rio norteamericano y el mexicano.
Lo esperaban en el andén: Carlos Manuel Cox, 46 Ma-
nuel Vásquez Díaz, 47 Magda Portal, Serafín Delmar, Aníbal
Secada 48 y el obrero Juan Guevara. Esteban Pavletich aun-
88
que no acompañó a dicha comitiva, se sumó horas más
tarde al homenaje que le tenían preparado a su líder los
estudiantes mexicanos. Haya fue escoltado por los apristas
hasta el Hotel Princess, en la avenida Hidalgo, para regis-
trarse como huésped y dejar su equipaje, antes de salir a la
recepción de que sería objeto.
La recepción ofrecida a Haya de la Torre por la Fede-
ración de Estudiantes Mexicana fue liderada por Ángel
Carvajal Bernal. 49 Fue un acto simbólico, pero que no tuvo
la acogida esperada en los medios gráficos. Únicamente un
reportero del diario Excélsior cubrió la noticia y dejó cons-
tancia de que no concurrió ningún otro periodista a dicho
evento. 50 Por esas fechas, la Federación de Estudiantes
Mexicana estaba involucrada en la preparación del V Con-
greso Nacional, a celebrarse en la ciudad de Culiacán del
16 al 26 de enero de 1928. 51
A la recepción de bienvenida a Haya asistió, como era
de esperarse, la delegación aprista integrada por cuatro
peruanos (Esteban Pavletich, Carlos Manuel Cox, Manuel
Vásquez Díaz y Serafín Delmar) y el catalán Martí Casano-
vas.
También hicieron acto de presencia algunos intelectua-
les y artistas que habían trabado amistad con Haya en 1924
como Salvador Novo, Gabriel Fernández Ledesma, Gui-
89
llermo Ruiz (1894-1965), Xavier Villaurrutia (1903-1950),
Roberto Montenegro (1881-1968) y Mario Santacruz. 52
Los discursos de bienvenida corrieron a cargo de Án-
gel Carvajal Bernal (1901-1985) 53 y de otro dirigente estu-
diantil muy respetado, Alejandro Gómez Arias (1906-
1990), líder del grupo radical los «Cachuchas», en cuyo
seno se dibujaban varias promesas para el mundo intelec-
tual mexicano. 54 El primero elogió a Haya por su entrega y
sacrificio en aras de la «fraternidad latinoamericana» y sub-
rayó su éxito en la controversia sobre la doctrina Monroe
frente a sus pares y oponentes norteamericanos. Gómez
Arias por su lado, aprovechó la circunstancia de la presen-
cia de Haya para destacar su capacidad de acción y com-
promiso con la causa continental y fustigar a los falsos
profetas del iberoamericanismo. La intervención de Haya
duró 45 minutos y fue calificada por el reportero como una
arenga a la juventud universitaria. 55
A finales del mes de noviembre, Mella había vuelto a la
carga contra Haya con motivo de un cartel que apareció
pegado en las calles de la Ciudad de México convocando a
asistir al ciclo de conferencias que Haya de la Torre daría
en la Universidad Nacional a nombre de la «Juventud Ma-
nual e Intelectual».
Por su lado, el Boletín de la Universidad Nacional comuni-
caba la programación de las fechas sin precisar los títulos
de las mismas. Al final de tres de las siete disertaciones del
52
Excélsior, 1 de diciembre de 1927.
53 Camp, Roderic A. The Metamorphosis of Leadership in a Democratic Mexi-
co. Oxford: Oxford University Press, 2010, p. 272.
54 En la Escuela Preparatoria de San Idelfonso el grupo integraba a:
Miguel N. Lira, Agustín Lira, Ernestina Marín, Frida Kahlo, Carmen
Jaime, Alfonso Villa, Jesús Ríos Ibáñez y Valle y Manuel González
Ramírez entre otros. véase: Avilés Fabila, René. «Frida Kahlo y sus
primeros amigos», www.rene avilesfabila.com.mx/pdf/frida_kahlo_primeros_amigos.
pdf, consultada el 10 de junio de 2009.
55 «Dejó grato recuerdo la recepción en honor de Víctor Raúl Haya de
90
peruano, el profesor José Velásquez, connotado contraba-
jista de la época, brindaría sus conciertos al público asisten-
te. 56 Mella cuestionaba en dicha columna, la organización
que Haya decía representar, sus vínculos con el senador
norteamericano William Edgar Borah quien justificó la
pena de muerte contra Sacco y Vanzetti, y su declaración
de que al lado del filósofo mexicano José Vasconcelos y
del socialista argentino Alfredo Palacios,57 se incorporaría a
la comisión de vigilancia de las elecciones en Nicaragua.
La Unión Latinoamericana (ULA) propagó dicha ini-
ciativa como solicitud de la Federación Obrera Nicara-
güense representada por Sócrates Sandino y el poeta Salo-
món de la Selva entre otros. 58 La adhesión del hermano de
Sandino debió disgustar a la Liga Antiimperialista de las
Américas, considerando su condición de activista en la
ciudad de Nueva York a favor de la causa liderada por su
hermano contra la ocupación norteamericana de Nicara-
gua, 59 aunque prefirió no mencionarlo en sus escritos de
condena a la Comisión de vigilancia electoral.
y 12 de 1928.
57 Palacios, Alfredo (1878-1965). Abogado socialista argentino, defen-
91
A partir de entonces, la relación de los comunistas con
la ULA continuaría deteriorándose, toda vez que competía
con dos de sus organizaciones: la Liga Antiimperialista de
las Américas y ¡Manos Fuera de Nicaragua! (MAFUENIC).
Había perdido actualidad para la Comintern la asistencia
solidaria de Manuel Ugarte, conocido escritor socialista y
argentino y dirigente de la ULA, al Primer Congreso Inter-
nacional de los Amigos de la URSS celebrado en Moscú en
noviembre de 1927 en el cual expuso su tesis sobre la
amenaza imperialista norteamericana para los pueblos de
América Latina. 60
En cambio, para Mella y los comunistas, la alternativa
de la ULA se trataba de una maniobra política internacio-
nal con la finalidad de darle legitimidad y legalidad a la
candidatura de Moncada. 61 Desde la Ciudad de México, la
Unión Centro Sud Americana y de las Antillas (UCSAYA),
presidida por el venezolano Carlos León, se sumó al cues-
tionamiento de Mella a dicha Comisión. La posible partici-
pación conjunta de Haya de la Torre al lado de Vasconce-
los, lo volvió a colocar en situación marginal frente al ré-
gimen callista.
La contienda entre apristas y comunistas retornó a su
escenario principal: el claustro de San Idelfonso, al ritmo
de las siete conferencias impartidas por Haya de la Torre.
Mella, acompañado de varios camaradas entre los que se
encontraban Juan de la Cabada 62 y Carlos Zapata Vela,
constancia de la agitada época que le tocó vivir dentro y fuera del país
(Cuba 1915-1921). Camarada y amigo de Julio Antonio Mella. Asiduo
concurrente al local del Partido Comunista; se afilió en el mes de mayo
de 1928. Colaboró en el periódico El Machete. Véase: Aranda González,
92
concurrieron a las conferencias de Haya para interpelarlo
políticamente y desgastar su imagen pública. Otras figuras
como José María Reyes, vinculado a las redes anarquistas
de Ricardo Flores Magón, 63 estuvieron entre el público
asistente al igual que el dirigente estudiantil Baltazar Dro-
mundo. 64 Este último fue testigo de las intervenciones
críticas y de los desafíos de Mella al peruano durante las
conferencias, el cual:
93
Dromundo nos brinda un nuevo escenario de confronta-
ción entre ambos líderes, aunque se equivoca por unos
meses al referir el ciclo de las conferencias como imparti-
das muy entrado el año 1928. También yerra al mencionar
que Haya suspendió sus conferencias tras los ataques cons-
tantes de Mella, ya que el ciclo concluyó conforme a la
programación anunciada.
El desafío del dirigente cubano al fundador del apris-
mo tomaría más adelante otro cariz. Haya difirió el debate
con Mella, apostando a ser él quien definiese el escenario y
pactase el modo de celebrarse. Los ataques de los comunis-
tas contra Haya y los apristas fueron en ascenso durante el
curso de 1928 y se extendieron por el continente a través
de sus redes. 66
Tras dictar Haya su conferencia sobre Inglaterra en la
Escuela Nacional Preparatoria, Mella desde las páginas de
El Machete cuestionó el controversial juicio del fundador de
la APRA acerca del supuesto giro liberal de Chamberlain y
la aparición de una política colonial moderada de Inglaterra
hacia sus colonias. Mella también le objetó a Víctor Raúl la
afirmación de que la quiebra de la huelga obrera se debiese
a su excesiva duración y no a la «traición de sus líderes». 67
Cuando Haya de la Torre colocó como tema central a
los países de la región frente a las potencias europeas y a
los Estados Unidos, pasó revista a las tres posiciones que
él y su movimiento continental consideraban que, además
de ilegítimas, consideraba proimperialistas: el panamerica-
nismo por estar al servicio del imperialismo norteameri-
cano, el latinoamericanismo por sus deudas ideológicas
con el neocolonialismo francés y el hispanoamericanismo
por responder a los intereses del viejo proyecto de domi-
nación hispano-colonial.
1927.
94
Frente a todas esas extraviadas y enajenantes opciones,
Haya de la Torre levantó la alternativa del indoamerica-
nismo, arguyendo a su favor una valoración censal extraída
durante las intervenciones del V Congreso Panamericano
en Washington, que en síntesis sostenía que la población
continental estimada era en un 75% indígena. 68 Premisa
contraria al enfoque clasista de Mella que no concedía nin-
gún potencial revolucionario a la población solo por ser
indígena.
Los textos que redactó Haya para dichas conferencias
quedaron inconclusos o como guiones, salvo uno que le
remitió a Mariátegui en versión revisada por Carlos Manuel
Cox y publicado más tarde en la revista Amauta, dos meses
antes de su ruptura. Signó el capítulo final de la presencia
de Haya en las páginas de dicha revista. 69
El autor se explayó en una revisión dialéctica de la his-
toria continental, suscribiendo la tesis de que dentro: «de
toda sociedad las clases y sus sistemas evolucionan, negán-
dose mutuamente. De la pugna florece la nueva sociedad,
fruto de la violencia. La solución de los contrarios es la revo-
lución». 70 Sostuvo que los quechuas y los aztecas se diferen-
ciaban por la tenencia de la tierra, colectiva en los prime-
ros, individual y colectiva en los segundos. Le sucedió a las
culturas precolombinas la violenta irrupción de la Conquis-
ta española y la afirmación de su antítesis colonial.
Apoyándose en Justo Sierra, Echevarría y Molinari, ex-
plicó la determinación económica de la Independencia en
la región y exaltó el papel histórico cumplido por sus hé-
roes: Bolívar, San Martín e Hidalgo y del sistema republi-
cano como negación de la Colonia, preservando el latifun-
dio, una abigarrada mezcla de estratos sociales y una «yux-
taposición de diversas etapas sociales».
68 «Haya de la Torre habló en su última conferencia de Europa a Amé-
rica Latina» Excélsior, 9 de diciembre de 1927.
69 Haya de la Torre, Víctor Raúl. «El problema histórico de Nuestra
95
De lo anterior coligió dos conclusiones que retratan lo
medular de su pensamiento en 1928. La primera que el
Estado es resultado de la «indefinida y fluctuante realidad
social» representando a «varias clases ricas» que oscilan
entre servir a la «clase latifundista» o a «la casta de los agen-
tes del Imperialismo, semi-industrializante». Segunda, que
la particularidad continental condicionada por nuestro sue-
lo «feudal» favorecido por los modelos europeos importa-
dos nos dan la «lección histórica de [tener que] buscarnos a
nosotros mismos». 71
La primera respuesta orgánica de la APRA a los comu-
nistas la publicó el cubano Orosmán Viamontes en enero
de 1928 expresó más de un matiz frente a las tesis de Haya
de la Torre. Levantó el cargo de que su organización no le
otorgaba un lugar a la burguesía en la lucha contra el impe-
rialismo, toda vez que apostaba por:
Ibídem., p. 23.
71
96
das en participar transitoria y limitadamente contra el im-
perialismo:
73Ibídem.
74«Lamentamos la muerte de Serrano. Lamentamos que urgido por la
salvación de la obra revolucionaria, Calles suprima de una vez cuantos
obstáculos la amenacen; pero tenemos que reconocer la lógica plena de
sus medidas». «Por México y por América». Atuei, núm.1, noviembre
de 1927.
97
La Comisión Supervisora Latinoamericana, ideada
por [Salomón] de la Selva y por Haya de la Torre,
dará fe de que hubo elecciones libres, de que nin-
gún soldado armado del General Sandino violó la
soberana voluntad del pueblo, de que los ‘bandi-
dos’ de Sandino, fueron aniquilados por la última
ofensiva de ‘pacificación’ y que Nicaragua entra en
una era de orden y progreso, grata a Mr. Borah, el
amigo de Haya de la Torre y al Sindicato de Ban-
queros. 75
En el mismo número del vocero de la Liga Antimperialista
de las Américas, se consignó un campo para caricaturizar a
Haya de la Torre como el intelectual ególatra por antono-
masia: «Víctor Raúl Haya de la Torre, autor de artículos y
más artículos encomiásticos sobre Víctor Raúl Haya de la
Torre». 76
El líder aprista se dio tiempo para frecuentar algunos
medios obreros afiliados a la CROM así como a los inte-
grantes de algunos círculos artísticos y literarios de orienta-
ción vanguardista.
Ilustra lo anterior su visita al lado de Esteban Pavletich
a la escuela de pintura al aire libre dirigida por el pintor
Alfredo Ramos Martínez (1875-1946) en una antigua finca
de Coyoacán. 77 En ella trabajaba un viejo amigo de Haya,
Roberto Castellanos, artista plástico, con quien había tra-
98
bado amistad en 1924. Castellanos, en simbólico gesto de
reencuentro amistoso, elaboró una pieza de madera tallada
con el enérgico perfil de Haya de la Torre y en el margen
inscribió un críptico número que la tradición cultural ads-
cribe como cabalístico y, por ende, negativo: «13 AÑOS».78
¿Qué significado tiene ese número en el retrato de un diri-
gente político? Leído como referencia cronológica nos
lleva hacia atrás al año de 1914, un año después de la cons-
titución de la escuela de pintura al aire libre. O quizás Ro-
berto Castellanos la labró para su amigo en 1926, coinci-
diendo ahora sí con el año de constitución de la escuela.
Consideremos otras preguntas posibles: ¿Ese número sim-
bolizó algo más para Castellanos en vísperas de viajar a
Palma de Mallorca? Si fue una marca conmemorativa qui-
zás aludió a un hito pictórico, pero ¿qué tenía que ver Haya
en este juego simbólico? El peruano pertenecía a una red
teosófica para la que ciertos números asumían carga sim-
bólica y ritual según las circunstanciales revelaciones espiri-
tas, como nos lo recuerda la significación revolucionaria
que tuvo el 20 de noviembre para Madero. Sin embargo,
para Haya los años o numerales 1914 o 1913 no parecen
estar vinculados a eventos significativos que hubiesen esta-
do reportados como relevantes por sus biógrafos. El secre-
to compartido de tan simbólica referencia a un pasado
memorable o futuro prometeico quedó herméticamente
sellado entre el pintor y su amigo.
Por su lado, Esteban Pavletich publicó una crónica cul-
tural sobre su visita a la Escuela de Pintura al Aire Libre
elogiando su proyecto estético y en particular de algunas
obras de Roberto Castellanos, Regino Padilla y Luis Martí-
nez. 79
No obstante, los gratos reencuentros de Haya con los
artistas, escritores e intelectuales que ya conocía, colocó en
99
el centro de sus actividades su proyecto político. No era
tarea sencilla la reconstitución de la célula aprista en Méxi-
co y menos modelar el perfil de la Sección Mexicana de la
APRA, pensando en una política desde fuera hacia el Perú
e Indoamérica y una política hacia el interior de México.
Esta dualidad de pareceres no fue resuelta.
El fundador de la APRA terminó la redacción de un
artículo filocallista titulado «The attack Mexico» el 11 de
diciembre, el cual fue remitido a la revista Lansbury’s Labour
Weekly y publicado poco después. Su contenido fue un
guiño a favor del régimen de Calles. Como bien lo señaló
Haya, a modo de introducción de su texto, la tensión di-
plomática entre los Estados Unidos y México iba en ascen-
so, lo cual era contrariado por la lógica invisible de las ne-
gociaciones diplomáticas.
Haya se basó en los datos reportados por los medios
periodísticos y las agencias cablegráficas norteamericanas,
bajo la presión de los intereses del grupo editorial Hearts y
la Standard Oil Company que pretendía escalar el conflicto
binacional. Haya cuestionó de fondo los llamados derechos
de ‘extraterritorialidad’ de las potencias imperialistas en
contra de los países dependientes. Recuperó con simpatía
la declaración del régimen de Calles de marzo de 1926 de
considerar no retroactiva la ley de nacionalización petrolera
en respuesta a las demandas de los Estados Unidos y de
sus empresas petroleras, obviando su viraje de 1927 en
dicha materia. Cerró su artículo haciendo un llamado a los
‘pueblos latinoamericanos’ para que estén alertas y se mo-
vilicen solidariamente frente a la amenaza de intervención
del imperialismo norteamericano en territorio mexicano. 80
100
Al parecer, dicho número de la revista no llegó a Méxi-
co; no hay la más mínima huella de su incidencia ni en las
críticas de Mella y los comunistas ni en las réplicas de Haya
y los apristas.
Haya de la Torre, durante el mes de diciembre de 1927,
nos brinda indicios y huellas que nos indican que quería
definir el lanzamiento de un partido bajo su liderazgo y
concepción política, aunque lo asaltaban algunas dudas
sobre el modo de engarzar su proyección nacional y conti-
nental. Dudaba sobre la mayor o menor eficacia de las
opciones tácticas que tenía en mente para llegar al poder en
el Perú: la electoral y la armada. Privilegió la primera vía sin
descartar la otra. La medida de su valor, según su concep-
ción, tenía que ver con la convergencia propagandística de
ambas opciones a favor de su liderazgo político.
Haya al mismo tiempo que integraba, yuxtaponía y al-
ternaba sus dos tácticas en una estrategia política flexible,
las nutría de efectistas giros retóricos y propagandísticos.
Por esos días redactó y publicó un texto polémico: «El
APRA y el Kuo Min Tang», sustentando algunas ideas so-
bre las mutuas afinidades entre el movimiento antiimperia-
lista latinoamericano y chino. 81 La cuestión china venía
siendo discutida bajo nuevos términos en el seno de las
izquierdas, perdiendo el Kuomintang muchas simpatías.
Los tiempos de Sun Yat Sen82 había quedado atrás y los de
101
Chiang Kai-shek, iniciados en 1927, eran temidos y odia-
dos por los comunistas.
El fundador de la APRA, más allá de los virajes políti-
cos del Kuomintang, veía en su estructura un diseño políti-
co y orgánico rescatable para América Latina, una vía de
nativización. La pretensión de difuminar los términos entre
Frente y Partido era inaceptable para la tradición comin-
ternista de esos años.
El 27 de diciembre de 1927, Haya viajó a la ciudad de
Toluca, invitado por la Federación de Estudiantes Mexica-
na para realizar un encuentro de fraternidad y acercamien-
to con sus pares de dicha entidad, primera escala de una
gira que contemplaba los estados de Puebla, Tlaxcala, Que-
rétaro, Morelos e Hidalgo, entre otros. 83 El día 28, Haya de
la Torre, en su exposición en el salón Generalito sostuvo
polémicas tesis acerca de las relaciones de los Estados
Unidos con América Latina:
102
La noche del 31 de diciembre, Haya se reunió con los
integrantes de la sección mexicana de la APRA en el res-
taurante «Los Monotes» de la Ciudad de México. Había
que cerrar el año viejo y brindar por las apuestas políticas
futuras, las consideradas de mediano y corto plazo. En
dicha reunión se brindó: «Por la emancipación de América
Latina», 85 quizás por su soñada candidatura a la presidencia
de la República.
Haya no deseaba acuartelarse en la Ciudad de México,
prefería jugar el papel de un organizador itinerante, según
lo han probado sus epístolas y las actividades realizadas
entre enero y mayo. Pretendía propagar sus ideas y obtener
algunos recursos económicos para realizar su viaje a Amé-
rica Central. Le giró un telegrama a Joaquín García Monge
(1881–1958), prestigiada figura intelectual costarricense y
director de Repertorio Americano, la más importante revista
intelectual del continente, con la finalidad de que le consi-
guiese una invitación a Costa Rica. 86 Una semana más tarde
recibió respuesta negativa. 87 Meses después, le fue confir-
mada una invitación como disertante en Guatemala. 88 Sin
embargo, la joven intelectualidad costarricense y la revista
de García Monge se convirtieron en la principal correa de
transmisión de la propaganda aprista en América Central.
Repertorio Americano abrió sus páginas para que Haya de
la Torre y las células apristas de México 89 y París expresa-
103
sen sus puntos de vista políticos. También para que los
escritores apristas exiliados en México como Serafín Del-
mar, 90 Magda Portal 91 o Esteban Pavletich92 publicasen sus
textos literarios, cartas o crónicas de viaje. Haya, el 28 de
junio de 1928 –al momento de su partida de México desde
las costas de Yucatán– remitió para su publicación un texto
autobiográfico con la finalidad de borrar los cargos sobre
su presunto apoyo a Leguía en 1919 levantados por el poe-
ta peruano Alberto Guillén. 93
Para Haya su estancia mexicana se fue plagando de de-
sencantos, rupturas y nuevas iniciativas políticas. Lo que sí
resulta incuestionable a la luz de los hechos es que 1928
fue un año de dura confrontación ideológica y política para
el APRA en México y en el Perú. La ruptura de Haya con
Moscú había sido correspondida con creces y se hizo de
conocimiento público. Los posicionamientos de las diver-
sas secciones latinoamericanas de la Internacional Comu-
nista fueron claros y duros al respecto.
En vísperas de que Haya de la Torre concluyese su gira
por el interior del país en su condición de disertante, reapa-
reció la campaña en su contra impulsada por Mella el 7 de
enero de 1928 desde su columna «Entre la Hoz y el Marti-
llo» de El Machete. Una nota inserta en la misma sección
comentaba un cable sobre la reciente manumisión de 250
mil esclavos en Sierra Leona en ese entonces colonia britá-
nica, con la finalidad de recusar la tibia postura del jefe
aprista acerca del morigerado neocolonialismo británico. 94
90 Del Mar, Serafín. «Un cuento en huelga» (Para Gamaliel Churata).
Repertorio Americano, núm.11, 17 de marzo de 1928, pp. 172-173.
91 Portal, Magda. «Panorama intelectual de México. Literatura de iz-
quierda». Repertorio Americano, núm.11, 17 de marzo de 1928, pp. 170.
«Panorama intelectual de México. Las canciones populares». Repertorio
Americano, núm.12, 24 de mayo de 1928, p. 188.
92 Pavletich, Esteban. «Mis Manos». Repertorio Americano, 14 de abril de
1928, p. 213.
93 Haya de la Torre, Víctor Raúl. «Autobiográfica». Repertorio Americano,
104
El 11 de enero, Haya ofreció una conferencia sobre «El
indio sudamericano» en la Casa del Estudiante Indígena,
ubicada en las cercanías del Río Consulado, con especiales
referencias a los casos de Bolivia, el Perú, Chile y Argenti-
na. 95 Esta entidad, fundada en 1925 por Calles y Puig Cau-
saranc, su Secretario de Educación, tenía una explícita fun-
ción etnocida bajo la coartada civilizatoria de enseñarles a
los niños indígenas de «raza pura» los valores y las buenas
costumbres urbanas y burguesas. 96
La Federación de Estudiantes Mexicana invitó a Haya
de la Torre a participar como delegado especial en su Con-
greso Nacional, a iniciarse en Culiacán, el 16 al 26 de enero
de 1928. 97 Queda la duda si Haya concurrió los primeros
días, considerando que cuatro días antes se encontraba en
Ciudad de México elaborando y suscribiendo el manifiesto
llamado Plan de México a nombre de un pretendido Parti-
do Nacionalista Libertador del Perú a modo de conmemo-
rar el VII aniversario de la Universidad Popular «González
Prada». La falta de cohesión ideológica advertida ya en las
células apristas se reprodujo en los documentos de dicho
partido al punto que Haya –meses más tarde– en carta a
Mariátegui arguyó que su partido era diferente al anunciado
desde Abancay y Juliaca. 98 No convenció.
95 Excélsior, 12 de enero de 1928, p. 3.
96 «El primer contacto con el mundo ‘civilizado’ fue sumamente difícil.
La reseña que de este encuentro hizo el secretario de Educación mues-
tra, ante todo, su convicción de la inferioridad de las culturas indíge-
nas. Según él, estos jóvenes tenían un aspecto ‘salvaje’. Se mostraban
taciturnos, reservados, con manifiesta desconfianza y temerosos. No
sabían sentarse en una silla, ni comer con cubiertos, ni acostarse en
una cama, ni conversar; ‘en una palabra eran ignorantes de todo’». Puig
Causaranc, José Manuel. El esfuerzo educativo en México. México: Secreta-
ría de Educación Pública, 1928. Citado en: Loyo, Engracia. «La empre-
sa redentora: La Casa del Estudiante Indígena». Historia mexicana, vol.
XLVI, núm. 1, 1996, pp. 99-131.
97 Excélsior, 11 de enero de 1928, p. 3.
105
A partir de ello, la ruptura del frente único con los so-
cialistas liderados por Mariátegui fue inevitable. El afán
protagónico y aventurero de Haya se hizo visible y preo-
cupante para sus anteriores aliados en el Perú. El punto
tercero del Plan de México pretendía clausurar todo debate
sobre el curso de la revolución peruana, su programa y su
dirección al sostener que:
de Historia Social del Perú, vol. II, Lima: s.p.i., 1974, pp. 290-293.
106
convergente cada vez más opuesto al aprismo 100 y presu-
mimos que intercambiaban ideas sobre sus respectivos
proyectos políticos.
La expedición armada para derrocar al gobierno de
Juan Vicente Gómez en Venezuela estaba a la orden del
día desde finales de 1927. A principios de 1928, ideas pare-
cidas a las de los venezolanos se fueron incubando en Me-
lla contra la dictadura de Machado y en los peruanos con-
tra el régimen opresivo de Leguía. Mella había asistido a
una cita con el presidente Obregón acompañando a los
venezolanos deseosos de obtener armamento y parque
para sus fines revolucionarios. 101 Sin embargo, este proyec-
to se quebró. La torpeza del venezolano Emilio Arévalo
Cedeño al ser detenido con un cargamento de ron de con-
trabando en una goleta destinada originalmente para la
expedición revolucionaria, complicó las cosas. Cedeño no
encontró mejor manera de librar el tema aduanero mexi-
cano que atribuirle al presidente Obregón el «encargo»,
quebrando de manera definitiva las relaciones con el go-
bierno mexicano.
A raíz de tan desafortunado incidente sobre la frustra-
da entrega mexicana de armas a los venezolanos, los demás
exiliados acariciaron la posibilidad de que fuese transferida
a favor de mejores iniciativas revolucionarias. Fue así co-
mo ingresó a la agenda de Mella y a la de sus paisanos ad-
heridos a la ANERC. También fue asumida aunque de
manera menos articulada por la red del exilio peruano en
México. Es posible que esta información haya sido de co-
nocimiento de Haya a través de algunas conversaciones
políticas con sus paisanos, recién ganados por la izquierda
cominternista y decidiese, a su manera, reapropiársela con
el concurso del general zapatista Jenaro Amezcua y de las
activas redes del colombiano Julio Cuadros Caldas y del
líder campesino Úrsulo Galván, algunas de las cuales esta-
100 Rodríguez, Rolando. «El pensamiento y la acción sin fronteras de
Julio Antonio Mella». En: Cairo, Ana, Mella 100 años, vol. 2, pp. 157-158.
101 Ibídem, p. 163.
107
ban vinculadas a importantes esferas del gobierno de Ca-
lles. Sin embargo, el curso de los acontecimientos frustraría
por diversos motivos y causas, las expectativas de los cu-
banos y de los peruanos. Mientras que Mella hizo del dic-
tador Machado en Cuba una figura abyecta y despreciable
sostenida por el imperialismo norteamericano, Haya de la
Torre le atribuía signos parecidos a la imagen de Leguía en
el Perú. 102
De manera paralela y tras la fachada de la «Sección
Mexicana de la APRA», se venía gestando un nuevo pro-
yecto orgánico y político de corte conspirativo, el cual iba
dirigido hacia el Perú. El 18 de enero, Haya valoró el pro-
ceso de reorientación aprista en México en una carta diri-
gida a Ravines, 103 así escribió: «Nuestra sección va aumen-
tando grandemente. Se ha formado ya (secreto) el Comité
organizador y director del Partido Nacionalista Libertador
del Perú adherido al APRA». 104 Así las cosas, la Sección
Mexicana no fue diseñada para proyectarse en su medio
con una agenda nacional y otra de carácter continental,
sino para servir de retaguardia y base de apoyo de su si-
nuoso y contradictorio plan de derrocar a Leguía o relevar-
lo vía el sufragio.
A mediados de enero de 1928. Haya hizo un último in-
tento personal de persuadir a Jacobo Hurwitz y a Nicolás
Terreros para reintegrarlos al seno de la APRA, pero no lo
logró. Al respecto escribió: «[…] no me buscaron. Yo les
busqué y logré que viniera Hurwitz. Los dos confesaron su
deslealtad, etc., pero obligados por mis enemigos no han
102 «Nuestro tirano senil del Perú aunque por ahora Washington y Wall
Street lo consideran útil, tiene los días contados. Ni monumentos ni
huellas de su nombre quedarán después de su paso. Su memoria se
confundirá con una inmensa maldición». Haya de la Torre, Víctor
Raúl, Obras Completas 2. Lima: Editora Siglo XXI, 1982, p. 43.
103 Véase: Ravines, Eudocio. La Gran estafa. México: Libros y revistas,
108
vuelto». 105 Sin embargo, la célula aprista de México realizó
dos intentos más a través de Manuel Vázquez Díaz y Car-
los Manuel Cox de recuperar a sus cuadros disidentes. El
informe de estos últimos menciona que en la primera
reunión, Terreros y Hurwitz manifestaron su discrepancia
de que la APRA pretendiese sustituir a la LADLA en la
lucha antiimperialista, olvidándose de la agenda política
peruana. En la segunda entrevista, dicho informe señala
que fue muy breve y que los disidentes no agregaron nuevo
argumento contra la APRA, confesando que su militancia
comunista en México tenía que ver con su falta de recursos
económicos para retornar al Perú. 106
Es verosímil que se hubiesen dado estos encuentros
entre los apristas y sus disidentes, no lo es que se sintieran
«obligados» por los comunistas para permanecer en sus
filas a costa de sus ideas. Hurwitz y Terreros reiteraron en
más de una oportunidad su ruptura con Haya de la Torre y
con la APRA.
El 21 de enero, Julio Antonio Mella, desde la beligeran-
te sección «Entre la Hoz y el Martillo» de El Machete, com-
paró a Haya con el dirigente reformista español Santiago
Iglesias en Puerto Rico por ‘tránsfuga’ de las trincheras
antiimperialistas, el pretexto fue la conferencia de Haya
sobre Sandino.
Mella criticó la postura aprista al considerarla más na-
cionalista que bolivariana. 107 El dirigente cubano realizó un
equívoco símil, si consideramos que Iglesias nunca estuvo
en las filas antiimperialistas, por lo que mal podía llamárse-
le tránsfuga. Iglesias, tras la ocupación de Puerto Rico en
1898, promovió el alineamiento obrero puertorriqueño con
la Federación Americana del Trabajo liderada por Samuel
105 Ídem.
106 Vázquez Díaz, Manuel y Carlos Manuel Cox. «Carta a los profeso-
res de la Universidad ‘González Prada’ en el Perú». México, DF, 10 de
mayo de 1928». Indoamérica, núm. 1, julio de 1928, p. 15.
107 El Machete, núm. 98, 21 de enero de 1928.
109
Gompers (1850-1924) 108 en la perspectiva de homologar
los derechos y beneficios laborales de los trabajadores
puertorriqueños a los obtenidos por sus pares norteameri-
canos.
El ideólogo del aprismo, al ser considerado tránsfuga,
sacaba a luz sus ocultas ligas con la IC a partir de su afilia-
ción al PCM en 1924 y enriquecidas con su viaje a Moscú,
sus intercambios epistolares con prominentes líderes inter-
nacionales como Edgar Woog (Alfred Stirner) y Arnold o
Drizdo Losovsky. Haya guardó silencio sobre su militancia
comunista durante la contienda con Mella y Mariátegui y a
lo largo de toda su vida. Resulta paradójico que en esa pre-
cisa coyuntura, tanto Haya de la Torre como su oponente
estuviesen bajo el ojo crítico y vigilante de Moscú a través
de Edgar Woog, Codovilla y Losovsky.
La complicada relación de Mella, tanto con el PCM
como con la IC durante los años de 1927 y 1928, ha sido
pormenorizada gracias a valiosos documentos hallados en
los Archivos de Moscú, 109 tanto como la de Haya de la
Torre. 110 La afinidad de Mella con Andrés Nin contrasta
con el desencuentro que tuvo Haya en 1924 en la ISR por-
que «casi no estaba enterado sobre la situación en América
Latina» y encima pretendía darle equívocas orientacio-
nes. 111
De manera inversa, la relación de Mella con Woog es-
tuvo llena de discrepancias y tropiezos, 112 mientas que la
108 Véase: Gompers, Samuel, Setenta años de vida y trabajo; autobiografía.
México: Editorial Intercontinental, 1956.
109 Hatzky, Christine. Julio Antonio Mella (1903-1929)..., pp. 258 y ss.
110 Véase: en Jeifets, Víctor et. al. «Haya de la Torre, la Comintern y el
110
sostenida epistolarmente por Haya con este último puede
caracterizarse entre amical y tolerante. 113 Por último, tanto
Mella como Haya se beneficiaron en algunos momentos de
los oficios de Losovsky, el máximo dirigente de la Interna-
cional Sindical Roja (ISR).
Haya de la Torre salió de la Ciudad de México sin res-
ponderle a Mella, lo que no sabía es que sus pasos políticos
serían seguidos a distancia por el cubano a través de su
columna en El Machete. El 25 de enero de 1928 viajó a la
ciudad de Torreón en gira propagandística a favor de la
APRA, 114 sin olvidarse de su proyecto político para el Perú.
¿Qué ayudas gubernamentales mexicanas podían tentar
a Haya de cara a su proyecto de derrocar o relevar a Le-
guía? No muchos bajo la administración callista. Escasas
eran las posibilidades de obtener apoyos en armas como
los logrados por los nicaragüenses o como los retirados a
los venezolanos. Lo que sí estaba a su alcance fue la adhe-
sión de algunos veteranos de la revolución y el solapamien-
to de su plan conspirativo. En este punto, corría en parale-
lo a la parecida y más enérgica iniciativa de Julio Antonio
Mella a través de la Asociación Nacional de Emigrados
Revolucionarios de Cuba (ANERC) presumiblemente
111
constituida en el mes de febrero o marzo de 1928, con el
propósito de preparar un desembarco militar en la isla con
la finalidad de derrocar al dictador Machado. Mella tenía
muy presente a Haya de la Torre como peligroso adversa-
rio tras su confrontación y ruptura política en febrero de
1927 en el seno del Congreso Antiimperialista de Bruselas.
Y bajo las nuevas circunstancias, era un competidor por los
recursos y apoyos mexicanos.
Tema candente en las relaciones entre los comunistas y
los apristas fue la cuestión nicaragüense, según lo refrenda
la obra del historiador costarricense Rodolfo Cerdas
(1983), reivindicada como versión confiable por la Comi-
sión Nacional de Ideología y Doctrina del Partido Aprista
Peruano. Recordemos que comunistas y apristas defendie-
ron la Guerra de Liberación Nacional en Nicaragua contra
las tropas de ocupación norteamericanas. Sandino, para
unos y otros, se había erigido en una figura emblemática
viva a disputar, a ganar desde enero de 1927.
Es digno de recordarse el mensaje de Sandino del 20
de mayo de 1927 a la revista Amauta y, por extensión, al
APRA:
112
ocupación estadounidense, su división no favoreció a la
causa de Sandino.
El desafortunado manifiesto de la ULA, fechado en di-
ciembre de 1927, 116 asumió como propia la moción aprista
que a su vez, retomaba la sugerida por Salomón de la Selva
y Orestes Sandino a nombre de una desconocida Federa-
ción Obrera Nicaragüense (FON).
Mella, el 3 de diciembre de 1927, había criticado áspera
y burlonamente a Haya de la Torre:
116 «La Unión Latino-Americana». Amauta, núm. 11, enero de 1928, p. 36.
117 «Entre la hoz y el martillo». El Machete, núm. 91, 3 de diciembre de
1927.
118 Rafael Heliodoro Valle (1891-1959). Intelectual hondureño residen-
113
promover el valor y la pertinencia de la terna de arbitraje
intelectual electoral para Nicaragua:
114
nos de un país, contrario al inviolable principio de sobera-
nía nacional. La UCSAYA cerró las líneas de su carta con
una admonición:
115
do patriotismo. Puede estar Ud. seguro, desde hoy, que no
habrá elecciones, y que nuestro triunfo será un hecho». 122
El Ejército Defensor de la Soberanía Nacional había
librado los siguientes combates, que fueron reportados por
las agencias cablegráficas, pero también por sus boletines y
por las cartas remitidas por Sandino. Las fechas son elo-
cuentes por su proximidad con la controvertida moción de
la ULA y la APRA: Ocotal (16 de julio); San Fernando (25
de julio); Santa Clara (27 de julio); Las Flores (9 de sep-
tiembre); El Zapotillal (8 de octubre); Las Cruces (9 de
noviembre); Camino Real (30 de diciembre); y en 1928: El
Bramadero (27 de febrero) y Cuje (6 de diciembre).
Lo anterior da un mentis rotundo a la aseveración de
Haya de que Sandino estuvo de acuerdo «con el envío de la
comisión del APRA. Se lo dijo al periodista Carleton Beals
que me trajo el recado. El fracaso de los liguistas en esto
ha sido formidable». 123
El contenido de las cartas de Sandino dirigidas a
Froylán Turcios entre enero y febrero de 1928 124 y del re-
portaje que le hizo Beals, prueban que el asunto electoral
estaba fuera de sus cálculos tácticos y estratégicos. 125 Por lo
anterior, se colige que tal mentira fue usada por Haya co-
mo recurso argumental.
En los hechos, a la APRA no le fue bien frente al aco-
so periodístico y en los foros antiimperialistas desplegado
122 Carta al coronel Félix Pedro Zeledon. El Chipote, 21 de octubre de
1927. Sandino, Ob. Cit. pp. 72-74.
123 Haya de la Torre a Eudocio Ravines. México, 4 de abril de 1928.
131 y ss.
116
por los activistas de la LADLA, MAFUENIC y la
UCSAYA. Este revés político dio pie a los apristas para
darle mayor énfasis a su campaña periodística en torno a la
presunta «Legión» de combatientes que mandarían a Nica-
ragua, la cual quedó reducida al envío de Esteban Pavle-
tich.
Por su lado, Mella y los comunistas se empeñaron en
mandar su contingente de combatientes. Las reuniones
para tal fin se realizaron en la casa de Tina Modotti y se
alistaron en tal emprendimiento internacionalista: el vene-
zolano Gustavo Machado y los mexicanos Andrés García
Salgado, Alfredo Vega, Jorge Chávez y Jorge Piño Sando-
val, por ese tiempo, secretario general de la Juventud Co-
munista. 126 Mella, según García Salgado fue quien lo reclu-
tó a las filas del PCM. 127
En 1927, antes que ellos, se había incorporado el mexi-
cano José Paredes, procedente de Los Ángeles y que fue
herido de gravedad durante el bombardeo norteamericano
de La Carbonera. 128 El venezolano Carlos Aporte y el pe-
ruano Esteban Pavletich se integraron a las filas del ejército
de Sandino casi por las mismas fechas en el curso del mes
de marzo de 1928 129 y el salvadoreño Farabundo Martí lo
hizo a partir de junio. 130 Poco después se sumaron los le-
gionarios comunistas mexicanos. Otros latinoamericanos
acompañaron a los ya nombrados, aunque algunos llegaron
antes: Juan Alberto Rodríguez y Simón González (hondu-
reños); José León Díaz (salvadoreño); Gregorio Urbano
126 Cupull Reyes, Adys. Julio Antonio Mella en los mexicanos, p. 78.
127 Entrevista del autor a Andrés García Salgado. Jiquilpan, 5 de octu-
bre de 1982.
128 Campos Ponce, Xavier. Los yanquis y Sandino. México: Ediciones
X.C.P., 1962, p. 77.
129 Cerdas Cruz, Rodolfo. Sandino, el APRA y la Internacional Comunista,
p. 90.
130 Ibídem: 98.
117
Gilbert (dominicano); Rubén Ardila Gómez (colombiano)
y Manuel Girón Ruano (guatemalteco). 131
Estas acciones y adhesiones significaron un acto de
congruencia comunista con sus críticas al APRA y a Pavle-
tich, por lo que a partir de entonces pudieron enorgullecer-
se de sus combatientes.
Haya de la Torre, más en su retórica política que en sus
acciones, continuó apostando a la dualidad de vías y recur-
sos electorales y conspirativos. Su ambivalencia formaba
parte de su calculado pragmatismo político: o lo uno o lo
otro tendría que salir.
Los textos que remitió Esteban Pavletich acerca de su
compromiso con la causa sandinista tuvieron eco en las
revistas Repertorio Americano e Indoamérica. La agenda aprista
sobre la cuestión nicaragüense jugó a dos bandas: favore-
cer la vía electoral bajo arbitraje intelectual y defender sim-
bólicamente la vía armada de la resistencia antiimperialista.
Haya de la Torre con fecha 5 de febrero de 1928 le es-
cribió a Joaquín García Monge, director de Repertorio Ame-
ricano la decisión aprista de entregarle al general Sandino:
118
ción de sangre», «nuestros servicios… poniéndonos a las
órdenes del Ejército Libertador nicaragüense para luchar
en sus filas». 133 Tales declaraciones motivaron una mordaz
crítica del Partido Comunista a través de su vocero El Ma-
chete:
de febrero de 1928, p. 1.
135 Froylán Turcios (1875 - 1943). Polígrafo hondureño. Director de la
119
intelectual hondureño, a sumarse al APRA en América
Central con fecha 5 de febrero de 1928, logrando su acep-
tación. Dicha designación no fue menor, considerando que
Turcios fungía de director de la revista Ariel y reconocido
vocero de Sandino y de su Ejército Libertador. No fue
casual que el primer reporte enviado por Pavletich desde el
frente de batalla fuese publicado en el mes de abril en la
revista dirigida por Turcios. 136
Fue excepcional el hecho de que las páginas del diario
Excélsior reprodujese uno de sus entusiastas reportes de
guerra desde Nicaragua, gracias a la mediación solidaria de
Rafael Heliodoro Valle.137 El 3 de marzo de 1928 se publi-
có una halagadora nota en el diario mexicano bajo el título
efectista de «Los desterrados peruanos ofrecen su ayuda
incondicional al General Sandino». 138
Las notas periodísticas en Excélsior a favor de Haya y
de los apristas, no solo eran motivo de preocupación polí-
tica para Mella y los comunistas mexicanos, también lo
fueron para la Legación del Perú en México, por lo que
esta última había optado por realizar pagos periódicos a
dicho diario, 139 además de otorgarle una condecoración
oficial al redactor y escritor hondureño con ánimo de neu-
tralizarlo. 140
El 29 de febrero del mismo año, Haya a su paso por la
frontera de México con los Estados Unidos, hizo dos te-
120
merarias declaraciones que fueron reproducidas en las pá-
ginas de Excélsior con la finalidad de aproximar la cuestión
peruana a la nicaragüense: que se preparaba en complici-
dad con el presidente Leguía una intervención de los mari-
nes norteamericanos para enfrentar el inminente estallido
del «movimiento antiimperialista y nacionalista, que tendrá
que poner término al neocivilismo peruano» y agregó su
preocupación por estar vinculada tal acción injerencista a la
entrega que hizo Leguía a los marines norteamericanos de
la base naval de la Isla San Lorenzo y concluyó sus decla-
raciones anunciando: «…muy pronto se producirá en el
Perú un movimiento nacionalista y antiimperialista que
sorprenderá a América, porque el pueblo peruano es su-
mamente celoso de su soberanía y de su libertad». 141
El arribo a México del coronel peruano Francisco Val-
divieso Portuondo en calidad de agregado militar el 17 de
marzo de 1928, parece traducir las preocupaciones guber-
namentales de su país por la labor conspirativa de Haya de
la Torre y los apristas. 142 ¿Haya calculó premeditadamente
el impacto de sus declaraciones a la prensa o sin querer
agravaron las condiciones de riesgo de detención para
quienes como Felipe Iparraguirre optaron por retornar
subrepticiamente al Perú?
De otro lado, la legión de combatientes para derrocar a
Leguía resultó imaginaria y poco efectista; muy parecida a
la enviada a Nicaragua. Iparraguirre fue al Perú, lo que
Pavletich a Nicaragua. Compartimos el parecer de Víctor
Villanueva, quien investigó en fuentes militares el itinerario
aventurero del oficial de reserva y maestro de esgrima ami-
go de Haya de la Torre. Este oficial, efectivamente viajó a
121
Talara, pero en modo alguno puede considerarse un cua-
dro con formación doctrinaria aprista y menos organizador
de un contingente de obreros petroleros dispuestos a le-
vantarse en armas. Nelson Manrique es certero al afirmar
que Talara era el principal asiento político del grupo socia-
lista liderado por Luciano Castillo. 143
La versión de Pavletich abona a favor de la hipótesis
acerca de la equívoca y fallida misión de Iparraguirre. 144
Manrique, en una puntual revisión del epistolario de Haya,
agrega dudas razonables sobre el quehacer político-militar
de dicho personaje.
El 31 de marzo Mella regresó sobre dicho tema con
punzante ironía contra el aprismo desde las páginas de El
Machete:
122
McCoy el que fiscalizara las elecciones nicaragüen-
ses, sino que fueran también los señores Vasconce-
los, Palacios y… Haya de la Torre. 145
El parecer de Mella convergía con el del propio Sandino
que no aceptaba la vía electoral en las condiciones infa-
mantes de la ocupación norteamericana del territorio na-
cional, las cuales conspiraban contra la realización de co-
micios presidenciales con garantías de imparcialidad y obje-
tividad. Los intelectuales propuestos no podían garantizar
nada, salvo que su designación simbólica, fuese usada co-
mo un vehículo de presión en la opinión pública continen-
tal.
Mella dirigió un segundo dardo contra Haya y la APRA
por su proclamado envió de una legión de combatientes al
lado de Sandino. El ataque del dirigente cubano cimbró
públicamente las filas del aprismo al poner en entredicho la
credibilidad política del propio Haya. Agravaba la situa-
ción, la evasiva de Haya a sumarse a las filas de los comba-
tientes nicaragüenses, así como el poco interés de los mili-
tantes apristas en tal aventura internacionalista. Los apris-
tas se encontraban más entusiasmados con la idea románti-
ca de llevar adelante la expedición militar al Perú para de-
rrocar al gobierno de Leguía, que de asumir un compromi-
so incierto y riesgoso en tierra no conocida. Bajo ese con-
texto las palabras de Mella continuaron subiendo la tempe-
ratura de su contienda con Haya de la Torre al escribir:
1928.
123
mento que le da nombre, por dos poderosas razo-
nes: la primera porque no existe la Legión, y la se-
gunda porque el ARPA, ¡Ay!, no existe más que en
la imaginación exaltada de su «general» Haya de la
Torre y de dos o tres jóvenes estudiantes peruanos
que lo siguen con la esperanza de que algún día lle-
gue a la presidencia del Perú. 146
La pretendida Legión de combatientes apristas en Nicara-
gua a todas luces fue un montaje efectista ideado por Haya
de la Torre con fines de propaganda política.
Desmontado lo que Mella y los comunistas llamaron
bluf aprista, la breve misión cumplida por Esteban Pavle-
tich, joven intelectual aprista al lado de Sandino iniciada en
mayo de 1928, 147 fue minimizada durante y con posteriori-
dad a la contienda librada en la Ciudad de México entre
Mella y Haya de la Torre. Menos se podía prever que Pa-
vletich, con motivo de su reencuentro con Sandino duran-
te su visita a México, abandonase las filas del aprismo para
sumarse a las del Partido Comunista de México y de la
LADLA.
La cadena periodística Hearst en los Estados Unidos
continuaba con su campaña sensacionalista contra el go-
bierno de Calles con base en la fabricación de evidencias,
acusándolo de nexos con la Unión Soviética en la labor de
146Ibídem.
147Pavletich en carta fechada el 8 de junio de 1928 y dirigida a Joaquín
García Monge, director de la revista Repertorio Americano editada en
Costa Rica, menciona haber sido observador de dos enfrentamientos
ocurridos a mediados de mayo en Nicaragua: «Desde el Estado Mayor
del Ejército he seguido las incidencias de dos combates contra el inva-
sor. Los de los días 13 y 14 de mayo han sido para mí la confirmación
rotunda de que la violencia puesta al servicio de la justicia, así sea vehi-
culizada por un escaso puñado de hombres, hace más que la violencia
organizada y propietaria de amplia técnica puesta al servicio de la es-
clavización y la conquista. En Nicaragua, aquí, en la Nueva Segovia, se
está doblando con el rifle y el machete la insolencia arrogante del ejér-
cito más poderoso del mundo en esta hora». Selser, Gregorio. El peque-
ño ejército loco II, Buenos Aires: Editorial Abril S.A. 1984, p. 378.
124
socavar el proyecto norteamericano en Nicaragua. Morrow
–el embajador estadounidense en México–, más interesado
en lograr acuerdos con Calles, filtró una información alter-
nativa con el propósito de neutralizar la campaña corrosiva
de Hearst, contando para tal fin con la presunta colabora-
ción de periodistas como Carleton Beals y Walter Lipman,
así como del historiador Ernest Gruening. 148
Sandino, además de Pavletich, tuvo en su círculo de
mando a otros cuadros internacionalistas, el más conocido
es Farabundo Martí por sus a vínculos con la Comintern y
por su participación ulterior en la fallida revolución salva-
doreña de 1932. La causa sandinista radicalizó hacia la iz-
quierda a muchos intelectuales latinoamericanos. Mella y
Haya de la Torre coincidieron en asumir como propia la
causa de Sandino frente a los Estados Unidos y la oligar-
quía nativa, aunque discreparon en sus alternativas de apo-
yo.
Los apristas encontraron más adelante puntos de apo-
yo en las declaraciones de Sandino, para probar sus afini-
dades mutuas, mientras que los comunistas, bajo el lastre
izquierdista del VI Congreso de la IC, se movieron entre su
condena 149 o la posibilidad de copar su movimiento e im-
primirle un nuevo rumbo.
125
Frente al imperialismo
Pensar, analizar, debatir el imperialismo así como construir
una plataforma antiimperialista atrajo a muchos intelectua-
les y políticos de las nuevas generaciones en el continente.
Entre todos ellos, Haya de la Torre y Mella destacaron
como figuras de primer orden a partir del año 1926. En
1927 rompieron lanzas y en 1928, como hemos podido
apreciar en las páginas precedentes, libraron nuevas con-
tiendas. Las banderas antiimperialistas más que sumar,
terminaron restando adhesiones, o mejor dicho, suscitaron
un proceso de fragmentación y polarización ideológica y
política. La lucha por la hegemonía entre todas las organi-
zaciones fue disputada principalmente por la LADLA y
por la APRA, pero terminaron por involucrar a la ULA y a
la UCSAYA.
A principios del siglo XX, tanto en Europa como en
los Estados Unidos, el fenómeno imperialista devino en
tema de interés y debate en vísperas, durante y con poste-
rioridad a la Primera Guerra Mundial. Dejó obras clásicas
como: Imperialismo; un estudio (1902), de J. A. Hobson; El
capital financiero (1912), de Rudolf Hilferding; La acumulación de
Capital (1913), de Rosa Luxemburgo; La economía mundial y
el imperialismo (1915), de Nicolás Bujarin y El imperialismo
etapa superior del capitalismo (1916), de Lenin. De todas ellas,
fue la obra de Lenin la que tuvo mayor impacto en la gene-
ración de la Reforma Universitaria. Huella visibles se en-
cuentra en el pensamiento de Haya de la Torre y en de
Mella aunque con desiguales y opuestos resultados.
Haya y Mella no fueron ajenos a su pertenencia conti-
nental, donde se habían elaborado los primeros ensayos
contrarios al denominado panamericanismo o monroísmo
que impulsaba en la región la potencia estadounidense.
José Enrique Rodó, José María Vargas Vila, Manuel Ugar-
te, José Vasconcelos, José Ingenieros y Alfredo Palacios
dejaron un valioso legado ideológico acerca de la unidad
continental basado en la crítica a los Estados Unidos. Con-
128
taron también en las vidas y el pensamiento de nuestros
personajes sus respectivas apropiaciones de las ideas de
Simón Bolívar y José Martí y el estudio de Scott Nearing y
Joseph Freeman acerca del imperialismo americano, publi-
cado en la Ciudad de México en 1926, 1 cuya exitosa recep-
ción justificó su segunda edición un año más tarde. 2 Apris-
tas y comunistas leyeron esta obra y usaron discrecional-
mente sus datos para sustentar sus puntos de vista. Nea-
ring concitó también la atención por su libro acerca de la
penetración imperialista china, el cual mereció una reseña
crítica de Carlos Manuel Cox, intelectual aprista, en la re-
vista dirigida por Silva Herzog, destacando dos ideas: que
«el Atlántico ha cedido la supremacía al Pacífico» y que,
«los imperialistas han coincidido en emplear la mejor tácti-
ca para sus intereses: romper la unidad de los revoluciona-
rios chinos». 3 Nearing, al igual que varios ideólogos comin-
ternistas, destacaban el poderío del imperialismo norte-
americano y la alternativa antiimperialista de la China revo-
lucionaria en el Pacífico. Sin embargo, tal tesis perdió con-
sistencia por el viraje político en China. Por su lado, Haya
de la Torre sostenía el 14 de abril de 1927 su «proyecto
japonés» como le llamó Losovsky con ironía:
132.
129
empezarían su pelea nosotros deberíamos aprove-
char el momento para nuestros fines antiimperialis-
tas. 4
130
Haya de la Torre celebró el punto de inflexión vivido
en el curso de los últimos dos congresos de la Internacio-
nal Comunista en torno a la expansión del imperialismo
norteamericano en América Latina, otrora olvidado y des-
conocido. Atribuyó la penetración norteamericana en el
continente amparada en la doctrina Monroe a la carencia
de «un capitalismo propio y la necesidad de su industriali-
zación», así como a la venalidad y servilismo de los gobier-
nos. Le opuso como alternativa: «un fuerte movimiento
antiimperialista que sería a la vez revolucionariamente an-
tiburgués» en la región. 8
El 11 de agosto de 1924, Haya de la Torre le escribió a
Mella desde Moscú agradeciéndole el envío de la revista
Juventud, vocero de los Estudiantes Renovadores de la Uni-
versidad de La Habana bajo su dirección. Le reconoció su
meritorio esfuerzo de tejer lazos de unidad con los orga-
nismos estudiantiles y sociedades obreras del continente.
Lo animó para que la revista se afirme como una tribuna
antiimperialista continental:
131
vamente a todos los centros estudiantiles y obreros
de América, recomendándoles una acción revolu-
cionaria por la unidad latinoamericana y contra el
imperialismo. 9
Sin lugar a dudas, Haya y Mella compartieron parecidos
puntos de vista en torno al imperialismo norteamericano,
gracias a sus lecturas de Lenin y Nearing.
Mella, en diciembre de 1925, publicó un texto en el que
prueba su adhesión a la formación de una «Internacional
Americana» en términos muy parecidos a los que sostenía
Haya de la Torre:
132
Haya la ingenuidad de su táctica de querer aprovecharse de
dicha contradicción en beneficio de su proyecto revolucio-
nario.
Mella y Haya estaban empeñados en ensayar nuevos
experimentos de organización y estrategias políticas en
1928. Más que en la LADLA, Mella encontró en la
ANERC su mejor ensayo político, mientras que Haya, al
bifurcar su proyecto aprista entre la problemática conti-
nental y nacional complicó sus entramados tácticos y su
propio discurso doctrinario.
A partir de 1928, tanto Mariátegui como Mella por di-
ferentes motivos cuestionaron a Haya de la Torre por
montar blufs que maquillaban su imagen y la de su organi-
zación política. El líder aprista apreciaba el valor político
de la propaganda escrita e icónica, la cual usó con criterio
pragmático y temeridad, suscitando más de una contradic-
ción y revés. Fue parte de su aprendizaje conspirativo.
El historiador Jorge Basadre, señala que hubo dos vo-
lantes del Partido Nacionalista a favor de la candidatura de
Haya de la Torre, fechados en febrero de 1928 y distribui-
dos en las pequeñas ciudades andinas de Juliaca y Abancay.
Fueron redactados e impresos por los apristas residentes
en la Ciudad de México. El primero fue lanzado a nombre
de un presunto «Comité de Oficiales y Soldados». 12 Posi-
blemente, fue por mediación de un amigo del escritor Luis
Augusto Rodríguez Ortiz, más conocido como Luis de
Rodrigo, nativo del lugar. En 1928, radicaba en la ciudad
de San Francisco, California, pero mantuvo vínculo episto-
lar con varios intelectuales, Mariátegui, José Vasconcelos y
–probablemente– Haya de la Torre. 13 Había colaborado en
el Boletín Titikaka, editado Chasqui y fungido como corres-
ponsal de Amauta en Juliaca. Su adscripción al grupo inte-
133
lectual genera algunos disensos. 14 Existe otra posibilidad:
que algún simpatizante del candidato se haya trasladado de
Puno a Juliaca. Quizás fue Manuel A. Quiroga, según lo ha
sugerido José Luis Ayala. 15
Considerando que tanto Haya de la Torre como los
poetas apristas exiliados en México tuvieron contacto epis-
tolar con los adherentes puneños al Boletín Titikaka, a partir
de 1927, resulta creíble que alguno de sus integrantes sim-
patizante de la idea de anunciar la candidatura de Haya,
distribuyese el volante. El Mensaje de Haya a la juventud
puneña fue convergente con el tono insurgente de la efí-
mera hoja. 16
El segundo, ha sido atribuido por el historiador Luis
Alberto Sánchez al estudiante Víctor Velázquez, quién al
retornar al Perú se abocó en Abancay –su tierra natal– a
formar una célula del «cuasi fantasmal» Partido Nacionalis-
ta. 17
La historiografía existente no se ha puesto de acuerdo
sobre la veracidad de la existencia del autoproclamado
Comité Central del Partido Nacionalista Peruano del lla-
mado Manifiesto de Abancay de febrero de 1928. 18 Su au-
14 Véase: Vich, Cynthia María. Indigenismo de Vanguardia en el Perú: un
estudio sobre el Boletín Titikaka. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, 2000, pp. 28 y 129.
15 Comunicación personal, 3 de septiembre de 2013.
16 «Mi primera palabra a los jóvenes de todos los rangos que militan en
nuestras filas debe ser la del soldado que está listo a la lucha hasta el
fin. La única recompensa posible a los largos años de destierro tiene
que ser para mí el derecho a luchar hasta la muerte sobre el suelo del
Perú por la libertad y por la justicia. Quiero volver a mi país no para
gozar de la satisfacción del retorno tranquilo, sino para abrazarnos con
mis compañeros de ideal en los campos de lucha». «Un mensaje de
Haya a los jóvenes renovadores de Puno». Boletín Titikaka, mayo de
1928, p. 3.
17 Sánchez, Luis Alberto. La vida del Siglo. Caracas: Fundación Bibliote-
134
toría era discutible, nadie podía dar fe de la existencia del
Comité Central del Partido Nacionalista Peruano. Su con-
tenido central consistió en descalificar al presidente Leguía
por haber entregado las riquezas nacionales a los Estados
Unidos y haber suscrito millonarios préstamos, hipotecan-
do a la nación, llamando a liberarla aún al precio del «total
exterminio de sus traidores» bajo el liderazgo de Haya de la
Torre. De fondo está el asunto de la candidatura de Haya
de la Torre a la presidencia de la República. La versión
aprista más conocida reitera que la candidatura de Haya
emergió en Abancay. Sin embargo, una fuente aprista de
inestimable valor demuestra que dicha postulación fue
hecha de conocimiento público en enero de 1928 y atri-
buida a una «alianza de fuerzas anticivilistas». 19
La noticia acerca de la candidatura presidencial de Ha-
ya de la Torre –según Mella– llegó a México procedente de
una ciudad estadounidense a través de una agencia cable-
135
gráfica de noticias, la cual fue reproducida con entusiasmo
por la revista de la APRA en La Habana. 20
Para el dirigente máximo del aprismo, el mes de febre-
ro de 1928 fue de febril actividad política en diversos fren-
tes y escenarios. Su ilusoria candidatura a la presidencia de
la República del Perú representaba un golpe publicitario en
los medios gráficos fuera del país, aunque a todas luces era
consciente de su inviabilidad por no contar poseer la edad
requerida para su registro.
La escritora Mari Blanca Sabas Alomá (1901-1983) es-
cribió en El Heraldo de Cuba que aunque reconocía en Haya
su estatura de líder continental, cuestionaba su candidatura
a la presidencia, su moción a favor de una Comisión de
fiscalización electoral en la que él mismo se incluía a espal-
das del pueblo nicaragüense en resistencia contra los mari-
nes norteamericanos, su «caudillismo», «un cierto exceso de
intelectualismo» y un «cierto conservadurismo ideológico
que a las masas obreras inspira cierta desconfianza», dada
su particular aplicación del «determinismo económico» en
nuestro continente. 21
No tardó en llegar la réplica aprista a las páginas del
mismo diario, bajo la pluma de Benito Novás, acusando a
la escritora de recoger ideas anarquistas y de la Liga Anti-
imperialista para descalificar sin sustento real a Haya de la
Torre. 22 Cierto es que sus miras apuntaban al Perú pero no
podía dejar de apuntalar el desarrollo de la APRA en el
ámbito continental, particularmente en los países de Amé-
rica Central y del Caribe. Haya, en una declaración a los
medios gráficos, dijo:
136
El partido nacionalista peruano está trabajando ac-
tivamente para que se le permita una elección libre,
pero como esto no será tolerado por Leguía, el
pueblo exigirá a toda costa un cambio de régimen
político […] yo he aceptado ponerme al frente del
movimiento nacionalista peruano aunque no tengo
edad para ser elegido presidente, pero el Partido ha
decidido que yo sea el líder y he aceptado. 23
137
del modo como el gobierno de Leguía disolviera las mani-
festaciones estudiantiles y obreras en su contra.
El pronunciamiento mostraba, entre otras cosas, que
Haya había logrado imprimirle un nuevo giro al proyecto
aprista en México al convocar con éxito a un núcleo selec-
to de sus adherentes y que el énfasis asumía contornos
discursivos muy peruanos. Cox y Vásquez Díaz acababan
de llegar a México, ellos no tardarían en animar durante los
próximos años la actividad aprista en México.
Brindó un reconocimiento a los diplomáticos mexica-
nos Leopoldo Ortiz y Flavio Bohórquez, bajo los gobier-
nos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles que presun-
tamente durante su estancia en el Perú tuvieron gestos
solidarios hacia el movimiento estudiantil y el pueblo pe-
ruano. A continuación se remarcó un mensaje de simpatía
dirigido más al régimen de Calles que al pueblo mexicano,
quizás fundado en el interés aprista de cooptar antes que
los cubanos los apoyos materiales que hacía poco le habían
sido ofrecidos a los conspiradores venezolanos en el exilio
y que les fueron retirados por su torpeza política e indis-
creción: «Hechos todos probatorios y evidentes de que en
el Perú se ha sabido y saber vibrar con fervor y con entu-
siasmo por los estremecimientos que han venido sacudien-
do a México hasta colocarlo gloriosamente en la vanguar-
dia de América Latina». 25
En general, los puntos tratados en el Boletín guardaban
convergencias con las posturas asumidas por los comunis-
tas mexicanos y cubanos más allá de sus contradicciones, a
las que se sumó el desenmascaramiento de las campañas
nacionalistas antichilenas como una calculada maniobra
política de Leguía para perpetuarse en el poder con el aval
de los Estados Unidos.
Se denunció, además, la postura servil de la delegación
peruana ante el dictado de la potencia del Norte. Una bre-
ve síntesis de la penetración de las empresas norteamerica-
138
nas en el Perú a partir de 1918, responsabilizan a Leguía de
la entrega de los recursos naturales petroleros y mineros a:
la International Petroleum Company, subsidiaria de la
Standard Oil; la Cerro de Pasco Corporation, vinculada a
Pierpont Morgan; la Northern Peru Mining and Smelting
del grupo Guggenheim; la Vanadium Corporation of Amé-
rica la Inca Mining Co.; la Santo Domingo Gold Mines y la
American Metal Co. Fuera de otras concesiones a la: All
American Cables; la Wessel Duval Co.; la W.R. Grace Co. ,
The National City Bank y la Peruvian Portland Cement.
El pronunciamiento descansaba en una retórica efectis-
ta al jugar con la analogía entre el Perú de Haya en el exilio
y la Nicaragua en resistencia de Sandino. Al mismo tiempo
que se apostaba a deslegitimar a un tirano bifronte como
Leguía, dibujado como una mala simbiosis entre Porfirio
Díaz y Adolfo de la Huerta, sugería la necesidad de un
liderazgo mesiánico y de una esperanza redentora:
26 Ibídem.
139
bina anticlerical y con el maestro José Vasconcelos. Tal
solidaridad, afirmaban, le constaba al jefe de la Legación
diplomática mexicana Leopoldo Ortiz y a Flavio Bohór-
quez, su sucedáneo, quienes fueron mencionados como
testigos de la represión de que fueron objeto los manifes-
tantes peruanos a favor de la política de Calles y en contra
del gobierno de Leguía partidario de la causa cristera. Con
tales declaraciones Haya pretendía además, atraer las sim-
patías y favores del personal diplomático mexicano. 27
El artilugio discursivo del manifiesto se orientó a atri-
buirle al APRA la iniciativa y la conducción de tal acto de
solidaridad con el México de Calles. Dicha retórica acerca
de la hermandad popular peruano-mexicana solventaba la
lucha contra los agravios cometidos por el presidente Le-
guía contra el pueblo peruano y el mexicano. Estas simbó-
licas hermandades reivindicadas por los apristas tenían un
punto débil, la contradicción existente entre sus simpatías
filo callistas y sus lealtades vasconcelistas.
Sin decirlo, Víctor Raúl prefiguró su imaginario papel
de salvador del Perú e Indoamérica, mientras Mella busca-
ba emular a José Martí y su apostolado a favor de la libera-
ción y transformación revolucionaria de Cuba. El culto a
los héroes y a los mártires fue muy extendido en esa época,
en la cual muchos países de la región conmemoraban el
primer centenario de su Independencia y México procesa-
ba ritualmente la pérdida de sus caudillos revolucionarios.
El cubano, al glosar a Martí en 1926 cubrió sus reflexiones
con un halo de religiosidad. Si Martí era el apóstol a imitar
por la nueva generación de revolucionarios cubanos, bien
valía recuperar como vigente una de sus sentencias: «Todas
140
las grandes ideas tienen su Nazareno». 28 Hemos de desta-
car que Mella publicó un folleto en Ciudad de México de-
dicado a los mártires cubanos que lucharon contra la dicta-
dura de Machado y cuya segunda edición ampliada estuvo
a cargo del PCM. 29
La imagen salvacionista que la APRA y su propio líder
autoconstruyeron gracias a una sostenida campaña (even-
tos políticos, manifiestos, artículos, iconografía) y su activa
red epistolar, se anudó con la configuración de una imagen
fuerza acerca del retorno a su territorio primordial: el Perú.
En el imaginario aprista la equivalencia simbólica entre el
Perú y Nicaragua gravitó con fuerza. Esteban Pavletich
refrendó en un poema dicha condensación simbólica de
los furores mexicanos y nicaragüenses en los Andes perua-
nos:
282.
29 Mella, Julio Antonio. «El grito de los mártires. Folleto de Julio Antonio
p. 12.
141
Universidad como en las impartidas en 10 ciudades mexi-
canas, había expuesto «la doctrina de la APRA», 31 lo cual
no se ajustaba a los contenidos de las mismas reportados
por los diarios. El 29 de marzo redactó un texto juvenilista
revolucionario impregnado de parecido halo teosófico
mesiánico al sustentado por Vasconcelos en su obra La
Raza Cósmica y en su lema universitario: «Por mi raza ha-
blará el espíritu». El texto de Haya llevaba por título: «Del
Cuzco salió el nuevo verbo y del Cuzco saldrá la nueva
acción», y él consignó la siguiente arenga:
142
¿Qué es el APRA? Una polémica en contestación al
trabajo de igual título del estudiante peruano que
acaba de realizar un ciclo de conferencias pagadas
por la Secretaría de Educación Pública de México
[…] Si solamente fuésemos a contestar al APRA no
valdría la pena este trabajo. Pero representa los in-
tentos de organización del ‘oportunismo’, del ‘re-
formismo’ latinoamericanos. Contestar al APRA es
un medio de contestar a todos los oportunistas y
reformistas que sustentan iguales o similares ideo-
logías, aunque nieguen estar vinculados con el
APRA o se digan enemigos de ella. De aquí la utili-
dad de fijar nuestros puntos de vista. 33
33 El Libertador, Vol. II, núm. 15, febrero de 1928, pp. 10, 16.
34 «El Libertador, Mella y el APRA». Atuei, núm.4, febrero de 1928.
143
Los apristas cuidaron con especial esmero el intercam-
bio de información sobre los ataques que recibían de los
comunistas tanto en México como en Cuba. En cambio,
los comunistas mexicanos recibían con un retraso de dos o
tres meses los ejemplares de Atuei remitidos por sus cama-
radas desde La Habana. 35
A mediados de marzo El Machete anunció la próxima
circulación del folleto de Mella La lucha revolucionaria contra
el Imperialismo. ¿Qué es el ARPA? 36 Un nuevo anuncio de la
obra informaba a sus lectores que ya:
144
to de 28 páginas. Los biógrafos de Mella no han aportado
nada nuevo a este detalle.
Sin embargo, los datos contextuales nos permiten aco-
tar los tiempos de ingreso del libelo antiaprista al espacio
público a una semana. La obra de marras salió a la venta en
alguno de los días que corrieron entre los cuatro últimos
del mes de marzo y los tres primeros del mes de abril de
1928. Mella afrontaba simultáneamente varios problemas
por esos días. Resentía las presiones cominternistas que
orillaron al Comité Central a condenar al trotskismo, co-
rriente con la cual tenía alguna simpatía. 38
Russell Blackwell, figura mayor de la Oposición Co-
munista en México dejó constancia de que Mella, al ser
presionado, se deslindó formalmente del trotskismo ante el
Comité Central del PCM. 39 Por su lado, Haya compartía
análogas simpatías por León Trotski y seguía con atención
a la oposición comunista sin compartir sus puntos de vista,
salvo los que abonaban a favor de las críticas a la Comin-
tern. 40 Aunado a lo anterior, se preparaba para una con-
frontación de posiciones sobre la unidad de los sindicatos
bajo control comunista por la CROM, al librarse el mismo
mes, en el marco de la Quinta Conferencia del PCM. 41
Haya en su obligada tarea de responderle a Mella, no
descuidó su deslinde y ruptura con Mariátegui. La carta de
este último dirigida a la célula aprista de México fechada el
comunistas y Julio Antonio Mella». Viento del Sur, núm. 9, 1997, pp. 61-78
40 Melgar Bao, Ricardo. «El populismo indoamericano: entre Haya de
145
16 de abril fue redactada en vísperas de una grave crisis de
salud que lo postró en la inactividad durante dos meses. 42
En su primer contenido hizo un consistente descargo fren-
te a las acusaciones apristas de repetir las consignas del
Secretariado Sudamericano de la IC, para luego, reiterar su
cuestionamiento a Haya por su actitud contraria al frente
único y por no haberle dado respuesta a sus observaciones
críticas en la carta que le remitiese en diciembre de 1927.
Para Mariátegui la cuestión medular era «APRA: alian-
za o partido». Haya y la célula aprista de México daban por
resuelta –a su manera– esta discrepancia, por lo que el líder
socialista respondió:
146
conciencia de la mejor parte del país, aborte mise-
rablemente en una vulgarísima agitación electoral.43
147
luta precisión en la mente de quienes la conciben
como medio táctico pero que mañana, bajo la pre-
sión de proselitismos más adoctrinados, y al influjo
de la mentalidad burguesa y pequeño-burguesa in-
corporada fatalmente en el movimiento, pueden
prestarse a confusionismos infinitos. 44
148
verdad cuando mencionó que tuvo poco éxito en su distri-
bución, así dijo:
149
o hirientes escritas por el cubano debieron despertar la
furia de Haya y de los apristas: «joven tañedor de ARPA»,
«por él, como Fausto, es capaz de vender su alma al diablo
imperialista», «formó parte de la corte de intelectuales bar-
bilindos que circundaban a Vasconcelos», «íntimo amigo
del insexuado Vasconcelos», etc. 50
Las abiertas insinuaciones sobre la presunta homose-
xualidad de Haya y de los intelectuales vasconcelistas de-
gradaban el estilo polémico de Mella, pero era un recurso
retórico no infrecuente en la cultura política de la izquierda
latinoamericana de aquellos años. 51 Los prejuicios sobre los
«cundangos» o «mariquitas» presuntos o reales, eran muy
extendidos en La Habana.
Mella en ¿Qué es el ARPA? realizó los cuestionamientos
que consideró el fondo del proyecto aprista y lo caracterizó
como «populista» extrapolando el criterio leninista para
descalificar a los narodnikis rusos. Forzó la homologación
entre apristas peruanos y populistas rusos. Se ha llamado la
atención sobre una debilidad del texto del Mella que curio-
samente no fue capitalizada por su oponente. Nos referi-
mos a la manera en que el líder cubano subsumió las cues-
tiones indígena y negra bajo criterios estrictamente clasis-
tas, negándole toda potencialidad revolucionaria a las tradi-
ciones comunitarias andinas y viendo un arcaísmo inacep-
table en el llamado «comunismo incaico autónomo». 52 Con
ello el cubano no solo se distanciaba de Haya y los apristas,
150
sino también de las posturas de José Carlos Mariátegui
sustentadas en la revista Amauta y en su libro 7 Ensayos… 53
Pocos meses después la obra de Mariátegui fue objeto
de discusión en México desde diversos ángulos. Mientras
que el venezolano Humberto Tejera la elogió, Pavletich
centró su crítica en lo que consideró un tema ausente: el
imperialismo. 54 Objeción poco consistente, salvo el detalle
formal de no ser tema de un ensayo, como sí lo sería más
adelante. 55
En cambio, Mella puso el dedo en la llaga al transcribir
unas declaraciones de tonos racistas formuladas por Haya
durante su paso por la ciudad de Torreón, las cuales sus-
cribían las cuatro medidas contra la inmigración china pos-
tuladas por el Comité Anti-Chino de México. 56
151
La violencia se instaló en las lindes de la cultura política
de las izquierdas, la simbólica y la real. No hay lugar a du-
das que los ataques comunistas contra Haya y la APRA
habían alcanzado su clímax con la publicación del libelo de
Mella. 57 La carga pasional del texto de Mella era fuerte,
agresiva. El autor obvió el papel cumplido por los apristas
en Cuba y olvidó la posibilidad de trazar una diferenciación
táctica frente a Haya y los adherentes al APRA, como
aconsejaba la Internacional Comunista en el trabajo de
masas hasta su VI Congreso. 58
El texto de Mella pretendió alcanzar un objetivo ma-
yor. Convertir su crítica al APRA, en la crítica general a
todas las organizaciones alternativas a la LADLA, a las
cuales acusó de ser engendros del reformismo o del opor-
tunismo. Sin mencionarla, incluyó a la ULA y al parecer a
la UCSAYA:
sea conocida la forma concreta de lucha.» Cit. por Mella, Julio Anto-
nio. «¿Qué es el ARPA?».
57 El libelo está estructurado en 8 capítulos, además de la presentación
internacional». En: Cairo, Ana, Mella 100 años, vol. 2, pp. 239-258.
152
pseudo-reformistas de las tendencias revoluciona-
rias. 59
153
da. Haya de la Torre, en carta a Eudocio Ravines le mani-
fiesta lo siguiente:
154
Si el contenido central de la obra y su motivación había
sido responderle en primer término a Mella, el tenor de su
carta de abril de 1928, nos recuerda que su réplica iba diri-
gida contra los comunistas y Mariátegui. Los primeros –
entre los cuales destacaba Mella–, habían centrado su críti-
ca en su concepción acerca del imperialismo y el carácter
pequeño burgués de la APRA y su programa. Por su lado,
Mariátegui cuestionaba la conversión de la APRA conti-
nental en Partido por su obvia repercusión en el Perú.
Había asumido la tarea de redactar un texto doctrinario
y polémico para confrontar a los comunistas. En otras
palabras, la estructura de dicha obra estaba concebida so-
bre dos ejes: una parte «expositiva» y otra «parte polémica».
Sintetizando su tesis central en términos concluyentes:
«Queda demostrado por angas y por mangas que el APRA
es un Partido». Por último, el autor agregó que en sus pá-
ginas rebatía «sin mencionar las capciosidades de Mariáte-
gui», 62 refiriéndose, sin lugar a dudas, a la controversia sos-
tenida sobre Frente y Partido.
La elección final del título de su ensayo fue El Antiim-
perialismo y el APRA y decidió redactar e incluir un acápite
de respuesta a Mella, invirtiendo el sentido de la figura
retórica con la que se pretendía descalificar su organización
política: «Al APRA un audaz le llamó ARPA y yo le res-
pondí, sí, el Arpa de David, en Nuestra América». 63
Los biógrafos de Haya especulan que ese libro fue es-
crito febrilmente por Haya enclaustrado en su hotel entre
inicios de abril y el 23 de mayo de 1928, contando con la
colaboración mecanográfica de un militante de confianza,
Carlos Manuel Cox. Nada confirma ese enclaustramiento
del autor ni que el original sea el mismo que el publicado
en 1936.
155
Otro dato relevante: Haya realizó un tercer movimien-
to para rotular su libro inspirándose en el ABC del Comu-
nismo (1919) de Nicolás Bujarin y de Eugenio
Preobrazhenski, quedando temporalmente rotulado como
El ABC del APRA, según una hoja volante de la editorial
APRA y más tarde reproducida en un aviso publicado en
las páginas de Indoamérica, el vocero de la Célula de la
APRA en México. El autor, con posterioridad volvió a su
segunda propuesta, y para su tardía primera edición supri-
mió los pasajes alusivos a Mella.
La primera versión de El Antiimperialismo y el APRA de
Haya de la Torre fue concluida en la Ciudad de México el
23 de mayo de 1928, pero al quedar inédita concurrió
fragmentariamente al debate de ideas con los comunistas.
Tres días antes, el autor le escribió a Mariátegui diciéndole
que ya había concluido su obra y precisó su contenido cen-
tral:
156
«Estado antiimperialista» se fundamentaba en la «lucha de
clases». 65
La Nota Preliminar redactada por el autor el 25 de di-
ciembre de 1935 en el Perú sólo resulta verosímil cuando
afirma haber eliminado «el prólogo polémico que servía de
mascota para responder a los ataques de Mella y algunas
líneas beligerantes e inactuales del segundo capítulo, todo
ha sido rigurosamente mantenido de los originales». 66 Es
verosímil que el autor excluyese líneas del segundo capítulo
«El APRA como Partido», dedicadas a su antagonista, José
Carlos Mariátegui. Argumentos y datos consistentes ponen
en duda el mito aprista que el texto de 1928 es el mismo
que el publicado en 1936.
El libro de Haya, a pesar de ser inédito y de haber sido
distribuidas muy contadas copias mecanografiadas, dio pie
a que entre 1929 y 1930 se publicasen dos comentarios: el
de Esteban Pavletich en torno al «Estado Antiimperialista»,
punto relevante del contenido de la obra, y el expresado
por el colombiano Julio Cuadros Caldas acerca de la Revo-
lución mexicana, tema capital de la autoctonía política.
Pavletich en su polémico artículo entrecomilló las pa-
labras o frases que eran blanco de sus cuestionamientos a
la tesis de Haya acerca del Estado Antiimperialista: «orga-
nización del mecanismo económico y político antiimperia-
lista»; «estadio anterior e ineludible del socialismo» a dife-
rencia de lo que sucede en las economías más avanzadas
«corresponde a lo que sería la dictadura proletaria». Le
cuestionó al autor su óptica Fabiana cultivada durante su
estancia en Inglaterra, contraria a la tesis cominternista de
la representación y el carácter de clase del Estado obrero-
campesino en los países coloniales y semicoloniales por
acción anticolonial o revolucionaria. Afirmó que Haya usó
en sus disertaciones orales sobre el tema una anécdota de
viaje. La idea era a partir de ella, justificar la recomposición
65 Ídem.
66 Haya de la Torre, Víctor Raúl. El Antiimperialismo y el APRA, p. 17.
157
de clases del Estado Antiimperialista. Habló de un acciden-
tado viaje en barco en riesgo de naufragar, que propició
que todos los pasajeros –sin distinción de categorías o cla-
ses- participasen de un mismo clima de temor y unidad. 67
El interés común podía agrupar bajo ciertas circuns-
tancias a clases disímiles frente a una amenaza real: el nau-
fragio o la intervención imperialista. La réplica de Haya de
la Torre, no refutó los argumentos de Pavletich, únicamen-
te consignó que no estuvo entre el pequeño círculo de
lectores de su obra mecanoescrita porque se encontraba en
América Central, aunque omitió que viajó cumpliendo una
orden suya para integrarse temporalmente a las filas de
Sandino portando la simbólica representación aprista. Pa-
vletich no inventó las frases; las tuvo que extraer de una
copia del libro o de algún artículo de Haya.
El colombiano Julio Cuadros Caldas, militante aprista
en México en 1928, en su libro El Comunismo Criollo
[1930], 68 citó in extenso un fragmento del libro acerca de la
Revolución mexicana con la finalidad de recordarles a sus
adversarios comunistas que México era el ejemplo indoa-
mericano del soñado Estado Antiimperialista del aprismo,
punto tercero de su programa continental. Cuadros Caldas
formó parte de la célula de la APRA de la Ciudad de Méxi-
co y tuvo gran amistad con Haya, por lo que fue poseedor
158
de una de las copias, de las cuales extrajo dicho fragmen-
to. 69
Por esos días el Partido Comunista venía procesando
un viraje político en consonancia con el espíritu de su V
Conferencia y la orientación cominternista previa a la reali-
zación del VI Congreso de la IC, en el que por vez primera
América Latina tendría su lugar en la agenda de debates. La
Declaración del Comité Central del PCM condenando al
APRA con fecha 19 de abril de 1928 fue un signo inequí-
voco de la ruptura y antagonismo con organismos políticos
de la pequeña burguesía como el aprismo y que se orienta-
159
ban hacia la organización de un movimiento fascista «au-
tóctono»:
160
pretensiones hegemónicas de la Comintern a través de la
LADLA en disputa abierta con la APRA. En cuanto a los
liderazgos antimperialistas, la figura de Sandino fue motivo
de múltiples reconocimientos, pero también de algunos
celos y zancadillas. En segundo plano, Haya de la Torre se
ofrecía como figura de relevo generacional frente a José
Vasconcelos, Manuel Ugarte, Alfredo Palacios y José Inge-
nieros –ya fallecido–, mientras que Julio Antonio Mella
recuperaba el legado de Martí, entregando sus mejores
esfuerzos al proyecto emancipador de la ANERC.
Haya justificó en la Nota Preliminar de El Anriimperialis-
mo y el APRA que, tras haber extraviado las notas de la
primera versión, las tuvo que volver a armar, obviamente
con la mirada de 1936 y usando referencias bibliográficas
posteriores a 1928, como él mismo lo reconoce. Es rele-
vante destacar que Haya, entre sus seis menciones a la ver-
sión de 1936, cita a su amigo Lombardo Toledano, al pe-
riodista norteamericano Carleton Beals, y al escritor Ma-
nuel Manero, propagandista de la Doctrina Carranza, quien
había incorporado a su retórica el concepto de Indoamérica,
a modo de captar solidaridades en el continente contra el
intervencionismo norteamericano.
¿Quiénes quedaron fuera de sus notas? Marxistas o la-
boristas británicos que le resultaban incómodos. ¿Omitió a
su mentor Vasconcelos y a Calles –ambos caídos en des-
gracia– y también a su amigo Silva Herzog? Preguntas suel-
tas que no tienen respuesta, a las que suma un argumento
consistente sobre la lógica de citación de Haya de la Torre,
bajo la cual privilegia a Lombardo Toledano en tres pasajes
del libro dedicados a la cuestión mexicana como inspirado-
ra del ideario y programa aprista. Llama la atención porque
Lombardo Toledano era una figura menor en el contexto
mexicano de 1928 pero políticamente influyente en los
años 1935 y 1936. La obra de Lombardo, hasta 1928 no
gravitaba en los debates políticos y académicos de ese año,
sí la de Silva Herzog.
161
La primera referencia a Lombardo pretende solventar
la interpretación aprista de la Revolución mexicana, previ-
niendo a sus lectores contra los entusiasmos o desencantos
que suscitaron episódicamente sus caudillos. La segunda
referencia se inscribió al tratar la incorporación frentista de
las clases medias y de los indígenas, vía el camino ejidal en
la Revolución mexicana, a contrapelo del recetario exclu-
yente de los comunistas 71 durante el denominado «Tercer
periodo» o de «clase contra clase». Hemos de llamar la
atención en que el texto de Lombardo La Libertad Sindical
en México [1926], citado por Haya, distaba en 1928 no solo
de ser la mejor lectura sobre la Revolución mexicana, sino
la menos pertinente para reforzar la tesis del estado anti-
imperialista. Se trataba de guiños al viejo amigo Lombardo
Toledano, guiños calculados, elaborados desde la clandes-
tinidad con la finalidad de cooptar un apoyo a favor de los
apristas desterrados residentes en México.
El Antiimperialismo y el Apra fue mitologizado, reescrito,
editado y congelado durante 34 años, su tercera edición de
1970 se realizó con motivo del 75 aniversario del natalicio
de su autor, interesado en disputarle ideológicamente al
gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, el origen pri-
migenio de algunas de sus reformas de Estado. 72 La prime-
ra edición de El antiimperialismo y el Apra salió con un retra-
so de ocho años, con mutilaciones y agregados, aunque
conservó su deuda mayor con el marxismo. 73 De fondo,
como es conocido, el centro de atención de la obra- tanto
en 1928 como en 1936- fue su toma de posición acerca del
fenómeno imperialista y de la particularidad del carácter de
la economía y la sociedad latinoamericana, los fundamen-
71 Cuadros Caldas, Julio. El Comunismo Criollo, pp. 30-32; Haya de la
rial Horizonte, 2009, p. 18; Manrique, Nelson. ¡Usted fue aprista!, Bases
para una historia crítica del Apra. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú/CLACSO, 2009, pp. 52-53.
73 Véase: es.scribd.com/doc/49181796/El-Antiimperialismo-y-El-
Apra-1a-Ed icion-1936-Victor-Raul-Haya-de-la-Torre.
162
tos del Estado Antiimperialista y el carácter político e ideo-
lógico de la APRA continental.
El proceso de edición fue accidentado como lo docu-
menta la correspondencia cruzada entre el autor y Luis
Alberto Sánchez, funcionario de la editorial Ercilla en San-
tiago de Chile, por lo que la meta de publicar el libro en
1935 quedó diferido hasta el 31 de marzo de 1936 como lo
consigna el propio Haya de la Torre. 74 La nota preliminar
del autor fue fechada el 25 de diciembre de dicho año, en
algún lugar clandestino del Perú, llamado simbólicamente
Incahuasi. Los muy contados ejemplares de la primera edi-
ción que hizo circular Luis Alberto Sánchez, tuvieron co-
mo propósito fabricar una ilusión: agotamiento de la edi-
ción en dos meses por sobredemanda, con la finalidad de
ganar mayor público con motivo de una segunda edición
de amplio tiraje.
En cuanto a la reescritura de la versión de 1928, desde
las filas de la APRA, Alan García sostuvo la hipótesis de
que corresponden a tres tiempos y variaciones doctrinarias.
Destacaremos la principal, en la cual también coincide el
historiador Nelson Manrique. En la edición de 1926, la
concepción sobre el imperialismo que Haya sostuvo entre
1926 y 1928 inspirada en Lenin, Hobson y Scott Nearing
entra en antinomia discursiva con los añadidos y reformu-
laciones de Haya acerca de su presunta dualidad y ambiva-
lencia. 75
163
Desafío y duelo político
La tradición del duelo verbal de los intelectuales tiene larga
historia en Occidente realizándose en determinados espa-
cios públicos. Los líderes en disputa hacían gala de sapien-
cia, lógica e ironía para significar sus particulares formas de
ejecutar su esgrima oral al pasar al ataque, la defensa o el
contraataque. En el duelo verbal los contendientes preser-
vaban su vida, pero colocaban bajo riesgo su prestigio, su
honor y a veces su propio liderazgo.
Un debate público muy sonado fue el que libraron
Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros acerca de «las cues-
tiones fundamentales para las artes plásticas de la Revolu-
ción mexicana» en el auditorio de Bellas Artes. Siqueiros
afirma que fue a pedido de Rivera que se nombraron pa-
drinos y un árbitro, aunque omite los suyos menciona a los
de su oponente: Paco Zamora –«el economista trotskista»
editorialista de El Universal– y Genaro Gómez –«líder
trotskizante de los panaderos»–. El arbitraje estuvo a cargo
de la española María Teresa de León. 1
Haya y Mella, como líderes estudiantiles habían culti-
vado el arte de hablar en público en forma autodidacta y
gracias a los espacios que les abrieron las Universidades
Populares, se familiarizaron con públicos integrados por
artesanos, obreros y empleados. Ambos conocieron tam-
bién el ejercicio a calle o plaza abierta de la tribuna antidic-
tatorial. Ambos fueron oradores y agitadores extraordina-
rios. Mella le reconoció a Haya temprana y públicamente
sus dotes de orador en un artículo:
166
na Nueva que dice la palabra mágica de esperanza,
ora como el camarada jovial, casi infantil, de alma
pura e ingenua que lo entrega todo en aras de la
amistad. 2
2 Mella, Julio Antonio. «Víctor Raúl Haya de la Torre». Juventud, no. II–
167
En el claustro universitario mexicano, la oratoria era un
valor cotizado por líderes estudiantiles y sus seguidores.
José Muñoz Cota, Salvador Azuela y Alejandro Gómez
Arias, ganadores de los concursos nacionales de oratoria de
1926, 1927 y 1928, respectivamente, destacaron como diri-
gentes de la Federación de Estudiantes Mexicana. 4 En
1928, el diario El Universal promovió otro concurso nacio-
nal de oratoria, inclinando sus preferencias a favor de los
estudiantes reaccionarios, lo cual fue criticado por Mella. 5
Haya deseaba frenar la campaña de desprestigio que
impulsaba en contra suya el periódico comunista El Mache-
te. Quizás pensaba que la ascendencia del cubano era deci-
siva en las filas de los redactores de la columna «Entre la
Hoz y Martillo» y aún en la dirección del PCM por lo que
si lograba cierto entendimiento con él, desactivaría o por lo
menos atenuaría las críticas de las cuales venía siendo obje-
to. O quizás estaba enterado del distanciamiento de Mella
con la dirección del PCM y veía en ello una posibilidad de
convergencia política. Lo cierto es que el líder de la APRA
logró persuadir a Mella de aceptar esta lid ideológica, susti-
tuyendo la opción de un debate público.
El 22 de abril de 1928 Haya publicó el artículo «¿A
dónde va el Perú?» en las páginas del diario Excélsior,6 título
que se reapropia del usado por Luis Lara Pardo, a quién
desenmascara por su edulcorado enfoque gobiernista. En
realidad, la fuente de inspiración venía de dos textos polé-
micos de Trotski, traducidos y publicados en español: ¿A
dónde va Inglaterra? 7 y ¿A dónde va Rusia? 8 Tres días más tarde
de 1928.
7 Trotski, Leon. ¿A dónde va Inglaterra? Europa y América. Textos íntegros.
168
el embajador peruano en México en reporte confidencial a
su canciller le expresaba su acre malestar después de haber
leído el: «artículo mentiroso y antipatriótico de Haya de la
Torre». 9 Por los mismos días Mella redactó «¿Hacia dónde
va Cuba?» 10. Coincidencia que no puede pasarse por alto, a
ambos les inquietaba la coyuntura política de sus respecti-
vos países toda vez que incidiría en sus planes conspirati-
vos. Ambos líderes proponían como hipótesis que sus
países vivían un acelerado proceso neocolonialista norte-
americano. 11
La discrepancia giraba en torno a cómo revertirlo y qué
programa alternativo ofrecer. Mella se había abocado a
fortalecer el proyecto expedicionario de la ANERC para
derrocar a Machado a contracorriente del mandato comu-
nista, mientras que Haya jugaba a dos ases: expedición
revolucionaria y candidatura electoral. Hemos de hacer
notar que el escrito de Mella presentaba una posición dis-
tinta frente a la pequeña burguesía a la sostenida previa-
mente en ¿Qué es el ARPA? y más próxima al tenor ideoló-
gico de un escrito previo intitulado: «En la misión de la
clase media». 12 La diferencia de Mella es que si bien le dio
un lugar a la pequeña burguesía y a un sector de la burgue-
169
sía nacional en la lucha revolucionaria contra la dictadura
de Machado, nunca les confirió una función dirigente. En
cambio, para Haya, el papel directriz de la clase media y en
particular de los estudiantes universitarios emergidos de su
seno y comprometidos con las Universidades Populares
González Prada y la APRA fue explícito y recurrente.
La reunión entre Víctor Raúl Haya de la Torre y Julio
Antonio Mella pretendía aclarar algo más que el diferendo
suscitado entre ambos en el Congreso Antiimperialista de
Bruselas, el cual parecía revestir tonos de encono personal
y agravios mutuos. El aprista Julio Cuadros Caldas, testigo
presencial de los hechos, señaló que dicha reunión fue
realizada con posterioridad a las conferencias dictadas por
Haya en la Universidad Nacional, aunque al fecharla a
inicios de 1928 13 se presta a la ambigüedad o al equívoco.
Haya, al concluir su ciclo de conferencias, salió de la
Ciudad de México para cubrir otros compromisos políticos
en otras ciudades mexicanas y fue durante su ausencia que
se enteró de los nuevos ataques de Mella y del anuncio de
su libro, el cual sirvió de detonante para llevar adelante un
duelo verbal a solicitud de Haya de la Torre. Resulta obvio
que el duelo se realizó con posterioridad al retorno de Ha-
ya a la Ciudad de México en abril de 1928. En los siguien-
tes días, los móviles, los intermediarios y las condiciones
fueron haciéndose propicios hasta convertirlo en necesario
y viable.
Haya buscó un mediador para dicho encuentro, pero
tenía la dificultad del quiebre de sus redes con sus excama-
radas del PCM. Ni Diego Rivera, ni ningún otro comunista
mexicano estaban dispuestos a atenderlo y menos a cum-
plir la función de intermediarios. Por lo anterior, el líder
aprista pensó acertadamente que su amigo el periodista y
escritor norteamericano Carleton Beals, tan vinculado a la
izquierda mexicana desde 1920, podría ser un buen media-
170
dor. 14 Carleton había retornado a México en 1923 y a su
vez era amigo de Mella y de su compañera Tina Modotti,
por lo que podría cumplir tal papel. 15 Su valoración de
Calles fue positiva en su lucha contra el contra el poder
eclesial y el movimiento cristero, a los que consideraba
reaccionarios. 16 Beals fue llamado por Calles en 1927, «fi-
gura continental de un valor moral inigualado desde la
muerte de Sun Yat Sen». 17 Calles –se afirma–, había apoya-
do financieramente la realización del Congreso Mundial
Antiimperialista de Bruselas en el que participaron Haya y
Mella, gracias a la intermediación del profesor alemán Al-
fonso Goldschmidt. 18 Por esos días Beals se desempeñaba
como corresponsal de The Nation de Nueva York. Al con-
cluir su exitosa entrevista a Sandino el 2 de febrero de 1928
en su campamento de montaña, ésta fue publicada, convir-
en: Saborit, Antonio. Tina Modotti. Una mujer sin país, p. 182; se reseña el
romance de Beals con la hermana de Tina y la amistad con esta última
en: Britton, John. A. Carleton Beals. A radical Journalist in Latin American,
USA: The University of New Mexico Press, 1987, p. 33.
16 Beals, Carleton. «The Mexican Church Goes on Strike». The Nation,
171
tiéndolo en una figura exitosa y atractiva para las izquier-
das. A su retorno a México colaboró con la Liga Antiimpe-
rialista y con MAFUENIC en la realización de diversas
actividades antiimperialistas. La relación de Beals con Haya
fue amistosa y hasta tuvo alguna simpatía por la APRA;
dicho vínculo se había gestado a fines del año 1923, 19
cuando el norteamericano ya era una figura conocida en las
filas de la izquierda mexicana.
Beals, días antes –el 1 de abril–, había fungido como
orador en un mitin en la Ciudad de México convocado por
Mella a través de MAFUENIC, a la cual ya adherían los
exapristas Jacobo Hurwitz y Nicolás Terreros. 20 El perio-
dista norteamericano mencionó que la publicación del fo-
lleto de Mella ¿Qué es el ARPA?, «preocupó mucho a Haya,
quien me rogó le consiguiera una entrevista personal con
Mella». 21
En general, existía una gran preocupación y malestar
entre los militantes apristas en Ciudad de México, al punto
que Magda Portal desafió públicamente a Julio Antonio
Mella a una polémica. ¿Quién era esta mujer con tintes de
polemista? Magda era una escritora emergente y vinculada
a las redes de la izquierda latinoamericana. Había realizado
una estancia en Bolivia (1926) y había sufrido dos deporta-
ciones en 1927 de Perú y Cuba y en ese momento vivía su
exilio en la Ciudad de México. Magda estaba comprometi-
da con la idea de que la mujer nueva, la mujer revoluciona-
ria era una tarea muy continental, muy aprista. En carta
abierta dirigida a Carmen Lyra, abanderada de la APRA en
Costa Rica, publicada en enero de 1928 afirmó:
172
La mujer de América Latina tiene un papel impor-
tante que cumplir en la presente época. Si por falta
de efectiva emancipación intelectual, no es posible
pedir a todas ellas que cooperen a la realización de
nuestros ideales, yo creo que este deber recaer pre-
cisamente en las intelectuales, maestras y estudian-
tes, quienes están obligadas a reforzar nuestro
Frente Único, en cuyo programa, como conse-
cuencia lógica, va incluida la reivindicación de los
derechos de la mujer. 22
173
nández Anaya quien le preguntó a Mella si aceptaría el reto
lanzado por la peruana y este le dio una respuesta tajante:
«¿Polemizar? ¿Qué tiene esa mujer en la cabeza? ¡Nada!». 25
El desplante del líder cubano fue impropio por su tono
sexista, no disonante con la cultura política de la izquierda
mexicana y latinoamericana.
En 1928, cualquier figura femenina que se moviese con
cierta autonomía en los campos intelectuales y políticos
vanguardistas suscitaba sentimientos e ideas ambivalentes,
entre la admiración y atracción y el desprecio. Magda, a
contracorriente de los prejuicios sociales imperantes, de
manera parecida a Tina Modotti o Blanca Luz Brum, se fue
afirmando como una intelectual de formación autodidacta
seria y antiimperialista. Su atrevida postura a favor de la
politización del escritor y la obra literaria y artística, había
despertado ya controversia en el medio intelectual mexi-
cano. Por sugerencias de Haya de la Torre, la desterrada
peruana se había abocado durante su estancia en México a
estudiar los problemas económicos y sociales de América
Latina, y era buena conocedora de la obra de Nearing y
Freeman sobre el imperialismo. 26
Días más tarde, Magda fue relevada por Haya, quien
encontró un formato discreto para su lance ideológico y
político con Mella. Dicho encuentro se llevó a cabo entre
los últimos días del mes de abril y los primeros del mes de
mayo de 1928. Magda se sintió doblemente marginada –en
lo familiar y en lo político– por lo que decidió retornar al
Perú en compañía de su menor hija Gloria. Quizás infor-
mada de que el Círculo Peruano, constituido en octubre de
1927 por iniciativa del Cónsul Leoncio I. Mora, a pesar de
tener como misión ayudar a los «compatriotas faltos de
recursos para subsistir o para ayudarlos a su repatriación»,27
25 Ibídem
26 Reedy, Daniel R. Magda Portal, pp. 136-147.
27 AHMRREEP, Leoncio I. Mora al Oficial Mayor del Ministerio de
Relaciones Exteriores del Perú, [México], 20 de noviembre de 1927,
834-A: 250 (14918).
174
no la tomaría en cuenta –por ser una entidad abiertamente
progubernamental y oligárquica– prefirió recurrir directa-
mente al Embajador. Solicitó su repatriación hacia día 20
de abril a Pedro Mújica y Carassa, Ministro del Perú en
México. En su solicitud argumentó su «muy mal estado de
salud» y su carencia de recursos para sufragar su retorno.
El 26 de abril, el diplomático peruano ratificó su aval a la
petición de la Portal. El diplomático, dos días más tarde,
envió un cablegrama sobre el mismo asunto y el día 15 de
mayo gestionó sin éxito dicha petición. 28
Mientras tanto, Haya y Mella, concertaron su duelo y
precisaron la necesidad de aplicar algunas medidas de
equidad y seguridad. La vulnerabilidad política de ambos
personajes frente a la policía política mexicana, se sumaba
a las potenciales amenazas diplomáticas de los gobiernos
de Leguía y de Machado y la vigilancia de que eran objeto
por parte del gobierno republicano de Calvin Coolidge.
Mella fue objeto de investigación por parte del mayor He-
rald Thompson, agregado militar interino de la Embajada
de Estados Unidos en México a partir de agosto de 1927. 29
Recordemos la mirada que tenía el presidente norte-
americano sobre la región y que resumió de manera elo-
cuente en 1926: «Pareciera que las revoluciones y los desas-
tres naturales constituyen los principales productos de
América Latina». 30 En enero de 1927, hablando de México
dijo:
Julio Antonio Mella». En: Cairo, Ana, Mella 100 años, vol. 2, p. 167.
30 Toro Hardy, Alfredo. La era de las Aldeas: la pequeña aldea vs la aldea
175
inalámbricas a las repúblicas de Centroamérica, con
objeto sin duda de restarnos simpatías en aquellos
países. Pero estamos dispuestos a conseguir que
México no nos humille más con su proceder intole-
rable. 31
176
[…] uno de los que vinieron a la estación a estre-
charme la mano fue Julio Antonio Mella […] Nos
dimos las manos con afecto; nos abrazamos frater-
nalmente y desde ese día, sin que hubiera un con-
venio tácito de intimidad, resolvimos tutearnos.
[…] Luego volví a encontrar casi diariamente a Ju-
lio Antonio Mella. 33
Este dato es relevante. Nos brinda un indicio confiable de
que el encuentro Mella-Haya fue con posterioridad al 24 de
abril, toda vez que Navarro fue testigo presencial del mis-
mo.
La afinidad y amistad entre Mella y el boliviano no han
sido tomadas en cuenta, no obstante, la importancia de tal
compromiso.34 Navarro o Marof, como gustaba nombrarse
y ser llamado, era un escritor conocido, pertenecía a la
misma corriente política a la que adherían Mella y Mariáte-
gui, a quienes estaba ligado por lazos de amistad y afinidad
de proyectos. Adhería al socialismo y activaba en la Liga
Antiimperialista de las Américas, así como en la sección
mexicana del Socorro Rojo. Era un intelectual revoluciona-
rio conocedor de las formas de la cortesía intelectual y
diplomática, así como de los modos de concertar acuerdos
y alianzas políticas. La polémica no le era ajena.
Cuadros Caldas era un hombre mayor, pertenecía a
otra generación. Procedía de las filas del liberalismo co-
lombiano y había dado su adhesión a la célula aprista de
México. Era considerado un cuadro eficiente de la política
obregonista en materia de reforma agraria en México. Polí-
tico y hábil negociador. Participó al igual que Mella en la
33 Marof, Tristán. «Julio Antonio Mella». Alma Mater, núm. 38, agosto
de 1929, p. 38. Reproducido parcialmente en: Cairo, Ana, Ob. Cit., pp.
124-125.
34 Marof fue destinatario de la correspondencia a Mella procedente de
Cuba, Mella a José Antonio Fernández Castro, 19 de diciembre de
1928 en: Cairo, Ob. Cit., pp. 84-86.
177
constitución de la Liga Nacional Campesina y cultivaron
entre sí una respetuosa relación. 35
El colombiano había rubicado al lado de Úrsulo Gal-
ván, Manuel Almanza y Antonio Echegaray la convocato-
ria para el Congreso de Unificación Campesina, celebrado
el 20 de noviembre de 1926. En marzo de 1928 Cuadros
Caldas formó parte de la Comisión pro-Monumento a
Emiliano Zapata presidida por Galván, al lado de Jenaro
Amezcua, Jesús Silva Herzog y el aprista Manuel Vásquez
Díaz, entre otros. 36
Beals sostuvo que la reunión promovida por él se llevó a
cabo, pero que en su desarrollo se libró una acre discusión
política y doctrinaria entre Mella y Haya de la Torre. Tres
meses más tarde de celebrado, Marof en carta dirigida a
José Carlos Mariátegui, le informa de un encuentro perso-
nal que tuvo con Haya de la Torre un mes antes:
35 Con motivo del asesinato de Julio Antonio Mella llegó a las oficinas
del PCM un telegrama de condolencia remitido desde Villa Cardel
(Veracruz) con fecha 12 de enero de 1929, que a la letra dice: «Aunque
no pertenezco al credo comunista, felicito a ustedes por poder desde
hoy agregar al martirologio revolucionario el nombre de su compañero
Julio Antonio Mella, cuya muerte es la consagración de una vida dedi-
cada a la liberación proletaria, fraternalmente, Julio Cuadros Caldas.
Tibol, Raquel. Julio Antonio Mella en El Machete, p. 392.
36 Piña Soria, Antolín. Secretariodel ComitéPro-Monumento Emiliano Zapata (A
178
entre comunistas y apristas. Desde luego una cosa
lamentable en un periodo pre-revolucionario. 37
De tal comentario epistolar se desprende que Marof soste-
nía de que para 1928 apristas y comunistas formaban parte
de la izquierda latinoamericana, más allá de sus explicitas
discrepancias.
Dos años más tarde –fallecido Mella– se publicaron los
testimonios de Julio Cuadros Caldas y Tristán Marof; am-
bos refieren el encuentro reservado realizado entre Haya y
Mella bajo motivaciones análogas a las mencionadas por
Beals. La información brindada por los testigos permite
avanzar un primer trecho en la reconstitución parcial del
escenario polémico, entre motivos y posiciones esgrimidas.
La versión de Beals data de 1963, pero a pesar del tiempo
transcurrido nos parece verosímil, al anotar que por esas
fechas entre Haya y los comunistas existían ciertas coinci-
dencias programáticas y fuertes diferencias tácticas y que
todo ello incidió en el carácter y contenido del encuentro:
179
Sin lugar a dudas, Haya resentía la propia debilidad or-
gánica y política de la APRA frente a la ofensiva desplega-
da por los comunistas cubanos, mexicanos, argentinos y
uruguayos, por lo que es presumible que como hábil políti-
co, intentase atenuar la confrontación con Mella y arribar a
un acuerdo. Si estaba informado de las fisuras orgánicas y
políticas del cubano con el PCM lo consideraría una situa-
ción propicia para debatir sus diferendos, y aun no están-
dolo se encontraba favorecido por tal condicionante. Bajo
tal panorama, la viabilidad de la APRA en el Perú parecía
correr riesgos muy serios, considerando la posición y el
liderazgo intelectual y político de Mariátegui en el seno de
las emergentes izquierdas peruanas. Y en ese juego de cru-
zamientos polémicos no siempre explícitos Mella y Mariá-
tegui eran objeto de real preocupación para el fundador de
la APRA.
Al decir de Cuadros Caldas en «esa entrevista se puso
en claro que no se trataba de personalismo alguno», sino
de la hegemonía política en la lucha antiimperialista, por lo
que le reclamaba a Mella y a los comunistas que si ellos
fuesen «verdaderos revolucionarios, lejos de combatir el
A.P.R.A. lo saludarían como compañero de lucha». 39 Per-
sonalismos no, pero sí liderazgos fuertes que se hacían
sombra. Mella había ganado experiencia política y afirmado
su liderazgo entre Cuba y México e iba adquiriendo pre-
sencia continental; había dejado de ser el admirador arielis-
ta de Haya de 1923 para convertirse en su principal opo-
nente. Caldas aunque lleve agua al molino de sus simpatías
ideológicas por Haya, señala que hubo discusión ideológica
fuerte.
La autoctonía política fue la coordenada que centró el
debate. Caldas, en su testimonio reinventó la fundación
aprista al remitirla al evento estudiantil del 7 de mayo de
1924 en México y filió sus atributos de autoctonía indoa-
180
mericana y mayor antigüedad para impugnar a la Liga Anti-
imperialista de las Américas. Arguyó además, que Haya
refutó a Mella en su presencia, refrendando la presunta
derrota ideológica política que le infringiera un año antes,
en el Congreso Antiimperialista de Bruselas. 40
Tal versión apareció en 1930, tanto en México como
en las páginas de la revista Claridad de Buenos Aires, ha-
biendo fallecido ya Mariátegui. No tardó en ser desmentida
por otro testigo de calidad. Marof, exiliado en el Uruguay,
remitió una carta aclaratoria acerca del encuentro entre los
dos líderes, el 30 de diciembre de dicho año. En ella, al
mismo tiempo que reconoció su condición de actor pre-
sencial en el encuentro de Haya de la Torre con Mella
cuestionó el balance realizado por Cuadros Caldas en los
siguientes términos:
40Ibídem: 27 y 30.
41Marof, Tristán. «Aclaración». Claridad (Buenos Aires), núm. 223, 24
de enero de 1931:28.
181
emancipación y lucha revolucionaria en el continente fren-
te a las experiencias europeas.
El revolucionario boliviano agregó un comentario más.
Sabía que la polémica entre Haya y Mella no era ajena a
Mariátegui, e insistió en la afinidad de estos últimos: «Mella
y Mariátegui, claros cerebros y teóricos excelentes, jamás
fueron oportunistas. Les interesó más las ideas que sus
personas». 42 Marof señaló que entre Haya y Mella el punto
dirimente de sus desavenencias fue la lucha revolucionaria
y antiimperialista. Sostuvo que mientras el peruano pensa-
ba que ello era posible apoyándose en sus propias fuerzas,
el cubano adhería a una visión universal, que se eslabonaba
expresamente con la movilización y solidaridad del proleta-
riado mundial, incluyendo a la Unión Soviética.
El despliegue de argumentaciones y contraargumenta-
ciones entre Haya y Mella no quedó en los marcos de la
reunión. Haya en una de sus réplicas a los señalamientos
de Mella acerca de la mínima representación de la APRA
en el continente, afirmó que una célula de marineros de
paso por Montevideo se presentó en las oficinas de redac-
ción del diario Justicia, vocero del Partido Comunista del
Uruguay, a protestar por haber reproducido los infundios y
ataques lanzados desde México contra Haya de la Torre y
su organización. Insinuaba así la responsabilidad del cu-
bano en dicho asunto. La presunta protesta aprista habría
tenido éxito tras prometer la redacción de dicho diario de
no volver a reproducir tales ataques. Este presunto hecho
utilizado por Haya como recurso polémico que dejó sin
capacidad de respuesta a Mella fue comunicado por este a
la dirección del PCM. Más tarde vendría el desmentido a
esta argucia polémica de Haya.
Debatir la cuestión nicaragüense seguramente formó
parte de la agenda de su reservado duelo verbal porque
retrataba un punto nodal de la lucha antiimperialista en
América Latina, pero sus alcances, como lo hemos podido
42 Ídem.
182
apreciar, continuó siendo factor de polarización entre co-
munistas y apristas.
183
Cerrando líneas y abriendo ventanas
A grandes trazos hemos recuperado el campo cultural de la
época, en particular el que corresponde al estilo de vida de
los intelectuales y de la militancia aprista y comunista de
extracción pequeño burguesa. Lo anterior, sumado a la
precisión de algunos de los particularismos de la vida ur-
bana en la ciudad de México, nos ha permitido presentar
algunas aristas de esa urdimbre histórica que les tocó vivir
a Víctor Raúl Haya de la Torre y a Julio Antonio Mella, al
lado de sus coetáneos principalmente en torno al año de
1928.
En la misma dirección creemos haber aportado al es-
tudio de las muy urbanas redes intelectuales y políticas de
nuestros protagonistas, así como a un más puntual cono-
cimiento de la circulación de ideas, imágenes e iniciativas
políticas propias y ajenas, más allá de las fronteras naciona-
les. Nuestros lectores advertirán que hemos recurrido a la
presentación de un juego de vasos comunicantes entre la
ciudad de México y otras, no en términos físicos, sino en
función de las relaciones que supieron cultivar quienes
compartieron las afinidades y contiendas ideológicas y polí-
ticas libradas entre apristas y comunistas. Vínculos que
enmarcaron la propaganda y debate entre comunistas y
apristas en las páginas de diversas publicaciones periódicas
editadas simultáneamente en varias ciudades, dentro y fue-
ra de América Latina.
Los escenarios de encuentro y confrontación entre Ha-
ya de la Torre y Mella que hemos explorado distaban de
circunscribirse a la Universidad y a ese lugar no identifica-
do donde se celebró la reunión y debate reservado, el cual
hemos rescatado hasta cierto punto. La polaridad de las
posiciones de ambos líderes no anuló sus espacios de en-
cuentro y comunicación, tampoco ciertos intercambios de
ideas. El hecho de que la ANERC y la APRA tuviesen más
de una coincidencia y estuviesen fuera del campo de irra-
diación cominternista, no es un dato menor, que solo in-
186
comodará a las cristalizadas historiografías militantes. En
este punto compartimos el punto de vista de Hatzky. 1
El imperialismo norteamericano fue el centro de aten-
ción de nuestros dos antagonistas. Les preocupaba su fase
expansiva que hizo de Cuba al decir de Mella una «factoría
yanqui» y el Perú, según Haya, entregado «a las cadenas
implacables del imperialismo yanqui al que nos va entre-
gando la clase gobernante». 2 Las ideas antiimperialistas de
nuestros dos personajes se orientaron hacia sus respectivos
quehaceres políticos, sin desmedro de que propusieran
algunas tesis sobre la penetración norteamericana en el
continente, muy discutidas en su momento.
La lectura de los epistolarios, documentos y artículos
nos permite colegir por un lado la presencia de puntuales
antinomias discursivas tanto en el pensamiento de Haya de
la Torre como en el de Mella en 1928, y por el otro, enla-
zarlas a sus respectivas búsquedas de nuevas tácticas anti-
dictatoriales con la finalidad de derrocar a Leguía en el
Perú y a Machado en Cuba.
La preocupación por innovar la diagramación de sus
órganos de prensa fue un asunto compartido por apristas y
comunistas. Haya de la Torre y Mella así como sus círculos
más cercanos compartieron esa inquietud por darle un
lugar destacado a las imágenes (dibujos y fotografías), adu-
ciendo razones estéticas y políticas. Rafael Carrillo Azpei-
tia, secretario general del PCM, entrevistó en Berlín a Willi
Münzenberg, figura rectora de las Ligas Antiimperialistas
en el mundo, quien le dijo:
187
diagramación, la fotografía. Recuerdo una de las ca-
rátulas, en la que aparecían unos pies desnudos, só-
lo unos pies. Impactantes. Yo quería animarlo a sa-
car una edición para todos los países de habla his-
pana, para España y especialmente para América
Latina. 3
188
nuestra causa. […] No importa repetir. Al contra-
rio, hay que repetirse mucho pero mucho también
la labor de propaganda. Pero hay que escribir. 5
Sorprenderá encontrar en propia prensa comunista lati-
noamericana, colaboraciones de Haya hasta el año 1927.
Lo anterior nos indica que los vasos comunicantes en-
tre los dos líderes no estaban totalmente rotos, quedaban
varios amigos y compañeros que cumplieron funciones de
mediación, destacando las figuras de Jesús Silva Herzog y
Carleton Beals. Beals nos hace pensar en una red no inves-
tigada, considerando la adscripción Haya y Mella a favor de
la libertad de cultos y contra el clero oligárquico. La parti-
cipación de Mella en la revista anticlerical El Bonete de la
Ciudad de México en el contexto de la guerra Cristera, ha
sido parcialmente recuperada. 6
Por otro lado, deben rastrearse los vínculos de Haya
con los masones y con los intelectuales protestantes en los
años difíciles de la confrontación del Estado mexicano con
el clero católico y el movimiento cristero. 7 Uno y otro per-
sonaje tomaron distancia frente a las notas sensacionalistas
de los diarios El Universal y Excélsior acerca de los «mila-
gros» del Niño Fidencio. 8 Estos diarios inflaron el caso,
189
recurriendo a la realización de entrevistas a intelectuales en
el exilio como el haitiano Moravia-Morpeau, conocido de
Haya y de Mella. 9
Dediquémosle algunas líneas a Jesús Silva Herzog. Es-
te, al recibir el nombramiento como jefe del Departamento
de Biblioteca y Archivos Económicos en la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público el 1° de enero de 1928, se abo-
có a la tarea de organizar la Biblioteca de Economía en una
antigua capilla situada en uno de los patios del Palacio Na-
cional. Silva Herzog convirtió a la Biblioteca en un foro
intelectual de primer orden con relevante participación de
los exiliados latinoamericanos. A iniciativa del disertante
Alfonso Goldschmidt los intelectuales asistentes y el pro-
pio Silva Herzog decidieron organizarse colectivamente en
investigación y debate. Se formalizó esta idea bajo el nom-
bre de Instituto Mexicano de Investigaciones Económicas
el cual funcionó bajo la dirección de Silva Herzog hasta su
partida a Moscú como jefe de la Legación Diplomática de
los Estados Unidos Mexicanos. 10 Lo acompañaron en la
junta directiva: el venezolano Humberto Tejera en calidad
de secretario, Pedro de Alba como tesorero, Luis Sánchez
Pontón y Francisco Manuel Sánchez de Tagle como voca-
les.
En 1928, Silva Herzog había logrado aglutinar en torno
al instituto a más de medio centenar de jóvenes intelectua-
les mexicanos, latinoamericanos y europeos por lo que fue
motejado por sus propios adherentes como la «Liga de las
Naciones». Entre los mexicanos destacaban Pablo Gonzá-
lez Casanova, Rafael Carrillo Azpeitia, Eduardo Villaseñor,
Daniel Cossío Villegas, Palomo Valencia y Manuel de la
Quintana y Manuel Maples Arce. Entre los partícipes del
exilio latinoamericano sobresalían los apristas peruanos
Víctor Raúl Haya de la Torre, Carlos Manuel Cox, Manuel
190
Vásquez Díaz y Esteban Pavletich; los venezolanos Salva-
dor de la Plaza y Humberto Tejera del Partido de la Revo-
lución Venezolana, el cubano Julio Antonio Mella y el bo-
liviano Tristán Marof por la izquierda cominternista. De
los europeos, además de Goldschmidt figuraba el comunis-
ta suizo Fritz Bach especializado en temas de economía
agraria. 11
La labor del Instituto a pesar de las ostensibles diferen-
cias en curso entre apristas y comunistas fue fecunda. La
formación de esta biblioteca especializada y actualizada en
temas de economía, historia, sociología y política fue ins-
trumento multirreferencial y ad hoc para los intereses inte-
lectuales de sus integrantes potenciando la calidad de sus
escritos y por ende su tenor polémico. Silva Herzog no sin
razón recuerda que todos trabajaron «intensamente en la
conformación de la Biblioteca a la cual llegaron, además de
los libros en español, muchos otros publicados en alemán,
francés, inglés e italiano». 12
Los temas de discusión e investigación en el instituto
fueron: el imperialismo, el problema de la tenencia de la
tierra y la reforma agraria, la nacionalización de la minería y
el petróleo, el papel del estado empresario, la cuestión in-
dígena, entre otros; según se desprenden de los artículos
publicados por sus miembros, tanto en la Revista Mexicana
de Economía, vocero del mismo, como en otras revistas y
periódicos de ese tiempo. 13
El Instituto les aportó recursos bibliohemerográficos y
espacios de trabajo y hasta una revista para ventilar sus
avances de investigación, aunque no todos los hicieron. Es
presumible que Haya y Mella se encontrasen más de una
191
vez en el Instituto y que aun no viéndose, supiesen de la
irradiación de sus propias tesis en esta red intelectual. Fue
importante para ambos, el haberse beneficiado de un clima
más amplio de investigación y debate acerca del imperia-
lismo en América Latina que en el existente en sus respec-
tivos cenáculos.
Por lo anterior, consideramos viable la hipótesis de que
el Instituto considerado como red, repositorio de capital
letrado y espacio de circulación de ideas imprimiese sus
huellas en las respectivas obras de Julio Antonio Mella y
Víctor Raúl Haya de la Torre, así como en el curso de sus
relaciones. Los viajes de uno y otro, los alejaron de ese
escenario.
Haya, tras una breve estancia en Yucatán en donde se
afilió a la masonería, el 14 de julio de 1928 llegó a tierras
guatemaltecas, aunque, para él, México y la célula aprista,
que allí radicaba, seguiría desempeñando un papel relevan-
te con respecto a ese doble juego entre insurreccionalista y
electoral. 14 Poco más tarde vendría el descalabro del Insti-
tuto con la partida de Silva Herzog a Moscú. 15
No fue casual que los ecos del duelo entre ambos líde-
res y proyectos tuviese repercusiones entre los comunistas
latinoamericanos reunidos en Moscú y por ende, fuese
tema de intercambio de información entre algunos parti-
dos. Bajo ese contexto, el 3 de agosto de 1928 Rafael Ca-
rrillo representante del PCM ante el VI Congreso de la IC
le solicitó por escrito una aclaración de lo informado por
Mella sobre Haya, a Sala, delegado del Partido Comunista
del Uruguay el 3 de agosto de 1928, consultándole sobre la
192
veracidad del aserto de Haya, considerando que «tiene un
método especial para impresionar y hacer propaganda a su
organización arpista». 16
El mismo día, Sala le respondió a Carrillo comunicán-
dole que: la visita de la célula marítima de la APRA al dia-
rio Justicia era «pura invención»; que sí reproducían «siste-
máticamente la documentación que al respecto aparece en
la prensa comunista o en El Libertador » y que ellos tenían
muy claro qué era la APRA y qué función cumplía en
América Latina contra la Liga Antiimperialista, por lo que
le autorizaba reproducir esta aclaración con la finalidad de
«desvirtuar las manifestaciones del poco escrupuloso señor
Haya de la Torre». 17
Días más tarde en México, Mella volvió a la carga pe-
riodística contra los apristas y su jefe: «¿Por qué no hablan
más claro y confiesan que el ‘problema vital’ para ustedes
es la Presidencia del Perú o una colaboración productiva
con cualquier gobernante de amplio criterio que quiera
utilizar la música de su instrumento?» 18 ¿Hubo respuesta de
Haya?, ¿o de la célula aprista en México? Un texto anóni-
mo intitulado «El frente único y el divisionismo» publicado
en el vocero aprista mexicano optó por enfrentar a los
comunistas en torno al frente único antiimperialista por no
tener una posición clara frente a «ciertos sectores de la
burguesía nacional» y por enfrascarse en «querellas» inter-
nas y «ociosos ataques» contra el aprismo cayendo en el
divisionismo para beneplácito del imperialismo.
Arguyeron que «el APRA no es reformista ni oportu-
nista puesto que no quiere alianzas con la burguesía» y que
su posición es: «NI CONTRA EL PARTIDO COMUNISTA, NI
CON EL P ARTIDO COMUNISTA; CONTRA EL IMPERIALISMO,
POR LA UNIÓN DE LOS PUEBLOS DE INDOAMÉRICA, PARA
193
19
LA REALIZACIÓN DE LA JUSTICIA SOCIAL». Por esos días,
Mella se había integrado temporalmente a la vida académi-
ca en la Universidad Nacional. 20
La propuesta de caminar separados y golpear juntos al
imperialismo tuvo mucho de retórica y poco de impacto
real, salvo la simbólica y fugaz presencia de Pavletich al
lado de Sandino en las Segovias. Por su lado, el pequeño
contingente comunista mexicano que combatió al lado de
Sandino, nos ha legado algunos testimonios, pero a la fe-
cha carecemos de un estudio al respecto. En ese contexto,
resultan relevantes los dos artículos que José Carlos Mariá-
tegui escribió acerca del imperialismo norteamericano y la
cuestión electoral entre enero de 1927 21 y noviembre de
1928, 22 mediados por la carta que Sandino le remitió y que
citamos parcialmente líneas atrás, así como por la repro-
ducción del manifiesto de la ULA que consintió en las
páginas de Amauta.
Sin embargo, advertimos que a partir de marzo de
1928, 23 Mariátegui publicó en su revista comunicados de la
Liga Antiimperialista,24 ratificando su deslinde con Haya de
la Torre y la APRA.
noviembre de 1928.
23 «Resolución del Consejo General de la Liga Contra el Imperialismo
194
La muerte de Mella afectó este curso ascendente de su
polémica con Haya de la Torre, la cual fue continuada por
sus compañeros y afines bajo nuevos términos y alcances
obscureciendo su real itinerario. El comunismo ratificó su
postura antiaprista mientras que el aprismo se volvió gra-
dualmente en anticomunista, su neutralidad anunciada
terminó siendo una promesa insostenible.
Haya de la Torre, al enterarse del asesinato de Mella
afirmó haberle solicitado a Alfonso Goldschmidt que remi-
tiese a su nombre un cable de condolencia. Llama la aten-
ción que no fuese reproducido ni en la prensa aprista ni
comunista de la época. El líder aprista un año más tarde,
con motivo del deceso de José Carlos Mariátegui, deslizó
alguna línea epistolar condescendiente con dicha pérdida,
pero, tampoco se manifestó al respecto en la prensa apris-
ta.
Algo distinta fue la reacción de algunos de los militan-
tes apristas. Frente a la pérdida de Mella las páginas de
Atuei en La Habana fueron solidarias y en Ciudad de Méxi-
co, una fuente, señala la presencia de la célula aprista en el
cortejo fúnebre de Mella en ciudad de México, dato no
corroborado en las fuentes hemerográficas y documenta-
les. Frente al deceso de Mariátegui, varios apristas manifes-
taron su pesar públicamente, lo cual recordó el anterior
silencio de Haya.
195
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213
Índice onomástico
215
Dromundo Cherne, Baltazar, González Rojo, Enrique, 35,
52, 93 62
Echegaray, Antonio, 178 González, Rafael, 72
Enríquez, Luis Eduardo, 156 González, Simón, 117
Espinosa de los Monteros, Gruening, Ernest, 125
Antonio, 192 Guerra, José Antonio, 28
Fabela, Isidro, 130 Guerrero, Xavier, 33, 56
Fernández Anaya, Jorge, 173 Guevara, Arcadio, 15
Fernández Ledesma, Gabriel, Guevara, Horacio, 72
39, 50, 54, 81, 89 Guevara, Juan, 88
Fernández Sánchez, Leonardo, Guillén, Alberto, 104
28 Heysen, Luis E., 156
Ferrer, Bartolomé, 48 Hornedo, Eduardo, 15
Flores Magón, Ricardo, 93 Huerta, Adolfo de la, 139
Freeman, Joseph, 129, 174 Huidobro, Vicente, 70
Gallardo Bolaños, Manuel, 50, Hurwitz, Jacobo, 48, 49, 56,
54 66, 85, 87, 106, 108, 172
Galván, Úrsulo, 48, 107, 178 Iglesias, Santiago, 109
Gamarra, Gonzalo, 73 Ingenieros, José, 128, 161
García Maroto, Gabriel, 32 Jolibois fils, Joseph, 40
García Monge, Joaquín, 103, Justo, Juan B., 51
118 Kai-shek, Chiang, 67, 102
García Rada y Gamio, Pedro, Larrea, Lino, 148
83 Leal, Fernando, 39, 80
García Salgado, Andrés, 117 Leguía, Augusto Bernardino,
García Villalobos, Ricardo, 52 31, 83, 107, 108, 111, 123,
Gastélum, Bernardo J., 36 137, 138
Gilbert, Gregorio Urbano, 118 León Díaz, José, 117
Giordanni, Miguel, 50 León, Carlos, 32, 92
Girón Ruano, Manuel, 118 Leone Castelli, Nanni, 41
Goldschmidt, Alfonso, 27, 41, Lindbergh, Charles, 43
171, 190, 191, 195 Lipman, Walter, 125
Gómez Arias, Alejandro, 52, List Arzubide, Germaғn, 34
90, 168 Lombardo Toledano, Vicente,
Gómez Lorenzo, Rosendo, 49 61, 82, 161
Gómez, Juan Vicente, 107 Lyra, Carmen, 172
Gompers, Samuel, 110 Machado, Eduardo, 32, 48,
González Casanova, Pablo, 106
190 Machado, Gerardo, 66, 67,
107, 112, 169, 175
216
Machado, Gustavo, 32, 48, Owen, Gilberto, 39, 51, 62
106, 117 Padilla, Regino, 99
Manero, Manuel, 161 Palacios, Alfredo, 91, 113,
Maples Arce, Manuel, 34, 190 114, 123, 128, 161
Mariátegui, José Carlos, 37, 40, Paredes, José, 117
62, 66, 78, 106, 142, 146, Pasquali, Juan Federico, 41
151, 155, 156, 157, 177, Pavletich, Esteban, 32, 37, 38,
178, 180, 181, 182, 195 56, 60, 66, 74, 77, 85, 87,
Marín, Guadalupe, 55 88, 98, 104, 106, 117, 119,
Marof, Tristán. Véase Navarro, 124, 125, 137, 141, 156,
Gustavo 160, 191, 194
Martí, Farabundo, 117, 125 Pazos, Joel, 137
Martí, José, 48, 140 Pellicer Cámara, Carlos, 15,
Martínez Villena, Rubén, 28 22, 47, 63
Martínez, Luis, 99 Phinney Baxter, James, 167
Martínez, Ricardo, 33 Piño Sandoval, Jorge, 117
Mérida, Carlos, 59 Portal, Magda, 32, 35, 53, 56,
Modotti, Tina, 23, 33, 38, 42, 62, 67, 78, 88, 104, 137, 172
44, 48, 49, 52, 54, 56, 117, Portocarrero, Julio, 148
171, 174 Pruneda, Alfonso, 59, 79
Montenegro, Roberto, 34, 81, Puig Causaranc, José Manuel,
90 35, 38
Mora, Leoncio I., 174 Quijano, Carlos, 17, 71
Morones, Napoleón, 15 Quiroga, Manuel A., 134
Morrow, Dwight Whitney, 13, Ramos Martínez, Alfredo, 98
125 Ravines, Eudocio, 85, 108,
Mújica y Carassa, Pedro, 175 148, 154
Münzenberg, Willi, 33, 187 Revueltas, Fermín, 39, 80
Muñoz Cota, José, 168 Reyes, José María, 93
Navarro, Gustavo, 32, 33, 54, Rivera, Diego, 33, 37, 48, 49,
150, 176, 177, 178, 182, 191 54, 55, 77, 80, 166, 170
Nearing, Scott, 129, 132, 174 Roa, Raúl, 28
Nin, Andrés, 110 Rodó, José Enrique, 128
Novás, Benito, 136 Rodríguez Ortiz, Luis
Novo, Salvador, 35, 58, 61, 89 Augusto, 133
Obregón, Álvaro, 17, 31, 36, Rodríguez, Guadalupe, 49
51, 82, 84, 107, 138 Rodríguez, Juan Alberto, 117
Orozco, José Clemente, 33, Romero, Emilia, 113
51, 54, 80 Rozas Willis, Wilfrido, 72
Ortiz, Leopoldo, 138, 140 Ruiz Cortines, Adolfo, 89
217
Ruiz, Guillermo, 90 Torri, Julio, 77
Sabas Alomá, Mari Blanca, Trotski, León, 145
136 Turcios, Froylán, 119
Sáenz, Moisés, 79 Ugarte, Manuel, 92, 128, 161
Salas, Ángel, 52 Valencia, Palomo, 190
Sánchez Cerro, Luis Miguel, Valle, Rafael Heliodoro, 31,
79, 83 58, 111, 113
Sánchez de Tagle, Francisco Vargas Vila, José María, 128
Manuel, 190 Vasconcelos, José, 15, 16, 17,
Sánchez Pontón, Luis, 190 23, 75, 77, 79, 82, 85, 91,
Sánchez, Luis Alberto, 134, 113, 114, 123, 128, 133,
163 140, 150, 161, 176
Sandino, Augusto César, 11, Vásquez Díaz, Manuel, 56, 88,
12, 60, 66, 109, 112, 114, 109, 137, 138, 178, 191
118, 119, 120, 123, 130, Vega, Alfredo, 117
139, 171, 194 Vela, Arqueles, 51
Sandino, Sócrates, 91 Velasco Alvarado, Juan, 162
Santacruz, Mario, 90 Velázquez Bringas, Esperanza,
Secada, Aníbal, 88 58
Seoane, Manuel, 46 Velázquez, Víctor, 134
Silva Herzog, Jesús, 32, 34, 41, Vera de Córdova, Rafael, 39
52, 88, 161, 178, 189, 190, Viamontes, Orosmán, 41, 96
191 Vidali, Victorio, 42, 49
Siqueiros, David Alfaro, 33, Villaseñor, Eduardo, 190, 191
46, 49, 56, 80, 166 Villaurrutia, Xavier, 61, 90
Sprattling, William, 23 Vivó, Jorge, 28
Sun Yat Sen, 67, 101, 171 Wapnir, Salomón, 141
Tardiff, Guillermo, 50, 137 Weston, Edward, 23, 38
Tejera, Humberto, 32, 190, Wolfe, Bertram, 23
191 Wolfe, Ella, 23
Terreros, Nicolás, 85, 87, 106, Woog, Edgar, 110
108, 148, 172 Zandívar, Oliva, 48
Ting, Sian, 70 Zapata Vela, Carlos, 49, 84, 92
Toor, Frances, 23 Zapata, Emiliano, 35
Torres Bodet, Jaime, 35, 62 Zendejas, Adelina, 15
218