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EL HECHO SOCIAL SEGÚN DURKHEIM

Para Durkheim este concepto se utiliza ordinariamente para designar todos los fenómenos que
se desarrollan en el interior de la sociedad, siempre y cuando presenten algún interés social.
Cada individuo, come, duerme razona, etc. y a la sociedad le interesa que dichas funciones se
ejerzan en forma regular, por lo tanto si estos fuera hechos sociales, la sociología no tendría
objeto propio y se confundiría con otras ciencias. Por otro lado cuando desempeño mi tarea de
hermano, esposo o ciudadano, realizo deberes que están definidos, fuera de mi y de mis actos,
en el derecho y en la costumbre, estas acciones son puramente objetivas, ya que no soy yo
quien las ha creado, si no que las he recibido por medio de la educación. Como sucede con las
creencias religiosas que existen antes de nuestro nacimiento o por otro lado con el sistema de
signos que utilizamos para expresarnos. Estos constituyen modos de actuar, de pensar y de
sentir que presentan la propiedad notable de que existen fuera de las conciencias individuales.
No son solo exteriores al individuo si no que están dotados de un poder imperativo y coercitivo
en virtud del cual se imponen a él, lo quiera o no. Cuando me conformo a él plenamente, esta
coacción no se siente o se siente poco, ya que es inútil. Por otro lado la coacción, aunque sea
indirecta no es menos eficaz. Es decir que no estoy obligado por ejemplo a hablar francés, ni a
emplear la moneda legal francesa, pero es imposible no hacerlo. Si tratara de eludir esta
necesidad, mi tentativa fracasaría miserablemente. Aun cuando pudiera librarme de estas reglas
con éxito, nunca será sin verme obligado a luchar contra ellas. En resumen: integran un orden
de hechos que presentan características muy especiales: consisten en modos de actuar, pensar
y de sentir, exteriores al individuo, y están dotados de un poder de coacción en virtud del cual
se imponen sobre él. Constituyen una nueva especie y a ellos debe darse y reservarse el
calificativo de sociales.

Les corresponde porque, no teniendo por sustrato al individuo, no pueden tener otro más que
la sociedad. Solo a ellos conviene, porque la palabra social solo tiene un significado concreto,
a condición de que designe únicamente fenómenos que no corresponden a ninguna de las
categorías de hecho ya constituidas y denominadas.

Hoy en día es indiscutible que la mayoría de nuestras ideas y tendencias no son elaboradas por
nosotros, si no que nos llegan de afuera, solo pueden penetrar en nosotros imponiéndose. Solo
hay un hecho social donde existe una organización definida, esto es lo que llamamos corrientes
sociales, estas tienen la misma objetividad y el mismo ascendiente sobre el individuo. Así por
ejemplo en una asamblea, los grandes movimientos de entusiasmo, de indignación o de piedad
que se producen, no tienen como lugar de origen ninguna conciencia en particular. Nos llegan
a cada uno desde afuera y son susceptibles a arrastrarnos a pesar nuestro. Si un individuo
intenta oponerse a una de estas manifestaciones colectivas, los sentimientos que rechaza, se
vuelven en su contra. Somos entonces juguetes de una ilusión que nos hace creer que hemos
elaborado nosotros mismos lo que se nos impone de afuera. Cuando la asamblea se ha
separado, esas influencias sociales dejan de actuar sobre nosotros y los sentimientos por los
cuales hemos pasado nos hacen ver que mucho más que experimentarlos, los hemos padecido.
De esta manera individuos, inofensivos, en su mayoría pueden, reunidos en multitud, dejarse
arrastrar a hacer cosas atroces. Esto se aplica también a los movimientos de opinión más
duraderos, en relación con materias religiosas, políticas, literarias, artísticas, etc.

Ejemplo: basta observar la manera en la que se educa a los niños. Toda educación consiste en
un esfuerzo continuo por imponer al niño formas de ver, de sentir y de actuar a los cuales no
llegaría espontáneamente. Dormir a horas regulares, a la higiene, a la limpieza, a la obediencia
etc. La educación tiene justamente por objeto constituir al ser social.

Por lo tanto no son las generalizaciones las que pueden servir para caracterizar los fenómenos
sociológicos, los que los constituyen son las creencias, las tendencias, las practicas del grupo
considerado colectivamente. En efecto algunos de esos modos de actuar o de pensar adquieren
mediante su repetición, una especie de consistencia que los aísla de los acontecimientos
particulares que los reflejan. La costumbre colectiva no existe solamente en estado de
inmanencia en los actos sucesivos que determina, si no que, se expresa en una fórmula que se
repite de boca en boca, que se transmite por medio de la educación y que se fija por escrito.
Ninguno de ellos se encuentra por completo en las aplicaciones que de ellos hacen los
individuos, puesto que pueden existir incluso sin ser actualmente aplicados. Así existen ciertas
corrientes de opinión que nos empujan, una al matrimonio, al suicidio o a una natalidad más o
menos alta. Estos son sin duda hechos sociales los cuales están representados por la tasa de
natalidad, de matrimonios o de suicidios .a primera vista parecen inseparables de las formas
que adoptan en los casos particulares porque como cada una de estas cifras comprende todos
los casos particulares indistintamente, las circunstancias individuales que pueden participar de
algún modo en la producción del fenómeno se neutralizan entre si y no contribuyen a
determinarlo. Estos son los fenómenos sociales, en cuanto a sus manifestaciones privadas,
estas tienen algo de social, puesto que producen en parte un modelo colectivo, pero cada una
de ellas depende también de las circunstancias particulares en las que se encuentran.

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