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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA

DEL ESTADO DE MÉXICO

FACULTAD DE LENGUAS

LA
RELATI
VIDAD

QUE PRESENTA:

ADRIANA ESMERALDA ROJAS CAMACHO

16 DE MARZO 2018
«El suceso está
también localizado
en el espacio, no solo
en el tiempo».
-Albert Einstein

LA RELATIVIDAD
Albert Einstein
ÍNDICE

ALBERT EINSTEIN Y LA RELATIVIDAD-------------------------------------3

¿QUÉ ES LA RELATIVIDAD?--------------------------------------------------------4
VIAJAR EN EL TIEMPO ES POSIBLE, TE EXPLICAMOS CÓMO----------------------------------7
EL ESPACIO-TIEMPO---------------------------------------------------------------------------------------8

ORIGEN DE LA TEORÍA------------------------------------------------------------10

LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL, EXPLICADA DE


MANERA SENCILLA-----------------------------------------------------------13

LA TEORÍA----------------------------------------------------------------------14

LA RELATIVIDAD ESPECIAL------------------------------------------------------14

Ε=mc 2 -------------------------------------------------------------------------20
LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD GENERAL--------------------------------------------------------26
LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD DE EINSTEIN EXPLICADA EN CUATRO SIMPLES
PASOS-------------------------------------------------------------------------------------------------------35

EXPLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD GENERAL DE


EINSTEIN------------------------------------------------------------------------41
DIFERENCIA ENTRE LA RELATIVIDAD ESPECIAL Y GENERAL--------------------------------42
INTERACCIONES A DISTANCIA-----------------------------------------------------------------------44
ALBERT EINSTEIN Y LA RELATIVIDAD

Las teorías de la relatividad, general y especial, de Albert Einstein


pretenden hacer compatibles otras dos: la mecánica de Isaac Newton y
el electromagnetismo∯ de James Clerk Maxwell.

Según las leyes del movimiento establecidas por primera vez con detalle
por Isaac Newton hacia 1680-89, dos o más movimientos se suman de
acuerdo con las reglas de la aritmética elemental.

Supongamos que un tren pasa a nuestro lado a 20 kilómetros por hora y


que un niño tira desde el tren una pelota a 20 kilómetros por hora en la
dirección del movimiento del tren. Para el niño, que se mueve junto con
el tren, la pelota se mueve a 20 kilómetros por hora. Pero para nosotros,

∯∯ Interacción que se establece entre campos magnéticos y campos eléctricos.


el movimiento del tren y el de la pelota se suman, de modo que la
pelota se moverá a la velocidad de 40 kilómetros por hora.

Como resulta evidente, no se puede hablar de la velocidad de la pelota


a secas. Lo que cuenta es su velocidad con respecto a un observador
particular. Cualquier teoría del movimiento que intente explicar la
manera en que las velocidades (y fenómenos afines) parecen variar de
un observador con relación a otro sería una "teoría de la relatividad".

¿QUÉ ES LA RELATIVIDAD?

La situación que imaginó Einstein ha sido usada y explicada hasta la


saciedad en escuelas y libros de física. Imaginemos un tren y a dos
individuos, uno de ellos está montado en el mismo y otro lo ve pasar a
toda velocidad desde el borde de la vía. El tren se mueve a 200
kilómetros por hora.

Un momento, ¿se mueve? ¿seguro? Sí y no al mismo tiempo. Para la


persona que va sentada dentro el tren no se mueve, está quieto. Sólo se
mueve para la persona que está al borde de la vía. Es algo,
efectivamente, relativo.

Einstein luego imaginó que alguien tira una pelota a 20 kilómetros por
hora hacia delante dentro del tren. Para la persona que está dentro la
pelota se mueve a esa velocidad, pero para la persona que está abajo
esa pelota se mueve, sin embargo, a 220 (200+20) kilómetros por hora.

Ahí es cuando toca recordar que la velocidad de la luz es constante, y es


cuando empezamos a entender que algo no encaja del todo con el
concepto de que el tiempo también lo sea. Puesto que la velocidad de la
luz siempre es la misma, al volver al ejemplo del tren y la persona que
está dentro si en lugar de lanzar una pelota enciende una linterna
proyectando un haz de luz hacia delante, la persona que está abajo no
ve ese haz propagarse a la velocidad de la luz+200 km/h, la ve
propagarse a la velocidad de la luz, sin más, independientemente de lo
rápido o lo lento que vaya el tren porque, simplemente, es una
constante.

Para entender un poco mejor el concepto veamos el siguiente ejemplo.


Muestra dos fotones de luz rebotando infinitamente entre dos espejos y
tomándose un tiempo” x” en ir de uno a otro.

La velocidad de la luz (y al contrario que el tiempo) sí es constante. Esto


lo habían demostrado algunos años antes que Einstein otros dos físicos,
Michelson y Morley. Teniendo en cuenta que la velocidad de la luz
siempre es la misma (casi 300.000 kilómetros por segundo), veamos
ahora el siguiente ejemplo.

Puesto que el primer carrito se mueve a una velocidad constante, desde


nuestro punto de vista el fotón tiene que recorrer una diagonal (más
distancia) entre un espejo y otro variando el tiempo efectivo que tardar
en rebotar. El tiempo, desde nuestro punto de vista estático, acaba de
variar con respecto al de alguien que estuviese mirando dentro (que
siempre verá como el fotón rebota de manera regular, se mueva el
carrito o no).
Pero, ¿por qué no apreciamos la distorsión del tiempo en la vida diaria?
Básicamente, porque las distorsiones sólo se producen en velocidades
cercanas a las de la luz. Como referencia, el artefacto más rápido
construido jamás por el hombre, las sondas Helios, siguen siendo 15.000
veces más lentas que la velocidad de la luz. Es el equivalente a si sobre
una tortuga caminando lentamente sobre la superficie de la tierra
pasase en vuelo rasante un avión supersónico. Con un avión supersónico
moviéndose a 2470 kilómetros por hora, que para nosotros es ya una
velocidad considerable el tiempo se alarga con un factor de
1,000000000002. Es muy pequeño. Si viajásemos durante un año
nuestro tiempo se alargaría 0,000063 y aun cuando pasásemos 50 años
metidos en él volando a esa velocidad, el tiempo se habría alargado sólo
0,0032 segundos.

VIAJAR EN EL TIEMPO ES POSIBLE

Viajar en el tiempo ha sido


una de las fantasías del ser
humano por siglos. Es una
tendencia…

Sabiendo entonces que el


tiempo no es una constante 1,
sino que depende de la
velocidad, aparece la
paradoja de los dos gemelos.
Narra el hipotético caso de
dos gemelos, uno que pasa
10 años viajando en el
espacio a altas velocidades (la mitad de la luz, 150.000 km/s, por
ejemplo) y otro que se queda en la tierra. Después de ese tiempo, el
gemelo astronauta vuelve a la tierra y comprueba que, puesto que el
tiempo ha pasado de manera distinta y ha sido más lento para él, su
hermano es casi una década más vieja. ¿Ha vivido más? ¿Son los viajes
a altas velocidades una fuente de eterna juventud? No, sólo ha vivido
menos porque el tiempo ha pasado más lento para él, ha pensado
menos, ha crecido menos y ha madurado menos. Lo único que ha
ocurrido es que el tiempo ha pasado más despacio.

Lo curioso de todo, es que el observador no tiene manera de saber si se


está moviendo o no si no tiene un sistema contra el que compararse.

1 Valor de tipo permanente, ya que no puede modificarse, al menos no dentro del contexto
o situación para el cual está: geometría aritmética.
Estamos hablando de trenes, de hecho, mientras la Tierra se mueve a
toda velocidad por la Vía Láctea, y con ella el universo. La realidad es
que ahora mismo, aunque estés leyendo esto sentado o tumbado, estás
de todo menos “quieto”.

EL ESPACIO-TIEMPO

En palabras de Luis Álvarez Gaumé:

La revolución de la teoría de la relatividad es que crea un cono de luz 2,


tanto hacia delante en el tiempo, como hacia detrás. Puesto que lo que
define los límites de ese cono es la velocidad de la luz y ninguna
partícula puede superarla, nada de lo que ocurra puede estar fuera de
los límites del mismo.

Este es el cono:

Ese cono describe al observador


moviéndose por la hiper superficie que
es el presente. Hacia “arriba” quedan
los eventos del futuro, lo que va a
ocurrir. Cualquier posibilidad o hecho
tiene que ocurrir dentro de ese cono.
Hacia abajo quedan los eventos que te
han ocurrido.

Añade Gaumé: “Y cuidado, no es que


no “ocurran” cosas fuera de ese cono,
sí ocurren, sólo que no pueden afectarte. Para que pudiesen afectarte
tienen que superar la velocidad de luz. El cono es independiente de la

2 Es un modelo útil para describir la evolución en el tiempo de un haz luminoso en el


espacio-tiempo de Minkowski.
velocidad de movimiento del observador. Eso es lo que fuerza a que el
tiempo dependa del estado del movimiento”.

El cono delimita eventos que puedan tener efecto sobre otros. La línea
del universo es la unión de la infinidad de puntos correspondientes a
todos lo que ha ocurrido en tu vida. Siempre dentro del cono.

2 2
Α=π r Ε=mc

A Ε=mc 2 se llega a raíz de una serie de ecuaciones que, debido al


carácter más accesible de este post, no tiene sentido explicar aquí
aunque para quien tenga conocimientos medios de física y matemática
hay una explicación bastante buena aquí. Para llegar hasta la ecuación
hace falta tener en cuenta dos leyes importantes:

 Ley de conservación del momento lineal: Qué básicamente


quiere decir que cuando dos objetos entran en colisión a
distinta velocidad (y por tanto diferente momento lineal) la
resultante de la suma de ambos objetos ha de tener el mismo
valor antes y después.

 La famosa ley de conservación de la energía: La energía ni


se crea ni se destruye, sólo se transforma. Cambia de una
forma de energía a otra.

Lo verdaderamente interesante de la ecuación es que relaciona de


manera directa masa y energía. Son transformables. Y hasta Einstein
nadie se había dado cuenta y se pensaba que eran cosas
independientes.

Explicándolo un poco mejor: pongamos por ejemplo un tronco de leña


quemándose en una chimenea. Una vez se ha quemado si sumamos la
masa correspondiente a todas las cenizas más los gases que ha emitido,
apreciaríamos que la masa total ha disminuido, aunque sea minúscula.
Esa masa es la que se ha transformado en energía, el calor de la
combustión.

En el caso de la leña no es muy eficiente, pero en el caso de las


centrales nucleares, por ejemplo, es mucho mayor y por eso la
utilizamos para la producción de energía.

Aunque ya es carne de otro post, la manera en la que energía, masa y


espacio-tiempo se relacionan es lo que se conoce como Teoría de la
Relatividad General. Y ahí es donde entra en juego la gravedad. Sin
embargo, la teoría de la relatividad considera que los efectos
gravitatorios no son creados por fuerza alguna, sino que encuentran su
causa en el tiempo generada por la presencia de materia. Cuando la
gravedad aumenta de manera brutal, como ocurre en los agujeros
negros, es cuando se producen esas curvaturas extremas que pueden
apreciarse en películas como Interestelar∯.

ORIGEN DE LA TEORÍA

La teoría de la relatividad
de Einstein nació del
siguiente hecho: lo que
funciona para pelotas
tiradas desde un tren no
funciona para la luz. En
principio podría suponerse
que la luz se propagara, o
bien a favor del
movimiento terrestre, o bien en contra de él. En el primer caso parecería
viajar más rápido que en el segundo (de la misma manera que un avión
viaja más aprisa, en relación con el suelo, cuando lleva viento de cola
∯∯ Que está en el espacio existente entre dos astros, o que tiene relación con él.
que cuando lo lleva de cara). Sin embargo, medidas muy cuidadosas
demostraron que la velocidad de la luz nunca variaba, fuese cual fuese
la naturaleza del movimiento de la fuente que emitía la luz.

Einstein dijo entonces: “Supongamos que cuando se mide la velocidad


de la luz en el vacío, siempre resulta el mismo valor (unos 299.793
kilómetros por segundo), en cualesquiera circunstancias. ¿Cómo
podemos disponer las leyes del universo para explicar esto?”

Einstein encontró que para explicar la constancia de la velocidad de la


luz había que aceptar una serie de fenómenos inesperados.

Halló que los objetos tenían que acortarse en la dirección del


movimiento, tanto más cuanto mayor fuese su velocidad, hasta llegar
finalmente a una longitud nula en el límite de la velocidad de la luz; que
la masa de los objetos en movimiento tenía que aumentar con la
velocidad, hasta hacerse infinita en el límite de la velocidad de la luz;
que el paso del tiempo en un objeto en movimiento era cada vez más
lento a medida que aumentaba la velocidad, hasta llegar a pararse en
dicho límite; y, finalmente, que la masa era equivalente a una cierta
cantidad de energía y viceversa.

Todo esto lo elaboró en 1905 en la forma de la "teoría especial de la


relatividad", que se ocupaba de cuerpos con velocidad constante. En
1915 extrajo consecuencias aún más sutiles para objetos con velocidad
variable, incluyendo una descripción del comportamiento de los efectos
gravitatorios. Era la "teoría general de la relatividad".
Los cambios predichos por Einstein sólo son notables a grandes
velocidades. Tales velocidades han sido observadas entre las partículas
subatómicas, viéndose que los cambios predichos por el genial científico
se daban realmente, y con gran exactitud. Es más, sí la teoría de la
relatividad de Einstein fuese incorrecta, los aceleradores de partículas no
podrían funcionar, las bombas atómicas no explotarían y habría ciertas
observaciones astronómicas imposibles de hacer.

Pero a las velocidades corrientes, los cambios predichos son tan


pequeños que pueden ignorarse. En estas circunstancias rige la
aritmética elemental de las leyes de Isaac Newton; y, como estamos
acostumbrados al funcionamiento de estas leyes, nos parecen ya de
"sentido común", mientras que las leyes de Albert Einstein se nos
antojan "extrañas" y difíciles de comprender.
LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL, EXPLICADA

DE MANERA SENCILLA

La teoría de la relatividad especial, formulada por Albert Einstein en


1905, constituye uno de los avances científicos más importantes de la
historia. Alteró nuestra manera de concebir el espacio, la energía, el
tiempo y tuvo incluso repercusiones filosóficas, eliminando la posibilidad
de un espacio/tiempo absoluto en el universo.

Se complementa con la teoría de la relatividad general, publicada en


1915, algo más compleja y que pretende aunar la dinámica newtoniana
con parte de las consecuencias de la primera teoría especial.

Con la teoría de la relatividad especial, la humanidad entendió que lo


que hasta ahora había dado por sentado que era una constante, el
tiempo, era en realidad una variable. No sólo eso, sino que el espacio
también lo era y que ambos dependían, en una nueva conjunción
espacio-tiempo, de la velocidad.

Luis Álvarez-Gaumé, director del grupo de física teórica del CERN, nos
explica en conversación telefónica:

Lo más importante es entender


cómo el tiempo depende, en
realidad, del movimiento, de la
velocidad. Eso fue lo que lo
cambió todo.

Einstein se basó a su vez en dos


hipótesis:

Las leyes de la física son las


mismas mientras el sistema de referencia sea el mismo e inercial. Esto
es, ambos se mueven a una velocidad constante. Si una ley se cumple
en un sistema, también se debe cumplir en el otro.

La velocidad de la luz es una constante universal, que se define como c.


Que era constante lo habían demostrado algunos años antes otros dos
grandes científicos, Michelson y Morley.

2
Pero para llegar al famoso Ε=mc antes tenemos que entender dos
conceptos muy importantes: por un lado qué es exactamente la
relatividad y por otro lado entender el espacio-tiempo y cómo define lo
que se conoce como líneas de universo. Por último, aunque no
deduciremos los pasos matemáticos necesarios para llegar hasta la
ecuación, veremos las consecuencias que tiene y cómo se relaciona
dentro de la teoría de la relatividad general. Vamos allá.

LA TEORÍA D E L A R E L A T I V I D A D D E
E I N S T E I

LA RELATIVIDAD ESPECIAL

Dutrante más de dos siglos, la mecánica de Newton dominó


completamente en la física: el Universo entero parecía comportarse tal
como lo predecían las ecuaciones de la física newtoniana y la
comprensión de la naturaleza se había reducido a un problema de
técnica matemática. Pero a principios del siglo XX empezaron a surgir
evidencias de que la física clásica, así como todos los conceptos
relacionados con ella, no describe adecuadamente a los fenómenos que
suceden a la escala de los átomos o a velocidades comparables a la de
la luz.

La mecánica clásica constituye una excelente aproximación a la


realidad, dentro de ciertos límites. Sin embargo, en la escala
microscópica, los fenómenos físicos sólo pueden estudiarse por medio
de la mecánica cuántica. Y cuando se tratan velocidades muy altas,
cercanas a la luminosa, se debe recurrir a la teoría de la relatividad.

La primera revolución científica del siglo XX se produjo cuando Albert


Einstein formuló, en 1905, la teoría de la relatividad especial. A
continuación, describiremos los rasgos esenciales de esta teoría, quien
formuló la teoría de la relatividad.

Para estudiar o describir un fenómeno físico debemos recurrir


necesariamente a un sistema de referencia con respecto al cual
efectuamos mediciones. En la práctica cotidiana el sistema de referencia
que más se utiliza, es la Tierra misma
que, en general, se supone inmóvil, a
pesar de que gira sobre sí misma y
alrededor del Sol, recorriendo el espacio
cósmico a una velocidad de 30 km/seg.
En cambio, para describir el movimiento
de los planetas, es más conveniente
utilizar al Sol como punto de referencia,
o, más precisamente, como centro de un
sistema de referencia donde este astro
está fijo. Pero ni el Sol, ni las estrellas
vecinas a él, se encuentran realmente
fijos: el Sol se halla en las regiones
externas de una galaxia que rota dando
una vuelta completa en millones de años. A su vez, esta galaxia se
mueve con respecto a otras galaxias, etcétera.

En la práctica afortunadamente, no es necesario tomar en cuenta todos


estos movimientos porque las leyes de la física son las mismas en
cualquier sistema de referencia. Este principio fundamental se aplica
aun para sistemas de referencia terrestres: en la época de Galileo, los
filósofos discutían si una piedra, lanzada desde lo alto del mástil de un
barco en movimiento, cae verticalmente con respecto al barco o con
respecto a la Tierra. Galileo argumentó que, en el sistema de referencia
del barco, las leyes de la física tienen la misma forma que en tierra firme
y, por lo tanto, la piedra cae verticalmente con respecto al barco,
aunque éste se mueva.

Así, todo movimiento es relativo al sistema de referencia en el cual se


observa y, las leyes de la física, no cambian de un sistema a otro. Este
hecho fundamental se conoce como principio de relatividad de Galileo.

Sin embargo, los filósofos y los físicos clásicos veían con desagrado —
quizá con vértigo— el hecho de que no existiera un sistema de
referencia absoluto con respecto al cual definir todos los movimientos
del Universo. Estrictamente hablando, el principio de relatividad no
excluye la existencia de tal sistema absoluto, únicamente postula que
las leyes de la física son las mismas en ese y en cualquier otro sistema.
Pero, a mediados del siglo XIX, surgieron las primeras dificultades de la
relatividad galileana, cuando el físico escocés James Clerk Maxwell
formuló la teoría matemática de los fenómenos eléctricos y magnéticos.

Maxwell demostró que la electricidad y el magnetismo son dos


aspectos de un mismo fenómeno: el electromagnetismo3. Como una de
las consecuencias más importantes de su teoría descubrió que la luz es
una vibración electromagnética que se propaga exactamente como una
onda. Pero las ondas lo hacen en medios materiales, por lo que los
físicos del siglo pasado postularon la existencia de un medio
extremadamente sutil, el éter, que llenaba al Universo entero, permeaba
todos los cuerpos y servía de sustento a la luz. Según esta concepción,

3Es una rama de la física que estudia y unifica los fenómenos eléctricos y magnéticos en
una sola teoría
la luz sería una vibración del éter del mismo modo que el sonido es una
vibración del aire.

De existir el éter, sería un sistema de referencia absoluto con respecto al


cual medir el movimiento de todos los cuerpos en el Universo. Más aún,
se descubrió que las ecuaciones de Maxwell cambian de forma al pasar
de un sistema de referencia a otro, lo cual implicaría que el principio de
relatividad no se aplica a los fenómenos electromagnéticos. Se postuló,
entonces, que estas ecuaciones sólo son válidas en el sistema de
referencia del éter en reposo. Esto no es sorprendente pues la luz,
fenómeno electromagnético, se propaga con una velocidad bien definida
en el éter y esta velocidad debe ser distinta en un sistema de referencia
en movimiento con respecto al éter. Al parecer, la teoría
electromagnética de Maxwell restituía un sistema de referencia absoluto.

La manera más evidente de confirmar las ideas anteriores es


medir la velocidad de la luz, emitida en direcciones opuestas, en

la Tierra: la diferencia de velocidades puede llegar a ser tan


grande como 60 km/seg Esta velocidad es muy pequeña con respecto
a la velocidad total de la luz, que es de 300 000 km/seg, pero, a fines del
siglo pasado, los físicos experimentales Michelson y Morley lograron
construir un aparato que permitía medir diferencias aún más pequeñas
en la velocidad de un rayo luminoso. Michelson y Morley realizaron su
experimento en 1887: para sorpresa de la comunidad científica de esa
época, no detectaron ningún cambio de la velocidad de la luz. Esta
velocidad era la misma en cualquier dirección, independientemente de
cómo la Tierra se mueva con respecto al hipotético éter.

Figura 1. Aparentemente, la velocidad de la luz debería cambiar según la dirección en


que se mueve, debido a la velocidad de la Tierra en el espacio.

Se hicieron muchas especulaciones sobre el resultado negativo del


experimento: quizá la Tierra arrastra el éter consigo, quizá los objetos
materiales se contraen en la dirección de movimiento con respecto al
éter... Finalmente, Einstein encontró la solución al problema.

Para empezar, Einstein postuló que las ecuaciones de Maxwell del


electromagnetismo son rigurosamente válidas en cualquier sistema de
referencia. Esta condición de invariancia se cumple a condición de que
el tiempo medido en un sistema no coincida con el medido en otro
sistema. Este hecho no había sido tomado en cuenta por los antecesores
de Einstein y, por esta razón, las ecuaciones de Maxwell parecían violar
el principio de relatividad.

Habiendo postulado que no puede haber ningún sistema de referencia


privilegiado, Einstein concluyó que el éter simplemente no existe. Pero,
entonces ¿con respecto a qué debe medirse la velocidad de la luz? La
respuesta de Einstein fue drástica: La velocidad de la luz es la misma en
cualquier sistema de referencia. Después de todo, eso es lo que indica el
experimento de Michelson y Morley.

Este concepto de la invariancia de la velocidad de la luz contradice


nuestro "sentido común". Si la velocidad de la luz es de 300 000 km/seg,
esperaríamos que al perseguir una señal luminosa veamos que se
mueve con una velocidad menor. (Si, por ejemplo, corremos a 80
km/hora detrás de un tren que se mueve a 100 km/hora, vemos que el
tren se mueve con respecto a nosotros a 20 km/hora.) Sin embargo,
debido a la no invariancia del tiempo, las velocidades no se adicionan o
sustraen en el caso de señales luminosas (o, en general, de partículas
que se mueven casi tan rápidamente como la luz).

Los efectos predichos por la teoría de la relatividad son imperceptibles


en nuestra vida cotidiana y sólo se manifiestan cuando se involucran
velocidades comparables a la de la luz. Consideremos, como ejemplo,
una nave espacial que se mueve con una velocidad muy alta: despega
de la Tierra y regresa después de recorrer cierta distancia. Según la
relatividad, el tiempo transcurre normalmente tanto para los que se
quedaron en la Tierra como para los pasajeros de la nave, pero esos dos
tiempos no son iguales. Al regresar a la Tierra, los tripulantes de la nave
constatarán que el viaje duró para ellos un tiempo menor que para los
que se quedaron. Más precisamente, el tiempo medido en la nave es
más pequeño que el medido en la Tierra por un factor de acortamiento


2
V
1− 2
C

Donde “v” es la velocidad de la nave y “c” la velocidad de la luz.

Para velocidades” v” del orden de algunos metros o kilómetros por


segundo, como las que ocurren comúnmente en nuestras experiencias
diarias, el factor de acortamiento es tan cercano al valor 1 que es
imposible detectar el efecto relativista del cambio de tiempo. Si la nave
espacial viaja a unos 10 000 km/hora, la diferencia entre los tiempos
medidos será apenas unos diez millonésimos de segundo por cada hora
transcurrida (lo cual, incidentalmente, se ha podido confirmar con la
tecnología moderna). Pero, en el otro extremo, si la nave viaja a una
velocidad muy cercana a la de la luz, su tiempo puede ser muy corto con
respecto al transcurrido en la Tierra: por ejemplo, a la velocidad de 295
000 km/seg, una nave espacial tardaría unos 20 años medidos en la
Tierra para ir a la estrella Sirio ∯
y regresar; sin embargo, para los
tripulantes de la nave habrán pasado ¡sólo 3 años y medio!

La contracción del tiempo no es el único efecto sorprendente que


predice la teoría de la relatividad. Einstein también demostró que existe
una equivalencia entre la energía y la masa, dada por la famosa fórmula

Ε=mc 2

Donde “E” es la energía equivalente a una masa “m” de materia. Por


ejemplo, el núcleo de un átomo de helio está constituido por dos

protones y dos neutrones, pero la masa del núcleo de helio es un poco


menor, cerca del 4%, que la masa sumada de dos protones y dos
neutrones separados; en consecuencia, al unirse estas cuatro partículas
pierden una fracción de masa que se transforma en energía; éste es el
principio de la fusión nuclear, que permite brillar al Sol y a todas las
estrellas (y construir bombas atómicas).

∯∯ La estrella más brillante de todo el cielo nocturno vista desde la Tierra


Figura 3. Un núcleo de helio pesa menos que sus componentes por separado: dos
protones y dos neutrones. Al formarse un núcleo de helio, la diferencia de masa se
libera en forma de energía (fusión nuclear).

2
De la fórmula Ε=mc no se deduce que cualquier masa se puede
transformar en energía o viceversa; este proceso se da sólo en
condiciones muy particulares. Hemos mencionado la fusión nuclear, pero
la manera más eficiente de transformar masa en energía es por la
aniquilación de la materia con la antimateria2

Al entrar en contacto una partícula con su correspondiente antipartícula,


las dos se aniquilan totalmente quedando sólo energía en forma de
rayos gamma: la eficiencia de este proceso de transformación de
materia en energía es del 100%. En el siguiente capítulo veremos que,
bajo circunstancias muy especiales, la gravitación puede ser un
mecanismo de liberación de energía más eficiente que la fusión nuclear
y sólo superado por la aniquilación de materia y antimateria.

Para aumentar la velocidad de un cuerpo, hay que proporcionarle


energía, lo cual se manifiesta como un aumento de la masa del cuerpo.

La teoría de la relatividad predice que la energía necesaria para que un


cuerpo de masa “m” alcance la velocidad” v” es
2
En el límite” v” = 0, se recupera la fórmula Ε=mc para la energía ya
existente en forma de masa. En el otro extremo, la energía «E” aumenta
con la velocidad y se necesita una energía infinita para que el cuerpo
alcance la velocidad de la luz. Es por ello que, según la teoría de la
relatividad, ningún cuerpo puede alcanzar o superar la velocidad de la
luz. La excepción es la luz misma: según la física moderna la luz está
constituida por unas partículas llamadas fotones, la masa de un fotón es
nula y, por ello, puede viajar a la velocidad límite c.

Figura 4. La energía de un cuerpo en movimiento aumenta con su velocidad.

Así, según la teoría


de la relatividad, la
velocidad de la luz
es una barrera
fundamental de la
naturaleza que no
puede ser superada.
Se ha especulado
sobre la existencia
de posibles
partículas que se
mueven más rápidamente que la luz, los hipotéticos taquiones, pero
nunca se ha encontrado alguna evidencia de que sean reales; más aún,
de existir, se producirían situaciones contradictorias, como, por ejemplo,
poder regresar en el tiempo.

En la teoría de Einstein, el espacio y el tiempo dejan de ser categorías


independientes como en la física clásica, para fundirse en un concepto
unificado: el espacio-tiempo, en el que el tiempo aparece como una
cuarta dimensión. A primera vista, puede parecer que este concepto
desborda el marco del sentido común, pero en realidad no hay nada de
misterioso en él. Si queremos describir la posición de un objeto,
necesitamos un sistema de referencia y “tres” números, llamados
coordenadas, porque el espacio tiene tres dimensiones. Por ejemplo,
podemos localizar un avión si especificamos la longitud y la latitud del
lugar donde se encuentra, así como su altura sobre el nivel del mar; con
estos tres datos se determina exactamente su posición con respecto al
sistema de referencia que es la Tierra. Sin embargo, como el avión se
mueve, también conviene precisar en qué momento se encontraba en la
posición indicada. Al especificar también el tiempo, estamos
describiendo un suceso, algo que ocurre en un lugar dado (descrito por 3
coordenadas) y en un cierto instante (descrito por el tiempo). Nada nos
impide interpretar formalmente el tiempo como una cuarta coordenada
e introducir así, el concepto del espacio-tiempo: un espacio de cuatro
dimensiones, tres espaciales y una temporal. Un punto de ese espacio-
tiempo será un suceso, especificado por cuatro coordenadas. Hasta aquí,
el concepto de un espacio-tiempo parece ser bastante trivial. Sin
embargo, en el marco de la teoría de la relatividad cobra una estructura
insospechada que fue descubierta por el matemático alemán Herman
Minkowski.

Empecemos considerando un espacio de dos dimensiones: por ejemplo,


una superficie plana. Podemos describir cualquier punto del plano si
fijamos un sistema de referencia que, en el caso más simple, puede ser
un par de ejes rectos perpendiculares entre sí. Dado un punto
cualquiera, llamemos x a la distancia de ese punto al eje vertical y “y” a
la distancia al eje horizontal. Es obvio que si especificamos el valor
de x y y, estamos determinando un punto: en este caso, x y y son las
coordenadas. Sólo hay dos porque el espacio ahora considerado tiene

dos dimensiones.

Figura 5. La posición de un punto en un plano con respecto a un sistema de referencia


se determina por medio de dos coordenadas x, y, y.
Sean ahora dos puntos, con coordenadas (x, y) la primera y (x + dx,
y + dy) la segunda. Si llamamos ds la distancia entre esos dos puntos,
entonces, según el teorema de Pitágoras, el cuadrado de esa distancia
está dado por la fórmula: ds² = dx² + dy²cómo puede verse a
continuación:

Figura 6. La distancia entre dos puntos se determina con la fórmula para medir
distancia.

Las consideraciones anteriores pueden extenderse a un espacio de tres


dimensiones: en este caso, se necesitan tres coordenadas x, y, z para
precisar un punto. El cuadrado de la distancia entre el punto con
coordenadas (x, y, z) y el punto con coordenadas (x + dx, y + dy, z +
dz) es

ds² = dx² + dy² + dz²

Figura 7. En
el espacio de
3
dimensiones,
se necesitan
tres coordenadas
(x, y, z) para determinar la posición de un punto con respecto a un sistema de
coordenadas.

Ahora, volvamos al espacio-tiempo de cuatro dimensiones. De las


consideraciones anteriores podemos especificar un suceso con cuatro
coordenadas: x , y, z, t; los tres primeros determinan la posición del
suceso y el último fija el momento en que ocurrió. En la teoría de la
relatividad, se puede definir una seudodistancia (al cuadrado) entre dos
sucesos con coordenadas (x, y, z, t) y (x + dx, y + dy, z + dz, t + dt) de
acuerdo con la fórmula
ds² = dx² + dy² + dz² - c² dt²

(recordemos que c es la velocidad de la luz).

¿Por qué esta forma, con un signo negativo frente al último término? La
razón es que la distancia entre dos puntos debe poseer una propiedad
fundamental: ser invariante con respecto a cambios del sistema de
referencia usado: una barra no cambia su longitud real porque la
miremos de lado, de frente o de cabeza. En el caso del espacio-tiempo,
la seudo distancia definida arriba tiene una propiedad fundamental: es
invariante al pasar de un sistema de referencia a otro. Si consideramos
dos sucesos S1 S2 que ocurren uno después del otro, la seudo distancia
entre ellos no depende de quién los mida —del mismo modo que la
distancia entre las puntas de una barra es invariante—. La interpretación
física de la seudo distancia es muy simple: supongamos que un
observador se mueve con velocidad constante de tal modo que, para él,
los dos sucesos S1 S2 ocurren en el mismo lugar; el tiempo que mide
entre esos dos sucesos es precisamente la seudo distancia entre ellos:
este es el tiempo propio entre S1 S2 y así lo llamaremos de ahora en
adelante, en lugar de seudo distancia. El tiempo propio es un invariante
en el espacio-tiempo y es una cantidad perfectamente bien definida. La
relatividad no excluye la posibilidad de determinar, en forma única, el
tiempo propio medido por un observador, en contra de lo que a veces se
entiende, erróneamente, por la palabra relatividad.

El espacio-tiempo en el que las "distancias", o tiempos propios, se miden


según la fórmula ds² = dx² + dy² + dz² - c² dt².

Es el llamado espacio de Minkowski. Veremos más adelante que la


fórmula para medir "distancias" tiene un papel fundamental tanto en la
teoría de relatividad especial, como en la general.

LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD GENERAL

La relatividad especial surgió de una comprensión global de las fuerzas


electromagnéticas. Sin embargo, existe en la naturaleza otro tipo de
fuerza, la gravitación, cuya descripción no cabe dentro de la teoría de la
relatividad especial. Como vimos anteriormente, la mecánica clásica es
el fundamento de la teoría newtoniana de la gravitación, pero, en casos
extremos, esta mecánica es incompatible con la relatividad especial. Era
necesario, pues, crear una teoría relativista de la gravitación, que
incluyera, por una parte, la teoría newtoniana en el límite de velocidades
pequeñas y, por otra, a la relatividad especial en el caso especial en que
la fuerza gravitacional tenga efectos despreciables. Éste es el formidable
problema que atacó Einstein desde 1905, cuando presentó su teoría
especial, hasta 1915, cuando publicó la versión definitiva de la teoría de
la relatividad general.

Para incluir a la gravedad en una teoría relativista, Einstein desafió una


vez más al sentido común al postular que el espacio-tiempo es curvo y
la gravedad es la manifestación de esa curvatura.

Para entender la idea de un espacio-tiempo curvo, empecemos

considerando el caso más simple de un espacio de dos dimensiones


curvo: por ejemplo, la superficie de una esfera. Es evidente que no se

puede trazar una línea recta sobre tal superficie; sin embargo, si

recordamos que la línea recta es la trayectoria de menor longitud entre

dos puntos dados, podemos generalizar el concepto y definir una curva

de longitud mínima sobre una superficie curva; en el caso de la esfera,

esa curva es una porción de arco. En términos técnicos, las curvas de

menor longitud sobre una superficie curva se llaman geodésica

Figura 8. Sobre la superficie de una esfera, la geodésica —curva de menor longitud

entre dos puntos— es un segmento de arco.

Sobre un plano, las geodésicas son líneas rectas que, como se enseña en
las clases de geometría, satisfacen toda una serie de condiciones: dos
rectas que se cruzan en un punto no vuelven a cruzarse en otro, un par
de rectas paralelas nunca se cruzan, etc. Sin embargo, estas condiciones
no son satisfechas por las geodésicas en general: sobre la superficie de
una esfera, dos geodésicas se cruzan en dos puntos, un par de
geodésicas
Figura 9. Dos geodésicas "paralelas" se cruzan en dos puntos.

Más aún, la fórmula para medir distancias sobre una superficie curva,
toma ahora una forma más complicada que la presentada anteriormente
(ds² = dx² + dy²). Sobre la superficie de la Tierra se necesitan dos
coordenadas, la longitud y la latitud, para especificar completamente la
posición de un punto. Si un punto tiene longitud y latitud y, otro
punto tiene longitud y latitud , la distancia ds entre esos dos
puntos está dada por la fórmula

Donde “r” es el radio terrestre.

El hecho de que la distancia se calcula en forma distinta sobre una


superficie curva que sobre una plana equivale, intuitivamente, a un
hecho muy simple: no se puede aplanar una superficie curva sin
deformar las distancias reales, lo cual es un problema bien conocido por
los que elaboran o usan mapas.
Una superficie posee dos dimensiones y es fácil visualizar una superficie
curva. En el siglo XIX, algunos matemáticos, como el ruso Lobashevski y
el alemán Riemann, se preguntaron si el concepto de superficie curva no
podría extenderse a los espacios, "curvos" de tres dimensiones. En tales
espacios los postulados básicos de la geometría clásica no se cumplirían:
las rectas podrían cruzarse en más de un punto, las paralelas no
mantendrían entre sí la misma distancia, etc. En particular, Riemann
tuvo la idea de definir un espacio curvo con cualquier número de
dimensiones: cada punto de un espacio de n dimensiones (n es un
número entero cualquiera: 1, 2, 3, 4, etc.) se localiza por medio de un
conjunto de n coordenadas.

Figura 10. Georg Friedrich Bernhard Riemann (1826-1866). Su concepción del espacio
revolucionó la física y las matemáticas.

Riemann demostró que las propiedades básicas de un espacio curvo


están determinadas exclusivamente por la fórmula para medir
"distancias". Cada forma
de ds² define un cierto espacio
riemanniano, en el que las líneas
rectas pierden sentido, pero son
sustituidas por curvas geodésicas
cuya longitud —medida
según ds²— es mínima.

A diferencia de las superficies,


que son espacios de dos
dimensiones, los espacios curvos
de tres o más dimensiones
simplemente no se pueden
visualizar. Sin embargo, es
posible definirlos y manejarlos
matemáticamente sin ninguna dificultad formal; los espacios
riemannianos son un excelente ejemplo de un concepto que sólo se
puede describir en el lenguaje matemático.

Durante muchos años, los espacios riemannianos fueron considerados


como simples curiosidades matemáticas, ajenas a la realidad. No fue
hasta la segunda década del siglo xx cuando Albert Einstein se dio
cuenta de que, para incluir la gravitación en la teoría de la relatividad,
era necesario admitir que el espacio-tiempo es un espacio de Riemann.
Einstein llegó a tal conclusión a partir de una serie de brillantes
deducciones lógicas y, con la ayuda de su amigo el matemático Marcel
Grossman que le había despertado el interés en los trabajos de
Riemann, se propuso formular matemáticamente una teoría relativista
de la gravitación. Después de varios intentos, Einstein publicó la versión
definitiva de la teoría de la relatividad general en el número de
noviembre de 1915 del Boletín de la Academia de Ciencias de Berlín, en
plena primera Guerra Mundial.

La esencia de la teoría de la relatividad general es que el espacio-tiempo


es curvo. En ausencia de masas gravitantes se tiene un espacio-tiempo
de Minkowski y una partícula se mueve en línea recta porque nada
influye sobre su trayectoria. La presencia de una masa deforma al
espacio-tiempo y el concepto de recta pierde su sentido; en un espacio-
tiempo curvo, una partícula se mueve a lo largo de una geodésica.
Según esta interpretación, un planeta gira alrededor del Sol porque
sigue una trayectoria geodésica en el espacio-tiempo deformado por la
masa solar.

¿Por qué nadie antes de Einstein se había percatado de que vivimos en


un espacio curvo? La razón es que la curvatura inducida por la gravedad
de la Tierra o la del Sol es extremadamente leve. La situación se
asemeja a la de los antiguos hombres que creían que la Tierra era plana
ya que la curvatura terrestre es imperceptible a pequeña escala. Los
efectos de la curvatura del espacio-tiempo se manifiestan plenamente a
escala del Universo mismo,4 o cerca de objetos cuya atracción
gravitacional sea extremadamente intensa.

En un espacio-tiempo de Minkowski, la seudodistancia o tiempo propio


se mide según la fórmula ds² = dx² + dy² + dz² - c² dt² pero en un
espacio-tiempo riemanniano, la fórmula para ds² toma una forma más
general determinada por la distribución de masa. En la teoría
newtoniana, se puede calcular matemáticamente la atracción
gravitacional ejercida por una distribución dada de masa. En la teoría de
Einstein, la situación es bastante más complicada porque no sólo la
masa sino también la energía ejerce una acción gravitacional. En su
artículo de 1915, Einstein dedujo la fórmula matemática que relaciona la
geometría del espacio-tiempo con la distribución de masa y energía:
esta fórmula se conoce como ecuación de Einstein y es el corazón de la

teoría de la relatividad general.

Figura 11. La ecuación de Einstein. El lado izquierdo describe la geometría del espacio-
tiempo y el lado derecho representa la distribución de materia y energía.

En principio, dado un cuerpo con cierta forma y velocidad, se puede


calcular su distribución de masa y energía, a partir de la cual, utilizando
la ecuación de Einstein, se puede calcular la ds² que determina
enteramente la estructura del espacio-tiempo curvo. En la práctica, este
procedimiento es extremadamente complicado, porque la ecuación de
Einstein, que en realidad es un conjunto de diez ecuaciones, es
imposible de resolver exactamente, excepto en algunos casos
particulares.

Al principio, Einstein logró resolver en forma aproximada su ecuación y,


aun así, obtuvo resultados sumamente interesantes. En primer lugar,
demostró que un planeta no describe una elipse perfecta al girar
alrededor del Sol, sino una cuasi-elipse, cuyo perihelio se corre
lentamente. Este efecto había sido observado en el planeta Mercurio sin
que los astrónomos hubieran podido explicarlo con base en la teoría
newtoniana. El primer éxito de la relatividad general fue precisamente
deducir el valor exacto del corrimiento del perihelio de Mercurio.

Figura 12. El corrimiento del perihelio de Mercurio.

El segundo efecto importante que predijo Einstein es que la trayectoria


de la luz, al igual que la de un proyectil, debe desviarse por la atracción
gravitacional de un cuerpo masivo. Al contrario de la teoría de Newton,
la relatividad general sí predice cómo se mueve la luz bajo la acción de
la gravedad. Einstein calculó que un rayo luminoso debe desviarse un
ángulo de 1.75 segundos de arco al pasar cerca del Sol (Figura 13), lo
cual podría comprobarse determinando la posición aparente de una
estrella cercana al disco solar durante un eclipse. Esta observación fue
realizada por el astrofísico inglés A. S. Eddington al término de la
primera Guerra Mundial, confirmando la predicción de Einstein.

Figura 13. Desviación de un rayo luminoso al pasar cerca del Sol.

Es un hecho notable que la primera solución exacta de la ecuación de


Einstein, que corresponde a un caso físico real, fue descubierta sólo unos
meses después de que apareciera el famoso artículo de 1915. Esta
solución se debe a Karl Schwarzschild, un notable astrónomo alemán
que contaba, entre sus trabajos científicos, los primeros estudios
teóricos de los procesos radiativos en las estrellas, aplicaciones de la
fotografía a la astronomía, una teoría pionera de los espectros atómicos,
etc. Al estallar la primera Guerra Mundial, Schwarzschild fue movilizado
por el ejército prusiano al frente oriental. Ahí, en condiciones precarias,
contrajo una enfermedad infecciosa mortal, por lo que se le permitió
regresar a su casa. Fue literalmente en su lecho de muerte donde leyó el
artículo de Einstein de noviembre de 1915. Las ecuaciones parecían
extremadamente complicadas, pero Schwarzschild tuvo la idea de
considerar un problema simple, aunque realista: ¿Cómo deforma al
espacio-tiempo una distribución perfectamente esférica de masa?
Evidentemente, el espacio-tiempo resultante debe tener propiedades
simetricas alrededor de la masa considerada; esto simplifica
notablemente las ecuaciones, a tal grado que encontró una solución
exacta: el espacio-tiempo de Schwarzschild, un espacio riemanniano que
describe la región externa de un cuerpo esférico con masa M y radio
arbitrario. (La fórmula para el tiempo propio tiene la forma que se
muestra en la figura 14.) Las partículas se mueven en este espacio-
tiempo a lo largo de geodésicas, lo cual se reduce, en primera
aproximación, justamente a las trayectorias predichas por la mecánica
de Newton.

Figura 14. La solución de Schwarzschild.

El resultado obtenido por Schwarzschild fue publicado en julio de 1916,


dos meses después de la muerte de su autor. Durante varias décadas,
fue prácticamente el único ejemplo, junto con los modelos
cosmológicos,5 de una solución de la ecuación de Einstein que
corresponde a una situación física real.

En el capítulo V estudiaremos con más detalles el espacio-tiempo de


Schwarzschild. Por ahora sólo mencionaremos un hecho importante: si la
esfera considerada de masa M tiene un radio menor que el radio de
Schwarzschild.

entonces algo extraño sucede: la luz emitida de su superficie, o


de cualquier punto dentro de la esfera con radio r, no puede llegar al
radio crítico y queda atrapada para siempre. Ésta es exactamente, la
situación descrita por Laplace y es un hecho notable que el valor del
radio gravitacional, calculado heurísticamente según la mecánica
clásica, corresponde exactamente al valor del radio de Schwarzschild.
En la terminología moderna, los cuerpos oscuros de Laplace son
los hoyos negros. Corresponden al espacio-tiempo producido por un
cuerpo masivo cuyo tamaño es igual o menor que su radio de
Schwarzschild. La superficie esférica cuyo radio es justamente el de
Schwarzschild se llama horizonte del hoyo negro; la luz puede cruzar el
horizonte sólo en un sentido: de afuera hacia adentro y nunca al revés.
Lo que ocurre dentro del horizonte está eternamente desconectado del
exterior, no puede ser visto ni puede influir sobre el resto del Universo.

LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD DE EINSTEIN EXPLICADA EN CUATRO

SIMPLES PASOS

El físico utilizó su imaginación en lugar de las matemáticas para elaborar


su mítica ecuación

La teoría de la relatividad de Albert Einstein es famosa por su predicción


de fenómenos bastante extraños pero reales, como el envejecimiento
más lento de los astronautas respecto a las personas que vivimos en la
Tierra y el cambio en la forma de los objetos a altas velocidades.

La verdad es que si tienes una copia del artículo original de Einstein de


1905 sobre la relatividad, es de lectura fácil. El texto es sencillo y claro y
sus ecuaciones son, en su mayoría, álgebra: nada que presente un
problema para un estudiante de instituto.

Eso se debe a que el objetivo de Einstein nunca fue elaborar una


estrafalaria teoría matemática. Le gustaba pensar de forma visual,
creando experimentos en su mente e intentando solucionarlos en su
cabeza hasta poder ver las ideas y los principios físicos con una claridad
cristalina.

Sigue leyendo: El «año de las maravillas» de Einstein, 100 años después


A continuación te explicamos cómo Einstein comenzó sus experimentos
mentales con solo 16 años y cómo esto le llevó finalmente a crear la
ecuación más revolucionaria de la física moderna.

1895: PERSIGUIENDO UN RAYO DE LUZ

Para entonces, el desprecio mal disimulado de Einstein por los métodos


educativos rígidos y autoritarios de su Alemania natal ya le había
supuesto la expulsión del equivalente actual de instituto, por ello se
mudó a Zúrich con la esperanza de asistir a la Escuela Politécnica
Federal (ETH).Sin embargo, Einstein decidió que primero asistiría
durante un año a una escuela en Aarau, una ciudad cercana, para
prepararse. La institución hacía hincapié en métodos vanguardistas
como el pensamiento independiente y la visualización de conceptos. En
ese entorno feliz, pronto empezó a preguntarse cómo sería correr junto a
un rayo de luz.

Einstein ya había aprendido en la clase de física qué era un rayo de


luz: una serie de campos eléctricos y magnéticos oscilantes que se
mueven a 299.792 metros por segundo, la medida de la velocidad de la
luz. Si corriera junto a un rayo de luz a esa velocidad, razonaba Einstein,
podría ser capaz de observar una serie de campos magnéticos y
eléctricos oscilantes justo a su lado, que en el espacio
serían aparentemente estáticos.

Pero eso era imposible. Para empezar, dichos campos estáticos violarían
las ecuaciones de Maxwell, las leyes matemáticas que codificaban todo
aquello que conocían los físicos del momento sobre la electricidad, el
magnetismo y la luz. Las leyes eran (y son) bastante estrictas: cualquier
onda en los campos tiene que moverse a la velocidad de la luz y no
puede permanecer estática, sin excepciones.
Y lo que es peor: los campos estáticos no encajarían con el principio de
relatividad, una noción que los físicos han asumido desde los tiempos de
Galileo y la era de Newton en el siglo XVII. Básicamente, la relatividad
afirmaba que las leyes de la física no podían depender de la velocidad a
la que te movieras; todo lo que podías medir era la velocidad de un
objeto en relación a otro.

Pero cuando Einstein aplicó este principio en su experimento


mental, originó una contradicción: la relatividad dictaba que cualquier
cosa que pudiera ver mientras corriese junto a un rayo de luz,
incluyendo los campos estáticos, también debería ser algo que los físicos
de la Tierra pudiesen crear en el laboratorio. Pero nunca se había
observado algo así.

Einstein dio vueltas a este problema durante otros 10 años, durante sus
años de universitario en la ETH y tras mudarse a Berna, capital de Suiza,
donde se convirtió en examinador en la oficina de patentes suiza. Allí fue
donde consiguió resolver la paradoja de una vez por todas.

1904: Medición de la luz desde un tren en movimiento

No fue tarea fácil. Einstein puso a prueba todas las soluciones en las que
pudo pensar, pero nada funcionaba. Empujado por la desesperación,
empezó a pensar en una noción simple pero radical. Las ecuaciones de
Maxwell funcionan para todo, pensó, pero quizá la velocidad de la luz
siempre haya sido constante.

En otras palabras, cuando ves pasar volando un rayo de luz, no importa


si su fuente se mueve hacia ti, se aleja de ti o se desplaza hacia un lado,
ni tampoco importaría la rapidez a la que se mueve dicha
fuente. Siempre medirías la velocidad del rayo a 299.792 metros por
segundo. Entre otras cosas, eso significaba que Einstein jamás podría
ver campos estáticos oscilantes, porque nunca podría atrapar ese rayo
de luz.

Esta era la única forma en la que Einstein podía reconciliar las


ecuaciones de Maxwell con el principio de relatividad. Aun así, en un
principio parecía que su solución tenía un gravísimo defecto. Einstein
explicó posteriormente el problema mediante otro experimento mental:
imagina disparar un rayo de luz a lo largo de una vía férrea mientras un
tren circula en la misma dirección a unos 3.200 metros por segundo.

SNEAK PEEK

Alguien que esté junto a las vías mediría la velocidad del rayo de luz
mediante el número estándar: 299.792 metros por segundo. Si la
velocidad de la luz no fuera constante, las ecuaciones de
Maxwell tendrían que funcionar de forma diferente dentro del vagón de
tren y se habría violado el principio de relatividad, concluyó Einstein.

Esta aparente contradicción dejó a Einstein devanándose los sesos


durante casi un año. Más adelante, en una hermosa mañana de mayo de
1905, se dirigía al trabajo con su mejor amigo, Michele Besso, ingeniero
al que conocía desde sus días como estudiante en Zúrich. Ambos
estaban debatiendo el dilema de Einstein, algo que hacían con
frecuencia. Y de repente, Einstein vio la solución. Trabajó toda la noche y
cuando se volvieron a ver la mañana siguiente, Einstein le dijo a Besso:
«Gracias. He resuelto completamente el problema».

MAYO DE 1905: UN RAYO ALCANZA UN TREN EN MOVIMIENTO

La revelación de Einstein consistía en que los observadores en


movimiento relativo experimentan el tiempo de forma diferente: es
perfectamente posible que dos acontecimientos tengan lugar de forma
simultánea desde la perspectiva de un observador, pero que ocurran en
momentos diferentes desde la perspectiva del otro. Y ambos
observadores estarían en lo cierto.

Einstein ilustraría posteriormente este argumento mediante otro


experimento mental. Imagina que de nuevo tienes un observador que
está junto a las vías mientras pasa el tren. Pero este momento, un rayo
alcanza el primer y último vagón justo cuando pasa frente a él el vagón
central del tren. Debido a que ambos impactos ocurren a la misma
distancia del observador, su luz llega al ojo al mismo tiempo. Así
que este observador puede afirmar sin equivocarse que ambos han
sucedido de manera simultánea.

Mientras tanto, el otro observador está sentado en el punto medio


exacto de este tren. Desde su perspectiva, la luz de ambos impactos
también tiene que viajar la misma distancia, y del mismo modo medirá
la velocidad de la luz como igual en ambas direcciones. Pero debido al
movimiento del tren, la luz que procede del rayo en el vagón de cola
tiene que viajar más distancia hasta el observador, alcanzándolo unos
instantes más tarde respecto a la luz procedente del primer vagón.
Debido a que los pulsos de luz han llegado en momentos diferentes,
dicho observador solo puede concluir que los impactos no han sido
simultáneos y que el impacto frontal sucedió primero.

En resumen, Einstein se dio cuenta de que lo que es relativo es la


simultaneidad. Una vez aceptas eso, todos los efectos extraños que
asociamos a la relatividad son simplemente una cuestión de álgebra.

Más sobre Einstein: La teoría de la infidelidad de Albert Einstein

Einstein redactó rápidamente sus ideas en un estado de euforia extrema


y envió su artículo para que fuera publicado pocas semanas después. Le
otorgó un título (Sobre la electrodinámica de cuerpos en movimiento)
que reflejaba su lucha por reconciliar las ecuaciones de Maxwell con el
principio de la relatividad. Como conclusión incluyó un agradecimiento a
Besso («a quien agradezco por algunas sugerencias valiosas») lo que
garantizó a su amigo ser recordado por la posteridad.

SEPTIEMBRE DE 1905: MASA Y ENERGÍA

Sin embargo, este primer artículo no fue el último. Einstein siguió


obsesionado con la relatividad durante todo el verano de 1905 y en
septiembre envió un segundo artículo como una especie de idea
adicional.

Estaba basado en otro experimento mental. Imagina un objeto en


reposo, escribía. Ahora imagina que espontáneamente emite dos pulsos
de luz idénticos en direcciones opuestas. Este objeto permanecerá
quieto, pero debido a que cada pulso transporta cierta cantidad de
energía, el contenido de energía del propio objeto disminuirá.

Ahora bien, decía Einstein, ¿cómo vería este proceso un observador en


movimiento? Desde su perspectiva, el objeto simplemente seguiría
moviéndose en línea recta mientras los dos pulsos echan a volar. Pero
aunque la velocidad de los pulsos sería la misma (la velocidad de la
luz) sus energías serían diferentes: el pulso que se mueve hacia delante,
en la dirección del movimiento, tendría una energía mayor que el que se
mueve hacia detrás.

Mediante fórmulas algebraicas, Einstein demostró que para que todo


esto fuera coherente, el objeto no solo tiene que perder energía cuando
emite estos pulsos de luz, sino que también tendría que perder un poco
de masa. O, en otras palabras, la masa y la energía son intercambiables.

Einstein escribió una ecuación en la que relacionaba ambos conceptos.


Empleando la notación actual, que abrevia la velocidad de la luz
mediante la letra c, creó la que probablemente sea la ecuación más
famosa de la historia: E = mc2.

EXPLICACIÓN DE LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD

GENERAL DE EINSTEIN

En 1907 Albert Einstein llegó a la conclusión de que a su teoría de la


relatividad especial le faltaba algo que no estaba de acuerdo con la
realidad que vivimos. Es por eso que tuvo que ir un poco más allá y
realizar una nueva teoría: la teoría de la relatividad general, que
analizaremos qué plantea a continuación.

DIFERENCIA ENTRE LA RELATIVIDAD ESPECIAL Y GENERAL

La teoría de
la relatividad
especial, llamada
también relatividad
particular o
restringida, es una
teoría que describe
bien el movimiento de los cuerpos, pero solo a velocidades constantes, y
en un espacio plano, de tres dimensiones espaciales y una temporal.

En el universo la gravedad acelera


a todos los cuerpos, poniéndolos
en movimiento. Además, la
gravedad es una fuerza universal,
en el sentido de encontrarse en
todo lugar. Entonces, dada esta
realidad, podemos afirmar
que nada está en reposo: todo en
el universo se mueve y
con aceleración. Einstein se dio cuenta entonces de que era
necesario generalizar su teoría.

INTERACCIONES A DISTANCIA

La teoría de Newton de la gravedad solo explica que los objetos se


atraen con una fuerza proporcional al producto de las masas, e
invesamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa.

Según la ecuación de Newton, la fuerza tenía que


actuar instantáneamente. Esto significaba que las ondas o partículas
que interactúan entre los cuerpos, viajaban con velocidades infinitas
para hacerla correcta, así, si estos, distaban años luz, la fuerza tenía que
arreglárselas para actuar inmediatamente, si uno de los dos o ambos
eran alterados.
Pero como la fuerza tenía que adivinar si los objetos habían sido
alterados, la teoría de la relatividad especial puso limite a la velocidad
en que los cuerpos debían moverse y esta era el valor de c: la velocidad
de la luz.

Equivalencia entre fuerza de contacto y a distancia

Einstein imaginó un cajón moviéndose a velocidad constante en el


espacio, alejado de toda influencia gravitacional. Pensó que si en el
interior del cajón ubicamos un hombre, este flotaría. Y si aplicamos una
fuerza de contacto en cualquier lado del cajón concluyó que el cuerpo de
este hombre descansaría en el punto de aplicación de la fuerza de
contacto, que se convertiría en el suelo o el piso para el hombre, por la
ley de acción y reacción.
Lo que lo llevó a pensar que la fuerza de contacto es equivalente a
la fuerza de gravedad.

ECUACIÓN Y EXPLICACION

Esta es la ecuación propuesta por Einstein:

Gmv = -kTmv

Aclaremos que en esta ecuación T debe ser mayúscula, G mayúscula, y


solo k es minúscula. Las letras m y v son subíndices de G y T.

Gmv : Tensor de curvatura de Riemann

Tmv : Tensor de energía, que tiene que ver tambien con la masa en el
universo

k : Es una constante de gravitacion, y k = 8PIK/c2

K = 6,7x10 -8
Esta ecuacion esta simplificada y generalizda, pero explica muy bien
cómo se relacionan el espacio y la materia/energía.

Los objetos masivos se deforman el espacio y una vez deformados se


dirijen a los objetos, marcando el camino o trayectoria que deben
recorrer. La fuerza de gravedad segun la teoria de la relatividad general,
afecta a la cuarta dimension; el tiempo.
En 1919 Sir Arthur Eddington, un astrónomo inglés, demostró durante un
eclipse solar cómo la ecuacion de Einstein predijo con gran exactitud
cómo se curvan los rayos luminosos al pasar por el sol, debido a su
influencia gravitacional. Y con esto, comprobó también que Einstein fue
uno de los más grandes científicos que tuvo la humanidad.

Teoría General de la Relatividad (1915)


Einstein construyó su nueva teoría de la gravitación (a la que
llamó teoría general de la relatividad) como una salida muy ingeniosa a
los problemas conceptuales que vimos en los dos apartados anteriores
(y, como se demostró más tarde, explicó perfectamente los 0,43"/año de
error en la posición de Mercurio).

La genial idea de Einstein fue suponer que la gravedad (que está por
todos los lados y en todo momento en el universo) está íntimamente
unida al espacio y al tiempo (que obviamente están también por todos
lados del universo y en todo instante). Propuso que el nexo de unión era
la geometría: lo que ocurre, dice Einstein, es que, en presencia de una
masa, el espacio-tiempo se "deforma", de modo que cualquier otra masa
nota ese espacio deformado, y se ve obligada a seguir trayectorias
diferentes a cuando estaba el espacio sin deformar (sin ninguna masa).

¿Qué significa la deformación del espacio? Significa que el espacio


adquiere una geometría diferente de la que estamos habituados (el
llamado espacio plano o euclidiano).

En un espacio no-euclidiano ocurren cosas muy diferentes al normal; por


ejemplo, puede que la línea más corta entre dos puntos sea una curva (y
no una recta, como en el espacio plano). Puede que dos paralelas se
corten en un punto o en infinitos puntos. Visualizaremos estos conceptos
que parecen tan abstractos con un simple globo terráqueo.

(***) Experimento 3 Líneas "rectas" en el globo terráqueo.

También hemos hablado del espacio-tiempo... ¿qué es eso? Tenemos una


idea intuitiva de lo que es el espacio (donde situamos los objetos) y
también del tiempo (lo que marcan los relojes), pero ¿qué es ese invento
de Einstein del espacio-tiempo?

En el siguiente enlace sobre los gráficos espacio-tiempo visualizaremos


cómo Einstein advirtió que las trayectorias en el espacio-tiempo de
cuerpos bajo la fuerza de la gravedad son líneas curvas -y no rectas-, lo
que le sugirió la idea de la deformación del espacio-tiempo por la
gravedad.

(***) Texto complementario 4 Gráficos espacio-tiempo.

En resumen, Einstein, con su idea de conectar la gravedad con la


geometría, cambió drásticamente el concepto de interacción
gravitatoria. La gravedad ya no es una fuerza sino una deformación del
espacio-tiempo. De paso, cambió ligeramente la fórmula de la
gravitación de Newton, de modo que su teoría explica perfectamente (o
sea, hasta la precisión a la que somos capaces de medir) todos los
experimentos y las observaciones astronómicas, incluida la discrepancia
de la órbita de Mercurio.

La teoría de la relatividad

La teoría de la relatividad, desarrollada fundamentalmente por Albert


Einstein, pretendía originariamente explicar ciertas anomalías en el
concepto de movimiento relativo, pero en su evolución se ha convertido
en una de las teorías más importantes en las ciencias físicas y ha sido la
base para que los físicos demostraran la unidad esencial de la materia y
la energía, el espacio y el tiempo, y la equivalencia entre las fuerzas de
la gravitación y los efectos de la aceleración de un sistema.
Albert Einstein

La teoría de la relatividad, tal como la expuso Einstein, tuvo dos


formulaciones diferentes. La primera es la que corresponde a dos
trabajos publicados en 1905 en los Annalen der Physik. Es conocida
como la Teoría de la relatividad especial y se ocupa de sistemas que se
mueven uno respecto del otro con velocidad constante (pudiendo ser
incluso igual a cero). La segunda, llamada Teoría de la relatividad
general (así se titula la obra de 1916 en que la formuló), se ocupa de
sistemas que se mueven a velocidad variable.

Teoría de la relatividad especial

Los postulados de la relatividad especial son dos. El primero afirma que


todo movimiento es relativo a cualquier otra cosa, y por lo tanto el éter,
que se había considerado durante todo el siglo XIX como medio
propagador de la luz y como la única cosa absolutamente firme del
universo, con movimiento absoluto y no determinable, quedaba fuera de
lugar en la física, puesto que ya no se necesitaba de semejante medio
(cuya existencia efectiva, además, no había podido determinarse por
ningún experimento).
El segundo postulado afirma que la velocidad de la luz es siempre
constante con respecto a cualquier observador. De sus premisas teóricas
obtuvo una serie de ecuaciones que tuvieron consecuencias importantes
e incluso algunas desconcertantes, como el aumento de la masa con la
velocidad. Uno de sus resultados más importantes fue la equivalencia
entre masa y energía, según la conocida fórmula E = mc², en la que c es
la velocidad de la luz y E representa la energía obtenible por un cuerpo
de masa m cuando toda su masa se convierte en energía.

Dicha equivalencia entre masa y energía fue demostrada en el


laboratorio en el año 1932, y dio lugar a impresionantes aplicaciones
concretas en el campo de la física: tanto la fisión nuclear como la fusión
termonuclear son procesos en los que una parte de la masa de los
átomos se transforma en energía. Los aceleradores de partículas, en los
que se obtiene un incremento de masa, son una prueba experimental
clarísima de la teoría de la relatividad especial.

Einstein en el laboratorio de Pieter Zeeman (Ámsterdam, c. 1920)


La teoría también establece que en un sistema en movimiento con
respecto a un observador se verifica una dilatación del tiempo; dicho de
otro modo, el tiempo transcurre más despacio en el sistema en
movimiento. Esto se ilustra claramente con la famosa paradoja de los
gemelos: "imaginemos a dos gemelos de veinte años, y que uno
permaneciera en la Tierra y el otro partiera en una astronave, tan veloz
como la luz, hacia una meta distante treinta años luz de la Tierra; al
volver la astronave, para el gemelo que se quedó en la Tierra habrían
pasado sesenta años; en cambio, para el otro, sólo unos pocos días".

Teoría de la relatividad general

La teoría de la relatividad general se refiere al caso de movimientos que


se producen con velocidad variable y tiene como postulado fundamental
el principio de equivalencia, según el cual los efectos producidos por un
campo gravitacional equivalen a los producidos por el movimiento
acelerado.

La revolucionaria hipótesis formulada por Einstein fue provocada por el


hecho de que la teoría de la relatividad especial, basada en el principio
de la constancia de la velocidad de la luz sea cual sea el movimiento del
sistema de referencia en el que se mide (tal y como se demostró en el
experimento de Albert Michelson y Edward Morley), no concuerda con la
teoría de la gravitación newtoniana: si la fuerza con que dos cuerpos se
atraen depende de la distancia entre ellos, al moverse uno tendría que
cambiar al instante la fuerza sentida por el otro, es decir, la interacción
tendría una velocidad de propagación infinita, violando la teoría especial
de la relatividad, que señala que nada puede superar la velocidad de la
luz.

Tras varios intentos fallidos de acomodar la interacción gravitatoria con


la relatividad, Einstein sugirió que la gravedad no es una fuerza como las
otras, sino que es una consecuencia de que el espacio-tiempo se
encuentra deformado por la presencia de masa (o energía, que es lo
mismo). Entonces, cuerpos como la tierra no se mueven en órbitas
cerradas porque haya una fuerza llamada gravedad, sino que se mueven
en lo más parecido a una línea recta, pero en un espacio-tiempo que se
encuentra deformado por la presencia del Sol.

Einstein en su estudio (c. 1925)

Los cálculos de la relatividad general se realizan en un espacio-tiempo


de cuatro dimensiones, tres espaciales y una temporal, adoptado ya en
la teoría de la relatividad restringida al tener que abandonar el concepto
de simultaneidad. Sin embargo, a diferencia del espacio de Minkowski y
debido al campo gravitatorio, este universo no es euclidiano. Así, la
distancia que separa dos puntos contiguos del espacio-tiempo en este
universo es más complejo que en el espacio de Minkowski.

Con esta teoría se obtienen órbitas planetarias muy similares a las que
se obtienen con la mecánica de Newton. Uno de los puntos de
discrepancia entre ambas, la anormalmente alargada órbita del planeta
Mercurio, que presenta un efecto de rotación del eje mayor de la elipse
(aproximadamente un grado cada diez mil años), había sido observado
experimentalmente algunos años antes de enunciarse la teoría de la
relatividad, y no podía ser explicado con las leyes de Newton. La órbita
descrita, sin embargo, cumplía las predicciones relativistas, sirviendo así
de confirmación experimental de la teoría de Einstein.

Un efecto que corroboró tempranamente la teoría de la relatividad


general es la deflexión que sufren los rayos de luz en presencia de
campos gravitatorios. Los rayos luminosos, al pasar de una región de un
campo gravitatorio a otra, deberían sufrir un desplazamiento en su
longitud de onda (el desplazamiento gravitacional al
rojo o desplazamiento de Einstein), lo que fue comprobado midiendo el
desplazamiento aparente de una estrella, con respecto a un grupo de
estrellas tomadas como referencia, cuando los rayos luminosos
provenientes de ella rozaban el Sol.

Desplazamiento de Einstein

Para evitar el deslumbramiento del observador por los rayos solares, la


verificación se llevó a cabo aprovechando un eclipse total de Sol que
tuvo lugar en 1919. La estrella fue fotografiada dos veces, una en
ausencia y otra en presencia del eclipse. Así, midiendo el
desplazamiento aparente de la estrella respecto a las estrellas de
referencia, se obtenía el ángulo de desviación que resultó ser muy
cercano al que Einstein había previsto.

El concepto de tiempo resultó profundamente afectado por la relatividad


general. Un sorprendente resultado de esta teoría es que el tiempo debe
transcurrir más lentamente cuanto más fuerte sea el campo gravitatorio
en el que se mida. Esta predicción también fue confirmada por la
experiencia en 1962. De hecho, muchos de los modernos sistemas de
navegación por satélite tienen en cuenta este efecto, ya que de otro
modo darían errores en el cálculo de la posición de varios kilómetros.

Otra sorprendente deducción de la teoría de Einstein es el fenómeno de


colapso gravitacional que da origen a la creación de los agujeros negros,
concentraciones de masa de tan altísima densidad que su fuerza de
gravedad atrapa incluso la luz. Dado que el potencial gravitatorio es no
lineal, al llegar a ser del orden del cuadrado de la velocidad de la luz
puede crecer indefinidamente, apareciendo una singularidad en las
soluciones. El estudio de los agujeros negros se convertiría en pocos
años en una de las áreas de investigación de mayor actividad en el
campo de la cosmología; tal sería el centro de interés de las fructíferas
hipótesis de otro insigne físico, Stephen Hawking.

Precisamente a raíz de la relatividad general, los modelos cosmológicos


del universo experimentaron una radical transformación. La cosmología
relativista concibe un universo ilimitado, carente de límites o barreras,
pero finito; el espacio es curvo en el sentido de que las masas
gravitacionales determinan en su proximidad la curvatura de los rayos
luminosos. Sin embargo, el matemático ruso Alexander Friedmann
concibió en 1922 un modelo que representaba un universo en expansión
y obedecía también a las ecuaciones relativistas de Einstein. Con todo,
la mayor revolución de pensamiento que la teoría de la relatividad
general provoca es el abandono del espacio y del tiempo como variables
independientes de la materia, lo que resulta sumamente extraño y en
apariencia contrario a la experiencia. Antes de esta teoría el espacio y el
tiempo se concebían como independientes entre sí y como referencias
absolutas con existencia previa a la del universo; estas intuitivas
"evidencias" que mantenemos en la vida cotidiana eran también los
presupuestos que subyacían en la mecánica de Newton y en el
racionalismo de Descartes.

Es algo decepcionante. Porque a nuestra escala y perspectiva apenas


podemos notar nada. Gracias a la relatividad, ¿rejuvenezco si me pongo
a practicar running compulsivamente? La respuesta es «no». Sin entrar
en cuestiones de salud, lo único cierto es que «envejeces menos
deprisa», señala la profesora de Física Teórica de la UAM e investigadora
del IFT Belén Gavela. Los corredores ganan unos fragmentos de
nanosegundo de vida respecto a alguien que nunca se mueve.

Pero las teorías de Einstein permiten hacer funcionar tecnologías


cotidianas y nos permiten «explicar agujeros negros, el Big Bang o la
expansión acelerada de las galaxias», entre otras cosas, apunta el
astrónomo Rafael Bachiller.

La publicación de la relatividad especial (1905) cuadraba ecuaciones


imposibles bajo una premisa conocida: la velocidad de la luz es siempre
casi 300.000 km/s en vacío, «independientemente de lo rápido o la
dirección a la que se mueva el foco que la emita», -eso se experimentó
en 1887-.
Nada puede superarla. Porque las cosas, a velocidades enormes, ganan
masa y nos supone infinita energía moverlas, de la misma manera que
nos cuesta menos acelerar un carrito que un camión. Pero Einstein
concreta que masa y
energía son lo mismo,
«como felizmente
comprobamos en los
aceleradores de
partículas, o como
desgraciadamente
muestran las bombas
nucleares», apunta Gavela (eso dice E=mc2).

Cómo dilatar el tiempo en Barajas. Recreación de las transformaciones


de Lorentz. M. VICIOSA | J.NADALES

Pero fijémonos en la c de la ecuación: la velocidad de la luz. Si una


persona corre dentro de un tren en movimiento, sumará su velocidad a
la del tren, siempre que midamos desde la estación. Eso con la luz no
pasa.

Desde la perspectiva del andén, alguien vería que las cosas van «más
despacio» en el tren. Y que se acorta. Es como si la naturaleza hiciera lo
posible para que cuadrase la fórmula de la velocidad=distancia recorrida
dividida por el tiempo empleado. Como la velocidad de la luz es
inalterable, no queda más remedio que alterar los otros elementos:
espacio y tiempo. La física de Einstein dice que eso es perfectamente
posible, frente al mundo estático que decía que el tiempo era inmutable.

Así, el famoso experimento mental de los gemelos viene a decirnos que


si un hermano se queda en la Tierra y el otro viaja en una nave a
enorme velocidad, a su regreso, el terrestre se verá más viejo que el
primero. El tiempo «ha pasado» más despacio para el viajero galáctico.

El viajero no se ha dado cuenta ahí arriba. Sus días han durado lo mismo
que en la Tierra, porque los medía con su reloj de muñeca. Pero si lo
hubiera medido con un reloj terrestre, vería que los segundos, allá lejos,
iban más rápido. Esto se probó en 1971 con relojes atómicos subidos a
aviones.

La gravedad entra en juego: relatividad general

Deformación del espacio-tiempo en presencia de masa M.V. | E.M.

Pero, ojo: si el gemelo no hubiese viajado muy rápido, quieto desde


arriba hubiera medido algo desconcertante y opuesto: en la Tierra las
cosas tienden a ir más despacio respecto a sí. Einstein decidió meter en
el juego a la gravedad. Ésta es capaz de engullir tiempo, ralentizar
sucesos. Y deformar el espacio.

Vino a plantear que ésta es una fuerza ficticia. ¿Caen realmente las
manzanas atraídas por la Tierra? Es relativo. Newton hubiera visto en
ello un loco atrevimiento. Pero sus leyes no explicaban bien el
movimiento de astros como Mercurio. La visión de Einstein de la
gravedad se parece más a una tela elástica, que sería el espacio-tiempo.
Al colocar sobre ella un objeto como una bola, la tela se deforma. Crea
una especie de embudo a su alrededor. Si colocamos otra bola más
pequeña cerca y se está moviendo, se desvía y veremos que empieza
incluso a rodear a la primera, acercándose cada vez más. ¿Atrae la bola
grande a la segunda? No propiamente, pero lo parecería.

La «tela elástica» del Universo se deforma cuando hay masas. Y las


masas cambian su trayectoria, como lo hace un coche en una carretera
de montaña llena de irregularidades. Las masas parecen cambiar su
rumbo, pero también la luz y otras energías. La gravedad, además, se
propaga «como lo harían las ondas de radio», apunta Gavela. Dejó de
verse como una fuerza instantánea.

Sabemos que la luz sólo puede ir en línea recta en vacío, pero un eclipse
en 1919 dejó ver en la Tierra estrellas que no deberían estar ahí.
Sencillamente nuestro Sol, con mucha masa, había desviado la
trayectoria de la luz de esas estrellas, como una lente. Aquello probó
que Einstein tenía razón. Eso lo catapultó a la fama. Él se dejó el pelo
largo y al resto, con la lengua fuera.

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