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DE OLIVA
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MADRID
lnduatrlal Qrá.llca, Palma, 44, y Norte, 21
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A ntonio Bermúdez Cañ ete
DE OLIVA
MAD R ID
lncluotrlol Gréflca, Palma, 44, y Norte, 21
1990
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PRÓLOGO
Reconocer e3to, sin embargo, es algo muy difícil para los individu03
y algo casi imposible para colectividades. Por ello, los directores de sus
4 ~o-:iaciones no pueden hablarles con la sinceridad debida. Es carac~
t~1ístico en el régimen democrático, la imposibilidad en que se hallan los
directores de educar-en el sentido estricto de conducir-a la masa.
Es obvio que éstas no votarán normas en contradicci6n con su ideo-
logía e idiosincrasia. Un pueblo de borrachos, por ejemplo, jamás vo-
tará una ley prohibiendo el uso de bebidas alcoh6licas.
Así, los directivos de las Asociaciones de olivareros no pueden-a
menos de perder sus cargos-tratar de convencer a los asociados de que
las faltas están en gran parte en ellos.
Esa ingrata labor ha de ser realizada por nosotros, los que, interesa~
dos práctica y te6ricamente en la cuesti6n, somos, sin embargo, total-
mente independientes.
Yo he reflexionado largamente si debería publicar estas líneas, tan
impoliticamente sinceras. Creo debo hacerlo y debo arrostrar serena~
mente la impopularidad, que transitoriamente, y en la gran masa de
los olivareros, ello pueda producirme. Esto, por la más elemental gra-
titud. Y o he podido llegar a trazar estas líneas por los beneficios que a
mi familia ha producido la agricultura, y más concretamente, la agri-
cultura y la industria olivarera. é Qué menos podré yo hacer con ella que
exponer sinceramente lo que pienso, ayudando en la medida de mis
fuerzas a la soluci6n del problema que la agobia?
Un proverbio inglés dice: ((Peor que perder, es no saber que se
pierde». Más grave aún que la baja actual de los precios es el descono-
cimiento de la naturaleza de esa baja, de su origen y de su probable
trayectoria.
Por eso, yo, que nada temo y nada me importa política~ aun so-
cialmente-, me decido a la publicaci6n de este folleto, en el que he
puesto toda mi voluntad, y además todo mi amor por la tierra que fué
mi cuna, y donde viven-y de la que viven-todos los míos.
A éstos, a los olivareros que ahora luchan en la adversidad, y a la
memoria de mi pobre padre, que ha visto sus últimos días amargados
con la baja de un producto en el que él puso tantas ilusiones, va dedi-
cado este "~trabajo.
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Madrid-Baena, enero de 1930.
Las líneas que siguen, quieren ser un ensayo sobre un problema tan
interesante--teórica y prácticamente--como desconocido. Ya me he
lamentado en la Prensa diaria (en El Debate del día 15 de diciembre
de 1929) del abandono en que se tiene esta cuestión tan decisiva en
nuestra economía nacional. Y he procurado señalar las causas. Para
evitar, pues, que pueda aplicárseme el reproche que a otros hice de dejar
a un lado lo que tanta atención merece, quiero esbozar las líneas ge-
nerales del problema tal como yo me lo he planteado.
Falta de tiempo me ha impedido una más adecuada elaboración de
los materiales que ofrezco. Perdónese tal insuficiencia en atención a
la urgencia del problema . En otra ocasión y con más tiempo, elabo-
raré más perfectamente tales materiales, si es que se piensa ~s acertado
mi modo de plantear y ver la cuestión.
11
(r) Taylor (A .), Wisconsin Extensiom¡, Circular ,N.o rso. Madison, 1922.
Página S· ·
(2) 81uchel (F. A.), «The Commerce of Agriculture. A survey of Agricul-
tura) ResourceS>>, página 259. Nueva York, 1926.
EL PRECIO DEL ACEITE DE OUVA 11
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1 n m TV V VI Vll VIII IX X XI XII
. GRÁFICO NÚM. I .
nerales. Por tanto. para inducir cuál será en el futuro inmediato el pre-
cio probable del aceite de oliva, habrá que conocer cuál es la tendencia
de los precios de los productos o aceites sustituibles por él y la tendencia
general del nivel de precios internacionales
EL PRECIO DEL ACEI fE DE OUVA '3
Por los gráficos que publicamos se ve t 1) que en e! transcurso del año
bajan y siguen con tendencia a la baja, no sólo el nivel de precios
general internacional, sino muy especialmente los precios de las pri-
meras materias o productos naturales que son objeto de preeminente
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GRÁFICO NÚM. 2.
(1) Dichos gráficos están trazados sobre los precios diarios c:n Londres
-cuando no se indica lo contrario-, según los publica el «Trade Supplemenhl
de <cThe Times». Los números arábigos bajo las accisas se refieren a los días
del mes. A éstos corresponden los números romanos de la línea Inferior.
14 ANTONIO BEI'tMÚDEZ CAf.iETE
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GRÁFICO NÚM. 7·
retiene y aun compra para aumentar sus existencias e impedir que de·
otro modo éstas depriman el mercado. En los metales, es pública la exlS·
tencia de un ucárteh1 del cobre, de un acuerdo europeo respecto al
plomo, de un ((cártel11 para el cinc y de un acuerdo respecto a los te-
rritorios extraeuropeos de los productores de estaño. Por último, es so-
bradamente conocido el estado de acuerdo entre los productores de azú-
car de caña y la celebración de repetidas conferencias de los productores
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GRÁFICO NÚM . 8.
IV
1
Ofrecen éstos en 1929 una similitud nada común, y, por tanto, in-
teresantísima. En América, Inglaterra y Alemania, los precios al por
mayor acusan paralela tendencia, como se ve por el gráfico N.• 9 que
publicamos : bajan de marzo a mayo, reaccionan primero en América a
mediados de mayo, y al mes siguiente, primero en Inglaterra y luego
en Alemania. La subida del descuento. que se efectúa en pleno verano,
lleva los precios a buscar la accisa. bajando en Norteamérica de 98,0 en
julio a 96 en noviembre, y, según el índice de Fisher, de 148,5 en julio
.
l .a 140 en noviembre. En Alemania, el índice, que en agosto es de
138,3, baja a 135, 5 en noviembre. En Inglaterra, de 137 en julio, baja
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G RÁFJCO NÚ M. 9·
los Municipios, por sanear las haciendas municipales y por realizar las::
indispensables obras de urbanización, han acudido a una política 'de
intensa presión tributaria, exigiendo, ~o ya el exacto pago de-los an~
tiguos impuestos-antes no debidamente satisfechos- , sino estable-·
ciendo otros nuevos. Todas esas nuevas .cargas financieras únense a la
mayor presión tributaria de la hacienda nacional y vienen a gravitar-
pesadamente sobre la producción primordial de muchos pueblos : la
olivarera.
Además, en virtud de la política social, opuesta al desarrollo de So-
ciedades de resistencia obrera, seguida desde el Gobierno Maura en
1919, los precios de los salarios han sido siempre bastante bajos, muy·
poco por encima del límite mínimo de subsistencia. Así, al ·llegar la
crisis presente, los arren<;latarios encuéntranse oprimidos, d!! un lado,
por los contratos jurídicos, que les imposibilitan el bajar la renta, ¡y de-
otro, se les hace muy difícil el rebajar jornales, que ya estaban casi en.
el límite mínimo de subsistencia . Los propietarios sienten lo mismO>·
esto último. Y unos y otros, las mayores cargas fiscales, locales o na-
cionales.
A consecuencia de ello, arrendatarios y propietarios, sin formación
técnica para intentar un cultivo más intensivo y una explotación más-
racional (que al mismo tiempo no deben plantear lógicamente los pri-
meros, por no encontrar garantías jurídicas que les permitan el disfrute· •
de esas mejoras), vénse reducidos a una situación muy difícil, en la que,
naturalmente, han de resistir todo lo posible la oferta de sus aceites,
que significa para ellos la baja de los precios, y, por tanto, su ruina.
Esto explica la gran "transcendencia social de la baja del aceite, por
pequeña que parezca.
P or otra parte, la subida de los arrendamientos de los olivares y, en..
general, el aumento de beneficios de éstos, ha motivado el crecimiento
extraordinano de las plantaciones de olivares. Mientras que en los doce-
años siguientes a 1904. o sea de 1904 a 1916, el desarrollo de la ex-
tensión de ios olivares pasa de 1.327.000 hectáreas a 1.487.000, o sea
con un aumento de 160 hectáreas, equivalentes a un incremento del
11 ,4 por 100; de 1916 a 1928 el coeficiente de crecimientos ha sido de·
u n 15, 1 por 1OO. Tal aumento de olivares ha de pesar actualmente como
exceso de oferta, tendiente a bajar los precios.
Esto, en cuanto a la producción.
En cuanto al comercio, la economía del aceite dista mucho de es-
tar a la altura de la técnica y de las exigencias actuales.
El comercio interior se realiza por una cadena excesiva de interme-
diarios. El detallista, ni aun en los centros productores suele comprar
directamente ·del fabricante. En las grandes poblaciones, compra ge~
EL PRECIO DEL ACEITE DE OLIVA 23
neralmente a los almacenistas, que son quienes les conceden el crédito a
tres meses de que se sirven. Hasta la misma post-guerra no han empe-
.zado a establecerse en Madrid despachos de venta al menudeo por
cuenta de los productores. Aun hoy, esas tiendas existen sólo en Ma-
drid y Barcelona.
Dadas las características generales de nuestro comercio al por me-
nor, no es de extrañar, por otra parte, que aun sin tener en cuenta los
excesivos intermediarios, sean grandes las diferencias entre el pre-
.cio al por mayor en los centros productores y el al por menor en
los de consumo. Nuestro comercio está enfermizamente subdividi-
do, realizándose por pequeñas Empresas familiares o colectivas, in-
capaces de la organización racional moderna. Entre nosotros, por
ejemplo, se desconoce la eficacia de la propaganda por los listines
de precios en la Prensa, y, por faltas de nuestro sistema de crédito, no
se practican las grandes liquidaciones de inventario y post-estacionales,
que tantas ventajas reportan en los países grancapitalistas. ¿Qué tiene
.de extraño, pues, que nuestros precios al por menor se muevan tan len-
tamente y sigan con tanta dificu ltad las bajas de los precios al por
mayor?
El comercio al por mayor y de exportación ha estado hasta la gue-
·rra casi exclusivamente en manos extranjeras. Desde esta época , van
.desarrollán dose por algunas poderosas Empresas, y por la actividad
de éstas, España va convirtiéndose cada día más en exportadora directa.
Según datos de la Federación de Exportadores de Aceite de Oliva,
actualmente, de las 63 Empresas que componen la Federación, sola-
mente cuatro o cinco son extranjeras por su capital. Puede, pues, de-
cirse que la casi totalidad de nuestra exportación de aceites se hace
ya por españoles.
Eso no quiere decir que otras naciones, y especialmente Italia . no
se hayan apresurado a desarrollar su exportación aceitera, consiguien-
do más rápidos progresos que nosotros respecto a ciertos países, como
Argentina. Mientras que las importaciones de aceite en esa nación su-
ben de 293 .000 quintales en 1924 a 349,5 en 1927, esto es, en un
18, 2 por 100, las exportaciones de España a aquel país disminuyen de
"8 a 6,2 millones de kilos.
No obstante, es innegable el progreso de nuestro comercio de ex-
portación aceitera, a pesar de los dos grandes inconvenientes que pe-
san sobre él : es el uno, la falta de organismos bancarios de financia-
·.ción de las exportaciones, ¡y el otro, la falta de preparación técnica co-
mercial y económica de nuestro personal, educado en un país donde los
~tudios económicos no tienen una F ecultad universitaria. Al primero,
:Sin embargo, se le puede ya poner remedio, tras la fundación del Banco
24 ANTONIO BERMÚDEZ CA~TE
VI
(I) Ese diagrama no puede admitirse sino como una tosca indicación.
Aunque Jos datos en que se basa me han sido suministrados- amablemente-
por la Federación de Exportadores de Aceite de Oliva, los creo poco exactos.
No sería posible, de otro modo, que apareciese tal estabilidad en los precios
durante meses en que el mercado estuvo muy movido.
EL PRECIO DEL ACEITE DE OLIVA
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Solucione~ y su crítica
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EL PRECIO DEL ACEITE DE OLIVA
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