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EL PRECIO DEL ACEITE


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DE OLIVA

8nsayo de una investigación so-


bre la actual crisis- funcional y
estructural- de nuestra economfa
aceitera.

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MADRID
lnduatrlal Qrá.llca, Palma, 44, y Norte, 21
19 3 o
A ntonio Bermúdez Cañ ete

EL PRECIO DEL ACEITE

DE OLIVA

Ensayo de una investigación so-


bre la actual crisis- funcional y •
estructural- de nuestra economla
aceitera.

MAD R ID
lncluotrlol Gréflca, Palma, 44, y Norte, 21
1990
r


-
PRÓLOGO

Pretendo con las presentes líneas de introducción, explicar los mo-


tivos que me han impulsado a publicar en tirada aparte el estudio que~
sigue, y que fué redactado para el número de diciembre de 1929 de la
Revista Nacional de Economía.

Mas primeramente procede una acla.ración del título y una expla-


nación del método empleado, ya que este folleto aspira a difundirse en-
tre un público pro/ano en estudios económicos.
Creo no necesitará justificación el calificar de ucrisisll el período por
que atraviesa actualmente la economía aceitera. Como se ve.rá en la
exposición que sigue, los precios han bajado aproximadamente en un
cuarenta por ciento. Y esa baja ha sido rápida, y ha producido la per-
turbación consiguiente en los elementos productores. Claro que, en ge-
neral, no podemos apreciar ésta por los indicios típicos en la economía
capitalista-las quiebras y suspensiones de pagos-, ya que éstas no
su/en tomar carácter jurídico o judicial, dada la situación peculiar de
los productores . La ruina del cdabrador>> es callada y oscura como su
vida.
Esta crisis por que atraviesa la economía (se entiende por ésta, en
sentido estricto, el conjunto de la producción, el comercio y el consumo
de un producto o grupo de productos) del aceite, es, a mi juicio, doble.
De una' parte, trátase de una crisis por los economistas llamada «/un-
cionalll. Consiste ésta en variaciones inoportunas o exageradas de la pro-
ducción o del consumo, que se manifiestan por las variaciones de pre-
cios en el mercado. Del lado de la producción-de la oferta-suele
ocurrir que, por un exceso de optimismo de los empresarios o elemen-
tos directores de la producción (los c<labradoresll en nuestro caso), al
juzgar la capacidad de compra del futuro mercado, se produce más de
lo conveniente. Al presentarse esa oferta excesiva de un producto en
el mercado, el precio de éste, naturalmente, baja. Si el exceso de ofer-
ta es pequeño y el mercado muestra la suficiente elasticidad, sólo se
4 ANTONIO BEltMlÍDEZ cARETE

verifica una «depresión» en los precios, que provoca una disminución


de la oferta y de la producción, hast~ que se establezca de nuevo el
equilibrio en el mercado. Tales crisis son, pues, inevitables, y se pro-
ducen por la falta de plan con que funciona la economía capitalista.
Sus trastornos son, consiguientemente, efímeros, y actúan como correc-
ciones naturales. L as «crisis» funcionales son meras manifestaciones
de trastornos del mercado.
Si la del aceite sólo tuviese este carácter, ya sería , de todos modos,
grave. Como el olivo tarda de diez a aquince años en dar fruto, y luego
siguen cinco a diez años de aumento de producción , si la causa de la
baja actual del precio del aceite de oliva fuese exceso de producción,
quiere decir que ese exceso habría de ser cada vez mayor en los cuatro
• '• 01anos
o cmco - proxzmos.
' .• ' M'as, como se vera' en e l curso de este ensayo, no
~arece' ser el exceso' de' p~oducción de aceit~ (por mayores cosedÍas de
acez·tuna · · ·)l J me' t odos a~e o'btenczon
"· y me¡ores z'·
· , de acez·te) 1a causa f un d amen-
tal ni principal, de la baja actual.
H ay otros casqs en que.la alteración de la pr9ducción-de la oferta-
de un producto no es mediata .• y funda1mentalmente, sino la conse-
cilencig 'de' una deformacilm en la estructura Jde la organización pro-
ductora. Tal deformación rio suele advertirse, naturalmente, durante la
coyuntura de alza de precios, sino al saturarse el mercado, que ya no
puede 'absorber bienes con excesivos costos de producción obtenidos,.
Entonces, y como la producción está en/ermizamente desarrollada, se
hace imposible la adaptación a la disminuida capacidad de com pra del
mercado, y la crisis surge, haciendo patentes los vicios de formación de
economía productora. Tal creemos es, en parte, el caso de nuestra
economía olivarera. La tarea de sanearla y modernizarla se denomina
por muchos «racionalización )) . Yo creo debíamos llamarla ordenación, ya
que de lo qu'e se trata es de cwraenar» la producción con arreglo a un
plan racional-científico
Ejemplos de crisis estructurales : la de nuestra industria textil algo-
donera a partir de 1920, y la de. la siderurgia inglesa en la postguerra.
Un ejemplo de crisis funcional y estructural a la vez, lo tenemos en la
industrid carbonera inglesa, y como hemos dicho--y luego veremos-
en nuestra economía aceitera en la actualidad. En las páginas que si-
guen se esboza und exposición de cómo la baja del aceite de oliva obe-
dece a una perturbación del mercado de aceites, y 1 en genral, de pro:
duetos, todo ello dentro de una fase de baja general de precios (crisis
funcionaQ. Mas tam bién esa crisis está operada por efectos de organi-
zación de nuestra economía olivarera (crisis estructural).
Los motivos científiéos que me mueven a pub(icar este embriona-
rio estudio soh de dos ó~denes. De una parte, creo contribuir ,al pro-
PRÓLOGO 5
gre~o de nuestra ciencia económica, estudiando el precio actual del acei-
te dentro del cuadro en que racionalmente debe colocar~e. De otra par-
le, al asf hacerlo, doy pie a otros más preparados a que critiquen mi es-
bozo, revelándome ~us defectos y posibilitando así que el estudio fun-
damental que sobre la cuestión preparo sea más útil y acertado de lo
q ue yo, abandonado a mis propias escasas fuerzas , podría lograr.
Pero son, sobre todo, motivo~ de orden práctico los que me impul-
san a la precipitada publicación de este ensayo.
En general, creo interesa a toda la economía nacional el conocer
-siquiera sea tan incompletamente como aquí se expon~--cuál es la
situación real de una de las producciones más importantes del país.
Hasta ahora, ello era imposible. Este esbozo, con su carácter rudimen-
tario, es, con todo, la única monografía que creo existe publicada sobre
la economía del aceite de oliva. Entre todas las primeras materias o
productos importantes con que cuenta la economía mundial, quizás sea
la del aceite de oliva la única que no cuenta con un estudio monográfico.
Elloes explicable: El único país culto con una producción aceitera absolu-
ta y relativamente considerable es España. Tal estudio habría, pues, de
interesar principal'"llente sólo a nosotros. Por tanto, si no~otros, los inte-
reiJados principales, no hemos hecho esa investigación, los demás me-
nos se han preo::upado u~ intentarla.
En concreto e inmediatamente este esbozo va dirigido a los oliva-
reros españoles, a los cuales yo, por intereses materiales y afectos míos
y de mi familia, pertenezco.
Por razones que en parte luego se exponen, los olivareros españoles,
y especialmente andaluces, van andando por un camino que bien pu-
diera ser de perdición.
Instintivamente, ellos tienden a buscar en otros las culpas de sus ma-
les. Como es natural, 11Ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en
el propio¡¡. Nuestra clase olivarera, como todas las clases del mundo,
pie;u.a que las causas de su crisis son exójenas. La cutpa está, para
ellos, en que la clase X o la política económica del ministro H hicie-
ron esto o dejaron de hacer lo otro, que ellos juzgan perjudicial para
sus intereses. En lo que a los olivareros respecta, es indudable que en
muchos puntos llevan razón. La descabellada medida del ministro se-
ñor Espada, por ejemplo, prohibiendo al finalizar la guerra europea
la exportación de nuestros aceites, impidió la consolidación de los nue-
vos mercados exteriores-adquiridos a costa de grandes esfuerzos-du-
rante la guerra europea .
No cabe duda, sin embargo, que las causas o variables verdadera-
mente determinantes de un crisis estructural como la presente, son en-
dógenas; proceden de defectos o deformidades propias.
ANTONIO BERMOOEZ CAÑETE

Reconocer e3to, sin embargo, es algo muy difícil para los individu03
y algo casi imposible para colectividades. Por ello, los directores de sus
4 ~o-:iaciones no pueden hablarles con la sinceridad debida. Es carac~
t~1ístico en el régimen democrático, la imposibilidad en que se hallan los
directores de educar-en el sentido estricto de conducir-a la masa.
Es obvio que éstas no votarán normas en contradicci6n con su ideo-
logía e idiosincrasia. Un pueblo de borrachos, por ejemplo, jamás vo-
tará una ley prohibiendo el uso de bebidas alcoh6licas.
Así, los directivos de las Asociaciones de olivareros no pueden-a
menos de perder sus cargos-tratar de convencer a los asociados de que
las faltas están en gran parte en ellos.
Esa ingrata labor ha de ser realizada por nosotros, los que, interesa~
dos práctica y te6ricamente en la cuesti6n, somos, sin embargo, total-
mente independientes.
Yo he reflexionado largamente si debería publicar estas líneas, tan
impoliticamente sinceras. Creo debo hacerlo y debo arrostrar serena~
mente la impopularidad, que transitoriamente, y en la gran masa de
los olivareros, ello pueda producirme. Esto, por la más elemental gra-
titud. Y o he podido llegar a trazar estas líneas por los beneficios que a
mi familia ha producido la agricultura, y más concretamente, la agri-
cultura y la industria olivarera. é Qué menos podré yo hacer con ella que
exponer sinceramente lo que pienso, ayudando en la medida de mis
fuerzas a la soluci6n del problema que la agobia?
Un proverbio inglés dice: ((Peor que perder, es no saber que se
pierde». Más grave aún que la baja actual de los precios es el descono-
cimiento de la naturaleza de esa baja, de su origen y de su probable
trayectoria.
Por eso, yo, que nada temo y nada me importa política~ aun so-
cialmente-, me decido a la publicaci6n de este folleto, en el que he
puesto toda mi voluntad, y además todo mi amor por la tierra que fué
mi cuna, y donde viven-y de la que viven-todos los míos.
A éstos, a los olivareros que ahora luchan en la adversidad, y a la
memoria de mi pobre padre, que ha visto sus últimos días amargados
con la baja de un producto en el que él puso tantas ilusiones, va dedi-
cado este "~trabajo.
,r "
)~
Madrid-Baena, enero de 1930.
Las líneas que siguen, quieren ser un ensayo sobre un problema tan
interesante--teórica y prácticamente--como desconocido. Ya me he
lamentado en la Prensa diaria (en El Debate del día 15 de diciembre
de 1929) del abandono en que se tiene esta cuestión tan decisiva en
nuestra economía nacional. Y he procurado señalar las causas. Para
evitar, pues, que pueda aplicárseme el reproche que a otros hice de dejar
a un lado lo que tanta atención merece, quiero esbozar las líneas ge-
nerales del problema tal como yo me lo he planteado.
Falta de tiempo me ha impedido una más adecuada elaboración de
los materiales que ofrezco. Perdónese tal insuficiencia en atención a
la urgencia del problema . En otra ocasión y con más tiempo, elabo-
raré más perfectamente tales materiales, si es que se piensa ~s acertado
mi modo de plantear y ver la cuestión.

Naturaleza del precio del aceite de oliva

Es bien sabido de los lectores de esta Revista que en la dinámica


de los precios, el de una mercancía se fijará allí donde la última uni-
dad disponible del mismo alcance un precio remunerador en el mer-
cado. Naturalmente que esta última unidad que logre la venta será
la producida con mayores costos, ya que de existir otra más barata-
mente producida, sería ésta la que acudiría a venderse, dejando un
margen de beneficio. El hecho de que estas mercancías se obtengan
según las leyes de producción, creciente o decreciente, no modifica
nada la verdad de aquel postulado.
ANTONIO BEftMÓDEZ c ARETE

En el caso de que varias mercancías sean consuntivamente análo-


gas o, mejor dicho, iguales, el precio de una de ellas estará necesaria-
mente formado en relación con el precio de conjunto, y desde el punto
de vista económico, este precio de conjunto se formará como si todas
las mercancías que lo forman fuesen lo mismo. Así, en el caso que nos
ocupa, el precio del aceite de oliva se formará en conexión con los
precios de los demás aceites que sirvan lo mismo que él para fines
especiales de consumo.
Todos sabemos, por otro lado, que así como existe un mercado
nacional en el que concurren todas las economías que forman parte
de ese organismo económico, así el conjunto del organismo económico
nacional es, a su vez, miembro que concurre a formar el mercado del
último organismo económico, cual es la economía internacional ( 1),
Siendo esto así-y prescindiendo de los fenómenos dinerarios e Ínter ·
valutarios-, el precio de los productos o mercancías que <<sobren"
(esto es, que no encuentren precio remunerador dentro de la economía
nacional) habrán de exportarse y buscar su precio en el mercado inter-
nacional. Entonces será el precio de la cantidad exportada, por insig ·
nificante que ésta sea, el que fije el nivel de la totalidad del precio
nacional. Esto será verdad aun en el caso de que, como ocurre con
el aceite de oliva en España, se establezcan diñcuftades para la im ·
portación de aceites extraños, ya que si en el mercado nacional esa
cotización de precios supera a la del mercado internacional, no habrá
quien arrostre el riesgo de la exportación pudiendo vender el aceite
en el mercado interior a iguales o mayores precios que en el exterior.
Por tanto, esa nueva oferta de aceite disponible, y que hemos supuesto
sobrante para el mercado nacional , al acudir a éste haría bajar los pre-
cios a un nivel inferior al que tienen en el mercado internacional.
No es éste el lugar de hacer un estudio, por otro lado ya varias
veces bien intentado sobre el comercio o mercado internacional (2). Bas-
tará con recordar los postulados del mismo, hoy generalmente admi·

(r) No he de negar mi simpatía ideológica po r la Escuela Universalista


de Spann. Creo innecesario citar las conocidas obras de este autor. Entre
ellas se destaca el manual famoso ((Fundamente der Volkswirtschaftsle hrell.
Tercera edición. Jena, 1923.
(2) Los estudios que, a mi juicio, tratan más ace rtadamente esta cuestión.
son: An geU (hu.), c<The theory of international prices History . criticism
· and restatement>>. Cambridge (Mass.). 1926. Ohlin (B .), «lst eine moderni-
siening der Ausseuhandelsthorie Erforderlicll)), en <c\>Veltwi rtscbafliches Ar-
chiv. 26 (1927), y Melchinger (E .). «Die lnternationate Presshildung. Wirts-
chaftstheoretische U ntersuchung )). Tühinga. 1929.
EL PRECIO DEL ACEITE DE OLIVA 9
tidos por los teóricos. Estos postulados son : 1.• Lo mismo que en·
tre las economías, miembros de un mercado nacional, en el inter-
nacional sólo tendrán cabida para precios remuneradores aquellas eco-
nomías que produzcan aquel producto con costos iguales o inferiores
a las demás economías nacionales concurrentes. 2. o Las exportaciones
sólo son posibles cuando el precio del producto en los bordes de la
nación es inferior al precio de aquella mercancía en el mercado in ter ·
nacional. 3. o Los costos de produción nacionales dependen de los
costos reales de producción y del nivel de precios, es decir, de la ca-
pacidad de compra del dinero de la economía nacional, en fun-
0
ción éste del cambio intervalutario. 4. Así como los precios nacionales
son interdependientes, así también lo son los precios en el mercado
internacional, y, por tanto, habrá de registrarse en éste análogamente
un movimiento cíclico.
El precio del aceite de oliva será, pues, internacional, y sus va-
riaciones serán una función inmediata del precio de los demás aceites
de aplicaciones análogas y mediata del nivel de precios en el mercado
internacional.

11

Los precios de las grasas

Habremos de determinar, por consiguiente : Primero, en qué con-


diciones se producen los demás aceites--esto e.s , cuáles son los costos
de producción naturales-- de los aceites concurrentes ; segundo, cuál
es la tendencia actual del mercado internacional, y tercero. cuál es el
nivel relativo de los precios en España. Sabiendo lo primero. podremos
inducir cuál será lo que podremos llamar, siguiendo la terminología
clásica, el precio natural o estático del aceite, y el segundo, el precio di-
námico o de mercado.
Sabido es que los costos de producción son los costos de los ele-
mentos que intervienen en aquélla, o sea naturaleza o mundo físico :
hombre y capital.
El costo de producción de la naturaleza será el costo técnico, por
así decirlo. La cantidad de energía física y biológica que la naturaleza
10 ANTONIO BEftMÚDEZ CAÑETE

emplea en produc1r una cosa. El costo de producción natural de los


aceites estará, pues, determinado por la energía solar y la fertilidad de
la tierra necesaria para producir el aceite. Este, como todas las grasas,
no es sino el producto de transformaciones químicas verificadas pt>r la
energía solar. En las. grasas animales, este camino es doble, ya que para
obtenerlas hay que convertir la energía solar en almidón , y después en
grasa, a través de las plantas, las cuales son comidas y asimiladas por
los organismos animales, que convierten aquel almidón o grasa vegetal
en grasa animal. Las vegetales son obtenidas inmediatamente por las
plantas, que convierten la energía solar- y por los elementos que recl-
ben del suelo-directamente en grasa o aceite ( 1) .
Desde el punto de vista de los costos naturales de producción, ten-
dremos, pues, que las grasas animales serán siempre más caras-más
costosas- que las vegetales.
Entre las grasas vegetales, y atendiendo también al coste natural
de producción, es evidente que serán más baratas aquéllas producidas
en regiones tropicales, menos baratas las producidas en regiones cen-
trales y más caras las producidas en regiones frías. Esto, porque la ener-
gía solar va siendo menor, como es sabido, desde el trópico a los Po-
los. Las plantas tropicales producirán, pues, un aceite más barato
-otras condiciones supuestas iguales-que las situadas en los otros
climas (2).
Estos costos de producción natural están influídos decisivamente
por un elemento económico de importancia, cual es la renta de la tierra.
Es evidente la que podríamos llamar ley de Brentano- ya que ha sido
ese insigne economista alemán quien más claramente la formuló--. Se-
gún esa ley, los países más densamente p oblados tienen una tierra tan-
to más cara cuanto más densa es la población que en ella habita. La
razón está en que. siendo la oferta de la tierra constante, la demanda
de la misma estará necesariamente en proporción al número de habitan-
tes que la pueblan. La tierra más cara hará que la producción en ella ob-
tenida sea más cara, por la necesidad de computar en el coste de pro-
ducción la renta de la tierra. Siendo esto así, los aceites producidos en
los países de escasa densidad de población serán más baratos que los
producidos en países más poblados.
Otro elemento que, siendo de naturaleza técnica, influye, si no en el
costo de producción, al menos en la utilidad del producto, y, pox: tan-

(r) Taylor (A .), Wisconsin Extensiom¡, Circular ,N.o rso. Madison, 1922.
Página S· ·
(2) 81uchel (F. A.), «The Commerce of Agriculture. A survey of Agricul-
tura) ResourceS>>, página 259. Nueva York, 1926.
EL PRECIO DEL ACEITE DE OUVA 11

to, en su demanda-y de ahí, en el precio--, será la susceptibilidad de


utilización del producto para las necesidades humanas. Es evidente
que un aceite de muchas aplicaciones, a costos de producción iguales,
será más demandado, esto es, tendrá más precio que otro susceptible de
menores usos. Según mis observaciones, las grasas animales y vegeta-
les son susceptibles de servir para los siguientes productos o grupos de
aplicaciones industriales o de consumo directo. Estos son : 1.•, acei-
tes de cocina; z.·. oleomargarina; 3.0, margarina; 4 .", estarina ani-
mal; 5.", ídem vegetal; 6 .", manteca neutra; 7.", jabón; 8 .", para las
industrias del metal; 9 .", grasas para lubrificantes; 1O, ídem para pro-
ductos coloran tes y sustitutos de la piel y de la goma ; 11 , ídem para
productos domésticos en general ; 12, sustitutos de la manteca. P ues
bien, entre todos esos productos o aplicaciones, los aceites vegetales
comestibles sustituíbles por el de oliva se pueden clasificar , en orden a
las aplicaciones o productos más arriba mencionados, del modo si-
guiente:

Orden de importancia, según el número de aplicaciones cualitativas:


Níamero dt
ACEITES aplfeaclonu

1." Aceite de algodón........................ 1O


2." Aceite de cacahuet.... .................... 8
3." Aceite de soja.... .......... .. .. ............ 8
4." Aceite de oliva............................ 4
5." Aceite de coco................... .. ......... 3
6." Aceite de palma... ........ ... ..... ...... .. 3

Por tanto, y atendiendo a lo que podríamos llamar condiciones natu-


rales, y a la aplicabilidad, se tiene : primero, que las grasas animales
serán más caras que las grasas vegetales ; segundo, que entre los aceites
vegetales podrán ser más caros los de algodón, cacahuet y soya, que el
de oliva ; tercero, y, consiguientemente, el aceite de oliva no podrá ver
aumentados considerablemente sus precios del lado de la demanda, sino
por aumento de sus aplicaciones cualitativas.
12 ANTONIO BEftMÚDEZ CAÑETE

lll

Las tendencias de los precios de los productos

Como hemos dicho, el precio de un producto será función inmedia-


tamente de los precios de los productos con los que se puede sustituir,
y a su vez y mediatamente estará en función del nivel de los precios ge-

C'/¡e/ines¡or /00 /¡üras


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1 n m TV V VI Vll VIII IX X XI XII
. GRÁFICO NÚM. I .

nerales. Por tanto. para inducir cuál será en el futuro inmediato el pre-
cio probable del aceite de oliva, habrá que conocer cuál es la tendencia
de los precios de los productos o aceites sustituibles por él y la tendencia
general del nivel de precios internacionales
EL PRECIO DEL ACEI fE DE OUVA '3
Por los gráficos que publicamos se ve t 1) que en e! transcurso del año
bajan y siguen con tendencia a la baja, no sólo el nivel de precios
general internacional, sino muy especialmente los precios de las pri-
meras materias o productos naturales que son objeto de preeminente

Chelines
AL60DON -RIDDLINO
1100 Allf/1/CANO
1080 ( L/YE!IPOOL) .

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1 11 lll IV V Vl VII VID lX x XI xn
GRÁFICO NÚM. 2.

ontratación en las Bolsas de productos de los países grancapitalistas.


¿sa baja es, desde luego, más intensa en algodón, café, cobre, etc. Muy

(1) Dichos gráficos están trazados sobre los precios diarios c:n Londres
-cuando no se indica lo contrario-, según los publica el «Trade Supplemenhl
de <cThe Times». Los números arábigos bajo las accisas se refieren a los días
del mes. A éstos corresponden los números romanos de la línea Inferior.
14 ANTONIO BEI'tMÚDEZ CAf.iETE

intensa en el aceite de algodón egipcio. T ambién se registra en los pre-


cios de los aceites de palma, cacahuet, etc., y, desde luego, en el del
aceite de oliva, como se verá después.
Aunque las causas de esa baja son múltiples y especiales para cada
uno de los productos citados. es evidente que existen dos motivos gene-
rales, que actuaron y actúan en la baja de los precios. Una es, por así
decirlo, natural. Está en la gran producción de las cosechas y en la mi-
nería en relación con la capacidad de compra normal durante 1928,

CJ¡e/illes flO!' J(JK;. (C¡¡/e St1nlos)

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1 n m IV v Vl vn vm a X Xl Xll
GRÁFICO NÚM. 3·

y aun durante años anteriores. (Entre los productos típicamente afec-


tados por el exceso de su producción está el café.) Existe también otro
motivo o grupo de motivos, por así decirlo, de carácter artificiales :
me refiero a la especulación y a la política dineraria.
La baja del descuento acordado por la Conferencia de Banqueros
a comienzos del verano c;le 1927, originó, como es ya universalmente
admitido, un movimiento de especulación y de aumento del poder -:le
compra ; la especulación se hizo primordialmente visible, no sólo en
las Bolsas de efectos, sino también en las Bolsas de productos. Duran-
te 1928, los productos cotizables en Bolsa, o suben o mantienen los
precios alcanzados a mediados de 1927, sin terminar la baja que se im-
EL PRECIO DEL ACEITE DE OLIVA rs
ponía desde 1924-1925. La crisis en las Bolsas de efectos, aunque ya
se dejaba sentir en algunas, no estalla violentamente sino el famoso 24
de octubre en Nueva York. Tal catástrofe hace bajar nuevamente los

t por Tonelada COB!If ( STANDA/10)


( CQTIZAC!ON LA ,AlAS 8A.JA)
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N V VI vn vm IX X XI X:II
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precios de los productos agrícolas y primeras materias. Esto, porque


la restricción del crédito y la quiebra de muchas Empresas influyentes
en el mercado de productos trajo como consecuencia la retirada de la

t por Tonelada CAC/11/UfT


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t-. (EN6HAN~ --~
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1 11 m IV V VI VII VIII IX X XI XII
GRÁFICO NÚM . S·

demanda por parte de éstas, al par que el de la oferta de las existen-


cias y de las disponibilidades con que aquellas Empresas, obligadas a
una mayor liquidabilidad, contaban. A su vez, la baja de las primeras
materias ha obligado a una oferta de los efectos que muchas de esas
IÓ ANTONIO BEitMÚDEZ CAÑETE

Empresas guardaban-sobre todo en Norteamérica-, influyendo con


ello en la baja de las Bolsas de efectos. Un nombre típico en esas in-
cidencias entre Bolsas de efectos y Bolsas de productos, es el de James
Cutten. Una baja típica de productos, motivada durante las peripe-
cias del otoño por las consecuencias de la baja de efectos, fué la del
trigo y las pieles.
Lo que antecede no quiere negar la influencia específica que en la
baja de cada producto han ejercido circunstancias particulares. Los

t por Tonelada
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1 n m lV V VI VII vm IX X XI xu
GRÁFICO NÚM. 6.

precios de los cereales bajaron al hacerse públicas las noticias de las


grandes cosechas de este año. Los metales son los más influídos en sus
precios por la crisis bolsista, ya que han sido siempre objeto de la más
mtensa especulación. El algodón fué, indudablemente, lanzado a la
baja por las apreciaciones optimistas sobre la cosecha americana, que
en noviembre fué apreciada oficialmente por el <tCensus BurÓil en 15 mi-
llones de balas, o sea una cantidad suficiente a cubrir ella sola el con-
sumo mundial anual. Para el café han influído también las crisis bursá-
tiles, aunque es, desde luego. grande la sobreproducción, a la que no
basta a contrarrestar la política de sostén de precios del Gobierno bra-
sileño. En el azúcar, no ha debido influir sino muy remotamente la cri-
EL PRECIO DEL ACEITE DE OLIVA 17
sis de los mercados de efectos. Es en este producto donde la sobre-
producción-consecuencia de las políticas protectoras nacionales--más
se deja sentir. En té, la gran baja que se acusa desde primeros del año
anterior (ha bajado de 15 a 9 chelines por libra) parece ser debida.
principalmente, a exceso de producción.
Esas bajas no se han desarrollado naturalmente. Los precios de

Chelines por Cwt.


/ICE/TE DE ALGODON
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1 11 Ili IV V VI Vl1 VIII IX. X X1 Xll
GRÁFICO NÚM. 7·

casi todos esos productos , si no artificiales, p uede decirse que están


decisivamente influenciados por medidas protectoras de los países o
agrupaciones de productores interesados. Baste recordar algunos típi-
cos ejemplos: En Norteamérica, el ccFederal Farm-Boardll actúa de-
fendiendo el trigo y el algodón por medio de una política indirecta de
concesión de créditos, y aun directa, de intervención en el merca-
do. Respecto al algodón, hay otro poder extraeconómico del Gobierno
egipcio, que también actúa para impedir la baja del precio de éste.
Como es sabido, dicho Gobierno ha fijado un precio mínimo, y además
I8 ANTONIO BEftMÚDEZ CAÑETE

retiene y aun compra para aumentar sus existencias e impedir que de·
otro modo éstas depriman el mercado. En los metales, es pública la exlS·
tencia de un ucárteh1 del cobre, de un acuerdo europeo respecto al
plomo, de un ((cártel11 para el cinc y de un acuerdo respecto a los te-
rritorios extraeuropeos de los productores de estaño. Por último, es so-
bradamente conocido el estado de acuerdo entre los productores de azú-
car de caña y la celebración de repetidas conferencias de los productores

&por Tonelada SOYA

11

~
10
16 13 13 17 15 12 11 14 18 lfl !3 /8
1 11 IIl IV V VI VII VIU IX X XI XII
GRÁFICO NÚM . 8.

de azúcar de remolacha. Incluso en lana ha sido influenciado el mercado


por la restricción artificial de la producción australiana, así como en
petróleo también surte efecto la restricción entre las grandes confe-
rencias de las tres Empresas casi monopolizadoras del mercado.
El té, segun noticias de la Prensa, parece que también va a ser
objeto de defensa por los productores ingleses de Java y por los de
Ceylán y la India, para restringir la siembra en un 1O por 100 y dejar
así disminuída la producción en unos 65 ó 70 millones de libras, por
lo que a Ceylán y la India respectan.
EL PRECIO DEL ACEITE DE OLIVA

IV
1

Los precios mundiales

Ofrecen éstos en 1929 una similitud nada común, y, por tanto, in-
teresantísima. En América, Inglaterra y Alemania, los precios al por
mayor acusan paralela tendencia, como se ve por el gráfico N.• 9 que
publicamos : bajan de marzo a mayo, reaccionan primero en América a
mediados de mayo, y al mes siguiente, primero en Inglaterra y luego
en Alemania. La subida del descuento. que se efectúa en pleno verano,
lleva los precios a buscar la accisa. bajando en Norteamérica de 98,0 en
julio a 96 en noviembre, y, según el índice de Fisher, de 148,5 en julio
.
l .a 140 en noviembre. En Alemania, el índice, que en agosto es de
138,3, baja a 135, 5 en noviembre. En Inglaterra, de 137 en julio, baja

' a 136 en noviembre. No tenemos datos de los precios parciales de los


aceites y grasas, que entran a formar parte del índice del conjunto en
Norteamérica. Para Inglaterra, sólo tenemos los que se comprenden
bajo la rúbrica otros alimentos en la estadística del «Board of T rade,.
Esa acusa una baja de 158 en julio a 145 en septiembre. En Francia,
se incluyen en el grupo de productos vegetales, los cuales acusan una
baja de 614 en mayo a 499 en septiembre. En Italia, esa baja es de 5 54
en mayo a 504 .e n septiembre, por lo que respecta al grupo de alimen-
tos vegetales. Las causas de este descenso en el nivel general de pre-
,cios está-aparte razones sustantivas ya indicadas--en la política di-
neraria de los países grancapitalistas. Los altos descuentos vigentes
durante el año y, sobre todo, las extraordinarias subidas de los mis-
mos a partir de agosto (el 8 eleva Nueva York su descuento al 6 por
100), han contribuído decisivamente a esa baja, más intensa, como se
ve, cuando más alto era el interés del dinero.
Con lo dicho, creo suficientemente señalada la tendencia conside-
rable a la baja que presentan los precios mundiales. Como sabemos,
los precios son interdependientes . Dejando a un lado los movimientos
originados por variaciones en el lado dinerario, las alteraciones de un
precio es conocido que producen en el mercado alteraciones del poder
de compra, que necesariamente otros factores, permaneciendo iguales,
:lO ANTONIO BEftMÚDEZ CAÑETE

habrán de conducir a disminución del precio de los productos. Esto es


lo que en la teoría económica se llama interdependencia de los pre·
CJ08.

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C..... /NtJLATE/1/U.
D..... FRANC/,4
E..... ITALIA.
G RÁFJCO NÚ M. 9·

Admitidos los supuestos que anteceden, tratemos de aplicarlos aho-


ra a enjuiciar el problema del aceite de oliva.

Caracteristicas de nuestra economía olivarera

Ofrece particularidades estructurales que, naturalmente, se traducen-


en los precios.
La gran producción radica en la región andaluza. y más concreta-

EL PRECIO DEL ACEITE DE OUVA 2(

mente, en las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla, o sea lo que po--


dríamos considerar como la Andalucía oriental. Dentro de la superficie
de olivar española, que puede considerarse actualmente como de hec-
táreas 1.628.533, 502.962 están en la Andalucía occidental, y hectá-
reas 399.020 en la oriental. Corresponde, pues, a la región andaluza el
61 por 100 de la superficie de olivar de España. Como esos olivares
son los mejores, puede afirmarse que dos terceras partes de la produc-
ción de aceite de España son obtenidas en Andalucía. En aquella re-
gión, la producción del aceite se realiza con las siguientes caracterís-
ticas:
Los olivares son en su gran mayoría propiedad de señores que los
poseen en fincas de extensión superior a 30 hectáreas. La explotación
de estas fincas se practica por un sistema capitalista, en que, a veces, es
el propietario el empresario, y, a veces, solamente el capitalista. En
este segundo caso, la explotación resulta sumamente irracional y cos-
tosa, ya que el empresario o arrendatario no posee por lo común verda-
dera formación de tal. No tiene adecuada preparación técnica y econó-
mica. En la mayoría de los casos, trátase de obreros que han conseguido
ahorrar el necesario capital de explotación, o de hijos de propietarios sin
formación técnica agrícola adecuada, o con la formación totalmente in-
conveniente de las facultades de derecho. Prácticamente, y por lo que
se refiere a este último caso, suele ocurrir el que los jóvenes con forma-
ctón universitaria que se dedican a <<la laborll seart los menos aptos-por
falta de inteligencia o de voluntad-de los salidos de la Universidad.
Y a sea por las indudables ventajas que se ofrecen en ciertos cargos
burocratizados-Registros, Notarías, etc.- , ya por razones irraciona-
les de moda, es lo cierto que la parte indudablemente más selecta de la
juventud, hija de los olivares andaluces, se aparta de la explotación
de agricultura y de los olivares. Las fincas que a éstos pertenecen son
las que luego se arriendan a los antiguos obreros con ahorros-«jarru-
queros,,-o a los otros hermanos, o a algunos pequeños labradores que
se dedican a ello.
Por otra parte, a partir de los años de la guerra, las ganancias de
la agricultura española, y, sobre todo, de la olivarera, habían crecido
mucho. Así, la demanda de fincas era grande, y los precios de los
arrendamientos han subido en más de un 75 por 100 desde 1918. Los
arrendamientos actualmente en vigor-generalmente pactados por un
plazo de seis años--están hechos con la obligación de pago de una
renta muy crecida, que puede calcularse en unas 3.000 pesetas por
hectárea.
Otra circunstancia que agrava la cri.sis en la economía aceitera, es
la política de urbanización. Desde el advenimiento de la Dictadura,

22 ANTONIO BE!tMÚDEZ CAÑETE

los Municipios, por sanear las haciendas municipales y por realizar las::
indispensables obras de urbanización, han acudido a una política 'de
intensa presión tributaria, exigiendo, ~o ya el exacto pago de-los an~
tiguos impuestos-antes no debidamente satisfechos- , sino estable-·
ciendo otros nuevos. Todas esas nuevas .cargas financieras únense a la
mayor presión tributaria de la hacienda nacional y vienen a gravitar-
pesadamente sobre la producción primordial de muchos pueblos : la
olivarera.
Además, en virtud de la política social, opuesta al desarrollo de So-
ciedades de resistencia obrera, seguida desde el Gobierno Maura en
1919, los precios de los salarios han sido siempre bastante bajos, muy·
poco por encima del límite mínimo de subsistencia. Así, al ·llegar la
crisis presente, los arren<;latarios encuéntranse oprimidos, d!! un lado,
por los contratos jurídicos, que les imposibilitan el bajar la renta, ¡y de-
otro, se les hace muy difícil el rebajar jornales, que ya estaban casi en.
el límite mínimo de subsistencia . Los propietarios sienten lo mismO>·
esto último. Y unos y otros, las mayores cargas fiscales, locales o na-
cionales.
A consecuencia de ello, arrendatarios y propietarios, sin formación
técnica para intentar un cultivo más intensivo y una explotación más-
racional (que al mismo tiempo no deben plantear lógicamente los pri-
meros, por no encontrar garantías jurídicas que les permitan el disfrute· •
de esas mejoras), vénse reducidos a una situación muy difícil, en la que,
naturalmente, han de resistir todo lo posible la oferta de sus aceites,
que significa para ellos la baja de los precios, y, por tanto, su ruina.
Esto explica la gran "transcendencia social de la baja del aceite, por
pequeña que parezca.
P or otra parte, la subida de los arrendamientos de los olivares y, en..
general, el aumento de beneficios de éstos, ha motivado el crecimiento
extraordinano de las plantaciones de olivares. Mientras que en los doce-
años siguientes a 1904. o sea de 1904 a 1916, el desarrollo de la ex-
tensión de ios olivares pasa de 1.327.000 hectáreas a 1.487.000, o sea
con un aumento de 160 hectáreas, equivalentes a un incremento del
11 ,4 por 100; de 1916 a 1928 el coeficiente de crecimientos ha sido de·
u n 15, 1 por 1OO. Tal aumento de olivares ha de pesar actualmente como
exceso de oferta, tendiente a bajar los precios.
Esto, en cuanto a la producción.
En cuanto al comercio, la economía del aceite dista mucho de es-
tar a la altura de la técnica y de las exigencias actuales.
El comercio interior se realiza por una cadena excesiva de interme-
diarios. El detallista, ni aun en los centros productores suele comprar
directamente ·del fabricante. En las grandes poblaciones, compra ge~
EL PRECIO DEL ACEITE DE OLIVA 23
neralmente a los almacenistas, que son quienes les conceden el crédito a
tres meses de que se sirven. Hasta la misma post-guerra no han empe-
.zado a establecerse en Madrid despachos de venta al menudeo por
cuenta de los productores. Aun hoy, esas tiendas existen sólo en Ma-
drid y Barcelona.
Dadas las características generales de nuestro comercio al por me-
nor, no es de extrañar, por otra parte, que aun sin tener en cuenta los
excesivos intermediarios, sean grandes las diferencias entre el pre-
.cio al por mayor en los centros productores y el al por menor en
los de consumo. Nuestro comercio está enfermizamente subdividi-
do, realizándose por pequeñas Empresas familiares o colectivas, in-
capaces de la organización racional moderna. Entre nosotros, por
ejemplo, se desconoce la eficacia de la propaganda por los listines
de precios en la Prensa, y, por faltas de nuestro sistema de crédito, no
se practican las grandes liquidaciones de inventario y post-estacionales,
que tantas ventajas reportan en los países grancapitalistas. ¿Qué tiene
.de extraño, pues, que nuestros precios al por menor se muevan tan len-
tamente y sigan con tanta dificu ltad las bajas de los precios al por
mayor?
El comercio al por mayor y de exportación ha estado hasta la gue-
·rra casi exclusivamente en manos extranjeras. Desde esta época , van
.desarrollán dose por algunas poderosas Empresas, y por la actividad
de éstas, España va convirtiéndose cada día más en exportadora directa.
Según datos de la Federación de Exportadores de Aceite de Oliva,
actualmente, de las 63 Empresas que componen la Federación, sola-
mente cuatro o cinco son extranjeras por su capital. Puede, pues, de-
cirse que la casi totalidad de nuestra exportación de aceites se hace
ya por españoles.
Eso no quiere decir que otras naciones, y especialmente Italia . no
se hayan apresurado a desarrollar su exportación aceitera, consiguien-
do más rápidos progresos que nosotros respecto a ciertos países, como
Argentina. Mientras que las importaciones de aceite en esa nación su-
ben de 293 .000 quintales en 1924 a 349,5 en 1927, esto es, en un
18, 2 por 100, las exportaciones de España a aquel país disminuyen de
"8 a 6,2 millones de kilos.
No obstante, es innegable el progreso de nuestro comercio de ex-
portación aceitera, a pesar de los dos grandes inconvenientes que pe-
san sobre él : es el uno, la falta de organismos bancarios de financia-
·.ción de las exportaciones, ¡y el otro, la falta de preparación técnica co-
mercial y económica de nuestro personal, educado en un país donde los
~tudios económicos no tienen una F ecultad universitaria. Al primero,
:Sin embargo, se le puede ya poner remedio, tras la fundación del Banco
24 ANTONIO BERMÚDEZ CA~TE

Exterior de España. Lo segundo, tendrá más lento remedio. Será ne-


cesario mucho tiempo y esfuerzo para que nuestros productores no ve.'l-
dan al <<corredor)) del pueblo, que es agente comercial y «fiel medidor>>
al mismo tiempo.
De la necesidad de una Bolsa de productos--y dentro de ella del
aceite-, ni se habla.
En cuanto al transporte de nuestra economía aceitera, carece de ta-
rifas preferenciales ferroviarias, que serían lógicas,· y no dispone de ca·
minos y carreteras suficientes. Finalmente, están muy atrasados los
procedimientos técnicos de transporte, tales como vagones y camiones-
cisternas, etc.

VI

Lo particular en el precio del aceite de oliva ·

El aceite de oliva sigue en los meses de este año la tendencia que el


gráfico adjunto señala, hecho sobre los precios de Barcelona ( 1). Esa
baja concuerda en sus líneas fundamentales--aunque retrasada-con
la baja de los aceites sustitutos de él y sus complementarios en el pre-
cio en el mercado internacional. Aparte de ello, existen en ese precio
mundial de los aceites en general y del aceite de oliva en particular,
influencias causadas por nuestro mercado interior de aceite de oliva.
Los datos de la Federación de Exportadores muestran que, des-
de 1924-25, en España se están acumulando existencias que no pu-
dieron ser consumidas durante el año anterior, en que la economía espa-
ñola hubo de sufrir la gran baja de la producción aceitera. Con unas
existencias que pueden calcularse en 250 a 300 millones de kilogra-
mos, se entró en el año 1929, al propio tiempo que se recolectaba la
exigua cosecha de ese año. Aunque las bodegas estaban llenas, la

(I) Ese diagrama no puede admitirse sino como una tosca indicación.
Aunque Jos datos en que se basa me han sido suministrados- amablemente-
por la Federación de Exportadores de Aceite de Oliva, los creo poco exactos.
No sería posible, de otro modo, que apareciese tal estabilidad en los precios
durante meses en que el mercado estuvo muy movido.
EL PRECIO DEL ACEITE DE OLIVA

ma~ de ~uestros productores no podía pensar sino que estandó el


ace1te comente (andaluz) durante la recolección a 23 pesetas los 100
kilogramos, cuando ésta cesase, había de subir. Este pensamiento.
que para el que no conoce la naturaleza del mercado de aceite de oliva es
lógico, había de ser compartido por la masa decisiV'ante influente de nues-
lr?s pro.ductores! que, como es sabido, está formada por grandes propieta-
ri.os, ~m espec1al cultura económica. Como, por otro lado, esos pro-
pletanos y aun los arrendadores tenían acumuladas sus ganancias le

f'rr~cio.r nNztlio.r men.rvt:7/e.r del qceilé


1 .
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• I J'l8 1929

GRÁFICO NÚM. 10.

la guerra y la post-guerra, no necesitaban acudir a la venta de su


cosecha de aceite para proporcionarse el necesario capital de explota-
ción. La restricción de la oferta determinó, como no podía menos, un
alza en el mercado nacional, que se acusaba tanto más intensa cuanto
más concentrada estaba la propiedad y más rica era la tierra en la co-
marca productora. Así, los precios del aceite acusan tendencia alcistd,
sobre todo en los dos grandes mercados andaluces de Málaga y Sevilla,
y más concreta o localizadamente, en los de los grandes centros produc-
tores de Jaén. Con ello, la exportación tenía que ir disminuyendo.
Esa primera alza, que se registra todavía dentro de la recolección en
el roes de febrero, produce dos efectos : De un lado, hace más difícil
26 ANTONIO BERMÚDEZ CA.Rf.TE

la exportación de un aceite con tendencia alcista en un mercado inter-


nacional de productos, francamente dispuestos a la baja. De otro, aquel
alza actuaba psicológica, pero decisivamente, sobre el mercado, con-
venciendo a los productores de que, guardan do el aceite, vendría fatal-
mente el alza esperada. Ignorantes de que el precio del aceite sería el
precio que se obtuviese por su exportación, y no el posible precio alcan-
zable en d interior por restricción de la oferta, iban dejando pasar el
tiempo sin decidirse a vender sus grandes existencias, que, en muchos

fRS.P.OR 100 KG .
1100 PIIECIOS DEL ACf/Tf DE OL/JIA fN 1/A/ISELLA
( hfDIAS hlHSUALES)
INST/Tt/TO l. DE lSrADIST/CA

1000 ...........

900 \ K
800 . 1
SfP. OCl NOY. /JIC. fNE. FEB. 1/A/l ABII. 1/Af. J/111. /1/L. :4/ill. SEP. (lt'l
19;.a 18.2.9
GRÁFICO NÚM. 11 .

casos, eran el producto de dos cosechas. Los que no tenían capital de


explotación o disponibilidades dinerarias, acudían a préstamos banca-
rios o de los concedidos por el crédito agrícola estatal. El aceite co-
rriente llegó a cotizarse a 24 pesetas en las últimas semanas de abriL
No obstante, todos los productores p udientes se resistían, pensando en
conseguir las 25 pesetas en bodega ; más por el deseo irracional de lo
redondo de la cifra que por anhelo de mayor ganancia. Así, los pre-
cios españoles del aceite estuvieron por encima de los internacionales,
como se desprende del gráfico N. o 11 .
Como tal precio esa insostenible, dada la situación del mercado
internacional, apenas se adquirieron las necesarias existencias para cu-
brir el mercado interior , los precios aunque aún se sostuvieron por la
•• •

EL PRECIO. DEL ACEITE DE OLIVA 27


restricción de la oferta, entraron en franca baja hacia mediados de ju-
nio. Durante el verano, se sostienen relativamente estables. La baja de
junio fué originada, a mi juicio, por la oferta de las existencias poseídas
por quienes, para conservarlas, habían acudido al crédito. Al aproxi-
marse el otoño y co~rmarse los rumores de la buena o excelente cose-
cha que ahora se está recolectando, los productores, que, como hemos
dicho, no ven el mercado del aceite sino como fenómeno puramente
nacional, perdieron toda esperanza de una subida inmediata ¡y se deci-
dieron a la venta. Era ésta motivada, además, por la necesidad de
proveerse de capital de explotación para las faenas del otoño, por los
pequeños o no muy desahogados productores. Los más fuertes econó-
micamente habían de ser impulsados a la oferta por otra irremediable
.causa : la falta de cabida en sus bodegas o trujales para almacenar la
nueva cosecha en ciernes. Tal oferta venía a coincidir con la baja y
pánico del mercado internacional en efectos y primeras materias, como
hemos visto. La desmoralización del mercado fué entonces fatal. El
aceite corriente bueno, que en la cuarta semana de septiembre se coti-
zaba todavía en Barcelona a 226 pesetas los 100 kilogramos, baja en
la última semana de ese mes a 206 pesetas. La baja era ya inevitable, y
así ésta no h a hecho más que agravarse en los meses del otoño, lle-
gando a la entrada de 1930 en Barcelona alrededor de 17 5 pesetas los
100 kilos.
Convocóse una reunión o Asamblea en Madrid a últimos de octubre
por la Asociación de Olivareros. Mas en ella, en lugar de un intento
de planeamiento de la cuestión dentro de un criterio estrictamente eco-
nómico, se recurrió a la pasión, tratando de culpar de la situación del
mercado a los exportadores, al Gobierno, a todo menos a los internacio-
nales-y en parte fatales o incontrolables-fenómenos económ'icos.
El Congreso de Sevilla-al que no he asistido y del que no tengo, por
tanto, información directa-parece que tampoco se ha preocupado del
planteamiento científico del problema, justificando así las palabras pre-
liminares de este artículo.

.

ANTONIO BERMÚDEZ CARf:TE

VII

Solucione~ y su crítica

De lo expuesto parece deducírse que el porvenir econorruco de


nuestra industria olivarera no es ciertamente halagador. El aceite de
oliva no puede formar sus precios sino en función del mercado in-
ternacional, e inmediatamente en función de los precios de las gra-
sas alimenticias e industriales. A ese mercado ha de acudír, por otra
parte, como vimos, en la desventajosa situación que se desprende de
sus altos costos de producción naturales y económicos, de la organi
zación defectuosa de los productores y aun de la falta de preparación
técnica de los elementos comerciales y exportadores.
Se impone, pues, una ordenación de la producción, de la exporta-
ción y del comercio, y una racionalización del régimen social de la
producción. El arrendatario no será posible económicame•1te sino como
empresario que aporte una función económica de tal, esto es, como
organizador de la producción técnica y económicamente adecuada.
En cuanto a las Cooperativas, permítaseme que exprese mis gran-
des reservas. La organización cooperativa cuenta ya con un siglo de
existencia. Sin embargo, y a pesar de que cuenta con apóstoles como
Gide , no ha conseguido progreso alguno desde hace cuarenta años. En
los países que en el XIX más la cultivaron, la decadencia de las or-
ganizaciones cooperativas es tan grande, que puede decírse que, desde
el punto de vista de su naturaleza funcional, ¡y prescindiendo de su for-
ma jurídica, la organización casi ha desaparecido. El hombre es eco-
nómicamente un ser egoísta, y, por tanto, en la organización cooperati-
va, donde el provecho egoísta se obtiene a través del provecho del
conjunto está siempre en desventaja frente a la empresa típicamente
capitalista, donde el interés particular del empresario mueve toda la
organización. En España, y para la organización cooperativa del comercio
del aceite, tropezamos, además, con una dificultad casi insuperable. La
existencia de dírectores aptos. Los beneméritos actuales dírectores del
movimiento son los primeros que carecen de la preparación adecuada

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EL PRECIO DEL ACEITE DE OLIVA
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"''" 'có n' ex1to, ,. e1 JI
son map 1cao es en e caso e ace1te e o 1va par:\,
~··) 1° 1 . . , ) d 11
f . . d .
que, ~ restr1cc1on e a o erta pue a ongmar una su 1 a en e merca ·' 'd 1 1 do,
o, ~ál menos, evitar una baja. Para que éllo seli eficaz es condición in} 1

dispensab1e ,el qu~ s~ trate de'¡prodí.tétos i)nstituibles o"de produd:ione8


¡r 11 n 1 >Vfi 1
-cuantltahvamente tan tmportantes que constituya su1 vo umen un actot1
l. .-..L . ) 11 'Ir(}¡ • Hi• • , } _j _ )Y"J.N t r n ~ 1

d' J. l f • 1 ) "'" • •, •aJ'/{ f l ' d l)l ., d t J • 1 r L H 11 tr '


11 1
~cd1s~vo en , f- ,coEI~~ostct~nl Be filo era e )¡;_~o ucdo c~r_o, prec1o Ese~~;,
1

ta e corregtr. caso ae ras con e1 care, y e runenca y g¡pto


con el algodón, y del Gobier{¡o surafricano corÍ. los. diamantes, se ex-1
plica poraue, tanto Brasil como Estados Unidos, poseen más de·M1,'ini-'
taa,., d'e 1'•a 1pro
liduccton ' ¡ , 1 mun
H d'1a1'respecnva }• ;éle l 1' ' f" •'ll'l l l 1Jd) t 1. •
ca e y a.~go on, ¡ respech-
>. ••)) '" E . " · ' } ,,., - )1 . . ¡ 1 ,, •., ) d '. 1 '1 IH
vam!fnte ,; lltpto nene tamo1en un monopo 10 en os a.tgo ones, ae cua-,,
l1aa
-~ 1d 0caractepstlca
J ,'1 ~ • 1I.J.1 ae aque ' u··a producc1on,
' ·• y surarnca -~-' " es 1a, un,ca• · ex-
plo~dora de va¿imi~ntos de -diamantes de alguna , ilriportancia en el
1

l'o ~mtsmo
. )~ < 1" ,, d'd"' t ¡ . ~ rq d' Nr
) lOha
merca _ o. y ,>stnr. emoarao,
1 ¡1 .l
as me 1 as rectt1chv.as e orte-11
amenca que c.gtpto an aao poco resu taao ; a mrervenc1Ón . e1 B''ra-"'1
> r,.cr. t 'ro 'I·T"iJ' h >11: d 11 '"' ' 11 ¡' '11 <> 1' ~ ;Ir 1·. , d

.sil acaba de f,racasar .' ~ '


Por tanto, sería ilógica ufta 'intervención' para restringir la oferta
del aceite de oliva español) ya que éste, v como hemÓs dicho, tiene
1 · 11 .1} , j ') , • ~
vartos y mas venta¡osos sustltu os.
, ., t'l Cl'aro
> .."'·. ., • ;, r , 1 t ">'
que esto no oosta para que,
,, 1
en u~ momento dkdo, y cu~ndo el precio del aceite estuviese deprimido '
por razones puramente nacionales, pudiese realizarse con el aceite una.
intervención directa o indirecta, que colocara el nivel del precio es-
pañol con el nivel actual o probable del m,ercado de aceites internacional.
A juzgar por la Real orden del l l de enero . el Gobierno se decide a
prohibir la venta del aceite de orujo refinado y comestil::lle para este uso.
Tal medida es absolutamente inadmisible en política económica racio-
nal. La imposición de los productos con costos de producción naturales
más caros, no puede conducir sino al encarecimiento de los costos de
prjáucción nacionales, a disminuir la rentabilidad económica 1 gene.ral.'
Queda como única lógica solución la que pretende evitar indirec-
ta, pero eficazmente, la actual baja, hija de las causas variables que mue--
vfn el mercado. Esa solución podrá actuar, o disminuyendo la oferta, o
aux'nc!ntanao el cbnsumo, o de ambos modos a la vez. La disminución de
)~ 1pr6Cfuctilsn, tratándose de una, sujeta a un proceso tan lento cual es'
eP crecimiento del olivo, no puede considerarse como obra inmediata.
Ec'onómicamente, son además vituperables todas las restricciones de
líl producción. " ;
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• ANTONIO BE.ftMÓDEZ CAÑETE

• Dada la extensión del uso de aceite de oliva en España, el aumento


••••• del consumo del aceite no puede ser consecuencia sino del aumento
del poder de compra de los individuos, es decir, del aumento de la
'
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riqueza o una mejor distribución de ella. En cambio, subsisten dos
grandes disponibilidades de aumento del consumo : la primera, por
aumento de sus aplicaciones técnicas; la segunda, por aumento del
consumo como producto alimenticio en el extranjero. Para conseguir
la primera, habría necesidad de impulsar, o, mejor dicho, de organizar
las investigaciones sobre nuevas y posibles aplicaciones del aceite. Lo
segundo ha de ser consecuencia, no de investigaciones técnicas, sino de
propaganda comercial. Y aquí surge la cuestión que con tan poco
fundamento viene apasionando a la opinión aceitera desde hace algún
tiempo.
Al tratar de organizar la propaganda, parece predominar entre
los productores del aceite la idea de que tal propaganda se haga, como
ya se viene haciendo, a base de recomendar el aceite puro de oliva.
Entendiéndose por puro--por manera inexplicable--no el aceite quí-
micamente puro, refinado de las impurezas que le dan mal color, olor o
sabor, sino el aceite tal como se extrae por el procedimiento mecánico
hoy en uso--tras una primera y aun una segunda presión.
Parecen ignorar nuestros productores que el aceite de oliva no gusta
a los públicos consumidores de los países anglosajones (donde se en-
cuentra la capacidad de compra que podría determinar el alza-al deman-
darlo--, sino cuando por estar neutralizado, o, por lo menos, casi inco-
loro e insípido, conócese con el nombre comercial de <<salat oiln, aceite
de ensalada (también (<aceite de mesau). Siendo aquello innegable, se
plantea la cuestión de la propaganda del aceite de oliva en los países
anglosajones en la siguiente dilemática forma : O se produce el aceite
de oliva con las características que el consumidor anglosajón desea de
aceite de ensalada, o se trata de modificar el gusto de aquellos consu-
midores para aficionarlos a nuestro aceite de oliva.
Si se deciden por lo primero, la propaganda será bien fácil, puesto
que existiendo el gusto para el consumo, sólo se tratará de llevarlo ha-
cia el aceite de oliva en su forma modificada. Los técnicos de la pro-
paganda saben cuán fácil es ésta en tal caso. Claro que surge el pro-
blema técnico de la refinación del aceite. Mas en esto, el problema
ya esta resuelto, porque ni técnica ni económicamente es difícil tal
refinación, que actualmente tanto se practica en España. De que la
refinación es fácil y produce magníficos resultados, está la prueba en el
aumento de la exportación de aceites refinados--o lo que es lo mismo, en
envases pequeños--sobre la de aceite sin refinar o en envases grandes.
Así, mientras que en 1926la exportación en envases mayores fué casi el
EL PRECIO DEL ACEITE DE OLIVA JI

doble de la de en envases pequeños (S3 contra 26 millones de kilos, res-


pectivamente), en los diez primeros meses de este año la exportación en
envases pequeños casi ha duplicado la exportación en envases gran-
des (23 contra 13 millones de kilos, respectivamente).
Si, por el contrario, se pretende crear el gusto por el aceite de
oliva tradicional, los técnicos de propaganda saben muy bien lo enorme-
mente costosa y problemática de una campaña de publicidad en ese
sentido. En el caso de Inglaterra, me atrevería a decir que la campaña
sería casi seguramente estéril, dado el tradicionalismo en las costumbres
y gustos de aquel país.
¿Cuentan nuestros productores con el capital disponible necesario
para esa empresa? ¿Sería de desear, en todo caso , el empleo de esas
sumas en tan problemático fin? Estas son mis dudas.

CONCLUSlON

En definitiva, no creo en un alza posible inmediata del preúo del


aceite de oliva, dada la situación internacional. Podría venir ésta apa-
rentemente-y por desgracia-si la baja de nuestra valuta continúa.
Mas el alza en ese caso sólo sería ficticia, ya que nuestra economía
no se le aumentaría nuevos ingresos a través de su balanza de pagos,
y aunque se entreguen más cantidades dinerarias, el poder de com-
pra de éstas sería menor.
¿Cuál será, a la larga, el precio del aceite de oliva? ¿Cuál el porve-
nir de nuestra economía aceitera? Difícil es preverlo. Dado el carácter
internacional de sus precios. el porvenir de éstos estará en el de la ex-
portación. El examen de esa exportación de aceite desde 1892-año
más antiguo del que poseemos datos-muestra que su crecimiento es
-rápido en los primeros doce años, retrocede en la década siguiente y
vuelve a subir en el quinquenio anterior a la guerra. Desde entonces, la
exportación media por cuatrienios permanece sensiblemente estacionaria.
salvo en los períodos donde se computan los años excepcionales de 1919
y 1928. El primero lo fué por la terminación de la guerra europea y el
levantamiento de la prohibición de exportar nuestros aceites. El se-
gundo, por la cosecha excepci~nal española de ese año, coincidente
con una no grande en el resto de los países productores, y un mercado
internacional favorable .
Teniendo en cuenta esos dos hechos, véanse las cifras medias de ex-
portación :
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ANTONIO BEJtMdDEZ CAÑETE
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1924~27 ). ·' ·'JJ. ..<. ... :.'.... ~.'.'.;! .C.'.I. ll 62,4 '
1928 (un año).... .................... 106,2
1929 (diez meses)............ .... .. . 36,3
Ellas obligan a pensar qúé).el' avanceJde nuestras exportaciones ha-
de ser lento. No es posible admitir una gran mejora de los precios ac-
tuales del lado del aumento de la demanda. El remedio estará, por tan-
to, del,la,qd.de la,of~ &dellA P.rod4cción, Habrá que, ,ser,cauteloso con
laS¡~l¡le,V'a!lj¡plant<:\'i:lortes IBcttQ:,¡.s.:obJ,".ei tadQ~· habrá1néceSi<;lactkle·,prooeder
a llnFt1 r;nej~a l a~n. má11 ,auidadó~ de las prQeedimientes de obteno.i.ón,y
comercio, y, dentrp de un,p4uJ._ile¡l'acionalización general de,núestra ecó.-
DQilÚa aceiter11. 1 ,, 1.o11 1 ~ u, <••
,<P,ara ~o~ ésta, l>OQre todo' ~m lo q\le. al problema comercial y
de exportación se refiere, creo que merece estJJ.dio la idea .de, la,1cr.ea.r
.cÍQQ,qe{ utl :JlQ.Op(l!p~lio nacioJl&l:del, comerfio del.atiti de1oli.va·. u ) )
,_ J· La cl!eaP>l®. de..úna empreSá, dapaz de¡}amaña ,concentraci6n comer.-
cial es evidef!te' que pQdrí racionalizru¡ suficientemente el 1comercio de
nuestro il~eite, -l'Ño se me oculta que a este monopolio~ cbmo a todos,
pu~e.J) oppneESe ,serias objeciones, ,máxime en. un .E¡stado,, que cual el
t_lUestro 1~ ~. débil•es frente la los 1intereses particulues~¡(;on l todo, festri~
b~~a., a. ,mi iuicio,\ su máxima .di.6.aultad,-eD:Jepcontrall las ¡personas ade-
cuadas• paJ"a la ,ejec~cí.ón técnicarde ,tal proyecto. q 1 d r ' "
1,, En este problema del aceite, como la totalidad de los problemas
econó~cos españoles, la veidadera y fundamental solución no estará
sino en el progreso de nuestra técnica y de nuestra cultura económica.
El conse~uirlo a de constituir .J,a tarea inmediata! de nuestra deficiente
enseñanza .s-qpe:r:iw 1 J 1
" >< ' ' ( "1 '1 ' " 1 1 ¡, r "
\

t,SO ptas.

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