Está en la página 1de 71

Leucipo y

Titulo origina): Leuctppo e Democríto. I primi atomisti


Demócrito
© Claudia Milani, 2016
© de esla edición, EMSE EDAPP S.L, 2016 Losprim eros atomistas
Traducción-. Silvia Freile

Realización editorial: Bonalletra Alcompas, S. L Claudia M ilani


© Ilustración de portada: Nacho García
Diseño de portada: Víctor Fernández y Natalia Sánchez para Asip, SL.
Diseño y maquetación: Kira Riera
T raducción de Silvia Freile
© Fotografías: p. 10 (Blackboard 1965/Shutterstock), p. 14 (Vladim ir Korostyshevskly/
Shutterstock), p. l8(creativestockexchange/Shutterstock), p. 2 0 (Renata Sedmakova/
Shutterstock), p. 23 (Lev Levin/Shutterstock), p. 2 4 (Everett H istorical/Shutterstock), p. 27
(Víacheslav Lopahn/Shatterstock), p. 3 7 (Kam ira/Shutterstock), p. 4 5 (Everett Histoncal/
Shutterstock), p. 48 (Peder Hermes Furlan/Shutterstock), p. 57 (Georgios Kollidas/
Shutterstock), p. 99 (Ales Zanta/Shutterstock), p, 112 (Francesco D e Marco/Shutterstock),
P-118 (Studio Aguilar), p. 121 (courtesy o f the Getty's Open C o ntent Program). El resto de
imágenes son de dominio público.
Regislrazionepresso i! Tribunale di Milano n. 91 del 27 marzo 2 0 1 5

m ^ N6S00MW/' M 0 0 '

Impreso e n A rcángel M aggio - División L ib ro s / / L a f a y e tt e 1 6 9 5 ,


B uenos Aires, e n el m e s d e ju n io d e 2 0 1 6 .

Reservados todos los derechos, Queda rigurosamente prohibida la


reproducción total o parcial de esta obra por cualquier m edio o
procedimiento y su distribución mediante alquiler o préstam o públicos.
C O N T E N ID O

Introducción 9
El co n tex to filosófico 12
'Los cultos órfíeos 1
4
Cosmos y cosnudugia 1
9
T I lugos 30

Las vidas y la producción filosófica .15


'Lo catulogaiiiln de Otéis y Knmz 36
Zenán de T.lea 38

I.a física atomista 47


Los átom os y el vacío 47
T.mpédtteles 48
Ana.uignras 5
1
T i*j<)/i moderna del alomo 53
1.a ley de ‘l uvuisier 57
La agregación de los átomo» y las cualidades
secundarias ^
la»i nutro causas aristotélicas h8
F.l movim iento y la necesidad &
7 lempo ckllco y tiempo lineal ^

1-a epistemología, la doctrina del alma y de lo divino


la» teoría del conocimiento ^
T i conocimiento sensible en la época
La psicología y el principio divino antigua
Materialismo y mecanicismo
Si
TI alma
86
La ética y la política 8?
88
La reflexión ética
97
l a revolución socrática en filosofía
La reflexión política 97
100
l a reforma escolástica... según Demócr
110
lo s presocráticos
112
Los antiguos atomistas... ¿y después? US «Se pasa la vida ajeno a todo y en prim er lugar ajeno a sí mismo,
123 manteniéndose despierto de noche y de día, riéndose de todas las cosas, por
Obrasprincipales
grandes o pequeñas que sean, porque las considera insignificantes: uno se casa,
Cronología otro se dedica a los negocios, este hace de orador, aquel tiene un cargo público,
131
índice de nombresy conceptos o va a la embajada, o es elegido, o se pone enfermo, o queda herido o se muere,
133 y él se ríe de todo, viendo a unos tristes y afligidos y a otros que disfrutan.»
139
P seudo -H ipócrates, 1 pistola X
Introducción

Hace dos mil quinientos años las costas soleadas del mar Mediterrá­
neo vieron nacer y florecer una gran civilización: la griega. En la pe­
nínsula del Peloponeso, en las islas del mar Egeo, en las colonias de
las costas de Asia M enor y del sur de Italia -lo que en aquella época se
consideraba la M agna G recia-, se extiende una civilización de comer
ciantes, artistas, literatos, arquitectos, poetas trágicos, etc., y es en ese
contexto donde nace una nueva disciplina: la filosofía.

Los filósofos son, p o r lo general, personajes peculiares, y los pri


meros pensadores griegos no fueron una excepción. Se dice que en la
ciudad de Abdera, en las costas de Tracia, justo al norte de Atenas, en
el siglo v a. C. vivió un curioso personaje que reaccionaba ante todos
los acontecimientos de la vida con una sonrisa. Tanto si asistía a un
enlace, como si presenciaba un funeral, él se reía, porque considerab
que no había nada del ser hum ano que fuera digno de ser toma
en serio. Sus contem poráneos debían de creer que estaba algo
También porque al personaje en cuestión, Demócrito, discípulo
Leucipo, aunque procedía de una familia adinerada, no le interesa a
nada los bienes heredados de su padre, y el dinero que tenía lo gasta
11
U udpoyVemócrito Introducción
10

Retrato de Kart Marx.

todo en viajes, de los que volvía sin una m oneda, eso sí, com o decía él,
enriquecido de conocim ientos. Algunos de sus contem poráneos, un a
vez superada la primera im presión que causaba el estrafalario perso­
naje. llegaron a apreciarlo, e incluso tuvo varios discípulos: M etródoro
de Kyo, Nessa de Kyo y. por encim a de todos, H ipócrates de Cos, a
quien aún hoy atribuim os la paternidad de la m edicina en el sen tid o
occidental.

Demócrito era un tipo extraño, pero tenía ideas ingeniosas, y ad e­


más había aprendido de su maestro, y había perfeccionado, gracias a
Busto de Demócrito. sus discípulos, u n a d o c trin a nueva. E sta se c a ra c te riz a b a p o r u n a
•Leucipo y V emócrito Introducción
12 13

visión de la realidad como un compuesto de partículas infinitesim a­


les, invisibles e indivisibles-, los átomos. La ciencia co n tem p o rán ea h a
llegado a afirmar recientemente que la materia está co m puesta de
átomos, aunque no atribuye a estas partículas las m ism as caracte­
rísticas que Demócrito veía en ellas. Aun asi, merece la pena ten er en
cuenta su idea, respaldada por una explicación racional de cóm o la
realidad que conocemos nace de los compuestos atómicos.

El atomismo nacido en Tracia hace dos milenios y medio reco­


rrerá la historia del pensamiento occidental y hará reflexionar a los
grandes pensadores, que lo defenderán o lo criticarán con fervor, pero
difícilmente ignorarán una hipótesis tan materialista como la que for­
mularon Leucipo y su discípulo Demócrito. Una muestra de ello la
encontramos en el filósofo y pensador político Karl Marx, que, aún a
mediados del siglo xix, inició su carrera escribiendo su tesis doctoral
sobre Demócrito.

Pero para comprender la envergadura de la teoría atomista, debe­


mos contextualizarla en la historia y el pensamiento, y volver así a la
antigua Grecia, donde nace la filosofía.

El contexto filosófico

El nacimiento de la filosofía como forma de saber autónom o puede


situarse en tomo a los siglos vn-vi a. C. en Grecia. Aunque suele consi­
derarse a Tales (624-541 a. C.) el primer filósofo, parece ser que la pri-
mera aparición del término «filosofía» se le atribuye a Pitágoras, que

referirse?!2 tórmÍn°' qUe SÍgnÍfiCa amor Por la sabiduría, para


q u " r ? r T S qUe aman y d P«° saben
sabios») y que,6? ^ " n u n c ? )8 de ’0S sofistas-los « g a n d e s
eguen a poseerlo por completo. Susto de Aristóteles.
leucipo y Vemócrito Introducción
14 15

dualmente en alma y cuerpo. Según esta visión, el cuerpo sería una


Los cutos órficos especie de prisión en la que se ha encarnado el alma por un pecado
original del que debe huir. A través de varias reencarnaciones, y sobre
La religión griega presenta un culto público basado en las divinidades todo conociendo y practicando los cultos mistéricos, el alma llegaría a la
del Olimpo c\ue es narrado en las obras de Homero (la Ufada y la Odisea) purificación completa y dejaría de reencarnarse.
y de Hesíodo (Los trabajos y los días y Teogonia, entre otros), aunque La religión órfica tiene una gran influencia en la antigua filosofía
también es una forma de religiosidad ligada a los cultos mistéricos, en griega, en Heráclito y Empédocles, pero sobre todo en Pitágoras, Platón
concreto a los órficos. El término «orfismo» deriva del poeta tracio Orfeo, y los neoplatónicos, que ven al hombre dividido en dos principios, uno
de quien tenemos más información mitológica que histórica. Se dice que espiritual y otro material. Esta misma visión antropológica reaparece en
Orteo perdió a su amada, Euridice, y descendió a los infiernos para traer­ la filosofía cristiana medieval.
la de vuelta a la vida. Acompañado por la lira, que tocaba divinamente,
Orfeo logró vencer a todas las criaturas con las que se encontró por
el camino y pudo encontrar a Euridice para llevársela consigo al reino
de los vivos, pero solo con la Desde su nacim iento, la filosofía está m otivada por la admiración
condición de caminar delante que despierta el m undo en los seres hum anos. El mayor filósofo de la
de ella a la salida del Hades,
antigüedad. A ristóteles (384/383-322 a. C.), dirá que «tanto hoy como
y no mirar atrás hasta que
hubieran abandonado el rei­ ayer, los hom bres han em pezado a filosofar cuando han empezado a
no de los muertos. Orfeo no admirarse». Y com o la adm iración suscitada por el m undo no puede
pudo resistirse y, justo en el eliminarse, «todos los hom bres desean, por naturaleza, saber», es de­
umbral del Hades, se dio la
cir, todos los seres h um anos son filósofos por naturaleza. Al principio,
vuelta y vio desvanecerse a
su amada para siempre. pero tam bién hoy en día, para quien observa la realidad con mirada
De esta narración mitoló­ filosófica, es to d a la realidad la que despierta admiración, la que m a­
gica se extrae la idea, extraña ravilla. Esta es u n a de las características distintivas de la filosofía: su
para la religión griega tradi­ objeto de adm iración, y por ta n to de estudio, es to da la realidad, y no
cional, de que el alma puede
solo una p arte de ella.
sobrevivir tras la muerte y de
que el hombre está dividido En palabras de Aristóteles, quien sistem atiza por primera vez las
cuestiones filosóficas fundam entales, la filosofía es la «ciencia de lo
universal». El filósofo, p o r tan to , conoce to d a s las cosas, no en el sen­
> Estatua de Orfeo. Viena.
tido de dom inarlas incluso en los pequeños detalles, sino en el de que
L
la realidad estudia los aspectos com unes que subyacen a las distintas
disciplinas.
leu cipoyV em ócrito 'Introducción
16 17

Dicho de otra manera: si las ciencias estudian cóm o se producen Sin em bargo, h a sta los más grandes filósofos son hombres de su

los fenómenos, la filosofía estudia por qué existen dichos fenóm enos. tiem po, lo cual explica p o r qué los antiguos utilizaban con frecuencia

La astronomía estudia las órbitas de los planetas, la psicología estudia un lenguaje m ítico. El ejem plo más claro de esta mezcla de estüos lo
representa P latón, que cuando tiene que razonar sobre los aspectos
los intrincados procesos que llevan a los seres hum anos a to m ar ciertas
m ás com plejos d e su pensam iento lo hace sirviéndose de mitos. Aun
decisiones, la estética estudia la evolución del sentido de la belleza y de
así, esto s m ito s deben responder siempre a una explicación racional
la producción artística a través de los siglos. Pero es la filosofía la que se
cuando se in co rp o ran en u n contexto filosófico. Queda clara, por tan­
cuestiona por qué existen los planetas, qué es el hombre, por qué nece­
to, la relación e n tre los inicios de la filosofía y Jos conocimientos reli­
sitamos representar artísticamente la realidad.
giosos, ta n to griegos com o orientales.
Los primeros pensadores griegos sabían bien que estas preguntas
existenciales (¿Qué es el universo? ¿Por qué existe el hombre? ¿Cómo A m e n u d o se ha observado que la filosofía de los antiguos grie­
debe actuar?) encontraban respuestas, totalm ente adecuadas, en los gos debe m u ch o a las form as de sabiduría religiosa y científica de
mitos y en las religiones. Las representaciones míticas tam bién mi­ los egipcios, babilonios y griegos (sobre todo a través de Homero,
raban a la realidad con ojos llenos de asombro, y para responder a H esíodo y lo s m ito s órficos), pero tam bién es cierto que el enfoque
las preguntas que suscitaba el mundo circundante, narraban historias racional de la filosofía griega representa «un fenómeno tan nuevo
de divinidades que descendían del Olimpo y fundaban ciudades, de que no solo no p o se e nin g ú n facto r correlativo en dichos pueblos [de
héroes que superaban terribles pruebas para hacer evolucionar a la O riente], sino q u e ni siquiera existe algo estricta y específicamente
humanidad, de animales que criaban a niños semidivinos. análogo».1
¿Qué necesidad había entonces de «inventar» una nueva forma Si esta form a d e sa b e r ta n p articu lar e innovadora pudo nacer
de saber? ¿Y qué diferencia había entre Ja filosofía y esas narracio­ en la G recia del siglo vn es p rin cip alm en te gracias a las condiciones
nes míticas, sí ambas se hacían las mismas preguntas? La diferen­ m ateriales en las qu e vivían los griegos, muy distintas a las de los
cia fundamental entre mitos y filosofía es el m étodo empleado: los pueblos de O riente. En p rim e r lugar, hay que recordar que en los
primeros narran historias, a menudo extraídas de un conjunto de siglos vn-vi a. C. la eco n o m ía griega se transform ó y pasó de ser agrí­
experiencias; la segunda explica de una manera totalm ente racio- cola a ser a rte sa n a y com ercial, lo cual motivó que surgieran nuevos
n a realidad con la que se encuentra. £1 filósofo no se conform a centros de com ercio, sobre todo en las colonias jónicas. Por tanto,
oue n e í l T >0SheCÍ7 ' P°r numerosos y l e n t e s que sean, sino no es casu alid ad q u e uno de los principales centros comerciales de
que necesita encontrar las causas de.todo lo que ocurre y explicarlas la época, la ciudad co stera de M ileto, se convirtiera tam bién en la
sede de la prim era escuela filosófica de Occidente.
r solo
aen explicarla, pero r la filosofía
r i d'. ■* 3x F
r»««-
vamente racional. h de Una m anera excíusl‘
Qiovanni Reale, Historia de!pensamiento filosófico y científico, Brescia, 2012, vol. 1.
'Leucipo y Vemócrito Introducción
18

dante, y por otro, intenta encontrar los principios que puedan explicar la
Cosmos v cosmología
estructura d e este mundo y ser aplicados a todos los procesos naturales
La descripción del mundo y la búsqueda de sus principios básicos son
Los filósofos ptesocráticos,
dos aspectos que no necesariamente deben estar correlacionados. An­
buscando el arché de la phy*
tes de que en Grecia naciera la filosofía, en varias culturas ya se había
sis, Investigan el cosmos.
hecho una descripción del mundo natural, pero la búsqueda de un prin­
Ov para ser más exactos,
cipio único e s propia de la mentalidad griega
inventan el cosmos. La
palabra griega kosmos Este concepto aparece bien resumido por Aristóteles en su Tratado
del cosm os :
significa 'orden1, por lo
que el cosmos no es otra
cosa que lo contrario del D e e s te m o d o u n a arm onía única ha organizado la constitución de todas las •

caos. Investigar la physis, el cosas, a saber, e l cielo, la tie rra y todo el mundo, mediante la mezcla de los 'i
todo de la naturaleza, y bus­ p rin c ip io s m ás o pu estos: lo seco y lo húmedo, lo caliente y lo frío, lo pesado ¡
car en ella un arché, es decir, y lo ligero, lo c irc u la r y lo recto, Una fuerza única que se extiende a través !
' un principio ordenador de la de to d a s las c o s a s ha ordenado toda la tierra y el mar, el éter, el sol, la luna !
realidad y potencialmente y to d o el c ie lo [...]. !
comprensible para todos los seres humanos, implica presuponer que la L a c o n c o rd ia preserva al m undo, que es el padre de todas las cosas y la «
naturaleza es ordenada y no caótica. m ás b e lla í
Por lo tanto, en un principio kosmos fue un apelativo que hacia re­
ferencia al mundo según la visión de los antiguos filósofos griegos, el
modo para calificarlo de ordenado, y soló más tarde pasó a significar
«mundo*, principalmente gracias a los pitagóricos, que al señalar el nú­ El crecim ien to económ ico y comercial supuso un incremento
mero como arché interpretaron e) mundo como algo ordenado y regido dem ográfico, especialm ente en las ciases sociales más ricas. Los ar­
por los números y por la armonía tesan o s y com erciantes, libres de las arduas labores del campo, pu­
Podríamos añadir que los antiguos pensadores griegos inventaron dieron d ed ica r m ás tiem po a la especulación filosófica, e incluso a la
la cosmología, es decir, e! discurso sobre e! cosmos. Aunque en realidad actividad política. Así, el poder político pasó de estar en manos de
no tenemos noticias de que ningún filósofo de la antigüedad griega haya
los terraten ien tes, que gestionaban lo público de manera aristocráti
utilizado esta expresión, toda la búsqueda de los presocráticos se basa
ca, a las nuevas clases de artesanos, emprendedores y comerciante ,
en preguntas del tipo: ¿cómo surge el cosmos?, ¿cuál es su principio?,
¿cuáles son las fases y etapas de su creación? quienes crearo n nuevas form as de gobierno republicano, clárame
Todos los filósofos presocráticos articularon una cosmología carac­ m ás libres. Al n o e star sujetos a restricciones político-religiosas y po-
terizada por dos aspectos: por un lado, intenta describir el mundo circun- der expresar librem ente sus propias ideas en el ámbito po ític ,
griegos fueron m ás autónom os en todos los campos del sa er, q
hizo posible que surgiera una forma de conocimiento democra
Introducción 21
Zeucipo y Demócrito

filosofía. Esta form a de conocim iento no se basa en ningún dogma ni


verdad revelada preconcebida, sino que se articula a través del proce­
so racional de cada individuo.

por o tra parte, la filosofía surgió en las colonias de Asia Menor y la


Italia meridional (antes que en Atenas) ya que en el siglo vn a. C. Las
colonias eran económ icam ente m ás ricas y políticamente más libres
que su propia patria. Por lo tanto, la prim era enseñanza que recibi­
mos de los orígenes del pensam iento filosófico griego es que no se
puede hacer filosofía en condiciones de extrema escasez material o
de som etim iento de la propia libertad personal. Será el hombre griego
libre, m iem bro de la polis (ciudad-estado griega) y, por tanto, ante
todo ciudadano, quien haga surgir la filosofía como forma de pensa­
miento autónom o, firm em ente enraizada en la dimensión pública y
esencialm ente política. Por consiguiente, la filosofía nace cuando los
problemas de subsistencia se han resuelto y es una forma de saber
desinteresada, cuyo objetivo es saber por el mero hecho de saber, sin
ningún otro fin. Escribe Aristóteles: «Es evidente, pues, que no busca­
mos la filosofía por algún provecho que le sea ajeno a esta, y más bien
es evidente que, al igual que llam am os hombre libre a aquel que es un
fin en sí m ism o y que no está sojuzgado por otros, asimismo solo esta,
entre todas las dem ás ciencias, recibe el nombre de libre: solo ella es
en sí misma». En consecuencia, «todas las otras ciencias serán más
necesarias que esta, pero superior a ella, ninguna».

Volviendo a los orígenes de la filosofía y a la admiración con la


que los filósofos observan el m undo, todo el m undo en su conjunto,
se im pone u n a p reg u n ta fundam ental: ¿qué es este «todo» que la
filosofía tie n e por objeto? Si desde el siglo v a. C., con Sócrates y los
sofistas, los filósofos se ocupan principalmente del hombre, hasta la
revolución socrática, en la cual los filósofos que, no por casualidad, se
s itu a d a fre n te a la A c a d e m ia N a c io n a l d e A te n a s . denominan presocráticos, dedican su atención a la physis. un término
Introducción
teacipo y Vemócrito
71

griego que podríamos traducir como 'naturaleza. Pero co m o to d a s


las traducciones, esta también es traicionera: laphysis griega es algo
más (y en parte distinta) que nuestra «naturaleza». Si p a ra n o so tro s
«naturaleza» es el conjunto de entes que no han sido creados p o r el
hombre (lo que es natural es opuesto a lo que es artificial), es decir,
la totalidad de los entes materiales (la naturaleza física es lo o p u e sto
a la realidad espiritual!, para los griegos la physis es ese «todo» cuyo
fundamento anhelan descubrir. La palabra physis deriva del verbo
griego phyo, que significa 'producir, nacer: por tan to , la physis es
todo lo que nace, incluso más allá dei universo de los seres vivos. Así,
de lap/iysú forman parte las m ontañas y los ciclámenes. los océanos
y las cabras, las divinidades dei Olimpo y el hombre de la calle, el
Partenón de Atenas y el templo de Delfos. La physis es el «todo» que
observan los primeros filósofos, que precisam ente por eso reciben
el nombre de «físicos» o «naturalistas» (por la traducción latina de
physis por 'naturaleza').
0 sitio arqueológico de Mileto, lugar de nacimiento de Anaxímenes, Anaximandro y Tales.
De este todo que es la physis. Jos filósofos presocráticos buscan
el principio unificador. el arché, en griego. De nuevo, al traducir una filósofos a n te rio re s a S ócrates se plantearon una misma pregunta fun­
expresión griega, debemos volver a la mentalidad griega que dio lu­ dam ental: ¿cuál es el arché de la physis? Las respuestas que se fueron
gar a esa forma de pensar. El arché, el principio, es, en palabras de d ando eran m uy d is tin ta s y solo a posteriori podemos restablecer el
Aristóteles, «aquello de lo cual proceden originariamente y en lo cual valor q u e te n ía el a rch é p a ra los presocráticos: es la materia de la que
acaban por resolverse todos los seres», «una realidad qu e perm anece están h ech as to d a s la s cosas, pero tam bién el principio o la fuerza
idéntica durante ia transmutación de sus afecciones», una realidad que las h a c read o y la ley qu é las rige y las hace comprensibles para e
«que continúa existiendo inmutada, a través del proceso generador d< hom bre.
todas las cosas». Por tanto, en su conjunto, el arché es el origen, perc
Los p rim e ro s filósofos, los m ilesios, buscan y encuentran el a
también el fin último, de todas las cosas que existen; es el su stra to qut
ché c o m o p rin c ip io ú nico, físico o no. según corresponda, esen
las sostiene a todas (Aristóteles lo denominará «sustancia»), y q u e nc
m en te c o m o m a te ria d e la q u e está n hechas las cosas que ex
existe más allá de las cosas que son, sino que es intrínseco a ellas. Ei
Tales, q u e c o n ra z ó n es co n sid erad o el p rim er filósofo ^ O c a d e n j
primer filósofo en hablar del arché fue probablem ente A naxim andro
e n c u e n tra el a rch é e n el agua: u n elem ento natural, irre uc i
discípulo de Tales de Mileto; y, de los milesios en adelante, to d o s los
m enos p a ra el c o n o c im ie n to científico que tenían los grieg
Introducción
leucipo y Vemócrito
1A

po sterio rm en te, su discípulo A naximandro (611-546 a. G ) iden­


B usto d e P tá g o m s.
tifica el arché e n el ápeiron, u n principio «ilimitado, infinito, indeter­
minado». L iteralm en te, en griego, á-peras significa *sin límite. Anaxi­
m andro va m ás allá d e lo que había hecho Tales, se erige por encima
de la co n creció n d e lo real y com prende racionalmente que todo lo
que es d eterm in ad o , ta m b ién el agua, no puede transformarse ni crear
algo d ete rm in a d o d istin to (la tierra, el fuego, el aire, etc.). Por eso, el
principio d eb e ser cu alitativ am en te indeterminado, pero también
eterno (es decir, n o p ro d u cid o p or algo distinto a él) e ilimitado en el
espacio (es decir, n o p u ed e existir algo que esté fuera del principio).

Según A naxim andro, a p a rtir d e este ápeiron se generan los con­


trarios (calor y frío, seq u ed ad y hum edad, etc.), en permanente lucha
entre sí p o r se r el p red o m in an te, com o en nuestra experiencia están
en lucha el d ía y la noche, el verano y el invierno. De la lucha de los
contrarios nace el m u n d o tal y com o Lo conocemos, que está desti­
nado a d esap arecer d e nuevo en el ápeiron, del que nacerá un nuevo
m undo, en u n a circu larid ad sin fin. Respecto al pensamiento de Tales,
hay que ad m itir q u e la hipótesis de Anaximandro está mejor desa­
rrollada, au n q u e todavía es em brionaria en la historia de la filosofía y
deja sin re sp u e sta cu estio n es sobre cóm o lo determinado puede deri­
siglos vii-vi a. G ) e indispensable para que todo pueda existir. 1 var d e lo in d eterm in ad o .
agua, las plantas, los animales y los hombres no podrían existir, del afi
El te rc e r filósofo de M ileto, Anaxímenes (586-525 a. G), discípulo
(uterina) nacen los animales y los seres humanos; en cambio, lo q
de A naxim andro, redefine el ápeiron de su maestro y sostiene que el
no tiene agua muere. El agua es capaz de cam biar de e stad o y pasa
arché es el aire. E terno e ilim itado en el espacio, pero dotado de ciertas
ser sólida o gaseosa. En una formulación aún dem asiado rudim en
características q u e afectan a las cosas que existen por un proceso de
ría e incompleta, Tales intenta dem ostrar m ediante la razón p o r q
condensación y rarefacción, el aire es tam bién el aliento de todos los
el agua debe ser el arché de la physis. Independientem ente de que
seres vivos. La ap o rta c ió n original que hace Anaxímenes a la historia
respuesta hallada resultase inadecuada, el hecho d e hab er em plea
del p en sam ien to es haber pensado que la transición del arché a las
este m étodo es lo que justifica que se haya considerado a Tales
prim er filósofo. cosas individuales que existen ha sido posible gradas a la presencia
de una c a n tid a d d is tin ta del principio primero en las cosas, pero so-
1 eucipoyVemócrito introducción
26 27

bre todo por haber pensado, junto con la m aterialidad del arché, en
u n a fuerza (que tam bién es parte del arché) que perm ite la creación
de todo lo que existe. Para Anaxímenes, por lo tanto, la definición de
arché no se refiere solo a la m ateria de la que están hechas las cosas,
sino tam bién a la fuerza que las ha producido, de m odo que am plía
semánticamente el concepto de arché.

Mientras los filósofos de Mileto intentaban dem ostrar que la phy-


sis deriva de un principio único, determ inado o indeterm inado, en
Cretona, que en aquella época era una colonia de la Magna Grecia,
Pitágoras fundaba su escuela, cuyos discípulos llevaban vidas en co­
mún, veneraban al maestro como a una especie de divinidad, seguían
estrictas reglas de vida ascética, ponían en común los bienes y evita­
ban la ingesta de ciertos alimentos.

Oriundo de la isla de Samos, situada prácticam ente frente a la ciu­


dad de Mileto, Pitágoras emprendió una serie de viajes a Oriente y a
Egipto, donde entró en contacto con varias doctrinas religiosas que
influyeron en su filosofía. Pero más allá de ser un hombre sagrado que
imponía extrañas reglas de vida a sus adeptos, Pitágoras fue un for­
midable matemático, tanto es así que incluso hoy en día estudiam os
el teorema que descubrió para calcular Ja hipotenusa de un triángu­
lo rectángulo. Y precisamente fue en los números donde Pitágoras
identificó el arché, apartándose de la idea de que el arché debía ser
una realidad estrictamente singular Pero, ¿cómo pueden, unos entes
abstractos como ios números dar forma a todo lo que existe? ¿Cómo
pueden un roble, un pergamino o una cabra estar com puestos de nú­
meros? P re s u n to s re tr a to s d e P a rm é n id e s y H oráclito e n el fre s c o d e La escuela de Atenas de Rafee
S alón d e F irm as, P a la c io s A p o s tó lic o s , C iu d a d d el Vaticano.
Para los pitagóricos, el número no tiene un valor ú nicam ente abs­
tracto, sino que también dispone de una extensión espacial. M atemá­
ticas y geometría están estrecham ente ligadas, ta n to que el número
siempre está representado m edíante algo tangible, con guijarros,
28 1 eucipoy Demócrito
Tntroducciói

co n ch as u otros objetos pequeños que p u ed an ser con tad o s, pero


tam b ién tocados. El gran valor de la visión pitagórica, que seguirán los
convirtiéndose en no-ser; pero ambas afirmaciones son inaceptab *
m iem bros de su escuela en las décadas sucesivas, es que la naturaleza para Parm énides, que niega la existencia dei no-ser. El ser también
es atribuible a un orden m esurable que, com o tal, puede ser com pren­ constituye u n etern o presente, pues no tiene pasado (algo que ya no
dido por el hom bre. Con este enfoque, Pitágoras consigue describir es), ni futuro (algo que todavía no es). Asimismo, podemos caracteri­
u na cosmología m uy evolucionada que, entre otras cosas, no sitúa a zar al ser com o inm utable e inmóvil, ya que no puede transformarse
la Tierra en el centro del universo, sino en rotación alrededor de un en otra cosa y, p o r tan to , dejar de ser lo que es ahora, ni moverse ha-
fuego central. cia algo d istin to a sí mismo, lo cual, una vez más, sena una forma de
Los últim os dos filósofos presocráticos que hay que tener en cuen­ no-ser. Finalm ente, el ser es indivisible, es decir, no puede dividirse
ta en esta rapidísimo recorrido por los inicios de la filosofía son dos en partes de las que una no será la otra (recordemos que el no-ser no

gigantes del pensam iento occidental, que destacan por encima de sus puede ni ser p en sad o ni expresado con palabras, porque lo que se dice

contem poráneos por una profundidad de pensam iento que los demás es lo que se piensa y solo se puede pensar lo que existe), y por eso es
no lograron alcanzar Estam os hablando de Heráclito y Parménides, a uno y único.
quienes los m anuales nos han acostum brado a considerar exponentes Para expresar estas características a través de una imagen, Parmé­
de dos formas de pensar totalm ente opuestas, pero que en realidad nides dice que el ser «es sem ejante a la masa de una esfera armonio­
tenían m ás puntos en com ún de lo que puede parecer a simple vista. sam ente redonda», esto es, que puede ser representado mediante la
Parm énides de Elea (540-470 a. C.), en su poem a Sobre la naturaleza, figura de una esfera, eterna, sin pasado ni presente, indivisible, inmu­
dei que solam ente nos ha llegado el prólogo, casi toda la primera p ar­ table e inmóvil, finita y, por lo tanto, completa en sí misma y perfecta.
te y fragm entos de la segunda, reconoce el arché en el ser, opuesto
Si el p ensam iento de Parménides nos parece convincente desde
al no-ser, con una capacidad de abstracción muy superior a la que
un p u nto de vista puram ente lógico, y las características del ser pa­
se ha podido encontrar hasta entonces. De él recordam os la célebre
recen derivar d e dicho pensamiento, es indudable que la experiencia
afirm ación «el ser es y no puede no-ser, el no-ser no es y no puede en
nos confirm a la existencia del nacimiento, la muerte y el movimiento.
m odo alguno ser». Según este principio, el ser se considera puram en­
En una palabra, del devenir. ¿Cómo podemos expUcar esos devenires
te positivo, necesario y, por lo tanto, opuesto al no-ser, que no existe
sin salim os de la filosofía de Parménides? El filósofo de Elea distingue
y, com o consecuencia, no puede ser ni siquiera pensado o expresado entre lo que nos indican los sentidos y lo que nos revela la inteligencia,
con palabras. aunque los sentidos nos m uestren el devenir, no debemos caer en
El ser, esto es, el sustrato com ún a to d o lo q u e existe -e l arché error de pensar que tal cosa exista realmente, ya que sería impensable
p ropiam ente dicho-, posee ciertas características co n cretas y necesa­ Por el contrarío, la inteligencia nos muestra con claridad que so
rias: es no generado e incorruptible, p orque si hubiera sido generado ser puede existir y. por tanto, puede ser pensado y expresa o. am
deberíam os adm itir que deriva de algo d istin to a sí m ism o, o sea, del bién puede aceptarse una tercera vía, entre la errónea de los se
leucipo y Demócrito Introducción

la cierta de la inteligencia, que adm ite nuestra percepción del devenir


U r. „ ] pero solo co m o ap arien cia ilusoria, que debe resolverse en la unidad
Ellogos superior del ser. Así, Parm énides incorpora otra de las piedras angula
I) ;s > 6 o rí> o
La palabra griega logos, que tanta importancia tiene no solo en la an­
res de la filosofía griega y, m ás en general, del pensamiento occidental"
tigua filosofía, es definida con precisión por primera vez por Heráclito. la diferencia e n tre opinión personal y verdad científica, lo que los grie-
Traducir esta expresión no es fácil, puesto que su valor se explica por lo gos d e n o m in a n respectivam ente doxa y episteme.
menos en tres niveles. El logos es el orden de las cosas que ocurren, la
La doxa es el conjunto de nuestras ideas preconcebidas, derivadas de
r a s g u e las hace comprensibles, el discur§iQ,que tes.expresa,... -
Desde el punto de vista ortológico, es decir, del ser de todo lo que la sociedad en la que vivimos. Producto del sentido común, de las tradi­
existe, el logos es la ley, el orden que une todo lo existente y hace, por ciones familiares o sociales, del propio punto de vista, la doxa es la opinión
ejemplo, que las montañas no se desmoronen, que los animales con­ que no sabem os justificar, que puede cambiar con el paso del tiempo y en
tinúen reproduciéndose, que el universo no colapse consigo mismo. el transcurso de las experiencias, que es distinto para cada ser humano.
Desde el punto de vista lógico .o epjsj^ologic.Q,.es decir, de nuestra
capacidad de comprender la féaíidád. el logos es la razón, el pensamien­ Por el co n tra rio , el epistem e posee las características de la certeza
to que comprende la íntima esencia de la realidad y hace que puedan científica, ya q u e su c o n ten id o no cambia con el paso del tiempo, es
conocerla todos los seres humanos. Es evidente la relación tan estrecha
reconocible p o r c a d a se r p en san te y es racionalmente demostrable.
que hay entre el plano real y el plano cognitívo. Podemos conocer algo
La verdad filosófica d ebe te n e r las características científicas del epis­
como real solo en la medida en que es real, En consecuencia, desde el
punto de vista lingüístico, el logos es el discurso que expresa nuestra teme, no las o p in ab les de la doxa. Por tanto, debe ser una verdad de­
compren sióode la. realidad-. m ostrable, evid en te p ara la inteligencia e innegable, como lo es, para
En suma, para Heráclito el logos es la palabra que nuestro pensa­ Parm énides, la afirm ación de que el ser es y el no-ser no es.
miento usa para describir la realidad, que es cierto en la medida en que
se ajusta al orden real y necesario de la propia realidad. Para Heráclito, La diferencia e n tre epistem e y doxa no radica tanto en el conteni­
la profundidad del logos, potencialmente comprensible para todos los do de u n a d e te rm in a d a afirm ación, ya que lo que nos parece cierto,
hombres, en realidad es comprensible"sólo para quien está dotado de~~ lo que nos ha tra n sm itid o la tradición, lo que nos parece plausible,
inteligencia Esa es una de las razones por las que a Heráclito, al igual
puede serlo p e rfectam en te; pero si dicha afirmación no está demos­
que a Parménides, se lo considera un filósofo aristócrata.
trada racio n alm en te, no p u ed e ser considerada cierta y, por lo tanto,
En la filosofía posterior a Heráclito el logos continúa teniendo una
importancia capital, incluso en la teología cristiana, que lo identifica con no puede fo rm ar p a rte de un discurso filosófico.
e! Dios encarnado, según el prólogo del Evangelio de Juan: «En el princi­ Desde este p u n to de vista, la postura de Parménides no es tan dis-
pio era el Verbo [logos], y el Verbo [/ogosj era con Dios, y el Verbo [logos]
era Dios» (Jn 1,1). tln ta a la de H eráclito (535-470 a. C.), el filósofo de Éfeso conocido
P°r la trad ició n filosófica p o sterio r como «el Oscuro» debido al ca
racter enig m ático de los fragm entos que han llegado hasta nosotros
y que se le h an atribuido. H eráclito observa que en el mundo que nos
le u á p o y Vemócrito Introducción

rodea todo se mueve y cambia sin cesar, ta n to es asi que u n o de sus existencia del devenir m ien tras se busca un ■
fragmentos m ás conocidos reza sencillamente p u n ta rei ( to d o fluye), reúna las caracte rístic a s del ser eleático? Y aún má” Un‘fiCad°r que
y a menudo se recuerda tam bién su afirmación según la cual «nadie satisfactoria la solución ofrecida por los físicos jónicos
se baña dos veces en el mismo río». No solo porque las aguas del n o m andro, A naxim enes) q u e identifica el arché con un a„ í„ ■
fluyen sin cesar y el río en el que estaba inm erso ayer hoy ya n o exis­ ¿Cómo es posible d istin g u ir las rocas del agua o la tierra d e U ta o to s
te, sino porque tam poco yo soy la mism a persona que era ayer. Ni m últiples individuos d esd e lo indeterm inado?
siquiera una experiencia simple como la de bañarse en un río puede El in te n to de resp o n d e r a estas preguntas conduce a otrapropues
repetirse de una manera idéntica. ta filosófica, av an zad a p o r los físicos pluralistas, es decir, los filósofos
Según Heráclito, el devenir es pasar continuam ente de un con­ presocráticos que, al e stu d ia r la physis y buscar en ella el arché, no lo
trario al otro: las cosas frías se calientan, y las calientes se enfrían; en cu en tran en u n p rin cip io único, sino en una multiplicidad de entes
las húmedas se secan y las secas se humedecen; el joven envejece y el También los a to m ista s, e n tre ellos Leucipo y Demócrito, forman parte
viejo muere. En definitiva, nada perm anece igual a sí mismo. Hasta de los físicos p luralistas.
aquí podríamos decir que Heráclito abarca únicam ente la vía de la
doxa de Parménides, pero tam bién rechaza las evidencias de los sen­
tidos y. además de constatar el devenir de todas las cosas, plantea un
principio que regula el cambio: el logos, la ley racional y necesaria que
lo rige todo.

Nuevamente, el arché de Heráclito no constituye un principio ex­


terno a los fenómenos observados, sino que es inm anente a ellos. Pero
esta vez el principio no se considera algo físico ni el sustrato com ún a
las cosas que devienen (el ser de Parménides), sino m ás bien la ley de
su propio devenir, la fuerza que las hace ser

A través de la reflexión filosófica de los milesios, de los pitagóricos,


de Heráclito y de Parménides, nos dam os cuenta, aunque sea en un
espacio de tiempo limitado y con una profundidad de reflexión aún
elemental, de que el marco filosófico se está enriqueciendo con nue­
vos problemas y posibles soluciones.

Tras la reflexión de Parménides y, en general, de to d a la escuela


e Elea, sigue abierta una cuestión fundam ental: ¿cóm o m antener la
Las vidas y la producción filosófica

La información q u e te n e m o s so b re L eucipo y D em ócrito y todos los


filósofos p re so crático s n o s ha llegado, p o r u n lado, a través de los frag­
mentos de su s o b ra s q u e se h a n c o n se rv a d o h a sta nuestros días y, por
otro, de los te stim o n io s q u e o tro s a u to re s an tig u o s han dado de sus
vidas y sus p ro d u c c io n e s filosóficas.

Entre los autores que han escrito con detalle las ideas de quienes
les han precedido, y que, por tanto, constituyen para nosotros un
rica fuente de información, encontramos evidentemente a Arist te
les, pero también a Teofrasto (siglo iv a. C.), Epicuro (siglo iv m a. .
Sexto Empírico (siglo m d. C.) y algunos autores latinos como Horac
Lucrecio, Cicerón y Séneca.

La recopilación más importante de fragment por


créticos y de testimonios antiguos sobre ellos es ^^ ^ 1903.
Hermana Dieta y Wajther Kranz, editada por el
Aunque le han seguido ediciones elaboradas por rpferiremos
trabajo de Diels y Kranz resulta imprescindible, y a e n
a lo largo de este libro.
leu cip o y Demócrito l a s vidas y la producciónfilosófica
36

p e la vid a d e L eu cip o sabem os realmente


t
muy Po c0 ’ ta n p o c o q u e alSunos estudiosos
ii La catalogación de Diels y Kranz incluso h a n p u e sto e n d u d a que existiera de
i
verdad: «ni E p ic u io n i H erm arco hablan de
■ Los filólogos y helenistas alemanes Hermano Diels (1848-1922) y
l Walther Kranz (1884-1960) recopilaron por primera vez todo el ma- nn Leucipo filósofo, m ie n tra s que otro s (entre
í terial que tenían a su disposición relacionado con los filósofos pre- los cuales el e p icú reo A polodoro) afirm an que
t socráticos. Diels editó la primera versión de su trabajo en 1903, a la este fue m a e stro d e D em ócrito» (DK 67, A 2).
que siguieron varias ediciones. A partir de 1934, Kranz continuó con
A unque n o es n e cesario llegar a estos ex­
‘ la recopilación, por lo que la obra tiene una doble paternidad. Ambos
* estudiosos reunieron todo el material relacionado con cada filósofo y tremos, sí es c ie rto que resu lta m uy difícil si­
« lo dividieron en dos partes: los textos compuestos por el propio filóso- tuarlo c ro n o ló g icam en te y d ecir algo preciso
» fo, que son siempre fragmentarios, y los antiguos testimonios sobre sobre él. Por los te stim o n io s que tenem os, po­
5 ellos. A cada filósofo se le atribuyó un número correlativo, por ejemplo demos afirm ar q u e fue discÍEj^Qxl&ZeEÓn, un
| el 67 a Leucipo, el 6 8 a Demócrito, etc. Los testimonios indirectos
eleático de la escuela de Parm énides, lo cual
* se indicaron con la letra A y los fragmentos originales con la letra B.
j A continuación, tanto los fragmentos como las letras se ordenaron y
explicaría p o r q u é c o n o cía ta n bien la doctri­
! numeraron progresivamente. na eleática, y p o r q u é la superó, puesto que Zenón era quizá el más
í Así la sigla DK 67, A 1 indica el primer testimonio sobre Leucipo extrem ista de los d iscíp u lo s de Parm énides.
J de la recopilación Diels-Kranz; la sigla DK 68, B 3 indica el tercer
j fragmento de Demócrito de la recopilación Diels-Kranz. Puesto que el Tam poco sab em o s con e x actitu d dónde nació, porque las fuen­
« texto ha adquirido una relevancia internacional y ha sido traducido a tes antiguas so n m u y vagas al respecto: «Leucipo de Elea, pero según
! muchísimos idiomas, el uso de este sistema de siglas para citar frag- algunos de A b d era y seg ú n o tro s de Milo, fue discípulo de Zenón»
j mentes y testimonios permite a estudiosos de distintos países hacer (DK 67, A 1); «L eucipo d e A bdera, discípulo de Zenón, por prime­
¡ referencia a los mismos textos, tanto si trabajan sobre el original grie-
ra vez concibe el e n c u e n tro de los átom os» (DK 67, A 5); «Leucipo,
; go como si utilizan traducciones en distintos idiomas. La posibilidad
que era de Elea o d e M ileto (se barajan ambos orígenes), compartía
» de leer los mismos fragmentos y testimonios permite aclarar mejor
i un pensamiento que, de no ser así, sería bastante oscuro. De hecho, la filosofía de P arm énides, no en el sentido de que siguiera el mismo
! los fragmentos a menudo tienen lagunas y quedan aclarados por los itinerario especulativo que Parm énides y que Jenófanes, sino todo lo
J testimonios, que pueden disentir mucho de la visión filosófica de quien contrario» (DK 67, A 8).
í *as ba compuesto, por lo que siempre deben reinterpretarse a partir de
j los fragmentos. Sea cual sea su lu g ar de origen, es posible pensar que debió de
abandonarlo p a ra m u d a rse a Elea a estudiar con Zenón (o con otros
parm énidos, p u e sto que en algunas fuentes se lo identifica como dis­
cípulo de M eliso o incluso de Pitágoras) y desde allí se trasladaría a
Abdera p ara fu n d ar su escuela. Si podem os suponer que Demócrito,
l a s vidas y la producción filosófica
38
leucipo y Vemócrito

............... .......................................
Una de las paradojas m ás famosas es la de Aquiles ylatortuga,que
Zenón de Elea intenta demostrar el engaño del movimiento y la infinita divisibilidad del

Zenón de Elea (siglo v a. C.), de cuya vida nos da noticia Platón en el diálogo espacio.
En una carrera entre el pie veloz de Aquiles y una tortuga,al animal se le
dedicado a Parménides, fue discípulo de estos y se distinguió por su capa
da una ventaja de un metro. La opinión común nos hace pensar que An i
cidad de oratona.Diógenes Laercio lo describe como «experto en defender
puede correr y alcanzar y superar al animal. 4 qui es
ambos lados de cada discurso», y Aristóteles lo define como el inventor de
Pero en el tiempo en el que Aquiles haya recorrido ese metro que lo
l a dialéctica separa de la tortuga ella habrá avanzado cincuenta centímetros; en el tiempo
Apoyó la doctrina filosófica de Parménides, sobre todo en cuanto a la
en el que Aquiles haya recorrido esos cincuenta centím ete, la tortuga habrá
negación del devenir y de la multiplicidad. Para ello utilizó la reducción al
recorrido otros veinticinco; en el tiempo en el que Aquiles haya recorrido esos
a b surdo, que parte de la afirmación de la tesis que quiere negarse y demuestra
veinticinco centímetros, la tortuga se moverá doce centímetros y medio y así
su absurdidad, confirmando, por lo tanto, su propia tesis (refutación de la
hasta el infinito. De e ste modo Aquiles nunca alcanzará a la tortuga, porque
refutación). Con ese propósito, Zenón elaboró paradojas (para, ‘contra1; doxa,
el espacio que los sep ara s e irá acortando cada vez más, pero nunca llegará
'opinión'), es decir, argumentos contranos a la opinión común, que llegaron a
; nosotros a través de Aristóteles, quien nos habla de e llas en su Física. a ser cero. 3

S A L ID A VENTAJA CONSEGUIDA
la » vida» y la producción filosófica
Leucipo y Demócrito

Demócrito. c o n te m p o rá n e o del filósofo Sócratea v


que fue su discípulo, nació en el año 460 a.C., quizá podamos situar tuagésim a O lim piada (472-469 a C w . X Cldoen ^ *ep-
_(472 469 a. c.) (aunque otros dlcenquenacfó
el nacimiento de Leucipo en torno a 480-475 a.C. Lo que es c ierto en la octogésim a) (460-457 a. C.) (DK 68, A 2)
es que en el año 423 a .C . Aristófanes hizo una parodia de Diógenes
de Ap olonía en Las nnuebs que, indudablemente. había recib ido la in- Se sospecha q u e es en la septuagésim a O l i m p i a ( 500.497

fluencia de la teoría atomista de Leucipo, lo cual demuestra que en cuando naciero n los filósofos físicos Demócrito v A ¿ * C

aquel año el atomismo ya estaba bastante extendido. También sabe- incluso H eráclito. Se dice q u e en el octogésimo año
mos que Demócrito colaboró con su maestro en la elaboración de su 433 a. C.) n acie ro n D em ó crito de Abdera. Empédocles e HiocJrat
teoría y que acabó incorporando las ideas de Leucipo a sus propias (D K 68.A 4). lp0crates
obras. Demócrito, que acabó siendo mas célebre que él, le hizo sombra
no sólo en cuanto a la fama, sino quizá también en cuanto a la propia
figura, de manera que únicamente nos ha llegado un breve fragmento Desde c o n te m p o rá n e o s d e A n ax ág o ras y Heráclito a contempo­
de Leucipo y. en consecuencia, no somos capaces de distinguir entre ráneos d e S ó c ra te s, el la p s o en el q u e p u e d e situarse el nacimiento
las doctrinas del maestro y las del discípulo. del filósofo a to m is ta e s m u y am p lio . Pero en lo que todas las fuentes
concuerdan es en q u e m u r ió s ie n d o ya m uy viejo: hay quien dice que
De Demócrito, quizá por la fama que alcanzó ya en la antigüedad
y, por lo tanto, por el interés que despertó en sus contemporáneos a los nov en ta, h a y q u ie n d ic e q u e a los cien, hay incluso quien dice
y posteriores, tenemos más noticias, o al menos conocemos varias que a los c ie n to o c h o a ñ o s. En c u a n to a su familia, tenem os varias
anécdotas más o menos curiosas de su vida. No podemos saber con hipótesis re s p e c to al n o m b re d e su p a d re (H egesístrato, Atenócrito
precisión la fecha de su nacimiento, porque en la gran cantidad de o D am asipo) y s a b e m o s c o n c e rte z a que provenía de una familia
testimonios sobre él «parecen indicaciones demasiado discordantes. adinerada y q u e te n ía d o s h e rm a n o s m ayores. Fue efectivamente
Optamos por dar crédito a la hipótesis de Giovanni Reale, que sitúa discípulo d e L eu cip o , g ra c ia s al c u a l se fam iliarizó con la filosofía
el nacimiento de Demócrit o en el año 460 a. C.. basándose en Dióge- eleática, c o n o c ió a A n a x á g o ra s y viajó m uchísim o para entrar en
nes Laeroo. quien afirma que «Demócnto vivió en el período en el contacto c o n la s tr a d ic io n e s o rie n ta le s, d e m anera que adquirió una
que. como dice él mismo en -Pequeña cosmología, era joven respecto cultura am plia y c o m p le ta . D ió g en es afirm a que «estudió con algu­
• Anaxágoras. ya que tenía cuarenta años menos que él» (DK 68 B 5) nos magos y c ald e o s, q u e el rey Jerjes dejó por m aestros a su padre,
7* e" U,r"° 31 aA° 500 a' C ' P " * " * » deducir que
Demócrito nació en 460-457 a. C. 1
cuando se h o sp e d ó e n s u c a sa , c o m o n arra tam bién Herodoto, de los
cuales a p ren d ió la te o lo g ía y la a stro lo g ía siendo todavía muchacho»
Sin embargo, como hemos d,cho. los testimonios sobre él ofrecen (DK 68, A 1).
datos muy dispares:
De adulto viajó p o r to d o O rien te, donde, com o sabemos, predomi­
naban unas tra d ic io n e s religioso-científicas m uy profundas, aunque
8e 'gnoraba la filosofía. T a m b ié n D iógenes nos narra que «se fue a los
t a s vidas y la producción filosófica 43
42 leucipo y Vernócríto

habla de un episodio en el que se redim ió por completo


sacerdotes de Egipto para aprender la geometría, a los caldeos de Per- plinio nos
de hom bre p oco práctico:
sia y al m ar Rojo. Hay quien dice que tam bién estuvo en la India con de su imagen
los gim nosofistas y que llegó a Etiopía» (DK 68, A 1).
sciente de que sus riquísimos compatriotas desdeñaban sus in-
Estos viajes debieron de costarle una fortuna y se los pudo per­
C stigaciones y previendo una falta de aceite que habría surgido con
m itir gracias a una herencia familiar. Hijo menor de tres hermanos,
la subida de las Pléyades, compró a bajo precio (ya que todos man­
dejó a los mayores todo el patrim onio inmueble y los campos, que
tenían la esperanza en la recolección de las olivas) todo el aceite que
constituían la parte más ifnportante de la herencia, y él se quedó solo
había en el territorio, sorprendiendo a quien sabía que él, en el fondo,
el dinero, que le serviría para pagarse los viajes. Sin embargo, acabó
llevaba una vida sencilla y parca, tranquila y de estudio. Y cuando se
dilapidándolo todo y llegó a ser prácticam ente pobre, lo que le habría
im pedido recibir una sepultura digna en su patria.
desveló la razón de tal comportamiento y su riqueza aumentó hasta
cantidades ingentes, Demócrito devolvió la recompensa a los vende­
Había u n a ley según la cual quien había gastado los bienes pater­
dores, ansiosos y ávidos de riqueza, pero arrepentidos de la elección,
nos no podía recibir el honor de la sepultura en su patria, según refiere
y se alegró de haber demostrado lo fácil que le sería, si quisiera, obte-
Antístenes; él, sabiéndolo, para no tener que rendir cuentas a ciertos _____ (n v A» A 171
envidiosos o aduladores, les leyó el Qran sistema del mundo, que es el
prim ero de todos sus escritos, y fue honrado por ello con quinientos
talentos; y no solo con eso, sino además con estatuas de bronce. De Este episodio nos m uestra no solo el poco interés que sentía Demó­
tal modo, cuando murió tuvo un funeral público, tras haber vivido crito por los bienes materiales, sino tam bién cuánto subestim aba a sus
m ás de cien años. Pero Demetrio informa de que fueron sus parientes compatriotas. Más adelante podrem os ver cuáles son las bases filosófi­
quienes leyeron el Qran sistema del mundo, y que fue honrado solo cas de su antropología y su ética. Por ahora nos lim itam os a advertir que
con cien talentos (DK 68, A l). ese comportamiento fue para él u n a form a de vida, hasta el punto de
Sea cual sea la verdad sobre este episodio, lo que sí es cierto es que, habiendo llevado u n a vida dedicada a viajar, nunca pisó la ciudad
que Demócrito no se interesó nunca p o r las riquezas, a no ser que de Atenas. Otras fuentes indican que sí estuvo en Atenas, pero intentó
fuera para utilizarlas para sus viajes de estudio. Séneca consideraba mantenerse en el anonim ato. Escuchó las enseñanzas de Sócrates, pero
las riquezas com o una carga para una m ente bien dispuesta, y muchas no se dejó reconocer ni po r él ni p o r nadie. En otras palabras: «mostró
fuentes dicen que los cam pos de su propiedad fueron abandonados y desdén por una ciudad ta n im portante, sin querer adquirir fama del lu­
se convirtieron en pastos públicos, m ientras él se dedicaba a sus via­ gar, sino dando fam a al lugar al elegirlo» (DK 68, A 1).
jes y sus estudios. Pero eso no nos debe hacer pensar que Demócrito Se dice que D em ócrito se reía de to d a s las cosas hum anas, al
fuera un filósofo con la cabeza en las nubes, to talm en te inepto para contrario que H eráclito, q u e lloraba y sen tía com pasión por todos
las cuestiones prácticas de la vida. c°n quienes se en co n trab a. En su opinión, casarse, dedicarse a los
Z as vidas y la producción filosófica 45
44 Zeucipo y'Demócrito

B u s to d e H ip ó c r a te s d el
negocios, ser orador o político, ponerse enferm o, q u e d a r h erido o s ig lo xvu d e un original d e
é p o c a a n tig u a .
m orir eran cosas que había que to m ar a la ligera, con humor. Sus
com patriotas estaban muy sorprendidos con su visión de la vida,
tan to que incluso llegaron a pensar que el filósofo que vagaba por
su ciudad estaba algo loco, por lo que decidieron co n su ltar al mejor
m édico de la antigua Grecia (y uno de los m ás im p o rtan tes de la
historia de la hum anidad). H ipócrates de Cos, e invitarlo a Abdera
para que sanara las rarezas del com portam iento de D em ócrito. En
su prim er encuentro con él, H ipócrates tam b ién tuvo la im presión
de que D em ócrito estaba realm ente loco, pero en sus posteriores
visitas llegó a adm irarlo hasta el p u nto de convertirse en su discípu­
lo y, aunque era dórico, escribió sus obras en dialecto jónico como
m uestra de respeto al m aestro atom ista.

Uno de los puntos en com ún entre m aestro y discípulo fue pro­


bablem ente el m étodo que em pleaba Dem ócrito para sus estudios
sobre el com portam iento hum ano (algunas fuentes dicen que estu­
diaba precisam ente la locura), pues diseccionaba a los anim ales para
com prender cóm o funcionaban sus órganos internos y cuáles eran las
causas físicas de las alteraciones de su com portam iento. Este m étodo
debió d e ser muy valorado p o r el m édico de Cos, quien, según revelan
las fuentes, tam bién quedó im presionado por lo que podríam os deno­
m inar la «capacidad de clarividencia» de D em ócrito.

Un testim onio cu e n ta que, habiendo ido H ipócrates a verle, De­


No podemos sab er c u á n ta s d e e s ta s a n é c d o ta s que se nos han
m ócrito hizo que le llevara leche y, al observar la leche, dijo que proce­
transmitido son realm en te c ie rta s y c u á n ta s son legendarias, pero sin
día de una cabra de prim er p arto y negra, de m anera que Hipócrates
j U*ja “ ^ h u y e n a c o n stru ir el perso n aje. C om o tam b ién contribuyó
quedó adm irado po r su precisión. Pero tam b ién relata u n episodio en
a escripción de su m uerte: sa b e m o s q u e D em ó crito m urió a los cien
el que D em ócrito se dirige a u n a m uchacha q u e acom p añ ab a a Hipó­
crates con un «¡buenos días, chica!», y al d ía sig u ien te co n un «¡buenos narse ° lnC*US0 rnay °r’ y se d ice que a c ie rto p u n to decidió abando-
esn 6 3 ^ muerte> d ejan d o d e a lim en tarse. Pero las m ujeres de la casa,
días, mujer!». En efecto, la m uchacha había sido desvirgada durante la
que a 171601:6 su h u m a n a , q u e c u id ab a d e él, e sta b an desoladas, ya
noche (DK 68, A l) .
P°r aquellos d ías se c ele b rab a la fie sta d e las Tesm oforias. y si
46 Zeucipo y Ttemócrito

el filósofo m oría no podrían participar en los ritos sacros, así que le


pidieron que se mantuviera con vida el tiem po suficiente para que pu­
dieran celebrar la fiesta. Entonces Demócrito les pidió que, por cada
día de fiesta (tres en total), le trajeran pan caliente, se lo acercaba a
la nariz e inspiraba el olor, sin comer una sola miga, y así permaneció
con vida. Una vez hubo terminado la fiesta, se dejó morir con sereni­
dad y sin remordimiento.

La física ato m ista

Los átomos y el vacío

Hemos podido observar qu e la reflexión filosófica de los milesios (Ta­


les. Anaximandro y A naxím enes) y la p ro p u esta, m ucho m ás com ple­
ja, de Parménides dejan a b ie rta s alg u n as preg u n tas: p o r u n a parte, ¿es
realmente satisfactorio p e n sa r e n el arché com o u n principio unita
rio? Por la otra, ¿cóm o se p u ed en defender las características d el ser
eleático sin contradecir el devenir a testig u ad o p o r la experiencia?

Para in te n ta r resolver e sta s c u estio n es, la filosofía to m a u n a


nueva vía. y varios p e n sa d o re s id en tific a n co m o prin cipio de la phy-
sis un conjunto m ú ltip le d e elem en to s. El origen de e sta idea y, en
concreto, de la re sp u e sta ofrecida p o r los ato m istas, se en cu en tra
en las ideas de la escu ela p itag ó rica, qu e h ab ía identificado u n ar
ché múltiple (los núm eros) y h ab ía considerado la realidad sensible
como un a unión d e elem entos m ás pequeños y originarios (las cosas
concretas «hechas» d e núm eros, obviam ente según la acepción m era
mente física del núm ero p ara los pitagóricos). Sin embargo, es cierto
todos los filósofos p osteriores a él lo co m p aran con Parm énides.
T-a física atom ista
Zeucipo y 'Dernócrito
48

deriva del aire, ni el agua del fuego, etc.), eterno, cualitativamente


n0 utaWe (el agua no puede transform arse en aire, etc.) e idéntico a sí
Empédocles
in* ¡nc|uso tras separarlo (podem os dividir una botella de agua de un
Aparte de los atomistas, los otros físicos pluralistas son Empédocles y !™o'en cuatro vasos que contengan doscientos cincuenta mililitros cada
Anaxágoras. Empédocles (492-432 a. C.) vivió y trabajó en Agrigento po pero la diferencia cuantitativa no provoca una diferencia cualitativa
(Sicilia), y fue filósofo, médico y político activo. Al igual que ocurre con entre el agua que contenía la botella y la contenida en los vasos). Para
el resto de los presocráticos, solo se han conservado algunos de los krnpédodes» como tam bién para Parménides, el nacer y el morir son irri­
fragmentos escritos por él, acompañados por muchas leyendas sobre sibles si s e consideran com o venir de la nada y dirigirse a la nada -ya
su vida, como la que explica su muerte al lanzarse al Etna por voluntad que la nada no e xiste-, pero se dan com o agregación y descomposición
propia de los cuatro elem entos. Todo lo que existe, incluido el ser humano, está
Volviendo a! problema que dejaron sin resolver los eleáticos (cómo compuesto por una mezcla diversa de aire, agua, tierra y fuego.
explicar el devenir y la pluralidad) y considerando poco satisfactoria la
C u a n d o , por ejemplo, un hom bre muere, e s el compuesto el que
respuesta de los müesios (la identificación de un arcbé único), Empédo­
se disuelve, pero los cuatro elem entos que lo componían permanecen
cles postula por primera vez la existencia de una multiplicidad de arché,
sin cambios y form arán un com puesto nuevo: rocas, árboles, animales o
que identifica en los cuatro elementos o «raíces de todas las cosas»: aire,
agua tierra y fuego. El ser sena también cuádruple, pero conservaría al­ cualquier otra cosa. Las fuerzas que permiten la formación del cosmos
gunas características identificadas por Parménides, puesto que cada uno son, para Empédocles, el am or y el odio (philía y nelkos , que podemos
de los cuatro elementos sería originario (la tierra traducir por 'amistad o armonía' y ‘discordia’), pero no deben considerar­
se sentimientos hum anos, sino fuerzas cósmicas.
FUEGO
El amor tiene la capacidad de unir los elementos en los compuestos,
mientras que el odio los separa. De e sta manera, partiendo de una si­
tuación en la que el am or e s tá en su punto álgido y todos los elementos
están unidos entre sí en un com puesto homogéneo que Empédocles
llama hemisferio, si hubiera un progresivo aumento del odio, llevaría a la
fragmentación del com puesto, hasta llegar a la situación de caos, es de­
AIRE cir, de total fragm entación d e los compuestos, en el cual triunfa el odio.
Entre los dos extrem os del hemisferio y del caos se sitúa el cosmos, es
decir, el mundo en el que vivimos nosotros, que se encuentra en una si­
tuación de máxima inestabilidad, puesto que tiende hacía el hemisferio o
Los cuatro elementos hacia el caos (en am bos casos, el mundo que nosotros conocemos des­
que Empédocles
considera el origen de
aparece), en un continuo y necesario proceso circular de construcción y
todas las cosas y sus destrucción d e com puestos m ás o menos agregados en su interior.
cualidades.
Según E m pédocles, la posibilidad que se les da a los hombres de
h a física atomista
50 leu cip o y Demócrito

f
conocer la realidad se basa en el principio de que «lo semejante conoce Anaxágoras
a lo semejante». Cada elemento contenido en un compuesto emite «eflu­ '^Gleoutv! ¿oc oí «I*, p|w/J
vios» que afectan al elemento correspondiente en nuestros órganos de Anaxágoras (499428 a C.) de Clazómenas, en Asia Menor, vivió y en­
los sentidos. Así, con la parte acuosa presente en nuestra piel sentimos señó durante casi treinta años Atenas y probablemente fue él mismo
el agua, con la aérea sentimos el aire, etc. En cambio, respecto a la vista, quien llevó la filosofía a la capital griega También para él, como para
y reafirmando el principio de que lo semejante conoce a lo semejante, el parménides y para Empédocles, el no-ser no existe y, por lo tanto, el
proceso es inverso, porque los efluvios parten de los ojos y alcanzan el nacimiento y la muerte no pueden relacionarse con el verdadero ser,
objeto visto, y no al revés. solo pueden interpretarse como i n t e g ^ j ó o ^ ^ j ^ r a ción de p re ­
puestos. El arché de Anaxágoras, una vez más plural, eslácompuesto
por «ternillas» (spérmata en griego) de varias formas, colores y gustos,
que coTTsu multiplicidad originaria pueden convertirse en la variedad de
lo real mejor de lo que lo hacen los cuatro elementos identificados por
Todo aquel que quiera hacer filosofía, independientem ente de los
Empédocles. Las semillas no pueden ser percibidas por los sentidos, son
lím ites tem porales de la antigüedad, debe ten er en cu en ta las ca­
eternas como el ser eleático, inmutables, infinitamente divisibles, infinitas
racterísticas del ser parm enídeo, para poder corroborarlas o recha­ por número y cualitativamente distintas, precisamente para poder com­
zarlas. Por lo ta n to , tam b ién Leucipo y D em ócrito se com paran con poner la pluralidad que conocemos.
P arm énides y su escuela. Aristóteles, que tenía por costumbre releer a los filósofos que lo
Como ya hem os m encionado, d e Leucipo conservam os un único habían precedido utilizando su propio vocabulario, no habla de spérmata,
sino de homeomería, e s decir, de partes^aM g^s, haciendo referencia
fragm ento, brevísimo, que form aba p arte de la obra Sobre la inteli­
al hecho de que cada semilla puede dividirse infinitamente en partes
gencia: «Nada sucede en vano, sino que todo ocurre por un a razón
más pequeñas, cada una de las cuales mantiene siempre las mismas
y una necesidad» (DK 67. B 2). Volveremos m ás adelante sobre este
quej&.tp;t&|ií¿ad y que las partes en las que se ha subdividido
fragm ento para analizarlo con mayor detalle, pero ahora debem os de­ la totalidad.
tenernos en un testim onio de Simplicio que resum e bien el pensa­ Según Anaxágoras, existe una fuerza, el no^s. que, a partir de la
m iento físico de Leucipo, retom ado d espués p o r Demócrito: masa originaria en la que las semillas, u homeomerías, se mezclan entre
sí, lleva a la formación del mundo que conocemos. El nous imprimiría un
a la m asa indiferenciada y se formaría una mezcla
Leucipo propuso la idea de que los átom os son elem entos infinitos organizada, de la cual después derivaría la realidad que nosotros cono-
que se mueven eternam ente, cuyas form as son innumerables, como csmos. El nous de Anaxágoras, que podemos traducir por ‘inteligencia’,
explicación del ser y del no-ser, porque observó que el nacimiento y 6S Una ^uerza no material y representa el aspecto más original de esta
. xP'1Cac'ón de la realidad, porque con Anaxágoras por primera vez se
el cambio tienen lugar en el m undo de los seres de modo continuo.
roduce en filosofía un principio inmaterial para explicar lo que existe.
Es más, postuló que los entes no poseen m ás ser que no-ser, pues- ^
to que am bos son causas iguales de los seres generados. De hecho.
l a física atomista
52 leucipo y Demócrito 53

fi V
El mundo sensible estaría formado según el principio «todo está en I Visión moderna del átomo
todo», o «en cada cosa hay parte de cada cosa», ya que cada realidad i*
W seftgjBte contendría cualquier tipo de semillas, obviamente en distinta í En la era moderna, el primero en explicar la realidad en términos atómi-
proporción. Así, por ejemplo, en el grano de trigo están contenidas tam­ • c0Sj es decir, en hablar de entidades minúsculas e indivisibles, es el físico
bién semillas de pelo, uñas, huesos, etc. Solo así podemos explicar el j y químico inglés John Dalton (1766-1844). En A A/ew System o f Che-
hecho de que comiendo un trozo de pan y digiriéndolo, pueda «transfor­ j mical Philosophy (1808), Dalton afirma que la materia está compuesta
marse» en pelo, uñas, huesos, etc. ! de átomos, partículas indivisibles e indestructibles; que los átomos de
De ese modo, Anaxágoras explica el hecho de que el pelo que crece í un mismo elemento son iguales entre sí; que ios átomos de diversos
no viene de la nada (lo que sería imposible), sino que'yaesta oDntenido 1 elementos se combinan entre sí dando origen a compuestos; que los
^ J g ^ ím e n fo s que comemos y que, por tanto, realmente nada proviene I átomos no pueden ser creados ni destruidos; en fin, que los átomos de
o acaba en la nada, sino que todo se transforma a partir de las semillas ; un elemento no pueden convertirse en átomos de otro elemento. El áto-
originarias e inmutables, que se mezclan de diversa forma ; mo de Dalton, es decir, la partícula más pequeña de un elemento que no
; puede ser descom puesta y que mantiene las características del elemen-
; to de partida, presenta muchos puntos en común con el átomo según
defendiendo que el ser consiste en la esencia sólida, densa y llena de « la antigua acepción griega del término, pero se le considera moderno
los átom os, afirm a que estos se en cuentran en el vacío y se m antie­ 1 porque Dalton llega a su definición empíricamente.
nen por el m ovim iento en el vacío, al que denom ina no-ser, y del que ; Después de los descubrimientos de Dalton, las cosas se complican
j cuando, más de un siglo después, Ernest Rutherford (1871-1937), con
dice ser no m enos que el ser. Del m ism o m odo, tam bién su amigo
| la ayuda de algunos discípulos, realizó un experimento con el que des-
D em ócrito de Abdera establece com o principio lo lleno y lo vacío.
j cubúó que el átomo tenía un núcleo y propuso el modelo según el cual
Dem ócrito se le pareció en este aspecto, aunque fue m ás productivo
1 en torno a este núcleo giran los electrones, como planetas que giran en
en otros p un to s (DK 67, A 8). I tomo ai sol (modelo planetario). El átomo ya no podía considerarse téc-
i rucamente un «átomo», es decir, indivisible, porque se había descubierto
> su división en núcleo y electrones orbitales. Sin embargo, no se modificó
El testim onio es complejo y habrá que explicarlo con precisión. ! su nombre. Los experimentos d e Rutherford, junto a los de James Chad-
Para empezar, de ahora en adelante considerarem os el antiguo ato­ , wick (1891 -1974) de 1932, llevaron a identificar en el núcleo los proto-
mismo como una doctrina unitaria, in d ependientem ente de que las nes (partículas con carga eléctrica positiva) y los neutrones (partículas
| ^°n car9a eléctrica neutra), y en torno al núcleo giraban los electrones
referencias textuales citen a Leucipo o D em ócrito, porque no hay
; Partículas con carga eléctrica negativa), de dimensión infinitamente
duda de que la doctrina del m aestro h a influido considerablem ente al
| pfk ^ ue^a 9ue los protones, pero iguales a ellos en cuanto a número.
discípulo y que el discípulo ha seguido la d o ctrin a del m aestro. Cabe * ue6C^0 clue baya el mismo número de protones y electrones hace
señalar tam bién que en este testim o n io el ser se en tien d e como un v, ^ e la carga del átomo s e a neutra en condiciones normales.
cúm ulo de átom os que se m ueven en el vacío.
"Lafísica atomista
54 leu cip o y Vemócrito

s¡ ei átomo es la partícula más pequeña de realidad pemable es


> Basándose en Jos estudios de Niels Bohr (1885-1962) y Arnold
¡¿ente que es demasiado pequeña como para poder ser vista. El áto-
1 SommerfeW (1868-1951\ en 1927 Werner Heisenberg (1901-1976) 6 oes, por >°tant0> ind¡vislb!e' Pero también Pequeñísimo, invisible y,
i propuso su principio de indeterminación, según el cual no es posible * general, no perceptible por los sentidos. Según Demócrito, el átomo
j describir con exactitud el movimiento del electrón alrededor del núcleo, también «s impasible, es decir, inalterable, indestructible y, por tanto,
* por lo que no puede determinarse con exactitud dónde se encuentra etern0; los átomos, en cuanto a arché de la realidad, no pueden des­
j un electrón en un momento determinado, solo puede indicarse con qué
truirse. porque entonces se destruiría toda la realidad. Lo que puede
1 grado de probabilidad se Je puede encontrar en cierto punto del espado
í en un determinado momento. El principio de indeterminación de Heisen- destruirse es la com binación de átom os que forma las distintas ma­
1 berg acaba con el concepto de órbita de los electrones e introduce el nifestaciones de la realidad, pero sobre eso volveremos más adelante.
; de orbital, es decir, la zona espacial alrededor del núcleo del átomo en la
• En el testimonio sobre Leucipo citado más arriba, hemos podido
; que la probabilidad de encontrar el electrón es máxima
; Las mvestigaoones sobre el átomo y sus componentes todavía no
leer que los átomos se encuentran en el vacío y se mantienen por el
• han llegado a conclusiones definitivas. Gracias a los experimentos rea- movimiento en el vacío, y que Leucipo establece como principiólo lle­
í lizados con los aceleradores de partículas, se ha descubierto que proto- no y lo vacío, por lo tanto, el arché no está compuesto solo por los áto­
5 nes y neutrones están formados por componentes subatómicos deno- mos. sino por los átomos y el vacío. Puede parecemos una afirmación
J minados «cuark» y algunos estudiosos trabajan sobre la hipótesis de que
banal, porque está claro que, si los átomos deben agruparse para formar
{ a su ve2 los cuark están compuestos de cuerdas.
todas las cosas que existen, necesitan un espado vacío para poder ha­
cerlo. Por tanto, debe haber, junto a lo Heno, lo vacío que acoge lo lleno.
Aquí tenem os la respuesta a una primera pregunta: ¿qué es el ar- Pero en dicho testimonio, este vacío que postula Leucipo está conside­
ch& El arché. para Leucipo y Demócrito, son los m últiples átomos rado una forma de no-ser, de m odo que tanto ser como no-ser (esto
que se mueven en el vacío. Pero, ¿qué es u n átom o? La palabra -«áto­ es, atomos y vacío), ambos, son causas equitativas de los seres crea­
mo» significa literalm ente 'no divisible', por lo tanto, es la partícula dos. Resulta evidente que esta afirmación es contradictoria respecto a
m ás pequeña existente, que obtenem os tras haber dividido un ente
la doctrina de Parménides. El filósofo de Elea nos había enseñado que
el no-ser no es, no puede pensarse, ni decirse; los atomistas, en cam­
en partes cada vez más pequeñas. Cuando no podem os dividir algo
bio, nos enseñan que el no-ser sí es, y resulta incluso imprescindible
en m ás partes, hem os encontrado el átom o. La física m oderna nos
para que la realidad que percibimos pueda existir.
ha habituado a pensar en el átom o com o algo m uy concreto, pero los
£1 vacío, el no-ser en sen tid o espacial, es la zona en la que se sitúan
antiguos atom istas no consideraban el átom o de la m ism a manera.
y3e mueven los átom os, pero tam b ién el espacio que los separa, la to-
Pensar que la realidad estaba com puesta p o r átom os tenía para ellos
Privación de plenitud, o sea de s e t y para los atomistas es absolu-
un sentido no solo físico, sino tam bién ontológico, es decir, que con­
mente Necesario para que las cosas que conocemos existan. Por esa
tem plaba el ser en tan to que se t zdt\ el arché está c o n stitu id o necesariam ente tanto por los átomos
Za física atomista
56 Zeucipo y Vemócrito 57

com o por el vacio. En este sentido, podem os decir que Leucipo y De-
m ócrito h an superado la visión eleática, afirm ando que el no-ser es, ya La ley d e Lavoisier
que existe realm ente y es pensable.
p la era moderna, el químico, biólogo y
Pero, a la vez, no la han superado, porque para los atom istas el ser J ^onomista Antoine Lavoisier (1743-1794),
m antiene las m ism as características que ya habíam os conocido con asesinado durante la Revolución francesa,
afirmó que «la materia ni se crea ni se des­
la escuela de Elea. Los átom os son, en efecto, no creados, imperece­
truye, solo se transforma».
deros, indivisibles, inm ateriales, inm utables y perfectos. Por otra par­
Este principio, conocido como ley de
te, a partir de varios testim onios podem os deducir que Demócrito le Lavoisier o ley de conservación de la masa,
atribuyó al átom o las características de la «idea», es decir -sin llegar expresado en términos m ás precisos, mues­
a incom odar a Platón antes de tiem p o -, de la «forma visible». ¿Cómo tra que en el interior de un sistem a cerrado
consigue el átom o tener una forma visible si es ta n pequeño que no (es decir, sin relaciones de intercambio con
puede ser percibido por los sentidos? el exterior), en una reacción química la m asa
de los reactivos es exactam ente igual a la A n to in e L av o isie r (1 7 4 3 -
1 7 9 4 ). G rab ad o .
Cuando Dem ócrito habla de «forma visible» se refiere a lo que ' masa de los productos, incluso aunque las
puede ser visto a través de la inteligencia, no a través de los sentidos. dos masas puedan aparecer en formas dis­
Los átom os no son partículas invisibles debido a que no disponemos tintas. Cuando asistimos a una reacción química, sea del tipo que sea,
de microscopios lo suficientem ente potentes para poder enfocarlos, ¡ no puede haber destrucción de m asa ni creación de masa de la nada,
sino debido a que su realidad es de tipo intelectual y no empírico, o solamente transformación de la misma cantidad de masa de una forma
a otra
sea, perceptible con la inteligencia y no con los sentidos.
En física atómica, a e sta ley le corresponde la ley de conservación
Una últim a característica del átom o es que no tiene cualidades, 6 la energía, según la cual lo que perm anece sin alterar en ei interior de
sino que es una mera forma cuantitativa: los átom os no poseen un n sistema cerrado no e s la m asa sino la energía, aunque pueda trans-
formarse de una forma a otra.
color, un sabor, un olor que distinga a unos de otros. Son todos iguales
desde el pu n to de vista cualitativo y se diferencian en tre ellos solo en
cu an to a la forma, es decir, la figura geom étrica.

Los partidarios de la teoría de los átom os, que los conciben privados
de color, afirman que las cualidades sensibles surgen de elementos marcar qUe j a s c u a ^ d a d e s sensibles, pero ahora convi
concebibles solo con el pensam iento y privados de cualidad (DK 68> Vista °ntoló 9 lC*Ga ^ ^°n<^ ° ^ ^ t i g u o ato m ism o desde el pi
P^te, en Ur^ C° ^es ^ ecfr del d isc u rso so b re el ser) consiste, p
A 124).
frag m en tació n del ser de P arm énides en muchc
Z a física atomista
58 Zeucipo y Vemócrito

oS por tanto, afirm ar que los átom os son una especie de frag-
que, a pesar de su multiplicidad, m antienen las m ism as característi
A del ser eleático un itario en infinitos seres, pero que mantie-
cas que el ser eleático y, por la otra, en la afirmación positiva del no-
mentfmáxim0 número posible de características del ser parmenídeo.
ser (el vacío).
neI1 Clemente Leucipo intuya dicha fragm entación a partir de una
La mejor síntesis de la relación entre la filosofía de los eleáticos y la ****. MeUso de Samos (siglo v-iv a. C.), u n discípulo de Parménides,
de los atom istas nos la proporciona Aristóteles en su tratad o Acerca ^ escribe: «si hubiera u n a pluralidad, cada uno de los seres plurales
de la generación y la corrupción: qUC, ' „,.p ser tal com o es m i descripción del uno» (DK 30, B 8).
tendría que **
Según Meliso, el ser es in fin ito (una novedad respecto al pensa­
Pero fueron Leucipo y Demócrito quienes desarrollaron con mayor mé­ miento de Parménides) y, p o r ta n to , único, inm utable, incorruptible,
todo una explicación única que abarca todos los procesos, tomando el eterno, inmóvil, etc. Por eso, seg ú n él la hipótesis de que m uchos se­
punto de partida que por naturaleza corresponde. Así, algunos antiguos res tienen las características del u n o p arm en íd eo es contradictoria.
pensadores [los eleáticos] opinaron que el ente por necesidad es uno e En cambio, Leucipo atribuye p re cisam en te e stas características a sus
inmóvil, pues el vacío no existe y, al no haber un vacío que exista sepa­ átomos y de ese m odo frag m en ta el ser parm enídeo. Según los atom is­
radamente, no es posible el movimiento, agregando que no puede haber tas, la pluralidad es, es decir, existe, p recisam en te porque puede ser
una pluralidad de cosas, si no hay nada que las mantenga apartadas. [...]
como el uno de Meliso. T ienen las m ism as características y, como nos
Leucipo, en cambio, creyó contar con argumentos que, al tiempo que
ha mostrado más arriba A ristóteles, n o derivan del uno, aunque son y
concuerdan con los datos de la sensación, no anulan la generación, ni
deben ser originarios.
la corrupción, ni el movimiento ni la pluralidad de los entes. Haciendo
estas concesiones a los fenómenos, pero coincidiendo con los que esta­ Leucipo opera del m ism o m o d o p a ra hablar del vacío. Parménides
blecen la unidad en que no puede haber movimiento sin vacío. Leucipo no había tratado este arg u m en to , pero M eliso sí, y escribe:
expresa que el vacío es no-ente y que nada del ente es no-ente, pues el
ente, en sentido estricto, es absolutam ente pleno. Pero este ente -dice­
no es uno sino muchos, infinitos en número e invisibles por la pequenez Yno hay vacío, pues el vacío no es nada, y lo que no es nada no pue­
de su masa. Ellos se trasladan en el vacío (pues existe el vacío), y cuando de ser. Tampoco [lo que es] puede moverse: no tendría lugar alguno
se reúnen producen la generación, y la corrupción cuando se separan. donde desplazarse, pues es un pleno. Si hubiese el vacío, podría des-
Además, actúan y experim entan pasión, cuando, por caso, entran en P azarse en el vacío, pero puesto que no hay vacío, no existe espacio
contacto (así, por tanto, no son uno), y al combinarse y entrelazarse dan Para desplazarse. (DK 30, B 7)
lugar a la generación. Pero no puede generarse una pluralidad a partir de
lo que es verdaderam ente uno, ni generarse lo uno de la verdadera plura­
lidad, sino que esto es imposible. (DK 67, A 7) c°n\ob ° C°ns^ era vacío com o una forma de no-ser, por lo que,
n discípulo de Parménides, niega su existencia. Si el vacío no
Xafísica atomista gj
leucipo y 'Demócrito

•cómo es posible pasar de los átomos, infinitesi-


existe, tam poco existirá u n espacio en el que el ser pueda detenerse responda ¿'0
cialP°r • bles y eternos, al variado m undo que percibimos con los
y aquí tam bién niega el movimiento. Leucipo, una vez más contradi­ males- ^ citancjo a Leucipo y a Demócrito, había hablado
ciendo a Meliso, admite el vacío como forma de no-ser y, en conse­ ggntid08- ,ento>> y «configuraciones» de los átom os, de una forma de
cuencia, adm ite la posibilidad de que los átomos pueden pararse. de *moV1 eJiera «volúmenes visibles y perceptibles», de colisiones,
Hemos empezado este capítulo con el testimonio de Simplicio so­ mezcla gntre jQg ¿ tom 0s. En un testim onio de Galeno, el pen-
bre la filosofía de Leucipo (DK 67, A 8); ahora veremos cómo el propio talento de Demócrito se resume así:
Simplicio, citando a Aristóteles, resume el pensamiento de Demócrito;

Los átomos, siendo todos cuerpos pequeños, no tienen cualidades,


Demócrito dice que la naturaleza de las realidades eternas consiste en mientras que el vacío es un espacio en el cual todos esos cuerpos
una pluralidad de infinitas sustancias pequeñas y las sitúa en otro lu­ se mueven hacia arriba y hacia abajo eternam ente, o bien se entre­
gar de tamaño infinito. Denomina al espacio con los siguientes nom­ lazan de algún modo entre ellos o bien chocan y rebotan, y se dis­
bres; el vacío, nada y lo infinito, mientras que a cada sustancia indivi­
gregan y se agregan de nuevo entre sí en com puestos semejantes.
dual la llama algo, lo compacto y lo ente. Cree que las sustancias son tan
(DK68, A 49)
pequeñas que son capaces de eludir nuestros sentidos; aunque poseen
toda clase de formas, figuras y diferencias de tamaño. De este modo,
puede él, partiendo de ellas como si fueran elementos, producir por Parece que la ausencia de cualidad de los atom os, el hecho de
agregación tamaños perceptibles a nuestros ojos y a los demás senti­
poseer una forma puram ente cuantitativa, tiene u n a relación con su
dos. Esas sustancias son inestables y se mueven en el vacío debido a la
movimiento, con las trabazones que form an y de las que nace el m un­
desemejanza y a otras diferencias ya mencionadas que las constituyen.
do que percibimos. Para com prenderlo mejor, debem os analizar m ás
Al estar moviéndose, chocan entre sí y se componen en una maraña
detalladamente las características de los átom os. Son tres, y Demócri­
tal que entran en contacto y se mantienen así ligadas. (DK68, A 37)
tolas denomina, en gr iego, rhysmos, diathigé y tropé. Aristóteles, que
£ e siendo una de nuestras principales fuentes para com prender el
^7™ ° *os Presocráticos, transform a los térm inos de Demó-
La agregación de los átomos y las cualidades
derí y • qC ema>taXÍSy í^ es£s’ clue podríam os traducir por ‘forma, or-
secundarias de t r a SlCÍ°n ' ^ mero hecho de que A ristóteles sienta la necesidad
c°mo deck vocahulario de D emócrito debe hacem os reflexionar:
H asta ahora hemos intentado razonar sobre el arché de los atomlstaS'
Pasador PrlnciPio, todo pensador que lea la obra de otro
los átom os y el vacío, así com o sobre las características de los 10111
en relación con las del ser eleático, pero aún queda una pregunta ese Phs categ0rfaa * ^npulso instintivo de interpretarla según sus pro-
l a física atomista 63
leucipo y Demócrito

disociación, y la alteración por el orden y posición


ación y
Así q ue incluso A ristóteles, en el m om ento en que lee y reinte [...] se transm uta incluso si algo pequeño se combi-
p re ta el p en sam iento de los presocráticos, lo hace para destacarla que
ella, y que Parece totalm ente diversa cuando una sola de sus
sim ilitud o para acentuar las diferencias respecto a su propia filosofía ¡con
03 CU1sufre una transmutación. Con las mismas letras, en efecto, se
aú n a co sta de sesgar el pensam iento del au to r de referencia.
imponen una tragedia y una comedia. (DK 67, A 9)
No debe escandalizam os un procedim iento de este tipo, puesto
que de la lectura o la com paración con el pensam iento de otros puede
n acer u na visión filosófica original, y Aristóteles, que lo sabía bien, partir de la lectura de este fragm ento, queda clarísimo que el
dedica u n am plio espacio a presentar (y en ocasiones a reinterpretar) orden y la posición son características del com puesto y no de los com­
las d o ctrin as de quienes lo precedieron. Naturalmente lo hace con ponentes individuales. La referencia a la com posición de las letras en
u n a visión aristotélica, pero no habría podido hacer otra cosa. Tras untexto o, simplemente, en una palabra es m uy sugestiva: Aristóteles
casi dos mil quinientos años y con pocos fragmentos originales de los señala que basta con que se verifique u n m inúsculo desplazamiento
ato m istas a n uestra disposición, la comparación con los testimonios de los elementos mezclados en el com puesto o incluso de uno solo de
sobre ellos es esencial. Por eso escogemos partir de la interpretación, los componentes para que resulte to talm en te d istinto al com puesto
p o r o tra p arte incisiva y penetrante, del pensam iento de Demócrito entero.
realizada p o r A ristóteles. M ás adelante volveremos sobre la diferencia
Pensemos qué ocurre si en la palabra «gato» invertim os dos letras
term inológica de la que acabam os de hablar.
yobtenemos la palabra «gota»: e n tre el «gato» anim al y la «gota» de
Si los átom os difieren entre sí en forma, orden y posición, parece agua que cae de un grifo, la única diferencia es la posición de dos le­
claro que lo que realm ente marca la diferencia no es tanto el átomo
tras. Sin embargo, el significado de am bas palabras es com pletam ente
en sí com o la estru ctu ra del agregado atómico, en el que el orden y la
distinto. Esta lectura aristotélica, que com para el orden y la posición
posición de los átom os pueden cam biar delos átomos en los com puestos con las propiedades de las letras al­
Así se expresa Aristóteles en Acerca de la generación y la corrupción: fabéticas en los textos, la retom a A ristóteles en su Metafísica, donde,
aponiendo el pensam iento de to d o s los filósofos que lo han precedi-
°>escribe sobre los atom istas:
Demócrito y Leucipo, por su parte, expresan que todos los demás cuer­
pos [todo lo que no es un átomo] están compuestos de corpúsculos
indivisibles [los átomos], que estos últimos son infinitos en numero
son \^° ^ SU comPa^ ero Demócrito sostuvieron que los elementos
y en formas, y que los cuerpos difieren unos de otros en vrrtud de
^ente ^ VaC10, a *08 9ue ^amaron ser Y no-ser, respectiva-
posición y ordenación de sus componentes. [...] Demócrito y e ^
existe ^ S6r 6S^eno y s<^ido, el no-ser es vacío y sutil. Como el vacío
po, empero, imaginan las figuras y. a partir de ellas hacen w
tenal a menos ^ue ser-Juntos los dos, constituyen las causas m a­
alteración y la generación, a saber, la generación y a corr c l a s cosas existentes
Xafísica atomista 65
64 leucipo y Demócrito

un texto de Leucipo o de D em ócrito q ue co n ten d ría


[Leucipo y Demócrito] decían que las diferencias entre los átomos qUetuvoacC^ ° después se perdería. Lo que A ristóteles innova
son las causas que producen las otras cosas. Según ellos, dichas di­ dicho ejerT1P 0 y^cto a los a to m istas es el vocabulario: el «ritm o» de
ferencias son tres: forma, orden y posición. El ser, dicen, solo difiere ^ m ^ tjje m ó c rito se convierte en «form a» e n A ristóteles, el «con-
en ritmo, contacto y revolución. El ritmo corresponde a la forma, el Leucip0 ^ onvierte en «orden» y la «revolución» se convierte en «po­
contacto al orden y la revolución a la posición: porque A difiere de Ty
en la forma, como A N difiere de "NA en el orden, y Z se distingue de sición-
la N en la posición. (DK 67, A 6) n este punto hay que ten e r p resen te, c o m o h a n p u esto de relieve
h estudiosos, que las expresiones u tiliz a d a s p o r los atom istas
mU referirse directam ente a cu alid ad es objetivas y dinám icas
Tras haber señalado una vez m ás que el arché para los atomistas ddátomo, mientras que las expresiones u tiliz a d a s por A ristóteles
está com puesto de átom os (ser) y vacío (no-ser), Aristóteles destaca son comprensibles en referencia al c o n ta c to d e los á to m o s en tre sí y
que el m undo que nos rodea nace de las diferencias de forma, orden comprenden un átom o estático en sí m ism o. Por ejem plo, la palabra
y posición entre los átom os y ejemplifica este concepto mediante las rtysmos, que nosotros hem os identificado con ritm o , indica la suce­
letras del alfabeto y su com posición para generar palabras. sión de las olas del mar, y tiene u n valor in trín se c a m e n te dinám ico.
La form a (o ritm o) es la forma del átomo, o sea, según el ejemplo Designa algo que se mueve, y tal d in am ism o in te rn o se pierde en la
alfabético, la distinta m anera en la que dibujamos, es decir, damos forma aristotélica, que puede ser estática.
form a a la A , distinta a la TV, a la C, y a la V. El orden (o contacto) es la
En la misma línea, la «revolución» es u n a cu alid ad m u ch o m ás d i­
disposición de los átom os, puesto que los propios átomos, disponién­
námica que la «posición», ya que hace referencia a la m a n e ra en q ue se
dose de u na m anera distinta, dan lugar a com puestos distintos. Del
mueve cada átomo, es decir; cóm o gira p o r el espacio. Pero entonces,
m ism o m odo, las sílabas A TVy ‘N A están compuestas por las mismas
¿porqué Aristóteles siente la necesid ad de in n o v ar así la term inología
letras, pero puestas en distinta posición. Finalmente, la posición (o re­
tomista, con el resultado evidente de m o dificar las características de
volución) de un átom o es la m anera en la que se orienta en el espacio:
im aginem os que tenem os u n a letra H grande tridimensional (puesto prendeT^ ^ 0r^ ue P3*3 A ristó teles es m ás im p o rta n te com -
que los átom os son tridim ensionales) y que la giramos a la derecha y en^ ^ a caU8a ^ movknien to que el m ovim iento en sí m ism o. Así,
a la izquierda, y la observam os después desde arriba. Nos aparecerá tomo Leuci GSCrÍ^ e ^ Ue a^ u n o s i m i t e n u n a actividad co n stan te,
com o u n a línea horizontal, es decir, como una 7 tum bada. existe siem c- Tu e > de hecho, afirm an q ue el m ovim iento

Los estudiosos coinciden al reconocer en este ejemplo alfabético olaotra (DK 67^a Í S ) ^ ^ 0*no dicen p o r qué o cuál es la causa, si u n a
p resentado por Aristóteles u n a idea originariam ente atom ista. De he­ Anstóteh
cho, A ristóteles no utiliza las letras del alfabeto como ejemplos filo .qUelo s? ^ eCe Pre&u n ta rse: supongam os, al igual que los ato-
sóficos en ningún otro de sus escritos, por lo que podemos suponer ^ de ücho mo • m° S 86 m ueven contin u am en te. Pero, ¿cuál es la cau-
Uüento? A ñade en Sobre el cielo: «a Leucipo y Demó-
l a física atomista 67
tsucipo r Vemócrito

■ rio más atom ista. Eso significa que los átom os, que
cnto, que dicen que los cuerpos primordiales se mueven siempre en el el V°Cfl Üna determ inación de color, olor, sabor, etc., sí poseen,
v ad o y en el infinito, les correspondería decir qué |es ese] movimiento notf"efl n , distintas: «hay algunos corpúsculos lisos, otros ás-
y cuál es el movimiento natural de aquellos [cuerpos]»* |DK 67. A 16). fi^ anSd0, pero unos angulados, otro s curvos y casi adun­
En realidad. Leucipo y DemócTito habían contestado a esta pre- aos, o t r o s í * 1
gunta al definir los átom os de los -autómatas»*, es decir, de los seres
lica por qué se habla de form a y orientación espacial del
«propulsados*, en el sentido etimológico de móvil de él mismo. En su
680 exp gn otro testim onio tam bién se describe cóm o llegar desde
opinión, el movimiento atóm ico seria, por lo tanto, eterno, inherente
¿tomo. pofC^ ^ cuaJiclac| es secundarias, es decir, los sabores, colores,
a los átom os y excluyeme de un motor externo a los propios átomos.
l05átomos así argu m enta Teofrasto, quien, después de Aristóteles,
Es precisam ente esta última característica la que parece negar Aristó­
teles cuando modifica el vocabulario de los atomistas, ya que no acep­ ^nuestra principal fuente indirecta sobre los antiguos atom istas:
ta un principio motor interno a los átomos, es decir, que estos sean
autopropulsados, y busca el principio motor fuera de los propios áto­
mos. Y. lógicamente, no lo encuentra ni en Leucipo ni en Demócrito. El gusto ácido es en su figura anguloso y con muchos repliegues, pe­
queño y sutil [...]. Lo dulce está configurado por figuras redondeadas
Como ya hem os observado, eso no significa que Aristóteles in­
y no demasiado pequeñas [...]. El acre se debe a figuras grandes, muy
terprete mal a los presocráticos, sino que cada filósofo interpreta de
acuerdo a sus propias categorías el pensamiento de quien lo ha prece­ angulosas y con las mínimas redondeces [...].
dido. Aristóteles tiene el mérito indudable de haber transmitido, aun­ Lo amargo las hace pequeñas, lisas, redondeadas, pero con un con­
que sea reinterpretándolo, el pensam iento de los filósofos que lo han torno sinuoso que las hace viscosas y pegajosas. Lo salado, de figuras
precedido, plenam ente consciente de que ninguna forma de conoci­
grandes y no redondeadas, unas irregulares pero en su mayoría no irre­
m iento hum ano puede nacer de la nada, sino que debe compararse
gulares, de forma que tampoco tienen muchos repliegues [...]. Lo agrio
con lo que le precede. Aun así. la distancia temporal que nos separa de
es pequeño, redondeado y anguloso, pero sin tener irregularidad, y de
los atom istas hace que debamos recurrir a fuentes de segunda mano
hecho este sabor tiene la capacidad de volverse muy angular [...].
para com prender su pensam iento, con todo lo que ello supone.
De esta forma da cuenta de las demás propiedades de cada uno, refi-
Volviendo a la comparación entre átom os y letras del alfabeto que
aparece en su Metafísica, cabe señalar que las letras le interesan a néndolas a sus figuras, si bien ninguna de estas figuras en absoluto se
A ristóteles (tam bién a los antiguos atom istas) no tan to por su signifi­ sin contaminar o mezclar con otras, en cada sabor hay muchas.
(OK68. A135)
cado simbólico o por su sonido, sino por su forma gráfica. Los únicos
aspectos por los que los átom os difieren entre sí son los relacionados
con su forma, la rotación que realizan en el espacio o la disposición re­
i ^euc‘P° y Demócrito, las únicas cualidades objetivas de los
cíproca, según el vocabulario aristotélico, o el movimiento intrínseco,
0n las cuantitativas, es decir, las relacionadas con la forma
lario más atom ista. Eso significa que los átom os, que
crito, que dicen que los cuerpos primordiales se mueven siempre en el jggúo elvoca a ^ te rm in a c ió n de color, olor, sabor, etc., sí poseen,
vacío y en el infinito, les correspondería decir qué [es ese] movimiento p0tienen ¿ f i n t a s : «hay algunos corpúsculos lisos, o tro s ás­
y cuál es el movimiento natural de aquellos [cuerpos]» (DK 67, A 16) encamb‘°’ go ¿os-pero unos angulados, o tro s curvos y casi ad u n ­
En realidad. Leucipo y Demócrito habían contestado a esta pre­ aos. otroS re x
gunta al definir los átom os de los «autómatas», es decir, de los seres eos*(DK67. A 11)-
lica por qué se habla d e form a y o rien tació n espacial del
«propulsados», en el sentido etimológico de ‘móvil de él mismo. En su
Es° 1 en otro testim onio ta m b ié n se describe cóm o llegar desde
opinión, el movimiento atómico sería, por lo tanto, eterno, inherente
á to m o -^ ^ cuaiidades secundarias, es decir, los sabores, colores,
a los átom os y excluyente de un motor externo a los propios átomos.
Es precisam ente esta última característica la que parece negar Aristó­ ^ e t e Así lo argum enta Teofrasto, quien, d espués de A ristóteles,
teles cuando modifica el vocabulario de los atomistas, ya que no acep­ °° Jttraprincipal fuente indirecta sobre los a n tig u o s atom istas:
ta u n principio m otor interno a los átomos, es decir, que estos sean
autopropulsados, y busca el principio motor fuera de los propios áto­
mos. Y, lógicamente, no lo encuentra ni en Leucipo ni en Demócrito. El gusto ácido es en su figura anguloso y con m uchos repliegues, pe­
queño y sutil Lo dulce está configurado por figuras redondeadas
Como ya hemos observado, eso no significa que Aristóteles in­
terprete mal a los presocráticos, sino que cada filósofo interpreta de yno demasiado pequeñas [...]. El acre se debe a figuras grandes, muy
acuerdo a sus propias categorías el pensamiento de quien lo ha prece­ angulosas y con las mínimas redondeces [...].
dido. Aristóteles tiene el m érito indudable de haber transmitido, aun­ Lo amargo las hace pequeñas, lisas, redondeadas, pero con un con­
que sea reinterpretándolo, el pensamiento de los filósofos que lo han
torno sinuoso que las hace viscosas y pegajosas. Lo salado, de figuras
precedido, plenam ente consciente de que ninguna forma de conoci­
grandes y no redondeadas, unas irregulares pero en su mayoría no irre­
m iento hum ano puede nacer de la nada, sino que debe compararse
gulares, de forma que tam poco tienen muchos repliegues [...]. Lo agrio
con lo que le precede. Aun así, la distancia temporal que nos separa de
*s pequeño, redondeado y anguloso, pero sin tener irregularidad, y de
los atom istas hace que debamos recurrir a fuentes de segunda mano
para com prender su pensamiento, con todo lo que ello supone. este sabor tiene la capacidad de volverse muy angular [...].

Volviendo a la comparación entre átom os y letras del alfabeto que ríénd^l ^0rma CUenta de *as dem ás propiedades de cada uno. refi-
aparece en su Metafísica, cabe señalar que las letras le interesan a halla sinS&^ ^SUr3S’si ^ ien nlnguna estas figuras en absoluto se
Aristóteles (tam bién a los antiguos atom istas) no tan to por su signifi­ (DK68 ^ ° mezG^ar con o tras»en cada sabor hay muchas.
cado simbólico o por su sonido, sino por su forma gráfica. Los únicos
aspectos po r los que los átom os difieren entre sí son los relacionados
con su forma, la rotación que realizan en el espacio o la disposición re
cíproca, según el vocabulario aristotélico, o el movimiento intrínseco, >m0s Son |as^ ° ^ ^ em dcrito, las únicas cualidades objetivas de los
cuantitativas, es decir, las relacionadas con la form a
U física atomista

\
La s cuatro causas aristotélicas

Una de las definiciones de metafísica aristotélica es la que considera la


metafísica una ciencia que investiga las causas o principios básicos de
la realidad. En este sentido, la metafísica sería una forma de etiología
(a¡tíos, ‘causa1; logos, ‘estudio’, 'discurso*).
Las causas del mundo del devenir, según Aristóteles, son cuatro:
formal, material, eficiente y final. La causa formal es la forma, la esencia
o la sustancia de un ente; la causa material es la materia de la que está
compuesto el ente; la causa eficiente es lo que hace ser al ente, y la
causa final es el propósito, el objetivo del ente.
Así, por ejemplo, para Aristóteles, en un ser humano la causa formal
es el alma, la causa material son la carne, los huesos, etc., la causa efi­
ciente más próxima son los padres y la causa final es la vida conforme a El movimiento y la necesidad
la sabiduría. Para explicar la realidad entendida estáticamente, la causa
formal y la material son suficientes, pero, según Aristóteles, para explicar Ahora debemos ahondar un poco m ás en el m ovim iento atóm ico. Ya
el devenir, son indispensables la causa eficiente y la final
hemos dicho que los m undos se form an a p a rtir de las colisiones y
losenlaces de los átomos en el vacío, que existen infinitas realidades,
siempre en movimiento, y que son contin u o s ta n to el cam bio como
lacreación (DK 67, A 10), pero habrá que en ten d er mejor cóm o y por
y el m ovim iento. Las propiedades cualitativas derivan de las prime­ qué tiene lugar dicho movimiento. Para empezar, ya hem os podido
ras, pero son m eram ente convencionales: «por convención, el color; observar que, con el debido respeto a Aristóteles, para los antiguos
p o r convención, lo dulce; p o r convención, lo amargo; pero en realidad, atomistas los átomos están en m ovim iento desde siempre y por na-
á to m o s y vacío» (DK 68. B 125). toaleza. El movimiento derivaría del propio movimiento, o, en otras
H ablar de cualidades convencionales significa hablar de cualida­ palabras, sería intrínseco a los átom os y no generado por una causa
d e s q u e dep en d en d e nu estras opiniones, mientras que la existencia | motriz externa.
d e los áto m o s y del vacío no es opinable, sino cierta, porque puede ser ^ movimiento atómico originario, según escribe Lactancio en V e
d e m o stra d a con la razón. «Unos dicen que las cosas sensibles [colo­ l<sería un incesante girar en el vacío, com o las m otas de polvo
res. sabores, olores, etc.] son por naturaleza, pero para Leucipo, De-
míe °S Cn Tay° s°l cuando entra por una ventana: un movi­
m ó c rito y Diógenes. son p o r convención, m ientras que para los nues­
dacosm 1C° ^ aParentem ente casual, que precedería al nacim iento
tro s e sto es según la opinión y la afección» (DK 67. A 32). No hay nada mos-Junto a este movimiento estaría lo que ha llevado al nací-
ta fís ic a atomista 71
Leucipo y "Demócrito
„ em p o
i# di fto v %
» (r>#tíii¡C o. U n e o l- ■
jf — ----- - b

Tiem po cíclico y tiempo lineal una historia de salvación, que tiene un inicio en la creación un ounta
culminante en la revelación y un fin a l en la redención. Según la c
cepción lineal del tiempo, nunca podrá existir un ¡nstante igual a ot 0" '
D esde sus inicios, la filo so fía se ha cuestionado el problema del tiem­ ■ — ta o cada persona seránúnlcos e irrepetibles. Esta
po, que aún hoy sigue siendo una de las cuestiones centrales del cada acontecimien con fuerza en la cultura occidental de la mano del
pensam iento humano. Los eleáticos niegan la existencia del tiempo^ visión bíblica evo|uc¡ona mediante la idea de progreso. Aun-
Em pezando por Parm énides,
que argumenta que el ser es atemporal, ^ ‘T r l í c e s religiosas, el progreso es una Interpretación de toda
porque «el ser no fue
ÍSi*. También Meliso nieqa el tierno6 ^ ^ 'nstante Presen- ¡^historia moderna y contemporánea y, a partir de la Ilustración, se
«siempre era v s i e l^ L l P V P° SÍU,a la eternidad cornos nde como un progreso ilimitado hacia una siempre mayor racio­
e le á tico s ^ oce 7 s u "z T e ^ ^ < *' * - n a d , felicidad y; lib e rtad lo este sentido, la fe laica en el progreso
m odo aue t o d T Í f L , ^m o v im ie n to ..del mismo “sustltuyede alguna manera la fe en la providencia.
do que toda la filo so fía griega vincula el tiempo al movimiento
Apesar de la gran difusión y aceptación de la visión lineal del tiem­
El otro rasgo característico de la teoría griega del tiempo es su in­
po en la historia de la filosofía occidental, el mundo contemporáneo ha
terpretación como un recorrido cíclico o, si se prefiere, como una forma
de eterno retorno. Según esta visión, la historia tendría una serie de redescubierto la teoría cíclica del tiempo, sobre todo a través del pen­
fa ses de evolución e involución, en las que periódicamente todo vuelve samiento de Friedrich Nietzsche (1844-1900). Aplicado estudioso de
a ser. El modelo de esta visión es la naturaleza, pues en primavera los filología griega en su juventud, Nietzsche teoriza sobre el pensamiento
árboles florecen y, tras haber producido frutos en verano, haber per­ del eterno retorno a partir de La gaya ciencia (1882, 1887), en la que
dido las hojas y secarse en otoño e invierno, vuelven a florecer en la escribe: .
siguiente primavera El n*f J .,
Una de las fuentes de la visión cíclica del tiempo es el orfismo, Esta vida, tal como la vives ahora y la has vivido, la tendrás que vivir otra
que se basa en la idea de que una persona, después de morir, puede vez, yaún incontables veces; y nada en ella será nuevo, sino que volverán
volver a vivir, y que la vida es, por tanto, cíclica Varios filósofos hacen de nuevo a ti todos los dolores, placeres, pensamientos y suspiros, todo lo
referencia a los mitos órficos, principalmente Pitágoras, quien creía deciblemente pequeño y grande de tu vida, y, todo en el mismo orden y
que las almas se insertaban en un ciclo continuo de transmigraciones S^n‘ *amb'®n esta araña y esta luz de luna entre los árboles, y tam-
o reencarnaciones. También Empédocles interpreta e) universo como e ¡nstante y yo mismo. Al eterno reloj de arena de la existencia se
un continuo unirse y separarse de los cuatro elementos, que forman
h®cha en r ^ V6Z VUel*a ~7 con él, polvo de polvo {...1 La pregunta
el cosmos, pero luego se destruyen para dar lugar a una nueva forma-
Del mismo modo, Demócríto se refiere a infinitos mundos que se una e m ^ *°d° ^ C° n CaC*a cosa: * ^ uieres <lue se repita esto
cion más pesada aWSS VGCeS mas^* P ia ría sobre tu obrar como la carga
desintegran, para después volver a formarse gramas a
form an y se
unión de los átom os.
la visión cíclica del tiempo e s ja lineal, intro- ^ a ta ie o íT i* E
La gran alternativa a considera como
bíblica Aquí el tiempo
elucida por la perspectiva

Cá c á o : e s fu & lo H tc ,% p o e ta - A c ^ l « * üT' 0/*

Re .
73

rcúento del r«»-


. „ m uchos de los fragm entos que n o s h an llega­
61 fluir de * £ T T l Un m° ^ e n to vertiginoso dla, como ates ^ ^ fragrnent0 q u e se conserva de Leucipo,
a m p ll° ' qu e g e n e r é f0m ia * peso ^ t i n t o P ^ u c id o ^
ran a un torbellino. e n u " espacio vado muy d0. Volva«K>s a ^ principio y que afirm a que «nada o c u rre p o r
que h8bjam° Stado tiene u n a causa d eterm in ad a» (DK 67, B 2).
arar, sino nue

SSSSrSS ?
n ta s pesados se dispondrían enTl cenbo d e fto ^ P " '* * * * * * *
igeros se dispondrían hacia el exterior va ' ° * eUul0y'osát°niosn,ás
3
ualidad que de to d a la pro d u cció n del p a d re del atom is-
No eS " ^ s e r v a d o esta ú n ica en señ an za: to d o lo que o curre en la
mose haya ^ necesar¡0 y por iD tan to , in trín se c a m e n te racional, de
“ wdo con el principio griego según el cual es el propio logas el que
¡“ ría reaiidad y, al m ism o tiem po, la h ace inteligible al hom bre.
vez q ue se form ara el cosmos los átomo ‘' f° rmaria el cosmos-Una
h arían tam bién en forma de efl • S COntmuarian moviéndose y lo Por su p a rte , D e m ó c r it o . según el te stim o n io d e D ionisio de Ale-
p u e sto s atómicos"! per^de^esto'habl ^ ** qeí¡Prendenan de los com- jauría, a f i r m a que «mejor d escu b rir u n a cau sa q u e g an a r el reino de
m i r ,0 , , :,’ Pe r o a e esto hablaremos más adelante, cuando nos
u p em o s de la teona del conocimiento de Demócrito. Persia» (DK 68, B 118).
Según los abderitas, m ás allá d e la in te rp re ta c ió n q u e p o ste rio r­
A hora nos interesa destacar que, puesto que los átomos son in­
mente nos proporciona su filosofía, to d o lo q u e sucede es el re su lta­
finitos, tam b ién los m undos que generan son infinitos. Mundos di-
fe re n te s u n o s de otros, o idénticos, que nacen, mueren y vuelven a do de una causa concreta. Así lo testifica ta m b ié n D iógenes Laercio:
n a c e r en u n círculo infinito y sin descanso. Dado que los mundos se «Que todas las cosas se hacen p o r la n ecesidad, siendo el giro (a quien
fo rm an únicam ente gracias a los átomos y al movimiento, la visión de llama [Demócrito] necesidad) la cau sa d e la g eneración de to do»
(DK68, A 1).
D em ócrito puede considerarse rígidamente mecanicista y basada en
u n p rin cip io de necesidad. Pero si eso es así, ¿cóm o se llega a la in te rp re ta c ió n d e D ante, y a
El m ecanicism o es la doctrina filosófica que explica todos los fe- muc as otras interpretaciones a n terio res a esta, según las cuales en la
busca i at0miSta 10d° SUCede p o r casualidad? U na vez m ás d eb em o s
scar la respuesta en A ristóteles.

L e . de un d . « — .• a . loó ^ Usca^ a u n ra zo n am ien to capaz d e identificar las cau -


u S3S ^ Ue ^u sca^ a n o eran
Clas niip L -------las c u a tro v-M
c auiAoao
sas aristo téli-
cu.i<3i.\JLCJa-
D em ó crito com o «el que ^ cosmos de los atomsta ^atido h a b l a r de r! ^a^adoa n te s- Para D em ócrito n o tien e n in g ú n
IV, 136). D ante interpreta la se hubieran encontré P^Pósito, 'Orun fi T fina1' P° rqUe lo q u e existe n o M iste p o r u n
c o m o derivada del azar, como rnundoque nos rodea. Sn
la f a iy .j eterrm nado- E ntonces, en la in te rp re ta c ió n d e
y en tre la z a d o f c r t u i W ^ P - ^ es c o m p l e t a d queda de 1 U'SC|Uecia d e la cau sa final se co n vierte e n la
em bargo, la p o stu ra de Leumpo y
as cau sas y, p o r ta n to , se d e c a n ta p o r la visión
75

ab so lu tam en te casual a \ el principio m o to r q u e ha c o n d u c id o n e c e sa ria -

p s s iS s
Bn concluS^ "t0 racio n alm ente~ a la fo rm ación del c o sm o s e s in -
átomos. que se m ueven c a d a u n o d e u n a m a n e ra d e te r-
trínseco a os a ^ a u n sin te n e r e n c u e n t a el p ro b le m a de la
3
a rr,b a , sigue a firm an d o que el razo ' citad° «n poco más ^ d T u n a providencia personal, p ara los a to m is ta s las c o sa s
las c a u s a s h a sido en vano e m í h i c t u Z ^ l * DemÓcrit0 ac« « de eXÍSte^e n ocurrir de o tra m anera d is tin ta a co m o re a lm e n te o c u rre n .
a z a r e s el g o b e rn a n te y el s o b e r a o H > 83 * ^ ^ a r que el
v in a s (D K 68. B 118) y que todo n “ realldades ««¡versales y di­
a l y que todo ocurre por casualidad

Asi, en o tro testim o n io sobre Leucipo se dice que este y Demócrito


a firm a n q u e «el m u n d o no está anim ado ni gobernado por la provi­
d e n c ia , y q u e h a surgido de los átom os por una cierta fuerza irracio­
nal» (DK 67, A 22).

L a id ea de q u e el m u n d o no está regulado por la providencia, es


decir, p o r un prin cip io anim ado que lo dirija hacia un fin, se inter­
p re ta inIm eu
liic dia
iata
taum
ivelll/V
n te V
com
/V
/UoUu
1 una
na falta
luitu de x
racionalidad
uvivuuuuw wVen
UVel» propio
c o sm o s. E sta in te rp reta ció n debe m ucho a los filósofos posteriores,
q u e, d e sd e A ristóteles h a sta toda la tradición medieval, tendían a ha­
c e r c o in c id ir providencia con racionalidad, principio animado y divi-
n o c o n c a u sa final. Pero cabe reiterar que esa no es la postura de los
a n tig u o s a to m ista s , quienes no se planteaban los mismos problemas
q u e A ristó te le s (pues este no buscaba la causa final) y. por lo Unto, no
id e n tific a b a n las m ism as soluciones que los aristotélicos (la prow en
cia c o in c id e n te c o n un principio racional), sino que, por e •
id e n tific a b a n la necesidad, coincidente con la racionad d,
v im ie n to d e los á to m o s y. por tan to , en los propios átomos.
La epistemología, la doctrina del
alma y de lo divino

La teoría d e l c o n o c i m i e n t o

Comoya hemos visto, la filosofía de los antiguos ato m istas se basa en


el principio de que el arché está co nstituido p o r áto m o s que se m ue­
vensin cesaren el vacío y, por lo tanto, todo lo que existe puede y debe
reducirse a estos tres principios: los átom os, el vacío y el m ovim ien­
to. Por consiguiente, la epistemología, o teoría del conocim iento (de
episteme, conocimiento’ y logos, ‘discurso, te o ría ), debe entenderse, a
laluz de los principios originarios, com o m ovim iento de los átom os o
desde los átomos.

Partimos del conocimiento sensible, que constituye el prim er ni-


de Cocimiento, aunque no el m ás refinado, y lo hacem os reto-
nd0 levemente la t-o^n'a ¿ ej conocim iento d e Empédocles. Según
10 ya sabemos, el arché está constituido
nentos (agua, aire, tierra y fuego) y el conocim iento
por los efluvios que viajan p o r el com puesto al chocar
78

ZeuciPo y Vemó,crito

co n los órganos de nuestros sentidos. De este modo, la parte de tierra


p re se n te en u n ente llega a la parte de tierra presente en el hombre, la
p a r te de agua llega a lo que hay de acuoso en el hombre, etc.

Por lo tanto, el conocimiento empírico puede resumirse con la si­


g u ien te fórmula: «lo semejante conoce a lo semejante». Según esto,
co n o cer en realidad es una manera de re-conocer aquello que se le
parece. Leucipo y Demócrito presentan una diferencia fundamental
resp ecto a Empédocles y Anaxágoras en este punto: si bien para todos
Portanto, está claro que la atracción que ejerce lo sem ejante sobre
esto s filósofos el arché es plural, las cuatro raíces de Empédocles y las
losemejantesirve también para el conocim iento.
h om eom erías de Anaxágoras son cualitativamente distintas, mien­
tra s que los átom os no presentan diferencias cualitativas (o, para ser Como todos los pensadores griegos, tam bién los ato m istas d istin ­
m á s precisos, no presentan ninguna cualidad) y se distinguen unos de guendos formas de conocimiento: una basad a en la percepción sen­
o tro s solo p o r la cantidad, es decir, por la forma. La semejanza entre sible, que produce opiniones falsas, y o tra basada en la inteligencia,
la te o ría d e Empédocles y la de Demócrito radica en el hecho de que. capazde comprender la verdad. Sexto Empírico cita a D em ócrito de
s e ró n D em ócrito, «lo semejante conoce a lo semejante», pero lo que :manera:
se reconoce no es u na cualidad específica, sino más bien la .denudad
d e form a Por o tra parte, la tesis de que lo semejante conoce a lo se-
[Demócrito] en sus cánones dice que hay dos formas de conocimien
e inanim ada: to, una por medio de los sentidos, y otra por medio de la inteligencia,
yconfirma esta como germina, adscribi endo a ella fiabilidad en el jui­
cio sobre la verdad, mientras que la que es por medio de los sentidos
Los anim ales se reúnen con los animales en virtud de la igualdad de
¿lia denomina oscuridad, negándole la exactitud respecto al recono­
su especie, com o las palom as con las palomas y las grullas con las cimiento de la verdad.
grullas, y lo m ism o sucede con los otros irracionales y también con
lo s qu e carecen d e alma, com o el que ve, estando presente las semi­
llas siendo tam izad as y los guijarros por el romper de las olas: [...] Literalmente, así se expresa Demócrito: «Dos son las fo ^ ^
d o n d e Ja disposición es concorde a los movimientos de las olas, los áticas de conocimiento: uno, el genuino; otro, el teñ e roso. ^
g u ijarro s alargados están todos situados en el mismo lugar y los de Onecen en total al tenebroso: vista, oído, olfato, gusto, tac
fo rm a circu lar se ju n ta n con los de igual forma, como si la similitud contrario, el conocimiento genuino está bien separado de o t
q u e hay en ellos fuera capaz d e reagrupar las cosas. En efecto, en el
^ a continuación, anteponiendo la form a genuina de cono
p r im e r caso, p o r el torbellino del cedazo se colocan separadamente a la no ««-"-•
n° genuina,
añade: «Cuando el conocim iento tenebroso no
______ _ sensible en la época antigua
im ie n to
m e n te - sobreviene entonces el conór ™*» « # - i Qconocir
i ymoderna
m uy m ás sutil instrumento: el e n t e n d e d S 7 u ) Z T *T *
q ue escapa a la visión de W n w . *B U * ^ hectl°*lo se le otorga al conocimiento sensible es una cuestión tan 5
i
* J“'— •*’«
B «*» 1ue 56 ® ,ntia del pensam iento. Toda la tilosoffa de la antigüe-
lo anliniie- 1.
visión propia del pensamiento. * ^ * * * "* ** 61 ámbit° de la
i ^ COm° ta5¡fa na^^desconfianza evidente hacia el conocimiento J
D e m ó c rito . sobre el modelo de la distinción entre doxa y episte- i * * * l e i s t e es considerado un método no objetivo, sino per- ¡
¡ 1 ? ltó m ie n to opinable, es decir, al ámbito de la doxa. No ;
m e q u e y a h e m o s visto, plantea un conocimiento «genuino», en opo­ • terrecienteal co ^ Dem6cril0 y todos los atomistas niegan .
sic ió n a o tro «no genuino»: el primero es el conocimiento racional,
i^valorde^e sensibilidad, sino que también Ratón en Teeteto desvaloriza |
q u e p ro d u c e la c e rteza del ep istetn e\ el segundo es el conocimiento
i las cualidades sensibles y, en general, la sensación, j
sen sib le, q u e p ro d u ce la opinabilidad de la doxa. Todo acto de cono­ i U revalorización del mondo sensible aparece de la mano de Ans- ,
c im ie n to h u m a n o em pieza con el conocimiento sensible, y esa es la j m es, que construye una nueva teoría de la sensibilidad por la gran ;
id e a q u e defien d en tam bién los atomistas. Por conocimiento sensible i importancia que le reconoce al mundo físico. 1
se e n tie n d e el conocim iento capaz de percibir, a través de los senti- * P u e d e e s t a b l e c e r s e un interesante paralelismo entre la antigüedad i
d o s la s cu alid ad es secundarias de los agregados atómicos (colores, ¡ griega yla modernidad en lo que respecta a la batalla contra las cualida- ¡
; des sensibles, que renace cuando las matemáticas se aplican sistemáti- j
sa b o re s, olores, etc.), que. como sabemos por Demócrito. son opma-
• camente al estudio de la naturaleza, es decir, a partir de la investigación ;
bto, en e l ,* n « id o d , c , d . U M * . I » l* ™ *
Í de Galileo y Descartes. Galileo Galilei (1564-1642), en El ensayador, j
¡ distingue por primera vez entre cualidades primarias y cualidades se-
í ^danas. Las cualidades primarias pertenecen al cuerpo en virtud de J
¡ ^ materia y de la cantidad y son, por ejemplo, el tamaño, la forma, el |
Y tam b ién : «Unos dicen que las cosas sensioies son pvi —
>, Demócrito y Diógenes son por convención, 1 rnov'rnier'to, etc. Las cualidades secundarias, en cambio, son las que j
leza, pero para Leucipo, Demócrito y Diógenei V a trav^s de nuestros sentidos: el color, el olor, el sabor, etc. j
uestros esto es según la opinión y la afección»
m ientras que para los nuestros esto es según la 1 puede ^a*'e° S0'° ^ cual'úades primarias son reales y objetivas, porque ¡
(DK 67, A 32). '» te sub^ ^ edirse’ m’entTas qu® 'as cualidades secundarias son puramen- |
i, a p esar de que las cualidades secundarias son opiná­ j Dése ^ ^ n° exis^en en la calidad porque no pueden medirse. ¡
Sin
111 embargo
C1UUM.J,., _ x
is percibim os y,
y, aa través de ellas, nos hacemos una idea í clasifica |^ eS a su vez, retomando la teoría de Galileo, |
bles, nosotros las percibimos través de ellas,'W
------ no»rómo
«««^—se desarrolla l tibies ata CUal'dades en obí®tlvas y subjetivas. Las primeras son atri- !
ilidad. Por eso será oportuno comprender cómo se ¡ b . forma, **ant'dad y' una vez roás, pueden medirse (por ejemplo, tama- ¡
d e la reahuau. *_ _ iento según el modelo atómico.
’ —-raim
esta fo rm a d e conocim iento según ci V y‘ Por lo tantoV'mÍent°' duracidn’ e^ « y realmente existen en el objeto ;
r. retomando una vez más lo propues- \ °’ pueden saberse con certeza Las segundas (color, olor, *»
En g en era l podem os decir, retonuu - .uv «tomistas
_ la sensación se
Empédocles, que también para los atomistas
to p ° r
82

83
istemoiogfa, la doctrina del olma y de lo divino

s a b ° r , s o n i d o , e tc ] „ 0 [ ] se p ro d u c en a m e d id a q u e llegan a n o so tro s
Pueden
Pueden medirse .l ' en" cambio,
Cambio’ s°n opinables „ paciones del e x te rn as, y a n a d ie se le o rig in a n in g u n a de
- 1
t0 « la d e D e m ó c r ¡ ft o rS'C i0nes *
S'Ci0neS G a lile a yV D escarr . . . Porque
'• - s u e nnoo lasimágenes )as imágenes que e n tra n e n n o so tro s» (DK 67, A 30).
en cuanto a , V Scartes difieren reSpec.
naba las cualidades p r i m ' ^ 0 3 p u n to esencial- De ^ respec" esas cosa» .nd u g 0 p arece qUe las im ág en es reflejadas de los
^atómicos están en la ba se ta n to de la se n sa ció n c o m o del
- -
pensamiento racional
raciono, Las cosas se exp lican a ú n m ás c la ra m e n te en
cuanto a la vista:
Según Demócrito, por naturaleza el color „
decir, los Sólidos y el vacío, que no tienen I T C°m° '°5 eteme"t e - «
Puestos son colorados según el contacto“T i T Demócrito dice que ver es percibir reflejos provenientes de los objetos
solidos] o, en otras palabras del h ' m° y 3 reTOlució" We los vistos [...]; por tanto, la im agen es la form a que aparece en la pupila
dependen, en efecto, las a p a r i e n c i a s ' “ * — (...) y él (Demócrito] y antes que él Leucipo y, después, los seguidores
de Epicuro sostienen que ciertas im ágenes que fluyen de los cuerpos
el c o Ü c e n í T ? ** mUeV6 * P'an° Qalite° trabaja con que tienen forma similar a los cuerpos de los que fluyen p enetran en
el concepto de la mensurabilidad, pero en su desvalorización de los co-
los ojos de quienes ven, y así se produce la visión. (DK 67, A 29)
nocimientos sensibles, Demócrito parece anticipar la postura de la mo­
dernidad.

La posibilidad que se le ofrece al h o m b re (o al an im a l) de ver las


cosas deriva de la entrada del e id o lo n (im agen reflejada) en el ojo, pero
p r o d u c e p o r c o n ta c to e n tre el objeto percibido y el sujeto que perci­ ^ olon no es otra cosa que «la form a» del c o m p u e sto ató m ico del
b e , p r o d u c ie n d o a sí u n a a lteració n corpórea: en algunos casos, como
Uo ^ j v*ene’ efecto, el e id o lo n tie n e «la m ism a form a» q u e aque-
p o r eje m p lo p o r el tacto, el con tacto es directo; en otros casos, como por
P°r eontact;6 ^ r° ^ ene ^ c u a ^ es efluvio, p e n e tra en el ojo y así,
la v is ta y el oído, se n e c e sita un interm ediario. Ese es el eidolon, es de­
objeto que^0, Se ^enera *a ^ ó n . D em ócrito parece decir que desde el
cir. la im a g e n reflejada del objeto, que fluye desde el objeto a través de un
y Penetra ^ ^ eSPren<*e u n a im Pr° n ta q u e llega a n u e stro ojo
fl J j o d e á to m o s , se im p rim e en el aire y entra en contacto con el o,o o
mente, es de ti S*e? C?° reconocido p o r lo q u e es. La im pronta, obvia-
e l o íd o d e l s u je to . nuestro ojo est^ ° ^ co’ es flec*r»e stá c o m p u esta de átom os. Incluso
E n a lg u n o s c a s o s . D e m ó c r it o
impronta del ob,C° m ^ uesto átom os. Así, los átom os planos de la
n°s de nuestro ^ efld o ío n ^ son reconocidos p o r los á to m o s pla-
p a r t e n d e la r e a lid a d d e la p r o p ia e s e n E m p é d o c l e s . « L e u c ip o y
«Woa. y así suce^‘ *^ ^ OIrios P untiagudos p o r los á tom os p u n tia -
^nsibieg funci0n 1Vamerite’ ^ oc^as ^as dem ás form as de p ercepciones
nan de esta m anera, y este m odelo explica tam b ién
f ;

del alma y de lo divino 85

lo s d e fe c to s d e
11Eson solo aparentes, de los á to m o s y el vacío, que
qUe las ^ 2 ^ que llevan a los ipente porque su ■ hay conocim iento cierto e indudable.
Los * d o la pueden , . ° Pmab1^ 5t0fflUt“ ^ r. recisa verdadero ser,
stituyen sentido parm enídeo, y D em ócri-
el vacío existen en
átomos y
Sololos rte de los filósofos griegos posteriores, copia d e Par-
... P de e sol0 del verdadero ser p u ed e existir verdade-

T 2 * - ^ í j ^A ^ ' - VC‘JV-C K S ; ‘"5nÍíieS la’ nto Pero ¿cómo se desarrolla dicho conocim iento? No
" T t S o s sentidos, ya que solo producen opiniones falsas. Por
l i t o , deberá utilizar otros órganos cognitivos. tales com o la razón.
u razón, según Demócrito, debería actu a r a u n nivel m ás pro-
fundo respecto a lo que hacen los sentidos, sin deten erse en las apa­
riencias de color, olor o tem peratura, sino p e n etran d o en la e stru c tu ­
ra fundamental de la realidad para com prenderla. Algo así com o si,
tomando una hoja, no nos lim itáram os a describir su color verde o
ssee nn sib
s iblei°sn yüd *1Ce' que no hay nada en ellas conforme a la verdad, sino
laclaridad, sino que además la analizáram os en el m icroscopio para
solo co n fo rm e a la opinión, y que lo cierto en los objetos consiste en averiguar su trama constitutiva. Eso es exactam ente lo que han hecho
lo q u e so n áto m o s y vacío; «convención es lo dulce, convención lo losfísicos y químicos modernos, que, sin detenerse en las apariencias
a m arg o , convención el calor, convención el frío, convención el color; fenoménicas, han analizado la e stru ctu ra fundam ental de la realidad
v e rdiu a ud ios
los aio
áto m uo s y ei
el vacio»,
vacío». Es decir: se ciee
ct> uecii: cree y se opina que
oe upina vjuc existen
cA.iai.cii hasta descubrir el átomo (y, más adelante, sus com ponentes subató­
la s cu a lid a d e s sensibles, pero en realidad no existen, solo existen los micos).
á to m o s y el vacío. Aunque Demócrito se había comprometido a dar
c re d ib ilid a d a las sensaciones, en los Zibros probatorios las condena. crito^ 3 ^ erenc*a m^s entre la teoría del conocim iento de Demó-
... , __ - ..J n tniririanlh SinO demócrit»6 *°Sc*entl^cos modernos, que se basa en la ontología física
Dice-
D «Pero nnosotros,
ice: «Pero os en realidad, no conocemos nada invariable, smo
de las cosas crita: aunque disp usieramos de u n microscopio muy potente,
lo
lo qq uu ee cam
cam bia
b ia de acuerdo a la disposición de, cuerpo, y — — nu"« podríamos verlos
(DK68.B9). átomos postulados por los abderitas, porque
q u e p e n e tra n en él y de las cosas que se le oponr no son perceptibles
excelente síntesis de una por los sentidos. El átom o, que es por definición
calidad (y la
El frag m en to que acabam os d® “ “ en físlca existen 'Vigencia, de ~ rea^ a^ verdadera), es perceptible solo por la
la te o r ía d em ó crita de, ^ ^ n t l n o s aparentes (las ^ toante. Esta ^.^ manera fíue únicam ente puede intuirse intelectual-
reales y ^ernócrito y ei J enc*a rac^cal entre el valor ontológico del átom o de
d a d e s secu n d arias), del m l" de las cualidades ser indaria* ^ernos nos iieva^ 0r ^enoménico del átom o descubierto por los mo-
■rdadero.
08 anti Una V6Z m^S 8 ^acer hincaP * en í° im portante que
Su°s griegos distinguir entre ámbito sensible y ám bito
(« la s a p a rie n c ia s se
87
del alma y de b divino

y verdad
^ io n al, entre opinión „,BnaBsmo y mecanicismo
0 es la doctrina filosófica que considera que la m a te n a
P S lC O lo g la y e , p r ¡n c jp io djv¡^ £1materialismo
• básico y único de toda la realidad, y que todo
lo qu e exis
^prinopobási J • de modo que niega la ex,s-
D espués de haber hablada a i
s o “ «' T * -
c o cim ien de un principio espiritual e inmaterial (por e,em -
. to sensible- -e inteligible niwH, u- h~ • u^iaiao
dividido en
i co “ la e x i s t e n c i a

m ental: ¿qué es el hombre? O raeL - .oablf ^ Una cues«ón funda- Z Oios, el alma etc.) ¡unto a lo material. Varias doctrinas filosóficas
pueden ser calificadas de dualistas, ya que sugieren la coexistencia de
e n te s existentes y. sobre todo, de los otros ! ^ de ’° 8 otr08
dos principios absolutamente distintos y originarios, uno material y otro
espiritual, como fundamento de la realidad. El principal problem a de
estas doctrinas filosóficas, entre las cuales están la de Platón y la de
o^las piedras. Pero en un sistema f f l o s ó f i c o ^ d t l ™ Íe ria lfstJ Descartes, consiste en armonizar am bos principios, especialm ente en
ecarucista com o el de los atomistas, afirmar que existe el alma no el ser humano, que estaría compuesto a la vez de un cuerpo material y
es ta n sencillo. ¿Que es lo que debería distinguir el alma del cuerpo, si de un alma espiritual.
to d o e stá hecho de átom os que no presentan diferencias cualitativas? El mecanicismo es la doctrina filosófica derivada de la m aterialista
que afirma que todo fenómeno natural debe explicarse a través de
En este p u nto debemos estar atentos y no dejarnos engañar por
a 'a rnec^nica’ es ^ec'r> movimiento local, y nunca
esa form a de dualism o que se introdujo en el pensamiento filosófico
^áspmfuV'ri^'H01^ 0 esp,rrtual- Eso vale tanl° para la estructura
con Pitágoras, se reafirmó con fuerza con Platón, reapareció luego en
fenómenos 3 ^ ^ C° m° P3ra '3S man^estaciones ap arentes de los
el p en sam iento medieval y que ha llegado incluso hasta la época con­
tem poránea. Este pensam iento tan extendido distingue claramente
e n tre alm a y cuerpo, y acaba identificando lo que puede conectar esos
Qon, p o rq u
dos ám bitos ta n distintos.
au?m ista s t o d o ^ df ^ r e s p it a r “ d e í a d e v iv ir Y e s q u e p a r a lo s
Para los antiguos atomistas tal dualismo es inimaginable: si todo
m° v im ie n to , p o r i n ^ ic a r s e e n r e la c ió n c o n lo s á t o m o s , e l v a c ío y e l
está com puesto de átomos, tanto el cuerpo como>el a t a *
alma> d('b s r á e x p l i c a r á , t a m b ' é n l a r e s P > r a c i ó n ( y , p o r t a n t o , l a v i d a d e l
p u esto s atóm icos. A lo sumo, la diferencia e ^ e n la
In te n te m o s C° m ° m o v i m i e n t o d e ¿ t o m o s e n e l v a c í o .
áto m o s que constituyen el alma respec a bg atomistas

cuerpo. •! 4,1 • » (=» * 11 n o ? ''105^ v ^ o ss e m u e v V? gtUa>í ** PrÍm er lugar> p ara los a b ‘


fiUe el común T en e Vact° ' COm° ya hem o s visto, lo cu al
PUest«atómiC0 ? aS ° atóm ico deba m overse. El ser vivo e s el
<1 se mueve por sí mismo, no n e cesita n a d a q u e
del alma y d e lo divino 99

Leucipo y Vemócñto

filósofo (predomina la parte racional), un g u ertero


El alma
nombra Sefá " J 5 o un agricultor (predom ina la concup,sable), y el
Í P ^ T t S e l bien (el sol) o descen d erá hacia los instintos
Puesto que la reflexión de los presocráticos se concentra en
6 T r e n a ) Si la descripción platónica m uestra ya b a stan te
su investigación sobre el alma únicamente está esbozada T d arché,•
mente se considera que Sócrates (469-399 a. C.) es el primer a °na*' Í 1 dad del alma humana, la aristotélica adem ás tiene en
la com plejidad d e l
que teorizó realmente sobre el problema del alma. Sócrates habla °le" ta a tos seres no humanos. , . . . .
¡d a ios
cuenta @3 4 -3 2 2 a C.), como el alma es el principio vi-
«demonio» (daimon en griego), o sea, de una figura semidivina* ^ ^ Aristóteles
posee y le insta a hacer las cosas mal. Los estudiosos de Sócrates h '° SeT a T s e n t e también en las plantas y en los animales, aun-
identificado un primer esbozo del concepto de alma en la figura de ^ aue obviamente, de una manera distinta a como lo e stá en el hombre.
demonio. Más adelante habrá filósofos, en concreto Platón y Aristóteles Aristóteles habla de tres funciones del alma; la vegetativa, la sensitiva
que reflexionarán de una manera más exhaustiva sobre este tema y la racional. El alma vegetativa preside el crecimiento, la nutrición y la
Según Sócrates, el hombre, en cuanto a sus opciones éticas se reproducción y corresponde al principio más elemental de la vida Por
reduce al ámbito intelectual: tendemos a hacer lo que consideramos eso está presente en todos los seres vivos, incluso en las plantas. El
correcto. Esta visión, el intelectualismo ético, no tiene en cuenta una alma sensitiva preside la sensación, de la que derivan la imaginación, la
serie de aspectos fundamentales de la vida humana: las pasiones, la experiencia y el deseo, que a su vez genera el movimiento. Esta alma no
influencia del mundo exterior, etc.
está presénte en las plantas, pero sí en los animales. Finalmente, el alma
Hasta Platón (427-347 a. C.) no se desarrolla la reflexión en torno racional preside el conocimiento racional, es decir, la forma que se eleva
a la interioridad del hombre para incluir también estos factores. En por encima de las sensibilidades, y por eso es característica de los seres
Fedro , Platón narra el mito del carro alado para describir la estructura
humanos. Para Aristóteles, por lo tanto, el alma, como principio vital, es
del alma, que sería como un carro alado dirigido por un auriga y tirado
compartida tanto por las plantas, como por los animales y por el hombre,
por dos caballos, uno blanco y otro negro. El objetivo del auriga es
pero de maneras distintas: las plantas están dotadas solo de alma vege-
conducir el carro hasta el sol, que en Platón es siempre una imagen del
^ tiva, los animales de alma vegetativa y sensitiva, y los hombres de alma
bien supremo, pero para conseguirlo debe ser capaz de dominar a los
egetativa, sensitiva y racional, pero es esta última la que los caracteriza,
dos caballos. El auriga del mito representa la parte racional del alma, Por lo que el ser humano se realizará a sí mismo solo potenciando el
cuya virtud específica es la sabiduría; el caballo blanco representa la racional,
parte volitiva (o irascible) del alma, cuya virtud es el coraje; el caballo
negro, en cambio, representa la parte concupiscible del alma, o sea,
aquella en la que prevalecen los instintos corporales, cuya virtud mas
específica es la templanza, es decir, la capacidad de dominar los e
seos y de no dejarse llevar por ellos. Según Platón, sería bueno que^ reside en ** rnov*miento. La diferencia e n tre un perro y u n a piedra
alma dominara siempre al auriga, la parte racional, pero eso g) PVo sol 6 Perro*Pu ederpararse
**4ttlueve — y ypvoi rpisí solo, m ientras ijqiue
i d la
a ppiedra
cvua
80 n oí «i_ .
ocurre. En función de qué parte del alma domine sobre las e del aimQ ° S1 a^ ° 0 ^ S u ^en la em puja a ello. A ristóteles, en A cerca
hiient0 co X^°ne teo n a dem ócrita del alm a com o causa del movi
^Parándola con u n recurso teatral:
L os h ay inclUS0 que
se e n c u e n tra u matl «P* el alm •
talidad (Leucipo piensa de m anera sem ejante); de ellos, a
que leZa enSUt° e tienen forma esférica son alma, ya que tales figuras son
™ p « «i » « * « * * , Elte“ “ " • » " » b . . . , , , ; « > mu^-A
* « sl 5Uvez, los que de pasar a través de todo, de mover el resto,
m *ento a la e sta tu a de ! ' enefec‘°.queDéd “ a* 611 mismas en movimiento: y es que parten del supuesto de
el alma es aquello que procura el movim iento a los animales. De
dlnde resulta también que la frontera del vivir se encuentra en la res-
• ón- en efecto, cuando el m edio am biente contrae a los cuerpos
empujando hacia el exterior aquellas figuras que -p o r no estar jam ás
en reposo- procuran a los animales el movimiento, la ayuda viene de
fuera, al penetrar otras sem ejantes en el m om ento de la respiración. Y
es que estas últimas, contribuyendo a repeler la fuerza contractora y
condensadora, impiden que se dispersen las figuras ya presentes en el
p u e s t o a tó m ic o (o respirar, y a que i n d ^ r d l Í E interior de los animales; estos, a su vez, viven hasta tanto son capaces
de realizar tal operación. (DK 67, A 28)
o vj m ie n to ). L os a to m o s q u e com ponen el alma serian distintos^
q u e c o m p o n e n el cu erp o . M ás sutiles, lisos y con forma esférica, pa-
re c id o s a lo s q u e c o m p o n e n el fuego. Estos átomos, precisamente por Según el testim onio de A ristóteles, el alm a p ara D em ócrito sería
s u s u tile z a , c o n sig u e n p e n e tra r en cada parte del cuerpo y vivificarlo parecida al fuego, porque los á to m o s q u e la co m p o n en , al igual que
to d o . R e c o rd e m o s q u e to d o s los compuestos atómicos están forma­ jg ^Ue comPonen el fuego, tie n e n form a esférica. Esa form a facilita
d o s p o r á to m o s y vacío, d e m an era que también el cuerpo humano O le * * * ^os atom os del alm a en o tro s c o m p u esto s atóm icos
tie n e p a r t e s vacía s, q u e p u e d e n «rellenarse» de átomos del alma. Nue­ núsculas>° S^ COm° en caso P°^vo atm osférico, q u e co n sus m i­
v a m e n te e n A c e r c a d e l alm a, de Aristóteles, encontramos una buena el alma e Part*cu*as Pued e p e n e tra r e n c a si to d a s partes. P uesto que
s í n te s is d e la d o c tr in a a to m is ta del alma: Penetraciój^ei°m ^ UeSt° a t° m ico a u to ProP u lsado en su conjunto, la
se. Hasta aq ^ c u e r P ° co n d u c e al propio cu erp o a mover-
Hecesario expl' St<^te*es n o e s t^ diciendo n a d a nuevo, pero ahora es
De a h í qu e D em ócrito afirme que el alma es un c i « K ^ ^4 vivir se en ^ ^ ^ue Ueva a afirm ar que «la frontera
e le m e n to caliente; siendo infinitos en numero as l0ménic 1 * xa. w o ci
co n clu y e q ue los d e figura esfenca son fuego Y ^ ver enlo» ^e § ú n 03 ^ ° r 3 ^ U e U n Ser Qu e * * d e r e s p ir a r m u e r e .
yb
las m o ta s q u e hay en suspensión Uernócrito 10S? S’ ^ Ue esta rea^ rm an do el pensam iento de Leucipo
rayos d e lu z a través de las ios más volát^011108 ^ a^m a’ clue son i°s m as móviles, so n tam -
fo rm a d o p o r to d o s los átom os consUtuy es y. por lo tanto, salen co n facilidad del cuerpo en
93
—Jnaia. la doctrina d d alm a y d * t° divino
la ePistel

1 q u e h a n p e n e tra d
■ asim ilable al alm a. Pero volviendo a los a to ­
an on u e si el alm a es el p rin c ip io d el m o vim iento

A c io n e s norm ales eso &esférica*que constih tam bién los an im ales d e b erían p o seer un a. A un
I » t a ñ o , del * " m ' * 1» P o b i™ , 1 a , 51Hn, de la respirh fra„m en to s q u e c o n tra d ic e n e s ta in te rp re tació n , ya
porque ej . --«con.
t a t a t e ™ son y-«en efecto, así, hay mUC Sjdir ei alm a co n la in teligencia, q u e es u n a caracterís-
capaces de realizar tai qiie hace" comci ^ gegún T eofrasto, D em ó crito afirm a que
^ven
í 13 que áto m o s d e ir ::;; Tn cióa>
> «** tica exclusiva e'■ ^ ^ m {¡zda del alm a co n el c u e rp o cu a n d o e stá
re s p lrar> e sta situ a c .ón se u.Jb r n-Cuando^ e r .
s«% odejj ' ,aintÍ S o n a d a respecto al c u erp o » (DK 68. A 135).
ei« de TOIr po rq u e. litm lm cn te ’*
servivo \jW Pr0^ Z -x. C 1
A h o ra bien Aristóteles señala q u e D em ó crito afirm a q u e «alm a e m-
seria in te re sa n te preguntarse
/ I d a son una m ism a cosa» (DK 68, A 101). P or lo ta n to , p arece
d o s a tó m ic o s p o seen alm a. esT e c ^ Z * ? * ? " ! *
f ú t a l a coincide con el ó rg an o d el p e n sa m ie n to , es decir, co n la
tr a n lo s á to m o s en form a de esfera que dan vid” t a T " . ^ pene' capacidad -propiam ente h u m a n a - de c o m p re n d e r la realid ad del ser
p a c ,d a d d e a u t « „ i e n t e y tt5 p ta c ia „U j I ( ' ^ ; - * * »
(átomos, vacío y m ovim iento) m ás allá d e la a p a rie n c ia de los fenóm e­
c o n s id e ra n q u e loa áto m o s de, alma pueden entra en nos sensibles. Esta capacidad c o n stitu y e, sin d u d a , el nivel m ás eleva­
p u e s to , p e ro , com o p o r naturaleza son muy voladles, con la misma doque existe en el sistem a de los a to m is ta s y, p re c isa m e n te p o r ese
fa c ilid a d c o n la qu e en tran salen. Por lo tanto, los seres inanimados motivo, Demócrito la hace c o in cid ir c o n lo divino. «Para D em ócrito
s o n a q u e llo s co m p u e sto s atóm icos que no logran retener los átomos Dios es la inteligencia en u n fuego de form a esférica. La hipótesis de
d e la vida el tie m p o suficiente o, lo que es lo mismo, no consiguen Demócrito es que los dioses se o rig in a n a p a r tir d el fuego m ás elevado
e n c o n tr a r el eq uilibrio en tre átom os que salen y átomos que entran, que permanece, y sobre la m ism a línea se m u ev e la co n cepción que
lo c u a l solo es posible con la respiración. Podríamos decir que, si una tiene Zenón de la naturaleza» (DK 68 , A 74).
p ie d r a resp irara, te n d ría alm a y estaría viva.
^Aunque ^ C^ar 0 , < < ^u e g ° d e fo rm a esférica» al que se hace
O tro a s p e c to q u e D em ócrito no argumenta explícitamente^
kintelfe SCr 11113 re p re se n ta c ió n d el alm a h u m an a. C ontiene
re la c ió n e n tr e alm a h u m a n a y alma anim al ® ¿ b debajo d ° ^ caP ac^ ac^ ^ e c ° m p re n d e r el verdadero ser p o r
p ío q u e p e rm ite al ser vivo moverse y respira , to t.ionesdel Naturalme t a^a^ en c^a s’ ^ ^ c h a in telig en cia es el prin cip io divino,
ta m b ié n tie n e n M El p » » £ > que de acuerd ^ ^ e^em os P e n sa r ni en los d io ses griegos del O lim po,
a lm a y a f i r m a r , « ta m b ié n lo , « ■ » ■ £ £ “ „ „ del mismo modC° n ^ VÍS' Ón D em ó crito so n agregados ató m ico s
r i o , a la h u m a n a .a . t e t ó t e Na “te “ Dios hebraico ° ^°S ^ u m a n o s y l° s seres inanim ados, n i en el
P^sonaJ, proveedS^ an° ^ ^ Ue Ia Biblia com o de u n a divinidad
Sarniento uopuede d a r»
^Personal y Cq - ° f* ^ creac^o ra - £ 1 p rin cip io divino de D em ócrito es
nci e con lo m á s alto que p u e d a e n c o n tra rse en su
^ a tu a rjp T

Pa|eono.

mente por esta visión e stric ta m e n te m a te ria lista y m eca-


PieC'e\ ensamiento d e L eucipo y D em ó c rito h a sido re ch a z a d o (o
^ ; d0) por m uchos filósofos d u ra n te siglos, p e ro p o r la m ism a
*** Cu pensamiento tam b ién h a sid o c o n sid e ra d o fu n d a m e n ta l p o r
ha querido com prender la realid ad q u e n o s ro d e a e n té rm in o s
]emateria y movimiento. Sea c u al sea n u e stra elec ció n filosófica de
fondo, debemos reconocer q u e los filósofos d e la escu ela d e A bdera
han sido los primeros en exp licar ra c io n a lm e n te la re alid ad e n té r ­
minos materiales, in ten tan d o a rg u m e n ta r ta m b ié n la s pecu liarid ad es
del hombre, que posteriorm ente h a n e stu d ia d o o tra s d iscip linas com o
lapsicología, la ética y la política. Por ese m otivo, in clu so d o s m il q u i­
nientos años después, quien q u iera e x p lic a r la realid ad en térm in o s
puramente materiales, o bien q u ien q u ie ra re fu ta r d ic h a explicación
nopuede prescindir de la co m p a ra c ió n c o n el a n tig u o atom ism o.

a, a u n q u e n o sea determ inado. En otros testimonios, lo divino


im p r e g n a r ía to d a la naturaleza e incluso sería intuido por ¡os sm
ir r a c io n a le s . S in em b a rg o , es sobre las cuestiones del alma humanay
d e Jo d iv in o d o n d e el p e n sa m ie n to de los atomistas encuentra susma­
y o r e s d iñ c u lta d e s , c o m o ocurriría con cualquier otra forma depensa­
m i e n t o m e r a m e n te m aterialista. Si todo lo que existe i
por u n p r in c ip io m a te ria l, resulta realmente complicado jus
e x i s t e n c i a d e u n p rin c ip io d e otro tipo, como puede ser

m ana.
[j ética y la política

la reflexión ética

Junto a la reflexión de carácter físico sobre lo s á to m o s, el v acío y el


movimiento, el tema al que se le h a d ed ica d o m á s e sp a c io e n lo s frag-
¿nentos de Demócrito que se h a n c o n serv ad o h a s ta n u e s tro s d ía s es
eldela ética.

tapiante, de entrada, u n problem a, y a q u e m u ch o s


cuestionado que los fragmentos éticos atrib u id o s a em c
realmente compuestos por é l ya sea p orque n o s h a n llega o a
testimonios de otros (como ya sabem os, u n p en sam ien to filoso co repr
ducidopor otros puede ser modificado y rectificado con sid erab lem en te ,
yaseaporque muchos de esos fragm entos se h a n atrib u id o a u n ta l De-
roócrates. ¿Se trata solo de un a deform ación del n o m b re original o q u ie n
lftsUescrito es en efecto otro autor? Los estudiosos del an tig u o atom is-
fóonosei
ponen de acueido a la hora d e responder a e s ta preg u n ta, p ero
. entre ellos Diels y Kranz, se d ec an tan p o r la au ten ticid ad d e los
itos éticos. Nosotros tam bién lo harem os, conscientes de q u e e n
a Cada elección puede suponer renunciar a u n a p a rte d e verdad.
98 l a ética y la política
leu cip o y Demócrito

A cep tar la a u te n tic id a d de los fragm entos é t-


nfpa no inmp/4ínf/% iim ___ i .. lv-Uo de
p la n te a de in m ed iato un segundo problem a mucho mi Demóc,nto
¿qué relación hay e n tre la d o c trin a «sica de los ir
_________ j _____ «tomos vU j . .
é tica que ex p o n d rem o s a continuación? A primera °sy la d°ctrina
las id eas étic a s d e D em ó crito no son com patibles ni i'*'*'* Rué
con el materialjs.
m o ni co n el m ecan icism o ab so lu to s de los
que hemos hablad,
ahora, porque, p o r ejem plo, la física atom ista parece nes
espacio a la lib e rta d y, en cam b io -c o m o verem os- esti '
los fra g m e n to s éticos. E ntonces, ¿de qué tipo de é t i ^ e s t a S l T
do? V anos frag m en to s p arecen m ás bien juicios derivados del buT
se n tid o co m ú n , q u e no id eas b asad as en una ética filosófica sólida’
fu n d a m e n ta d a . Por lo ta n to , la reflexión moral de Demócrito pared
c e rc a n a a la d e los Siete Sabios que la tradición (y quizá la mitología)
griega n o s h a tra n s m itid o co m o m odelos de sabiduría práctica, pero
q u e n o tie n e n la p ro fu n d id a d q u e requeriría un verdadero tratado de
filosofía m oral. Parece q u e la ética de los atomistas consiste en un
c o n ju n to de m áx im a s d eriv ad as de u n a atenta observación de la reali­
d ad , y n o e n la elab o ra c ió n d e u n sistem a filosófico completo.
****** áfl0fadeA*enaB. Al fondo, la Acrópolis.
D e to d o s m o d o s, vale la p en a detenerse en la amplia cantidad de
fra g m e n to s q u e te n e m o s a n u e stra disposición en los que se Parte^ Nente ^ S^ ra^ar a<^uj/ es ^ referen cia a u n d e m o n io q u e in m ed iata-
la a firm a ció n d el d o m in io del alm a sobre el cuerpo. Si el alm era solo una3? ^ enSar en re^ exiú n so c rá tic a . Y es que D em ócrito
g o b e rn a r el cu e rp o , el h o m b re debe cuidar más el alma que ^ ambos m ^s Joven Que Sócrates, p o r lo cual la vida de
y b u sc a r lo s b ie n e s del a lm a m ás que los del cuerpo, po q estableció en° ! tra n sc u rre Pa ra lelam en te, y au n q u e D em ócrito no se
del alma» (DK 68, B 170). en h capita| • €naS’ Sa^ em o s Po r alg u n o s testim o n io s que estuvo
fo r tu n a y el in fo rtu n io so n co sas
lá s d i^ A ch a ra ^ ^ Ue P a g a b le m e n te se reu n iera con Sócrates y
lo s bien es d e l alma, elige los
E n efecto , « q u ie n esco g e los Dienes ® ^ felicité ^ ó c r i to ^ ense^ a n z a s- a u n q u e n o se dejara reconocer po r nadie.
q u ie n lo s d el cu erp o , los h u m a n o s» (DK 68, B 3 ). P ‘ era el ^ ^ Un Socr^ ^ co > p ero el am b ien te cultural en el que
y la in felicid ad del a lm a no resid en en la posesión tit^*ara *.m ° ^ Ue S ócrates y los sofistas, y eso explica que
el a lm a e s la se d e del d em o n io » (DK 68, B 17 )■ SUs mism os térm inos. ■
í»in ernb
Ya h e m o s d ic h o al h a b la r d e la que m ás n o s in teresa ahora es la búsqueda de la
ni laS ^Ue Se babla e n esto s y o tro s m u ch o s fragm entos: si el
él n o tie n e n in g ú n v alo r n i el ganado, m e
101
l a ética y política

rateg y no podemos eludir que ambos pensadores


La revolución socrática en filosofía...............
^porórieodeS^ personalmente. La definición de Demócrito como
inC|uso se ^ unl® ^ pueSi un valor cronológico, sino meramente filo-
L a prim era gran revolución que afe cta a la •
que^tiene luga r en G recia en e l sig lo v a. C. conTa* ^ f'losofra es p(esocrát'c0 n0 ^ i]]ósoj os presocráticos son aquellos que ponen
__x . . . - ia aparición
de Sócrates y los sofistas. Portadores de formas^l**™,uon en esce ^ pUeStdeTu reflexión el arché y no al hombre, independiente-
tas en muchos aspectos, tienen un rasgo en c o m u ^ 'T - e| centro e durante o quizá después del período
je que naya
en e. centro de la filosofía. Si los filósofos p r e s t í "* de S ócrates.
la ph ysis para encontrar en ella el arché, el interés d ! ? 'nVesti9aban
sofistas no e stá tan relacionado con la naturaleza fís ^ 5 Vde los
vida hum ana y, por tanto, con la ética y la política. COrt1° COn la
Sócrates se pregunta por la naturaleza, la esencia del h w
de la vida humana es ser feliz, ¿en qué consiste la felicidad?
objetivo
se vuelca en la búsqueda de valores y virtudes que nuedl y «Mien los cuerpos ni en las riquezas está la felicidad para los hom ­
todos. Su ética se basa en el conocimiento y por eso^on bres, sino en la rectitud y en la m ucha cordura» (DK 68, B 40). Esta
habla de intelectualismo ético. Cuando el hombre llega a entender * brillante afirmación sintetiza el pensam iento de Demócrito. Según él,
qué consiste el bien, inmediatamente cumple el bien, sin dejarse \\eZ elobjetivo de la vida humana es cultivar la tranquilidad de ánim o, de
p o r las pasiones, la pereza o los vicios, que no tienen la misma fuerza
lacual deriva la felicidad, que en la acepción dem ócrita coincide con
propulsora que la razón. La unidireccionalidad de la ética socrática será
rectificada m ás adelante por el mayor discípulo de Sócrates, Platón
el bienestar, o sea, con el estar bien con u no mism o, y no tiene nada
que ofrecerá mejores argumentos de la complejidad del alma humana quever con la posesión de bienes m ateriales. Así resum e Diógenes la
En Sócrates, sin embargo, el impulso de no realizar acciones equivoca­ visiónética de Demócrito:
das s e debe, más que a la razón, a un «demonio», figura semidivina que
habita en el corazón del filósofo.
Así, Platón hace decir a Sócrates en su Apología de Sócrates'. «Hay Que el fin es la tranquilidad de ánimo: no la qué es lo mismo que el
junto a mí algo divino y demoníaco [».] Está conmigo desde niño, toma deleite, como siniestramente entendieron algunos, sino aquella por
form a de voz y, cuando se manifiesta, siempre me disuade de lo que a cu vive el alma tranquila y constante sin ser perturbada de algún
voy a hacer, jam ás me incita». ^ ledo, superstición o cualquiera otra pasión de estas. La llama tam -
M uchos intérpretes han visto en la figura del demonio socr
len buen estado Ycon otros nombres. (DK 68, A 1)
el primer reconocim iento filosófico de la existencia del alma hu ^
A sí pues, no debe sorprendernos que el pensamiento^ ^ d e
DI , .
Dem ócrito presente tantos puntos en común con el socra' ,’^bito
la certificación de la existencia del demonio, a la p r\m c0(1. jarse lle * 1V° vi<^a no es> Por ta n to «el placea no es bueno de-
intelectual sobre el ético. Y e s que Demócrito es pra ^nidad 1^°r ^ ^ as*ones niundanas, sino, por el contrario, buscar la
/estab ilid ad del alma que conducen a la felicidad, es decir; a
19 ^ e d o s y supersticiones. Escribe Demócrito: «Lo mejor
102 leucipo y Vemócrito Za ética y la política 103

para el hom bre es p a sar la vida lo m ás contento 0 h demasiado subjetivo y d ependiente de circunstancias ex-
afligido que pueda. Ello sería posible si los placeres ^ V 10mer»os sug°ce eS
cosas perecederas» (DK 68, B 189). n° Se Asaran en ternas-
el verdadero bien debe ser idéntico para todos los seres
Encambio,
Si el propósito de la vida es ser feliz y esa felicidad
en todas las circunstancias, no puede variar de un sujeto
diante el buen estado de ánim o, ¿cuáles son los o de una situación a otra. Por lo que hemos dicho hasta aho-
para tom ar decisiones en el cam po ético? Dicho de otra ^ &°nentan 3 arece i d e n t i f i c a con e l b u e n e s t a d o d e á n i m o
q u e D e m ó c r it o lo
deben ser las pasion es ni la búsqueda del placer las que nos 1'** ^ ra. P , , T __, / . •„ „ .• / .
]a felicidad. Las características que tiene en común con lo
felicidad, ¿cóm o escoger lo que puede hacernos felices? que lleva.
verdadero pueden hacernos p en sar que tam bién el bien se reconoce
leyes del E stado o las indicaciones religiosas? Es interesante gracias a la inteligencia, m ientras que los placeres se perciben a través
de que los fragm entos de D em ócrito citan el bien incluso cuando^ 0 de los sentidos. De hecho, D em ócrito «llama a la felicidad buen áni­
blan de la verdad: «Para to d o s los hom bres es lo mismo lo bueno y 10 mo, bienestar, armonía, sim etría e im perturbabilidad» (DK 68, A 167),
verdadero. M as lo placen tero varía de u no a otro» (DK 68. B 69)
y dice que va acom pañada por el discernim iento y la discriminación
Este enfoque establece un in teresa n te paralelismo entre el ámbito de los placeres y que en eso consisten el máximo bien y la máxima
físico, el epistem ológico y el ético de los atom istas: en el campo físico- templanza para los hombres.
ontológico, com o ya h em os visto, existe el verdadero ser, que se opone
Precisamente es la inteligencia la facultad capaz de controlar los
a las apariencias. V erdaderos son los átom os, el vacío y el movimiento;
placeres. De ahí podem os inferir o tra característica fundamental de
aparentes son las cu alid ad es sensibles de los agregados atómicos. Así.
la ética de Demócrito: el autocontrol sobre los propios deseos sensi­
en el cam po epistem ológico, o d e la teoría del conocimiento, existeun
bles. A veces es más difícil controlar las propias pasiones que ganar
conocim iento cierto, in m u tab le, igual para todos los seres humanosy
una guerra: «es varonil no solo aquel que vence a los enemigos, sino
relacionado co n los áto m o s, el vacío y el movimiento, que contrasta
ambién aquel que vence el placer. M uchos domeñan ciudades y son
con el conocim iento falso d e las opiniones. «clavos de mujeres» (DK 68, B 214).
Siguiendo ex a c ta m e n te el m ism o p atró n , en ética existe^
ero*¿cómo se consigue dom inar los propios deseos, los propios
dero bien o p u esto al placer, que varía de sujeto a SU^et° ^ m£)SUjeto. ntos- tas propias pasiones? ¿Con la inteligencia o con la voluntad?
nes, p uede ser in te rp re ta d o d e d is tin ta form a por jaCj0 del do d StU^ 0S0s se dividen respecto a cómo creen que habría contesta-
Así, p o r ejem plo, c o m e r u n h elad o de n a ta en verano ^ ^ libre­ ta esGni0Cr*t0 a esta pregunta. Algunos afirman que la ética demócri-
es u n placer, p ero com erlo en invierno e n la monta ^ center0. Si 1* 8¡ ent ^nte^ectualista, como la de Sócrates: si conozco el bien, es decir;
con una te m p e ra tu ra d e -15 °C, n o re su lta na a j0s lácte05, 11 o racionalm ente lo que es bueno, entonces lo hago.
ofrecem os ese h elad o a u n am igo que sufra *nt0 el^ por jo tanto*
'Hient heCh°’ Demócrit0 escribe: «La causa del error es el desconoci-
le h arem o s p a s a r p o r u n a e x p erien cia desagra a ^ rea], 0 de lo mejor» (DK 68. B 83).
helado puede ser rea lm e n te u n placer, p ero no es
Sin embargo, otros intérpretes señalan que la co la reflexión política de D em ócrito. Por ahora basta
cional es solo el resorte que mueve la voluntad y Ue prens,ón r*. tso *l,P°ne E p i s o d i o de su vida ya m encionado, en el que el filóso-
no hay elección moral, por lo que la ética de Demócrito ° V° lüntad con ^ d e r a a A tenas no p ara en se ñ a r o recibir los honores
luntarista. Y, en efecto, en o tro fragm ento leemos: C ndían a un gran pensador, sino que prefirió visitar la ca­
es el que no hace el mal. sino el q u e no tie n e intención h 1,0 que
ltdlL'°rres
de incógnito, puesto que no era la o pinión de los ciudadanos ate-
(DK 68. 8 62). hacerl0.
P* ses (ni ¿ de los ab d eritas) lo clue le in teresa b a- Tanto cuando se
Inteligencia o voluntad: ¿cuál de las dos guía la elecció de ser alabado co m o cu an d o se ha hecho una acción
hace algo digno . . . . . . . .
Preferimos dejar abierta la cuestión, puesto que los fra ° robable. no debe ser la op in ió n de los d em ás la que nos haga sentir
Dem ócrito pueden ser in terp retad o s en am bos sentidos ^ co rT ^ filo so s o avergonzados, según D em ócrito: «A unque estés solo, no
sabem os, desde la antigüedad se han interpretado de ambas m ° ^ debes hacer nada malo. A prende a avergonzarte m ás a n te ti que ante
Lo que sí es cierto es que el filósofo de Abdera otorga una gran los demás» (DK 68, B 244).
ta n d a a la intención con la que se realiza u n a acción: «El hombre La vergüenza que D em ócrito en señ a que hay que sen tir sobre todo
toda prueba lo m ism o que el reprobable se distinguen no solo por lo ante uno mismo es la que proviene de m uchos vicios: la envidia, el
que hacen, sino por sus intenciones» (DK 68. B 68).
odio, el deseo de riqueza. Así: «el envidioso se ato rm en ta a sí mismo
De hecho, una acción p u ed e p arecer bella y buena y. en cambio, como un enemigo» (DK 68, B 88); «el odio e n tre p arientes es mucho
ser m ala si la intención con la q u e se realiza es en realidad mala. ¿Eso más penoso que entre extraños» (DK 68, B 90); «desear desm esurada­
significa que lo que hacem os no im porta, siem pre y cuando nuestras mente es cosa de niños, no de hom bres» (DK 68. B 70).
intenciones sean buenas? Si, p o r ejem plo, ofendemos a un amigo,
Sin embargo, a p esa r de q u e sabem os que D em ócrito desdeñaba
¿basta con te n e r la «intención» d e pedirle perd ó n incluso sin hacerlo?
personalmente las riquezas, no p arece que sean un mal en sí mismas:
No es esto lo que defiende D em ócrito. pues afirm a que «si solo se da la
rocurarse riquezas no es cosa inútil, pero es el peor de los males si
intención de a c tu a r las acciones q u e d a n incom pletas» ( D K 68. B 81). ¡
8Uongen es la injusticia» (DK 68, B 78).
Por o tra parte, tam p o c o el valor d e una acción se deriva de si es re­
conocida p úblicam ente o no: «nadie debe avergonzarse más ante los lorizarT611^3 ^ ^ Dem ó crito no consiste tan to en desva-
dem ás hom bres que an te sí m ism o, ni debe o b rar mal ni cuando nadie ° S P^aceres’ ^as riquezas, las pasiones propiam ente dichas,
lo sabe ni cu an d o lo saben to d o s. Hay q u e sen tir vergüenza en pr|n* prender S° meter *09 P ^ c e re s y los in stin to s al bien, que puede com -
lugar a n te sí m ism o y estab lecer e sta ley en el alm a a fin de no co ^anera36 raci0n ^ m en l:e y realizarse gracias a la voluntad. De esa
n,oso eJ ^°m^re 8e vuelve valiente, com edido, generoso, parsimo-
n u n ca u n a acción indebida» (DK 68. B 264).
ten en rY e8umen> co n q u ista to d a s las virtudes, que no solo consis­
Por ta n to , parece que el m áx im o trib u n a l qu e puede te ,. x ^ actu a r de u n a m anera determ inada, sino tam bién en
es co rrecto y lo q u e e stá m al es la conciencia del P ^ ^ ^ i o q * aporta n^ ° P° ner en p ráctica u n a virtud u otra. La conquista m ás
in d e p e n d ie n te m e n te de la ap ro b ació n pública. Pronto v ^ Ue p uede conseguir un hom bre no es ta n to la virtud

I
107

com o la paideia, expresión que p o d em o s traducir no ' ersonas que viven e n c o n d ic io n e s d ifíciles o d esafo r-

m ás que p o r cu ltu ra . La p a id eia griega no tiene nada' <!'iUC0':i6tl,' l8S mira es u n a d o rn o en la p ro s p e rid a d y u n refugio e n la
el nocionism o, sino co n u n a form ación del ser hum ^ ^ C011
adversa
to d a la vida. Así, D em ócrito. de u n a form a muy esquemau* **pata la c o n d u cta m o ral d el h o m b re , la p a id e ia sirve p a ra
va que «m uchos eru d ito s carecen de sabiduría» (DK 68 b 'm ) ^ Respecto
cio ^ l a e incluso m odificarla. E n u n a é tic a q u e p red ica co n
cci
¿Qué características debe te n e r la paideia que Demócrit convicción la n ecesid ad d e c o n tro la r lo s p ro p io s in s tin to s y las
niza para cada hom bre? A p esar de que estaba p e r s o n a lm e n t^ ks pasiones, la form ación se co n v ie rte e n u n a esp ecie d e « segun­
resado en bu scar las causas, es decir, en la investigación filosófi da naturaleza» para el hom bre. D em ó c rito e n se ñ a q u e «la n a tu ra le z a
olvida los estu d io s m ás específicos: la historia, la música y, sobreTodl yla educación son sem ejantes, p u e s la e d u c a c ió n tra n sfo rm a al h o m ­
el estudio científico del cu erp o hum ano. Tanto es así que de él se dice brey al transformarlo crea su n a tu ra le z a » (DK 68, B 33).
que fue el m ayor fisiólogo an tig u o (DK 68, B 144). Según DemóctitoTa
Una vida hum ana b a sa d a en la fo rm a c ió n p e rso n a l y la capacidad
form ación personal debería ser m ultidisciplinar. Sin embargo, antean
de discernir es la m ejor b rú ju la p a ra o rie n ta rse en el m u n d o . D em ó­
h ip o tético discípulo, advierte: «No te em peñes en saberlo todo para
crito ya nos ha enseñado q u e no ex iste n a d a q u e sea in trín secam en te
que no resultes ig n o ran te d e todo» (DK 68, B 169).
malo o rechazable. En cam bio, sí q u e hay m u c h a s cosas que pueden
La form ación de cad a u n o debe ser profunda y no superficial: «No ser buenas o malas según la situ a c ió n o có m o se utilicen. La fuente de
hay acceso ni al arte ni a la sabiduría si uno no los aprende» (DK68. laque deriva lo bueno es la m ism a q u e aq uella de la que podría derivar
B 59), y n u n ca debe basarse en la coacción, en la autoridad del maestro, brobién lo malo, pero p o d e m o s ev itar e sto ú ltim o sin renunciar a lo
sino en la inteligencia y la capacidad persuasiva: «a menudo la palabra no. «El agua pue¿ e ser b u e n a Q m a jaj Q p eijgrosa, p er0 p ara el
tiene m ayor p o d e r de persuasión que el oro» (DK 68, B 51). El apren­ lgro puede hallarse u n rem edio: ap re n d e r a nadar» (DK 68. B 172).
dizaje y form arse a sí m ism o so n de gran valor, aunque no siempre es
Podría ^ C^ar° eÍem P^° del rnar. D em ó crito recalca el valor de lo que
fácil: «Las cosas bellas las consigue el aprendizaje mediante el es^ e^
l*10no T^e^ roso: aSu a p u ed e ser útil p ara pescar y para navegar,
m a s las desagradables se co sech an sin esfuerzo y por sí» (DK 68, B
riesgo nuesfr1108 ^Ue arro )a rn o s al m ar sin saber nadar pone en
El hecho de que instruirse sea una tarea ardua no debe b _ an8ular pauT ^ *° ta n t0 ‘ aPrenc*er a n ad ar pasa a ser la piedra
pensar que la formación y la educación representan s0^ u^ ri°s y Par 0tlentarse e n el m undo, p ara no correr riesgos innecesa-
incüffjr ^ 0 er 8° z a r de to d as las cosas que pueden ser buenas, sin
sada que hay que soportan La confrontación con la ver a (aS
0 8ea- la e0 ° en m a^° 9ue podría derivarse de ellas. La sabiduría,
siempre produce placer: «los mayores goces surgen
A tizarlas aCM*a<^ discernir y com prender las situaciones sin ab-
obras bellas» (DK 68 , B 194). ^ p bre, ’ es verdadero criterio para evaluar el valor de un hom-
Y si todos los seres hum anos pueden gozar de unvalofa,i0 en l°8jóven 1Cntemente de su edad real: «A veces hay com prensión
cer que derivan de la educación y la cultura, estas es e incom prensión en los ancianos, porque el tiem po no
108
109

e n s e ñ a a p e n s a r sin o u n a crian za a d e c u é
^componen formarán nuevos agregados. E so e s p e rfe c ta m e n -
(D K 68 , B 183). Uada V *i natura! d. „ „
T WA , d a i% »
& i..necesario, por lo que la ún ica p o sib ilid ad p a ra el h o m b re
T am b ién el m al y el sufrim iento se considp w r . necesan^ E d a d e s* d e la p ro p ia ex iste n c ia y d e ja r a s í d e
t,nJtU^ L a las necesidades
p a re c e m alo, lo q u e n o s h ace su frir deriva de Z Z * * * * * * q»e Esta explicación, o m as b ien e s te in te n to d e te ra p ia
t e n o r y n o d e la realid ad en sí mism a. que no * ^ ** * * * la muerte- rpce aleo en d e b le p a ra c o n se g u ir

. ápenaS ^ dé^PaSO
raá8ParaPO
d
00*
de la s p rin c ip a le s razo n es de sufrim iento para el hoI * hr n 0nida°d d sus m iedos, p e ro d e b e m o s esp e-
c id a d p a ra p o n e r u n lím ite a la búsqueda del placer a ',*‘S'li,'CíPa-
a la in c a p a c id a d d e c o n te n ta rs e con lo que se posee 0 \ * nqUEiM 8 distinta a este problem a.
#,q“e so adán
riq u ezas, c u a n d o es insaciable, resulta mucho
^ . blemático d é la ética a to m is ta sigue sien d o , co m o
m a po b re z a , p u e s c u a n to m ás au m en ta la apetencia, m a y o ^ w T H^tomasproblem ^ s i e l v e rd a d e ro b ie n co n -
n e c e sid a d » (D K 68 , B 219).
' (1* feamenciona o decir, e n to m a rs e e n s e n o la
Y ta m b ié n : « A fo rtu n ad o es el hom bre que está contento con roo- c a d a elección é tic a d e b e rá ser
d e s ta s p o se sio n e s; d esafo rtu n ad o , en cambio, quien está triste con j jóla porla necesidad (como ocurre en el c a m p o físico). E so n o s p e r-
p o se s io n e s a b u n d a n te s» (DK 68, B 286); «es de sensatos sobrellevarla Liriaafirmar la idea de Demócrito según la c u a l sa b e r q u e el h o m b re
p o b re z a d e m a n e ra a d e c u ad a» (DK 68 . B 291); «los insensatos desean esuncompuesto atómico destinado a la d e stru c c ió n n o s lleva a acep ­
lo q u e e s tá a u s e n te y d e sech an lo que poseen, aunque sea más valioso tarserenamente la idea de la m uerte. Sin em bargo, la ex p erie n cia n o s
q u e lo q u e a n te s p o se ía n » (D K 68, B 202).
enseñaque las cosas no son exactam en te así, y el p ro p io D em ó crito
D e m ó c rito e s c o n sc ie n te de q u e no todos los sufrimientos huma­ parecedejar espacio a la libertad h u m a n a en el á m b ito m o ra l c u a n d o
n o s p u e d e n re d u c irse a la incapacidad de contentarse con lo^ Morta a dominar las propias pasiones, a elegir los b ie n e s del alm a y
p o se e , y q u e h ay situ a c io n e s q u e causan dolor o temor noloadel cuerpo y a cumplir con u n a serie de elecciones m á s q u e n o
Panamos llevar a cabo si no fuéram os realm en te libres.
n u e s t r a v o lu n ta d . U n cla ro ejem plo es el mle 0a n Demócrito.
b le p a ra to d o s e r vivo y ^ ” ^ 7 ^ * * * * Solvamos ahora a la pregunta co n la q u e h e m o s in iciad o e ste ca-
la muerte fo rm a parte integral d e la vida, y _ ........ ^ a°‘¿c6mo se conciban, si son irreconciliables, la física y la ética de
c e d e r a n te la s n e c e sid a d e s d e la vida» (DK 68, B 289). Así.« ría AlmiStaS^ Pre§unta n o parece te n e r u n a re sp u esta satisfacto-
h ou m
u b re
m u i e as n
nou sa aa b
ueen
u q
qu e la
ue ia n
u aa ttu raleza
u ic u t .o u mortal
w~. se
- - descompone Up*®1 hablan d^ 8^ arPretes D em ócrito qu e h a n d e te c ta d o e sta aporía
■ - - - - - — forjando mitosertó ^oríalid <<^e^Zl ilogicidad» que salvaría la étic a a co sta de la ra-
el tie m p o d e s u e x is te n c ia en terro res y temores
. B 297).
———
to dJ "e l' tie m p o m
n e o s re s p e—c 1— m i p A la muerte» (DK 68
q uí oe sc iig u e ------------ si e^a ^ sión filosófica de conjunto. Sin ánim o de d e term in ar
^ ‘krernrpr€taCl6n ^ antiguo atom ism o es satisfactoria o no, nos
L o ú n ic o q u e o c u rrirá tra s la m u erte es que el
°S a °hecer un a respuesta a la aporía de la lib ertad q u e se
q u e n o s h a c e e x is tir se disolverá, m ientras q u e ,r ra muchos siglos después con Im m anuel K a n t (1724-1804).

i
111
no

el objetivo de la ética
E \ fflósofo alem án reconoce ene\m unáoBste0\apteSetvd&át0li. Leles,yúdnamos d ecir que w.*
an tin o m ias (a n ti, co n trario , nomos, 'V A <*te fe varesA** . ^ In*d>e rq o é es Ja felicidad para el hom bre individual y cóm o
* * * • ■ '” ■
* ,aniir
, :v,como 9la‘
, „nrr también — enseña
”r“!
nos enseña DDemócrito,
em ócrito, el uuJCu , v de
ei objetivo _ la
tXO ^vrafU ctoiias Vreciprocam ente excítente, caAa *. <co0prenu n
C ^ u e d e a - e c o n o c id a c o m o ^ ^ “r "oé es la felicidad para el m ayor núm ero posi-
k a n t i a n a ejju
s ta
— excluyete*, cí prender qué — -^nnsi-
e a e se t reconocida como verdadera.Lateiceiaantino
k a n tia n a e s tá relacionada con la libertad: ¿todo lo que sucedeend C°,n^1cómo conseguida-
n d o físic o p u ed e explicarse m ediante las leyes de la natuife? *depersonaS VL- fflósofo u e oofrece
filósofo qque n e c e una defi-
-----------
p a r q u e Aristótele8 e s i l P ^ ^ q u e lo s p e n s a d o r e s
'T
y¿ e s n ewc eesas rio
, n atu
, pra rles
ta nn ote--
o--------- son
a d msu&
e —tientes pata
^uncientes -para explicat
exnV ' losfentaa»
7
y e s n ecesario , p o r ta n to , admitir la existencia ^ COnCreW^ A b o n a d o sobre e ste a s u n to a n te r io r m e n te . P a ra
ICant, a m b a s p o sicio n es pueden demostrarse por lo ** p p subieran r e s o n a d . ^ ^ d n d a d a n o d e su p o -

v e rd a d e ra s (o al m en o s aceptables), pero e v i d e n t e m e n t e ^ ungriego- ser hom re pu btica. D e e s ta o b lig a c ió n n o se

u n a excluye la v e rd ad de la otra. La antinomia de la libertad „0puede ^ s e d ic e q u e «fu e al g o b ie rn o


re so lv e rse e n el p la n o físico, según Kant, pero, en cambio, enel pl« 3 r í la estima de que gozaba allí p o r s u p ro p .a s a b fd u n a »
m o ra l la lib e rta d es u n a hipótesis (por lo tanto, por definición, inde­ Í k68, A2), lo cual refleja que debió d e d e s e m p e ñ a r u n ca rg o p u b h c
m o s tra b le ) necesaria. Sin libertad no hay responsabilidad ni, encon­ nú» ciudad al menos una vez. Sin em bargo, y a s a b e m o s lo q u e d e te s -
se c u e n c ia , elección moral. Podemos ver que esta solución kantianano ! tabalafama, los honores y las riquezas q u e se d e riv a b a n d e ello, so b re
resu elv e la aporía, sino que, con mucha perspicacia, deja que exista; todocomparados con la verdadera sab id u ría. P re c is a m e n te so b re la
e s ta p u e d e ser u n a posible línea de interpretación también par. 1. I sabiduría, que a su vez se rige por la p a id e ia , d e b e b a s a rs e la p o lític a ,
aligual que la ética. El político debe e s ta r p re p a ra d o , d e b e s e r m o ra l-
m o ra l d e los ato m istas.
mente irreprochable, y p ara ello e s n e c e sa rio q u e h ay a re c ib id o u n a
formación adecuada. Demócrito, co m o b u e n griego, d efin e la p o lític a
como el arte superior a to d o s y, p re c isa m e n te p o r e sa su p e rio rid a d ,
La reflexión política quienquier ocuparse de ella debe «ser in s tru id o e n el a r te d e la p o lí-
Üca»(DK68, B 157).

Para D rm taito. “ ” ° P“ “ m ^ no es ‘ncornpatible con la idea - ta m b ié n típ ic a m e n te g rie g a -


^d elo s^ CÍUC^ ano tiene d eber (y no solo el d erech o ) d e o c u p a r-
g r -ie cg a - 1» « » “ f
£> ^ ^ * 1 * » *
rim er filósofo que da unan hay J asuntos públicos. Significa q u e p a ra d e se m p e ñ a r e ste d e b e r
E
Ell ppprimer e, c* o...........,
a » » de una sistem¡
o ¡tica es Aristóteles, en el contexto N est ^Fe^ararse adecuadam ente. E n o tro s fra g m en to s, D em ó cri-
amplia d e todas la s ciencias. Menos de un siglo despuc tiene el d K clue cac^a hom bre, co m o c iu d a d a n o a n te to d o ,
tenc ía d e Dem ócrito, Aristóteles defíne laéticay la políticacoi en prjme . er ocuParse activ am en te de p o lítica. «D ebe p o n e rse
ciencias prácticas, d irig id a s a orientarla conducta h u m a n a s
u&ar el interés de la polis a fin d e qu e se g obierne b ien »
to a la fe lic id a d in d iv id u a l y la felicidad colectiva respecta
112 l^unpo y TVmtV-rUo

„to en una serie de preguntas por responder, pro-


, ^ 6 ^ P°r (emas para escribir, sino m ás bien en situaciones
La reforma escolástica... según Demócrito
^ r e ? Wl e orientarse en la práctica, utilizando los propios

_ D eséelo «v**a hoy y le ofrecieran el cargo de nvnrsbo de c o m p e te n c ia s .


aooo. segotaereote lo rechazarla. Pero. s. veocendo su personalEdu*
re*, £0n0C,mieíl res no deberían ser autoritarios, pero deberían forjarse
ce^oa y la tendencia a p«efenr el anonimato, decidiera aceptarlo, reto­ mediante sus habilidades personales y su c a p a d ­
reforma escolar emprendería? qué o r a los jóvenes. Eso no significa que la escuela no deba
En pnmer logar, todos los órdenes y niveles de escuela se basarían esfuerzos a los estudiantes, puesto que la asistencia obligatoria
en la filosofía. porque respecto a la búsqueda de las causas y el exacto
je ta se s , el estudio y los ejercicios serían necesarios para aprender
pe la razón, es precisamente la filosofía la que garantiza una formación
talmente algo, porque sin aplicación y sin un poco d e esfuerzo no s e
adecuada para el hombre. Junto a la filosofía se estudiarían muchas
aprende nada Pero lo más importante sería poner a los jóvenes frente a
disopl'nas. partiendo de la medicina, aunque el objetivo no seria un no-
'^ism o vacío y esténl. smo más b*en el aprendizaje de conceptos que la belleza en todo momento y hacerles descubrir el placer q ue deriva de
^ sernos útiles para orientamos en la vida diaria. Los exámenes la cultura Solo cuando hacemos algo que nos estimula, que nos interesa
y de lo que percibimos inmediatamente el valor, e stam os motivados para
continuar.
Batoa^ ) romano que ***— "'■ * d>ndo *** Esta sería probablemente la directriz d e la escuela según Dem ó­
crito. El «ministro Demócrito» pondría especial em peño en abrir e s ­
cuelas en los barrios más desfavorecidos, periféricos, pobres o en las
- ' . \- — t V \ j --------Va

l - 4 Vi H -* • 7
prisiones, porque si la educación es importante para todo se r humano,
resultala única arma de salvación para quien no tien e grandes riquezas
o ive en condiciones de libertad limitada. Por lo tanto, la educación y
proceso educativo deberían e sta r pensados sobre todo para
es ocupan los peldaños más bajos de la escala social.

V-iW/lfV'- ÍDK68, B 252). «Si no se atien d e a los a su n to s públicos, se adquiere


Una reputación, aunque no se haya co m etid o ningún robo ni
ottas ju sticias» (DK 68, B 253).

^ero n° hay suficiente con encargarse de la ad m inistración d e la


Cludad. Cuando alguien a ctú a co n tra el bien público se le puede, y se
^debe. matar por el bien de la com unidad. «De la m ism a m anera que
ya R edado escrita respecto de las alim añas y los reptiles enem igos

i
114

ha ética y la política 1 15

m e parece que hay que obrar respecto de u u


m igo de acuerdo con las leve* , S h° mbres: n la historia del pensam iento occidental se le conocerá con
con las leyes tradicionales en ***** al ene, iquien1 de Platón (d e platos, el de anchas espaldas) por lo grande
to en el que la ley no lo prohíba» (DK 68, B o J ^ quier <*de * apodo
259). nar^ien.
E sta afirm ación» Pueue
puede parecer excesiva " tam bién Platón está absolutam ente convencido de la su-
-------—
qUe ^d ad de la política respecto a cualquier otra disciplina y, pre­
o u n d esp o ta que de un filósofo que instaba' T Pr°PÍ1 de «n O » ,
s a m e n te por eso, en su juventud se prepara para la vida política.
p ro p ias y ajenas, p ero lo que lleva a Demócri
Así a los veinte años em pieza a relacionarse con Sócrates y en poco
es u n vano in s tin to asesin o sino, desde su punto H ^ ^ no
tiempo se convierte en uno de sus discípulos m ás fieles y, sin duda,
a la justicia. La ju sticia, que consiste tam bién en J ^ ^ tBW<i
el más dotado.
del estad o q u e p erju d iq u e a su s conciudadanos es de 1 ? * * * *
m á x im a y, p o d ría m o s decir, posee un valor absoluto °’'avi^ Cuando en el año 399 a. C. Sócrates es condenado a muerte por
siste en hacer lo qu e se deb e y la injusticia en no hacer l o T ^ T ' unas falsas acusaciones, Platón, harto de los métodos con los que se
am o en a p a rta rse de e llo , (DK 68, B 256). pero además «lo practicaba la política en A tenas, que aun así era reconocida como la
e s c o m e te r in justicia, sin o no querer hacerlo siquiera» (DK68 B621 ciudad más dem ocrática y desarrollada de la antigua Grecia, aban­
Y si u n ciu d a d a n o se desvia d e sus propias obligaciones y perjudicao dona por completo to d a pretensión política y se dedica a la filosofía.
d e se a p e rju d ic a r al e sta d o , e n to n c e s puede ser castigado incluso con Para Platón, el filósofo tien e el deber de preparar a los políticos para su
la p e n a de m u e rte . actividad y, en el estado ideal, debería desem peñar él mismo activida­
des gubernamentales. De hecho, solo el filósofo posee la preparación
La c e n tra lid a d a b so lu ta q u e D em ócrito le otorga a la justicia se adecuada y es capaz de reconocer el bien para la ciudad y de hacer
c o m p re n d e m e jo r e n su c o n te x to histórico. Ya hemos dicho que el fi­ triunfar la justicia, que, según Platón, es la virtud humana más alta y
ló so fo fue p rá c tic a m e n te c o n tem p o rán eo de Sócrates y de los sofistas. consiste en garantizar que todos los ciudadanos (ya sean granjeros,
E s to s ú ltim o s c o n sid e ra b a n q u e to d a ley, todo valor y todo códigode soldados o gobernantes) lleven a cabo la tarea de la que son responsa­
c o n d u c ta h u m a n a e ra m e ra m e n te convencional y que, por lo tanto, bles. En este pun to se hace evidente la similitud de la postura de Pla-
ta m p o c o la ju s tic ia p o se ía valor en sí misma, sino que lo cjbtenía en hC°n &^ ^ em ° cr*to *cp-ie había afirmado que «la justicia consiste
si lo s h o m b re s d e c id ía n reconocérselo. Demócrito es abso ^ ^ acer 9ue se debe y la injusticia en no hacer lo que se debe sino
c o n tr a r io al rela tiv ism o so fista y, p artien d o de la b m ^ 611 apartarse de ello» (DK 68, B 256),
físic o -o n to ló g ic a , re c o n o c e la ex isten cia de v a l o r e s ^ ^ ^ to « n reEexión política de Demócrito se destaca un último aspec-
p a r a to d o s lo s tie m p o s y p a ra to d o s los hom res. negocié rtia d am en^a^: su absoluta preferencia por la democracia por enci-
d e s t a c a la ju s tic ia . P ero la id e a de la centrahdad Y e res^° de las form as de gobierno. Escribe: «La pobreza en una
ocracia es preferible al llamado bienestar de manos de los pode-
lid a d d e la ju s tic ia n o a p a re c e solo en Dem cn ‘ ^ c io -
(Pn, ’ n a trúsm a m edida en que la libertad lo es a la esclavitud»
C u a n d o D e m ó c r ito te n ía p o c o m as d e naC¡a ^ 68. B 251).
n o lo g ía a la q u e h e m o s h e c h o referencia, en Ate
116 Zeucipo y "Demócrito Za ética y la política 117

Si la dem ocracia se presenta com o un valor absolut ón real entre los seres hum anos. Incluso Platón, en sus obras
a costa de renunciar a la propia riqueza personal ^ ^ rib le ^ H t 'c a afirma que solo los filósofos - e s decir, los ciudadanos
dem ocracia tenía en m ente D em ócrito al escribir ¿<*ué Modelo ^ P b os- tienen el derecho a g o b ern ar la ciudad, ya que tienen la
Sabemos que en la an tig u a G recia existían fundameste fragmenté
entalrn dad de hacerlo. El resto de los ciudadanos d eb en m antenerse
modelos políticos: el ateniense y el espartano. En A te n a s ^ 11** ^°8 alejados de los asuntos adm inistrativos, porque n o serían capaces de
dadano tenía derecho a p a rticip ar en la asam blea le g is la u ^ 0 ^
gestionarlos adecuadam ente.
gobierno de la ciudad, con plena lib ertad de expresión * * ** d
tuviera ninguna preparación específica en política. Esta ^ YDemócrito, ¿qué pensaba desde este p u n to de vista?
gobierno recibía el nom bre d e isonom ía (isos, 'igual’, nomos ^ Ya hemos dicho que era un dem ócrata, pero tam bién sabemos que
decir, igualdad de to d o s los ciu d ad a n o s a n te la ley. En cambfo & planteaba una distinción sustancial entre los hom bres que se dejan
parta se regía por un gobierno oligárquico (oligoi, ‘pocos, arché,aquí engañar por los sentidos y los que son capaces de utilizar la inteligen­
en el sentido de p o d e r, m a n d o ) que llevaba al poder a los mejores cia. Solo estos últimos, los sabios, tien en derecho a gobernar la ciudad,
ciudadanos, o a aquellos qu e se consideraban mejores, pero siem­ ya que «mandar pertenece p o r naturaleza al mejor» (DK 68, B 267) y
pre en u n núm ero reducido. N ing u n a de las dos formas de gobierno pueden ejercerlo siguiendo exclusivam ente su propia razón, sin tener
puede considerarse d icta to ria l o tirán ica, pero el número efectivo de que estar limitados por las leyes: «el sabio no debe som eterse a ellas
particip an tes en la vida p o lític a activa era muy distinto en Atenas y [las leyes] sino vivir librem ente» (DK 68, A 166).
en E sparta.
Según Demócrito, las leyes solo tienen un valor funcional y se ha­
Y los filósofos, ¿de qu é p a rte estaban? ¿Eran demócratas u oli­ cen indispensables para obligar a los hombres, que por naturaleza se­
gárquicos? T rad icio n alm en te e sta m o s acostum brados a pensar en rian malos, a ceder an te la rectitud y la justicia. «Las leyes no impedi­
la filosofía com o u n a form a d e co n o cim ien to absolutamente demo­ rían a cada uno vivir de m anera libre, m ientras uno no ofenda al otro»
crática, en la que no es válido el p rin cip io de autoridad, sino más (DK68. A 245).
bien al contrario, to d a s las p e rs o n a s tie n e n derecho a expresar su Por lo tanto, si u n hom bre es sabio y capaz de comprender la ver-
propia opinión siem pre y c u a n d o se p an defenderla racionalmente. y acer el bien, no necesita som eterse a las leyes del estado. De
Sin em bargo, varios filósofos p reso crático s, entre los cuales se ha
bie er<^° 3 CSte en^oclue’ Demócrito se decanta por una forma de go-
lian H eráclito y P arm én id es, re m a rc a n la diferencia entre homb ^ 0 que no se basa en la igualdad de los ciudadanos ante la ley, sino
sabios y h om bres q ue co n fían e n las opiniones, de modo que ^ Se COnhgura m ás como una oligarquía de los sabios, que serían
así la igualdad efectiva de to d a s la s p erso n as. O b v ia m e n te ^ gi °nsables de sus elecciones políticas solo ante ellos mismos y no
tin ció n no se basa en el c e n so o p o r u n derecho de nací ^ ^ te las leyes, de las que se verían liberados. En u n fragmento afirma
hijo de u n esclavo p u e d e ser m u c h o m ás inteligente que ^ tes rUtl^Una §arantía, según las disposiciones constitucionales vigen-
1Puede im pedir que se haga injusticia a los gobernantes de la
un rey. La c ap acid ad o in c a p a c id a d de em plear la raz n i
119
lítica
é tic a lW

Zeucipo y Demócrito

Agrigento:
Empédocles

\
La escuela d e A ris tó te le s , d e G u e ta v A d o lp h S p a n g e n b e r g (s ig lo » x ).

ciudad, aunque sean realm en te b u en o s y capaces. De hecho, opina


que quien es elegido para u n cargo no d eb e hacerse responsable de sus
propios actos an te nadie m ás q u e n o sea él m ism o, de modo que, una
vez que acabe el m and ato , no p u e d a caer a m erced de los demás. Aña­ UAademw de Platón, l a p a g o b e& n o d e l s ig lo xvti.
de que debe m odificarse la c o n stitu c ió n d e m an era que quien no co­
m ete injusticias m ien tras o c u p a u n cargo público no quede a merced
de los que an tes le habían d e m o stra d o a b iertam en te haber cometido Uly como la entendemos hoy en día. C o n sistiría en un g o b iern o in
injusticia y que, de hecho, se in tro d u z c a u n a orden que defienda a los gidopor una élite de intelectuales, que lo so n in d e p e n d ie n te m e n te d e
que actúan ju stam en te (DK 68, B 266). censoy de su condición social.
Con gran realism o político, D em ó crito se da cu e n ta de que incluso
el gobernante m ás sabio p o d ría se r hu m illad o p o r sus opositores aun
que no haya com etido nin g ú n delito, p o r sim ples razones de interés
una vez finalizado su m an d ato . De ah í la p ro p u e sta de convertir
gobernante en legibus solutus, es decir, liberado de toda o 8® ^
legal, tan to d urante el m an d ato co m o d esp u és d e él, siem pre y ^
el gobernante sea el m ás sabio y ju s to d e los ciudadanos. Demo ^
no diseña una form a de d ictad u ra, p ero ta m p o c o es u n a e

i
Los antiguos a to m is ta s ...
¿y después?

deLeucipo y sobre todo de su d iscípulo D e m ó c n ,y ^ te o ría


i trado en los principales p u n to s de su p e n sa m ie n ^ el prinCi-
del conocimiento, la investigación sobre e o m cobre las
pió divino, la ética y la política. T am bién hem o s te o riza gobre
i ^onas y los puntos críticos qu e conlleva este pensarru ^ gn_
1 las dificultades que nos surgen a n osotros, lectores m o e p OCOS
Untarnos a una obra filosófica de la q u e n o s h a n llega o m uy ^ ^
fragmentos y testim onios de seg u n d a m ano. Lo q u e sí es cié
I el Pensamiento de D em ócrito h a ten id o en o rm es repercusiones
sus sucesores.

Ya hemos citado a H ipócrates de Cos, a q uien se le considera


, 0rTTla unánime el fundador de la ciencia m édica o ccident . an
68aa* aún hoy en día quien practica esta disciplina presta u n ju
I arTlento que debe su nom bre a él. Pero quizá no todos los m c
' ^Pan que Demócrito. m aestro de H ipócrates, fue u n observador ta n
n u c o s o de los procesos fisiológicos de los h„
q u e es considerado el antiguo fisiólogo más céWb "Tn ^ eel punto de vista fiiosófico’ e* a n ti^ u0 atom ism o co n stitu y e
podem o s suponer razonablemente que su < w ' * ( K 6&. B 144) v fnrma completó de pensam iento m aterialista, y desde hace
- / • ----------------------- * . —
d e r m ucho de SUS exhaustivos a n á h s T “ d’5C!PU'0 deb*>* dosmil quinientos años todo filósofo que tenga u n enfoque m ateria-
Sus observaciones se centraban principalment m debe tener en cuenta necesariam ente el pensam iento de Leucipo
cu lato n o , la m asticación, la implantación del embrió" a cir' jfDemócrito. del mismo modo que todo aquel que quiera negar este
enfoque filosófico debe e n fren tarse a la filosofía d e los a n ti­
b ara zo y el origen de las enfermedades. Así, por á ^ T * ? * * * * 1' tipode
fragm ento hace referencia a Demócrito: P * 8lgu'enle atomistas y sus epígonos.
guos
Así que debemos ten er en c u e n ta solo dos ejem plos de filosofías
materialistas que. durante siglos, se h an reelaborado de form as d istin ­
El feto se desprende con más facilidad en los países meridionales que tasa partir de la de los prim eros atom istas.
en los del norte, lo que es fácil de comprender, porque alas embaraza-
Partamos antes que nada del pensam iento de Epicuro (341-270 a. G),
das se les relajan y distienden los cuerpos por la influencia del viento
que nació en Samos y fundó su escuela, el Jardín, en Atenas. Fue discí­
su r y que, claro, como el claustro materno se dilata y no permanece
pulo de Nausífanes, que a su vez era u n seguidor de Demócrito, hasta
sujeto, el feto se calienta y. por efecto del calor, se desliza hacia aquíy
tal punto que Cicerón se pregunta: «¿qué hay en la física de Epicuro que
hacia allá y se desprende con mayor facilidad. [...].
nodeba su origen a la de Demócrito?» (DK 75. A 5).
De ahí se deduce, dice el abderita, que el feto con el frío se afirmay.
Entre el nacimiento de Demócrito y el de Epicuro pasan poco más
en cambio, con el calor es escupido fuera, como ocune con el común decien años, pero el clima filosófico en Grecia ha cambiado mucho du-
de las cosas. Y es que dice que, si A calor es excesivo, necesariamente
Wos6 Pe^0^° ^ tenas se ha convertido en el centro casi único de la
ocurre que se distienden las venas y las articulaciones. (DK68, a griega, se ha producido la revolución ético-antropológica con
a es y los sofistas y han surgidoTos dos grandes sistemas filosóficos
de Platón y de Aristóteles.
Si u n a observación de este tipo nos hace
discí CC|n t'nuac‘d n ' llega el cam bio de la m an o de Alejafldxo.Magno,
c u á n to tiem po los baños calientes se duceimadrlatac^ Ca e- ° de A ristóteles, que suporte final del p e ríodo c ^ s ic o y m ar-
em píricam ente puede observarse que el c ^ r p ^ ^ resuted„s* n¿ .-C<^ -f e &JJQÍÜ en favor de u n a nueva era cosm opolita y mo-
las venas. No hay duda de que actualmen ^ optados, pero» , 1Ca>en clue nacen las escuelas filosóficas helenísticas, e n tre las
Uales se halla la d e E p i£Ur a ------- -- -----------
lo s análisis fisiológicos de sido fruto de una
p o d em o s ignorar que estos un pero GS^e ^ ^ Unto de ^ 8ta histórico, ha pasado poco m ás de un siglo,
Panoram a filosófico en el que se m ueven D em ócrito y Epicuro
P°dría ser m ás diverso: si el prim ero investiga la p h y s is y busca el

^ > o C r « ^ f * ; |l t . V o i ü C c a *
f oc
127
los antiguos atomistas...
126 Z e u cip o y D e m ó c rito

arché, el segundo se preocupa principalmente de comprender có difieren solo por las propiedades c u an titativ as (a las que
^hom bre (que ya no es el ciudadano de la polis, sino el individuo ' w°** «forma», «peso» y «extensión») y se m ueven. Pero e n este
to de un vastísimo reino) puede alcanzar la felicidad. * su movimiento es siempre vertical, como si se hallaran en una
caso
Para Epicuro. al igual que para todos los filósofos de su tie caída libre debido a su peso. Entonces, ¿cómo pueden lle-
centro de la filosofía pasa a ser la ética, que debe basarse en la fcic ^formarse loss mundos,
mundos si los átom os siguen trayectorias paralelas
la cual, a su vez. parte de la lógica, cuyo objetivo es elaborar los cano entresí y, per lo tanto, no se encuentran nunca? Epicuro introduce el
nes para comprender la verdad (Epicuro también la llama «canóni concepto de clinamen (‘declinación o desviación) de los átom os res­
AptoMO0*»)- La ética epicúrea parece totalmente opuesta a la de Demócrito pectoa su trayectoria, de modo que en algunos casos, absolutam ente
ya que su objetivo es buscar el placer. Pero el placer al que Epicuro fortuitos, los átomos pueden desviarse del trazado sobre el que son
se refiere es la ausenci^de dolor tanto en- el cuerpo como en el ajj^a, colocados y crear un mundo.
de la que se busca ]a máxima tranquilidad posible. Para ello se debe^
huir detodosjlos placeres que no searijiaturales n i necesarios (y, en Si con Epicuro el atomismo m aterialista de Demócrito se ha mo­
consecuencia, comer solo cuando se tiene hambre, beber cuando se dificado ligeramente, principalmente para adaptarse a los tiempos y
tiene sed, etc.), especialmente de los que surgen de las opiQiaog^su- alas nuevas exigencias del hombre griego que vive bajo el imperio de
perfluas dgjo&iioflabres y que consisten en el deseo _de riqueza, de Alejandro Magno, la doctrina materialista recorre toda la historia de
honores, de pojjgíi etc. lafilosofía, unas veces respaldada, y otras discutida. De la era moderna
debemos mencionar al menos a un atento lector de PemócritóTKarl
En esta búsqueda de la tranquilidad mediante la distinción de los
Marx(1818-1883). Su nombre es conocido sobre todo por su reflexión
placeres, se percibe una reminiscencia de Demócrito, que identifica
Política, q ú f dio vida al marxismo, inspirado en su pensamiento. Sin
la felicidad con el «buen estado de ánimo» y enseña a no dejarse lle­
ernbargo, Marx fue ante todo un filósofo y no es casualidad que se J f ^
var por las pasiones mundanas aprendiendo a controlar los propios
1841 con una tesis sobre la Viferencia entre
deseos. También tiene su origen en Demócrito la forma en la que Epi-
curo explica que no debe temerse la muerte, porque solamente es la
disolució n compuesto-algia y del compuesto-cuerpo, por lo que El acercamiento entre los dos sistem as del antiguo atomismo ya
loe mucho del pensam iento m arxiano de los inicios. Atento estudio-
solo quien conoce la realidad a través de las falsas opiniones puede
*° de la filosofía clásica, M arx pretendía proseguir sus estudios escri-
temer la muerte, mientras que quien conoce la verdad no tendrá m#
lendo una historia m ás com pleta de la filosofía e^icúrea^ estoica y
do de ella.
Pero no lo hizo por un motivo muy simple y material, su no
Sin embargo, el aspecto en el que Epicuro se acerca más a DeiTjóc ' lo apremiaba para que se casasen, y ante las necesidades familiares
es, sin duda, su teoría física. También Epicuro piensa que el mun ^mbién la filosofía debía dejarse de lado. Sin embargo, el enfoque m a­
compuesto de átomos que se mueven en el vacío y contribuyena ^ ^ n i a t a de su juventud marcó todo el pensamiento marxiste. No es
RUe buscara el arché en los átomos, pero después de que el i e ism
infinitos mundos. Para Epicuro, como para Demócrito, los ^ 0IT1
Coa7 r+
128 leucipo y Demócrito

heeeliano impregnara toda la filosofía, M arx dedicó su atención a la


realidad material, esta vez bien integrada en la historia.

El matprialÍ8mojM8tóflC£les la visión filosófica “ 8*» la cual la


conciencia "délos hombres viene determ inada p o r su ser social, pero
la estructura básica de esa sociedad es de tip o m aterial, es decir, para
r „ , g n ó m ic a . Todas las ideologías, las religiones, las produccio­
nes de ideas! forman parte de u n a su p erestructura que no podría exis­
tir sin la base económica que las sostiene. Sin duda, estam os simplifi-
cando sobremanera el pensam iento de Marx, p ero si lo desgranamos
podemos encontrar aún la influencia m aterialista adquirida, en su
juventud del atomismo de D emócrito y Epicuro. así como la acción
de la necesidad que esta vez actúa no sobre la agregación de los áto-
mos, sino sobre el desarrollo de las dinám icas q u e llevan a la lucha de
clases.

Desde la medicina hasta la filosofía, la política y la lucha de clases,


sin olvidar los descubrimientos de la física m oderna e incluso de la
lógica, que con Bertrand Russell y Ludwig W ittgenstein descubre el
atomismo lógico, parece realmente que la visión filosófica instituida
hace dos mil quinientos años p o r Leucipo y D em ócrito todavía es fe­
cunda y ha dejado huellas incluso en la actualidad.
principales

O0RaS

Traducciones

A, Bernabé (trad), V e Tales a Vemócrito. Alianza Editorial (M adrid), 2001.

j. M. Ruiz-Werner (trad.), Tragm entos. Teucipo y V em ócrito. A guilar


(Barcelona), 1965.
M.LSanta Cruz de Prunes y N. Luis C ordero (trads.), T os filósofos p re­
socráticos. Teucipo y V emócrito. P laneta-A gostini (Barcelona), 1996.

Obras críticas

Casadesús i Bordoy, Vemócrito. Ediciones del O rto (M adrid), 1999.

^ ta d d ^ 0S^ ^ esPecíro de Vemócrito. Atom ism o, disidencia y li-


. , fi'P ensar en los orígenes de la ciencia moderna. Ediciones del
bal (Barcelona), 2000.

¡qde J l^ oscb*-Mantakaa. Tos fragmentos antropológicos de Vemócri-


^ ^ er<X" ^ublicacions de la Universitat de Valencia (Valencia), 2010.
'Epic ^ r^ ^ erencia Ia filosofía de la naturaleza en Vemócrito y en
Uro' Editorial Ayuso (Madrid), 1971.
cj0 g ^ 8So lig a d o , Ta ética en Vemócrito. Centro de Producción Fon-
torial Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima), 2007.
Contexto histórico y cultural
ecología filosófica (por fechas
^imadas)

611/610 a. C. Nacimiento de
[ Anaximandro en Mileto. 594 a. C. Solón, legislador de
Atenas.
586a. c. Nacimiento de
Anaxímenes en Mileto.
561-528/525 a. C. Pisístrato,
tirano de Atenas.
550 a. C. Ciro som ete las colonias
griegas de Asia M enor a Persia.
517 a. C. Muerte de
Anaximandro.
515 a. c. Muerte de Tales.
C. Posible fecha de
Cimiento de Heráclito en Éfeso.
528>525 a. c. Muerte de
Anaxímenes.
a. C. Posible fecha de naci-
rniento de Parménldes en Elea.
Itura*
hi,»6Hco V cu
Cont«*to

$00^ 0 i t .
dc f j e a _ de
U l a,H>P¿c« , r t 454 a. C. Muerte de Esquilo.

455 a. C. Nacimiento de
Tucídides.
451 a. C. En Roma. Ley de las
490 a. C Nwimimti) de Mgtwn XII Tablas.
de Sam o*. posible lerh» de
450 a. C. Nacimiento de
com posición de U íibr* Snbrr U Aristófanes.
naturaleza d*‘ lirrkílto.
444 a. C. Tregua de treinta años
a C Nai imienta d* entre Esparta y Atenas.
Eurípides.
4B0 a . C. Posible muerte
le í tía d r 431-404 a. C. G u erra del
sao a. C. Incendio detoiu*
de H erádito. posible leí ha de Peloponeso e n tre A ten as y
batalla de La* Termopila* bat.úU
com posición del pierna Sobe* ¡a de Calamina. Esparta. Fin del e sp len d o r d e
naturaleza de Parm^mdrs. la dem ocracia aten ie n se. La
47f a C. BoU^ad*?W<*j>
l.iga Helio-Ática, g u iad a p o r
480*475 a. C N ao miento de MuaU.
Atenas, se en fren ta a la Liga del
Leucipo. 47f a. C. La|tadeW4* Peloponeso. guiada p o r E sp arta.
468 a. C. Nacimiento de V< rales 444 a C Dfcfiiut*a vetar* Jr Vencerá esta últim a tra s cerca d e
lo s & ¿rgu* so b re los pe^as. treinta años de guerra.
441a C Per* *seset Wr 9 430-429 «. C. N acim iento del
Atenas efr^eu H;*r.**' 9 historiador jenofonte.
uro de la clamad. 429 ». C. M uerte d e P en d es.
460 a. C. Nacimiento de ‘ c. N« lmwnlu <w ,%uSn •- c . Sófocles co m p o n e
'F .A po rey.
D emócrito de Abdera.
Cronología filosófica
Contexto histórico y cultural
y CultU filosófica
r9|

a. C. M uere H erodoto, e\ 395-387 a. C. Guerra de Corinto:


«padre d e la historia».
Atenas, Tebas, Corinto y Argos
la-C.
platón escribe sus
423 a. C. Aristófanes compone se rebelan contra la hegemonía
d e S ó c r a te & t 0 n ^ h a c e 'd i s c íp u lo % a s n u b e s -
espartana.
i, CármicLes,
4° 6 a -C -Batalla deArginusas.
episodio crucial para Atenaaen
$8*365tuC. Platón escribe sus
la f i e r r a del Peloponeso. Muerte oliosdiálogos socráticos: Tiipias
de Sófocles y Eurípides, dos de
menor.'Hipias mayor, (¿orgias, 3 8 5 a. C. Muere el gran
lo s tres grandes poetas trágicos
de la Grecia clásica. Meníseao, Menón, Xutidemo, comediógrafo A ristófanes.
Crftila
405-367 a. C. D ionisio 1, tirano
d e S iracu sa. swa. C. Platón funda la
Academiaen Atenas.
404 a. C. Al día siguiente
386-370 a. C. Período de madurez
de la derrota en la guerra
del Peloponeso, en Atenas ¿ríasobras de Platón. Defensa
se instaura el régimen filo- detateoría de las ideas {Tedón,
espartano de los Treinta Tiranos, luquete, la 'República,
de ios cuales Critias (exdiscípuio
de Sócrates y tío de Platón) es un 3M a. C. N acim iento de

personaje primordial. áiistóteles, filósofo, cien tífico 377 a. C. Fundación de la segun­


\6mcrv
403 a. C. Cae el régimen de los da Liga de Délos, alianza entre
T reinta Tiranos y se reconstituye sesenta confederados griegos
la dem ocracia en Atenas. para defenderse de Esparta.
399 a. C. Sócrates es condenado
371 a. C. Batalla de Leuctra.
a m uerte. El filósofo tien e setenta
años. *10 a. c. Probable m uerte de Tebas denota a Esparta.
^emócríto.
CONCEPTOS
(nwcede n° mb Re s y

orden 62,63,64
A posición 62,63,64
autómatas 66
¡¿Tos68
| MejandroMagno 125,127
| ¿maKl5.68.77.78.86.87.90-94,98, B
\tt). 101,104,109,126 Bohi. Niels 54
Junciones del 88,89
Anaxágpias40.41,48,51-52,78
Knaximandto22,25,33,47 lusa 64,65,73,74
Anaximenes25.26,32.33,47 eficiente 68
antinomias 110 final 68.73,74
4peiron25 formal 68
«rehé18,21-28,33,47.48.51.54-55,60. material 63.68
H77.78,88.100-101.116,126,127 Chadwick, James 53
Aristóteles22.35.38,51.58-60.61-67. Cicerón 35,125
68.69,73.74,81.88.89.90-93.110. conocimiento 21.66,79.85,86,89,100
1U.114.125 genuino 79.80
Aknócrito 41
no genuino 80
«tomismo 12.40.52,57.73.95.97,109, sensible 77,79. 80. 81-82,84.86
125,127.128 teoría del 69.72.77.84. 85.102,
tamo 12,37.47.50.52.53.54-56,59. 123
60.65.67-69.70,77.82-85.86.90. cosmos 18-19.49, 69.70.7 2 ,74,75
91.97,98.102.108.126-128 cualidades 48. 56. 57. 61, 65. 68, 81, 84.
, configuraciones 61 102
forma 56.62.64.78.92 primarias 81
t movimiento 62, 69. 72. 74.75
secundarias 60.67, 80. 81-82, 84
^ IS » * . . « > ■ 60,6’ ' 78,
.tí «»lldoi29# 82 g5. 103. H7
n **'

79.80.81-82' 0 '
Vshn V*
; > e
JW
í*“ll*<Cr fcl
t * H *‘ ^ r r m n n V , * . «y

1>“ ' !” ‘" i-*rr' -, US 40 4J I


101 mx
■V»
Tale» de Mileto 12.22-25. 33.47
d ""> J> t t w « , * t¡
K ÍOXJ5 61
E *"* u * ,w Teofrasto 35.67.93
II. 11-24.20.33.4?. 100.125
r^íUrm fC¿ *4 thesis 61
^ u iJ.K .a t.fl-70' 86
I V 41 4* tiempo 70-71
t a i s . i?. 3 1 .5 6 .6 5 ,8 1 .8 6 .8 7 .8 8 .
L cíclico 70-71
AO.82 «115,117.125
1«voi^jrr AnttKrw K7 lineal 70-71
F***uru» t? ts. ia ?» ir i» *mQ
ín<PW * J U N I 'r\ 77
fp^tÍ4-mw J1 Mí, 77 *q MOL 125,126 tropé 61
I (UCIfUü J5
•■ptnfwltÉWin 8? TBwtántm1«. 21-23.2R. 33.35.36.
rt.K * « ■#■_. <r ** ton loi io\ \o? y
* M.62.66. M. 100-101. 1 16 V
m , no. m \ u . j a 16.86.% vacío 47. 52.54-56. 58-60.61.63-64, 66,
IUrí 11 ir. IJ»
rt a 4*«ni* U eiaO"»saínm»>f7 su ,2» 68-69.77.82.84.85. 87.90. 9 3 ,9 7 .
102. 126
f *** w-too. m, U6 vida 68.70-71. 86. 88-89.92. 100-102.
U rtü n > Sm m 57. 9* «0
**■*'««mnt 4ó
feia wiad 7 1 .9 * - K Jl 11CU1I ÍA Mer M«i *•• J» ».*.> 11 107. 108
16.1». 3 0 .4 7 .
fio to fU eleéPc» 3 1 3 7 .41. €7. 4». 5J. m*^****, * * WL» » * *< *
74.7». * > .* !. a
5fc SU. 59. 70. 41 Z
’**■■«***• iu
form a m tb lr 56 97. MO Z*n6n de Ele» 38.93
^«"•ücféticali.ioQ
O t*
G aleno 61
Gal ile t. G aldeo B1-92 rw«e«4»iad 49. ^ ^

También podría gustarte