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del {eat MRM E OBE CAE Ltt Los mejores acertijos del ma: genial creador ee CCM ee tet memes Cel Henry E. Dudeney EI Acertijo del Mandarin y otras diversiones matematicas LB Op X34 JueGos & CO. / ZUGARTOEDICIONES HENRY ERNEST DUDENEY Hanry Emest Dudeney nacié en la villa de Mayfield, al sur de Inglaterra, el 10 de abril de 1857. Junto al norteamericano Sam Loyd (1841 — 1911) son lo mas notables inventores de problemas de in- genio de todos los tiempos. Ambos desarrollaron su obra publican- do en diversas revistas a lo largo de muchos afios. En una evalua- cién de estos dos genios del ingenio, Martin Gardner escribié: "Loyd fue un chispeante y prolifico creador de acertijos, pero cuando se trata de problemas de naturaleza matematica, Dudeney lo supera claramente.” Durante veinte afios Dudeney escribio e ilustré una pagina de entretenimientos -"Perplexities"— para la popular revista mensual inglesa The Strand Magazine, \a misma que por entonces publicaba las aventuras de Sherlock Holmes. A la vez que inventa una cantidad descomunal de nuevos pro- blemas, Dudeney se destaca en la resolucién de persistentes enigmas. Algunas cuestiones que venian resistiendo los métodos de expertos matematicos son finalmente dilucidadas por él. La habilidad mate- matica la adquirid Dudeney por su propia cuenta, acaso por no ha- ber asistido jamas a una escuela. El Acertijo del Mandarin es una seleccién tomada del libro Amusements in Mathematics, quizas su obra de mas largo aliento (el resto sera publicado proximamente). Fue el propio Dudeney quien recopilé el material de Amusements in Mathematics en forma de libro, dedicandose de tal modo a la tarea que Ilegé inclusive a co- rregir las pruebas de imprenta. El resultado fue una obra notablemen- te libre de errores. Hoy, a mas de ochenta afios de su aparicién, sdlo se han podido mejorar sus resultados en muy contados casos. Dudeney murié el 24 de abril de 1930, Estuvo casado con una prolifica autora de novelas roménticas, Alice Dudeney, muy cono- _ cida en su época, con la que tuvo una hija. NOTA Henry Ernest Dudeney vivid gran parte de su vida bajo el rei- nado de Victoria, y el clima de la Inglaterra victoriana impregna todos sus acertijos. Hemos intentado conservarlo, no sélo en las ilus- traciones (muchas de ellas obra del propio Dudeney), sino también en los detalles de la vida diaria. Asi, el lector se encontrara con que los precios estan en peniques, las longitudes en pulgadas o las su- perficies en acres. Esto de ninguna manera afecta ni la comprensién ni la solucién del problema: si se prefiere, se puede reemplazar mentalmente libras por pesos o pesetas, galones por litros 0 yardas por metros. E] resultado numérico sera siempre el mismo; tnicamen- te habran cambiado los nombres de las unidades. Sdlo en un par de casos, cuando el acertijo apelaba a la intuici6n o al sentido de las proporciones del lector, se ha realizado la transformacion a unida- des métricas. PREFACIO Al publicar este volumen de mis acertijos matematicos, algunos ya aparecidos en publicaciones periddicas y otros editados aqui por ve primera, debo agradecer el aliento que me han brindado muchos des- conocidos de mi patria y del extranjero, quienes han manifestado cn sus cartas el deseo de tener una compilacién de estos problemas, con al- gunas soluciones explicadas con mayor detalle del que permiten las revistas y los periédicos. Aunque la mayoria de los acertijos son ori- ginales, incluyo algunos que han cautivado al mundo durante genera- ciones, y sobre los cuales crei poder aportar algo nuevo. Lo cierto es que algunos han gozado de gran difusién gracias a la prensa, y es po- sible que el lector se alegre de conocer la fuente. En cuanto a los acertijos matematicos en general, poco me queda por decir que ya no haya escrito en otras partes. La historia del tema se relaciona estrechamente con el comienzo y desarrollo del pensa- miento exacto en el hombre. El historiador deberia comenzar por la primera ocasion en que el hombre logré contar sus diez dedos y divi- dir una manzana en dos partes aproximadamente iguales. Cada acer- tijo digno de consideracién se puede remitir a la matematica y la logi- ca. Todo hombre, mujer y nifio que procura “razonar” la respuesta al acertijo mas simple esta recurriendo —aunque no necesariamente a sa- biendas— a la matematica. Aun los acertijos que sélo pueden abordar- se mediante intentos fortuitos se pueden incluir en el método que ha sido denominado “ensayo glorificado”: un sistema para ahorrar esfuer- zos mediante la elusién o la eliminacién de aquello que nuestra razén nos indica como infructuoso. A veces no es facil aseverar donde co- mienza y dénde termina lo “empirico”. Cuando un hombre dice “jamds en mi vida he resuelto un acerti- jo”, cuesta saber a qué se refiere, pues cada individuo inteligente re- suelve acertijos todos los dias. Los infortunados internos de nuestros manicomios estan alli precisamente porque no pueden resolver acer- tijos, porque han perdido la facultad de razonar. Si no hubiera acerti- jos que resolver, no habria preguntas que formular; y si no hubiera preguntas que formular, jvaya mundo que tendriamos! Todos serfamos igualmente omniscientes, y la platica seria inttil y ociosa. Algunos matematicos excesivamente rigurosos —que en su ciencia favorita se impacientan con toda terminologia que no sea la académica, y que se oponen a que las elusivas x e y aparezcan con cualquier otro nom- Si bre— desearfan quiz4 que algunos problemas se presentaran con un ropa- je menos popular y se introdujeran con menos desenfado. Sélo puedo re- mitirlos a la palabra “entretenimientos” de mi titulo y recordarles que aqui nos proponemos ante todo divertirnos, aunque no, por cierto, sin la espe- ranza de recoger algunos conocimientos sobre la marcha. Si el estilo es ligero, sdlo puedo repetir aquellas palabras de Touchstone: “un asunto aciago, pero mio; un capricho mio por el que pido excusas”. En cuanto a las dificultades, algunos de los acertijos, especialmen- te en la seccién Problemas aritméticos y algebraicos, son bastante faciles. Pero aun los ejemplos que lucen mas sencillos se deben abor- dar juiciosamente, pues una y otra vez el lector descubrira escollos 0 trampas mas o menos sutiles. Es buen ejercicio cultivar el habito de ser muy cautos al leer un acertijo. Nos ensefia precisién y cautela. Pero algunos problemas son huesos duros de roer, y no son indignos de la atencién del matematico avezado, Los lectores sin duda seleccionaran de acuerdo con sus predilecciones. En muchos casos sélo brindamos la respuesta. Esto deja al prin- cipiante algo que hacer por su cuenta al elaborar el método de solucién, y ahorra espacio que se desperdiciaria desde la perspectiva del estu- diante avanzado. Por otra parte, en ciertos casos que considero de par- ticular interés, presento soluciones extensas y trato los problemas de manera general. El lector comprobara que las notas sobre un proble- ma a menudo sirven para elucidar muchos otros del libro, de manera que las dificultades se despejaran a medida que avance. Donde es po- sible decir algo de manera que lo entienda “el comin de las gentes”, prefiero usar frases sencillas, y asi ganarme la atencién y el interés de un publico mas amplio. En tales casos, el matematico no tendra difi- cultad para expresar el asunto de marras con sus familiares simbolos. He leido las pruebas con muchisimo cuidado, confiando en que se hayan deslizado muy pocos errores. Si tal fuera el caso, sdlo puedo ale- gar, en palabras de Horacio, que “el buen Homero a veces se adormi- la”, 0, como dijo el obispo, “Ni siquiera el cura mas joven de mi dié- cesis es infalible”. Debo expresar mi particular agradecimiento a los propietarios de The Strand Magazine, Cassell’s Magazine, The Queen, Tid-Bits y The Weekly Dispatch por la cortesia de permitirme reeditar algunos de los acertijos que se han publicado en las paginas de esas revistas. Enel Club del Autor, 25 de marzo de 1917 PROBLEMAS ARITMETICOS Y ALGEBRAICOS “g¥ qué era él? Por cierto, un gran aritmético.” ‘SiuxesPEare, Otelo, 1 i. Para comodidad del lector, dividimos en clases los acertijos de esta seccién. Algunos son muy faciles, otros sumamente dificulto- sos. Pero no estan presentados en orden de dificultad. Esto es inten- cional, pues es conveniente que el lector ignore las caracteristicas del acertijo. Por tanto, puede resultar tan facil como parece a simple vista, o puede contener algun contratiempo con el que podamos tro- pezar por falta de cuidado o por exceso de confianza. Ademas, los acertijos aritméticos y algebraicos no estan sepa- tados segiin la modalidad adoptada por algunos autores, quienes arbitrariamente requieren que ciertos problemas se resuelvan median- te uno u otro método. El lector escoge y determina cuales acertijos podré resolver con recursos puramente matemiaticos. ACERTIJOS CON DINERO “No deposites confianza en tu dinero, mas deposita tu dinero a buen recaudo.” Ouivex Wenveus Hones, 1, En un mercado ganadero Tres campesinos se encontraron en el mercado ganadero. —Mira -dijo Hodge a Jakes-, te daré seis de mis cerdos por uno de tus caballos, y luego tendrds el doble de los animales que yo tengo. ~Si ése es tu modo de hacer negocios —dijo Durrant a Hodge-, te daré catorce ovejas por un caballo, y entonces tendras el triple de los animales que yo tengo. ~Bien, pues yo iré mas lejos dijo Jakes a Durrant-. Te daré cua- tro vacas por un caballo, y entonces tendrds seis veces mas anima- les que yo. Sin duda se trataba de un modo muy primitivo de trocar anima- les, pero resulta muy interesante descubrir cuantos animales Ileva- ban Jakes, Hodge y Durrant al mercado ganadero. 2. Caridad indiscriminada Un caritativo caballero que una noche se dirigia a su hogar se top6 con tres menesterosos que sucesivamente le pidieron ayuda. A la primera persona dio s6lo un penique mas que la mitad del dinero que tenia en el bolsillo; a la segunda persona dio dos peniques mas que la mitad del dinero que entonces le quedaba en el bolsillo; y a la tercera persona entregé tres peniques mas que la mitad de lo que le restaba. Al llegar a su casa sdlo le quedaba un penique en el bol- sillo. gPuede usted decir cuanto dinero Ilevaba el caballero cuando inicié el regreso a casa? 3. El festin de los ciclistas Me cuentan que ocurrié en un dia festivo: varios ciclistas salieron a pasear con aire altivo, Reposando al mediodia en un antiguo meson, con un festin decidieron hacer gran celebracién. “Pon todo en una cuenta —dijeron al tabernero-, que por partes iguales todos te pagaremos.” A la mesa fue levada la cuenta sin dilacién: sumé ochenta peniques ese dia la adicion. Mas, ay, cuando todos a pagar se disponian, notaron que dos de ellos con sigilo se escurrian. Aconteci6, pues, que en aquel dia funesto dos peniques de mas aboné cada hombre honesto. Sin duda los canallas tuvieron su merecido, mas, gcuantos eran todos antes de haber partido? 4. El precio de las manzanas Pagué a un hombre 12 peniques por algunas manzanas, pero eran tan pequefias que le hice afiadir dos manzanas mas. Descubri que asi costaron un penique menos por docena respecto del precio original que me pidié. ¢Cuantas manzanas obtuve por mis 12 peniques? 5. Dinero chino Los chinos son gentes extrafias, y suelen hacer las cosas al re- vés. Se dice que usan la sierra presionando hacia arriba y no hacia abajo, que alisan un tablén de pino halando la herramienta en vez de empujarla, y que al construir una casa primero construyen el techo y, tras ponerlo en posicién, proceden a trabajar hacia abajo. La moneda corriente del pais consiste en taels de valor fluctuante. El tael se volvié cada vez mas delgado hasta que 2.000 de ellos apilados sumaban menos de tres pulgadas de altura. El circulante consiste en monedas de grosor variado, con un orificio redondo, cuadrangular © triangular en el centro, como en nuestra ilustracién. Estas se enhebran como botones. Suponiendo que once mone- das con agujero redondo valgan quince ching-changs, que once con agujeros cuadrados valgan dieciséis ching-changs y que once con agujeros triangulares valgan diecisiete ching-changs, {cémo puede un chino darme cambio por 30 peniques sin usar mas monedas que las tres mencionadas? Un ching-chang vale exactamente 2 peniques y cuatro quinceavos de ching-chang. 6. Economia doméstica La joven sefiora Perkins, de Putney, me escribe lo siguiente: “Me daria gran gusto si usted pudiera brindarme la solucién de una pequefia suma que ultimamente me ha preocupado muchisimo. Hela aqui: hace muy poco tiempo que estamos casados, y ahora, dos afios después de instalarnos en nuestra casa, mi esposo me dice que ha descubierto que hemos gastado un tercio de sus ingresos anuales en renta, cuotas ¢ im- puestos, la mitad en gastos domésticos y una novena parte de otras maneras. Le queda un saldo de 190 libras en el banco. Sé con certeza esto ultimo, pues accidentalmente se olvid6 su libreta el otro dia, y yo le eché una ojeada. {No cree usted que un esposo deberia confiar ple- namente en la esposa en lo concerniente al dinero? Bien, yo si y, aun- que le parezca increible, é1 jamas me ha dicho a cuanto ascienden sus ingresos. Naturalmente, deseo averiguarlo, ,Puede usted decirmelo a partir de las cifras que le menciono?” Si, por cierto se puede averiguar a partir de las cifras mencio- nadas en la carta de la sefiora Perkins. Y practicamente todos mis lectores, si no se andan con cautela, declarardn que el ingreso con- siste en una cifra absurdamente superior a la respuesta correcta. 7. Comprando manzanas Como la compra de manzanas en pequeiias cantidades siempre ha presentado dificultades considerables, me parece atinado hacer algunas observaciones sobre este particular. Todos conocemos la historia de ese chico listo que, cuando una anciana le dijo que ven- dia las manzanas a cuatro por tres peniques, declaré: “jVeamos! Cuatro por tres peniques; eso significa tres por dos peniques, dos por un penique, una por nada. jLlevaré una!” Hay otros casos igualmente desconcertantes. Por ejemplo, un nifio una vez cogié una manzana de un penique de un puesto, pero cuando supo que las peras estaban al mismo precio la cambié y se dispuso a marcharse. ~jAguarda! —dijo la vendedora-. jNo me has pagado la pera! -No -teplicé el nifio-, claro que no. Le di la manzana a cambio. —{Pero no pagaste la manzana! —jSantisimo cielo! ;Espera usted que le pague la manzana y también la pera? Y mientras la pobre anciana intentaba desentrafiar el intringu- lis, el chico se esfumé. 10 Tenemos también el caso del hombre que dio a un chico seis peniques y prometié obsequiarle otro tanto en cuanto el chico los hubiera convertido en nueve peniques. El pequefio regresé cinco minutos después. —Lo he transformado en nueve peniques —dijo, dando tres peni- ques a su benefactor. —jCémo es eso? —pregunté el hombre. —Compré tres peniques de manzanas. —{Pero eso no los transforma en nueve peniques! —Pues yo creo que si —respondié el nifio-. La vendedora de manzanas tiene tres peniques, verdad? Muy bien, yo tengo tres peniques de manzanas y acabo de darle a usted los otros tres peni- ques. {Eso no suma nueve peniques? Cito estos casos para mostrar que nuestro pequefiin necesita un poco de instrucci6n en el arte de comprar manzanas. Asi que daré un sencillo problema que trata sobre esta rama del comercio. Una anciana vendia manzanas de tres tamafios: una por un penique, dos por un penique y tres por un penique. Desde luego dos del segun- do tamaifio y tres del tercer tamajio eran respectivamente iguales a una manzana del tamafio mas grande. Ahora bien, un caballero que tenia una cantidad similar de hijos ¢ hijas les dio tres siete peniques para que los gastaran entre todos para comprar estas manzanas. E] acertijo consiste en dar a cada nifio y nifia una parte igual de manzanas. Como se gas- taron los siete peniques, y cudntos hijos eran en total? ACERTIJOS DE EDAD Y PARENTESCO “Setenta son los afios que vivimos.”” Salmos, xc. 10 Durante siglos uno de los métodos predilectos para proponer acer- tijos matematicos ha consistido en plantearlos como preguntas relacio- nadas con Ja edad de un individuo, En general se prestan a soluciones faciles mediante cl uso del algebra, aunque a menudo la dificultad es- triba en formularlas correctamente. Pueden resultar muy complejos y exigir bastante ingenio, pero no se pueden postular leyes gencrales para resolverlos, F1 Jector debe recurrir a'su propia sagacidad. I En cuanto a los acertijos relacionados con el parentesco, es cu- rioso que desconcierten a tantas personas. Aun en la conversacién cotidiana, alguna declaracién concerniente al parentesco, que esta muy clara en la mente del que habla, confunde de inmediato a sus interlocutores. Expresiones tales como “Es la hermana del yerno de mi tio” no significan nada para algunas personas sin una detallada y laboriosa explicacién. En tales casos lo mas conveniente es bos- quejar una breve tabla genealdgica, donde el ojo acude de inmedia- to en auxilio del cerebro. Como actualmente respetamos cada vez menos el linaje, la mayoria de las gentes han perdido el habito de trazar esas tablas, lo cual es lamentable, pues en ocasiones les aho- trarian tiempo y les evitarfan tener que devanarse los sesos. 8. La edad de mama Tommy: Qué edad tienes, mamé? Mama: Déjame pensar, Tommy. Bien, nuestras tres edades su- marian exactamente setenta afios. Tommy: Eso es mucho, ,verdad? ZY qué edad tienes tu, papa? Papa: Sdlo seis veces mas que tu, hijo mio. Tommy: ,Alguna vez llegaré a tener la mitad de tus afios, papa? Papa: Si, Tommy; y cuando eso ocurra nuestras tres edades su- maran exactamente el doble de lo que suman hoy. Tommy: Y suponiendo que yo hubiera nacido antes que ti, papa; y suponiendo que mama se hubiera olvidado de ello, y no hubiera estado en casa cuando yo llegué; y suponiend Mami: Y suponiendo, Tommy, que hablemos de acostarnos. Ven, querido. Tendrds una jaqueca. Ahora bien, si Tommy hubiera sido un poco mas grande podria haber calculado la edad exacta de sus padres a partir de la informaci6n que ellos le brindaron. ,Puede usted averiguar la edad exacta de mama? 9. Acertijo para un censista Los Jorkins tienen quince hijos, todos nacidos con un intervalo de un ajio y medio. La sefiorita Ada Jorkins, la hija mayor, tenia sus reservas para revelar su edad al censista, pero admitié que era sélo siete veces mayor que Johnnie, el hijo menor. ,Cual era la edad de Ada? No se apresure a suponer que ya ha resuelto este problemita. jTal vez descubra que ha cometido un error garrafal! 12 10. Mary y Marmaduke Marmaduke: {Sabes, querida, que dentro de siete afios nuestras edades combinadas sumaran sesenta y tres afios? Mary: jDe veras? Y sin embargo, cuando tu tenias mi edad ac- tual, tenias el doble de la que yo tenia entonces. Lo deduje anoche. Pues bien, gcual es la edad de Mary y Marmaduke? 11. El saco de nueces Tres nifios recibieron un saco de nueces como regalo de Navi- dad, y se convino que deberian dividirlo en proporcién con sus eda- des, que en conjunto sumaban 17 afios y medio. El saco contenia 770 nueces, y en cuanto Herbert cogia cuatro, Robert cogia tres, y en cuanto Herbert cogia seis, Christopher cogia siete. El acertijo con- siste en averiguar cudntas nueces tomé cada uno, y cuales eran Jas respectivas edades de los tres. 12. Relaciones extranas —Hablando de relaciones —dijo el clérigo durante una cena-, nuestros legisladores estén armando un embrollo espantoso con la ley del matrimonio. He aqui, por ejemplo, un desconcertante caso que me ha llamado la atencién. Dos hermanos se casaron con dos hermanas. Un hombre murié y la esposa del otro también murio. Luego los sobrevivientes se casaron. —jEl hombre se casé con la hermana de su difunta esposa, se- gun esa ley reciente? —intervino el abogado. —Exacto. Por tanto, segun la ley civil, él esta legalmente casa- do y su hijo es legitimo. Pero, vera usted, el hombre es hermano del difunto esposo de la mujer, y por tanto, también segun la ley civil, ella no esta casada con él y su hijo es ilegitimo. —jE1 esta casado con ella y ella no esta casada con él? —excla- mé el doctor. -En efecto. Y el hijo es legitimo para el padre, pero ilegitimo para la madre. —Sin duda, la ley es un dislate -declaré el artista—. Si me per- mite usted decirlo —afiadi6, inclinandose ante el abogado. Por cierto —fue la respuesta—. Los abogados hacemos Io posi- ble para domar la bestia y ponerla al servicio del hombre. Nuestros legisladores son los responsables de la especie. ~Y esto me recuerda —continué el clérigo— a un hombre de mi parroquia que desposé a la hermana de su viuda. Este hombre... 13 —Un momento, por favor —dijo el profesor-. ;Desposé a la her- mana de su viuda? {Casa usted difuntos en su parroquia? -No, pero explicaré eso mas tarde. Bien, este hombre tiene su propia hermana. Sus nombres son Stephen Brown y Jane Brown. La semana pasada aparecié un mozo a quien Stephen me presenté como su sobrino. Naturalmente, yo hablé de Jane como su tia, pero, para mi asombro, el mozo me corrigié, asegurandome que, aunque era sobrino de Stephen, no era sobrino de Jane, la hermana de Stephen. Esto me dejé estupefacto, pero es totalmente correcto. El abogado fue el primero en llegar al meollo del misterio. {Cudl fue su solucion? ACERTIJOS CON RELOJES “jMirad el reloj!” Leyendas de Ingoldsby Al abordar algunos acertijos relacionados con relojes, y los tiem- pos registrados por sus manecillas en determinadas condiciones, con- viene tener en cuenta cierta convencién. A menudo una solucién re- quiere dar por sentado que las manecillas pueden registrar un tiem- po que se mide en fracciones de segundo. Por cierto, no es posible indicar ese tiempo. ,Acaso el acertijo no tiene solucién? La verdad de una conclusién deducida a partir de un silogismo légico depen- de de las dos premisas asumidas, y lo mismo ocurre en matemati- ca, Ciertas cosas se asumen como antecedente, y la respuesta depen- de totalmente de la verdad de estos supuestos. “Si dos caballos pueden arrastrar una carga de cierto peso —decla- ra Lagrange-, es natural suponer que cuatro caballos podrian arrastrar una carga del doble de ese peso, y seis caballos una carga del triple de ese peso. Aun asi, estrictamente hablando, no sucede asi. Pues la infe- rencia se basa en el supuesto de que los cuatro caballos halan igualmente en cantidad y direccién, lo cual rara vez ocurre en la practica. A menu- do nuestros céilculos nos conducen a resultados que se apartan muchi- simo de la realidad. Pero el defecto no es de la matemiatica, pues la iempre nos devuelve exactamente lo que le damos. Se da por supuesto que la relacién entre ntimero de caballos y fuerza aumen- ta en forma proporcional, y cl resultado se basa en ese supuesto. Si la suposicién es falsa, cl resultado es necesariamente falso.” 14 Si un hombre puede cosechar un campo en seis dias, decimos que dos hombres lo cosecharan en tres dias, y tres hombres en dos dias. Aqui suponemos, como en el caso de los caballos de Lagran- ge, que todos los hombres tienen exactamente la misma capacidad laboral. Pero suponemos atin mas, Pues cuando tres hombres se re- uinen quiz pierdan tiempo chismorreando o jugando; 0, por el con- trario, cierto espiritu de competencia puede incitarlos a actuar con mayor diligencia. Podemos suponer las condiciones que queramos en un problema, siempre que se expresen y sc comprendan con cla- ridad, y la respuesta estar cn conformidad con estas condiciones. 13. 4Qué hora era? —Dime, Devanasesos, qué hora es? —pregunté el otro dia un conocido a nuestro amigo el profesor. La respuesta fue ciertamente curiosa. : —Si sumas un cuarto del tiempo transcurrido desde el mediodia hasta ahora a la mitad del tiempo que transcurrira desde ahora has- ta el mediodia de majiana, tendrds la hora exacta. {Qué hora era cuando el profesor hablo? 14. Los tres relojes El viernes 1° de abril de 1898 se pusieron tres relojes nuevos a la misma hora, las doce del mediodia. Al mediodia del dia siguien- te se descubrié que el reloj A indicaba la hora a la perfeccion, que el reloj B adelantaba exactamente un minuto, y que el teloj C habia atrasado exactamente un minuto. Ahora bien, suponiendo que los relojes B y C no hubieran sido regulados, sino que se les hubiera permitido funcionar tal como habian comenzado, y que hubieran mantenido el mismo ritmo sin detenerse, ,en qué fecha y a qué hora del dia los tres pares de manccillas hubieran sefialado nuevamente al mismo tiempo las doce del mediodia? 15. Intercambiando lugares El reloj de la figura indica poco menos de las 4 y 42 minutos. Las manecillas sefialaran exactamente los mismos lugares después de las 8 y 23 minutos. En realidad, las manecillas habran intercam- biado lugares. ,Cudntas veces las manecillas de un reloj cambian de lugar entre las tres de la tarde y medianoche? Y, entre todos los pa- 15 res de horas indicados por estos cambios, jcual es la hora exacta en que el minutero esti mds cerca del punto IX? ACERTIJOS DE LOCOMOCION Y VELOCIDAD “La carrera no es para los veloces.” Eclesiastés, LX. if 16. Velocidad media En un reciente paseo en automévil descubrimos que habiamos marchado a diez millas por hora, pero emprendimos el viaje de re- tomo por la misma ruta a quince millas por hora, pues habja menos transito en las carreteras. Cual fue nuestra velocidad media? No se apresure a responder esta sencilla pregunta, pues casi seguramente se equivocara. 17. Las tres aldeas El otro dia decidi ir en coche de Acrefield a Butterford, pero por error cogi la carretera que atravesaba Cheesebury, ciudad que esta més cerca de Acrefield que de Butterford, y doce millas a la izquierda de Ja carretera directa por donde debi haber viajado. Después de Ile- gar a Butterford descubri que habia viajado treinta y cinco millas. 16 4Cuales son las tres distancias entre estas aldeas, si cada distancia es un numero entero en millas? Debo mencionar que las tres carre- teras son muy rectas. 18. Carrera de asnos Durante una visita a la playa Tommy y Evangeline insistieron en practicar una carrera de asnos en la pista de arena de una milla. El sefior Dobson y algunos de los amigos que habia conocido en la playa actuaron como arbitros, pero, como los asnos se conocian entre si y eran reacios a separarse, el empate era inevitable. Sin embargo, los arbitros, apostados en diversos puntos de la pista, que estaba marcada por cuartos de milla, notaron los siguientes resultados: Los primeros tres cuartos de milla se corrieron en seis minutos y tres cuartos, la primera media milla llevé el mismo tiempo que la segun- da mitad, y el tercer cuarto se corrié en exactamente el mismo tiempo que el ultimo cuarto. A partir de estos resultados, el sefior Dobson se entretuvo descubriendo cuanto habian tardado los dos asnos en correr la milla entera. ,Puede usted dar la respuesta? ACERTIJOS DIGITALES “Nueve dignidades las Hlamaban.” Davpen: La flor y la hoja Presento estos acertijos que tratan sobre los nueve digitos como una clase en si misma, porque siempre he pensado que merecen mas consideracion de la que habitualmente reciben. Ademas del mero truco de “eliminar los nueves”, muy poco se sabe en general acerca de las leyes relacionadas con estos problemas, aunque cierto cono- cimiento de las propicdades de los digitos a menudo ofrece, entre otras cosas, verificaciones aritméticas que son realmente utiles para ahorrar trabajo. Daré un ejemplo, el primero que se me ocurre. Si pidiéramos al lector que determinara si 15.763.530.163.289 es el cuadrado de un numero, ,cémo procederia? Si hubiera termi- nado en 2, 3, 7 u 8, sabria que no puede ser un cuadrado, pero apa- rentemente no hay nada en este mamero que le impida serlo. Sospe- cho que en tal caso el lector emprenderia, con un suspiro o un gru- fiido, la improba tarea de extraer la raiz cuadrada. Pero si prestara cierta atenci6n al estudio de las propiedades digitales de los nime- 17 Tos, zanjaria la cuestién de este modo sencillo. La suma de los digi- tos es 59, cuya suma es 14, cuya suma es 5 (al cual denominaré “raf digital”) y por tanto sé que el nimero no puede ser un cuadrado, y por esta razon: la raiz digital de sucesivos cuadrados del | en ade- lante es siempre 1, 4, 7 0 9, y nunca puede ser otra cosa. De hecho, la serie 1, 4, 9, 7, 7, 9, 4, 1, 9 se repite hasta el infinito. La serie andloga para numeros triangulares, es decir, de la forma (n?+n)/2, es 1, 3, 6, 1, 6, 3, 1, 9, 9. Asi que aqui tenemos una verificacién nega- tiva, pues un numero no puede ser triangular si su raiz digital es 2, 4,5,7u8. 19. El tonel de cerveza Un hombre compro un lote de vino en toneles y un tonel que contenja cerveza. Estos se muestran en la ilustracién, donde se in- dica la cantidad de galones que contenja cada tonel. Vendié una parte del vino a un hombre y el doble de esa cantidad a otro, pero se que- dé con Ja cerveza. El acertijo consiste en sefialar cual tonel contie- ne cerveza. {Puede usted decir cual es? Desde luego, el hombre ven- dié los toneles tal como los habia comprado, sin manipular los con- tenidos. 20. Multiplicacién digital He aqui otro entretenido problema con nueve digitos, con ex- clusién del cero. Usando cada numero una vez, y s6lo una vez, s¢ pueden formar, de muchas maneras diferentes, dos operaciones de multiplicacién que tengan el mismo producto. Por ejemplo, 7 x 658 y 14 x 329 contienen todos los digitos una vez, y en cada caso el producto es ¢] mismo: 4.606. Ahora bien, se vera que la suma de los digitos en el producto es 16, que no es la suma més alta ni Ja més 18 jPuede usted haller Ja solucién del pro- x suma posible de digitos en el producto 2 la mayor suma posible? 21. El acertijo de los discos numerados i cantidad de empleados en un edificio es ha- un pequefio disco con su nimero. Los hombres tablero al Jlegar, y los discos sirven como verifi- tuzlidad. Una vez noté que un capataz cogia varios tablero y los insertaba en un anillo que Ilevaba una idea para un buen acertijo. De hecho, €5 que asi es como surgen Jas ideas para acerti- ‘ear unz idea: simplemente surge, y uno tiene que estar alerta para capturarla. Fn Ja ilustracién se vera que hay diez discos en el anillo, numera- dos de 0 a 9, EI acertijo consiste en dividirlos en tres grupos sin sacar ninguno del anillo, para que el primer grupo multiplicado por el segundo constituya el tercer grupo. Por ejemplo, los podemos dividir en los tres grupos, 2 ~ 8907 ~ 15463, Ilevando el 6 y el 3 hasta el 4, pero lamenta- blemente los dos primeros, cuando se multiplican, no dan por resulta- do cl tercero. {Puede usted separarlos correctamente? Desde luego puede tener tantos discos como desce en cualquier grupo. El acertijo exige cierto ingenio, a menos que dé con la respuesta por casualidad. 22. Divisién digital Este es otro buen acertijo para ordenar los nueve digitos (el cero excluido) en dos grupos para que un grupo, al ser divido por el otro, 19 produzca un ntimero dado sin resto. Por ejemplo, 13458 dividido por 6729 da 2, {Puede el lector hallar ordenamientos similares cuyos cocientes sean 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9 respectivamente? Ademas, gpue- de hallar los pares de nimeros mas pequefios posibles en cada caso? Asi, 14658 dividido por 7329 es tan correcto para 2 como el otro ejemplo que hemos dado, pero los nimeros son mas altos. 23. Cuadrados digitales He aqui los nueve digitos dispuestos de tal modo que forman cuatro cuadrados de otros tantos mimeros: 9, 81, 324, 576. Ahora, {puede usted unirlos para que formen un solo cuadrado, primero el menor posible y luego el mayor posible? 24. Centuria digital 1234567 8 9=100 Se trata de poner signos aritméticos entre los nueve digitos para que el resultado equivalga a 100. Desde luego, no se debe alterar el ordenamiento numérico de las cifras. {Puede usted dar una solucién correcta que emplee al mismo la menor cantidad posible de signos y la menor cantidad posible de trazos? Es decir, es preciso usar la menor cantidad posible de signos y esos signos deben tener la for- ma mas simple posible. Los signos de suma y multiplicacién (+ y ) cuentan pues como dos trazos, el signo de sustraccién (-) como un trazo, y el signo de division (~) como tres. PROBLEMAS ARITMETICOS Y ALGEBRAICOS VARIOS “La variedad es la sal de la vida, 0 que le brinda todo su sabor.” Cowren: La tarea 25. La mancha de la mesa Un nifio recién legado de la escuela quiso mostrar al padre sU Precocidad. Empuj6 una gran mesa circular hacia el rincén de !a 20 habitacién, como se muestra en la ilustracién, de modo que tocara ambas paredes, luego sefialé una ma fel borde. —Aqui tienes un pequefio acertijo, padre -dijo cl joven-. Esa manchaestda ocho pulgadas de una pared y a nueve pulgadas de la otra, gPuedes decirme el didmetro de la mesa sin medirla? Se oyé que el nifio le comentaba a un amigo: “Mi padre no pudo resolverlo”; pero se sabe que el padre le coments a un amigo de la City que habia dado con la cifra mentalmente y en un minuto. A menudo me pregunto quién decia la verdad. 26. El sefior Gubbins en Ia niebla El sefior Gubbins, diligente hombre de negocios, sufrié grandes contratiempos por culpa de una niebla londinense. La luz eléctrica no funcionaba y el sefior Gubbins tuvo que apafidrselas con dos ve- las. Su escribiente le aseguré que, aunque ambas eran de igual lon- gitud, una vela arderia durante cuatro horas y la otra durante cinco, Después de trabajar un tiempo, apagé las velas, pues la niebla se habia despejado, y entonces not6 que el resto de una vela tenia exac- tamente cuatro veces la longitud del resto de la otra. Cuando esa noche Ilegé a casa, el sefior Gubbins, amante de los buenos acertijos, se dijo: Por cierto es posible deducir cuanto tiempo ardieron hoy esas dos velas. Lo intentaré. Pero pronto se encontré perdido en una niebla mas densa que la de ese dia. ,Podria usted haberle,ayudado en su-dilema? ,Cudnto tiempo ardieron las velas? 21 27. Las elecciones de Berenjenal En las ultimas elecciones parlamentarias de Berenjenal hubo un total de 5.473 votos. Los liberales fueron elegidos por una mayoria de 18 votos sobre los conservadores, por 146 sobre los independien- tes, y por 575 sobre los socialistas. ,Puede usted formular una re- gla simple para deducir cudntos votos obtuvo cada candidato? 28. Las damas del afio bisiesto El ultimo aiio bisiesto las damas no perdieron tiempo en ejer- cer el privilegio de hacer propuestas matrimoniales. Si las cifras que me han Ilegado desde una fuente confidencial son correctas, los da- tos siguiente representan el estado de cosas de nuestro pais. Varias mujeres se declararon una vez cada una, de las cuales un octavo eran viudas. Entre los hombres casaderos, una undécima parte eran viudos. De las propuestas hechas a los viudos, un quinto fue- ron rechazadas. Todas las viudas fueron aceptadas. Treinta y cinco cuarenta y cuatroavos de las viudas se casaron con solteros. Mil doscientas veintitin solteronas fueron rechazadas por los solteros, La cantidad de solteronas aceptadas por solteros fue siete veces la can- tidad de viudas aceptadas por solteros. Estos son todos los detalles que pude obtener. Ahora bien, ,cuantas mujeres se declararon? 29. Herencia desconcertante Un hombre leg6 cien acres de tierra, a dividir entre sus tres hi- jos varones —Alfred, Benjamin y Charles— en la proporcién de un tercio, un cuarto y un quinto respectivamente. Pero Charles murié. {Como se deben dividir las tierras entre Alfred y Benjamin? 30, La pequena pérdida de Devanasesos El profesor Devanascsos pasaba una velada con sus vicjos ami- gos, el matrimonio Pott, y se pusieron a jugar a los naipes (aunque no me contaron a qué juego). El profesor perdié la primera partida, y como resultado se duplicé el dinero que el seiior y la sefiora Pott habian puesto sobre la mesa. La sefiora Pott perdié la segunda par- tida, y como resultado se duplicé el dinero que entonces tenian su esposo y el profesor. Curiosamente, el sefior Pott perdié la tercera partida, y como resultado se duplicé el dinero que entonces tenian su esposa y el profesor. Luego se descubrié que cada persona tenia exactamente la misma cantidad de dinero, pero el profesor habia 22 perdido cinco chelines durante el juego. Pues bien, el profesor pre- gunta cuanto dinero tenia cuando se senté a la mesa. ;Puede usted responderle? 31. El balancin La necesidad es madre del ingenio. El otro dia me divertia ob- servando a un nifio que queria columpiarse en un balancin y, al no encontrar a otro nifio que compartiera el juego, recurrié al ingenio- so truco de sujetar varios ladrillos en un extremo del tablon para compensar su peso del otro. El tablon del balancin tenia un extre- mo mas largo que el otro, y el nifio hacia equilibrio contra dieciséis ladrillos cuando los sujetaba al extremo corto del tablén, pero si los sujetaba al extremo largo sdlo necesitaba once como contrapeso. Ahora bien, gcudnto pesaba el nifio, teniendo en cuenta que el peso de un ladrillo es igual a tres cuartos de ladrillo mas tres cuar- tos de libra? 32. Multiplicacién simple Si numeramos seis tarjetas 1, 2, 4,5, 7 y 8, y las ordenamos sobre la mesa en este orden: 1 4 2 8 5 7 podemos demostrar que para multiplicar este ntimero por 3 sdlo es necesario enviar el 1 al otro extremo de la hilera, y ya esta: la respuesta es 428571. ,Puede usted hallar un nimero (de la cantidad de cifras que sea, repetidas o no) que, multiplicado por 3 y dividido por 2, dé la mis- ma respuesta que si moviéramos la primera tarjeta (que en este caso debe ser un 3) desde el principio hasta el final de la fila? 33. Divisién simple A veces una simple cuestién de aritmética elemental puede cau- sar mucha perplejidad. Por ejemplo, quiero dividir los cuatro nime- ros 701, 1.059, 1.417 y 2.312 por el mayor numero posible que deje el mismo resto en cada caso. {Cémo he de trabajar? Desde luego, mediante un laborioso sistema de ensayo y error uno puede llegar a la respuesta, pero hay un método muy sencillo para hacerlo. 34, Los nueve cofres EI siguiente acertijo ilustrard la importancia que a veces tiene fijar los limites minimo y maximo de determinado numero. Esto se 23, puede hacer con mucha frecuencia. Por ejemplo, atin no se sabe de cudntos modos diferentes el caballo puede desplazarse por todo un tablero de ajedrez visitando cada casilla una unica vez; pero sabe- mos que Ia cantidad es menor que el nimero de combinaciones de 168 cosas, tomadas 63 por vez, y es mayor que 31.054.144, pues este ultimo numero representa una cantidad de rutas de determinado tipo. O, por tomar un caso mas familiar, si preguntamos a un hombre cuantas monedas tiene en el bolsillo, puede decirnos que no tiene la menor idea, Pero con nuevas preguntas le sonsacaremos alguna de- claracién como: “Si, estoy seguro de que tengo mas de tres mone- das, ¢ igualmente seguro de que no Ilegan a veinticinco”. Ahora bien, el conocimiento de que cierto numero se encuentra entre 2 y 12 en mi acertijo permitird al lector hallar la respuesta exacta; sin esa in- formacion habria una cantidad infinita de respuestas, entre las que seria imposible seleccionar la correcta. Este es otro acertijo que he recibido de mi amigo don Manuel Rodriguez, el excéntrico avaro de Nueva Castilla. En la Noche Vieja de 1879 me mostré nueve cofres, y después de informarme que cada cofre contenfa un numero cuadrado de doblones de oro, y que la diferencia entre cl contenido de A y B era la misma que entre B y C,Dy&, By F, Gy H, o Hel, me pidié que le indicara la cantidad de monedas que contenia cada cofre. AI principio pensé que era imposible, pues habria una cantidad infinita de respuestas, pero al recapacitar comprendi que no era asi. Aunque cada caja contenfa monedas, el contenido de A, B, C aumen- 24 taba de peso en orden alfabético; lo mismo ocurria con D, E, F, y con G, H, J; pero D o E no tenian por que ser mas pesados que C, ni G oH mis pesados que F. También era evidente que el cofre A podia contener a lo sumo una docena de monedas; quiz no hubiera la mitad de ese numero, pero yo estaba seguro de que no habia mas de doce. Con este conocimiento pude !legar a la respuesta correcta. En sintesis, hemos de descubrir nueve nimeros cuadrados tales que A, B, C; D, E, F; y G, H, I sean tres grupos en progresi6n arit- mética, siendo la diferencia comtn igual en cada grupo, y siendo A menor que 12. {Cuantos doblones habia en cada uno‘de los nueve cofres? 35. El acertijo del banquero Un banquero tenia un cliente muy jugador que siempre estaba dispuesto a apostar. Con la esperanza de curarlo de este mal habito, le propuso apostar a que el cliente no podria dividir el contenido de una caja que contuviera sélo monedas en una cantidad exacta de pilas iguales. E] banquero seria el primero en poner una o mas monedas (tantas como gustara), en la caja; luego el cliente afiadiria una o mas, hasta un maximo de cuarenta , sin que ninguno de los dos supiese cuanto afiadia el otro. Por ultimo, el cliente debia transferir del mostrador del banquero a la caja tantas monedas como el banquero deseara. El acertijo consiste en descubrir cudntas monedas deberia poner primero el banquero, y cuantas deberia pedir al cliente que transfiriese, para tener mayor probabilidad de ganar. 36. El ejército del sultan Un sultan deseaba enviar a la batalla a un ejército que pudiera formarse en dos cuadrados perfectos de doce maneras diferentes. 4Cual es el menor nimero de hombres de que podria estar compuesto ese ejército? Para mayor aclaraci6n, explicaré que si hubiera 130 hombres, podrian estar formados en dos cuadrados sdlo de dos ma- neras: 81 y 49, 0 121 y 9. Desde luego, siempre hay que usar todos Jos hombres. 37. Ahorro ejemplar Algunos mimeros se denominan triangulares, porque si Jos re- Presentamos como fichas o monedas pueden disponerse en la mesa 25 formando triangulos. El nimero 1 siempre se considera triangular, asi como | es un ntimero cuadrado y cubico. Ponga una ficha sobre la mesa, es decir, el primer numero triangular. Ahora ponga dos fi- chas debajo, y usted tendra un tridngulo de tres fichas; por lo tanto, 3 es triangular. A continuacién ponga una fila de tres fichas mas, y tendra un triangulo de seis fichas; por tanto 6 es triangular. Vemos que cada fila de fichas que agregamos, que contenga s6lo un ficha mas que la fila de arriba, configura un tridngulo mas grande. Ahora bien, la mitad de la suma de cualquier numero y su cua- drado es siempre un numero triangular. Asi la mitad de (2 + 2?) = 3; la mitad de (3 + 32) = 6; la mitad de (4 + 4?) = 10; la mitad de (5 +5?)=15; y asi sucesivamente. Si deseamos, pues, formar un trian- gulo con 8 fichas en cada lado, necesitaremos la mitad de 8 + 8, es decir, 36 fichas. Esta es una bonita propiedad de los nimeros. An- tes de continuar, recordaré al lector que la suma de cualquier nimero de cubos consecutivos, comenzando por el 1, es siempre un cuadra- do, y estos forman la serie 17, 32, 67, 102, etc. Se entenderd, pues, que cuando digo que una de las claves del acertijo es que éstos son siempre los cuadrados de numeros triangulares (es decir, los cuadra- dos de 1, 3, 6, 10, 15, 21, 28, etc.), cualquiera de los nimeros que hemos visto formara un triangulo. Cada numero entero es triangular, o bien la suma de dos nime- ros triangulares, o la suma de tres mimeros triangulares. Es decir, si escogemos numeros cualesquiera siempre podemos formar uno, dos 0 tres tridngulos con ellos. El namero 1, obvia y singularmente, for- ma un solo tridngulo; algunos nimeros sdlo forman dos tridangulos (como 2, 4, 11, etc.); algunos nimeros sdlo forman tres tridngulos (como 5, 8, 14, etc.). También hay nimeros que forman tanto uno como dos triéngulos (como el 6), otros que forman tanto uno como tres triangulos (como 3 y 10), otros que forman dos y tres triangu- los (como 7 y 9), mientras que algunos (como el 21) forman uno, dos 0 tres triangulos. Veamos pues un pequeiio acertijo con ntimeros triangulares. El escocés Sandy McAllister, de Aberdeen, practicaba una es- tricta economia doméstica, y ansiaba inculcar a su buena esposa sus propios habitos ahorrativos. La ultima Noche Vieja le dijo que cuan- do ella hubiera ahorrado tantas libras que al ponerlas en la mesa pudiera formar un cuadrado perfecto, o un tridngulo perfecto, o dos triangulos, 0 tres triangulos, segitin él pidiera, él afiadiria cinco libras 26 asu tesoro. Pronto ella acudié al esposo con un pequefio saco de 36 monedas de una libra y exigié su recompensa. Se notara que las 36 monedas forman un cuadrado (con lado 6), un solo triangulo (con lado 8), dos tridngulos (con lados 5 y 6), y tres triangulos (con la- dos 3, 5 y 5). En cada uno de los cuatro casos, se cumple el requisi- to de usar las 36 monedas, asi que Sandy entreg6 a su esposa el pre- mio prometido, como corresponde a un hombre honesto. Luego nuestro escocés decidié extender su promesa por cinco afios mas, de modo que si el afio proximo el nimero aumentado de monedas de una libra que ella ha ahorrado se puede disponer de es- tos cuatro modos, ella recibir un segundo premio; si ella tiene éxi- to en el afio siguiente, obtendrd un tercer premio, y asi sucesivamente hasta haber ganado seis premios en total. Ahora bien, ,cuantas mo- nedas de | libra debe juntar antes de ganar el sexto premio? Es preciso hallar cinco niimeros, los menores posibles, mas al- tos que 36, que se puedan ordenar segtin esas cuatro maneras: for- mando un cuadrado, un triangulo, dos tridngulos y tres triangulos. El mas alto de esos cinco numeros sera la respuesta. 27 PROBLEMAS GEOMETRICOS “Dios practica geometria continuamente .”” Ptarow “No hay ningun estudio -observé Augustus de Morgan— que presente un comienzo tan simple como la geometria; no hay ningu- no donde las dificultades crezcan tanto a medida que avanzamos.” El lector descubriré cudnta verdad hay en ello cuando aborde los siguientes acertijos, aunque no estan dispuestos en orden de dificul- tad. Y el hecho de que hayan fascinado y complacido al hombre durante siglos se debe en cierta medida, sin duda, a la fascinacién que ejercen no sélo sobre el cerebro sino sobre el ojo. A veces una formula algebraica o un teorema parecen complacer los ojos del matematico, aunque quiz slo se trate de un placer intelectual. Pero es indudable que en ciertos problemas geométricos, como los acer- tijos de diseccién o superposicién, la capacidad estética del hombre contribuye al deleite. Por ejemplo, pocos lectores examinaran los diversos cortes de la cruz griega en las siguientes paginas sin sentir un cierto grado de emoci6n ante su belleza. Siempre es grato con- templar la ley y el orden de la naturaleza, pero cuando estén a ojos vistas la fascinacion cobra una fuerza singular. Aun las personas sin conocimientos geométricos exclaman al inspeccionar estos objetos: “iPero qué bonito!” De hecho, he conocido a muchas personas que se consagraron al estudio de la geometria porque las fascinaban los acertijos de diseccién. Por eso me parecié apropiado mantener es- tos acertijos aparte de los problemas geométricos mas generales. 29 ACERTIJOS DE DISECCION “Cégelo y cértalo en pequeias estrellas” Stuxesreane: Romeo y Julieta, iti, 2 Hay una infinita variedad de acertijos, pero tal vez no haya clase mas antigua que los de diseccién y superposicion. Sabemos con certeza que los chinos los conocian varios miles de ajios antes de la era cristiana. Y hoy resultan tan fascinantes como en cualquier época de la historia. Quienes han investigado el asunto sospechan que los antiguos filésofos chinos usaban estos acertijos como una especie de método juguetén de inculcar los principios de la geometria. Fuera como fuese, lo cierto es que todos los buenos acertijos de diseccion (pues los rompecabezas para nifios, que sélo exigen dividir una fi- gura en fragmentos para luego formarla de nuevo, no merecen una consideracion seria) se basan en leyes geométricas. No obstante, el no iniciado no debe amilanarse ante ello, pues significa simplemente que la geometria nos explicar el “porqué” si estamos interesados en conocerlo, aunque a menudo las soluciones pueden ser descubiertas por cualquier persona inteligente mediante el ejercicio de la pacien- cia, el ingenio y la mera sagacidad. Si queremos cortar una figura plana en partes tales que al reaco- modarlas formen otra figura, lo primero es hallar un modo de hacerlo todo, y luego de descubrir como hacerlo con la menor cantidad po- sible de piezas. De no ser por este limite en la cantidad de piezas, a menudo un problema de disecci6n seria muy facil. Cuando se publicé en el Weekly Dispatch, en 1902, un método para cortar un triangulo equilatero en cuatro partes que formen un cuadrado (véase el acet- tijo N° 25, de mi libro Los acertijos de Canterbury), ningun geéme- tra habria tenido dificultades para hacer lo que se requeria con cin- co piezas: la cuestiOn consistia en realizar esta pequefia hazafia con s6lo cuatro piezas. En estos problemas, las meras aproximaciones carecen de va- lor; la solucién debe ser geométricamente exacta, 0 no es solucién. Existen diversas falacias, y tendré ocasi6n de referirme a un par de ellas; son interesantes s6lo como falacias. Pero quiero enfatizar dos pequefios puntos que siempre surgen en los acertijos de diseccién: las cuestiones de “pender de un hilo” y del “volteo”. Para ello ejem- 30 plificaré con un acertijo que se halla con frecuencia en viejos libros, pero invariablemente con una solucion falsa. El acertijo consiste en cortar la figura de la Fig. 1 en tres partes que encajen para formar un tridngulo rectangulo isdsceles. Fig. | La respuesta que se da invariablemente se muestra en las Figs. 1 y 2. Se sostiene que las cuatro partes denominadas C constituyen en verdad una sola pieza, porque se las puede cortar de tal modo que quedan juntas “pendiendo de un hilo”. Pero ningtin amante de los acertijos admititia semejante cosa. Si el corte se hace de tal modo que queden las cuatro partes unidas en una, entonces el resultado no puede ser una solucién perfecta. Si, por otra parte, la solucién ha de ser exacta, habra cuatro partes, o seis partes en total. Por tanto, no es una solucién en tres partes. Fig. 3 Fig. 4 Sin embargo, si el lector se fija en la solucién de las Figs. 3 y 4, vera que no comparte ese defecto. Es indudable que hay tres par- tes, y en este sentido la solucién es totalmente satisfactoria. Pero surge otro interrogante. Una mirada atenta revelara que la parte de- nominada F, en la Fig. 3, esta “volteada” en la Fig. 4, es decir, ha sido necesario presentar el otro lado. Si el acertijo consistiera me- ramente en recortar la cartulina o la madera, no habria objeciones para esta inversion, pero es muy posible que el material no admitiera ese cambio. Podria haber un disefio, un lustre, una diferencia de tex- tura que nos lo impidiera. Pero en general se entiende que en los acertijos de diseccién se nos permite invertir partes a menos que se establezea expresamente lo contrario. Y con frecuencia un acertijo 31 mejora muchisimo si se afiade la condicién: “no se puede invertir ninguna parte”. Ademas, a menudo he preparado acertijos donde el diagrama tiene un pequefio disefio recurrente, y las partes se deben cortar de tal modo que no haya inversiones y el diseiio tiene que coincidir, lo cual no es posible si se giran las partes sin voltearlas, aunque el lado adecuado quede a la vista. Antes de pasar a una variada serie de acertijos de diseccién, algu- nos muy faciles y otros dificultosos, nos detendremos en una familia especifica, los problemas relacionados con lo que se conoce como la cruz griega y el cuadrado. Esta exhibe una gran variedad de curiosas trans- posiciones y, al presentar las soluciones sobre la marcha, el lector se evitard la molestia de consultar constantemente otra parte del libro y lo tendra todo a la vista. Esperamos que de este modo el articulo resulte instructivo para el lego e interesante para otros. ACERTIJOS CON LA CRUZ GRIEGA -Atormentar nt alma con cruces." aba incomprensible como el greg." Akt: Julio César, i, 2, Muchas personas estan habituadas a considerar la cruz como un simbolo cristiano, Esto es erréneo, pues su antigiiedad es mucho mayor. Los antiguos egipcios la empleaban como simbolo sagrado, y en las esculturas griegas hallamos repres: ‘jones de una torta (presunto antecesor de nuestros pastelillos cruciformes) que mostra- ba una cruz. Dos de esas tortas se descubrieron en Herculano, Ce- s egipcias, es un circulo iVelenio preservador del mundo, au) es cl monograma de Thoth, el Mercurio egipcio, simbolo de sabiduria, La cruz (au también se denomina “ernz de San Antonio” entre los cristianos, y figura en una placa en el palacio del obispo en Exeter, En cuanto a la cruz griega 0 mun- dana, la cruz con cuatro brazos iguales, los anticuarios competentes sefalan que los antiguos ocultistas la consideraron durante milenias como signo de las fuerzas duales de la naturaleza, el espiritu mas- culino y femenino de todo lo que era eterno, 32 cleats ‘luis a a ylaT (la letra gricg:

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