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EL CUENTO BORGEANO Y LA METAFÍSICA IDEALISTA

A Thesis

Presented to

The Faculty of the Department of World Languages and Literatures

San José State University

In Partial Fulfillment

of the Requirements for the Degree

Master of Arts

by

Dana Mor

May 2013
© 2013

Dana Mor

ALL RIGHTS RESERVED


ABSTRACT

BORGES’ FICTION AND THE METAPHYSICS OF IDEALISM

by Dana Mor

Jorge Luis Borges’ short stories have been widely praised for their profound

content and ingenious language, and mark an important milestone in Latin American

literature. Saturated with philosophical ideas, these literary tales have attracted much

critical attention in regard to the way they connect literature and philosophy. Mostly,

however, they have been identified as philosophy turned into literature.

This thesis argues that beyond its fame as brilliant literary artifact, Borges’ fiction

can be read as an instructive text that renders universal idealistic philosophy accessible to

readers not steeped in philosophy. The analysis proposes a systematic approach to

reading the stories that facilitates the process of distinguishing the intellectual skeleton

from its aesthetic flesh, and calls attention to the gaps left for the reader to fill in, which

makes him/her an intimate partner in a speculative dialogue.


ÍNDICE

I. El marco para este estudio………………………………………………………...1

II. Introducción……………………………………………………………………….2

III. La fantasía: el contexto ideal para la contemplación filosófica…………………..7

IV. ¿Cómo leer a Borges?……………………………………………………………11

V. “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”…………………………………………………….14

a) La comunicación estética del idealismo…………………………………16

b) La comunicación intelectual del idealismo..……………………………..23

c) La filosofía y la realidad fuera del libro……………………………….…34

d) “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” en el contexto de la ficción borgeana…….36

VI. “El Sur”……………………………………………………………………….….37

a) La comunicación estética del idealismo…………………………………38

b) La comunicación intelectual del idealismo………………………………41

VII. Conclusiones……………………………………………………………………..50

Bibliografía………………………………………………………………………………54

iv
LISTA DE FIGURAS

1. La introducción de Tlön………………………………………………………….27

2. La enmarcación del cuento “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”……………………….29

3. La realidad del cuento “El Sur”…………………………………………...……..45

v
I. Introducción

“…un libro es más que una estructura verbal, o que una serie de estructuras verbales; es
el diálogo que entabla con su lector y la entonación que impone a su voz y las cambiantes
y durables imágenes que deja en su memoria. Ese diálogo es infinito”
(Jorge Luis Borges, Nota sobre Bernard Shaw, Otras Inquisiciones 217)

La ficción borgeana tiene gran importancia filosófica. Más allá de la inspiración

del autor y el significado ideológico, el texto posee la potencia de guiar al lector a una

especulación filosófica capaz de enriquecer y expandir sus horizontes intelectuales.

También puede sugerirle actitudes nuevas de percepción y ayudarle a entender su propia

realidad. Aunque Borges leía todo tipo de filosofía, solía discutir en su prosa las teorías

que pertenecen a la corriente idealista evolucionada a lo largo de la historia. El idealismo

filosófico incluye las doctrinas que consideran la idea como principio del ser y del

conocer, y por consiguiente, el mundo como creación mental1. Borges identifica en la

hipótesis idealista su propia percepción existencial: la admisión del “carácter

alucinatorio del mundo” (Borges, Otras Inquisiciones 156). En efecto, casi todos los

cuentos borgeanos emplean como premisa alguna parte de las teorías del idealismo para

comunicar sus moralejas: la irrealidad de cada una de las construcciones ‘engañosas’ que

nos hacen sentirnos dentro de la realidad: el tiempo, el yo personal, y el mundo palpable.

Borges no distingue entre las filosofías que se originaban en el Oriente de las del

Occidente sino que analiza ambos sistemas de manera comparativa y sostiene que las dos

tratan de manera distinta el mismo sujeto y por eso son complementarias. Así es que en

sus ensayos y cuentos Borges hace referencia constantemente a filósofos de ambos

1
Según el diccionario de Larousse
mundos y destaca ante todo al filósofo Arthur Schopenhauer2, cuyas teorías se inspiran en

el budismo, como el pensador de las proposiciones más verosímiles. De hecho, Borges

cree que la conciencia del Occidente, de la cual él participa, se limita por aferrarse a la

vía de la lógica. En Siete Noches expone su visión del budismo: “Sólo sirve después de

años de meditación. Se llega bruscamente; no se trata de una serie de silogismos. Uno

debe intuir de pronto la verdad. El procedimiento… consiste en un hecho brusco, que

ésta más allá de la lógica. Nosotros pensamos siempre en términos de sujeto, objeto,

causa, efecto, lógico, ilógico, algo y su contrario; tenemos que rebasar estas categorías”

(94). Esta actitud flexible es un gran aporte a la originalidad de la literatura de Borges

pero también a la eficacia de la comunicación de la metafísica con el lector.

La meta de Borges es, a la larga, cultivar a su lector. Sus textos impulsan un

diálogo que inspira una especulación continuada, la reproducción de una idea que

engendra otra y otra más en un proceso eterno parecido al karma. Para Borges la

filosofía significa el explayarse en la meditación3. En la introducción de la versión en

inglés de Otras Inquisiciones dice James E. Irby: “In Borges´ sense, metaphysics is not

an abstruse specialty, but the quotidian acts of all our thoughts, pursued to their

consequences and revealed as the wonders they are¨ (xv). La filosofía es una manera de

sacar sentido del universo más que hacer una descripción del universo. A diferencia de la

práctica de la filosofía pura que ofrece primero una hipótesis y trabaja luego para

2
Filósofo idealista alemán del siglo XIX que conjeturó que la voluntad es el impulso inicial del ser de todo
fenómeno. La voluntad según Schopenhauer no es racional sino inconsciente e involuntaria, y es ésta lo
que da el ímpetu a los instintos.
3
Borges admite en la siguiente cita que la metafísica es, ante todo, una forma de pensar: “I think that the
central riddle, the central problem of metaphysics— let us call it thinking— is time, not space” Citado en
Johnson (10) y Burgin (124).
probarla por la lógica, Borges emplea las conjeturas ya establecidas y las comunica por

su manera original de razonamiento que invita al ejercicio de múltiples facultades

humanas. En el caso de la doctrina idealista, Borges dice que no es difícil entender su

teoría evidente pero “lo difícil es pensar dentro de su límite” (Borges, Otras Inquisiciones

238). Al lograr hacerlo—pensar dentro del límite de la filosofía idealista— el lector la

incorpora a su propia visión de la realidad y por lo tanto la comprende de una manera

más íntima y permanente. Asimilar nuevos conocimientos significa vivirlos más que

entender una teoría.

Además, para Borges no es suficiente considerar la inteligencia de los sistemas

para una mejora intelectual sino que hay que reconocer “la estupidez de otros, las

supersticiones de otros” (Borges, Siete Noches 137). La afirmación de algunos críticos

que Borges parodia la filosofía, que la desintegra, y que su aproximación a ella funciona

como “a rejection of [all] sistematic thinking”, puede ser explicada por esta actitud: la

mejor manera de apreciar el valor de la teoría y por consiguiente entenderla con

profundidad, es por criticarla y destacar sus defectos (Bosteels 38).

Borges era un hombre práctico. Aun cuando se volvió ciego percibió la

desventura como un instrumento “extraño” que el destino le deparó (Borges, Siete

Noches 160)4. Asimismo, sobre las teorías dijo que “todas son legítimas, o más bien que

no importa ninguna. Lo que importa es lo que se hace con las teorías” (Milleret 87). Lo

4
“Goethe pudo referirse no sólo al crepúsculo sino a la vida. Todas las cosas van dejándonos. La vejez
tiene que ser la suprema soledad, salvo que la suprema soledad es la muerte. También ‘todo lo cercano
se aleja’ se refiere al lento proceso de la ceguera, del cual he querido hablarles esta noche y he querido
mostrar que no es una total desventura. Que debe ser un instrumento más entre los muchos, tan
extraños, que el destino o el azar nos deparan”.
que Borges hace es emplearlas para hacer surgir el diálogo filosófico, por medio del

lenguaje literario, cuyo valor de verdad es subordinado al intento de hacernos percibir de

nuevo lo habitual. Por eso, lo filosófico o lo ideal en los cuentos de Borges siempre está

retratado dentro de los límites de la realidad, porque es el marco a través del cual la

realidad se destapa.

La ficción borgeana tiene dos maneras paralelas y complementarias de comunicar

la filosofía, una estética y la otra, intelectual. Cada una tiene su propia manera de llegar

al lector. La primera, la vía estética, se refiere a la manera artística en que el autor

presenta la teoría filosófica en forma de anécdota que incluye la trama, la acción y los

personajes. Es la superficie literaria del cuento que produce las imágenes lo cual algunos

críticos ven como “la interpretación estética de la filosofía” o “el objeto” en el que

Borges transforma la teoría (Cordua xx, Balderston 154). Ésta es la más directa y fácil de

entender ya que sigue el flujo progresivo de nuestra realidad corriente e incita el proceso

imaginativo. El aspecto inmediato o natural es importante porque se complementa con el

otro conducto intelectual más difícil. Jonathan Culler, un teórico literario, explica la

naturalidad de la identificación con el género narrativo de la siguiente manera:

“Stories… are the main way we make sense of things, whether in thinking of our
lives as a progression leading somewhere or in telling ourselves what is
happening in the world. Scientific explanation makes sense of things by placing
them under laws – whenever a and b obtains, c will occur – but life is generally
not like that… We make sense of events through possible stories; philosophers of
history…have even argued that the historical explanation follows not the logic of
scientific causality but the logic of story… Narrative structures are pervasive
(Culler 82-83).
La segunda manera de comunicación, la vía intelectual, se refiere a las técnicas

más sofisticadas, y a veces más ocultas que Borges emplea con el objetivo de estimular

una reacción y una acción adicional del lector. Esta manera suele provocar y aun irritar

al lector porque lo acorrala en una situación confusa de la cual necesitará encontrar la

salida. La vía intelectual explica la dificultad de la lectura y la diversidad en las

interpretaciones de los textos del autor argentino, pero es también responsable de su valor

instructivo. En cuanto a este tema, Jaime Alazraki afirma que “Leer puede ser

interpretar, pero estudiar es, irremisiblemente, comprender”, y Borges, por la vía

intelectual, asegura que el lector no sólo lea las palabras sino que entienda lo que

significan hasta poder incorporar el significado en su cosmovisión (xx).

La perplejidad inicial que produce la densidad del texto borgeano es en sí otra

confirmación de su potencia didáctica. Sylvia Molloy en Las letras de Borges relaciona

la dificultad del texto con su apertura a la interpretación y su cualidad móvil. En este

libro de crítica de Molloy, escrito en 1979, reprocha las previas interpretaciones que

según ella habían convertido la obra de Borges en un “monumento”, es decir, en un

artificio sólido que hace que “lo fragmentario ha llegado a significar estabilidad; la

inquisición, mero hábito” (9). Molloy se dedica a corregir esta “lectura eliminativa…

prostituid[a] y debilitad[a]” porque ve la obra de Borges de manera muy distinta; la

percibe como “el vaivén” porque expresa “la convicción explicita de la no fijeza, con

su… añoranza de fijeza” (11). La reacción equivocada nace, según Molloy, en el carácter

inquietante y desasosegado de la obra de Borges lo que también aporta su eficacia.

“¿Qué otra cosa es, por fin, leer?” pregunta Molloy (9). Según ella al aproximarse a la
interpretación del texto borgeano el lector tiene que confrontar el desafío que se le

presenta: una lectura que es incómoda, difícil y capaz de modificar su percepción. Por lo

tanto, Borges actúa como maestro que, a través de un texto encargado de imágenes y

enigmas, guía al lector a una especulación filosofía cuyo resultado es el entendimiento

sagaz de la base filosófica del cuento.

Después de una investigación amplia de los cuentos y ensayos escritos por Borges

y de una gran variedad de fuentes filosóficas, este estudio analiza dos cuentos de forma

detallada. El texto de “Tlön, Uqbar, Orbis Terius” trata directamente de la filosofía

idealista y hace referencias a filósofos que han influenciado al autor. El estilo ensayista

del cuento permite que Borges utilice y comente a la vez sobre la teoría y por eso sirve

como el mejor punto de partida para evaluar la doctrina idealista en los demás cuentos.

“El Sur” asume el tema del ensueño como el fenómeno natural a través del cual el lector

puede acercarse al ámbito ilusorio y a la irrealidad la cual el idealismo intenta

argumentar. El estilo narrativo de este cuento, a diferencia del primero, ejemplifica la

implementación de la doctrina idealista en forma de pura ficción. El acercamiento a estos

dos cuentos ha sido de lectura atenta combinada con una rigurosa aplicación de análisis

filosófico.

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Conclusiones

Aunque a Borges le interesó la exploración imaginativa de las doctrinas

filosóficas y religiosas en la ficción, termina produciendo textos que van más allá de su

meta literaria original y sirven para encaminar al lector a un mejor entendimiento de la

ideología idealista universal. Tanto la filosofía occidental, como la oriental asumen el

idealismo pero cada filosofía tiene un marco determinado: la primera presupone una

relación indiscutible entre la verdad y la lógica, y a la segunda le basta la experiencia

espiritual. El cuento borgeano aprovecha de ambas tradiciones sin limitarse a un solo

estilo; es lógico pero al mismo tiempo va más allá de la lógica al proporcionar soluciones

ilusorias para problemas verosímiles y desenlaces factibles para misterios imposibles,

todo lo cual refleja una realidad de índole contradictoria y caprichosa que, curiosamente,

refleja la naturaleza de nuestro universo. Este tipo de cuento requiere una exégesis

analítica de su lector pero también una más instintiva, más inconsciente. La ficción

borgeana, concisa pero trascendental, triunfa en comprobar que la literatura es capaz de

ser un instrumento útil para transmitir teorías filosóficas de manera placentera y rigurosa

a la vez.

Leer a Borges es difícil. Con frecuencia el texto suele dejar al lector confundido y

hasta turbado, lo que es el primer paso hacia un trayecto intelectualmente constructivo y

enriquecedor. La introducción de la teoría de los polos opuestos, que sostiene que la

realidad es un proceso perpetuo de lucha entre dos fuerzas contradictorias, facilita las

lecturas iniciales del texto. Tal lucha de fuerzas sirve como el motor de la ficción de

Borges donde confronta dos nociones contrarias y las sintetiza en una nueva forma que ya
no deja reconocer las nociones originales independientemente. Por ejemplo, en “Tlön,

Uqbar Orbis Tertius”, el materialismo del mundo propio del autor donde existen los

objetos choca con el idealismo que domina el planeta Tlön, en el que reinan las ideas.

Estos dos mundos van fusionándose, adoptando las cualidades uno del otro hasta que se

hacen un solo mundo. La revelación al final que esta unión ya ha estado en

funcionamiento desde el principio nos permite releer el cuento de otro modo. La

inocencia de la primera lectura no puede repetirse ahora que el lector ya conoce (ya ha

asimilado) la verdad. El proceso dialéctico y la fusión consecuente están más evidentes

en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” que en “El sur” donde la unión de la realidad y la

fantasía ya está claramente establecida en el comienzo del cuento. Al mezclar el blanco y

el negro, sale el color gris; a veces es gris más oscuro, a veces más claro, pero siempre

una combinación variable de los dos colores originales. Así es la vida según Borges: una

combinación de lo objetivo (lo material), y lo subjetivo (lo ideal).

Los cuentos borgeanos exponen algún tema de la metafísica vasta del idealismo

(la negación del universo, del tiempo y del yo) y lo comunica a través de dos conductos:

lo estético y lo intelectual. El primero se manifiesta en la trama y es inmediato y más

fácil de seguir. El segundo es la manera indirecta y siquiera oculta en que Borges activa

la especulación del lector, y que se manifiesta sobre todo en la estructura y la omisión.

La vía estética presenta una historia de un acontecimiento más bien misterioso o extraño.

La vía intelectual sirve como la arquitectura de la realidad del cuento que también asigna

su pulso, su tiempo interno. Ésta encierra la clave del enigma y requiere una

investigación profunda y de mente abierta. En el primer cuento, la trama introduce el


planeta extraño de Tlön dentro del mundo cotidiano. Al parecer, son dos universos

distintos: uno es material, caótico y sujeto al tiempo sucesivo normal y el otro es

fantástico y sistemático, donde el tiempo está sujeto a la idea y puede ser todo. La

estructura platónica, sin embargo, refuerce la destrucción de las diferencias entre los dos

mundos, aludiendo así a la paralela separación entre la ficción (filtrándose en la

imaginación del lector) y su propia realidad. Asimismo, en “El sur” la superficie literaria

presenta al protagonista, el accidente y el viaje al sur como posibilidad o realista o

fantástica, pero al descifrar el fundamento filosófico del cuento a través de la estructura

de los paralelismos, se revela que la percepción inicial fue limitada y que pueden existir

ambas alternativas y aún más según la imaginación del lector. Finalmente, el cuento

borgeano, fantástico como sea, acaba representar la realidad fuera del libro. “Tlön,

Uqbar Orbis Tertius” refleja la rendición de la muchedumbre a las dictaduras del tiempo

y “El sur” inspira el ámbito soñador de cada uno como la liberación humana de la

eventualidad de la vida. La fantasía, por lo tanto, es un pretexto para volver a contemplar

asuntos de nuestra realidad cotidiana tal como lo hace la filosofía.

Lo más mágico en la obra de Borges es que logra convertir a su lector en el autor

de su propio texto. Una vez que la persona cambia, la obra también se modifica. Sylvia

Molloy, en su ensayo conmovedor “Cómo leer a Borges, hoy”, revisita la ficción del

argentino que había sido el tema de su libro de crítica veinte años atrás, y reconoce que

actualmente ella lee a Borges de manera muy diferente, prestando atención a detalles que

antes encontró triviales. Ella insiste (y así Borges lo habría querido) que el texto

borgeano no le pertenece al autor sino al lector; que “es necesario que aprendamos a
verlo…como veía Menard a Cervantes, es decir, como un escritor contingente,

innecesario”, que tenemos que “desplazar a Borges, distraernos de él, inventar su

deslectura”.

Esta apertura del texto explica la cantidad enorme de la crítica sobre la ficción

borgeana a través de una amplia diversidad de campos intelectuales y académicos. Pero

su obra no puede ser demarcada porque representa en sí la perpetua alteración de nuestra

percepción de ella. La obra de Borges es un mapa de nuestro mundo ideal y de los

zaguanes oscuros de la conciencia, y al penetrarla, vamos a aprender de nuestra propia

manera de percibir la realidad y quizás entender mejor la misma realidad.


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