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Bassa, Neutralidad Politica y Ensenanza Del Derecho Constitucional PDF
Bassa, Neutralidad Politica y Ensenanza Del Derecho Constitucional PDF
CONSTITUCIONAL EN CHILE*
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Artículo preparado en base a la ponencia presentada en el III Encuentro nacional de profesores
jóvenes de Derecho Constitucional, organizado por la Asociación Chilena de Derecho
Constitucional, Universidad de Las Américas, Viña del Mar, 2010.
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Doctor en Derecho, Universidad de Barcelona, España. Magíster en Derecho Público,
Universidad de Chile. Licenciado en Derecho, Universidad Católica de Chile. Abogado. Profesor
de Derecho Constitucional, Universidad de Valparaíso, Chile. Av. Errázuriz 2120, Valparaíso.
jaime.bassa@uv.cl, jbassa@gmail.com
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concretar el contenido de las normas constitucionales para aplicarlas a un caso y
adjudicar, eventualmente, derechos a favor de partes en disputa.
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la relación juez-norma ha pasado de la desconfianza radical del siglo XIX a la casi
discrecionalidad de la jurisdicción constitucional actual.
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condiciones para la realización de los diversos proyectos que conviven en la sociedad. La
Constitución es la plataforma de entrada que garantiza la legitimidad de cada uno de los
grupos sociales que participan de la marcha política del Estado, así como en el proceso
de toma de decisiones. La Constitución contemporánea se presenta como una propuesta
de soluciones posibles, dejando abierta su concretización a diferentes proyectos políticos
en concordancia con el pluralismo de la sociedad; ésta no significa, en definitiva, un
proyecto rígidamente ordenador.
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Se trata de un ejercicio de justificación hermenéutica, donde lo importante es
construir argumentaciones razonables, no correctas. En este ejercicio, las
fundamentaciones teóricas en las que se sustente el intérprete son determinantes para la
decisión final y, en consecuencia, en la concretización de la norma. Lo relevante de esta
constatación, para los efectos del presente trabajo, es poner de relieve que el intérprete
realiza una serie de opciones en el ejercicio de su tarea. Ello condiciona el resultado de
su interpretación, precisamente porque no se busca la corrección de su trabajo, sino que
éste se construye sobre buenas razones hechas valer de buena manera. Así, no existen
interpretaciones correctas o incorrectas, sino unas mejor respaldadas que otras. Cierto es
que lo anterior pone en entredicho la certeza en la aplicación de la norma constitucional,
tema que escapa al objeto del presente trabajo; por ahora, baste poner de relieve el papel
del docente en la interpretación de la Carta.
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derechos fundamentales, así como el principio de alternancia en el poder, muestran cómo
el actual modelo de Constitución no debe identificarse con alguna de las tres tradiciones
del constitucionalismo moderno (liberal, social y democrático), ni con un proyecto político
determinado. Sin embargo, la combinación entre la concepción de la Constitución como
testamento y la interpretación originalista de su texto, ha conseguido petrificar el
contenido de la norma en torno a cierto proyecto. Esta opción, ciertamente, no es
políticamente neutra.
Por otro lado, es importante tener presente la función que cumplen tanto la
supremacía como la rigidez constitucional en este escenario. Reconocer límites en el
texto constitucional no supone afirmar que existe una sola interpretación posible o
correcta. La rigidez constitucional garantiza que la normativa infra constitucional respete
las reglas preliminares de la convivencia o ese espacio de lo no decidible. En ningún caso
su objetivo es petrificar el contenido material de las normas constitucionales de principio,
en especial si a través de la interpretación constitucional se impone determinada
concepción de la sociedad.
Existe una serie de materias en las que el intérprete define una postura, con mayor
o menor conciencia de ello. Sólo a modo ejemplar: Opciones metodológicas propias de la
disciplina; política contingente; rol del Estado en la sociedad y en la economía;
concepciones acerca de la Constitución como norma fundamental, el origen
legítimo/ilegítimo de la Carta chilena vigente, el contenido de ciertas instituciones (como
la familia, la igualdad o la propiedad), la justicia (distributiva, formal, material), en fin,
acerca de la interpretación constitucional: originalista o evolutiva. Cada una de estas
materias lleva al jurista, al académico y al docente a definirse frente a las alternativas que
ellas contemplan. El enunciado precedente da cuenta de la multiplicidad de
combinaciones posibles a partir del texto constitucional y, en consecuencia, de las
diversas aproximaciones de quien lo estudie.
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El contenido material de la norma citada no es autoevidente. Éste se construirá a
partir de interpretaciones que, a su turno, dispondrán de mejores o peores argumentos.
Bien podría decirse que el contenido de la norma es su interpretación; ni correcta ni
incorrecta, sino mejor o peor argumentada, lo que dependerá de las opciones que tome el
intérprete. En definitiva, de una interpretación constitucional sólo podría decirse que se
sostiene en mejores argumentos que la contraria.
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Ahora bien, hay contenidos de la norma que no podemos desconocer, pero su estudio está
condicionado por las concepciones personales del sujeto, ya sea para criticar la declaración de la
norma, ya sea para contrastarla con otra concepción de la norma en cuestión (derecho comparado
o diversas teorías de la justicia) o simplemente para repetir acríticamente lo señalado por la
norma. En todos estos casos, existen opciones para el profesor, donde su posición política pasa a
ser determinante.
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personal e, incluso, ciudadana. Ello supone asumir que la educación cumple una función
social, por cuanto interviene activamente en la construcción de la sociedad y en la
proyección de ésta hacia mejores estadios de desarrollo. Asimismo, la educación se
constituye en un importante factor de movilidad social, lo que significa beneficios
individuales pero también colectivos, en la medida que dicha movilidad social contribuye
a la justicia social y al desarrollo de la comunidad. Así, el profesional no es sólo un
agente individual que realiza determinada función y cobra por ello, sino un agente
colectivo que contribuye con su esfuerzo, consciente e inconscientemente, en la
construcción de una sociedad más justa. No se trata, en definitiva, de un mero proceso
de capacitación, sino de un instrumento más dentro del complejo entramado de
construcción y progreso social.
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En efecto, independiente de cuál sea la metodología utilizada, lo cierto es que el
profesor se encuentra en tal posición de poder e influencia sobre el estudiante, que
puede condicionar su comprensión, llevándolo a adoptar como propias, sin saberlo, las
posturas del profesor. La formación académica del estudiante recibe una importante
influencia de sus profesores, quienes marcan una impronta en ellos. El profesor mediatiza
prácticamente todo el proceso de enseñanza/aprendizaje, decidiendo qué materiales
utiliza, cómo los entrega y evalúa y, especialmente, cómo los comenta y trabaja con los
estudiantes. Y ello es razonable, dado el tipo de función que realiza, el tipo de institución
en la que lo hace y el papel que juega la transmisión/formación del conocimiento en el
proceso. Será el profesor, a partir de su experiencia y de sus estudios, el agente
legitimado para decidir cómo enseña o explica el contenido del programa de cada
asignatura.
Siendo eso así, quisiera poner el acento en el papel que juega la subjetividad del
profesor en este proceso. La educación que imparte un profesor de Derecho, en
particular de Derecho Constitucional, se encuentra condicionada por una serie de
opciones sobre las cuales él mismo discierne y decide. Cada una de estas opciones
determina el tipo de educación que imparte el profesor y, en consecuencia, también la
formación de sus estudiantes, por cuanto el contenido de lo que se enseña depende de
las opciones que toma el profesor. Ciertamente, se trata de opciones legítimas dentro del
abanico de posibilidades del profesor.
A modo ejemplar, repasaré algunas de las variadas opciones que toma un profesor
de Derecho Constitucional, que condicionan el resultado de su trabajo:
- Existen opciones metodológicas, que dicen relación con la forma en que el profesor
imparte la cátedra, ya que generará efectos diferentes si la cátedra se imparte vertical y
linealmente o si se prefiere el uso de metodologías activas o dialécticas, o bien, si se
basa en el conocimiento o en la comprensión.
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- Como consecuencia de lo anterior, la Constitución puede ser concebida con una mayor
preponderancia de la garantía de ciertos mínimos inmodificables en el texto, o de la
garantía de apertura del proceso político para la determinación de las normas básicas de
la convivencia.
- Dado el carácter de pacto político que presenta la Constitución, existen una serie de
definiciones que provienen desde la sociedad y cuya consideración es relevante para la
enseñanza del Derecho Constitucional. Así, existen discrepancias tanto en la sociedad
como en la doctrina en torno a la función que cumple el Estado. Las posibilidades
configuran diversas interpretaciones del texto constitucional; por ejemplo, es posible
identificar con fuerza el principio de subsidiariedad en el artículo 1º y definir a partir de
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ello el rol del Estado, o puede construirse su papel a partir del principio de solidaridad,
incorporado en las bases de la institucionalidad en el artículo 3º. Se trata de opciones
legítimas, pero diferentes, que condicionan el contenido de lo que se enseña en una
cátedra.
- Del mismo modo, la Constitución del actual Estado de Derecho incorpora una serie de
normas de principio en su texto positivo. Este hecho, en sí mismo, puede ser objeto de
críticas muy razonables, o puede ser asumido como un elemento positivo. Ahí tenemos
una nueva posibilidad de opción. Ahora bien, estas normas de principio tienen un
contenido abierto e indeterminado, que debe ser concretizado a través de la
interpretación constitucional. Este ejercicio de concretización abre un nuevo y gran
espacio de opciones al intérprete y, en consecuencia, también el profesor, donde sus
cargas subjetivas (valóricas, políticas, ideológicas) serán determinantes en el resultado
de su interpretación. Normas como el art. 19 Nº 1 inc. 2º, el art. 1º inc. 2º, el art. 4º (cuyo
tenor literal permanece inalterado desde 1980), constituyen ejemplos de las diversas
posibilidades que otorga la Constitución, frente a las cuales el sujeto se define: la
Constitución vigente, ¿permite o prohíbe el aborto? Los derechos sociales, ¿son
derechos fundamentales plenamente exigibles o meras expectativas que dependen de la
disponibilidad de recursos económicos?
Las opciones que toma, de hecho, un profesor que enseña Derecho Constitucional,
podrían poner en entredicho su objetividad al impartir la cátedra. Me parece que, dadas
las características del Derecho en tanto fenómeno cultural, del Derecho Constitucional en
tanto norma jurídica y pacto político, y de los estudios universitarios en tanto proceso
destinado a formar más que contenedores de conocimiento, la objetividad es una ilusión
que se remite a la literalidad de la norma vigente. A partir de ese dato, todo lo que sigue
es subjetivo: la explicación de la norma, su comprensión, su revisión, la reflexión en torno
a ella, la evaluación de su aplicación… Dada la variedad de opciones que debe tomar
quien enseña Derecho Constitucional, la objetividad no es un valor porque no puede
serlo.
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el estudiante puede no compartir. El profesor universitario tiene una gran responsabilidad
como partícipe del complejo proceso de formación que lleva a un estudiante a convertirse
en profesional. Debe entregar las herramientas necesarias al estudiante para que sea un
agente activo en su proceso de formación y no se limite a reproducir acrítica e
inconscientemente los modelos teóricos que transmiten los profesores. De lo contrario, el
proceso de formación del estudiante puede derivar en su adoctrinamiento, cuando se
transmite el conocimiento sin dar cuenta de las diversas opciones que hay tras el trabajo
del profesor y cuando éste, conscientemente o no, presenta su discurso como una verdad
completa, acabada e incuestionable.
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argumentación que se construye a partir de su subjetividad. Ello genera la aceptación
acrítica de dicha ‘verdad’ por parte del estudiante, que termina siendo adoctrinado, antes
que educado o formado. Así, quien defiende su propia neutralidad, generalmente
esconde sus propias opciones políticas e intenta que éstas prevalezcan por sobre las del
resto.
Por el contrario, cuando se explicitan las opciones tras la enseñanza del Derecho
Constitucional, se está dejando en evidencia que es posible construir una argumentación
diferente a partir de los insumos que provee la disciplina, que no existe una verdad oficial
tras la Constitución y que el estudiante puede combinar de diferentes maneras los
factores presentados por el profesor. Así, el estudiante comprende que el discurso del
profesor se construye a partir de una serie de opciones que éste ha tomado frente a las
diversas disyuntivas que presenta la disciplina; comprende, asimismo, que el estudio del
Derecho Constitucional no es neutro. El estudiante asume que puede comprender las
instituciones constitucionales a partir de las decisiones que él mismo pueda tomar frente
a las disyuntivas inherentes a la disciplina. Ello es importante, porque muchas de estas
disyuntivas se construyen a partir de opciones políticas e ideológicas, que el estudiante
tiene derecho a desarrollar y explorar por sí mismo. Si asume el discurso del profesor
como cierto, está haciendo suya también una serie de ideas que, de haber reflexionado
conscientemente, eventualmente podría no compartir.
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iii. A modo de conclusiones.
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profesor universitario no es lograr que el estudiante piense igual que el profesor; por el
contrario, el desafío es lograr que el estudiante piense por sí mismo, a partir de las
herramientas que pueda entregar el profesor. Pero en ningún caso tenemos el derecho a
reemplazar ese ejercicio cognitivo del estudiante, esencialmente crítico. El paso de los
estudiantes por la universidad no supone sólo un proceso de formación profesional,
también se participa de su formación personal y como ciudadano consciente de su
entorno. Por lo tanto, el buen profesor no es el que forma estudiantes en sus propias
líneas de pensamiento, sino el que entrega las herramientas necesarias para que cada
estudiante pueda, libremente, formular sus propias conclusiones.
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