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IDEAS PRINCIPALES
Las enfermedades respiratorias constituyen una importante causa de morbilidad así como de
mortalidad prevenible en nuestro medio.
El análisis de la tasa de mortalidad infantil (TMI) y de mortalidad infantil por neumonía son
indicadores confiables para valorar el impacto de las distintas enfermedades. También su
variación permite apreciar la efectividad de las medidas de control tomadas.
Se entiende por Tasa de Mortalidad Infantil al número de fallecidos menores de un año por
cada 1000 Recién Nacidos (RN) vivos durante un año y como tasa de Mortalidad Infantil por
Neumonía al número de fallecidos por neumonía menores de un año por cada 1000 RN vivos
durante un año.
En 1960 la TMI alcanzaba 120 por 1000 nacidos vivos, en 2009 corresponde a 7,9 por 1000
nacidos vivos, (última cifra oficial publicada por el INE a agosto de 2012), con una
disminución del 93,5 % en 50 años.
En los veinte años situados entre 1960 y 1980 la mortalidad infantil estuvo determinada
principalmente por la diarrea asociada a desnutrición, infecciones respiratorias agudas y
sarampión. En la década siguiente, no obstante la disminución de la mortalidad infantil, las
causas prevenibles como la neumonía permanecía alta, con una tasa de mortalidad por
neumonía de 3.2/1000 NV, en 1988, que representaban 800 niños menores de un año
fallecidos en Chile por esta causa.
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A contar de 1990, se desarrollan cuatro programas tendientes a controlar la mortalidad
infantil prevenible: Uso de surfactante en RN prematuros; programa de resolución de
cardiopatías congénitas (que impactan en la mortalidad de los menores de 28 días);
modificación al programa ampliado de vacunaciones y el programa de control y manejo de
enfermedades respiratorias agudas y síndrome bronquial obstructivo (IRA). La mortalidad
infantil en el decenio 1990-2000 descendió de 16 a 8,9/1000 NV, representando una
disminución del 44,3%. Los cuatro programas en conjunto inciden en esta impactante
disminución. El análisis costo-efectividad del programa IRA demuestra ser el de mejor
rendimiento.
En diversos estudios nacionales se demuestra en los años ’80 que la mortalidad infantil por
neumonía ocurría en un 70% de los casos como consecuencia de un agente viral, que más
del 50% de estos fallecimientos por neumonía ocurrían en el domicilio o en el trayecto al
centro asistencial. De los fallecidos en domicilio el 92% era menor de seis meses y el 60% era
menor de tres meses de edad, afectando preferentemente al género masculino con casi un
60% de los casos.
Durante los ’90 se determinan los factores de riesgo de enfermar y morir por neumonía,
objetivando el peso relativo de factores como enfermedades previas: malformaciones
congénitas, Síndrome Bronquial Obstructivo Recurrente (SBOR), antecedente de
hospitalización anterior, así como antecedente de tabaquismo materno, presencia de
desnutrición, baja escolaridad materna, lactancia materna insuficiente, madre adolescente
(Tabla 2).
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Tabla 2. Riesgo de morir por neumonía
Está demostrado que, entre otros factores, el Síndrome Bronquial Obstructivo Recurrente
(SBOR) es un factor significativo en el riesgo de hospitalización por neumonía. Se ha
demostrado también que a los 4 años de vida un 58% de los niños ha presentado a lo menos
un episodio de SBO.
El seguimiento de una cohorte desde RN hasta los 4 años demostró la asociación entre riesgo
de presentar neumonía y hospitalización por neumonía en presencia de SBO (Tabla 4).
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Tabla 4. Neumonía y hospitalización por neumonía en relación a antecedentes de
SBO.
Otros factores de riesgo para presentar SBO en el período de lactante son las infecciones
respiratorias, los contaminantes intradomiciliarios y el sobrepeso. Mientras que los factores
que inciden en la severidad de las crisis se relacionan con la predisposición atópica del niño.
La contaminación ambiental producto del humo derivado del tráfico vehicular y de la quema
de combustibles de biomasa (derivados del petróleo, carbón, leña) están claramente
relacionados con la salud respiratoria de adultos y niños, tanto en la forma de contaminación
atmosférica como contaminación intradomiciliaria. Es atribuible a dicha contaminación el
aumento de riesgo de desarrollar neumonía, asma y de favorecer el desarrollo de alergias.
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Tabla 5. Prevalencia de asma en escolares de 13-14 años en 1994 y 2002.
1994 2002
Asma alguna vez 10,2 14,9
Sibilancias los últimos 12
9,8 15,5
meses
Episodio severo 2,8 3,8
Actualmente hay una mayor cobertura de los pacientes portadores de SBOR y Asma, no
obstante a pesar del aumento, dicha cobertura sigue siendo baja. La cobertura en asma es
baja, alcanza un 1,7 del 10 a 15% de la población asmática menor de 15 años (Tabla 7).
Por lo tanto los desafíos en cuanto a la morbimortalidad en Chile dicen relación con mantener
controlados los factores de riesgo de enfermar o morir por causa de enfermedades
respiratorias descritos en los ’90 por un lado, y por otro, evaluar y dimensionar los “nuevos”
factores de riesgo que surgen como consecuencia de la sostenida mejora de las condiciones
epidemiológicas, económicas y socioculturales que tienden a parecerse más a los países
desarrollados.
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Referencias
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PROGRAMA NACIONAL DE INFECCIONES RESPIRATORIAS
AGUDAS
Dr. Arnoldo Quezada L.
IDEAS PRINCIPALES
Antecedentes
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• Se ponderan Factores de riesgo de morir por neumonía:
Objetivos específicos:
Estrategias
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Principales resultados obtenidos
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Referencias
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MECANISMOS DEFENSIVOS DEL APARATO RESPIRATORIO
Dr. Arnoldo Quezada L.
IDEAS PRINCIPALES
A diferencia de otros órganos que tienen una intensa relación con el medio ambiente como el
aparato digestivo y la piel, el aparato respiratorio está imposibilitado por la función
ventilatoria para seleccionar o evitar el contacto con los materiales extraños que ingresan en
cada inspiración. El conjunto de las vías aéreas superiores e inferiores representa la mayor
superficie epitelial expuesta al medio ambiente, con una superficie alveolar comparable a una
cancha de tenis (80 m2 en el adulto). Para cumplir la función de intercambio gaseoso
moviliza, a través del mecanismo de ventilación, volúmenes de entre 5 y 10 litros de aire por
minuto.
Entre los mecanismos de defensa que posee el aparato respiratorio para evitar la injuria y la
infección pueden nombrarse dos niveles de complejidad creciente (Figura 1):
• respuesta innata: que incluye a las barreras anatómicas dependientes del epitelio
tales como reflejos, fenómenos mecánicos de filtración aerodinámica y transporte
mucociliar, moléculas antimicrobianas y elementos celulares (células dendríticas,
macrófagos alveolares, neutrófilos y células natural killer o NK), y
• respuesta inmune adaptativa: con diversas moléculas y componentes celulares.
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Figura 1. Esquema mecanismos de defensa
1. Respuesta innata
a. Barreras anatómicas
En condiciones normales, la primera línea de protección está representada por la nariz donde
la presencia de anexos pilosos, pasajes estrechos, el reflejo del estornudo y una rica
vascularización, logra filtrar, humedecer y temperar el aire inspirado. Simultáneamente
retiene y elimina las partículas de mayor tamaño (10µ), y embebe vapores tóxicos a través de
secreciones y reflejos que operan en la mucosa constituida por un epitelio ciliado, glándulas
submucosas, terminaciones nerviosas, células residentes y migratorias. Este importante
mecanismo protector puede ser sobrepasado por la respiración bucal, traqueostomía e
intubación endotraqueal.
Siguiendo la trayectoria del flujo aéreo, al llegar a la faringe se produce un brusco cambio en
la dirección, lo que produce impactación, turbulencias, sedimentación y depósito inercial de
gases y partículas. Estos mecanismos físicos forman parte de la filtración aerodinámica que se
produce en cada una de las numerosas bifurcaciones del árbol traqueobronquial y determina
el depósito de partículas esféricas; sin embargo, la masa aerodinámica de las partículas no
esféricas puede permitir a elementos alargados de gran tamaño alcanzar territorios
profundos. En términos generales, las partículas mayores de 10µ de diámetro quedan
retenidas en la nariz y en la rinofaringe, aquellas entre 10µ y 2.5µ quedan retenidas en las
vías aéreas de conducción (tráquea y bronquios), las partículas entre 0.5 y 2µ alcanzan los
alvéolos y las menores de 0.5µ se mantienen en suspensión y son exhaladas con la
espiración.
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En la vía aérea baja, operan reflejos como la tos (movimientos respiratorios violentos que
tratan de expulsar los elementos extraños), y los reflejos laríngeos y de broncoconstricción
que pretenden evitar la penetración de gases tóxicos y partículas hacia territorios más
profundos. Estos reflejos pueden alterarse por depresión neurológica o muscular, anestésicos,
alcohol y antitusivos.
La capa de mucus es producida por las células caliciformes del epitelio y por las glándulas
submucosas formando una verdadera correa transportadora, desplazada por el movimiento
ciliar hacia la faringe. El mucus de la vía aérea está compuesto por una fase sol, líquido
periciliar de aproximadamente 5-10µm de espesor que facilita la movilidad de los cilios, y una
fase gel en la superficie de los cilios de 2-20µm de grosor. El gel del mucus actúa como
barrera para las bacterias, embebe gases tóxicos e irritantes y partículas que serán
expulsadas con la expectoración o deglutidas. Además, existen factores humorales que
bloquean y neutralizan agentes injuriantes e infecciosos.
La inflamación ya sea por infección, tóxicos inhalados o por causas alérgicas o inmunológicas
puede alterar las propiedades de viscoelasticidad de las secreciones; fármacos como
anticolinérgicos o antitusivos pueden interferir con la depuración mucociliar. Algunas
enfermedades congénitas como la fibrosis quística o las deficiencias de IgA o subclases de IgG
también representan alteraciones de este importante nivel de defensa del pulmón.
b. Componentes moleculares
c. Componentes celulares
Para que las bacterias inhaladas o aspiradas establezcan una infección en el tracto
respiratorio bajo deben resistir no solo las proteínas antibacterianas sino también superar la
acción de los elementos celulares de la respuesta innata.
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productos bacterianos, infección viral o humo de cigarrillo. Además regulan positivamente la
expresión de moléculas de adhesión en respuesta a estímulos inflamatorios, permitiendo la
adhesión de neutrófilos y monocitos en un área inflamada y secretan péptidos antimicrobianos
como β-defensinas y lactoferrina, que contribuyen a las defensas del huésped.
Células dendríticas (CD). La capa basal de la mucosa respiratoria en la nariz y en las vías
de conducción contiene una estrecha red de CD que detectan y capturan cualquier
microorganismo invasor y lo llevan a los ganglios linfáticos satélites para originar la respuesta
inmune adaptativa. Forman una red óptima en situación estratégica para tomar muestras de
los Antígenos (Ag) inhalados. Además de la capacidad de presentar Ag, las CD son capaces de
modular el inicio de la respuesta inmune adaptativa y producir quimioquinas necesarias para
reclutar células inflamatorias hacia las vías aéreas, ayudando por lo tanto a propagar las
señales de peligro asociadas con la invasión de un agente patógeno. Junto con proporcionar
vigilancia en el parénquima pulmonar, pueden migrar a través del epitelio alveolar hacia el
lumen y volver nuevamente a los tejidos. Esta propiedad es beneficiosa ya que permite una
alerta temprana ante potenciales patógenos. Las CD pueden también fagocitar cuerpos
apoptóticos derivados de las células epiteliales infectadas por virus. Activadas por estos
cuerpos y su contenido son capaces de inducir LT citotóxicos específicos. Los LTCD4 o CD8 de
memoria pueden migrar hacia otras estructuras linfoides y no linfoides del organismo, y de
este modo trasladan señales desde el entorno pulmonar para elaborar una respuesta inmune
específica. Las CD disminuyen en número después de tratamiento con corticoides lo cual
puede afectar los procesos inmunes.
Eosinófilos. Son abundantes en los infiltrados de las reacciones alérgicas de fase tardía y
contribuyen al proceso patológico al ser reclutados y activados por citoquinas producidas por
Linfocitos TH2, y liberar numerosos mediadores como proteína catiónica y proteína básica
mayor que son tóxicos para agentes parasitarios y pueden dañar los tejidos.
Neumocitos. En el espacio alveolar, las células del epitelio alveolar los neumocitos tipo I y
sus precursores los neumocitos tipo II, son cruciales en la homeostasis del alveolo, y en la
remoción de agua y electrolitos. Los neumocitos II son la principal fuente de las proteínas del
surfactante. Las proteínas A y D del surfactante (SP-A y SP-D) pertenecen a las colectinas y
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lectinas, que contribuyen a la defensa pulmonar. Las proteínas S (SP-S) facilitan la fagocitosis
y muerte de microbios. En la injuria pulmonar aguda y en el síndrome agudo de dificultad
respiratoria se producen alteraciones de las células del epitelio alveolar que pueden jugar un
rol importante en la incidencia de neumonía en estas condiciones. Se han descrito
anormalidades genéticas del surfactante por mutaciones en sus proteínas que determinan
enfermedades intersticiales pulmonares.
Células NK. Forman parte de la respuesta inmune innata y juegan un rol crucial en la
inmunidad del pulmón ya que reaccionan frente a patógenos en ausencia de un contacto
previo. Las células NK no solo están involucradas en la inmunidad viral, sino también en la
defensa contra Pseudomonas aeruginosa en infecciones agudas. Las células NK liberan
perforinas que rompen las membranas celulares, y granzimas que inducen la apoptosis y
muerte de células infectadas.
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2. Respuesta adaptativa
En ausencia de inflamación el epitelio de las vías aéreas contiene pocos linfocitos T (LT) y los
LB son escasos en la vía aérea y solo después de infecciones recurrentes se encuentran en
folículos que forman el llamado tejido linfoide asociado a los bronquios (BALT, bronchus
associated lymphoid tissue).
Los alvéolos contienen aproximadamente 10% de linfocitos, de los cuales 50% son CD4, 30%
son CD8, 10-15% son citotóxicos o células NK y 5% son LB. LB, LT CD4 y CD8 son
componentes principales de la respuesta adaptativa. LT CD4 y CD8 son elementos claves no
solo para la defensa contra los virus sino también en la eliminación de bacterias.
En cada una de las bifurcaciones de la vía aérea, existen nódulos y agregados linfoides. En
estos sitios, donde se ve favorecido el depósito de partículas, el epitelio ciliado se interrumpe
y existen células planas con microvellosidades llamadas células M, que facilitan el contacto
con el material antigénico y la presentación de antígenos a las células linfoides que forman los
agregados de este sistema linfoide asociado a los bronquios (BALT). Otras estructuras
linfoides corresponden a los ganglios linfáticos que se encuentran principalmente en el hilio y
hasta donde llega material antigénico gracias al drenaje linfático y al transporte que efectúan
los macrófagos alveolares e intersticiales y las CD. Los linfocitos se encuentran en estas
estructuras linfoides o en forma dispersa a lo largo de las vías aéreas y en el intersticio. Los
linfocitos B proliferan y se diferencian a plasmocitos que secretan las inmunoglobulinas de
diferentes clases y subclases cuyas funciones efectoras incluyen la aglutinación,
neutralización, opsonización, activación del complemento y citotoxicidad dependiente de
anticuerpos.
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bronquiectasias, y en la deficiencia de anticuerpos específicos también hay infecciones
recurrentes por bacterias encapsuladas.
Los linfocitos T supresores regulan la respuesta inmune dando las señales para que ésta se
detenga cuando se ha conseguido el objetivo de eliminar el agente extraño.
Tabla 1.
Principales elementos defensivos del pulmón
Componentes celulares
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• Mastocitos, basófilos
• Células NK
• Linfocitos
Tabla 2.
Factores defensivos humorales
FACTOR FUNCIONES
Bacteriostática y moduladora de la inflamación, defensa
Lisozima inespecífica frente a la invasión por microorganismos,
degrada peptidoglicano de las membranas bacterianas.
Bloquea la adherencia y colonización de agentes
Fibronectina patógenos, facilita la fagocitosis en forma inespecífica,
opsonina y favorece la reparación pulmonar.
Antiproteasas Neutralizan enzimas proteolíticas.
(a1- antitripsina,
a2-macroglobulina)
Proteína fijadora de Fe, reduce la disponibilidad de Fe
Lactoferrina elemental, factor obligatorio para la replicación
bacteriana, bactericida uniéndose a endotoxinas.
Factores quimiotácticos para células fagocíticas,
opsoninas, pueden desencadenar daño tisular por
Factores del
atracción de células inflamatorias, generación del
sistema del
complejo de ataque a la membrana capaz de destruir
complemento
agentes patógenos y causar inflamación o dañar las
células del huésped.
Factor humoral específico más importante, anticuerpo
Inmunoglobulina A
bloqueador, actúa en sinergia con otros factores
secretoria
inespecíficos
Destruyen bacterias Gram (+) y Gram (-),
micobacterias, hongos y algunos virus con envoltura.
Inducen producción de quimioquinas, activación del
Complemento y proliferación de LTCD4 para amplificar la
Defensinas
respuesta inflamatoria y permeabilizar membranas
bacterianas. Actividad quimiotáctica para células
dendríticas (CD), promueven respuesta inmune
adaptativa
MBL es opsonina, puede activar el Complemento por la
vía de las lectinas, lisis y fagocitosis de
Colectinas
microorganismos.
(manosa fijadora
SP-A y SP-D son opsoninas y aglutinantes, estimulan la
de lectina (MBL) y
fagocitosis y destrucción consecuente, modulan la
las proteínas del
respuesta inflamatoria.
surfactante SP-A y
SP-A disminuye liberación de citoquinas
SP-D)
proinflamatorias
SP-D produce aglutinación de virus influenza inhibiendo
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su infectividad y replicación, puede eliminar VRS del
pulmón, facilita la fagocitosis de E
coli, Pneumocystis yPseudomona, pero disminuye la
fagocitosis deMycobacterium tuberculosis.
Pentraxinas (PTX): Reconocen estructuras microbianas, ayudan en la
proteína C reactiva, opsonización y activación del Complemento.
amiloide sérico P,
PTX3
Funciones protectivas (opsonina), proporciona el
Surfactante microambiente adecuado para que macrófagos
alveolares y linfocitos actúen en forma más eficiente.
Referencias
1. Akuthota P, Wang HB, Spencer LA, Weller PF. Immunoregulatory roles of eosinophils:
a new look at a familiar cell. Clin Exp Allergy. 2008;38(8):1254-63.
2. Galli SJ, Grimbaldeston M, Tsai M. Immunomodulatory mast cells: negative, as well as
positive, regulators of immunity. Nat Rev Immunol. 2008;8(6):478-86
3. Iwamura C, Nakayama T.Toll-like receptors in the respiratory system: their roles in
inflammation. Curr Allergy Asthma Rep. 2008;8(1):7-13
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Curr Opin Pulm Med 2008;14:260–265
5. Marriott HM, Dockrell DH. The role of the macrophage in lung disease mediated by
bacteria. Exp Lung Res. 2007;33(10):493-505
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8. Wilmott RW, Khurana-Hershey G, Stark JM. Current concepts on pulmonary host
defense mechanisms in children. Curr Opin Pediatr 2000;12:187–193
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INMUNIZACIONES EN INFECCIONES RESPIRATORIAS
Dr. Rodolfo Villena
La vacuna BCG se prepara a partir de una cepa madre atenuada de Mycobacterium bovisque
fue obtenida por Calmette y Guerín en el Instituto Pasteur de París mediante subcultivos
durante 13 años. Existen diferentes subcepas que son liofilizadas y la mayoría contiene entre
2 a 8 millones de Unidades Formadoras de Colonia por mililitro (UFC/ml). La solución
reconstituida contiene en cada dosis de 0,1 ml entre 50.000 y 1.000.000 de unidades viables.
Debe protegerse permanentemente de la luz solar, directa o indirecta y por convención se
recomienda la aplicación intradérmica preferentemente en la región deltoidea izquierda.
Los meta-análisis publicados informan una eficacia de 73% para meningitis tuberculosa, 77%
para tuberculosis (TBC) diseminada, 65% de las muertes por TBC y alrededor de 50% de
todos los casos de TBC. La protección es mayor cuando la vacuna se aplica en el primer año
de vida.
Indicaciones. Se indica 1 dosis de 0,1 ml antes del mes de vida, preferentemente al egreso
de la maternidad, vía intradérmica estricta en la región del deltoides del brazo izquierdo. El
contenido del frasco debe ser homogenizado antes de la aplicación de la vacuna. Entre los 30
y 60 días se produce una pequeña pápula indolora que puede evolucionar hacia su ulceración
con salida de material seropurulento; en este caso se forma una costra que deja una cicatriz
característica, deprimida. La administración de una dosis de refuerzo no ofrece protección
adicional contra las formas graves de tuberculosis. Los hijos de madres con infección por VIH
pueden, en general, recibir la vacuna BCG al nacer ya que el riesgo de transmisión perinatal,
con los esquemas de tratamiento o prevención actuales, es menor al 1-2% y en cambio, el
riesgo de tuberculosis es mayor en esta población. El peso mínimo para vacunar un neonato
de pretérmino es 2000 gramos; se estima que bajo ese peso la inmadurez del sistema
inmune no permite elaborar una respuesta específica suficiente y, por el contrario, existe el
riesgo de diseminar la cepa vacunal.
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céls/mm3), no deben recibir la vacuna BCG al nacer postergándose su aplicación hasta
definirse si han sido infectados durante la gestación o el parto (aproximadamente los 3 meses
de edad).
Efectos adversos. Las reacciones adversas están relacionadas con la cepa utilizada, el
exceso en la dosis, la edad del niño, la técnica de aplicación y la destreza del vacunador, y en
algunos casos por alteraciones de la inmunidad.
Se puede presentar:
Las complicaciones más serias por la vacunación son la infección diseminada por BCG que
aparece entre 1 – 12 meses posteriores a la vacunación con una incidencia de 2/1.000.000 de
dosis aplicadas y la osteítis por BCG que aparece entre 1 – 12 meses posterior a la
vacunación en 1 – 700/1.000.000 de dosis aplicadas. El riesgo es mayor en los pacientes
inmunocomprometidos o inmunodeficientes.
2. VACUNAS NEUMOCÓCICAS
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virulencia que expresa en su superficie para lograr evadir la respuesta inmune y concretar su
invasión a tejidos. Un ejemplo de esto es la neumolisina, una potente citotoxina, la cual forma
poros en las membranas celulares, facilitando la destrucción celular, permitiéndole penetrar
desde el alvéolo hasta el tejido intersticial, diseminándose al torrente sanguíneo, además de
provocar la pérdida neuronal durante las meningitis.
Incidencia. En lactantes chilenos se sitúa entre 90.6 casos por 100.000 habitantes (0 a 11
meses de edad) y 18.5 casos por 100.000 habitantes (12 a 23 meses). El 40% de estos casos
se producen en menores de 6 meses; las manifestaciones invasoras más frecuentes son las
neumonías (45%) y meningitis (31.8%), las cuales se agrupan en un 81% antes del primer
año de vida. La letalidad en los menores de 6 meses alcanza al 48%. Los serotipos
predominantes en Chile en menores de 5 años para enfermedad invasora son: 14 (15.7%), 5
(15.7%), 1 (13.6%), 6A/6B (9.6%), 19F (4%) y 23F (3.5%). Anualmente se producen
aproximadamente 868 casos de ENI en Chile, según datos del ISP para el período 2007 al
2010. Entre Enero y Junio del 2011, en menores de 14 años, los serotipos predominantes en
meningitis son el 14, 18C y 23F; y en sepsis existe un claro predominio del serotipo 14,
seguido por el 6B, 1, 6C y 19A. La incidencia de ENI aumenta en población con trastornos
inmunitarios de índole anatómica y/o funcional, además de complicar frecuentemente a las
neumonías graves por virus influenza.
Vacunas antineumocócicas.
La OMS sostiene que se requieren como una prioridad nacional vacunas antineumocócicas
para su aplicación en programas extendidos, enfocados en poblaciones susceptibles de alto
riesgo. Las características de estas vacunas están definidas por la OMS, teniendo como
objetivo estandarizar su calidad, rendimiento y adaptación a los esquemas nacionales. Para
tal efecto se dispone de tres vacunas, una PPSV23 y dos conjugadas (10 y 13 valentes).
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a. Vacuna polisacarídica 23-valente (PPSV23).
Inmunogenicidad y eficacia. Más de un 80% de los adultos sanos presentan una respuesta
específica de antígeno a las dos o tres semanas, con distinta magnitud para cada serotipo,
persistiendo como mínimo 5 años. Es una vacuna independiente de las células T, lo cual se
traduce en no generación de células de memoria y en falta de inmunogenicidad en los niños
menores de 2 años, además de ser menos eficaz en los mayores de 65 años e
inmunosuprimidos. En niños con síndrome nefrótico, asplénicos e inmunodeprimidos los
anticuerpos comienzan a disminuir a los 3 a 5 años de la vacunación, por lo que en estos
casos se recomienda repetir la inmunización según corresponda. Estudios observacionales
sugieren una efectividad de hasta un 50 a 80% contra ENI en adultos sanos y en algunas
poblaciones de alto riesgo, con una efectividad total en mayores de 5 años contra meningitis
y bacteriemias causadas por serotipos vaccinales estimado en 57%, según los datos de
vigilancia del CDC en Estados Unidos.
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Contraindicaciones. Reacción anafiláctica tras la vacunación es una contraindicación
absoluta.
b. Vacunas conjugadas
Después de la serie primaria (tres dosis), más del 97% de los niños alcanzan concentraciones
de anticuerpos protectores para ambas vacunas, reduciendo además el estado de portador
nasofaríngeo y por tanto la circulación del neumococo, ya que generan inmunidad a nivel de
las mucosas, tópico aún no aclarado para HiNT. La eficacia de las vacunas es del 97,4% para
la prevención de las formas invasoras de la infección neumocócica causadas por los serotipos
incluidos en las vacunas y del 58% para todos los serotipos neumocócicos. Se estima que
ambas aumentarían teóricamente la cobertura de serotipos neumocócicos productores de
otitis media aguda (OMA) entre un 58 a 60% a lo que se suma un 36% cubriendo HiNT por
PHiD CV en Chile, pero con una reducción de incidencia de sólo el 6 al 7%. En relación a la
neumonía, se estima del 14% al 27% en los casos de diagnóstico clínico con radiografía
sospechosa, del 73% si se considera como criterio diagnóstico la imagen radiológica de
consolidación, y cerca del 85% en la neumonía bacteriémica. Además en EEUU aportó un
efecto rebaño que benefició inclusive a adultos, con caída en la tasa dehospitalizaciones en un
63%, meningitis en 59% y otras infecciones invasoras en 69%. Su mayor impacto ha sido en
bacteriemias y meningitis versus OMA y neumonías.
Efectos secundarios son vacunas con muy buenos perfiles de seguridad. Entre el 7% y el 23%
de vacunados presentan manifestaciones locales leves. No contienen timerosal ni otros
preservantes; utilizan como adyuvante al aluminio. PCV 13 se dispensa en jeringas libres de
látex.
Poblaciones especiales. Los niños de pretérmino deben recibir su esquema según su edad
cronológica. Los niños de alto riesgo, pero menores de 24 meses se vacunan semejantes a los
sanos. En aquellos mayores de 24 meses se puede asociar PPSV23 8 semanas después de
haber completado esquema con PCV 13. En caso de esplenectomía, inmunosupresión y/o
implante coclear electivo, se sugiere completar esquema al menos 2 semanas antes de la
cirugía. Niños que cursaron con ENI deben completar su esquema vaccinal acorde a su edad y
condición mórbida subyacente. La vacunación con una dosis de PCV 13 en niños de 6 a 18
años está sugerida en casos de alto riesgo de ENI, como son anemia falciforme, VIH, otras
condiciones de inmunosupresión, implantes cocleares, fístulas de líquido cefalorraquídeo,
independiente de si hubiesen recibido anteriormente PCV 7 o PPSV23.
Interacciones. Se pueden administrar simultáneamente con las otras vacunas del calendario
de inmunizaciones sistemáticas.
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Mecanismo de transmisión. La enfermedad se transmite fundamentalmente por contacto
directo con las secreciones respiratorias de los individuos enfermos. Es altamente contagiosa
(hasta el 90% de los contactos domiciliarios no inmunes pueden adquirirla), ya que 1 caso de
coqueluche puede dar origen a 17 nuevos casos.
Periodo de transmisión. Puede durar hasta 3 a 4 semanas del inicio del periodo de estado.
La contagiosidad es más alta en la fase prodrómica o catarral de la enfermedad, previa a la
aparición de la tos paroxística.
Se requiere una cobertura mayor al 85% para reducir el número de casos en niños, por lo que
se han planteado diversas estrategias programáticas entre las que están incluirlas como
refuerzo universal en adolescentes y adultos o a grupos específicos como personal de salud y
de guarderías infantiles o enfermos crónicos cada 10 años, pero una de las más aceptadas
sería la estrategia de capullo, que consiste en inmunizar al entorno familiar de los recién
nacidos y menores de 6 meses, personal de salud y salas cuna, de manera de proteger al
grupo con mayor morbimortalidad, lo que disminuiría en 70% la incidencia en este grupo.
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Pertussis Initiative recomienda vacunación en adolescentes, implementar estrategia de
capullo y/o vacunación selectiva del personal de salud y salas cuna.
Eficacia y efectividad. Todas las vacuna conjugadas anti H. influenzae b tienen una alta
eficacia y efectividad (cercanas al 98%) contra infecciones invasoras causadas por este
microorganismo y ejercen inmunidad de rebaño ya que disminuyen la frecuencia de la
portación faríngea del mismo. Hoy en día, coberturas superiores a 90% han permitido
virtualmente erradicar las infecciones invasoras por H. influenzae b en niños vacunados
registrándose casos en lactantes con esquemas de vacunación parciales o no vacunados y en
pacientes con defectos inmunológicos que les impiden elaborar una respuesta inmune
adecuada a la vacunación.
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Seguridad. Las vacunas anti H. influenzae b son seguras, pueden producir una mínima
reacción local: dolor y eritema en el sitio de la inyección. Como se usan en preparados
combinados, los mayores efectos adversos locales y sistémicos observados son atribuibles a
los antígenos DTP.
Indicaciones. En todo lactante, a partir de los dos meses de vida. Está indicada además en
niños, más allá de la edad de la lactancia, que presentan defectos inmunológicos
(principalmente inmunidad humoral y fagocitosis) y no han recibido la vacuna con
anterioridad.
Esquema de aplicación. Tres dosis en el primer año de vida, espaciadas en 60 días, con
revacunación en el segundo año. Administración intramuscular. Usualmente se administra en
conjunto con otras vacunas del lactante: DTP + polio + hepatitis B. Razones económicas han
llevado a algunos países a administrar sólo la vacunación en el primer año de vida, entre ellos
Chile, en coincidencia con lo cual aún persisten casos de infecciones invasoras por H.
influenzae b en lactantes mayores.
5. VACUNAS ANTIGRIPALES
Agente. La gripe o influenza está producida por varios virus con genoma ARN que pertenecen
a la familia Orthomyxoviridae. Hay tres géneros de virus gripales: el A y B constituyen el
género más importante, el C y el "Togoto-like" tienen escasa importancia patológica. El
género A y B está constituido por los tipos A y B, siendo el B de reservorio exclusivamente
humano, muy sensibles al medio ambiente. En su envoltura lipídica se encuentran las
glicoproteínas que caracterizan los antígenos superficiales de los virus: la neuraminidasa (N) y
la hemaglutinina (H). Los antígenos internos los constituyen una nucleoproteína, la proteína
M1 y la proteína M2. La enfermedad se presenta en forma de brotes epidémicos,
habitualmente todos los años y durante los meses fríos, en instituciones cerradas y en
condiciones de hacinamiento, ya que la transmisibilidad del virus es una de las más altas de
todas las infecciones humanas con una tasa de ataque anual del 15 al 42% en preescolares y
escolares. Las cepas o subtipos H1N1 y H3N2 son de importancia humana. Sólo el virus
influenza A produce cambios antigénicos, con acumulación de mutaciones en H y N (drift) y
captación de H o N novel desde subtipos (shift), lo que puede dar origen ocasionalmente a
pandemias, con elevada mortalidad. Su incubación puede durar de 1 a 4 días, con una media
de 2 días. La clínica comienza de forma abrupta, sin pródromos. La transmisión es
exclusivamente interhumana con atenta vigilancia a los comportamientos de nuevos virus
mutantes. La única fuente de infección es el hombre enfermo o portador de formas
paucisintomáticas. La transmisión ocurre siempre por mecanismo aéreo directo, dada la
labilidad del virus en el medio ambiente. Durante las epidemias, la tasa de gripe entre los
niños es muy alta (40% en los preescolares y 30% los escolares) transmitiendo la
enfermedad al resto de la comunidad, ya que excretan títulos muy altos de virus durante un
periodo de hasta 2 semanas. La vacunación de los niños tiene un impacto muy importante en
la morbilidad y mortalidad asociadas a la gripe del adulto. El período de transmisión abarca
desde el día previo hasta 5 días después de la aparición de la sintomatología o más en los
niños.
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Composición de la vacuna. Existen dos tipos de vacunas: vacunas de virus inactivados,
usadas en todo el mundo y vacunas de virus atenuados. En la situación actual, con brotes
epidémicos anuales en los meses fríos producidos por dos subtipos de virus A (H1N1 y/o
H3N2) y/o por virus B, la vacunación se realiza con una vacuna trivalente inactivada que
contiene las cepas que probablemente van a circular ese invierno. La vacuna es aplicada de
forma anual, antes de la temporada gripal, a todos los grupos de riesgo. La suspensión del
virus se obtiene por crecimiento en huevo para todos los tipos de vacuna, pudiendo contener
gelatina y antibióticos en su formulación.
Pauta y vía de administración. Para los adultos se recomienda una sola dosis de 0,5 ml.
Todos los niños menores de 9 años que son vacunados por primera vez deben recibir dos
dosis de vacuna separadas por un intervalo de un mes. La dosis para niños de 6 a 35 meses
es de 0,25 ml, administrada por vía intramuscular, mientras que en los niños de 36 meses o
más la dosis es de 0,5 ml. La vacuna se presenta en jeringas precargadas con 0,5 ml. Tras
agitar la suspensión que contiene, se inyecta por vía intramuscular.
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Efectos secundarios. Son poco importantes, consistiendo en reacciones locales, como dolor,
inflamación, eritema o induración en la zona de inoculación, autolimitándose a 1-2 días.
Ocurren en un 5% de los vacunados. La fiebre u otras reacciones sistémicas como escalofríos,
malestar, dolor de cabeza y mialgias son poco importantes y ocurren más en niños y en
vacunados por primera vez. Las reacciones alérgicas de tipo urticaria, angioedema, asma o
anafilaxia son muy poco frecuentes. Se deben a hipersensibilidad a los componentes de la
vacuna, en especial a las proteínas del huevo. En las cepas de vacunas que contienen
hemaglutinina porcina se describieron casos de síndrome de Guillain-Barré, sin embargo, esto
no se ha replicado con el desarrollo de las nuevas vacunas antigripales. Durante la pandemia
H1N1 del 2009 se detectó un pequeño exceso de casos en la cohorte de vacunados versus los
no vacunados, sin embargo la recomendación global es que en el balance de riesgo/beneficio
se debe vacunar a la población.
Contraindicaciones. Las personas que han presentado una reacción alérgica severa a
cualquier componente de la vacuna. Las personas que han tenido una reacción severa
después de haber recibido una dosis de vacuna contra la influenza Además de las generales
de las vacunas hay que señalar las siguientes: anafilaxia severa a las proteínas del huevo;
niños menores de 6 meses; embarazadas durante su primer trimestre. La lactancia no
constituye una contraindicación para la vacunación frente a la gripe. Debe evitarse la
vacunación de los individuos en los que existan antecedentes de aparición de un síndrome de
Guillain-Barré en las 6 semanas posteriores a la administración vacuna antigripal.
Temporalmente no es recomendable vacunar a personas cursando una enfermedad aguda
severa. Los pacientes que han recibido gammaglobulinas intravenosas deben esperar 12
semanas para recibir la vacuna.
Interacciones. Se puede administrar al mismo tiempo que otras vacunas, siempre que se
aplique en diferentes lugares anatómicos. Los pacientes bajo terapia inmunosupresora pueden
presentar una respuesta inmunológica disminuida a la vacuna y es preferible retrasar la
vacunación hasta que la terapia inmunosupresora se discontinúe.
Bibliografía
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