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“La Historia después del fin de la historia” de Josep Fontana

El libro “La Historia después del fin de la historia”, fue editado como respuesta al
artículo “El Fin de la Historia” de Francis Fukuyama publicado en 1989. Este último,
convertido en libro mas tarde, fue inspirado por la tesis de Hegel al sostener que el
fracaso del régimen comunista paralizó la historia que para él es el reconocimiento, lo
que viene a demostrar que la única opción es el liberalismo democrático que se
constituye en el pensamiento único, por lo tanto, las ideologías ya no son necesarias y
fueron sustituidas por la economía.
En primer termino el autor Fontana señala que su propósito es analizar lo sucedido
después del fin de la historia, es decir a partir del fracaso de las formas elementales y
catequísticas del marxismo que servían de marco a los trabajos de muchos historiadores.
Este hecho, dice, no debe ser visto como consecuencia del hundimiento de la Unión
Soviética ni como una cuestión puesta en el tapete de una forma innovadora por la
reciente ola revisionista europea, sino que por el contrario se trata de algo que ya sé
venia tratando anteriormente.
Siguiendo este planteo pone el énfasis en la situación que se vive tras la caída de ese
“pseudomarxismo”, basado en el uso fosilizado de los conceptos marxistas, en la que
los historiadores que se acogían bajo su ala tienden a probar con cada corriente en
búsqueda de un nuevo enfoque.
En este sentido, en un segundo apartado Fontana cita y critica el retorno a la historia
narrativa, presentada esta como una forma libre de carga ideológica, la cual esta
íntimamente asociada a la identificación de la realidad con el sistema social vigente.
Este genero historico-literario, se plantea como una alternativa a los sistemas teóricos y
se basa en la producción histórica de segmentos especializados. Por lo tanto, según el
autor, se trata de una falsa solución que impide tener una visión global de la realidad.
Por otro lado según el texto la oleada revisionista que surgió tras el hundimiento de los
regímenes del “socialismo real” si bien tuvo una funcionalidad critica termino siendo
incapaz de convertirse en una alternativa historiografía coherente.
Asimismo una revisión del viejo paradigma del “marxismo catequistico” refleja que si
bien este sirvió para proporcionarle a los historiadores un marco para explicar los
acontecimientos, lo hizo de una manera insatisfactoria al proveer una mirada conceptual
estanca y acrítica.

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En contraposición a esa corriente Fontana propone otra de carácter reflexiva y critica
que apunte a recuperar la “globalidad”, es decir “la consideración de la historia como
ciencia que intenta abarcar lo humano en su conjunto y explicar, con ello, el
funcionamiento de la sociedad” Los signos que identifican a esta historiografía son
entonces la “globalidad” y la “politización”. Esta ultima entendida como “la necesidad
de comprender que detrás de toda interpretación histórica hay siempre una política, y
que conviene que seamos conscientes de este contenido subyacente en lugar de
transmitirlo inadvertidamente como solemos hacer”.
Ahora bien, considerando la derrota económica de los países del este Europeo y el
intento fallido de “despegue” de los subdesarrollados el autor se pregunta si es posible
seguir sosteniendo como base de la ciencia histórica ese modelo de crecimiento
industrial derivado de la idea de progreso ideada por la burguesía decimonónica para
justificar su posición. Se trata pues de una visión lineal del progreso que fue trasladada
acríticamente a América Latina, Asia y Africa. De ella se puede decir que “lo malo no es
que minimice los sufrimientos que costo a sus víctimas, sino el hecho mismo de que nos
lo sigamos planteando como único, por lo menos en sus líneas generales”.
En otras palabras, siendo consumidores de este modelo teórico estamos paralizados a
pensar en otras alternativas que respondan a la estructura interna de las sociedades. Por
lo tanto J. Fontana concluye en que no hay que considerar una vía única sino pensar en
que en el pasado también existían otras posibilidades.
Finalmente se propone contribuir a la elaboración de un materialismo histórico en el que
la idea de progreso sea sustituida por la de “actualización”, entendida esta como la
promoción de una mirada critica sobre aquella tradicional que colocaba al pasado en un
lugar central y estable.
En definitiva, la importancia de la historia radica en su utilidad social y es la tarea de
quienes nos dedicamos a las ciencias sociales y a su enseñanza alentar el razonamiento
y la critica para poder así transformar el presente y construir el futuro.

La selección de este texto se debe a que en lo personal me pareció novedoso en el


sentido de que plantea una visión de la historia y su enseñanza que hasta hoy en día es

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dejada muchas veces de lado. Es un hecho que no es tarea fácil enseñar a los estudiantes
a razonar los contenidos de una manera critica. En su lugar es común que nos
encontremos con una manera de estudiar memoristica y mecanizada que se limita a
repetir lo que dice el manual o la fotocopia. Además también sucede que las áreas de
conocimiento se encuentran encapsuladas en una especie de compartimentos aislados lo
cual obstaculiza que puedan ser relacionarlas entre sí.

En sus reflexiones sobre la situación actual de la ciencia histórica Fontana nos ofrece un
enfoque distinto de la enseñanza de la Historia que resulta muy enriquecedor sobre todo
para la practica del día a día en el aula. En este sentido los rasgos de globalización y
politización me parecen claves. El primero porque nos alienta a transmitir una visión
unitaria del hombre y evitar ese fraccionamiento cientifista de sus dimensiones que no
es relevante para quienes están fuera del campo profesional de la historia. Y el segundo,
en cuanto nos hace conscientes del contenido político que subyace en cada texto
histórico y nos propone reorientar nuestros trabajos hacia los problemas sociales reales
más importantes.

Alumna: Mariana Rabanaque


Comisión: miércoles 19-21 hs
Año: 2012

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