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BIBLIOTECA CASTRO
Ediciones de la
F U N D A C I Ó N
Presidente
JUAN MANUEL URGOITI
Vicepresidente
TOMÁS MARÍA TORRES CÁMARA
Vocal - Secretario
SANTIAGO RODRÍGUEZ BALLESTER
Director Literario
DARÍO VILLANUEVA
(Catedrático de la Universidad
de Santiago de Compostela)
TURNER LIBROS, S. A.
INTRODUCCIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX
MOCEDADES DE RODRIGO
pide justicia Álvar Fáñez al rey para las hijas del Cid y toma
Alfonso sus decisiones (243).
El narrador, que asegura su fidelidad a las fuentes me-
diante la fórmula «cuenta la historia», repetida de modo in-
cansable con leves variaciones al principio de los capítulos,
relata su historia en tercera persona y no se prodiga en ex-
presar sus opiniones personales, pero en algún caso parece
no poder evitarlo, como cuando indica que el rey Fernando
no debió empeñarse en desmembrar entre sus hijos los terri-
torios de las coronas que él había heredado, sino habérselos
dejado en su integridad —y no solo el de Castilla—, a San-
cho, su hijo varón mayor (cap. 27); o al expresar su piadoso
deseo de vida celestial para los reyes don Fernando y doña
Sancha (31); o al justificar la conducta del Cid que, cuando
Vellido Dolfos asesinó al rey don Sancho, no lo persiguió
hasta darle alcance (61); o al sugerir que los infantes de Ca-
rrión ocultan malos propósitos tras sus razonables palabras
(236). No falta el típico y tópico recurso a las fuentes de in-
formación arábigas, cuando el narrador se sirve del testimo-
nio sobre la carestía de la vida dado por «un moro que
escrivió esta historia en Valencia en arábigo» (179); ni un
uso ponderado de la elipsis o la abreviación, omitiendo por-
menores de algunas batallas que, de relatarlos, se harían fas-
tidiosos porque serían similares a los de otras ya conocidos
por los receptores de la historia: «¿E quién vos podría dezir
de los cristianos cada uno cómo fizo? Esto no ha guisa cómo
pudiesse ser contado, ca todos fezieron tanto bien que no ha
home que lo pudiesse contar» (219). Tampoco llega a des-
cribir la maravillosa tienda del rey Juñez (220) ni los prepa-
rativos para las vistas del Cid con el rey en Requena (223)
porque sería largo de referir. Nadie podría contar —como
en un cuento de hadas— la abundancia de manjares degus-
tados durante siete días en las bodas de doña Elvira y doña
Sol (227) ni todos los maravillosos regalos enviados por el
sultán de Persia (270), pero no menos el número de muer-
tos de su ejército que deja Bucar tras sus espaldas (284). Con
frecuencia el narrador resuelve el expediente de abreviar un
relato que podría ser repetitivo mediante la interrogación re-
INTRODUCCIÓN LXVII
Para el texto que aquí se edita del Cantar de mio Cid se han
utilizado las mejores ediciones facsímiles del códice único con-
servado en la Biblioteca Nacional de Madrid (ms. Vitr. 7–17),
en particular la hecha por el Ayuntamiento de Burgos en
1988, cotejándolas en los casos más complicados o problemá-
ticos con otras varias prestigiosas que se citan en la Bibliogra-
fía, como las ya clásicas de Menéndez Pidal, Colin Smith o
Ian Michael y la excelente de Alberto Montaner.
En esta edición de las Mocedades de Rodrigo se ha utilizado
como texto base el del manuscrito conservado en la Bibliote-
ca Nacional de Francia a través de la edición facsímil de Mat-
thew Bailey (1999), cotejándolo con las principales ediciones
modernas mencionadas en la Bibliografía, en especial con
las de Ramón Menéndez Pidal (1951), Alan D. Deyermond
(1969), Juan Victorio (1982), Carlos y Manuel Alvar (1991) y
Fátima Alfonso Pinto (1999).
Se edita aquí la Crónica del famoso cavallero Cid Ruy Díez
Campeador siguiendo el texto de la edición impresa en Burgos
en 1512, mediante el ejemplar conservado en la Biblioteca
Nacional de Madrid (R–897).
Con esta edición se pretende que a los interesados por la
cultura, la literatura y la lengua del Medievo les resulten acce-
sibles los textos que se editan, a sabiendas de que los que
quieran estudiar su fonética o sus grafías pueden hacerlo con
ayuda de sus ediciones facsímiles o sirviéndose de reproduc-
ciones fotográficas o digitalizadas. No se ha pretendido, pues,
ofrecer aquí ediciones críticas ni paleográficas de los textos,
pero sí depuradas y correctas, ateniéndose a las normas y exi-
gencias filológicas básicas, para lo cual se ha establecido el
uso regularizado o unificador del sistema de grafías —en nin-
gún caso la simple modernización— partiendo siempre de
criterios respetuosos con el sistema fonológico medieval.
Por eso aquí se editan los textos con la acentuación acadé-
mica hoy vigente, salvo en los casos en que la prosodia me-
dieval recomiende el uso de tilde diacrítica; de ahí que se
distinga fuesse del verbo ir y del verbo ser, acentuando el pri-
LXXXII INTRODUCCIÓN
J. M. V. L.
INTRODUCCIÓN LXXXIX
BIBLIOGRAFÍA SELECTA
FUENTES SECUNDARIAS
MOCEDADES DE RODRIGO
FUENTES SECUNDARIAS
FUENTES SECUNDARIAS
Ejemplar número