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Los mensajes son una unidad en la que todo tiene que ver
con todo. Así, la devoción y el respeto a la Eucaristía
exige también la purificación del corazón, la
reconciliación con Dios que supone también la
reconciliación con el hermano, a quien se le ha perdonado
las ofensas o reparado el mal contra él cometido. Es de
un corazón así que la oración es escuchada y que es
posible meditar con frutos la Pasión del Señor, a la que
nos exhorta al final la Santísima Virgen. Meditarla
también nos llevará a abandonarnos en Él, sin temor ni
especulación alguna.
[1]
Algunos dicen que confrontando el mensaje dado a Joey con el no
cumplimiento, cabe la posibilidad que la Virgen hubiera jugado con las
palabras al decirle a Lomangino, por medio de Conchita, que tendría “nuevos
ojos” el día del milagro, o bien que Conchita no transmitió el mensaje con
exactitud. Lo primero lo descartan de plano porque no se concibe que la
Virgen no hable claro, que lo haga crípticamente. Sin embargo, a esa objeción
se puede responder que también el Señor hablaba en un sentido diverso a lo
que comúnmente se podía entender y los ejemplos abundan en todo el
Evangelio. Bastaría imaginar el relato del cap. 6 de san Juan, cuando en la
sinagoga de Cafarnaún dice que quien no coma de su carne no tendrá la vida
eterna o que para permanecer en él es necesario comer su carne y beber su
sangre; o bien cuando le dice a la samaritana, luego de pedirle de beber, que
él tiene un agua que le quitará no sólo la sed sino que la transformará en
fuente que brota para vida eterna, o cuando a Nicodemo le habla de nacer de
nuevo, y así tantísimos más ejemplos. El sentido figurado, si es tal, que lleva
a un entendimiento más profundo debe descubrirlo el destinatario del
mensaje, en este caso Joey, quien, podríamos imaginar, lo habría entendido
en el sentido literal en un primer momento y luego en el profundo, tanto como
para llegar a ofrecer sus ojos. También cabe la segunda posibilidad , es decir
que el instrumento haya cambiado algo por una mala comprensión y puesto
alguna palabra de más o de menos que modificare el significado. Por eso, de
hecho en todas las apariciones se debe discernir qué viene del cielo y qué del
propio instrumento, pero de ningún modo una mala interpretación invalida la
autenticidad de lo acontecido.
[2]
Y no podía ser de otro modo en el apóstol de Garabandal que siguiendo el
pedido de la Santísima Virgen meditaba la Pasión del Señor y veía en ella la
fuente del amor que salva.
Algo parecido ha ocurrido con el tema de los Papas: después de Juan XXIII
[3]
quedarían sólo tres Papas hasta el final de los tiempos. De acuerdo a esa
profecía dicha a Conchita por la Virgen, se cuente o no se cuente el breve
pontificado de Juan Pablo I, ya se está en el final de los tiempos. Es decir que
se están viviendo y se vivirán acontecimientos extraordinariamente críticos
para la Iglesia y para el mundo.