Está en la página 1de 145
INDICE PROLOGO por Delores Castnilo Mirat INTRUDLC 6 ION 1 DIVISION FUNDAMENTAL TH De to Qtek tno 8 Hil Dr tO QUE LMO TNE Ivo Dt Ls 0 EF UNG REPRE ENTA V PARANESIS Y MAXIMAS NE Dt LA DIFER NCIA DL LAS FPOCAS PE LA VIDA Pags 9 9 41 ol a1 16] PROLOGO N 1851, tras haber sido rechazado sucesivamente por tres editores, se decidia Hayn de Berlin a publicar el libro Pa verga y Paralipomena una extensa coleccion de aforismos sobre los mas diversos temas, desde la moral a la religion, pasando por el derecho, la metafisica, la literatura o el arte (1), que estaba destinada a proporcionar a su autor, pagado enton ces con diez eyemplares de su propia obra, la fama que durante tanto tiempo le fue negada Contaba a la sazon Arthur Scho- penhauer sesenta y tres anos, y la inusitada esperanza que en escasos momentos habra depositado en el juicio de la histona, por lo demas odiada por el, parecia verse realizada En el otono de su vida pudo saborear Schopenhaver los indicios de una popularidad que, sin embargo, Jamas le infundio el sufi- cliente respeto para comprarla al precio de su verdadera filoso- fia En la epoca en que el tnunfalismo histoncista hegehano se habia convertido en la filosofia oficial del estado totalitario de Federico Guillermo III de Prusia, Schopenhauer, el mismo conservador, pero hombre de insobornable honradez y preocu- pado ante todo por la verdad, desenmascaraba la historia, a contrapelo de sus contemporaneos, como la fabula idealista del ardid de larazon en virtud de ella, el asesinato en masa, la tiramia de emperadores, generales y reyes, la lucha por el poder, la delincuencia internacional organizada, en suma, toda esta coleccion de sucesos opacos, azarosos e indefendibles en (1) El libro que presentamos al lector recoge los fragmentos dedicados a la moral DOLORES CAdTRILTO MIR AT su gratuidad que componen el escenario de la tragiomedia humana recibian un parniz de racionalidad, de la mano de los filosofos de ia historia a sueldo del Estado para hacerlos pasar por los momentos indtypensables de una astuta razon que atraviesa providencialmente loys siglos hasta conducir a la humanidad al happy end del reino moral absoluto Pero para Schopenhauei ningun paraiso futuro podia coho nestar la cruvidad de! pasado distinta pero identica la historia uaiversal es y sera siempre la historiade fasconvulsiones los errores y los padecimientos de la especie humana _una triste cosa en definitiva, que ni las constituciones, ni las legislacio nes, ni las maquinas de vapor pueden m1 podran nunca volver mejor (1) Su intransigente veracidad le conducia a un irremediable pesimismo, que a los ojos de sus contemporaneos deslumbra dos todavia por el resplandor de la tecnica, 0 seducidos por el brillo del poder, parecia ciego e inoportuno Hoy, a mas de un siglo de distancia, la historia confiesa tristemente que Schopenhauer la habia penetrado hasta sus entranas, y revela la clarividente actualidad de ese pensador «inactual> que paso por su epoca como un solitario rezagado de la marcha de su tiempo Incluso a pesar de la popularidad que alcanzo al final de su vida, y sobre todo algunas decadas despues de su muerte, Schopenhauer continuana siendo un desconocido Nietzsche, su sucesor, no se engano a este respecto Por el contranio, Lukacs, en el Asalto a la razon un libro dificil de superar por lo que toca al esquematismo de sus planteamientos, se empe cina en recordarnos una y otra vez la enorme atraccion que llego a suscitar la obra de Schopenhauer lo que probaria a su entender, que la unica meta de su filosofia fue la de servir de guia ideologica a la burguesia decadentista de la epoca preim- perialista, que, tras el fracaso de la revolucion de 1848, vera frustrada sus aspiraciones al poder politico Forzando el h- mite, el pensamiento de Schopenhauer, Lukacs convierte su (1) El Mundo como Voluntad y Representacion L Ill ap XXXVII 10 PROLOGO pesimismo, por esencia anupropositivo nada menos que en una apologetica del capitalismo, si bien es cierto que matiza esta afirmacion anadiendole e! calificativo de indirecta Al transformar lo que tan solo son aspectos negativos del capita lismo, sus atrocidades en cualidades mherentes a la naturaleza humana Schopenhauer volvia absurdo y sin sentido cualquier intento de transtormacion souial, y de este modo se convirtio en el apologista indirecto de un sistema cuyos males, por otra parte, tan toscamente senalo Muchas son las obyeciones que suscita este conocido planteamtendo empezando por la «tos- quedad que atribuye su autor al unico filosofo aleman que ha merecido verdaderamente el nombre de escntor esentor experimentado en el sufri miento y acabando por esa cuestion realmente espinosa que aqur siquiera es posible esbozar , hasta que punto el pes: mismo de Schopenhauer concierne exclusivamente al estado presente del mundo’ Partir implicitamente de una respuesta afirmativa, como es el caso de Lukacs, encierra, cuando no una ingenurdad estupidamente ciega_ si al menos un peligroso a privri pragmatico susceptible de transtormar cuaiquier uto pia de redencion social en una burda practica inquisitorial La reflexion de Schopenhauer arranca de la experiencia mas elemental del dolor la del hombre concreto atravesado por sus necesidades y pasiones en su debatirse por existir (1) Tras haber dermbado imperturbablemente todos los 1dolos, la moral de Schopenhauer nos invita, aqui y ahora, al aban- dono del despiadado pnncipio de individuacion, ensefiando- nos que nuestras acciones no necesitan ya el empujon del dogma Basta para ello la solidaridad que todos tenemos gracias al desconsuelo, pues al dolor se opone siempre una resistencia Por ello, concluye Horkhemer, «no existe ningun pensamuento que los tiempos necesiten mas mi que, pese a toda (1) Max Horkhermer Schopenhauer y la sociedad en Sociologia pag 124 Taurus Madnd 1979 13 DOI ORES CASTRILLO MIRAT su desesperanza —\ por manifestarla— , sepa mas de esperan- Zas que el suyo > (2) Cuando Horkheimer pronunciaba esta conferencia, el 21 de septiembre de 1960, en el primer centenario de la muerte de Schopenhauer, no se insinuaba todavia esa cansina ola del desencanto, en cuyas aguas de tibia molicie habian de me- cerse, tras la tempestad del 68, tantas fatigas inutiles de ayer El] escepticismo y la lucidez no siempre son subversivos Hoy todo el mundo sabe que los dioses han muerto, sin embargo, nada impide acatar su servidumbre Es mas, la clarividente aceptacion de su imposible regreso, bajo nuevas y excitantes apariencias, pretexta una existencia que, mendose de las viejas legitimidades, vive «como si» a pesar de todo nada supiese de su propio saber Hoy ser iconoclasta se ha convertido en un vicio demasiado vulgar para escandalizar a nadie, es una tarjeta de presentacion que pocos cometen la torpeza de exhi bir E] lamento ha degenerado en tic, la critica en imprescindi- ble requisito teorico, la desmuuficacion en academia El escep ticismo subversivo se ha convertido en la nueva escolastica de una epoca que ya no cree en Ja subversion Frente a esta almibarada afectacion, la prosa sanguinea de Schopenhauer descubre que el escepticismo no siempre fue un juego de gabinete tedioso y pedante EI irritado tono de su estilo libre, que cultivo con una inmensa distincion, supuso en su tempo un atentado contra la dignidad del filosofo Reducir al minumo las expresiones tec nicas y las oscuridades terminologicas, para expresar cn un lenguaje claro y accesible, sin neologismos vacuos, lo que todo el mundo puede llegar a pensar y de hecho piensa en esos momentos fugaces en que el dolor ya no nos permite seguir fingiendo decir, en definitiva, algo tan elemental que cual- quiera puede comprender, es sinonimo, para el erudito, de superficialidad y falta de mgor conceptual Pero solo quien confunda la profundidad con la oscurndad puede compartir esta opinion, por su parte, Schopenhauer jamas se dejo intimidar (2) Laactualidad de Schopenhauer enop cit’ pag 147 14 PROLOGO porella Los Parerga y Paralipomena entre los que se incluye esta coleccion de aforismos sobre el Arte del buen vivir a despecho de su titulo voluntariamente chocante, poseen un estilo aun mas accesible que el de su obra principal (1), lo que sin duda contribuyo decisivamente a la populandad alcanzada por Schopenhauer en los ultimos anos de su vida Es un libro de vejez, donde el filosofo, sin corse metodologico alguno, se decide a hablarnos sin recato de todo aquello que, segun las reglas del juego vigente, mejor es callar «De nobis ipsis silemus » Estas palabras, que encabezan La Critica de la Razon Pura revelan de manera eyemplar la patica conjuracion del elemento biografico e individual que caracteriza, como la condicion misma de su posibilidad, al racionalismo moderno Por el contrario, en la escritura de Schopenhauer el pathos de lo personal esta siempre al acecho, mamifestandose de manera particular en los ultimos escritos, que adquieren un tinte netamente autobiografico Esta evolucion de Schopen- hauer hacia un estilo cada vez mas proximo a lo literario se ha contemplado como una degeneracion de lo propiamente filo- sofico Sin embargo, la apanicion de un nuevo estilo de filoso- tar es inseparable del contenido de ese filosofar La irrupcion del suyeto empirico en el seno del discurso filosofico es una modificacion que concierne a la esencia misma de la filosofia Desde Descartes, la filosofia habia tomado como cometido la fundamentacion de la nueva razon cientifico-tecnica y aspi- raba, como ella, al mismo ideal de ngor, exactitud y objetivi- dad El precio que por ello tuvo que pagar no fue otro que la ocultacion de la realidad individual de su portador, es decir, del filosofo ya no un sujeto real, sino una abstracta cosa pensante En su aspiracion a la obyetividad, la ciencia y la filosofia han amordazado al sujeto real para convertirlo en una espectral entidad logica sin came, ni sangre, ni deseos, ni sentidos, ni dolor que mitigar, ni esperanzas que satisfacer, en suma, sin atisbo alguno de pasiones o intereses vitales que pudieran nublar la rigurosa obyetividad que se trataba de fun- (1) La citada obra El Mundo como Voluntad y Representacion DOLORES CASTRILLO MIRAT damentar, Para encamar la palabra divina de la verdad y el poder que de ella emana, todos los fildsofos querian nacer del hielo. Sin embargo, su aspiracidn a la neutralidad es una ‘empresa condenada de antemano al fracaso, pues todo conocer ‘esta predeterminado por el querer. Este presupuesto, que har futuro en la filosofia de la sospecha de la segunda mitad del siglo XIX, de la mano de los grandes genalogistas Marx, Freud y, sobre todo, Nietzsche, y que constituye la pieza clave de nuestro pensamiento actual, encuentra, como vemos, su primera formulacién en la filoso- fia de Schopenhauer. En efecto, ella es lz primera en poner ‘como absoluto el condicionamiento de las funciones intelec- tuales por las funciones afectivo-inconsciertes, es decir, por la voluntad. Con ello sale a la luz la inevitable parcialidad que se esconde tras el juego de los conceptos de apariencia neutra y objetiva. La inquebrantable exigencia de la veracidad de Scho- penhauer conduce, pues, en rigurosa logica, a negar el con- cepto de verdad. ;Cémo podria subsistirel mito de lo absoluto incondicionado, una vez que ha sido detectada la presencia de ‘ee callado huésped que los fildsofos se obstinaran en silenciar hasta ahora? La voluntad, es decir, el sujeto empirico, real, con sus pasiones y sus intereses, es el auténtico portador del conocimiento, verdadero genio maligno engafiador que torna irrisoria cualquier aspiracion a la objetividad. Descartes creyé poder exorcizarlo definitivamente y levantar sobre su tumba el edificio de la razén absoluta; Kant, ya lo hemos visto, co- mienza su obra con el magico conjuro: «Callemos acerca de nosotros mismos.» Hacer aflorar en el discurso el yo empirico supone una modificacién estilistica que conlleva aparejada la negacién de las pretensiones de verdad y objetividad que hasta ahora se habia atribuido la filosofia construida segiin el mo- delo cientifico. Schopenhauer, admiraba Nietzsche, para {quien la probidad intelectual pasaba por el reconocimiento de la imposibilidad de la verdad universal, «es honrado porque se escribe y se habla a si mismo y para si mismo». Sila metafisica de la Voluntad expuesta en El Mundo... abre el camino a la teorfa genealogica de nuestra modemidad. el estilo casi auto- 16 PROLOGU biografico de los iiltimos escritos de Schopenhauer aplica en la practica, aunque posiblemente no con plena conciencia, esta intuicion juvenil. En un caso y en otro, la presencia de la Voluntad ese genio del engaiio, hasta entonces conjurado como el peligro mas aterrador— consuma la ruina de una forma de racionalismo fundada sobre la libertad y la indepen dencia del intelecto. No hay conocimiento puro, saber desint resado, curiosidad intelectual; en todos los casos la busqueda Facional esta movida por los intereses de la Voluntad. de su descubrimiento. Es cierto que realiz6 algunas aplicaciones de su método genealégico; puede encontrarse un ejemplo en el Cap. IV de este libro (pags. 103-129), donde traza la genealogia de! sentimiento del honor en las diversas especies en que se manifiesta: el honor burgués, el honor del cargo, el honor caballeresco, sexual. En todos estos andlisis el honor pierde su carécter de valor moral absoluto y queda rebajado al rango de una convencién destinada a servir a los intereses de una sociedad determinada o de un grupo de la misma. No obstante, a pesar de estos analisis concretos y de algunos otros diseminados por los Paverga y por los Suplemen- tos al libro II de El Mundo.... (donde se anticipa al tema nietzs- cheano del resentimiento contra el dolor de la Vida, como origen de la creencia cristiana en el mas alla), el método genealdgico de Schopenhauer quedo, en general, vacio de contenido, La razén de ello estriba fundamentalmente, como ha puesto de relieve C. Rosset, en que la genealogia s6lo represents para Schopen- hhauer una etapa hacia la doctrina del absurdo, que constituye el verdadero niicleo de su pensamiento filos6fico; sélo fue invo- cada como un medio —para resaltar la importancia decisiva de la Voluntad—, pero jamas como fin; su propésito no era explicar nada mediante la nocién de Voluntad, sino precisamente denun- Ciar todas las explicaciones. Su intuicién genealdgica es sélo el paso previo hacia esa experiencia del absurdo de un Querer que nada quiere, salvo a si mismo. Como hemos visto, el Querer irracional lo gobierna todo, incluido el intelecto. Todas nuestras metas, verdades y 0 DOLORES CASTRILLO MIRAT objetivos provienen de la Voluntad, pero ~y ahi radica el fabsurdo- tambien desembocan en ella, pues en realidad las tendencias no tienen otro objetivo que la repeticion de su propio tender En efecto, la nota verdaderamente original del pesimismo de Schopenhauer, lo que fe distingue del tema, Clasico desde la antiguedad, de la desproporcion entre nuestros ddeseos y su satisfaccion en la realidad. es a intuicion det absurdo de unas tendencias que en realidad no tienden a nada Detras de la insatisfaccion propia del deseo se esconde un secreto mas sombrio aun las tendencias humanas no son solamente imposibles de sausfacer, sino, ante todo, falsas El fin que persiguen nuestros deseos es usonio, una pura intut ccion teatral $1 el deseo no se attene a lo que promete, no es porque mienta hactendo espeyear en el horizonte unos brenes inaccesibles el lugar preciso de su mentiraes el de presentarse como tendencia, cuando en realidad no es ni una cosa ni otra De abt la paradoya schopenhauertana del hombre pristonero de cadenas ficticias, esclavo de tendencias que no trenden Tan decepcionante, pero ciertamente menos absurdo, sen un mundo donde las tendencias, por inalcanzables que pudieran ser, estuviesen al menos fundadas con motivo y tendieran en realidad y no solo en apariencia Pero el analisis del Querer revela una ausencia de finalidad en el onigen mismo de todos los fines que sugiere» (1) Con esto nos adentramos en el co razon de la doctrina shopenhauertana del absurdo si Ia des- ilusion acompaiia siempre al deseo, aun cuando hayamos alcanzado el objeto perseguido, es que este, lejos de tender hacia un objeto como a su fin propio, constituye en rigor su ‘unico y propio fin El Querer nada quiere salvo a st mismo y utiliza todos los pretextos a su alcance para engendrarse una y otra vez en un esfuerzo de creacion infinita Yast la vida del hombre se encuentra atrapada en el circulo infernal del Querer, que hace alternar, sin regua, espera, satisfaccion tlusoria y. de nuevo, el dolor de la espera, sin que se pueda jamas salir de su Te Rosset Schopenhauer philosophe d- Labsurde PUP Pans 1967 pags 67 68 18 PROLOGO circulo La concepeion schopenhauerana del deseo anticipa el tema lacantano de la labthdad de la pulsion Ja pulston no tiene objeto y por eso se autorreproduce constantemente sin que el abismo entre el deseo y la realidad pueda cerrarse nunca de modo detinttivo De la misma manera recuerda tambien a esa compulsion a la repeticton que Freud asimila al instinto de muerte En este sentido, el tema de la absurda repeticion de! deseo parece aludir exclusivamente a las constantes pulstona- les del ser humano, marcando el caracter a-historico del pes mismo schopenhauerrano Su intuicion del absurdo es la nota verdaderamente moderna de su pesimismo, como ha sabido ver Rosset, pero este no provendna de los males de nuestra modernidad Sin embargo, st el intento por denvar las leyes psicologicas de las soctologicas suele desembocar siempre en un superficial dogmatismo, como decramos al principio, Io contrario no es menos cierto El universalismo, de cualquier po que sea, social 0 psicologico, es siempre falso el juego combinado de uno y otro elemento es. como senalaba Horkheimer, « (1) “ Aunque Schopenhauer no indago en las causas economucas, ‘como Marx hara mas tarde, m propuso soluciones alternativas, tue sin embargo un testigo de excepcion de la condicion altenada del hombre en ta vida moderna Piensese que sus intuietones a este respecto, contenidas ya'en el mundo come voluntad \ representacton datan de 1818 precisamente el ano en que pace Marx En los aforismos sobre el Arte del buen vivir el trabajo es deaunciado insistente mismo en la permanente ocupacion con sus obras sus Pensa muentos, sin tener necesidad de trabajar, es vendaderment hombre nacido libre con esta condicion es uno realmente ns n Juris», senor de su tempo y de sus fuerzas y puede decir cada manana La jornada es mia» (Vease Arte del buen vir p _ gina 87) Es cietio que su desconfianca ante la histor le , un mundo en pequero (vease Arte del buen vivir pag. 187) Para conseguir esto, el logro de uno mismo, eldinero que nos libera de la esclavitud del trabajo, le parecio stempre un bien necesa- ro, pero desde luego no suficiente En los cuatro pameros capitulos de esta obra, Schopenhauer denuncia un espeytsmo {que se produce con enorme frecuencia |a tendencta a confun- dir insensiblemente el ser con el tener, y :ambren lo que uno es en si mismo con lo que uno representa ante los demas Creerse realizado» por haber amasado una considerable fortuna o por gozar del prestigio social es una forma de autoengafio que practicamos a diario Pero bastana un instante de lucrdez, de la Que nos protegemos permanentemente, para descubnr que tales exitos solo son una apanencta de logro que enmascara en realidad el malogro basico de toda una vida Todos aquellos que se atanan sin descanso por aumentar mas y mas su capital, © por conquistar los honores publicos 7 los puestos sociales “importantes », siguen siendo los juguetes de ese guinol em- bustero de la Voluntad que hace que el hombre se olvide de st 28 PROLOGO, musmo El heroismo de la veracidad, decta Nietesche refi- endose a su maestro Schopenhauer, consisten precisamente en que un dia dejemos de ser juguetes» (1) Esta es, en efecto, la gran enseftanza que se desprende de la obra de Schopennaver: Su docena de gosurdo de paso ana etica que en su forma mas radical propone la autoaniquilacton de esa potencia ciega de la voluntad en la que el alma es poseida por un todo que la rebasa, y en su forma empinea, adaptada al plano de lo posible, propone el atslamiento del individuo frente a un mundo que se le ha vuelto ayeno y host Se trata como vemos de la misma experiencia del abserrdo de la existencia, pero contemplada ahora desde otro prisma Desde luego, si hacemos caso omiso de esta primera y fundamental intuicion de Schopenhauer, no acertaremos a comprender la dimension entica y propiamente moderna de su mvocacion al aislamiento Nos veriamos forzados a admitir, con Lukacs, que se trata simple y llanamente de una apologia del egorsmo individualista burgues, 0 a lo sumo reconocenamos en esta tematica el parentesco con el culto romantico a la soledad. patrimonto del genio . Empero Schopenhauer ocupa un lugar de encrucijada en la histona del pensamiento fue, si se quiere, el ultimo de los romanticos, pero ante todo el primero de los modernos Por un ado nos encontramos con un replegamiento en la subjetividad Uipicamente romantico, pero por otro su concepcion de la Voluntad como una oscura poteneia trans-subjetiva, que se alza, ciega y sin nombre, contra y por encima del individuo empinico, marca el micio de la destruccion del sujeto que caracteriza al mundo modemo Lo que define para Hegel a la figura historica del romanti- cismo es el desgarramiento del equilibrio entre lo obyetvo y lo subjetivo La objetividad es vivida por el sujeto romantico como algo extraiio y resistente, y en consecueneta se asla del (1) Nietasche Consideracrones mtempestvas IML (Sel wall 8 io IML ( Schopenhauer edu 29 DOLORES CASTRILLO MIRAT mundo para buscar refugio en una interiondad que se basta ast misma Tanto Hegel como Goethe vivieron el romanticismo. sinti ron miedo ¢ intentaron frenarlo Para el filosofo, la autosufy cieneia de la subyeividad romantica es una slusion, un puro fantasma El verdadero ser del hombre se cumple en su accion, es decir, en el mundo porel constituido Es preciso reencontrar la armomia entre el suyeto y el objeto, entre el individuo y la sociedad Conocemos ya los dos momentos por los que se realizaria, segun Hegel, esta sintesis el Estado y el trabajo, a traves de ellos la subyetvidad abstracta dei Romanticism se supera en una individualidad real y plena No es preciso insistir en la desmutificacion de estos ideales Mlevada a cabo por ‘Schopenhauer Ambos han conductdo al objetivo inverso, ala hiquidacion del individuo bayo la primacra de una heteronoma razon de Estado y bajo la coaccton de una mncesante producti~ vidad que, fetichizada en una realidad independiente a las necesidades de su portador individual, solo puede cumplir el proceso de su lenta desarticulacion Goethe, por su parte, tambien habia vivido con plena con- crencia las dualidades que deygarraban al alma romantica en fos albores de la civilizacion industrial naturaleza/cultura, objeto/sujeto, pensamiento/accion, razon crentifico tecnica/ razon practico moral, arte/vida, infinutud/imitud Sin em- bargo, 10 mismo que Hegel, la confianza en el progreso le ayudaba a restaurar, no sin ciertadosis de autoengano, su raeal lasico de armonta ‘como cl sabe que lo infintto solo se alcanza, ‘a traves del paciente trabajo en lo finito, este es Ciertamente motivo de permanente sufmmiento para Fausto, mas aquel bendice su estuerzo Como sefiala Eugenio Tras, habia ya demasiado calculo en el empetio de Goethe por vencer el Tomanticismo En su epoca, el intente por reconciliar estas escisiones era ya poco menos que imposible, y la etudiada armonia del edificio deya transparentar no obstante la frazilt dad de sus cimientos. En la epoca de Goethe ya no se estaba « tempo de ser un Clasico, sino ¢ fo sumo un neoclasico Su estuerzo verdaderamente taustico por coneiltar los opuestos ¥ 30 PROLOGO llegar a «ser todas las cosas» se convirtio mas bien ven ser un poco todas y cada una de las cosas» (1), lo cual por otra parte se pone de manitiesto en su propia biografta, en la indecision permanente entre la vida burguesa y la vocacion teatral, entre la poles conesana y a aetvadad tera, ensuma, ent intento de vivir el mundo e: infenta de vvirel mando extenor yl replegamrento en an Conveneido de la nutilartificiosidad de este emperio, Scho- penhauer, mas franco, retomaba la senda del romanticismo Es una gran locura perder en el interior para ganar en el exterior No obstante, Goethe lo ha hecho Por Io que a mi me toca, m1 genio me ha arrastrado energicamente por el camino contrario> (vease Arte del buen vivir, pag. 66) Ni los intentos de Goethe, ni mucho menos aun los de Hegel. que Schopenhauer miro siempre con un sarcastico desden, podian restablecer Ia unidad perdida entre el sujeto y el mundo. La superacion de la intenondad romantica era para cl una vana iluston, cuando no una hipocrita fatacta com en el caso de Hegel . ‘Aunque se haya contemplado a menudo como un movi- miento regresivo, nostalgico y en definitiva reaccionario, el romanticismo signitico mas bien cl momento de una resisten- cea critica contra la racionalidad del progreso de la civilizacion industrial St el sujeto se vuelca sobre st mismo, aislandose de todo acontecer externo, es porque el mundo generado por esa Facionalidad se ha convertido en una realidad ajena, violenta y amenazadora Impostble reconocerse en una naturaleza cada dia mas asediada por el logos cwvilzador e mdustnial (No hay ‘que dejarse enganar por el extasis romantico de fusion con la maturaleza es solo un ultimo recurso que grta mas cuanto menos puede ) Imposible reconocerse tambien en un todo social cuyo proceso de desarrollo es algo que el sujeto nt Jeontrola, ni abarca, mi comprende La subjetividad romantica fa pesar de que se presente en no pocas ocasiones bato la or “1 Eugenso nas Conner Goethe Ed Dopess Barstna 1980 ps 31 DOLOR ‘S CASTRILLO MIRAT gullosa figura del genio, es esencialmente una subjetividad infeliz, desgarrada por la experiencia del extrafamiento, res- pecto a la naturaleza, la sociedad, y la historia. El dolor de la conciencia encerrada en su soledad, que aqui aflora por vez primera, pone en evidencia lacrisis del concepto humanista de raz6n. En la tradicién clisica del humanismo, la razon y el sujeto individual como potencia creadora y conquis~ tadora formaban una unidad indisolubk; de ahi que el sujeto portador de esta razén pudiese reconocerse en el mundo por ella creado. Mas tarde, con Descartes y Kant, bajo la separa- cidn entre el individuo empirico y el sujeto racional conver- tudo, como vimos, en un puro fantasma trascendental, esta armonia comienza a hacerse problematica, Las consecuencias de esta disyuncion se revelan con toda su gravedad en los albores de la civilizacién industrial. Cada vez mas independi- zada de las necesidades del hombre cencreto, la racionalidad meramente instrumental produce un mundo en el que aquél ya no puede reconocerse. El esfuerzo fiustico de esa razon domi- nadora caracteristica del sujeto burgués no ha hecho del mundo nuestro mundo, como querian Kant, Hegel y Goethe, sino una exterioridad desolada que ya no es capaz. de acoger al individuo en su seno, Sdlo en el fecinto de una interiondad cerrada sobre si misma encuentra este refugio y apoyo contra a desolacion exterior. Su individualidad monadica, sin venta- nas al mundo ni a la vida, constituye el tinico mundo donde ‘acaso todavia ésta es posible. «En ninguna parte, amada, sera e] mundo mas que en el interior» , escribia el poeta Rilke; y por su parte, Schopenhauer: «Asi también es feliz el hombre a quien basta su riqueza interior y que exige... muy poco 0 nada del mundo exterior, supuesto que esa importacion es cara, esclavizadora, y peligrosa, expone a desengafios y, en defini- tiva, nunca es mas que un mal sucedaneo de las producciones de si propio» (véase Arte del buen vivir, pags. 64, 65 y 187) Pese a su indudable afinidad con lz categoria romantica de intertoridad, la filosoffa de Schopenhauer marca, no obstante, la crisis definitiva de esta figura histérica, y abre aqui, como en tanto otros aspectos, el marco en que van a moverse la 32 PROLON reflexion y la senstbilidad de nuestra epoca actual Su expe. reneia del mundo esta mas provima « los personajes de un Beckett, agttandose como fantoches absurdes en iacdto de ur mundo vacio y muerto, que a ta sublime soledad del genio romantico El alma romantica vivus si smpre su desdis hada escision con uuna esencial ambiguedad: en medio de la mncertidumbte del mundo extenor. ia dolonda suhjet ida encontraba ua firme apc3o en la fidelidad consigo miyma La uperacton ear resiltaba hasta vterto punto fagraa-t provese de cnsimsnaa miento de la conciencts intel comeyuta tansmutare 00 pocas veces en la orgullosa toma de conciencia de su inlepen dencia personal frente « lo que la rodea. Esl pathos romantice del genio creador vonde el sujeto aparece dotade de pleae sentido Pero Schopenhituer nunca tue un romantico conven ido, Desde su juventud habia expuewo tayantemente sus dis crepancias no solo contra el realisnio mgenuo, stno tambien uno y el mismo, la Voluntad. F! Queer es un principio Impersonal y nuestras apetcnctas personales. como ya vans, fo son sino el pretento enganone de que se vale esta aciaea Voluntad que jueg dive mica y crueln invocation de Schopenhauer al srslanento no proved de una ingenua creencia en ios pexieres omnimudos de Us se hinchado hasta lo eavelso sino mus bien de lat resistetct desesperada, conira el destino fatal lucdamente contataths pore. de ese so hegemonic que whorase vitelve pugusete Ge va nemte CUN nesotTOS La 3 DOLORES CASTRILLO MIRAT oscuro poder, la voluntad, que escapa a su comprension Somos vivides por la Voluntad, mientras pensamos que vivi- ‘mos, sentimos y aciuamos unicamente por propia decision ‘Semeyante concepcion de la Voluntad encuentra su reteren- cia en la realidad del mundo industrial, donde la razon se ha reiticado en una objetividad petnficada, convertida en una fuerza todopoderosa que se alza por encima y contra el Suyeto cempirico hasta su total aniguilacion En este sentido, la muerte del sujeto no es el comtenzo de una nueva era de emancips on, sino el principio de una nueva barbane ‘De igual manera, de 1a sustitucion de ta antes divinizada razon por el principio irracional de la voluntad podian dert- Varse luminosas consecuencias, como las que trato de extraer Nietzsche, pero a Schopenhauer aquel_ pensamrento unico del que tan justficadamente s¢ vanaglonaba termino por resul- tarle Iiteralmente insoportable De abt la etica del anonada- miento de la Voluntad en que culmina su metatisica, 0 el relugio frente al sinsentido del mundo exterior en una interior! dad cerrada sobre st misma, que sin embargo, diterencta de Jos romanticos, se sabe ya tan solo quimera de una quimera ‘A pesar del dolor que ello le causaba y ah reside ese heroismo de la veracidad que tanto admiro Nietzsche, Scho- penhauer fue el primero en atreverse a reconocer absertamente Que el sue de lay Luces se hallaba amenazado por una herida de muerte Su filosofia pone al descubrerto el derrumbamiento detinitivo de los dos pilares en que este se asentaba el del progreso indefinido de la razon y el del suyeto soberano que, ‘como un Hercules, soportaba sobre sus espaldas la ordenacion racional del mundo La absurda pesadilla de la Voluntad, castigada como Tantalo a la repetiion de su esfuerzo eterna mente frustrado, no hace sino desenmascarar Ja falacia del progreso, bajo cuya mvocacion se pretendia, como ¢l propio Kant nos hace ver, impulsar al hombre soportar con pacien- Gia las fatigas que odia, a perseguir un brillante oropel de trabajos que detecta, a olvidar la muerte que le aterra” Enel ‘circule internal del Querer el tiempo gifa ~Lomo gira larueda de bxion y rueaa la roca de Sisifo, pero no avan7a, sino que 34 FROLOGO Se repite a st mismo eternamente sobre un fondo de muerte ractonalidad del mundo moderno que clvidadas vacn lacpoca de Schopentauer todas sus promesas emanerpadoras solo persigue la indetinida perpetiacion de sti ciega maquinaria a Costa de Jos sufrimientoy de quienes la sirven Fn el siglo XIN la razon conoce un proceso de acumulacion incontrolable pero propiamente tampoco progresa Alcontrario. la denomt nacion cientitica de la naturales se transforma insensible mente en la amenaza de su destruccion_y la lberacion que de ayuella Cabia esperar adqui vent > el rosite de una pucva sonst dumbre donde cuanto mavor¢s el estuetzo humano tante mas, poderosa e inhumiana se \uelve la realidad producida @ su Gosia Y ast mientras se athanan por el engrandecimiento de una objetividad que les destruve las gentes se controntan con cL absurdo de su propio dolor incomprensible En la medida en que asume este dolor individual que en Sano trato de constrenir la falsa untyersalidad del racionalismo moderno la intuicton schopenhaueriana del absurd de la Voluntad refleya criicamente el proceso de ensimismamiento de la razon jlustrada del que cimerge como su sombia el fantayma de la sin razon de fuerza constructors etvilizadora la razon ha pasado a convertirse en und ciega & itracronal porcncta de destruc ion bajo Cuy.a fatalidad sucumben cf hom bres Ta natutleza un tempe ravon no ha side destruida por el irractonalismo como preiende ene tos Lhacs sito gue els por en destructiva EI] racionalismo schopenhauertano tkdado de bureeypovetteorgo maria nohi/ootaonsg sos Beta) ertuament ete destino asl eran El estilo schopenhauetnano dehe contemplarse tambien bao estas fur. Que la mers nq un peneamiento se de fe inseparable de Io que ese pensamtento dees ala jue resulta evidente +1 Comparamos la cscrituta de Schopenh wer an ricamente Interaria Con 1 ror concey Hi n 2or Conceputial que hacia: as, delictay de los {tlosotoy ricionalists desele Descartes a Heat 6 DOLORES CASTRILLO MIRAT pasando por Wolf y Kant. ;Por qué el lenguaje literario? ,Por qué Schopenhauer abandona, como més tarde haran Kierke- gaard y Nietzsche, el afan de rigor y exactitud que marcaba hasta entonces el tono de la verdadera especulacién filoséfica? La respuesta no puede ser otra que el reconocimiento de que, con él, la filosofia experimenta un giro que debe ser calificado, sin asomo de exageracién, de «revolucionario». Ya no asume més la tarea de legitimacidn de la razén cientifico técnica que Ia filosofia habia hecho suya desde Descartes —no en vano su modelo era el matemiitico~, sinoque emprende la critica de la raz6n destructiva Es muy posible, por no decir seguro, que Schopenhauer hubiera repudiado como pura charlataneria el esfuerzo por interpretar hasta donde es posible ~y no mas su experiencia del absurdo a la luz del fracaso histérico det proyecto ilus- trado. Su obra es no interpretativa y en ningun momento se pro- puso ofrecer razones para acaliar el silencio del absurdo, lo que naturalmente abrirfa, al menas en cierto grado, la posibili- dad de su superacidn. Sin embargo, a pesar de que nada promete, en ella se encuentra el reconocimiento del mundo det sufrimiento, y éste es el punto de partida que incita a la lucha por su supresion. Dolores CASTRILLO MIRAT 36 ee me oan ARTE DEL BUEN VIVIR & SEE ee INTRODUCCION "TOMO ta nocién de ta sabiduria de la vida en su acep- cidn inmanente, a, saber: en el sentido de arte de hacer la vida lo més agradable y feliz posible, estudio pue pudiera lamarse también eudemonolog(a ; seria un tratado sobre la existencia feliz. Esta podria a su vez definirse como una existencia que, considerada desde el punto de vista puramente exterior o més bien (pues se trata aqui de una apreciacién subjetiva) que, después de fria y madura reflexién es preferible a la no-existen- cia, La vida feliz, asi definida, nos apegaria a ella por si misma y no sdlo por el temor de la muerte, resultarta de aqui, ademés, que deseariamos verla durar indefini- damente. Si la vida humana corresponde o puede co- rresponder a la nocién de esa existencia, es una cues- tidn a la cual ha respondido negativamente mi filosofia ; por el contrario, la eudemonologia presupone una res- puesta afirmativa. Esta, en efecto, se basa en el error innato que he combatido en mi gran obra, al comienzo del capitulo XLIX, volumen I (I). Por consiguiente, para poder tratar la cuestién, he debido apartarme por completo del punto de vista elevado, metafisico y mo- ral a que conduce mi verdadera filosofia. Todos los asuntos que siguen estén fundados, en cierto modo, en una acomodacién, en el sentido de que se examinan des- @) Et mundo como voluntad y representacion (Die Welt als Wille und Vorstellung). 39 ‘9 HOPLNHAUER de el punto de vista habitual y empirico y conservan ‘aquel error. Su valor sélo puede ser condicional, desde ci momento en que Ia palabra misma de eudemonologia és un eufemismo. No aspiran tampoco a ser completos, va porque el tema es inagotable, o porque hubiera de- biddo repetir lo que otros han dicho ya. ‘Como obra digna de leerse, que trate de la misma materia. que los actuales aforismos, sdlo recuerdo el libro de Cardanus: De utilitate ex adversis capienda; podré servir para completar lo" que presento aqui. Es cierto que Aristételes, en el capitulo V del libro I so- Sre la Retorica, ha intercalado una corta eudemonolo- gia; pero ha producido una obra muy menguada. Yo oo ine recurrido a estos predecesores; compilar no es ‘mi oficio, y tanto menos cuanto que asi se pierde la linidad de perspectiva, que es el alma de las obras de esta clase. En general, los sabios de todos los tiempos fan dicho siempre lo mismo, y los necios, esto es, la inmensa mayoria de todos los tiempos, han hecho y di- ‘cho también lo mismo, y siempre seguird siendo ast. Por one idecia Voltaire: Nous laisserons ce monde ci aussi fot et aussi mechant que nous T'avons trouvé en y rrivant (al marcharnos del mundo, le dejaremos, tan tonto y tan malo como le encontramos al llegar a él) pat CAPITULO PRIMERO DivisiON FUNDAMENTAL * Apstorezes ha dividido (1) los bienes de la vida hu- vos cana tres clases: 10s extriores, los del alma cuerpo. Conservando la divisién en tres, digo ue lo que diferencia la suerte de los morales puede te. a vere a tres condiciones fundamentales. Son éstas : “any Hogue uno es: as, pues. Ia personalidad en su sentido lato. Por consiguiente. se comprende aqui salud, la fuerza, ta belleza, el teniperamento, el racer moral, la inieligencia y su desarrollo. mor gencia y , hate, Eo, se uno ene: as, pues, Ia propiedad y el 3+ Lo que se representa: sabid presién se entende Ta manera como los demés se Te. Presentan a un individuo: por consiguiente, lo que estd fen su representacién, Consiste, pues, en su opinién s bre lyse divide en honor, categoria y fora aur ferencia de a primera clase de que tenemos ue ibid entre os hombres, de-donde ya se puede in ferir que su influencia sobre ta felicidad o Te desaracia jal y més penetra ferencias derivadas de las reas humana gue hemes ) Ethica Nicumaco, 1, 8. 41 s *PENHAUER it jguientes. Por lo que ncionado en Tas dos clases siguient ¢ Me's verdaderasvertjs psoas, con Ts ‘a todas las ventajas de la categor Paci iento, aunque sea real, de la riqueza y demés, lo me Tos reyes. verdaderos son a los reyes de teatro Ya Metrodoro, primer discipulo de Epicuro, habit intitulado un capitulo: Majoren esse causam ad felt taten edm, quae est ex nobis, ed, quae ex rebus. tur (1). ¥, sin duda alguna, para el bienesty Oe! oo y ha je ser, lo viduo y hasta para toda su manera de ser, lo princiPa coduce en él, Allf resi ts lo que se encuentra 0 Se Pro e Samediatamente, en efecto, su bienestar o su malestar; bajo esta forma, en definitiva, se manifiesta prime”o Pevaitado de su sensibilidad, de su voluntad y desu Pensamiento; todo Io que se encuentra en ¢) exert fene solo una influencia indinecta, Asi, pues, Tas isms it itecimientos- citcunstancias, los mismos _ acont indivi ferente manera, y aunqu afectan a cada individuo de di y aunque i ‘biente, cada cual vive en colocados en un mismo amt Si 2 aie relacion mundo distinto, Porque no tiene. directamente reer tue con sus propias percepciones. ©: s ra sgnes y con movimientos de su propia volta xtoriores no ejercen influencia sobre 1s osm cunnto que deverminan ss fensmnos ime 0 jive cada uno, de] tiores. El mundo en que vive cad: pene de Ia it 1 difiere en cada cerebro; manera de concebitlo, la cual difiere en cada eens: naturaleza de la inteligencia, parec mp nao y ‘monétono, o Fico, interesante € importante. Casado uno, por ejemplo, envidia a otro las avenite q te su vida, i ‘ates que Je han ocurrido durante su vids intereeatie mds bien la facultad de concepeién que ha prestado a estos acontecimientos, la importancia q “TW De como las causes que provienen de most Mg. mos contribuyen ms reg, Vease Clemente de Alenia. Tee de Tas. cosas exter Siomata Tl, dt, 652, en le edicién de Wirzbarger de las Operas polémicas. 2 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. 1 tienen en su descripcién, porque el mismo aconteci- miento que se presenta de una manera tan interesante en el cerebro de un hombre de talento, no pareceria, concebido por un cerebro vulgar, més que una escena insipida de la vida cotidiana, Esto se manifiesta, en el més alto grado, en muchas poesias de Goethe y de By- ron, cuyo asunto se basa, indudablemente, en un dato real; un necio, al leerlas, es capaz de envidiar al poeta la agradable aventura, en lugar de envidiarle la robusta imaginacién, que de un acontecimiento vulgar ha sa- ido hacer algo tan grande y tan bello. De igual manera, el melancélico verd una escena de tragedia alli donde el sanguineo no ve mds que un conflicto interesante, y el flematico un hecho insfpido. Todo eso deriva de que toda realidad, es decir, toda actualidad cumplida se compone de dos partes, el sujeto y el objeto, partes tan necesaria y tan estrictamente unidas como el oxigeno y el hidrégeno en el agua. La mitad objetiva idéntica, Siendo distinta la subjetiva, o reciprocamente, hard que la realidad actual ser distinta; 1a mitad objetiva més hermosa y mejor, cuando la subjetiva es obtusa, de mala calidad, nunca proporcionaré mds que una mala realidad y actualidad, semejante a una hermosa regin vista en el mal tiempo o reflejada por una mala céma- ra oscura. Para hablar més vulgarmente, cada cual esté forrado en su conciencia como en su piel, y sdlo vive inmediatamente en ella; asi hay poco socorro que pue- da venirle de fuera. En la escena, uno hace de principe, otro de consejero, otro de lacayo, otro de soldado, otro de general, y as{ sucesivamente. Pero estas diferencias no existen sino en el exterior; en el interior, como ni- cleo del personaje, el mismo ser esté forrado en todos: un pobre cémico con miseria y preocupaciones. En la vida ocurre lo mismo. Las diferencias de categoria y de riqueza dan a cada cual su papel que desempefar, al cual no corresponde, en manera alguna, una diferencia interior de felicidad y de bienestar; aquf sc alberga cn B SCHOPENHAUER cada cual el mismo pobre siervo, con sus cuidados y Sus miserias, que pueden diferir en cada cual en el fondo; pero que, por lo que atafie a la forma, es decir, con tespecto al ser propio, son casi idénticos entre todos; hay, seguramente, diferencias de grado, pero no dependen en absoluto de la posicién o de la riqueza, fs decir, del papel. Como todo lo que pasa, todo Jo que existe para el hombre no pasa, y no existe inmédiata- mente sino en su conciencia; indudablemente, la cua- Tidad de la conciencia ser4 lo préximamente esen y. ep 1a mayoria de los casos, todo dependeré de ésta Mucho mas que de las imagenes que en ella se repre~ Sentan, Todo el fausto, todos los goces, son pobres, teflejados en la conciencia obtusa de un trops, en com- paracién de la conciencia de un Cervantes cuando, en tina cdrcel incémoda, escribia el Don Quijote. La parte objetiva de la actualidad y de la rezlidad esté en ma- nos de Ta suerte, y es, por consiguiente, variable; la mitad subjetiva somos nosotros mismos; ¢s, por lo tanto, inmutable en su parte esencial. Asi, a pesar de todos los cambios exteriores, la vida de cada hombre eva, de un extremo a otro, el mismo cardcter: se le pue- de comparar a una serie de variaciones sobre el mismo tema. Nadie puede salir de su individualidad. Sucede ‘con el hombre lo que con el animal: éste, cualquiera que sean las condiciones en que se le coloca, permanece Gonfinado en el cftculo estrecho que la naturaleza ha razado irrevocablemente alrededor de su ser, lo cual explica por qué, por ejemplo, todos nuestros esfuerzos por hacer la felicidad de un animal que amamos deben MPantenerse forzosamente en limites muy restringidos, precisamente a causa de esos limites de su ser y de su Ponciencia; de igual modo, la individualidad del hom- bre ha establecido de antemano la medida de su feli- cidad posible. Son, especialmente, los limites de sus fucrzas intelectuales los que han determinado, de una vez para. siempre, su aptitud para los goces elevados. 4 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. I Si son reducidas, todos los esfuerzos exteri To que los hombres o la fortuna hagan Por es todo eso ser impotente para transportarla més allé de la feli« cidad y del bienestar humano ordinario, medio animal ; ha de ‘contentarse con los goces sensuales de una vida intima y alegre en su familia, de una sociedad de baja estofa 0 de pasatiempos vulgares La instrucciOn mis: ma, aunque tenga cierto influjo, no puede ensanchar mucho este circulo, porque los’ goces mas elevados, més variados y més durables son los del espiritu, pot falsa que pueda set durante la juventud nuestra opi- nign a este respecto; y esos goces dependen especial- mente de Ja fuerza intelectual. Facil, es pues, ver clara- mente como nuestra felicidad depende de lo que somos, de nuestra individualidad, mientras a menudo no se tiene en cuenta sino lo que tenemos 0 lo que representa- mos. Cierto que la suerte puede mejorarse ; ademés, el que posee la riqueza interior, no le exigiré gran cosa; pero un trops seguird siendo un trops; un palurdo se- guird siendo palurdo hasta su fin, aunque fuese en el Paraiso y rodeado de huries, Goethe dijo: _Volk und Knecht und Ueberwinder, Sie gestebn, zu jeder, Zeit, . Kochstes Gliick der Erdenkinder Sei nur die Personlickeit (1). Que lo subjetivo sea incomparablemente mé cial a nuesra felicidad y & nuestros goces que 1 objet: . Yo, se conforma por el hambre, que es el mejor cocine- to, y por el anciano, que mira con idiferencia la diosa gue el joven idolatra, y arriba encontramos la vida del hombre de genio y del santo. La salud excede de tal manera a los bienes exteriores, que en realidad un men- lacayo conquistador —reconocen cada vez 19 bien de los mortales met sree | I tales —es slo la perso- 45 ‘SCHOPENHAUER digo sano es més feliz que un rey enfermo. Un tempe- tamento tranquilo y jovial, nacido de una salud perfecta y de una feliz organizacién; una razén hicida, viva, Penetrante y exacta; una voluntad moderada y dulce; y como resultado, una buena conciencia, son ventajas {ue ninguna categoria, ninguna riqueza puede reempla- Zar, Lo que un hombre es en s{ mismo, lo que le acom- paia en la soledad y lo que nadie puede darle ni qui- Firle, es indudablemente mas esencial para él que todo Jo que puede poseer 0 lo que puede ser a los ojos de Jos cemés. Un hombre de talento, en la soledad_ més absoluta, encuentra en sus propios pensamientosy ‘en Su_propia imaginacién con qué divertirse agradable- meite, mientras el set Timitado, por mas que varie de_ fiestas, de espectaculos, de paseos y de diversiones, no Hegaré a sofocar el tedio que le atormenta. Un carécter bueno, moderado y dulce, podré estar contento en la indigencia, mientras que todas Tas riquezas no pueden satisfacer a un cardcter avido, envidioso y_ perverso. En cuanto al hombre dotado con permanencia de una individualidad extraordinaria, espiritualmente superiov, Gte puede prescindir de la mayoria de los goces a que ‘el hombre aspira generalmente; ademas, no son para él més que un trastorno y un peso. Horacio dice de si mismo: Gemmas, marmor, ebur, Thyrrhena sigilla, tabellas, argentum, vestes Gaetulo murice tinctas, sunt qui habeant, est qui non curat habere (2); y Sécrates decfa, viendo algunos objetos de lujo ex- puestos para la venta: {Cudntas cosas hay que yo no necesito! (@) Hay quien tiene perlas, mérmol, marfil, estatuillas t= rromys, tabhilla, plata, repas tefidas de purpura setuliana, ¥ hay quien no se cuida de tenerlas. 46 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. I Ast, pues, la condici6n prim i wat oa pin ne ceil aun cuando no fuese sino porque obra constantemente y en todas las circunstancias, esto bastarfa para expli- carla; pero, ademés, no esté sometida a la fortuna como los bienes de las otras dos categorias y no puede sernos arrebatada. En este sentido, su valor puede pasar por absoluto, por oposicién al valor puramenterelativo de las otras dos. De aqui resulta que el hombre es menos susceptible de ser modificado por el mundo exterior de lo que generalmente se supone. Sélo el tiempo om- nipotente ejerce también aqui su poder; las cualidades fisicas ¢ intelectuales sucumben insensiblemente bajo sus ataques; s6lo el cardcter moral permanece inac- cesible para’ él. Bajo este respecto, los bienes de las dos siltimas categorias tienen una ventaja sobre los de Ja primera, en cuanto que el tiempo no los arrebata directamente. Una segunda ventaja pudiera ser que, estando colocados fuera de nosotros son accesibles por su naturaleza, y que cada cual tiene, por lo menos, la posibilidad de adquirirlos, mientras que lo que esté en nosotros, lo subjetivo, se susttae a nuestro poder; es- tablecido ure divino, se mantene invariable durante vida. Asi, los versos sij tinen ‘una inexorable verdad: Oeue Som Wie an dem Tag, der dich der Welt verliches: Die Soone stand fam Gree der lanetens Bist alsobald und fort und fort gediehen, Nach dem Gesetz, wonach du angetreten. So murzt du seyn, dir kanust du nicht ent flichen, So sagten schon Sybillen, so Propheten ; , Un keine Zeit und keine Macht zerstiickel Geprigte Form, die lebend sich entwickelt (1). (1) Asf como el dia que has lic oie oreo, Mee tite de bién continuamente, con arreglo a la ley, conforme a la 47 t “SCHOPENHAUER Lo tinico que podemos hacer, por nuestra parte, es emplear esta personalidad, tal como se nos ha dado. en provecho nuestro; por consiguiente, no ers uit sino las aspiraciones que le corresponden; ‘no buscar sino el desarrollo que le es apropiado, evitan fo cunt quiet otro; no escoget, por tanto, sino el estado, én el género de vida que le conviene. oUt, Yotado de ns fuera. musclat extaord- natia, forzado por las circunstancias exteriores @ dedi carse a una ocupacién sedentaria, a un trabajo manual. Ieticuloso y pesado, o bien al estudio y @ oeupaciones cerebrales; ocupaciones que reclaman fuerzas my Ss tintas, que no estd desarrolladas en él y que ges Bree cisamente sin empleo las fuerzas po: las cuales se ds: tinguen; un hombre asi se sentira desgraciado a su vida; mucho més desgraciado serd aquél en i ou Tas fuergas intelectuales dominan y que se ve obligado ‘a dejarlas inertes y sin empleo para, ocuparse eum no las reclama, $ 1 corporal ara‘el cual no es sufiiente Ia fuera fsea No. obstante, en esto hay que hutt. principalmente en Ja juventud, del escollo de la presuncién y no atri jue no se tienen. “Oe ls preponderancia bien mareada de muestra, priv mera clase sobre las otras dos, resulta que es mas curt: do trabajar por conservar Ja salud y por desarrollar las facutades que por adquirie rguezss; sin embergo, 09 ha de interpretarse esto en el se ue deb des: defiarse la adquisicién de lo necesario y 5 i fueza propiamente dicha, esto es, lo melo, contabuye poco a nucsa fiidad: ai qe muches'tieds se sienten desgraciados ‘porque est des “provistos de cultura real del espfritu, de conocimientos, cual es tu destino; no puedes librarte Sa a cor nt pablaban yas Sibias, a8 los Profetas; flingun tiempo, ninguna potencia destuye 18 for Tue se desarroila en el transcurso de kz vida. 48 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP, 1 Pot comsiguiente, de todo interés objetivo que pueda wacerles_aptos para una ocupacién intelectual. Porque Jo que Ta riqueza puede proporcionar, aparte de la sa. tisfaccién de las necesidades reales y naturales, ejerce una minima influencia sobre nuestro verdadero bien estar; esto es, al contrario, perturbado por las verdade- tas e innumerables inquietudes que trae consigo la con: servacién de una gran fortuna, No obstante, los hombres que se ocupan mil veces mas de adquirir la riqueza que la cultura intelectual, aunque seguramente lo que uno es contribuye mucho més a nuestra felicidad que lo que uuno tiene, ;Cudntos vemos, diligentes como hormigas, y ocupados desde la mafiana hasta la noche en au. Mmentar una riqueza ya adquirida! No conocen nada més alld del limitado horizonte que encierra los medios de conseguir eso; su espiritu esté vacfo, y, en conse- cuencia, inaccesible a cualquier otra ocupacién. Los goces més elevados, los goces intelectuales son inabor- dables para ellos; en vano tratan de reemplazarlos por goces fugitivos, sensuales, ligeros, pero costosos de ad- quitir, que se permiten de cuando en cuando, En el término de su vida se encuentran como resultado, cuan- do la fortuna les ha sido favorable, un gran montn de dinero, que dejan a sus herederos, encargindose ésto: de aumentarlo 0 de disiparlo. Esa existencia, aunque en apariencia sea muy seria y muy importante, es tan! insensata como lo seria la que enarbolase por ensefia\ el centro de la Jocura, a Asi, pues, Jo esencial para la felicidad de la vida es . lo-que uno fierie“en'si mismo. Unicamente porque la “dosis es de ordinario™ tan reducida, es por lo que la mayoria de los que han salido ya victoriosos de la lu- cha contra la penuria se sienten en el fondo tan desgra: ciados como los que atin estén en la refriega. Su vacio interior, la insipidez de su inteligencia, la pobreza de su espiritu, les inducen a buscar la compaiia de otros, pero la compufta de otros iguales a ellos, porque simi. 49 ‘SCHOPENHAUER lis simili gaudet. Entonces comienza en comin la caza del pasatiempo y de la diversion, que buscan primero fen Ins goces sensuales, Iuego en los placeres de, todas Clases y, por ultimo, en el desenfreno. La causa de esta funeste disipacion, que en un tiempo a veces increfble~ mente corto hace dilapidar grandes herencias a tantos hi- jos de familia que han entrado ricos en a vida, no es ot", sy verdad, que el tedio resultante de esta pobreza y de fete vacio del espiritu que acabamos de describir. Un joven as{ lanzado al mundo, rico en el exterior y pobre por dentro, inutilmente se esfuerza en reemplazar, te Fiqueza interior por la exterior; quiere recibirlo todo Ge fuera, como esos ancianos que tratan de apurar nue vas fuerzas en el aliento de las jévenes. De esta manera, la pobreza interior acaba por producit también la po- breza exterior. No encareceré la importancia de las otras dos cate gorias de bienes de la vida humana, porque la fortuna ee hoy demasiado universalmente epreciada para ne- fesitar que se recomiende. La tercera categoria ¢s de (ma naturaleza muy etérea comparada con la segunda, toda vez que no consiste sino en la opinién de los de- Gs, Sin embargo, cada cual esté obligado a aspirar al honor, es decir, a un buen nombre; a una posicién s6lo pueden aspirar los que sirven al Estado, y, por lo que Mate a la gloria, son infinitamente pocos los que pue- den pretenderla. El honor se considera como un bien ‘napreciable y la gloria como la cosa més exquisita que tL hombre pueda adquirir; es el vellocino de oro de fos elegidos; por el contrario, s6lo los necios prefe~ rirdn la posicidn a la rigueza. La segunda y ta tercera categoria ejercen, ademas, una sobre otra, lo que. $e lama una accién reciproca ; asf, el adagio de Petronio: habes, habeberis (1), 8 cierto, y, en senpido inverso, la buena fama de otro en todas sus formas, nos ayuda mu- chas veces a adquirir la riqueza. —@ Tienes, tendrés. 50 i CAPITULO II De LO QUE UNO ES ‘A hem i Y +t vi na muse! sie on een, Lo nd ie: ini ao ecard as Seer wrtempac oe mie hrs Hing Pi) dice; “Disfruta en Pa- oc ane fps comer A om gracia, lo que sucede a un hombre en su vida mt es de m ta rade sentirlo, ir, la naturaleza y el grado de sensibilidad ee neta, Lo due tenemos en nosotros mismos y por ros" mismos, en una palabra, la. personalidad su valor, ese e5 el tnico factor inmediato de nuestra (1). Esta frase, aproximadamente, significa disfrutar. os ‘SCHOPENHAUER felicidad y de nuestro bienestar. Todos los demés obran inditectamente; asi, pues, su accion puede amularse pero le de 1a personalidad, nunca, De ah viene que 1s Envidia mas irreconcilable y, a! misma tiempo, Ta més — eqidadosamente disimulada, es Ja que. tiene. por opiers — eprveMis personales. Ademés, Ja cualidad. de. Ie “Gonciencli es la nica cosa permanente y persistente 5 i -ntemente, continuame be individualidad obra conscientem te fds 0 menos, en todo instante; todas Tas demés Condiciones s6lo influyen temporalmente, ocasionalnets ibiar 0 desaparecer. te, pasajeramente y pueden caml teteles dice! nam natura perennis est, non ops (i) Por esignacién una desgracia, eso soportamos con més re: spac ye jue aquella de que causa es puramente exterior, qi os P "porque el destino pue culpables nosotros mismos; porque el | sattar pero nuestro. propio cardcter es inmutable, Por Consiguente,los_bienes subjeivos, tales come, vi fs 9, U ‘bro robusto, un + riicter generoso, un cere un cuerpo bien organizado, y en perfecta sal, 6 6 una manera general; mens sana in corpore sang ae esos son los biznes supremos y més importanes Pare ae ash abi fuestra felicidad; asi, pues. dedicarnos vig su conservaciin que as bien a su desarrollo y a su : posesion de los bienes exteriores y de la honra exte . mepero Jo que més que nada contribuye sireament i Or 1. nuestra felicidad, es un hum 2 buena cualidad encuentra inmediatamente su_tesom, ‘ | En efecto; el que es alegre; tone Siempre motivo para selo, por Io misma que 1 Ge azar a todos los Nada puede rerio esta cualidad, mientras que ella completamente como esi cla Crista no puede reemplazarse por nada, Que un “a nme, mas no las obras. 1) “Porque la Naturleza e> perenne, { “AitnSana'en everpo sano 32 - - ‘Petter a t. al ola = pee dod ARTE DFL BUEN VIVIR—CAP. It bre sea joven, hermoso, rico y considerado, para poder juzgar de su felicidad: la cuestién seria saber si, ademas. es alegre; en cambio, si es alegre, entonces poco im- porta que sea joven o viejo, bien formado o contra- hecho, pobre o rico: es feliz. Siendo joven, lef un dia en un libro viejo la frase siguiente. Quien rie mucho, es feliz, y quien Hora mucho es desgraciado; nota muy > vulgar, pero que yo, a causa de su verdad tan sencilla. no he podido olvidar, aunque sea el superlativo de un truism (1). Asi, pues, debemos abrir puertas y ventanas a la alegrfa, siempre que se presente, porque nunca llega a destiempo, en vez de vacilar en admitirla, como a menudo hacemos, queriendo primero darnos cuenta de si tenemos motivos para estar contentos por todos conceptos, 0 por miedo de que nos aparte de medita- ciones serias 0 de graves preocupaciones; y, sin em- bargo, es muy incierto que éstas puedan mejorar nues- tra situacién, al paso que la alegria es un beneficio imediato. Ella sola es. por decirlo asi, el dinero con- tante y sonante de la felicidad; todo lo demés no es més que el billete de banco: porque sdlo ella nos da la felicidad en un presente inmediato; asi, pues, es el bien supremo para los seres cuya realidad tiene la for- ma de una actualidad indivisible entre dos tiempos in- finitos. Debiéramos, pues, aspirar, ante todo, a adquiri + conservar este bien. Es cierto que nada contribuye ‘nenos a la alegria que la riqueza, y nada contribuye| ‘nds que la salud; en las clases inferiores, entre los tra-/ >ajadores, y particularmente entre los trabajadores de la! vetra, se observan los rostros alegres y contentos; en 0s ricos y los grandes dominan las figuras melancélicas., Por consiguiente, debiéramos dedicarnos, ante todo, a sonservar este estado perfecto de salud, cuya floracién 1) Palabra inglesa_muy expresiva; viene a ser como verdad trivial, evidentisima, perogrullada. 3 ‘SCHOPENHAUER es la alegria. Para eso sabido es que deben evitarse to- dos los excesos y desenfrenos, toda emocién violenta 0 penosa, as{ como toda satisfacciGn excesiva o muy pro- Tongada; hay que tener cada dia dos horas, por lo me~ nos, de ejercicio rapido al aire libre, darse afios fre- Cuentes de agua fria y otras medidas dietélicas del mismo género. No hay salud si mo se hace todos los dias suficicnte movimiento; todas las funciones de la Vida, para efectuarse adecuadamente, exigen el movi- Tniento de los Srganos en los cuales se verifican y del cuerpo en conjunto. Por eso ha dicho Aristételes, con tazon: La vida esté en el movimiento, La vida con- iste en tl movimiento, y en él tiene su esencia. En el interior de todo organismo reina un movimiento ince- sante y répido; el corazén, en su doble movimiento, tan complicado, de sistole y de difstole, palpita impe~ {uosa e infatigablemente; veintiocho pulsaciones le bas- tan para. precipitar la masa entera de la sangre en el torrente de la circulacién grande y pequefia: el pulmén da a la bomba sin cesar como una méquina de vapor ; fas entrafas se contraen continuamente en un movir miento peristiltico (motus peristdlticus); todas las glan- Gulas absorben y secrecionan sin interrupcién ; el mis- mo cerebro tiene un doble movimiento para cada latido Gel corazén y para cada aspiracién del pulmén. S como ocurre en el género de vida completamente seden- fario de tantos individuos, el movimiento falta casi en fabsoluto, resulta una desproporcién notable y perniciosa entre el reposo exterior y el interior tumulto, Porque este perpetuo movimiento en el interior exige que sea ayudado en parte por el del exterior; este estado des- proporcionado es andlogo al en que nos encontramos Prendo nos vemos forzados a no manifestar nada al exte- fior mientras una emocidn cualquiera nos hace hervic in- Luriormente Hasta los arboles, para florecer, necesitan ser agitados por el viento. Esta es una regia absoluts que 54 —s ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. I se puede enunciar de una manera més concisa en latin: Omnis motus, quo celeror, eo magis motus (D) = geEats sats cuenta de emo nuestra felicidad depen-— de de una alegre disposcién de dnimo y éta del estado ae stud no tenemos mds que comparar Ja impresion ae -Producen sobre nosotros las mismas circunstancias Exteriors 0, ls, mismos acontecimientos durante los as de fa Me y de vigor, con la que se produce cuando . un estado de enfermedad nos dispone a estar torpes © ingucos. No es fo que son objetivamente yen realidad , son para nosotros, en nuestra per- ezrin, lau 8 hace flies 0 desraciados Esto Epicteto: Commovent homines sed de rebus opiniones (En general, las iiueve deck. mas partes de nuestra felicidad se fundan en la salu. ‘on ella, todo se convierte en manantial de placer; tin ella, por el contrario, no podriames disfrutar de un bien exterior, de cualquier naturaleza que sea; hasta los demés bienes subjetivos, tales como las cualdades de la inteligencia, del coraz6n, del cardcter, disminuyen se echan a. perder por el estado de enfermedad. Asi Bes, no sin razén, nos informamos mutuamente del Estado de nuestra salud y nos deseamos reciprocamente el estar bien; porgue eso es, en realidad, lo més impor Sante que hay para la felicidad humana, Siguse, pues, de aqui que es la mds grave locura sacrfiear Ia salud a cualquier cosa: riqueza, carrera, estudios, gloria y, es pecialmente, a la voluptuosidad y a los goces fu; ites: For el contratio, todo debe cedetle el puesto. Por grande que sea la influencia de la salud sobre sa alegria tan esencial a nuestra felicidad, sin embargo. sta no depende tinicamente de la primera, porque, con ana salud perfecta, se puede tener un temperamento ) “Un movi ‘ovimiento es”. 12)""Conmuieven a los hombres no la «preciaciones sobre las cosas” se cosas iento, cuanto mds acelerado, tanto més ‘SCHOPENHAUER fico y una disposicién predominante a la tns~ primitiva y. por consiguiente, iamutable del organismo, ¥ més especialmente en la relacion ms o menos normal de la sensibilidad con 1a ititabilided y la reproduct, Vidad. Una preponderancia anormal de ta sensibilidad producid la desigualdad de humor, una aegis pesos jerada yuna melancolia tempor . Fee en ak bers cetriosa, es decir, de la sensibilidad, Aristételes ha ob- reryado ‘rectamente que todos los hombres ilustres y tminentes. son melancélicos: “Todos los hombres que sz han distinguido ena lost, en 1 politic, en Ta fa, en la ciencia, han sido melancdlicos.” este sasaie ha tenido, sin duda, a la vista Cicerén en quella frase tan citada: Aristtles ait, omnes ingenio- Sas melancholicos esse (1), Shakespeare ha descrito muy graciosamente esta divetsidad del temperamento gs neral: Y in her time Nature has fram'd strange fellows in he Some that will cvermore peep through their eyes. ‘And Laugh, like parrots, at a bes Piper thers of soch vinegar aspect, _ ‘And otrsrit not show their teeth in way of simile, Though Nestor swear the jeest is laughble (2). isma diversi is én con Ios nom- ta misma diversidad la designa Plat6n con, brea de "De humor, dificil” y “De humor, fécil”. Puede teferirse esta diversidad a la susceptibilidad, muy distin ()_Aristételes dice, que todos es, hombres de talento jo melancélicos. Tusculanae, T, 33. oe indivi ban sido me cticca ha formado, a veces extafios indvic duos: unos que eterriamente estén guiflando los ojos ¥ Hee {fen como los papagayos, ante un tocador de fiagta, y orth Gevtal aspecto. avinagrado, que enseRarin, sus dients sor fiendo, aunque Néstor jure que la ol isa, Merchater Of Venise, Escena I. 56 ARTE DEL BUEN Vivi CAP. ta en los diferentes individuos, para las impresiones agradables o desagradables, a consecuencia de la cual uno se rie de lo que a otro le desespera. La susceptibilidad para las impresiones agradables es tanto menor cuanto mayor es la susceptibilidad para las desagradables y viceversa. En iguales circunstancias de éxito 0 de fra- caso en una empresa, el “de humor, dificil” se enfadaré por el fracaso y no se regocijaré por el éxito: el “de hu- mor, fécil”, por el contrario, no se disgustaré por el fracaso y se alegraré del éxito. Si el “de humor, di- ficil” tiene éxito en sus proyectos, de diez veces, nueve no_se alegraré de las nueve veces en aue ha tenido éxito, sino que se enfadard por la décima en que ha fracasado: en el caso inverso, el “de humor, facil” se consolara y regocijaré con este éxito tinico. Pero no es facil encontrar un mal sin compensacién alguna; ast ocurre que los “de humor, dificil”, es decir, los caracteres sombrios e inquietos, tendran que soportar mas desgracias y sufrimientos imagina- Tios, pero, en cambio, menos desgracias y sufrimien- tos reales que los caracteres alegres y despreocupados, porque el que lo ve todo negro, el que siempre piensa en lo peor y, por consiguiente, toma sus determina- ciones, no tendra desengafios tan frecuentes como el que ve todas las cosas con los colores y las perspectivas risuefias. Sin embargo, cuando una afeccién mérbida del sistema nervioso o del aparato digestivo viene a recru- decer una dificultad innata, entonces ésta puede legar a ese alto grado en que el disgusto permanente produce el tedio de la vida, de donde resulta la inclinacién al suicidio, Este puede entonces provocarse por las mas minimas contrariedades; en un grado superior del mal, no se recesita siquiera motivo; la sola permanencia del mal sasta para determinarlo. El suicidio se leva a cabo zntonces con una reflexién (an fria y una resolucién 7 ‘SCHOPENHAUER inflexible, que el enfermo, en esta etapa, puesto ya oe ens “pajo cierta vigilancia, con el espiritu cons. fantemente fijo en esta idea, se aprovecha del pr ver momento en que se descude In vigiania para reeurti in vacilacién, sin lucha y sin espant a ace alan aaturaly tan oportuno en aquel mo- are estado lo ha deserito muy a la larga, Eaquisol on su ttatado Des maladies mentales. Bs cierto que el hom- tre més sano, més alegre, podré también, en cerias circunstancas, determinarse al sukidio; 30 sucederd cuando Ia intensidad de Ios sufrimintos 0 de una desgra- cia préxima e inevitable sea ms fuerte que los terrores de ta muerte, No hay diferencia mis que ene fuera enor del motivo determinante, gn velacién inversa con la dificultad. Cuanto mayor es sta, mas insgnificante podrd ser el motivo, hasta Hegar a ser_mulo;. por el contario, cuanto mayor, sea ls ‘ivacidad, asf como la salud, que es su base, més grave debe ser el motivo. Habrd, pues, srados innumerable entre Tos dos casos extemos de suciio; entre el pro- vocado puramente por una recrudescencia enfermiza de Wa ictadinmatay l del hombre sano y alegre, origi wusas meramente objetivas. nave Petia es andloga a la salud, en parte Esta cus. lidsd subjetiva, aunque sélo contribuya indirectamente a fa felicidad por la impresién que produce, sobre Tos dems, tiene, con todo, gran importancia, ain para sl sexo masculino. La belleza es una carla abiera_ de recomendacién, que nos gana los corazones de antema- ho: a ella se aplican principalmente aquellos v Homero: fi iosos de los dio- deben desdearse los dones gloriosos en “jue sélo ellos pueden dar y que nadie puede acep- tar 0 rehusar a capricho. 38 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. I Una ojeada general nos hace descubrir dos enemigos de la felicidad humana: son el dolor y el tedio, Ade- mas podemos observar que, a medida que conseguimos alejarnos del uno, nos acercamos al otto, y recfproca- mente; de manera, que nuestra vida representa, en rea- lidad, una oscilacién mas © menos fuerte entre ambos. Eso proviene del doble antagonismo en que cada uno de ellos se encuentra respecto del otro, exterior u ob- jetivo, ¢ interior 0 subjetivo. En efecto, exteriotmente la necesidad y Ja privacién engendran’ el dolor; en cambio, el bienestar y la abundancia hacen brotar el te- dio. Por eso vemos a la clase baja del pueblo en lucha incesante contra la necesidad, y, por consiguiente, con- tra el dolor; y a la clase rica’y elevada, empefiada en una lucha permanente y a veces desesperada contra el tedio (1). El antagonismo interior o subjetivo se funda en que, en todo individuo, la facilidad para imptesio- narse por uno de estos males esté en relacién inversa con la de impresionarse por el otro; porque esta sus- ceptibilidad esté determinada por la medida de las fuer- 2as intelectuales. En efecto, un espititu obtuso va siem- pre acompafiado de impresiones obtusas y de una falta de irritabilidad, 10 que hace al individuo poco accesi- ble a los dolores y a los disgustos de toda especie y de todo grado; pero esta misma cualidad obtusa de la in- teligencia produce, por otra parte, ese vacio interior que se revela en tantos semblantes, y que se manifiesta “or una atencién siempre despierta hacia todos los acon- zcimientos, atin los més insignificantes del mundo ex- ztior; ese vacio es la verdadera causa del tedio, y el ue lo sufte aspita, con avidez, excitaciones exteriores, fin de Hegar a poner en movimiento su espiritu y su yrazén por cualquier medio. Asi que no es dificil la Q) La vida némada, que denota la infima etapa de la ‘izacion, se encuentra también en la superior, en la vida < tourist generalmente propagada, La primera’ nace de la wscesidad; la segunda, del tedio. . 59 ‘SCHOPENHAUER cleccién de medios: bien se nota en Ia lamentable mez- quindad de las distracciones a que se entregan los hom- tres, en el género de sociedades y conversaciones, qu buscan, no menos que en el gran nimero de imbéciles y babayos (1) que por el mundo andan, Ese vacio i - Tior es lo que principalmente les induce a la. persecu- cin de toda especie de reuniones. de diversiones, de placeres y de lujo: persecucién que a tantas pennas conduce @ Ii disipacién y. finalmente, a a miseria. Na- da pone mis en guardia contra estes extravios que la riqueza interior, la fiquezd del espiriu: porque cuanto mas se aproxima éste a la superioridad, menos, lugs deja al tedio, La actividad incesante de los pensamiento, su ejercicio siempre rcnovado en presencia a as a nifestaciones diversas del mundo interior y exterior, a fuerza y la capacidad de las combinaciones, siempre variadas, ponen a un cerebro emirente fuera del al cance del tedio, salvo en los momentos de fatiga. Mas, por otra parte, una inleligencia superior tiene por con- dicién inmediata una sensibilidad mis viva, y por cau- sauna impetuosidad mayor de la voluntad y, en con- secucncia, de la pasién; de la unidn de estas dos condi- ciones resulla una intensidad més. considerable, de to- das las emociones y una sensibilidad exagerada pa Ios dolores, morales y hasta para los dolores fistos, como también una impaciencia mayor enfrente de todo obstéculo y hasta de un simple trastorno. Lo que com tribuye ain mis poderosamente a todos estos efectos ¢s la vivacidad producida por la fuerza de Ja imagina- cin. Lo que acabamos de decir se aplca, guardada toda proporcién, a todos los grados intermedios que. lean el vasto intervalo comprendido entre el imbéeil més obtuso y el mayor genio. Por consiguiente, tanto obje- tiva como subjetivamente, todo ser se aproxima tant (1) Thirsteher und Fonsterkucker; literalmente, porteros, y ventaneros. ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. I més a uno de los manantiales de las desgracias huma- nas cuanto més se aleja del otro. Su inclinacién natu: ral le Ilevard, pues, en este respecto a compaginar lo mejor posible 1o objetivo con lo subjetivo, es decir, a recaverse lo mejor que puede contra la causa de su- ientos que mas fécilmente le afecta. El hombre inte- ligente aspirard, ante todo, a evitar cualquier dolor,~ cualquier molestia y a encontrar el reposo y el ocia; buscard, pues, una’ vida tranquila, modesta, defendida de los importunos; después de haber mantenido durante algtin tiempo relaciones con lo qué se llama los hom- bres, preferird una existencia retirada, y, si es un es- piritu muy superior, escogerd la soledad. Porque cuanto més posee en si mismo, un hombre, menos necesidad tienen del mundo exterior y menos titiles le pueden ser los demds. Asi, pues, la superioridad de la inteli gencia conduce a la insociabilidad. ;Ah! Cuando la calidad de la sociedad pueda sustituir a la cantidad, en tonces metecerd la pena vivir aunque sea en el gran mundo; pero cien necios puestos en montén no pro- ducen un hombre de talento. El individuo colocado en el extremo opuesto, desde el momento en que la nece- sidad le da tiempo para tomar aliento, buscaré a toda costa pasatiempos y sociedad; se acomodard a todo, sin huir de nada més que de si mismo. En la soledad, donde cada uno se ve reducido a sus propios recursos, se re- vela lo que posee por si mismo; alli el imbécil cubierto de piirpura, suspira aplastado por el fardo eterno de su miserable individualidad, mientras que el hombre de altas dotes puebla y anima con sus pensamientos la re- gin més desierta. Por eso dijo Séneca con razén: Om: nis stultitia laborat fastidio sui (1); ast también la sen= tencia de Jesis de Sirach: “La vida del necio es peor que la muerte.” Por consiguiente, vemos, en resumen, que todo individuo es tanto més sociable cuanto més po- (1) Toda necedad sufre el fastidio de sf misma, 61 SCHOPENHAUER espititu, y, en general, cuanto mas vulgar es. ae see caret mundo apenas hay término medio entre fl awslamiento y la sociedad, Se supone que los negros fon los mas sociables de todos los hombres ; como son también, sin duda alguna, los mas atrasados intelectwal- tnente; informes enviados de la América del Norte y publicados por periédicos franceses (|), cuentan que los negros, sin distincién de libres 0 esclavos, se reunen fn gran mimero en el local mas reducido, porque no se icansan de ver reflejadas sus caras negras y abultadas. seeDel_ mismo modo que el cerebro parece ser el pa- résito 0 inquilino del organismo entero, asi también Ios ocios adquitidos por cada uno, dindole el libre goce de su conciencia y de su individualidad, son por este motivo el fruto y el rédito de toda su existencia, que, para los demés, no es més que trabajo y dolor. Pero Thora veamos lo que dan por resultado los ocios de Ia mayoria de los hombres. Tedio ¢ idiotizacién, siem- pre que no se encuentran goces sensuales 0 tonterias para jlenar estos ocios. Lo que demuestra que esos ocios no tienen valor alguno, es la manera de ocuparlos: son el ozio lungo d’homini ignoranti (2) del Ariosto. El hom- tre vulgar sélo se preocupa de pasar el tiempo; el hom- bre de talento de aprovecharlo. La razon de que los espiritus Timitados estén tan expuesios al tedio, es que Su inteligencia no es absolutamente otra cosa que el intermediario de los motivos para su voluntad. Si en un momento dado no hay motivos que tener en cuenta, Entonces la voluntad reposa y a inteligencia huclga, porque la primera, lo mismo que el otfo, no puede en- {rar en actividad por su propio impulso; el resultado es tun terrible estancamiento de todas las fuerzas ene ndividuo entero: el tedio. Para combatirlo, se insinéan Socarronamente a la voluntad motivos insignificantes, provisionales, escogidos indiferentemente, a fin de es- Le Commerce, 19 de octubre de 1897 GD BS ints’ de tos hombres inorantes 62 ARTE DEL BUEN VIVIR—CAP. If timularla y de poner con eso igualmente en actividad a la inteligencia que debe percibirlos: esos motivos son, pues, con relacién a los motivos reales y naturales lo que el papel-moneda es con respecto al dinero, puesto que su valor es puramente convencional. Tales motivos son los juegos de naipes u otros, inventados precisamen- te con el fin que acabamos de indicar. A falta de éstos, el hombre vulgar se pondra a tamborilear en los cris- tales 0 a juguetear con todo lo que caiga en sus manos. El cigarro es también un sustituto voluntario del pen- samiento. Por eso en todos los paises ios juegos de naipes han llegado a ser la ocupacién principal en toda sociedad; esto es, la medida del valor de esas reunio: nes y la bancarrota declarada de todo pensamiento, No— teniendo ideas que cambiar, se cambian cartas y se tra- ta de sustraerse mutuamente algunos florines, jOh lastimosa especie! Para no ser injusto, no quiero omi- “ir ef argumento que se puede invocar para justificar el juego de naipes; puede decirse que es una preparacién a la vida del mundo y de los negocios, en cuanto que se aprende a aprovecharse con prudencia de las cir- cunstancias invariables establecidas por el azar (las car- tas) para sacar de ellas todo el partido posible; con este fin, se habita uno a conservar el buen porte po- niendo buena cara al mal juego. Pero por eso mismo los juegos de cartas ejercen una influencia desmorali- zadora. En efecto, el espiritu del juego es sustraer a otro lo que posee por cualquier rodeo cualquier ardid. Mas la costumbre de proceder asi, contraida en el jue- 20, se arraiga, predomina en la vida prictica y se llega insensiblemente a proceder de la misma manera cuan- do se trata de lo tuyo y de lo mio, y a considerar como permitida toda ventaja que actualmente se tiene entre manos, desde el momento en que se puede hacer eso le- galmente. En la vida vulgar se dan pruebas de esto to- dos los dias. Puesto que los ocios son como hemos di- cho, la flor, o més bien, el fruto de la existencia de cada 68 SCHOPENHAUER cual, ya que sélo ellos Ie ponen en posesién de su yo propio, debemos juzgar felices, a los que, al ganarse, ganan algo que tenga valor; siendo as{ que la mayoria de los hombres no encuentran en los ocios més que un pretexto para no tener nada que hacer, aburriéndose mortalmente y siendo una carga para s{ mismos. Feli- citémonos, pues, mis queridos hermanos, de ser hijos, no de esclavas, sino de madres libres (1). . ~~" Ademés, del mismo modo que el pais mas feliz es aquel que tiene menos necesidad de importacién 0 no tiene necesidad ninguna, asf también es feliz el hombre ‘a quien basta su riqueza interior. y que exige para su diversién muy poco 0 nada al mundo exterior, suptesto que esa importacién es cara, esclavizadora’y peligrosa, expone a desengafios y, en definitiva, nunca es mas que un mal sucedéneo para las producciones de s{ propio. Porque no debemos esperar gran cosa de otro y del ex- terior en general. Lo que un individuo puede ser para ‘otro es cosa muy estrictamente limitada; cada cual aca- tba por quedar solo y quien esté solo es entonces la gran cuestién, Goethe (2) ha dicho a este propésito, hablando de una manera general, que en todas las cosas cada cual en definitiva esta reducido a si mismo, 0 como dice Oliveito Goldsmith : Still to ourselves in ev'ry place consign’ Our own felicity we make or find (3): Cada cual debe ser y proporcionarse lo mejor y més importante. Cuanto mds sea as{ més encontrard en sf mismo el individuo las causas de sus placeres y més feliz seré. Con gran razdn dijo, pues. Aristételes (4): () Epistola ad Galathas, IV, 31. (Q) Dichtung und Wahrheit, 1H, 474. | (3) Reducidos en cualquier lugar a nosotros mismos, nos- otros creamos o encontramos muestra felicidad. The Tra- eller, 431 ¥ siguientes. (y’ Ethica Eudemo., VIL, 2. 64 ARTE DEL BUEN VIVIR,—CAP. It “la felicidad pertenece a los que se bastan a s{ mismos”, En efecto, todas las causas exteriores de la felicidad y del placer son, por su naturaleza, eminentemente inciertas, equivocas, fugitivas, aleatorias, y, por tanto, sujetas a de- tenerse fécilmente hasta en las circunstancias mas favora- bles, y es inevitable, puesto que no podemos tenerlas siempre en nuestras manos. Ademés, con la edad casi to- das se agotan fatalmente, porque entonces amor, jolgorio, goce de los viajes y de la equitacién, aptitud para figurar ‘en el mundo, tgdo eso nos abandona ; la muerte nos quita_ hasta a los amigos y parientes. En este momento es ims importante que nunca saber lo que se posce en si mismo. En efecto, sélo eso resistira mas tiempo. No obstante, em toda época, sin distincidn, eso es y sigue siendo la tinica causa verdadera y permanente de la felicidad. Porque no hay mucho que ganar en este mun- do; la miseria o el dolor lo ocupan, y a los que los han esquivado el tedio les acecha por todos los rincones. ‘Ademés la perversidad es la que en este mundo gobierna, y Ia tonteria la que domina. El destino es cruel, y los hombres son dignos de ldstima. En un mundo asi or. ganizado, el que posee mucho en s{ mismo es seme- jante a una habitacién en donde hay un nacimiento, iluminada, célida, alegre, en medio de las nieves y de los hielos de una noche de diciembre. Por consiguiente, tener una individualidad rica y superior, y especialmen- te mucha inteligencia, constituye, indudablemente en la tierra, la suerte mas feliz. por distinta que pueda ser de la suerte mis brillante. Asi, pues, es una sentencia muy cuerda la de la Reina Cristina de Suecia, a los diecinueve aiios escasos, sobre Descartes, a quien sélo conocia por lo que se le habia dicho de él y por una sola obra suya que habia leido. y el cual vivia enton- ces en la mds profunda soledad en Holanda: Mr. Des- cartes es le plus heureux de tous les hommes, et sa con- 65 SCHOPENHAUER dition me semble digne de denvie (1). Sélo que és ne- cesatio, y eso era lo que le sucedia a Descartes, que las Circunstancias exteriores sean bastantes favorables para permitir poseerse y estat contento de si mismo; por eso el Eclesiastés (2) decia ya: La sabiduria es buena con un patrimonio y nos ayuda a disfrutar de la vista del sol. El hombre a quien se le ha concedido esta suerte por favor de la naturaleza velaré con un cuidado celo- so de que la causa interior de su felicidad le sea siem- pre accesible; para eso se necesita independencia y ocio. Los adquiriré por la moderacién y el ahorro, y {tanto més fécilmente cuanto que no se ve teducido, como los demés hombres, a las causas exteriores de los placeres. Por eso la perspectiva de los cargos, del oro, Gel favor y la aprobacidn del mundo, no le inducirén a renunciar a s{ mismo para acomodarse a las perspec- tivas mezquinas 0 al mal gusto de los hombres. Cuando hay fracaso, hard lo que Horacio en su epistola a Me- cenas (3), Es una gran locura perder en el interior para ganar en el exterior; en otros términos: cambiar, en su totalidad 0 en parte, el reposo, el ocio y la independea~ cia por el fausto, la aristocracia, la pompa, Jos titulos y los honores. No obstante, Goethe 1o ha hecho. Por lo que a mi toca, mi genio me ha arrastrado enérgicamen- ‘te por el camino opuesto. La verdad examinada aqui, de que la causa principal de la felicidad humana viene del interior, esté confir- mada por Ja justa observacién de Aristételes en la Moral a Nicomaco (4); dice que todo goce supone una actividad, y, por consiguiente, el empleo de una fuerza, y no puede existic sin ella. Esta doctrina aristotélica de (0) Descartes es el mis feliz de todos los mortales, y su condicién me parece digna de envidia. Baillet, Vie de Descartes, VII, 10. (2) Baillet, Vie de Descartes, VI, 12. B17. @) 1 7; vit, 13, 14 6 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. It r Ja felicidad del hombre en el libre ejer- cicio de sus facultades predominantes, estén reproduci- das igualmente por Estobeo en su Exposicién de la moral peripatética (1); he aqui un pasaje: “La felici- dad consiste en ejercer las facultades de cada uno por medio de trabajos capaces de aquel resultado” (2); ex- plica tambign que por “‘virtud” designa toda facultad fue- 1a de lo vulgar (virtuositat), Ahora bien; el destino pri- mitivo de las fuerzas de que Ja naturaleza ha provis al hombre ef la lucha contra la necesidad que le opri me por todas partes. Cuando la lucha hace tregua por un momento, las fuerzas sin empleo se convierten en una carga para él; entonces debe jugar con ellas; esto es, emplearlas sin objeto; si no, se expone a la otra causa de las desgracias humanas, al tedio, Asi, pues, el-tedio atormenta a los grandes y a los ricos mas que a los otros, y Lucrecio ha hecho una descripcién de su miseria, cuya sorptendente verdad hay ocasiones de comprender cotidianamente en las grandes ciudades. Exit saepe foras magnis ex aedibus ille, Esse domi quem pertaesum est, subitoque reventat ; Quippe foris nihilo melios qui sentiat esso. Currit agens mannos, ad villam praecipitanter, Auxilium tectis quasi ferre ardentibus instans: Oscitat exemplo, tetigit quum limina villae; Aut abit in somnum gravis, atque oblivia quaerit ; Aut etiam properans urnem petit, atque revisit (3). () Ecclesiastica ethica, Ul, 7. (2) La felicidad ‘es una funcién produeida con energia por medio de acciones susceptibles de éxito, (3) “Muchas veces sale fuera de los grandes palacios aquel que estd aburrido de estar en casa, y vuelve al momento Porque no se siente mejor en la calle. Agitando los brazos, corre precipitadamente a las granjas, como si llevase socorre a una casa incendiada; mas al punto se cansa, en cuanto ha pisado los umbrales de la ciudad o cae en un suefio pesado y busca el olvido, o bien, apresurado, vuelve a la ciudad y la recorre de nuevo, De natura Deorum, Il, 1073 Y siguientes. 6 ‘SCHOPENHAUER En esos seffores, mientras son jdvenes, las fuerzas, musculares y genitales deben hacer el gasto. Pero mas tarde no quedan mds que las fuerzas intelectuales; si ellas faltan o faltan materiales aprovisionados para su actividad, la miseria es grande. Siendo la voluntad la \inica fuerza inagotable, se trata entonces de estimular- la, excitando las pasiones ; se recurre, por ejemplo, a los grandes juegos de azar, ese vicio verdaderamente de- gradante. Por lo demés, todo individuo sin ocupacién escogeria, segin la naturaleza de las fuerzas predomi- nantes en él, una diversién que le ocupa, como el juego del billar o de ajedrez; 1a caza o Ja pintura; las carre- ras de caballos o la musica; los juegos de naipes o la poesia; la herdldica o la filosofia, etc. Podemos tratar esta materia con método, refiriéndonos a la raza de las tres fuerzas fisioldgicas fundamentals, que estudiaremos aqui en su ejercicio sin objeio; entonces se nos presen- tan como el origen de tres especies de goces posibles, entre los cuales cada hombre escogerd los que le son proporcionados, segun que una u otra de esas fuerzas predominen en él. ‘Asi encontramos, en primer lugar, los goces de la fuerza reproductiva; consisten en la comida, la bebida, la digestién, el reposo y el suefio. Existen pueblos que hacen de esos goces placeres nacionales. En segundo ugar, los goces de la irritabilidad; éstos son los viajes, el baile, la esgrima, la equitacién y los juegos atléticos de todas clases, asi como tambien la caza y hasta los combates de la guerra. En tercer lugar los goces de la sensibilidad; tales como coniemplar, pensar, sentir, ha- cet poesia, escultura o muisica, estudiar, leer, meditar, inventar, filosofar, etc. Sobre el valor, ef grado y la du- racién de estos distintos goces, habria que hacer muchas observaciones; dejamos este cuidado al lector. Pero todo el mundo comprenderé que nuestro placer, cons- tantemente motivado por el empleo de nuestras fuerzas propias, como también nuestra felicidad, resultado de 68 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. 11 la repeticién frecuente de ese placer, serén tanto mayores cuanto de més noble especie sea a fuerza productora. Nadie podré negar tampoco que la primera categoria, bajo este respecto, pertenece a la sensibilidad, cuyo pre- dominio decidido establece la distincién entre el hom- bre y las demés especies animales; las otras dos fuerzas fisiolégicas fundamentales, que existen en el animal en el mismo grado 0 tal vez en grado més enérgico que en el hombre, vienen en segunda fila. A la sensibilidad per- tenecen nuestras fuerzas intelectuales ; pot eso su predo- minio nos hace aptos para disfrutar de los goces que residen en ef entendimiento, de lo que se Maman los pla- ceres espirituales; estos placeres son tanto mayores cuan- to més acentuado es el predominio (1). El hombre nor- (1) La Naturaleza va elevindose constantemente, desde la accién mecénica y quimica del reino vegetal con sus sordos goces de si mismo; de aquf el reino animal, en el cual surge la aurora de la inteligencia y de la conciencia: luego, a partir de estos débiles comienzos. subiendo grado por grado, cada vez mds arriba, para legar, finalmente, por tun tiltimo y supremo esfuerzo’ al hombre, en cuya inteli- gencia alcanza el punto culminante y el fin de sus creacio- nes, dando asf lo mas perfecto y dificil que puede producir. Sin embargo, aun en la especie humana, el entendimiento presenta todavia gradaciones numerosas y sensibles y muy Tara vez llega hasta el grado més elevado, hasta la int gencia realmente eminente. Este es, pues, en su sentido mds estricto y riguroso, el producto mis dificil, el producto su- remo de la Naturaleza y, por consiguiente, es lo mds raro Y precioso que el mundo puede ofrecer. En una inteligencia asf se presenta el conocimiento mds licido, y en ella se refleja el mundo mas clara y completamente que en cual- quier otro objeto. As, el ser que esti dotado de ella posee lo mds noble y delicado que hay en la tierra: un manan- tial de placeres en comparacién de los cuales todos los de- més son {nfimos, de tal manera que nada tiene que pedir al mundo exterior més que ocio para disfrutar sin molestias, de su bien y tallar acabadamente su diamante. Porque todos Jos demés placeres no intelectuales son de baja naturaleza: todos tienen por objeto movimientos de lz voluntad, tales ‘como ansias, ‘esperanzas, temores, deseos realizados, cual- Guiera que sea su naturaleza; todo esa no puede verificarse 69 ‘SCHOPENHAUER ‘mal, el hombre vulgar no puede tomar vivo interés por ‘una cosa si no excita su voluntad, si no le offece inte- rés personal. Ahora bien ; toda excitacién persistente de Ia voluntad esté, por consiguiente, combinada con dolor. Los juegos de naipes, esa ocupacién habitual de Ja “bue- nna sociedad” en todos los paises (1) son un medio de Sin dolores, y ademds, una vez conseguido el fin, se tienen por lo general més o' menos decepciones, mientras que con os goces intelectuales la verdad se hace cada vez mds clara, En el dominio de la inteligencia esta ausente todo dolor: todo ¢5 conocimiento. Pero los placeres intelectuales no son accesibles al hombre sino por el camino y en la me- dida de su propia inteligencia, Porque tout l'esprit, qui est au monde, ext inutile d celui qui wen a.point (*). Sin em. bat tuna desventaja que nunca deja de acompafar Coctptivilggios es que en toda la naturaleza la Taciidad de ser impresionado por el dolor aumenta a medida que se eleva el grado de inteligencia y que, por cosiguiente, llegard a su apogeo en Ia inteligencia més elevada, ‘tom (i). La vulgaridad consiste en el fondo; el querer domi- na totalmente en la conciencia al entendimiento; por lo cual las cosas llegan a tal grado, que el entendimiento se pone al servicio de la voluntad: cuando ese servicio no Feclama inteligencia, cuando no existen motives ni peque- fios ni grandes, e| entendimiento cesa por completo y sobre- iene una vacuidad absoluta de pensamientos. Ahora bien, el querer, desprovisto de entendimiento, es lo més {nfimo ‘que hay; un tronco lo posee y lo manifiesta, aun cuando Zo fuese més que cuando cae. Este estado constituye, pues, ja yulgaridad. Aqui los érganos de los sentidos y la minima actividad intelectual, necesaria para la aprehensién de sus datos, quedan solos en accién; de ahf resulta que el hom- bre vulgar siempre esté propicio a todas las impresiones y percibe instanténeamente todo lo que pasa a su alrededor; Rasta cl punto de que el sonido més ligero, cualquier cir- Cunstancia, por insignificante que sea, despierta inmediata- mente su atencién, lo mismo que ocurre en los animales Todo eso se manifiesta en su semblante y en todo su ex. terior, y de ant viene la apariencia vulgar, apariencia cuye impresidn es tanto més repulsiva cuanto que, como ocurre con frecuencia, la voluntad, que ocupa entonces por sf sola la conciencia, es baja, egofsta y mala. @y Todo al talento que hay en el mundo es intl pare el que no fo ene. En francés, en eh texto alemén 70 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP, IT excitar intencionalmente 1a voluntad, y eso por intere- ses tan infimos que no pueden ocasionar mas que do- lores momentaneos y ligeros, no dolores petmanentes y setios; de tal manera, que se les pueden considerar co- mo simples cosquilleos de la voluntad. El hombre do- tado de las fuerzas intelectuales predominantes, capaz de interesarse vivamente por las cosas por el camino de la inteligencia pura, sin inmiscuirse para nada el querer, siente la necesidad de hacerlo. Este interés le transporta entonces a una regién en la cual el dolor es esencialmente exttafio, por decirlo asi, en la atméds- fera de los dioses de vida facil Mientras la existencia de los demas hombres trans- curre en el entorpecimiento, y sus suefios y sus aspira- ciones se dirigen hacia los intereses mezquinos del bien- estar personal con sus miserias de todas clases: mien- tras que un tedio insoportable se apodera de ellos desde el momento en que no estén ocupados en perseguir es- tos proyectos y quedan reducidos a si mismos, siendo asi que sélo el ardor salvaje de la pasién puede agitar esta masa inerte; por el contrario, el hombre dotado de fa- cultades intelectuales preponderantes posee una existen- cia tica en pensamientos, siempre animada y siempre importante; objetos dignos e interesantes le ocupan en ‘cuanto tienen ocio para dedicarse a ellos, y leva en si un manantial de los goces mds nobles. El impulso exte- rior le viene de las obras de la naturaleza y del aspecto de la actividad humana, y ademés de las producciones tan variadas de los espiritu eminentes de todos los tiem- pos y de todos los paises, producciones que sélo él puede disfrutar por completo, porque sélo él es capaz de com- prenderlas y de sentirlas plenamente. Por consiguiente, para él es, en realidad, para quien han vivido; « él se han dirigido en verdad; mientras que los demas, como ‘oyentes de ocasién, no comprenden mas que a medias, Es cietto que por eso mismo el hombre superior ad- quiere una necesidad de més que los otros hombres: la n ‘SCHOPENHAUER necesidad de aprender, de ver, de estudiar, de meditar, de ejercer; y, por consiguiente, también la necesidad de tener ocios disponibles. Ahora bien; como Voltaire ha observado exactamente, puesto que il n'est de vrais plai- sirs quavec de vrais besoins (1), esta necesidad de! hombre inteligente es precisamente la condicién que pone a su alcance goces cuyo acceso nunca estard per- mitido a los dems; para éstos las bellezas de la natu- taleza y del arte, las obras intelectuales de toda espe- cie, aun cuando se rodean de ellas, no son en el fondo sino lo que son para un viejo las cortesanas. Un ser asi privilegiado, ademés de su vida personal, vive una se- gunda existencia, una existencia intelectual que gradual- mente llega a ser su verdadero fin, no considerandose la otra mds que como medio; para el resto de los hombres su existencia misma, insipida, vana y desolada, es la que debe servirles de fin, Esa vida intelectual seré la principal ocupacién del imentando sin cesar su tesoro de j iento, adquiere cons- tantemente una unidad y una perfeccién cada vez més pronunciada, como una obra de arte en vias de forma- cién; en cambio, la vida de los demés, puramente préc- tica, esta dirigida vnicamente hacia el bien personal, au- mentando sélo en longitud, no en profundidad, y des- tinada, no obstante, a servirse de fin a sf misma, mien- tras que la otra, que es un simple medio, forma un con- traste penoso con ésta. | Nuestra vida practica, real, cuando las pasiones no la agitan, es aburrida y mondtona; cuando Ia agitan, se hace muy pronto dolorosa; por eso sélo son felices aquellos que han recibido en patrimonio una suma de inteligencia que excede la medida que reclama el ser- vicio de su voluntad. Asi, ademés, de su vida efectiva, (1) No hay verdaderos placeres sino con verdaderas ne- cesidades. n ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. II pueden vivir una vida intelectual que les ocupa y les divierte sin dolor, pudiendo mantenerla vivaz y atareada, EI simple ocio, es decir, la inteligencia desocupada al servicio de la voluntad, no basta; para eso es preciso un excedente de fuerza positive que nos haga aptos para una ocupacién puramente espiritual y no dedicada al servicio de la voluntad; al contratio, otium sine li teris mors est et hominis vivi sepultura (2). En la medi- da de este excedente, la vida intelectual que existe al lado de la vida real presentaria innumerables gradacio- nes, desde los trabajos del coleccionador que describe los insectos, los p4jaros, los minerales, las monedas, has- ta las mas elevadas producciones de la Poesia y de la Filosofia. Una vida intelectual como ésta protege, no s6lo contra el tedio, sino también contra sus perniciosas consecuencias. Resguarda, en efecto, contra las malas compafifas y contra los numerosos peligros, las desgra- cias, las pérdidas y las disipaciones a que uno se expo- ne al buscar toda su felicidad en Ia vida real. Asi a mi, por ejemplo, mi filosofia no me ha dado a ganar nada, pero me ha ahorrado mucho... El hombre normal, al contrario, esté limitado, para los placeres de la vida, a las cosas exteriores, tales como Ja riqueza, a posicién, la familia, los amigos, la so- ciedad, etc.; en eso se funda la felicidad de su vida: as{ que esta felicidad se desmorona cuando pierde esas cosas 0 experimenta decepciones. Para caracterizar este estado del individuo, podemos decir que su centro de gravedad esté fuera de él. Por eso sus deseos y sus ca- prichos son siempre variables: cuando sus medios se Jo permitan, tan pronto compraré quintas como caballos, © bien, daré fiestas. Iuego emprenderd viajes, y, sobre todo, levaré una vida fastuosa; todo eso precisamente Porque busca en cualquier parte una satisfaccién veni- (2) El ocio sin los estu hombre vivo. Séneca, Epistola 82. es muerte y sepultura de B ‘SCHOPENHAUER da de fuera; as{ el hombre extenuado espera encontrar en caldos y en drogas la salud y el vigor, cuyo verda- dero manantial es la fuerza vital propia. Para no pasar inmediatamente al extremo opuesto, tomemos ahora un hombre dotado de una potencia intelectual que, sin set excesiva, excede, sin embargo, a la medida ordina- tia y estrictamente suficiente. Veremos a este hombre, cuando las fuentes exteriores de placeres leguen a ago- tarse 0 no Ie satisfagan, cultivar como aficionado algu- na rama de las bellas artes, o bien, alguna ciencia, tal como la boténica, la mineralogia, la fisica, la astrono- mia, la historia, ete., y encontrar en ella un gran fondo de goce y de recreo. Con este motivo podemos decir que su centro de gravedad est ya en parte en él. Mas el simple dilettantismo en el arte esté atin muy alejado de la facultad creadora;; por otra parte, las cien- cias dejan en pie las relaciones de los fenémenos entre sf, no pueden absorber al hombre integro, colmar todo su ser, ni, por consiguiente, entrelazarse tan estrecha mente en el tejido de su existencia que se haga ineapaz de tomar interés por todo lo demés. Esto esta exclusi- vamente reservado a la supfema eminencia intelectual, a la que se llama comiinmente el genio; s6lo ella toma por norma, fategra y absolutamente, la escencia y la existencia de las cosas; después de lo cual tiende, segtin su direccién individual, a expresar sus profundas con cepciones por medio del arte, la poesia o la filosofia. Sélo para un hombre de este temple es una necesidad irresistible la ocupacién permanente consigo mismo, con sus pensamientos y con sus obras; para él, la soledad es la bienvenida, el ocio es el bien supremo; de lo de- més puede prescindir, y, cuando lo posee,-le sirve mu: chas veces de carga, Sélo de ese hombre podemos decir que su centro de gravedad esta todo dentro de él. Esto nos explica al mismo tiempo cémo es que esos hom- bres de una especie tan rara no prestan a sus amigo: a su familia, al bien piblico, ese interés fntimo y sin 14 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. I limites de que son capaces muchos de los otros, porque pueden, en ultimo caso, prescindit de todo, con ta! de que se posean a si mismos. Existe, pues, en ellos un elemento aislativo, cuya accién es tanto més enérgica cuanto que los demés hombres no pueden satisfacerles plenamente; asi, pues, no pueden ver en esos otros & sus iguales, y atin sintiendo constantemente la deseme- janza de su naturaleza en todo y por todo, se habitéan insensiblemente a vagar entre los demas hombres como seres de especie distinta, y a servirse, cuando sus me- ditaciones se fijan en ellos, de la tercera y no de la primera persona de plural. Considerado desde este punto de vista, el hombre més feliz serd el que esté mejor dotado intelectualmente por la naturaleza, de tal manera, que tanta més impor- tancia tiene lo que existe en nosotros cuanta menos tiene lo que existe fuera de nosotros; esto, es decir, lo objetivo, de cualquier manera que obre, nunca obra sino por intermedio de fo otro, es decir, de lo subjetivo; Ia accién de lo objetivo es, pues, secundaria. Esto es lo que explica los hermosos versos siguientes: La riqueza del alma es 1a tinica riqueza; los demas bienes son fecundos en dolores (I). Un hombre rico en el interior no pide al mundo ex- terior més que un don negativo, a saber: ocio para po- der perfeccionar y desarrollar las facultades de su es- piritu y para poder disfrutar de sus riquezas interiore reclama, pues, tinicamente, toda su vida, todos los dias y a todas horas, ser él mismo. Para el hombre llamado a imprimir la huella de su espiritu en la humanidad en- tera, no existe mas que una sola felicidad y una des- gracia: poder perfeccionar su talento y completar sus obras 0 no poder hacerlo. Todo lo demas es para él insignificante. Por eso vemos a los grandes espiritus de Luciano, in Anthologta, 1, 67. 8 ‘SCHOPENHAUER todos los tiempos conceder el mayor vilor al ocio: porque, tanto como vale el hombre tanto vale el ocio; Ja felicidad esta en el ocio” (1), dice Aristételes. Dié- genes Laercio refiere también, que: Sécrates ensalzaba el ‘ocio como 1a més bella de las riquezas. Eso es lo que enticnde también Aristételes (2) cuando declara que a vida més bella es Ia del fil6sofo. Dice igualmente en Ja Politica (3): “Fjercer libremente su talento: esa es la verdadera felicidad.” Goethe dice también en Wilhelm Meister: “Wer mit eniem Talent, zu einem Talent geboren ist findet in dem selben sein schoenstes Daseyn (4). Mas poseer ocio no sélo esté fuera del destino comin, sino también de la naturaleza comin del hombre, porque su destino natural es emplear el tiempo en adquirir lo necesario para su existencia y para la de su familia, Es el hijo de la miseria; no es una inteligencia libre. Asi el ocio llega muy a ser pronto un peso, luego un martirio, para el hombre vulgar, desde el momento en que no puede ocuparlo con medios artificiale. y ficticios de todas clases, con el juego, con pasatiempos © con Dagatelas de cualquier género. Por eso mismo, el ocio trae también peligros para él, porque se ha dicho con razén: Difficilis in otio quies (5). Por otra parte, sin embargo, una inteligencia que excede en mucho a la medida normal, ¢s igualmente un fenémeno anormal ys por consiguiente, contra naturaleza. Cuando se da, el hombre que esté dotado de ella, para encontrar la fe- licidad, necesita precisamente ese ocio, que, para los demés, es tan pronto importuno como funesto; en cuanto a él, sin ocio, no seria més que un Pegaso bajo el yugo; en una palabra, serd desgraciado. Sin embar- ) Ethica Nicomaco, X, 7. (2) Ethica Nicomaco, X, 7, 8, 9. G) I, 1. (4) El’ que ha nacidé con un talento, para un talento encuentra en este mismo la mejor existenci (8) Diffcil es la quietud en ef osio. 16 ARTE DEL BUEN VIVIR—CAP. It 20, si estas dos anomalias, una exterior y otra interior, se encuentran reunidas, su unién produce un caso de suprema felicidad, porque el hombre as{ favorecido le- varé entonces una vida de orden superior; Ia vida de un ser se sustrae a los dos orfgenes opuestos del sufri- miento humano; la necesidad y el tedio esté libertado igualmente del cuidado penoso de dedicarse a subvenir a su existencia y de la incapacidad para rcsistir al ocio (es decir, la existencia libre propiamente dicha); de lo contrario, el hombre no puede esquivar esos dos ma- les sino por el hecho de que se neutralizan y se anulan completamente. En telacién con todo lo que antecede, debemos con- siderar, por otra parte, que a consecuencia de una acti- vidad preponderante de los nervios, las grandes facul- tades intelectuales producen una sobreexcitacin de la facultad de sentir el dolor bajo todas sus formas; que ademés del temperamento apasionado, que es su condi- cién, ast como la vivacidad y la perfeccién mayores de toda percepcién, que son inseparables de él, dan a las emociones producidas una violencia incomparablemen- te més enérgica: ahora bien; sabido es que hay mu- chas més emociones dolorosas que agradables, por ul- timo, debemos recordar también que las elevadas facul- tades intelectuales hacen del que las posee un hom- bre extrafio a los demés hombres y a sus agitaciones, en vista de que, cuanto mds posee en si mismo, menos puede encontrar en ellos. Mil objetos, en los cuales sienten aquélios un placer infinito, le parecen ins{pidos y repugnantes. Tal vez de esta manera la ley de com- pensacién, que en todo, domine igualmente aqui. éNo se ha supuesto muy a menudo, y con alguna apa- Tiencia de raz6n que en el fondo el hombre més limi- tado de espiritu era el més feliz? Sea como quiera, na- die le envidiaré esta felicidad. No quiero anticipar al lector 1a soluci6n definitiva de esta controversia, tanto més cuanto que Séfocles mismo ha emitido dos jui- n ‘SCHOPENHAUER . cios diametralmente opuestos: “EI saber es, con mucho, la parte principal de la dicha” (sapere longe prima felicitatis pars est) (1); y, en otra parte, dice: “La vida del sabio no es la més agradable” (nihil cogitantium jucundissima vita est). Los filésofos del Antiguo Testa- mento no se entienden tampoco entre si. “La vida del loco es peor que la muerte” (2); el Eclesiastés, por eb contrario: “Quien afiade sabiduria afiade dolor” (3); en- tretanto, quiero mencionar aqui lo que se designa ‘més particularmente con una palabra exclusivamente propia de la lengua alemana: a de philister (filisteo); el hom- bre que, a causa de la medida estricta, suficiente y nor- mal de sus fuerzas intelectuales, no tiene ninguna nece- sidad espiritual, esta expresion pertenece a la vida estu- diantil y se ha empleado después en una acepcién més elevada, pero andloga a su sentido primitivo, para cali- ficar al que es lo contrario de un hijo de las Musas. En efecto; ése es, y sigue siendo, el “hombre vulgar”. Colocéndome en un punto de vista ain mds elevado, quisiera definir a los filisteos, diciendo que son perso- nas constantemente ocupadas, con la mayor seriedad del mundo, de una realidad que no es tal. Pero esta defi- nicién de una naturaleza ya trascendental no est en armonfa con el punto de vista popular en que me he colocado en esta disertacién; podria de consiguiente, no ser comprendida por todos los lectores. La primera admite, por el contrario, més facilmente un comentario especifico y caracteriza bastante bien la esencia y le raiz de todas las propiedades caracteristicas del filisteo. Asi, pues, como hemos dicho, es un hombre sin nece- sidades espirituales, De aqui se desprenden muchas con- secuencias: la primera, por respecto a si mismo, es que nunca tendré goces espirituales, segin la maxima ya ci- (1) Antigona, 1328. (2). Jestis de Sirach, 22, 12. G LB B ARTE DEL BUEN VIVIR—CAP, IL tada: il n'est de vrais plaisirs qu’avec de vrais besoins, Ninguna aspiracién a adquirir conocimientos y juicio para estas cosas en si mismas anima su existencia, como tampoco ninguna aspiracin a los placeres estéticos, porque estas dos aspiraciones estan estrictamente uni- das. Cuando la moda o alguna otra violencia le impone 08 goces, se desprende de ellos lo mas brevemente po- sible, como un condenado a galeras despacha su tra- bajo forzado. Los tinicos placeres para él son los sen- suales ; en ellos se harta. Comer ostras, sorber champa- fia: ése es para él el fin supremo de la existencia; pro- porcionarse todo lo que contribuya al bienestar mate- rial: ése es el fin de su vida. ;Bien satisfecho queda cuando ese fin le ocupa integramente! Porque si esos bienes ya le han sido otorgados de antemano es inme- diatamente victima del tedio; para evitarlo intenta todo lo que se puede imaginar: bailes, teatros, socieda- des, juegos de naipes, juegos de azar, caballos, mujeres, vino, viajes, ete. Y, sin embargo, todo eso no: basta cuando la ausencia de necesidades intelectuales hace imposibles los placeres intelectuales. Asi, pues, una se- riedad Igubte y seca, semejante a la del animal, es lo propio del filisteo y lo que le caracteriza. Nada le re- gocija, nada le conmueve, nada despierta su interés. Los goces materiales se agotan pronto; la sociedad, com- puesta de filisteos como él, se hace pronto fastidiosa cl juego de naipes acaba por fastidiarle. Le quedan, en rigor, los goces de la vanidad, que consistiran en exceder a los demas en riqueza, en posicidn, en influencia 0 en poder, lo que equivale entonces a su aprecio, o bien tra- tard de codearse, al menos, con los que brillan por esas ventajas y a calentarse al reflejo de su esplendor (set snob): La segunda consecuencia resultante de la propiedad fundamental que hemos reconocido al filisteo es que, por respecto a los demas, como esté privado de necesida- des intelectuales, y como esti limitado a las necesidades 9 ‘SCHOPENHAUER materiales, buscaré a los hombres que puedan satis- faver a estos ultimos y no los que pudieran subvenir a los primeros. Asi, pues, nada de exigitles altas cuali- dades intelectuales; muy al contrario, cuando las en- cuentra, excitan su antipatia y hasta su odio, porque no siente en su presencia més que un sentimiento importuno de inferioridad y una envidia sorda, secreta, que oculta con el mayor cuidado, que trata de disimularse a sf mismo, pero que, precisamente por eso, se convierte a veces en una rabia muda. No piensa nunca en tasar su aprecio o su consideracién por las facultades del espiri- tu; los reserva exclusivamente a la posicién y a la queza, al podcr y a la influencia, que pasan a sus ojos por las tinicas cualidades verdaderas, las tinicas en que aspiraria a rodar. Todo eso deriva de que los idealisias no le dan ningun recreo, y de que, para esquivar el te- dio, debe recurrir siempre a las realidades. Ahora bien ; éstas, por una parte, se agotan al punto y entonces, en lugar de divertir, fatigan; por otra parte, arrastran tras sf a desastres de toda especie, mientras que los idealistas son inagotables y, en si mismos, inocentes. En toda esta disertacién sobre las condiciones personales que contribuyen a nuestra felicidad he tenido en cuenta las condiciones fisicas y, principalmente, las cualidades in- telectuales. En mi memoria sobre El fundamento de la moral, 22, 275 (segunda edicién, 272) (1), expuse cémo la per- feccién moral, a su vez, influye directamente sobre la felicidad: a esta obra remito al lector: (Q) Véase fa traduccién espafiola de La Espaiia Moderna, 80 CAPITULO HL DE LO QUE UNO TIENE Erriceno, el gran doctor en felicidad, ha dividido ad- mirable y juiciosamente las necesidades humanas én tres clases. En primer lugar,tas necesidades naturales y necesarias: son las que, no satisfechas, producen el do- lor; no comprendiendo, pues, ms que el “victus” y el “amictus” (1), son féciles de satisfacer. En segundo Iu- gar, las necesidades naturales pero no“nécesarias: asi la necesidad de la satisfaccién sexual, aunque Epicuro no la enuncia en Ja relacién de Laercio; por lo demas reproduzco, en general, toda esa doctrina ligeramente modificada y corregida. Esta necesidad es ya ms di- ficil de satisfacer. En_tercer Jugar, las que no son ni naturales ni necesarias: son Tas necesidades del lujo, de Ja abundancia, del fausto y del esplendot ; su nimero es infinito y su satisfaccién may dificil (2). El limite de nuestros deseos razonables que se refie- ren a la fortuna es muy dificil, sino imposible de de- terminar. Porque el contacto de cada cual a este respec- to no reposa en una cantidad absoluta, sino relativa, a saber, en la relacién entre sus descos y su fortuna; asi, pues, esta tiltima, considerada en si misma, esta tan des- provista de sentido como el numerador de una fraccién (1) Alimento y vestido. (2) Véase a Didgenes Laercio, X, 27, 149 y 127; Cicerén, De fine, 1, 13. 81 les nunca un hombre ha_pensado en aspirar no puede ay Ce Anchen a hn whack de cvormauoen Le ast eck ‘La ausencia delos bienes a los cua sin denominador. ig dé ningiin modoz-quedard perfectamente satis- echo sin esos bienes, mientras que otro que posee cien Jeces mas que el primero se sentiré desgraciado, porque fe falta un_si cial Cada cual tiene Tambien, respecto de los bienes que le esté permitido conseguir, un horizonte propio, y sus pretensiones no lle~ gan a los limites de este horizonte. Cuando un objeto, situado dentro de sus limites, se le presenta de tal ma- era que pueda estar seguro de conseguirlo, se sentiré feliz; se sentir, por el contrario, desgraciado si, sobre- viniendo obstdculos, se le arrebata aquella perspectiva. Lo que esté mas alld no ejerce ninguna accién sobre €l. Por eso la gran fortuna del rico no molesta al pobre, y por eso también todas las riquezas que ya posee no ‘consuelan al rico, cuando recibe un desengafo. (La ti queza es como el agua salada __cuanto més se bebe mai sed da; lo mismo ocurte también can la gloria.) De abi que después de la pérdida de la riqueza 0 del bicnestar, y, tan pronto como se domina el primer dolor, nuestro humor habitual no diferira mucho del que antes nos era propio; se explica porque, habiéndose disminuido por Ta suerte el factor de nuestro haber, redujimos al punto, por nosotros mismos, considerablemente el factor de nuestras pretensiones. Eso es lo que hay propiamente doloroso en una desgracia; una vez verificada esta ope- taci6n, el dolor se hace cada vez menos sensible y aca- ba por desaparecer; ia herida se cicatriza. En el orden inverso, en presencia de un acontecimiento feliz, Ja carga que comprime nuestras pretensiones se remonta y les permite dilatarse; en eso consiste el placer. Pero éste igualmente no dura més que el tiempo necesario para que esta opcracién se termine; nos habituamos a Ja escala asi aumentada de las pretensiones y nos ha- cemos indiferentes a la posicién correspondiente de ri- ‘quezas. Eso es lo que explica la estrofa de Homero, cu- 2 pe #2 Didrere ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. It yos dos uiltimos versos pongo aqui: “Tal i alos hombres terrestres, semejantes alos dias vargbice que trae el Padre de los hombres y de los dioses” (I). El origen de nuestros descontentos estriba en nues- tros esfuerzos siempre renovados para elevar el factor pretensiones, mientr de las pretensions’ mientras el tro factor se le opone No hay que asombrarse de ver en la especi pobre y ilena de necesidades, la riguera rds stay as sinceramente considerada y ‘hasta venerada, que’ cual- quier otra cosa; el poder mismo no se considera sino porque conduce a Ja fortuna; no hay que sorprenderse tampoco ver alos hombres pasar a su lado o por enci- ma de cualquier otra consideracién cuando se trata de adquirir de las riquezas, de ver, por ejemplo, a los pro: fesores de filosofia aprovechatse de la filosofia para ganar dinero, Se acusa con frecuencia a los hombres de fijarse mas que nada en el dinero y de amarlo que @ todo el mundo. Sin embargo, ¢s muy natural, casi inevitable, amar lo que, semejante a un Proteo* infatigable, esté dispuesto en todo un instante a to- » mar la forma del objeto actual de_nuestros deseos ° fan movies o-de Tnuestras necesidades tan diversas. ' Cualquier otto bien, en efecto, no puede satisfacer més que un salé deseo, mas que una sola necesidad; os alimentos no valen sino para el que tiene ham- bre, el vino para el que esta sano, los medicamen- tos para el enfermo, un gabén durante el invierno, las mujeres para la juventud, ctc. Todas esas cusas no son, pues, mds que buenas en parte, es decir, relativamente buenas. El dinero sélo es 1o bueno absolyto, porque no | provee te a und i 2. sino a la necesidad en general, in abstract. La fortuna disponible debe considerarse como un bax luarte contra el gran nimero de males y desgracias po- () Odisea, XVII, 130, 137. 83 SCHOPENHAUER sibles, y no como un permiso y atin menos como, una obligacién de tener que procurarse los placeres del inun- do. Las personas que, sin tener fortuna patrimonial, egan por su talento a ponerse en condiciones de ganar mucho dinero, caen casi siempre en la ilusién de creer que @ su talento es un capital estable y que el dinero que les produce ese talento es, por consiguiente, el inte- rés de dicho capital. Asf, pues, no reservan nada de lo que ganan para consolidar un capital duradero, sino que gastan en la misma medida que ganan. Siguese que caen, de ordinario, en la pobreza, cuando sus ganancias se detienen 0 cesan por completo; en efecto, su talento mismo, pasajero por su naturaleza como lo es, por ejem- plo, el talento para casi todas las bellas artes, se agota, © bien las circunstancias especiales o las conjeturas que Je hacfan productivo han desaparecido. Algunos arte- sanos pueden, en rigor, llevar esta existenicia, porque las capacidades exigidas para su oficio no se pierden fécil- ‘mente pueden suplitse por el trabajo de sus obreros; ademés, sus productos son objetos de necesidad, cuyo curso esté siempre aseguraddo; un proverbio alemén dice con razén: Ein Handwerk hat einen goldenen Boden (1). ; “No our lo mismo con los artistas 4 con tos wisuce toda especie. Precisamente por eso se pagan tan ca- fos pero también, y por la misma razén, debieran co- {jlocar en capital el dinero que ganan; en su presuncién, lo consideran como si no fuesen més que los intereses 2 y cotten asi a su pérdida. En cambio, las personas que poseen una fortuna patrimonial saben muy bien, desde un principio, distinguir entre un capital y los intereses. sf, pues, la mayoria trataré de colocar en sitio seguro su capital, no lo hipotecaré en ningun caso y hasta reservard, si es posible, una octava parte al menos so- bre los intereses, para obviar a una crisis eventual. Se (1) “Un trabajo manual tiene un valor de oro.” 84 ARTE DEL BUEN VIVIR—CAP. It manticnen asi mds a menudo en el bienestar. Nada de todo lo que acabamos de decir se aplica a los comer. ciantes; para ellos, el dinero es en si mismo el ins. trumento de la ganancia, el utensilio profesional, por de. cirlo asi; de donde se sigue que, aun cuando lo han adquirido por su propio trabajo, buscarén en su em- Pleo los medios de conservarlo 0 de aumentarlo. Asi, Pues, la riqueza es habitual en esta clase mds que en ninguna otra, En general se observard que, por lo comtin, los que ya estén aferrados a la verdadera miseria y necesidad, las temen menos y estén més inclinados a ia disipacion que los que no conocen estos males mds que por refe- rencia. A la primera categoria pertenecen todas los. que, por_gualquier casualidad o_por habilidades especiales, han ‘pasado répidamente dg Ja-pabseza-al biencstar; @ Ja otra los que han nacido con fortuna y la han con- servado. Todos éstos se preocupan del porvenir més que los primeros y son mas econdmicos, De aqui se podria deducir que Ia necesidad no es una cosa tan mala como parece serlo, vista desde le- jos. Sin embargo, la verdadera razén debe ser mas bien la siguisnte: para ef hombre nacido con una fortuna Patrimonial, la riqueza parece algo indispensable, como el elemento de la tinica existencia posible, lo mismo que el aire; asi que cuidard de ella como de su propia vida y serd, generalmente, ordenado, previsor y econd- mico. Por el contrario, pata el que desde su nacimiento ha vivido en la pobreza, ésta le parecer la condicién natural; la riqueza que por cualquier camino pueda tocarle en suerte més tarde, le pareceré una cosa su- Perflua, buena solamente para disfrutar de ella y des- pilfarrarla; se dice asimismo que, cuando la haya per- dido. sabré salir del apuro sin ella lo mismo que antes, y que ademds se descargaré de un peso. Aqui viene bien decir con Shakespeare: 85 ‘SCHOPENHAUER The adage must be verified: ‘That beggars mounted run their horse to death (1). ‘Agreguemos que estas personas poseen. no tanto en su cabeza como en su corazén, una fitme y excesiva confianza por una parte en su suerte, y por otra, en sus propios recursos, que ya los han ayudado a salir de la necesidad y de la indigencia; no consideran la mise- como hacen los ricos de nacimiento, como un abis mo sin fondo, sino como el cieno de un pantano que les basta pisar con el pie para que se temonte a la su- perficie. Por esta misma particularidad humana se pue- de explicar cémo algunas mujeres, pobres antes de su matrimonio, son, muy a menudo, més exigentes y més derrochadoras que las que han Hevado un buen dote: en efecto, la mayor parte de las veces, las muchachas ricas no sélo apottan fortuna, sino también més celo, y. por decirlo asi, més instinte hereditario para conservarla que los pobres. No obstante, los que quisieran sostener la tesis contraria encontraran una autoridad en la pri- mera sétira del Ariosto; en cambio, el doctor Johnson se adhiere a mi opinién: A woman of fortune bening used to the handling of money, spends it judiciously: but @ woman who gets the command of money for first time upon her marriage, has such a gust in spending it that she throws it away with a great profusion (1). En todo caso, yo aconsejarfa a quien se casa con una mu- (1) “Debe cumplirse e1 adagio: que el mendigo montado hhace que su caballo galope hacia la muerte". Henry, IV, 3,1. (2) Una mujer rica que esté acostumbrada_a_manejar dinero, lo gasta con cordura; pero una mujer que a su matrimonio toma por primera vez a su cargo la administra. cién de Ja fortuna, tiene tal gusto en gastarla que derrama el dinero con gran profusi6n.” Boswell, Life of Johnson, ann. 1776, vetat, 67, en la edicion de 1821, vol. V, 111, 159. 86 ARTE DEL BULN VIVIR.—CAP. IL chacha pobre, ue legase, no un capital, sino una simple renta, y, sobre todo, que velase porque la fortuna de los hijos no cayera en sus manos, No creo en manera alguna hacer nada que sea indig- no de mi pluma al recomendar aqui el cuidado de con- servar su fortuna, adquirida o heredada; porque es una ventaja inapreciable poseer una fortuna adquirida, aun cuando no bastase mds que para permitirvivir cémoda- mente, solo y sin familia, en una verdadera indépenden> ia, es decir, sin tener necesidad de trabajar; en eso con- iste la inmunidad que exime de las miserias y de I Mentos anejos a la vida humana; esa es la. eman pactonde. la esclavitud general, quergst destino de los hijos de la tierra. Sdlo por estz favor es uno verdadera- ' mente hombre nacido libre: con esta condicidn es uno realmente sui juris, sefior de su tiempo y de sus of zas, y puede decir cada mafiana <“‘La jornada es mi Asi, pues, entre ef que tiene mil 1 le Fenti que tiene cien mil la diferencia es infinitamente menor que entre el primero y el que no tiene nada, Pero la fortuna patrimonial alcanza su més subido valor cuando le toca en suerte al que. dotado de fuer, zas intelectuales superiores, persigue proyectos cuya read lizacién no se acomoda a un trabajo hecho para ganar la vida; colocado en estas condiciones, este hombre esté doblemente dotado por la suerte; ahora puede vivir al | servicio de su genio, ¥ pagari al céntuplo su deuda ha- cia la humanidad, produciendo lo que ningun otto pu- diera producir y creando lo que constituiria el bien y ‘al mismo tiempo el honor de la sociedad humana. — Otro, colocado en una situacién tan favorable, mere- cera bien de la humanidad por sus obras filantrépicas. En cuanto al que, poseyendo un patrimonio, no pro- duce nada semejante, aunque sea a titulo de ensayo, 0 que por medio de estudios serios no se crea al menos la posibilidad de hacer progresar una ciencia, éste es un 87 ‘SCHOPENHAUER holgazén despreciable. No serd feliz tampoco, porque el hecho de redimirse de la necesidad le transporta a otro polo de la miseria humana, el tedio, que le martiriza de tal manera, que seria mucho més feliz si la necesi- dad le hubiese impuesto una ocupacién. Este tedio le hard lanzarse fécilmente a extravagancias que le mina- rén esa fortuna de que no era digno. En realidad, una ‘multitud de personas estén en Ja indigencia por haber gastado el dinero cuando lo tenian, a fin de proporcio- narse un alivio momenténeo al tedio que los consumia. — May otra cosa ocurre cuando el fin que se persigue es elevarse en el servicio del Estado, cuando se trata por consiguiente, de obtener favor, amigos, relaciones, por medio de los cuales se pueda subir de grado en grado y Iegar acaso algun dia a los puestos mds eleva- dos; en tal caso, vale més en el fondo haber venido al mundo sin la menor fortuna, Para un individuo que no es de la aristocracia y que tiene algdn talento, ser tun pobre indigente constituye una ventaja real y una recomendacién. Porque lo que cada cual busca y ama ante todo, tanto en la simple conversacién como forzo- samente en el servicio publico, es la inferioridad det ‘otto. Ahora bien; sélo un miserable esté vonvencido y penetrado de su inferioridad profunda, integra, indiscu- tible, omnilateral de su completa insignificancia y de su nulidad, en el grado exigido por las circunstancias. Sélo un miserable se inclina muy a menudo y por mucho tiempo, y sabe encorvar su espina dorsal en reverencias de 90 grados bien contados; s6lo él lo sufre todo con Ja sonrisa en los labios; s6lo él reconoce que los méri- tos no tiene valor alguno; sélo él prey-na como obras maestras, piblicamente, en voz alta, 0 en gruesos ca- racteres impresos, las inepcias literarias de sus superio- res o de los hombres influyentes en general; sélo él sabe mendigar; por consiguiente, s6lo ¢] puede iniciar- 88 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. 111 Se a tiempo, es decir, desde su juventud, en esa verdad eculta que Goethe nos ha descubierto en estos términos : Ueber’s Nicdertrichtige Niemand sich belklage : Denn es ist das Machtige, Was man dir auch sage (1). Aquél que, por el contrario, hereda de sus padres una fortuna suficiente para vivir ser4, por lo general, recalcitrante ; esté acostumbrado a caminar téte levee (2); ua_ha aprendida todos esos giros de ligereza;_acaso se vanagloria de ostentar ciertas habilidades que posee y cuya insuficicncia debiera’ coitiprender al“Ver to que pasa con el mediocre et rampaut(3); es capaz, también. TVar la inferioridad de los que estén colocados sobre él; y. por tiltimo, cuando las cosas llegan a ser indignas se hace contemplative y misdntropo. No se vence con eso en el mundo, y podra decir, finalmente, con el desvergonzado Voltaire: Nous n'avons que deux Jours a vivre; ce n'est pas la peine de les passer d ram- per sous des coquins meprisables (4). -Desgraciadamen- te, dicho sea de paso, este coguin meprisable es un atri- buto que se puede aplicar a muchos individuos en este mundo. Podemos, pues, decir que lo de Juvenal Haud facile emergunt, quorum virtutibus obstat res angusta domi (5): (1) Nadie se queje de Ja inferioridad, porque es la fuer- za, digase lo que quiera. W. O., Diran. (2) Con ta cabeza erguida, En francés, en el texto alemén. () Mediocre y rastrero. En francés, en el texto alemén, ) No tenemos més quedos-dias de vida; no merece le Bena de pasarlos rastréando a los ples de plcaros despre: (5) No se abren paso con facilidad aquellos a cuyas altas dotes sirve de obstéculo la penuria de su familia, 89 ‘SCHOPENHAUER se aplica més bien a Ia carrera de las personas ilustres que a la de las gentes mundanas. ; Entre las cosas que uno posee no he contado mujer © hijos, porque més bien es uno poseido por ellos. Con més raz6n se podria incluir a tos amigos; pero también aqui el propietario debe ser del mismo modo propiedad del otro. CAPITULO IV DE LO QUE UNO REPRESENTA 2 ave representamos, es decir, nuestra existencia en. a opinién de otro, se aprecia demasiado, por lo general, a causa de una debilidad particular de’ nuestra naturaleza, aunque la menor reflexién pueda ensefiar- nos que eso es en si de ninguna importancia para nues- felicidad. Asi, pues, cuesta trabajo explicar la gran ‘Satisfaccién interior que expetimenta todo hombre desde el momento que observa un rastro de la opinién favora- ble de los demés y en cuanto se malogra su vanidad, comoquiera que sea. Tan infaliblemente como el gato se pone a maullar cuando se le acaricia el lomo, asf se ve reflejarse un dulce éxtasis en el semblante del hom- bre a quien se elogia, especialmente cuando el elogio cae en el dominio de sus pretensiones y aun cuando sea una mentira palpable. Los signos de aprobacién de los dems consuélanle, a veces, de una desgracia real o de Ja parsimonia con que manan para él las dos fuentes principales de 1a felicidad de que hemos tratado hast ahora. Reciprocamente, es asombroso ver cémo se. dis- gusta de una manera infalible, y muchas veces se siente dolorosamente afectado por cualquier lesi6n de su am- bicién, en cualquier grado 0 bajo cualquier respecto, por todo desdén, por toda negligencia, por la menor falta de consideracién. En cuanto que sitve de base al sen- timiento del honor, esta propiedad puede ejercer una a ‘SCHOPENHAUER influencia saludable sobre la buena fortuna de muchas personas, como sucedéneo de su moralidad; pero en cuanto a su accién sobre la verdadera felicidad del hom- bre y especialmente sobre el reposo y la independencia del alma (dos condiciones tan necesarias para la feli- cidad) es més bien perjudicial y perturbadora que favo- rable. Por eso, desde nuestro punto dé vista, es pruden- te fijarle limites; y por medio de cuerdas reflexiones y una apreciacién exacta del valor de los bienes, moderar esa gran susceptibilidad respecto a la opinién de otro, tanto cuando se le acaricia, como cuando se le hiere, porque ambos casos tienen el mismo origen. De lo con- trario, permanecemos esclavos de la opinién y del senti- miento de los demas. Sic leve, sie parvum est, animum quod faudis avarum subruit ac reficit (1). Por consiguiente, una justa apreciacién del valor de Jo que uno es en y por si mismo, comparado con lo que uno es a los ojos de otro, contribuird mucho a nues- tra felicidad, El primer término de la comparacién com- prende todo lo que ocupa el tiempo de nuestra propia existencia, el contenido intimo de ésta y, por tanto, todos los bienes que hemos examinado en los capitulos intitula- dos: De lo que uno es y De lo que uno tiene. Porque el lugar donde esté la esfera de accién de todo eso es la pro- pia conciencia del hombre. Por el contrario, el lugar de todo lo que somos para los demds es la conciencia de otro; ¢s la figura bajo la cual nos aparecemos a ella, asi como las nociones que a ella se refieren (2). Ahora bien, () Tan leve, tan insignificante es lo que abate o recon- forta a mi espfritu, 4vido de alabanza. , 2) Las clases mas elevadas, en su fausto y su esplendor, ‘en su magnificencia y su ostentacién de toda especie, pue- Gen decirse: Nuestra felicidad est4 completamente ‘fuera de nosotros; su lugar es el cerebro de los demés. 92 ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP, 1V esas son cosas que directamente no existen en absoluto para nosotros ; todo eso no existe més que indirectamen- te, es decir, en cuanto que determina la conducta de los demas para con nosotros. Y esto mismo no entra, real- mente, en'consideracién sino en cuanto que influye so- bre lo que pudiera modificar lo que somos en y por nos- otros mismos, Apatte de eso, Io que ciencia extrafia nos es perfectamente indiferente motivo, y, a la vez, nos haremos indiferentes a me que conozcamos bastante bien la superficialidad y Ya! futilidad de los pensamientos, los limites reducidos de las yociones, la mezquindad de los sentimientos, lo ab-j rurdo de las opiniones y el nimero considerable de erro-( tes que se cobijan en casi todos los cerebros, y a medi: da que aprendamos por experiencia con qué desprecio ! bla en ciertas ocasiones de cada uno de nosotros, cuanio se cree que no lo sabremos, y, sobre todo, cuando hayamigs ofdo una vez con qué desdén hablan del hom’ , bre mé3\distinguido media docena de imbéciles, En- ‘ tonces comprenderemos que atribuir mucho valor 7d opinion de los hombres.es hacerles demasiado honor, “En todo caso, debemos no encontrar Ia felicidad en ; las clases de bienes de que ya hemos hablado y si bus- / carla en esta tercera, es decir, en lo que somos, no en la realidad, sino en la imaginacién de otro. En tesis general, nuestra naturaleza animal es la base de nues- tro ser y, por consiguiente, de nuestra felicidad también. Lo esencial para el bienestar es, pues, la salud y des- pués los medios necesarios para nuestra manutencién Y. por consiguiente, una existencia libre de cuidados, El honor, el esplendor, la grandeza, la gloria, por mu cho valor que se les atribuya, no pueden hacer compe- tencia a esos bienes esenciales ni reemplazarlos; muy al contrario, en circunstancias adversas, no se vacilaria ni un momento en cambiarlos por los otros, Ser4, pues, muy Util para nuestra felicidad conocer a tiempo este hecho tan sencillo: que cada cual vive principal y efectivamen- 8 SCHOPENHAUER te en su propio pellejo, y no en Ia option de los de- més, y que, como es natural, nuestra situacién real y personal, tal como est4 determinada por la salud, el temperamento, las facultades intelectuales, la renta. la mujer, los hijos, la habitacién, etc., es cien veces mas importante para nuestra felicidad que lo que los de- més puedan pensar de nosotros. La ilusién contraria hace desgraciado. Gritar con énfasis: “Ehonor.cs_ans tes que la vida”, es decir, en realidad: “La vida y Ta walt Tio son nada; lo que los demds piensan de nos- otros, esa es la cuestién.” A lo sumo, esa m4xima puede considerarse como una hipérbole, en el fondo de la ‘cual late la prosaica verdad de que, para avanzar y bri- lar entre Jos hombres, el honor, es decir, su opinién sobre nosotros, es a veces de una utilidad indispensable; volveré m&s adelante sobre este asunto. Cuando se ve, por el contrario, como casi todo Io que los hombres persiguen durante su vida entera, a costa de esfuerzos incensantes, de mil peligros y de mil sinsabores, tiene por ultimo objeto elevatios en la opinién, porque no s6lo los empleos, los titulos y las condecoraciones, sino también la riqueza y hasta la ciencia (1) y las artes se buscan principalmente con este tinico fin, cuando se ve que el resultado definitive que se trata de conseguir es obtener més respeto de los demds, todo eso después trae la enormidad de la tonteria humana. Conceder de- masiado valor a la opinién es una supersticién univer- salmente dominante; tenga sus raices en nuestra natu- raleza misma o haya seguido al nacimiento de las so- ciedades y de la civilizacién, es lo cierto que ejerce en toda nuestra conducta una influencia desmesurada y hostil a nuestra felicidad. Esta influencia podemos per- seguirla desde el punto en que se revela bajo la forma ia alter. (De (@) Scire tuum nihil est, nisi te ascire hoc nada vale tu saber si no sabes que otro lo sabe.) 04 ARTE DEL BUEN VIVIR—CAP. IV de una deferencia ansiosa y servil hacia el qué dirdn (1), hasta el punto en que su influencia hace que Virginio clave en el pecho de su hija el pufial, o bien arrastra al hombre a sacrificar a su gloria péstuma su reposo, su fortuna, su salud y hasta su vida. Este prejuicio ofrece un recurso cémodo, verdad es, al que esté destinado a reinar sobre los hombres en general y a guiarle; asf, pues, el precepto de mantener en guardia o estimular el sentimiento del honor ocupa una parte principal en to- das las ramas del arte de dirigir a los hombres; pero respecto de la propia felicidad del individuo, y por eso nos ocupamos aqui, ocurre otra cosa muy distinta, y debemos, por el contrario, disuadirle de que conceda de- masiado valor a la opinién de los demas. No obstante, si, como nos ensefia la experiencia, el hecho se pre- senta cada dia; si lo que la mayorfa de las personas estiman més es precisamente Ia opinién de otro sobre ellas, y si se preocupan més de eso que de lo que, pues- to que pasa en su propia conciencia, existe inmediata- mente para ellos; si, por un trastorno del orden natu- ral, la opinién parece ser la parte real de su existencia, pareciéndoles la otra la parte ideal; si hacen de lo que es derivado y secundario el objeto principal, y si la imagen de su ser en el cerebro de los demés les satis- face mds que su ser mismo; esta apreciacién directa de Jo que no existe directamente para nadie, constituye esa locura a la cual se ha dado el nombre de vanidad “va- nitas”, para indicar con esto lo vacio y lo quimérico de esta tendencia. Asi, pues, facilmente se comprende, por Jo que hemos dicho antes, que pertenece a esa catego tia de errores que consisten en olvidar el fin por los medios, como la avaricia. En efecto, el valor que concedemos a la opinion ¥ nuestra constante preocupacién a este respecto van més (1) Qu’en dira-t-on?, dice Schopenhauer en francés, La frase castellana me parece tan expresiva o mds que la fran- cesa y, por de pronto, més breve. 95 ‘SCHOPENHAUER allé de lo racional, de tal manera que esta preocupacién puede considerarse como una especie de mania general- mente propagada o més bien innata. En todo lo que hacemos, como en todo lo que nos abstenemos de hacer, consideramos la opinién de los demés casi superior a todo, y de esta preocupacién ve- remos nacer, después de un profundo examen, casi la mitad de los tormentos y de las angustias que hemos sen- tido. Realmente esta preocupacién es la que encontra- mos en el fondo de todo nuestro amor propio, tantas veces herido, porque es tan enfermiza y susceptible en el fondo de todas nuestras vanidades y de todas nues- tras pretensiones, como en el fondo de nuestra suntuo- sidad y nuestra ostentacién. Sin esta preocupacién, sin este furor, el Iujo no seria Ja décima parte de lo que ¢s. En ella se funda todo nuestro orgullo, point d'honneur y puntiglio (1), de cualquier especie que sea y a cual- quier esfera que pertenezca: jy cudntas victimas exige a veces! Revélase ya en el nifio, luego en cada edad de la vida; pero alcanza toda su fuerza en la edad madura, porque en esa época, como la aptitud para los goces sensuales se ha agotado, la vanidad y el orgullo no tie- nen que compartir su reino més que con la avarici Este furor se observa més nitidamente en los franceses, en Jos cuales reina endémicamente y se manifiesta a ‘veces por la ambicién mds necia, por la vanidad nacio- nal mds rid(cula y por la fanfartoneria més desvergon- zada; pero sus pretensiones se anulan por es0 mismo, porque las entregan a Ia irrisién de las otras naciones y han hecho un apodo del nombre de grande nation (2). Para explicar més claramente todo lo que hemos ex- puesto hasta aqui sobre la demencia, que es preocupar- Q) En el texto alemén se encuentran estas frases en sus respectivos idiomas. @). En francés, en el texto alemén, 96 _se vestido decentemente ante Ia Camara de los Pares y; Lo mismo sucedia antano ARTE DEL BUEN VIVIR.—CAP. 1V se desmesuradamente de la opinién de otro, quiero re- ferir un ejemplo asombroso de esa locura arraigada Ta naturaleza humana ; este ejemplo esté favorecido por un efecto luminoso resultante del encuentro de circuns- tancias propicias y de un cardctet apropiado; eso nos permitiré calcular la fuerza de ese ridiculo motor de fas acciones humanas. Es el pasaje siguiente del infor- me detallado publicado por The Times del 31 de marzo de 1846 sobre Ia ejecucién reciente del Hamado Thomas Wix, un obrero que habfa asesinado a su patrén por venganza: “En la mafiana del dia marcado para_ ejecucién, el reverendo capellén de la cétcel se presenté en su habitacién. Pero Wix, aunque muy tranquilo, no escuchaba sus exhortaciones; su tinica preocupacién era conseguit deifiostrar un valor extremo en presencia de la multitud que iba a asistir a su ignominioso fin... Y Jo ha conseguido. Llegado al patio de la cércel que ha- bia de atravesar para subir al patibulo, elevado frente a la fachada de la cércel, exclam6: Pues bien, como de- ela el doctor Dodd, voy a conocer el gran misterio. Aunque tenia los brazos atados, subid sin ayuda las gradas del cadalso: Iegado a la cispide, hizo a dere- cha ¢ izquierda saludos a los espectadores, y la multi- tud ‘reunida respondidé, en recompensa, con aclamacio- nes formidables, etc.” Tener la muerte a la vista, bajo la forma més dolorosa, con la eternidad detrds de ella, ¥ preocuparse tinicar nte del efecto que se produciré ‘sobre la masa de idiotes. congregados y de !a opinién que se dejaré tras sien s.is cetebros, es un ejemplar magni- fico de ambicién. Les fue aug.ao-enParis‘por tentative. de regio, Jmentoba principaimente, durante sir proceso, no poder presentars—__ atin en el momento de la ejecucién, su gran pesar era que no se le hubiese permitido-cortatse antes el pel yy podemos verlo en la intro- ” SCHOPENHAUER -- ana

También podría gustarte