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Universidad Metropolitana

Postgrado
Economía Gerencial
Profesor Gerardo Navarro

Sistemas Cambiarios en Venezuela

Integrantes:

De Gouveia, Diana V-17.429.503


Rodríguez, Héctor V-19.380.929
Rodríguez, Rafael V-19.380.928
Sierra, Víctor Hugo V-14.775.646
Caracas, Febrero 2018
Introducción

Es cierta y conocida la famosa frase que reza “Para poder saber hacia dónde
vamos, debemos conocer antes de dónde venimos”, si deseamos comprender lo
que está ocurriendo en nuestra coyuntura sobre un tema económico especifico
como el control cambiario debemos conocer la historia y todos los estadios por los
cuales el país ha pasado.
Venezuela ha transitado por una serie de medidas económicas dirigidas al control
de cambio desde los años 60 hasta hoy en día, siendo este el control de cambio
más largo de la historia del país. Es por ello que consideramos importante
aprender más de las bases de cómo hemos llegado hasta este momento y por tal
motivo quisimos seleccionar el tema de “Sistemas Cambiarios en Venezuela”.
Vamos a encontrar que la finalidad en cada uno de los periodos de control de
cambio se apoya en controlar los precios para proteger a la población de la
inflación; basta con ver la página web ofician del llamado DICOM donde se define
este como: “Sistema de Divisas de Tipo de Cambio Complementario Flotante de
Mercado, para fortalecer nuestra economía en el marco de la Agenda Económica
Bolivariana.” pero ¿este ha sido el efecto deseado? Puede ser que durante las
crisis económicas que han generado escasez y pérdida de poder adquisitivo su
causa no haya sido directamente el control cambiario, pero ha estado presente la
medida económica. No es nueva la intervención del gobierno en la economía para
fijar medidas de control y más recientemente es política mantener a la economía
en estado de “intervención”, generando una enorme corrupción, un uso deficiente
de las divisas, destrucción del mercado cambiario con precio del dólar incierto y
precios de mercado atados a cifras de la página web DolarToday.

2
CONTROLES CAMBIARIOS

Las crisis cambiarias pueden ser provocadas por distintas causas, también
pueden ser confrontadas por parte de los gobiernos, al menos en el corto plazo,
con distintas terapias, entre las que se encuentra el control cambiario. Las
medidas que se apliquen en una economía, en especial, aquellas que guarden
relación con los capitales y tipos de cambio, deben ser implementadas prestando
especial atención a su estructura, buscando corregir los problemas rápidamente.
Los gobiernos para diseñar los mecanismos de corrección de las crisis
cambiarias deben decidir, en caso de la imposición de restricciones a la libre
movilidad de capitales o al acceso a las divisas al tipo de cambio oficial, cuál será
la temporalidad de dichas restricciones, y qué instituciones serán responsables de
su administración, dados los objetivos de política a alcanzar y las características
del sector privado que exhibe el país.
En el caso de que se impongan controles a la entrada de capitales, se deben
diseñar mecanismos que eviten ahuyentar las inversiones extranjeras. En el caso
contrario, controles a la salida de capitales, limitan por ejemplo, el que las
empresas que posean casas matrices fuera del territorio puedan repatriar capitales
libremente. Magud, Reinhart y Rodoff (2007) además trataron de establecer cuatro
grandes objetivos por los cuales un hacedor de políticas decide implementar un
control: 1. Reducir los flujos de capitales en la economía (ya sea a la entrada y/o a
la salida de los mismos); 2. Mejorar la periodicidad de los principales flujos de la
economía, pasando de instrumentos de muy corto plazo y alta volatilidad, a los de
más largo plazo; 3. Reducir las presiones que ejercen la libre convertibilidad y
movilidad de los capitales sobre el tipo de cambio; y 4. Lograr que las políticas
monetarias sean más efectivas e independientes.
Adicionalmente, autores como Mathieson y Rojas-Suárez (1992) analizan los
principales motivos que conllevan a que se apliquen controles cambiarios:
Controlar los capitales “golondrinas”, Los controles de capital pueden buscar la
protección del ahorro interno y existen además motivos tributarios, esto se refiere

3
a que los hacedores de políticas necesitan conservar su capacidad de cobrar
impuestos.

CONTROLES CAMBIARIOS EN VENEZUELA

Con la creación del Banco Central de Venezuela (BCV) en 1940, la


responsabilidad en lo concerniente al sistema cambiario venezolano, que antes
correspondía a la Oficina Nacional Centralizadora de Cambios, recayó sobre este
nuevo organismo como parte de sus funciones. Desde entonces, Venezuela ha
experimentado distintas combinaciones de regímenes cambiarios, tal y como
Palma (2002) expresa en su trabajo “La política cambiaria en Venezuela”. No
obstante, es hasta finales de los años cincuenta cuando ocurren hechos
relevantes a crisis cambiarias

Control de Cambios y Tipos de Cambio Diferenciales (1960-1964)

La estabilidad cambiaria prevaleció desde los años cuarenta, conservando


los tipos de cambios diferenciales vigentes desde 1934, establecidos en Bs/US$
3,09 para transacciones petroleras, Bs/US$ 3,35 para el público, Bs/US$ 4,60 para
la exportación de café y Bs/US$ 4,30 para las exportaciones de cacao y
ganadería. Además, ya era obligatoria la venta al BCV de las divisas que
ingresaban al país originadas por la actividad petrolera y minerales combustibles1.
Entre 1950 y 1957 el sector petrolero creció, haciendo que las altas
ganancias petroleras incrementaron el ingreso real. Es en 1958 cuando este ritmo
se revirtió, en gran medida influenciado por las políticas restrictivas empleadas por
los Estados Unidos, por el debilitamiento de la demanda petrolera y principalmente
por la incertidumbre de los agentes suscitada por el contexto político derivado del
derrocamiento del Presidente Marcos Pérez Jiménez, generando con ello un gran
descenso de las reservas internacionales en los años siguientes. Estos
acontecimientos generaron una inexorable crisis política, lo que se tradujo en
fuertes ataques especulativos en contra de las reservas internacionales,
registrando una contracción de 56,8%,

1
Decreto de Ley 178, de fecha 15 de agosto de 1944.

4
Es allí cuando se aplica un control cambiario que entró en vigencia en
noviembre de 1960, eliminando así la libre convertibilidad que había prevalecido
desde 1934, pero sin modificar el tipo de cambio existente, manteniéndose los
tipos de cambio diferenciales de Bs/US$ 3,09 para las transacciones petroleras y
Bs/US$ 3,35 para el resto de las transacciones. Para el acceso al segundo tipo de
cambio era requerida la aprobación del BCV mediante la Oficina de Control de
Cambios. Al poco tiempo surgió un mercado paralelo2, que fue oficializado en
1961 con la depreciación del tipo de cambio a Bs/US$ 4,70 para las importaciones
no esenciales, remesas y gastos para viajes, sin afectar al tipo de cambio ya
existente de Bs/US$ 3,35.
En relación con el mercado libre de divisas, se comenzaron a tomar algunas
decisiones de sinceración. Ya para 1962, el 80% de las importaciones y todas las
transacciones financieras se hacían al tipo de cambio paralelo y sólo las
importaciones esenciales podían optar por la adquisición de dólares
preferenciales. Esto, acompañado por un mejor ambiente político, ayudó a que se
estabilizara la demanda de divisas y de esta manera, el tipo de cambio no
controlado logró detener el alza sostenida que presentaba al inicio de las
operaciones en el mercado paralelo. Las mejores expectativas favorecieron a
establecer las bases que contribuirían posteriormente a la eliminación de las
restricciones3 en enero de 1964, la restricción cambiaria fue disuelta y se
depreciaron los tipos de cambio, sin embargo, aunque el diferencial fue reducido
no se unificó como se esperaba, pasando de Bs/US$ 3,35 a Bs/US$ 4,50 el
destinado a las transacciones no petroleras y de Bs/US$ 3,09 a Bs/US$ 4,40 para
la compra de dólares provenientes de las transacciones petroleras y de la
explotación del hierro, igualmente existía un tipo de cambio de Bs/US$ 4,485 para
las exportaciones de café y cacao.

2
El tipo de cambio que opera en los mercados paralelos muestra cierta similitud con los regímenes duales, sin
embargo, la diferencia recae en que el diferencial cambiario tiende a ser mayor por los riesgos que conlleva la
ilegalidad.
3
Se proponía que el tipo de cambio petrolero flotará, lo que supondría mayores ingresos fiscales, dado que el
impuesto sobre la renta que tendrían que pagar las empresas petroleras concesionarias se traduciría en más
bolívares.

5
De esta forma, el control cambiario duró un poco más de tres años, pero se
mantuvo la obligatoriedad de la venta al BCV de las divisas producto de la
exportación de hidrocarburos y hierro. En 1976, el BCV decidió eliminar el tipo de
cambio diferencial y comenzar un sistema de tipo de cambio único y fijo. De esta
forma, se fijó un tipo de cambio de compra en Bs/US$ 4,28 y el de venta continuó
en Bs/US$ 4,30. Este esquema estuvo vigente hasta el año 1983.

Control de Cambios y Tipos de Cambio Diferenciales (1983-1989)

Para Palma (2002) fueron muchos los factores que influyeron en la


intensificación de las expectativas de devaluación en 1978, entre ellas, el
desequilibrio fiscal, las limitaciones del sector productivo privado para hacerle
frente a una mayor demanda de bienes y servicios, el deterioro de la balanza de
pagos y la agudización de la inflación de los no transables, generando la
apreciación real de la moneda, y que sumado al incremento de las tasas de interés
internacionales, contribuyeron a la acentuación de la salida de capitales.
La apreciación del bolívar producto de una inflación interna superior a la de
nuestros principales socios comerciales, al mismo tiempo que la persistencia de
las autoridades de no devaluar y la creencia de que una mayor disponibilidad de
divisas generaba una menor probabilidad de modificar el tipo de cambio oficial,
siendo posible por el elevado endeudamiento público externo, que
paradójicamente contribuyó a la fuga de capitales, a causa de que la demanda
privada interna de divisas era estimulada básicamente por expectativas de
devaluación y el riesgo cambiario.
Las políticas monetarias macroeconómicamente inconsistentes, la falta de
credibilidad en el ente emisor y la excesiva liquidez en la economía, financiaron la
fuga de capitales y amplificaron la presión sobre las reservas internacionales,
concentrándose en defender un tipo de cambio fijo cada vez más insostenible e
inviable tras los ataques especulativos. En consecuencia, se fue gestando una
crisis de balanza de pagos de primera generación, en respuesta a ello, las
autoridades aplicaron un control cambiario el 18 de febrero de 1983, acompañado
por la creación de un organismo administrador, la Oficina del Régimen de

6
Cambios Diferenciales (RECADI), cuya función principal residía en la asignación
de divisas a los distintos sectores de la economía.
El tipo de cambio fijo que había prevalecido hasta entonces, pasó a ser
nuevamente un sistema de tipos de cambio diferenciales, quedando de la
siguiente manera: Bs/US$ 4,30 para importaciones consideradas esenciales y
para el pago del servicio de la deuda externa pública y privada, Bs/US$ 6 para el
resto de las importaciones, y existía un tipo de cambio flotante no regulado por
BCV.
En los primeros años de instaurado el nuevo régimen de control de cambios,
el tipo de cambio permaneció estable, lo que junto con la restricción a la fuga
capitales, la lenta asignación de divisas y el descenso del 52,8% en las
importaciones en 1983, en gran medida como resultado de la recesión económica,
beneficiaron el equilibrio de la cuenta corriente, que alcanzó al cierre del año 1983
un superávit de US$ 4.427 millones.
En 1984 se reajustaron los tipos de cambio, el de Bs/US$ 4,30 continuó
aplicándose para la adquisición de importaciones esenciales, el de Bs/US$ 6 pasó
a Bs/US$ 7,50 para el resto de las importaciones y el tipo de cambio de Bs/US$ 6
se utilizó para la compra de divisas de origen petrolero. La situación interna logró
estabilizarse y las razones por las que fueron impuestas las restricciones
cambiarias se resolvieron exitosamente, producto del incremento progresivo de las
reservas internacionales y del superávit de cuenta corriente contabilizado durante
tres años consecutivos, sin embargo los controles no fueron levantados, sino más
bien se prolongaron en el tiempo, debido al control político y económico que le
brinda al Estado, el mantener un control cambiario.
En diciembre de 1986, el tipo de cambio para importaciones no esenciales
fue ajustado nuevamente al alza, pasando de Bs/US$ 7,50 a Bs/US$ 14,50,
conjuntamente, todas las divisas que fueran adquiridas por concepto de
exportaciones debían ser vendidas de forma obligatoria al BCV.
En definitiva, las estrictas regulaciones y las considerables ganancias del
diferencial cambiario, apremiaban la evasión de los controles por parte de los
agentes privados. Los importadores obtenían dólares preferenciales y los vendían

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al tipo de cambio no controlado y los exportadores subfacturando para no tener
que entregar el total de sus ingresos al BCV y vender el excedente a un tipo de
cambio que duplicaba el oficial.
Esta cadena de acontecimientos culminó en una segunda crisis de balanza
de pagos de primera generación, cuya diferencia con la experimentada en el año
1983 radicó en su origen fiscal y no monetario. En efecto, durante tres años
consecutivos el gasto fue deficitario, y el colapso en gran medida se vio impulsado
por los desequilibrios externos, el agotamiento del régimen cambiario, la defensa
de un tipo de cambio altamente sobrevaluado y las expectativas cambiarias
desfavorables, lo que promovió distorsiones en las distintas áreas de la economía
venezolana. En consecuencia, cuando los ataques especulativos al nivel de
reservas internacionales son recurrentes y llega a su punto crítico, tanto el tipo de
cambio fijo como la intervención del BCV en el mercado cambiario dejan de ser
viables. Es por ello que, bajo estas circunstancias fue aplicado un programa de
ajuste en marzo de 1989, en el cual se modificaba el esquema cambiario existente
para la fecha, eliminándose el control cambiario que ya había durado más de seis
años y el tipo de cambio fijo y preferencial pasó a ser un tipo de cambio único y de
flotación “sucia” (semejante a un crawling peg), comenzando con una cotización
de Bs/US$ 40, que con respecto al tipo de cambio fijo en Bs/US$ 14,5 y Bs/US$
7,5, representó un aumento en el tipo de cambio de 175,9% y 433,3%
respectivamente.

Control de Cambios y Tipo de Cambio Fijo (1994-1996)

El programa de ajuste macroeconómico de 1989 en gran medida afectó al


sistema financiero, sumado a los desequilibrios tanto fiscales como monetarios
que a partir de 1991 se hicieron presentes. La gran expansión del gasto fiscal llevó
al BCV a aplicar políticas monetarias restrictivas, elevando las tasas de interés
para que la inflación no fuese aún mayor, pero contrariamente a las políticas
adoptadas, era difícil contrarrestarla, persistiendo la brecha entre los precios
internos con respecto a los externos.
En octubre de 1992 el BCV implementó un esquema de devaluaciones
progresivas y controladas, que posteriormente fue sustituido por el sistema

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conocido como Crawling Peg, que consistía en minidevaluaciones periódicas, las
cuales fueron aplicadas paulatinamente y de forma esporádica sin aviso oficial.
No obstante, las expectativas negativas tendieron a elevarse, no en
respuesta al contexto económico sino más bien al ámbito político que empeoró
después de los intentos de Golpe de Estado de febrero y noviembre de 1992, lo
que derivó en una importante fuga de capitales y en presiones sobre el tipo de
cambio. La crisis financiera se manifestó en el segundo semestre de 1993 cuando
el Banco Latino4 sufrió varios ataques contra sus depósitos, y dado que
reiteradamente no podía cubrir las compensaciones de sus pagos fue intervenido
a principios de 1994 y cerrado por varios meses, lo que provocó intensas
presiones por parte de los depositantes para que abrieran nuevamente sus
puertas.
Los masivos retiros a las entidades bancarias, la falta de liquidez y los
problemas de solvencia que presentaban algunas instituciones financieras, fueron
las principales razones para la extensión de la crisis al resto del sistema
financiero. La incertidumbre y desconfianza en el sistema bancario y la inyección
de dinero inorgánico por parte del BCV, crearon grandes distorsiones
inflacionarias y cambiarias.
BCV continuó con el sistema del Crawling Peg hasta abril de 1994. En mayo
de ese año, decidió ofertar divisas a través de subastas, este nuevo esquema
dependía de la disponibilidad de dólares del ente emisor. Por su parte, el tipo de
cambio se establecía diariamente como promedio de las cotizaciones presentadas
por los bancos, sin tomar en cuenta los valores extremos. No tardó el surgimiento
de un mercado paralelo como respuesta a la reducción de la oferta de divisas, lo
que tendió a apreciar el dólar por encima del precio de subasta, la brecha entre
ellos empeoró meses más tarde, aumentando 70% de abril a junio, en este mes se
ubicó en Bs/US$ 200.
A finales de junio, fueron suspendidas algunas garantías constitucionales, se
aplicaron controles de precios y de tasas de interés, así como también las
operaciones en el mercado cambiario fueron interrumpidas y en julio de 1994 se

4
Este era el segundo banco más importante en términos de captación de depósitos.

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aplicó un control cambiario bajo el Decreto No. 268, terminando de esta manera la
libre convertibilidad y el tipo de cambio flotante que regía desde 1989. Este control
cambiario fue una medida de emergencia en respuesta a la fuga de capitales y a
las expectativas negativas generadas por la crisis financiera, por esta razón no fue
acompañado por un programa de ajuste.
Bajo el nuevo control de cambios, la administración de las divisas estuvo a
cargo de la Junta de Administración Cambiaria (JAC) y la Oficina Técnica de
Administración Cambiaria (OTAC). El tipo de cambio siguió siendo único pero fue
fijado en Bs/US$ 170 y las transacciones en divisas que no fueran realizadas con
el BCV se declararon ilegales. De igual forma, las empresas exportadoras tanto
públicas como privadas, debían vender obligatoriamente sus divisas al BCV, y a
excepción de la banca se les prohibía mantener cuentas en dólares.
La presión contra las reservas internacionales condujo a las autoridades a
implementar un esquema de oferta de divisas aparte del oficial en abril de 1995,
autorizando la colocación de bonos Brady en la Bolsa de Valores de Caracas. Este
tipo de títulos denominados en dólares podían ser comprados en bolívares y el
tipo de cambio se determinaría en relación al valor en bolívares del bono y su valor
en dólares en los mercados secundarios. Al inicio la cotización que se manejaba
era igual al valor del dólar en el mercado paralelo, alrededor de Bs/US$ 230
excediendo el tipo de cambio fijo en un 35,3%.
Las restricciones cada vez mayores para la adquisición de dólares al tipo de
cambio oficial y el importante descenso del nivel de reservas internacionales
conllevaron al aumento sostenido del tipo de cambio de los bonos Brady. En
diciembre de 1995 la moneda fue devaluada, pasando el tipo de cambio de
Bs/US$ 170 a Bs/US$ 290, valor muy semejante al tipo de cambio de equilibrio de
importaciones para la fecha.
Como consecuencia de la pérdida de eficiencia del control cambiario y las
distorsiones causadas por éste, en el marco de la Agenda Venezuela, fue
levantada la restricción cambiaria en abril de 1996, teniendo una duración de un
año y nueve meses. Por su parte, el tipo de cambio se dejó flotar, ubicándose en
torno a Bs/US$ 500, durante los primeros meses de unificación se estabilizó, esto

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debido a tres razones: primero, por las políticas monetarias de corte restrictivo que
elevaron las tasas de interés de manera significativa, segundo, el ajuste en la
paridad ocasionó que la demanda de divisas se atenuara, y tercero, la mayor
oferta de dólares por la entrada de capitales al país.
En julio de 1996, se aplicó un esquema de bandas cambiarias, estableciendo
un límite de 7,5% por encima y por debajo de la paridad central de Bs/US$ 470, y
ajustándose mensualmente en 1,3% a razón de la tasa de inflación. Esto con el
objetivo de impedir que el tipo de cambio real se moviera a causa de la tasa de
variación de los precios, y por otro lado evitar costosas devaluaciones futuras.

Control de Cambios y Tipos de Cambio fijo (2003-2017)

La historia económica de Venezuela nos demuestra que no está exenta de


los shocks externos relacionados al mercado petrolero, que en 2001 generó
incertidumbre en los agentes, como resultado de la caída de los precios del
petróleo en 22% (US$/b 20,2), debido a la sobreoferta en los mercados
internacionales y a la acumulación de inventarios por parte de los países
consumidores, lo que provocó un aumento de la demanda de divisas. Esta
situación se articuló con el inicio de la crisis de ingobernabilidad política interna,
que intensificó la presión de los agentes domésticos en movilizar sus capitales y
respaldar sus ahorros con moneda extranjera.
Mientras había una gran expansión del gasto fiscal, financiado con recursos
ahorrados en el Fondo de Inversión para la Estabilización Macroeconómica
(FIEM), el BCV aplicó políticas monetarias restrictivas, pero aún así las reservas
internacionales disminuyeron en 29,2% en el año 2001 con respecto al año
anterior, hasta alcanzar a finales de año US$ 12.296 millones, y ya para enero de
2002 se encontraban en US$ 10.687 millones.
Aunque los actores económicos esperaban un control cambiario, dado el
deterioro de la balanza de pagos y de las expectativas desfavorables de los
agentes domésticos, fue anunciado un nuevo esquema cambiario en febrero de
2002, eliminando las bandas cambiarias vigentes desde 1996 por un nuevo
sistema que consistía en un tipo de cambio único flotante bajo libre convertibilidad,
donde el BCV ofertaba diariamente divisas en tres subastas.

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En los primeros días de vigencia de este régimen cambiario el tipo de cambio
se elevó aceleradamente, llegando a Bs/US$ 1.061 en febrero de 2002, esto fue,
39,1% mayor al registrado al cierre de año 2001. El BCV continuó con las políticas
monetarias restrictivas para controlar la liquidez monetaria, lo que contribuyó a
disminuir el crecimiento del tipo de cambio en los primeros dos meses del año
2002.Fue anunciado además, un programa de ajuste con el objetivo de aumentar
los ingresos no petroleros de origen fiscal y disminuir el gasto.
El contexto político desfavorable generado a partir del mes de abril de 2002,
repercutió en la caída de la actividad económica interna, que aunado al paro
petrolero de diciembre de ese mismo año, redujo considerablemente las
exportaciones de PDVSA y dada la creciente demanda de divisas llevó a una
disminución en la posición de reservas internacionales en enero de 2003, hasta
alcanzar US$ 11.310 millones, lo que representó un decremento de US$ 693
millones (-5,8%) con respecto al mes de diciembre de 2002. Estos resultados
económicos en conjunto con la crisis de gobernabilidad reinante, las
manifestaciones civiles, entre algunos otros factores, conllevaron a que el 21 de
enero de 2003 fuesen suspendidas las transacciones en divisas y a principios de
febrero se aplicara un control cambiario, mediante la adopción de un Régimen
Administrado de Divisas (RAD).
En lo que respecta al tipo de cambio dejó de ser flexible y pasó a ser fijo,
dada la alta volatilidad durante su período de flotación, que hacía pensar en su
poca viabilidad a corto plazo, ya en enero el tipo de cambio había alcanzado
Bs/US$ 1.853 y fue fijado en Bs/US$ 1.600, correspondiendo este, al tipo de
cambio establecido en el presupuesto fiscal de ese año. En esta ocasión, la
regulación de este nuevo sistema cambiario sería supervisada por la recién creada
Comisión de Administración de Divisas (CADIVI)5.
Este nuevo esquema cambiario obedeció más a una crisis política que a una
crisis de balanza de pagos. Dada la estructura ideológica del gobierno actual,
herramientas como éstas se adaptan a este tipo de concepciones socialista y han
sido implantadas en los países de similares directrices.

5
Convenio Cambiario Nº 1 publicado el 19 de marzo de 2003 en Gaceta Oficial Nº 37.653.

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Una vez implementado el control cambiario y explicados los mecanismos
para la obtención de divisas, además de expuestas las normas y las sanciones,
las vías alternas para obtener dólares, que no implicasen realizar ningún tipo de
trámite legal no se hicieron esperar. La escasez de mecanismos de inversión con
los que los domésticos podrían preservar su patrimonio del efecto erosivo de la
inflación, parecían haber desaparecido con el control a pesar de los compromisos
adquiridos por BCV.
Como era de esperar, el control cambiario impidió que la salida de capitales
continuará en ascenso y las reservas internacionales se recuperaron, creciendo
sostenidamente durante todo ese año. Desde esta perspectiva, el control
cambiario logró que el flujo de capitales salientes fueron frenados y se
incrementaran las reservas.
Con la implementación del control, se esperaba que, una vez alcanzadas las
metas de política cambiaria planteadas desde el Ejecutivo, el mismo fuese
suprimido y levantado progresivamente. Además de que en 2004, las grandes
limitaciones que las restricciones al acceso a las divisas impusieron a los actores
económicos, provocaron que los demandantes no tardaran en acudir al mercado
paralelo que se generó como una vía facilitadora para la salida del capital privado.
En efecto, también derivó en un gran diferencial cambiario y en una mayor
corrupción, dado que entre más elevado sea el tipo de cambio paralelo o “de
mercado” con respecto al tipo de cambio oficial, mayor será el subsidio implícito,
viéndose reflejado en el continuo crecimiento de las importaciones anuales.

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En 2017, el control cambiario se mantiene vigente, con las restricciones al
libre manejo de los capitales en moneda extranjera, con un nuevo esquema de
adquisición de divisas denominado DICOM, que funciona con divisas subastadas
a través de la banca, en su mayoría ofertadas por el sector privado. El mecanismo
de asignación es poco claro y restrictivo. Las personas naturales pueden adquirir
hasta 420 euros trimestrales y las empresas 320mil euros. La devaluación del tipo
de cambio desde el mecanismo preferencial DIPRO resultó en 99 al pasar desde
Bs/US$ 10 hasta Bs/US$ 25.000, en tanto que desde la última subasta habilitada
en septiembre 2017, el DICOM pasó desde Bs/US$ 3.345 a la mencionada
anteriormente implicando una devaluación de 86%
Con la precaria situación económica actual, podría ser momento para la
aplicación de un control cambiario, sin embargo, son quizás las consecuencias de
este extendido control político lo que ha conllevado a que la crisis actual resulte en
14
las proporciones vividas, una caída del PIB por cuatro años consecutivos
perdiendo poco más de 40% acumulado, un mercado paralelo descontrolado y un
fuerte contexto hiperinflacionario.

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CONCLUSIONES

Economías que suelen ser muy vulnerables y que dependen casi


exclusivamente de un principal producto de exportación, suelen presentar
importantes episodios de crisis de balanza de pagos, a lo que se le suma que
tienden a estar más propensas a efectos contagio. También la vulnerabilidad
puede responder a la apreciación real del tipo de cambio, al mayor
apalancamiento del sector financiero o a la pérdida de reservas internacionales.
Aunque los controles cambiarios pueden ser considerados como inevitables
en situaciones de graves fugas de capitales y para detener la ingente pérdida de
reservas internacionales, no obstante, debe tenerse presente que su eliminación
debe ser en el lapso más corto posible, además de incluir la menor cantidad de
factores distorsionadores, tales como el control del tipo de cambio, barreras a la
entrada a los mercados paralelos, políticas fiscales y monetarias en extremo
ajustadas al control, para de esta manera impedir las distorsiones que son propias
de estas medidas sobre la balanza de pagos.
En cada oportunidad de la historia económica de Venezuela que ameritó la
aplicación de medidas restrictivas en el tipo de cambio y en la cuenta de capitales,
incidieron tanto elementos de carácter económico, social y político como factores
externos. La sostenibilidad de los controles de cambio ha dependido de los
resultados económicos, es por ello que cuando estos balances no son favorables
se hace indefendible el sistema cambiario del momento-
Las restricciones cambiarias actuales han evolucionado en los más de quince
años de aplicación, intensificándose y reprimiendo todo aquel elemento que
represente para los agentes económicos domésticos una vía de escape del control
sobre la salida de capitales. Consideramos que, no habían razones en términos de
teoría económica después de 2004 para continuar con el control cambiario,
además al analizar la coyuntura económica que acompañaron los años siguientes
y sobre todo en el año 2007, el volumen de capitales exportados durante este
período, unido a las favorables condiciones que experimentó la economía en la
mayoría de sus indicadores

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A pesar de ello, se asume por las actuaciones del Ejecutivo, que éste ya no
sustentaba el control como una medida para resolver los problemas anteriormente
mencionados, sino como una herramienta de control político, sobre los demás
actores de la economía, razón que se intensifica, en nuestra opinión, al analizar
los objetivos de política creados en el Plan de la Nación de ese mismo año,
algunos ejemplos de ello se encuentran en expresiones que implican
modificaciones en la tendencia y desarrollo actual de la economía, planteando que
se rija por los principios del socialismo del siglo XXI, en el que el modelo de
producción sea socialista y responda a un Estado que posea el mayor control
posible sobre los medios de producción, distribución y comercialización,
empleando la figura de Empresas de Producción Social.
Hoy pareciera que las consecuencias del levantamiento del control cambiario
podría desencadenar un efecto positivo, toda vez que son necesarios cambios
estructurales que acompañen un cambio político actualmente. Es un modelo
desgastado que con los cambios adecuados y los incentivos correctos pudiera
generarse un efecto positivo en la economía venezolana.

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REFERENCIAS
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Edwards, S. (2007) “Capítulo XIII: Políticas cambiarias en América Latina: modas,
tendencias y decepciones”. CEPAL/CIDOB, pp. 491-526.
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Magud, N., Reinhart, C. y Rogoff, K. (2007). “Capital Controls: Myth and Reality A Portfolio
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Experiences and Issues”. Fondo Monetario Internacional.
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