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Estacion Desamparados
Estacion Desamparados
HERNANDO CORTÉS
L I M A 1, 9 8 5
J.M.Arguedas
PERSONAJES
Eusebio
Viki (invisible)
EUSEBIO.- (CON LA ESCOBA) (AL PUBLICO) ¿Han oído hablar de Dios? (SE RIE)
No. No me refiero al de arriba. Hablo de la que está sentada detrás
del mostrador. ¿La ven? Viki, la patrona, que todo lo gobierna a su
propio gusto. Aquí lo que se ve y parte de lo que no se ve forman el
mundo de Dios. Bueno, es un decir, ¿ya? También podría llamarla el
presidente, pero ella es más que eso, la chinacuchi (la chancha). No
ha sido elegida por voto popular. No hay quien le dé su golpe de
Estado, su contrasolazo, ni quien le haga la revolución. Ella está ahí
desde siempre. El cielo y el infierno, ella los fabricó. El día que me
bote a la calle, se me acabará el mundo ain nomás. Por aquí todos
tienen que pasar alguna vez. Vienen a alimentarse su barriga, a
rematar su día con un trago, a ver si les liga un cachuelito, a pedir
que les presten unos soles, o a sacarle la vuelta a su mujer. Todos
pasan por aquí. Los buenos y los malos, los chicos y los grandes, los
negros, los cholos y los blancos, los roscas y las mecas. Todos pasan
por la Estación Desamparados, al ladito del tren.
Los premios y los castigos fueron repartidos ya. Y allinsi rirúan, pues.
(Y me tocó la buena, dicen, pues.) Dios me dio casa, comida, ropa. Y
lo demás. Pero me saca el quilo. ¡Por mi madre! ¡Caracho, me
atiborra de sortijas, de ternos, de chalecos, de corbatas, de zapatos de
gamuza! Y me saca por las calles, me pasea los domingos por el
hipódromo de caballos. Después, por las noches, tengo que darle las
gracias a Dios, aguantarle su peso de encima. Yo era bien cojudo
cuando chico. Pensaba que el mundo se había hecho para mí. Ampi
ina ñuja carani. (Como un tonto pensaba yo) ¡Caracho! Ahora aquí
está el mundo, pues. Y esto es lo que me tocó. A veces, me dan ganas
de pegarme mi escapadita, más que sea, para ver cómo será andar
solo. Sin que la china Viky me peñizque el brazo cuando pasa una
paloma. Que ni me importan nada. Igualitas de putas son todititas. Te
mandan que les hagas cosas.
MUTIS RAPIDO.
EL ZORRO.- Buenos días. Llegó el tren. Aquí está “El Zorro”. Buenos días, doña
Viky. ¡Qué tal, pata carreta! (POR EUSEBIO) Llegó el tren de sierra.
Muchachos, a sentarse. (LA PAREJA ENTRA APENAS. EL ZORRO SE
ACERCA A UNA MESA Y ACOMODA LAS SILLAS PARA QUE SE SIENTEN.
SE ASOMA EUSEBIO.) ¡Un desayuno con chicharrones y camote! Y
para mí, una cervantes bien helada.
LUCIA.- (MIRANDO A SU MARIDO) Café con leche, mejor.
EL ZORRO.- En Lima hay que alimentarse, papearse fuerte pa’ que el diablo no les
jale de las patas. Este clima te chapa de la caja y te voltea, te da un
zamacón y te envuelve con la tisis como si te pusiera una chalina.
Lucía Avelina eres tú. ¿Y tú?
BENITO.- Benito Mayurí.
EL ZORRO.- ¿De Jauja?
BENITO.- De Tarma.
EL ZORRO.- De Tarma.
LUCIA.- Del mismo monte somos, pues.
EL ZORRO.- ¿Y cuántos años tienes?
LUCIA.- Voy a cumplir los dieciséis.
EL ZORRO.- ¿Y la chica que está cuidando a tu chamaco? ¿Se va a quedar con
ustedes? ¿Cuántos años tienes?
LUCIA.- Once, pues, de seguro. Su hermana de él es.
EL ZORRO.- Y tu chamaco, ¿cuántos años tiene?
LUCIA.- Tresito nomás.
EL ZORRO.- (PALMEANDO A BENITO EN LA ESPALDA) Te la tiraste a los trece, ¿no?
¡Pendejo!
LUCIA.- Estoy preñada ahora yo.
BENITO.- Dos guaguas perdió.
LUCIA.- En mi barriga se me fueron.
EL ZORRO.- Tú no descansas, paisa. (SE RIE) Bueno, ustedes han venido a trabajar
y ahora tienen que meter duro el hombro porque no hay eso de la
mala suerte en la vida. Si luchan, el mundo se lo meten al bolsillo. Yo
le tengo fe a la gente de jauja.
BENITO.- De Tarma.
EL ZORRO.- A la gente de Tarma y de toda la sierra. Porque soy paisano.
LUCIA.- ¿Ah, si? ¿De dónde pues eres, señor, ah?
EL ZORRO.- Yo soy de Tarma.
LUCIA.- (A BENITO) Llaja masinchicsi chaynatan nim. (Paisano dice que es)
EL ZORRO.- Llevo ya diez años en Lima. Ayudando a mis paisanos. ¿Tienen
ustedes parientes acá?
BENITO.- No tenemos.
EL ZORRO.- ¿Y amigos?
BENITO.- Tampoco. Nadies pues conocemos.
EL ZORRO.- ¡Mejor! Si no conocen a nadies acá, a la vuelta de la esquina nomás
puede aparecérseles el asaltante que mete la mano en su bolsillo y
hace como que tiene una pistola, y grita:
EL ZORRO.- ¡Sírvanse! Los veo tirando piocha, abriendo el surco en la puna fría,
con una temperatura de la puta madre, plantando la semilla. Y al
final, ¿para qué? ¡Sírvanse! (YA ESTAN COMIENDO. SE AGACHA A
RECOGER ALGO.) ¿Qué mierda es esto? ¡Cacanusa, pura cacanusa!
Tiraron cintura como dos meses y ahí tienen el resultado. La tierrita
era de ustedes, ¿no es cierto? ¿Pero qué paso la última vez que
fueron donde el facineroso de la tienda?
BENITO.- De propiedad nuestra era, pues.
EL ZORRO.- Y la vendieron.
LUCIA.- Mucha deuda.
EL ZORRO.- El facineroso de la tienda se aprovechó. Sacó su libretita. Se puso sus
anteojos, un vidrio roto, pegada la montura con su “espaladrapo”.
Miró y remiró su libro, arroz y querosén, jabón, sal y afrecho y corte
de tela. ¿No? Hace sus cuentas en su gran libro negro. me debes
tanto y tanto. Pagan ¡o les corto el fiado! Pero si a principios de mes
ya te pagamos, pues. Abre su enorme librazo negro. no veo. Aquí no
veo nada de eso. ¡Y zuácate! Te volteas a mirar al Benito. ¿Qué se
hace pues, papay? Ya no comemos los domingos más que una vez al
día. Encima hay que trabajar para el tendero este de mierda. Así no
puede crecer la guagua. Yo te dije, Avelinacha, que hay que irse pa’
Lima. Cuántos se han ido ya y les ha ido bien. ¿Por qué a nosotros
no, ah? Mira que el Casimiro nos quiere comprar hace tiempo la
chacrita. Pero ¿y mis muertos? Avelinacha, no es tan malo irse pa’
Lima. Acá ya no podemos vivir. Dicen que allá hay calles con
muchas tiendas y muchos carros. Ella llora y llora. Luz eléctrica hay
allá, pues. Y casas con pisos de madera. ¡Pisos de madera! Y unos
cuartos que se llaman los baños. ¡Los baños! Y en unas tazas grandes
hace tus meadas y tus cagadas. Y después te limpias tu poto con un
papel. Ella llora y llora. En el colchón echada escuchas en el radio
“La Voz de Jauja”
BENITO.- De Tarma.
EL ZORRO.- “La Voz de Tarma”. Y tus colchones donde duermes son gordos.
LUCIA.- (A BENITO) Weray weras cancu . (Gordos dice que son.)
EL ZORRO.- Quiero pasearme en carro, le dices al Benito. Por todas partes te
pasearás en carro, contesta él. Y nos pararemos a mirar las vitrinas de
las tiendas y atisbaremos en los restaurantes de las comidas que hay.
Avelinacha, deja ya de llorar. Y ella se suena su nariz con su pañuelo.
Vamos a cargar nuestros bultos, vamos a llorar dos lagrimitas más y
al tren. Y ella canta. Y tú cantas. Y todos cantamos.
BENITO.- Llapanchiq takisunchiq. (Todos cantamos.)
LUCIA.- Ari, llapanchiq takisunchiq. (Sí, todos cantamos.) (UNA RISA
BURLONA)
EL ZORRO.- Pero vamos contentos porque el futuro ya es nuestro, mamay. Los
dos contentos hasta que el tren para en la Estación Desamparados.
(ALZA SU VASO DE CERVEZA Y CANTA)
En su frente limpia, calma,
veo la ceñida palma
que se da a los vencedores,
el premio a los ganadores.
¡Adelante, sin flaqueza!
Lima aguarda su victoria.
Bien en alto la cabeza.
A quien lucha, ¡triunfo y gloria!
(Y SE EMBOCA UN TRAGO)
LUCIA.- Suma sumac rimaysapan. (Hablador bonito es.)
BENITO.- ¿Qué más conoces tú, ah?
EL ZORRO.- ¡Todo! ¡El Zorro lo sabe todo! Trabajo busco. No. Aquí no hay.
Andate para arriba del cerro. Caminas hasta arriba. No, nada, cholito.
Aquí no cabe un pericote más. Vuelta a andar. Caminas y caminas un
día, dos, tres... Mientras, ¿dónde duermes, ah? Ella y tu guagua están
alojadas en hotel. Y te están sacando la sangre en ese hotel.
(ZAMAQUEANDOLO FUERTE) ¡Te van a dejar sin nada! Ahorraste tu
platita ¿para que te la robasen en Lima?
EUSEBIO.- Con permiso, don Zorro, yo le ayudo. Para eso estamos. (AL
PUBLICO) Cuando Dios no me mira, hago de las mías.
ENTRE LOS DOS FORMAN CALLES CON LOS MUEBLES.
DOÑA LUPE HACE UNA SEÑA AL ZORRO. ESTE EMPIEZA A MONTAR SILLAS SOBRE MESAS
HASTA LEVANTAR UNA TORRE.
DOÑA LUPE.- Bueno, en resumen, ¿adónde esconden la plata que trajeron, ah?
EL ZORRO.- (GUIÑANDOLE UN OJO AL MATRIMONIO) No trajeron nada, doña
Lupe. Mejor va a ser ayudarlos por adelantado. Déjemelos a mí
nomás.
DOÑA LUPE.- Bien, yo me voy. Arréglalo a tu modo.
EL ZORRO.- (AL MATRIMONIO) Regreso. En algún hueco tienen que tenerlo, doña
Lupe. No puede haberse evaporado como humo de cigarro.
OSCURIDAD
SEGUNDO EPISODIO
EUSEBIO.- (AL PUBLICO) ¡Paren todo! Aquí el que manda soy yo. Y organizo y
pronostico. Siempre a sus espaldas de Dios, por supuesto. Está
entrando un señor con su maletín bien agarrado entre sus manos.
Tiende su vista a todas partes como buscando a alguien. Está agitado,
inquieto, el hombre, y miedoso también. Ahí mismo descubre a los
borrachos, y tiene un gesto de fastidio. A lo mejor, pensó pasar
desapercibido, pero no puede. ¡Caray, el destino lo fregó! ¡Que
vaina!
CASTRO.- ¡Salcedo!
EUSEBIO.- Salcedo se hace el desentendido. ¿Ven?
CASTRO.- ¿Ese no es Salcedo?
PANCORVO.- ¡Por supuesto que es Salcedo! ¡Salcedo, hermano!
EUSEBIO.- Salcedo no tiene más remedio que sonreir, el pobre.
PANCORVO.- ¡Qué gusto de verte, hermano!
EUSEBIO.- Salcedo no suelta su maletín. ¿Se fijan? El está en otra cosa. Tal vez
un negocio que le va a reportar muchos miles. Ellos, en cambio,
están en su “sabadito, camisa limpia y polvito”. Divertidos,
chupaditos, libres de toda obligación. Y por eso cantan. Ahora
pretenden joderle el plan al señor. Es choque de intereses que dicen.
Cada uno lo suyo. ¿Y quién podrá con quién? Ahí esta la cosa.
Veamos un poco. Con permiso.
SALCEDO.- Cómo estás, colorao.
PANCORVO.- ¡Se acordó! ¡Ja, ja, ja! ¡El colorao Pancorvo! ¡Se acordó!
CASTRO.- Enseguida te reconocí, compadre, a pesar de los años. Soy Efraín
Castro, ¿no te acuerdas?
SALCEDO.- El careburro.
CASTRO.- ¿Cómo estás? (Y LO ABRAZA)
SALCEDO.- Bien, muy bien.
CASTRO.- ¿Esperas a alguien? ¡Ven con nosotros!
SALCEDO.- No puedo. He quedado aquí con un amigo.
PANCORVO.- ¡Espéralo, claro! ¡Vamos a tomarnos unos tragos!
SALCEDO.- Me van a disculpar, pero...
PANCORVO.- ¡Estás igualito, hermano!
CASTRO.- ¡Nada has cambiado!
SALCEDO.- Flaco tal vez.
PANCORVO.- ¡La buena vida! (RIEN LOS BORRACHOS)
CASTRO.- (ALCANZaNDOLE UN VASO) ¡Salud!
LOS TRES.- ¡Salud! (BEBEN)
SALCEDO.- (DESPUES DE UNA PAUSA EN QUE NADA DICEN) ¿Y el flaco
Huascarán? ¿Sigue en la oficina?
CASTRO.- Sigue. Más alto que nunca el cojudazo.
SALCEDO.- ¿Engordó?
CASTRO.- ¡Al contrario! ¡Ahora los ternos le quedan como nubes!
PANCORVO.- ¡Y la nieve eterna le salpica hasta los codos! (RISAS)
BEBEN.
LOS DOS ACOMODAN SILLAS. LOS BORRACHOS RIEN CON LA BROMA Y BEBEN.
BEBEN, DESPUES MARCHAN CON VASOS Y BOTELLAS. SALCEDO SE SUBE EL SACO HASTA
CUBRIRSE LA CABEZA Y SOBRE ELLA COLOCA UN VASO LLENO. LLEVA UNA BOTELLA EN
CADA MANO.
CARCAJADA GENERAL.
NUEVAS RISAS.
NUEVAS RISAS.
SALCEDO.- Es que hay que ver a qué clase de burdeles iba careburro.
CASTRO.- ¡La flor y nata! Las rameras son mujeres de verdad. Positivas.
¡Reales! En el burdel no hay mañosería. El hombre entra tal como
nació.
SALCEDO.- ¡Calato!
RISAS.
RISAS.
PANCORVO.- Yo detesto el olor de las putas. Esa mezcla de sexo y perfume barato.
CASTRO.- ¡Es olor a mujer!
SALCEDO.- ¡Tú siempre exagerando, careburro!
RISAS.
RISAS.
EUSEBIO.- Se quería escapar, señor Salcedo. Pero el destino es bien jodido, ¿no?
OSCURIDAD
TERCER EPISODIO
TODOS RIEN.
TODOS SE RIEN.
OSCURIDAD