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Adaptación de Textos

Señorita Julia Adaptación


De August Strindberg

Mtro. Ramsés Figueroa

Susana María Ruiz Reyes

ID 119864

Ciudad Obregón, Sonora. Mayo 11, 2015


 Obra: Señorita Julia
 Tema: Diferencia de clases sociales
 Contexto: Magdalena de Kino, Sonora. Año 2014.
 Conflicto: Lucia seduce a Pablo mientras todos están en la fiesta de San Francisco
 Personajes:

Lucia, hija del dueño de la empacadora de especias “La Norteña”

Pablo; Encargado de cargar y transportar las especias en Sonora.

María José; Encargada de la limpieza de la empresa y además de la casa de Mariana.

María José esta junto a la mesa cocinando un bistec ranchero. Lleva puesto un pantalón de
mezclilla con una playera de la empresa “La norteña”.

(Pablo, entra con el sombrero en la mano y lo deja en una silla. Se dirige a sentarse a comer)

Pablo: Esta noche nos espera el fiestón del año Mary! A ver qué tan loca se pone la María José,
ya ves que de repente se le bota.

María José: Cállate Pablo, no vaya ser que te oiga el señor.

Pablo: Nombre, lo acabo de ir a dejar allá a la bodega, iba a hacer no se qué fregados. Y cuando
entre a la bodega, estaba la señorita, estaban oyendo al Julion y traían unas bailadas, me saco a
bailar con ella. Me dio vergüenza con el señor, es que neta si está loca, pero ahora de remate.

María José: Pues (con la mano en la cintura y revolviendo la comida)… Loca siempre ha
estado, pero como que cada día amanece peor, a lo mejor por eso de que la dejo el novio. Pero
pues tenemos que aguantarla, es la señorita y muy pronto nuestra jefita directa.

Pablo: (sentándose a la mesa) que feo que se fijen tanto en lo rico o pobre que eres, si por eso
terminaron, porque el bato este trabaja ahí en el rancho de los Félix de vaquero. Pero ya ves que
ella siempre le gusta andar aquí entre nosotros, y cuando son las fiestas de octubre prefiere
quedarse aquí en las casa.

María José: Pues es que después de todo lo que le ha pasado a lo mejor le da vergüenza que la
vean en la calle, ya ves que tan habladores son (aventando un trapo)
Pablo: Puede que sea por eso, pero… Mira te voy a decir pero no digas nada, yo vi todo lo que
paso, a escondidas obviamente.

María José: ¿Qué? ¡¡Cuéntame!! (Desesperada)

Pablo: Es que has de cuenta, que una mañana que el morro este andaba ahí en la empacadora,
ella le estaba queriendo ensenar a usar una de las maquinas que limpian el chile colorado, pero
como que él no le entendía, y la loca esta se desespero y le pego en la cabeza, y pues el aventó
todo la dejo ahí valiendo. Pero pues es que esta también acostumbrada a que se haga lo que ella
quiere.

Se sientan los dos a la mesa a comer

María José: ¡Válgame Dios! Pues ni modo, a mi me da lástima. Pero en fin, vamos a comer, te
hice el bistec ranchero que tanto te gusta, y mira no mas con que lo vamos a acompañar…

Pablo: ¡Una tecatona! Pues te la acepto, pero mira lo que tengo para la noche, porque las fiestas
de San Francisco no se deben celebrar nada mas con cerveza (saca un Buchanan’s) estas fiestas
son una vez al año y hay que ponernos bien.

María José: No tienes perdón tu Pablo, ya parece que te veo arrastrándote por la plaza. Pobre la
mujer que se case contigo (en un tono sarcástico)

Pablo: Jmm ya quisieras ser esa tú. Y aunque ande todo pedo ahí en la plaza, no creo que te
perjudique que la gente piense que somos novios (probando un whisky que estaba sobre la mesa)
esta bueno esto, ¿pa’ quién es?

María José: Asco, está bien sarra. Es un regalo que le dará a su amiga Diana.

Pablo: Cállate Mary, te van a venir escuchando todas las cosas que hablas y te van a correr y a
ver si no cuelo yo también… (Serio) aunque es raro que la señorita para unas cosas se la juegue
mucho a la riquilla, pero para otras pierde el orgullo ese que a veces se le sube. Ya ves, en la
empacadora andaba bailando conmigo, neta que está bien rara esa vieja… pero esta rebuena la
condenada (riendo)
María José: Que vulgar eres, ¡Cállate tú! Me andas callando a mi por lo que digo y estas peor
tu… (Caminando por la cocina, se detiene frente a Pablo) Oye y… Pues, ¿vamos a ir juntos a las
fiestas a la noche? Acuérdate que ya habíamos quedado.

Pablo: Claro que si mi Mary, ya te había dicho que si y así será, porque lo que yo digo lo
cumplo (grita “auu”)

Entra la Señorita Lucia a la cocina y Pablo se pone de pie rápido y esconde la botella que tenía
en sus manos

Lucia: ¿Qué hiciste de comida MaryJose? Tengo muchísima hambre, sírveme porfa, aquí
comeré en la cocina.

María José: Hice bistec ranchero señorita, como le gusta a usted y tortillas de harina recién
hechas… Pero, aquí está Pablo, ¿No le molesta comer con él?

Lucia: Para nada, al contrario (con coquetería)… Mmm, oye Pablito, iras a la plaza a la noche?
Ya se oyen las bandas tocando… ¡Vamos a bailar! ¿Qué dices?

Pablo: Ijuela oiga, pero yo ya había quedado con la María José (poniéndose el sombrero) y pues
también con los morros, ahí iremos en bola como siempre…

Lucia: (Interrumpiéndolo) ¡Ay hombre! MaryJose ya tendrá otros por ahí que la saquen a bailar
y que hasta la borrachera le paguen, yo quiero bailar contigo, me gusta cómo me quiebras
Pablito. Ándale vámonos (lo jala de una presilla de su mezclilla)

Salen de la cocina y se van por un tiempo. María José permanece en la cocina, y comienza a
arreglarse para ir a la fiesta. Mientras ella se arregla, Pablo regresa ya solo.

Pablo: A la madre, que loca está esta vieja, (acercándose a María José, y tomándola por la
cintura) ¿Estas enojada mi Mary? ¿Vámonos a bailar tu y yo?, nadie como tú.

María José: ¿Yo? Para nada, que me va andar haciendo enojar una loca como esa.

(Entra Lucía y se sienta en una de las sillas de la cocina, mientras María José y Pablo
permanecen ahí con ella)
Lucía: Y ustedes… ¿Irán a la plaza? Ya está la fiesta a todo lo que da… Yo prefiero quedarme
aquí, no me gusta andar entre todo el tumulto, ebrios y además apestan (con una cara de
indiferencia) Pablo, deberías quedarte aquí conmigo, al menos hasta que llegue mi papá.

Pablo: ¿Es una orden de la patroncita, o una sugerencia?

María José: Ahora resulta…

Lucía: Pues tú Mary, ya deberías irte, me imagino que te esperan los tuyos (riendo)

Pasa la noche y María José decide irse a dormir pues al día siguiente tenía que asistir a la misa
de gallo de San Francisco. Lucía y Pablo se quedan solos en la cocina

Lucía: Ahora estamos solos tú y yo… ¿Te das cuenta? ¿Qué puede pasar? No me niegues que te
gusto (acercándose a él)

Pablo: Pues aquí tengo una botella de buchanan’s que había guardado para tomármela hoy, si
quiere podemos hacernos unos tragos.

Lucía: Pues, te acepto uno, al menos para hacer más entretenida la plática.

Después de unos cuantos tragos…

Lucía: Pablo, vámonos de aquí, quiero que estemos a solas y en lugar en el que nadie pueda
vernos, ni escucharnos…

Pablo: Si aquí estamos solos, la Mary ya se fue a dormir… Pero pues, la empacadora está sola y
de seguro ahí nadie entra, digo es una opción (jugando con el sombrero en las manos)

Lucía: (Ya borracha) Ándale vámonos, pero antes… ¡Dame un beso!

Pablo: (La besa) ¿Por qué pedirle a su trabajador que la bese?, ¿no cree que sería mejor que se
vaya a dormir? Usted ya está borracha, y pues uno aquí…

Lucía: (Interrumpiendo) Aquí la que manda soy yo… Te dije que quiero estar contigo por
ahorita. Además nadie ha vuelto, todos regresan hasta que amanece, esto nada más es una vez al
año. ¡Ándale vamos!
Pablo obedece. Se van a la empacadora y ahí continúan ellos solos

Pablo: (Se acerca a ella y la toma por la cintura) Ahora ya estamos solos… Y la verdad yo
también quería…

Lucía: Cállate, y sigue besándome... ¡Qué me encanta como lo haces! (acostados sobre una
mesa de la empacadora)

Mientras ellos estaban en la empacadora, llega la gente del pueblo con una bandita ahí mismo,
todos cantando corridos y buscando a Pablo, todos gritándole a él.

Lucía: (Se levanta de la mesa atacada de histeria) ¿Quiénes son? (gritándole a Pablo) ¿Por qué
tienen que venir aquí? Maldito dijiste que aquí nadie nos vería

Pablo: ¡Cálmate!

Lucía: Ahora tendré que salir, porque si se quedan aquí… ¿Qué haré? Mi papá está por llegar, el
amanecer. ¡Algo tenemos que hacer chingado!

Pablo: ¡Hay que pelarnos! Vámonos juntos… Podemos irnos a San Luis, más lejos, y cumplir
mi sueño de abrir una empacadora de especias, y que algún día (emocionado) y muy pronto será
tan grande y exitosa como la de ustedes

Lucía: ¿Ese es tu sueño? Qué lindo… Pero yo contigo jamás podría compartir mi vida, somos
muy diferentes, tu eres el trabajador de mi papá y yo como quien dice soy tu jefa también…
¿imagina que diría la gente cuando sepan que entre tú y yo hay algo?

Pablo: Pero después de lo que pasó… Pues tendrías que estar conmigo, por lo que pudiera pasar
después, además, ese negocio que quiero hacer ya está avanzando, tengo unos contactos allá en
San Luis que me están ayudando.

Lucía: ¿Cómo? ¡Pues que bien preparado estás he!

Pablo, saca una botella de whisky Blue Label

Pablo: Vamos a haceros unos traguitos más que esto debe seguir, hasta que salga el sol…
Lucía: ¡Hey! ¿De dónde sacaste esa botella? Sólo mi papá la toma aquí… ¿Cómo la
conseguiste?

Pablo: Pues si es para su yernito, no creo que le moleste que se la tomen, además la estoy
compartiendo con su adorada hija…

Lucía: (Interrumpiéndolo) ¡Maldito ratero! Bien dicen que los más seriecitos son los peores. Ya
ves, primero metiéndose con la hija de su patrón, el que le ha dado toda su confianza, luego le
roba, es una simple botella de whisky, pero tu acción es la que cuenta, y luego, quien sabe que
otras cosas más has hecho aquí.

Pablo: Tú… (Acercándose frente a ella) no puedes hablar, no puedes decirme nada, te has
revolcado con el criado de tu papá, has perdido la buena reputación que tenías (le señala entre
comillas) antes mis ojos, no puedes fingir ser esa niña bien que la gente aquí en Magdalena
cree… Para mi eres una zorra (le grita)

Lucía: Sigue hiriéndome, al fin y al cabo si lo soy, me rebaje a hacer lo que hice contigo, y tú no
eres nadie, eres ese que pasa desapercibido frente a todos, ni la primaria pudiste terminar, como
habría de creerte que puedes echar a andar un negocio y que llegará al nivel en el que hoy se
encuentra mi papá…

Pablo: (La interrumpe) Podrás decir lo que quieras, pero como tú dices, no soy nadie y yo nada
de lo que haga afectará a nadie, en cambio tú… Imagina que tu papá llegara a saber todo esto,
¿Qué pasaría? (burlándose)

Lucía: (poniendo sus manos sobre su cara) ¡No sabes cuánto me arrepiento! ¡Maldita la hora en
que María José nos dejó solos, maldito whisky! … ¡Maldito seas! Si tan solo me quisieras.

Ya había amanecido, los dos siguen en la empacadora, solos

Pablo: Lo único que puede hacer es irse, irse muy lejos.

Lucía: Me iré, pero si vas conmigo, puedo conseguir un dinero de mi papá. Yo tengo una tarjeta
que me confió, puedo sacar el dinero para irnos muy lejos tú y yo juntos. Sólo deja que vaya a la
casa por mis cosas. Espérame aquí.
Pablo se queda solo en la empacadora. Llega Cristina pues ya era hora de la misa, pero antes
debía ordenar unas cosas en la empresa.

María José: ¿Pero qué pasó aquí? Pablo, no puede ser lo que estoy pensando… Dime que no.

Pablo: No puedo negártelo… Y quiere que nos pelemos juntos. Ya fue por sus cosas, para irnos
antes de que llegue el patrón.

María José: El señor ya viene… Pablo reacciona, ¿cómo te vas a largar con la hija del gran
dueño de la Norteña? ¿Cómo pudiste meterte con la hija de tu jefe? Sabes la gravedad de esto,
quien más, pudiera haberlo pasado si fuera otra persona.

Regresa la señorita Lucía.

Lucía: Mary, yo puedo explicártelo de verdad…

María José: Tranquila señorita, a mí nada de esto me debe afectar, mejor deberían ver cómo van
a solucionar esto.

Lucía: Y si nos vamos todos juntos… Podríamos echar a andar el negocio que Pablo quiere, y tu
Mary ayudas igual que aquí, y yo los administro, ¿Qué dicen?...

María José: (Interrumpiendo) Cállense, el señor ya regresó. Pablo, te está buscando (pegada a
las cámaras de la empacadora)

Pablo responde una llamada que le hace al teléfono, sólo se escucha decir a él “está bien
señor”

Pablo: Debo irme, el señor me habla, quiere que le lleve su café, así como él siempre me lo pide.

Lucía: Pablo, dame una solución, de verdad ya no sé qué hacer… (Desesperada) Lo que tú me
digas haré.

Pablo: Lo único que puedes hacer es… (Pone en su mano una navaja con la que siempre
cargaba él) es tu decisión, pero si no puedes huir, si no quieres saber nada de nada ya, es la
última opción, y todo estaría solucionado.

Lucía: Me arrepiento, siempre me arrepentiré…


Calificación: 8

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