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TEXTURA DEL SUELO

La textura indica el contenido relativo de partículas de diferente tamaño, como la


arena, el limo y la arcilla, en el suelo. La textura tiene que ver con la facilidad con
que se puede trabajar el suelo, la cantidad de agua y aire que retiene y la velocidad
con que el agua penetra en el suelo y lo atraviesa. Es precisamente esta proporción
de cada elemento del suelo lo que se llama la textura, o dicho de otra manera, la
textura representa el porcentaje en que se encuentran los elementos que
constituyen el suelo; arena gruesa, arena media, arena fina, limo, arcilla.

Origen de la textura del suelo


Hay que considerar en primer término la roca madre; el suelo tendrá
indiscutiblemente una tendencia congénita a ser arcilloso, limoso, arenoso, según
que la roca sea arcillosa, limosa, o arenosa, en el caso de rocas sedimentarias y
sedimentos, o bien que sea capaz de producir esos elementos en el curso de su
alteración, si se presenta al estado de roca consolidada y coherente.

Esta tendencia puede ser favorecida o contrarrestada por la evolución. El humus


aparece normalmente con todos los factores que condicionan su naturaleza
(vegetación, clima, medio pedológico, etc.). El suelo puede entonces enriquecerse
con humus cálcico y estabilizarse, o puede descalcificarse y ser lixiviado. En este
caso, la proporción de arcilla disminuye en la superficie y aumenta en la
profundidad. El humus puede dar lugar a migraciones capaces de transformar
radicalmente la textura original, como por ejemplo en la podzolización.

Clasificación y propiedades de las partículas del suelo

Clasificación por Tamaño


La composición por tamaño de las partículas (granulométrica) de un suelo, es el
porcentaje de materia mineral en peso de cada fracción, obtenida por separación
de las partículas minerales en dos más clases por tamaño mutuamente excluyentes.
Las propiedades de las partículas gruesas y finas del suelo difieren
considerablemente, pero no hay una división natural marcada de ninguna clase de
tamaño de partícula. Sin embargo, para propósitos prácticos se han establecido
algunos límites. Comúnmente en los suelos se separan por lo menos tres clases por
tamaño usualmente denominados arena, limo y arcilla. El procedimiento usado para
medir la composición granulométrica es el análisis granulométrico o mecánico. Los
numerosos métodos de análisis están basados en el hecho de que la velocidad de
caída de las partículas del suelo a través del agua aumenta con el diámetro de las
mismas, o en una combinación de esta propiedad con el uso de tamices para
separar las partículas gruesas. Se han propuesto varias y diferentes clasificaciones
de las fracciones. Citaremos dos de las más importantes, la establecida por el
Departamento de Agricultura de U.S.A. y la propuesta últimamente por la Sociedad
Internacional de la Ciencia del Suelo.
Todas las clasificaciones por tamaño, tienen en común el límite de dos micras (0.002
mm) para la fracción arcilla y difieren fundamentalmente en la subdivisión de la
fracción arena.
Las texturas
Conocer el tipo de suelo con el que se trabaja es imprescindible. De su textura
dependen sus propiedades físicas, las cuales determinan, en gran medida, su
productividad.

 Franco. Tiene una textura media (45%de arena, 40% de limo y 15% de
arcilla), por lo que sus condiciones físicas y químicas son las mejores y el el
más apto para el cultivo.

 Turboso. Está formado por tierra vegetal descompuesta, por lo que tiene un
bajo contenido mineral y un exceso de materia orgánica. Una gran ventaja
es que no requiere de materiales productores de humus. Sin embargo,
ocasiona problemas en el drenaje y es demasiado ácido, por ello requiere un
aporte notable de cal.

 Pedregoso. Contiene partículas muy gruesas y su drenaje es muy bueno,


pero no retiene ni el agua ni los nutrientes. Es un suelo difícil de cultivar,
aunque no imposible. Las plantas que mejor sobreviven en estas condiciones
son las de hoja gris, cerosa o con vellosidad, como la aquilea y el verbasco.

 Ligero o arenoso. Este tipo de suelo tiene una textura gruesa con un 75%
de arenas, un 5% de arcillas y un 20% de limo, lo que le permite una gran
aireación. Aunque absorbe bien el agua, no la retiene y se filtra con facilidad
hacia el fondo. Estos suelos se secan con rapidez y no almacenan el agua
como los arcillosos, por lo que precisan de riego frecuente, pero en poca
cantidad. El riego por goteo es el más adecuado. Para mejorar las pérdidas
de materia orgánica, es preciso el aporte de productores de humos y
fertilizantes de lenta liberación. En este tipo de suelos viven bien las plantas
que no soportan un exceso de agua, como los céspedes, los cactus y las
crasas, y diversas especies mediterráneas.
 Pesado o arcilloso. Su fina textura le otorga una elevada retención de agua
y nutrientes. Tiene un 45% de arcillas, un 30% de limo y un 25% de arena.
No obstante, la porosidad es baja y carece de buenas posibilidades de
aireación. Dificulta mucho el drenaje, el suelo se encharca y la mayoría de
las plantas se pudren. En el momento de plantar, es necesario aportar una
buena cantidad de mantillo o de turba, para airear y esponjar el suelo. Entre
las especies que mejor resisten destacan los ranúnculos, lirios, helechos,
calas, fresnos, chopos o abedules.

Cuando hablamos de las condiciones necesarias para un cultivo determinado nos


fijamos mucho en el clima. Si soportará o no los fríos del invierno o por el contrario
el calor excesivo del verano. El suelo es un factor que se deja en segundo plano y
es igual o más importante que las condiciones climáticas. Cuando hablamos de
suelos arcillosos, arenosos, francos hablamos de textura del suelo.

Cómo medir la textura de nuestro suelo


Para medir la textura de un suelo existen varios métodos. La gran mayoría de ellos
consisten en pruebas físicas “caseras” de cohesión entre partículas para hacernos
una idea aproximada sin cuantificar qué porcentaje de cada fase (arena, limo y
arcilla) tiene la muestra.

En cualquier método de medición de textura del suelo se hace un tamizado previo


con luz de 2 mm. Se considera que partículas de más de 2 mm son los elementos
gruesos de un suelo y no se consideran en la textura.

La medición de las clases texturales se mide con método de Bouyoucos, basado en


la ley de Stokes.

Una vez calculados los porcentajes de cada una de las tres fases de partículas, el
método más extendido es de la clasificación del triángulo textural, del departamento
de agricultura de los EEUU (USDA). Es un triángulo equilátero en el que se
representan en cada uno de los lados, el porcentaje de cada una de las fases (arena,
limo, arcilla) con una escala de 10 en 10 sobre el cual se transporta la cantidad del
elemento que representa; en general un lado del triángulo corresponde a la arcilla,
el otro al limo, el tercero a la arena. Se trazan 3 líneas perpendiculares a los 3 lados
del triángulo y donde confluyan en un punto podremos establecer el tipo de suelo
que tenemos en función de los porcentajes obtenidos.
Qué importancia tiene la textura del suelo

Tanto en agricultura a gran escala como en el suelo de nuestro huerto, la textura


tiene implicaciones directas en multitud de procesos y eso condiciona el buen
desarrollo de los cultivos.

 A la hora de trabajar el suelo, la textura será la que defina la dificultad de


trabajo. Suelos arcillosos y muy pesados son muy difíciles de trabajar. En un
huerto lo notaremos más o menos, pero en las grandes producciones, los
costes en horas de trabajo y combustible de maquinaria, se disparan si el
suelo es demasiado pesado.
 La fase gaseosa del suelo. El suelo, debe contener una parte importante de
oxígeno retenido entre las partículas que lo componen. Suelos de partículas
muy pequeñas (arcillosos), la fase gaseosa es mínima, las partículas tan
pequeñas no dejan espacios entre ellas donde se pueda retener el oxígeno.
Suelos más arenosos tendrán una fase gaseosa mucho mayor.
 El agua del suelo. La capacidad de retención de agua también depende del
tamaño de partículas del suelo y por tanto de su textura.

¿Por qué es importante para las plantas?

Raíces de los árboles


Muchas veces nos dicen que el suelo es muy necesario para nuestras plantas, pero
¿por qué? ¿Qué es lo que hace que sea el mejor medio para cultivarlas?

Contiene nutrientes: con el paso del tiempo los seres vivos, tanto plantas como
animales, llega un momento en que se mueren. Al hacerlo, primero los animales
grandes, luego los pequeños, y posteriormente los insectos y los microorganismos,
los van descomponiendo. Así, todos los nutrientes que contienen sus cuerpos sirven
de abono para el suelo y, por lo tanto, para las plantas.

Absorben agua: dependiendo de la textura, absorberán más o menos, pero gracias


a esta agua las raíces pueden disponer de esos nutrientes. De otro modo, sería
imposible.

Permiten que las raíces estén aireadas: lo mismo, dependerá de la textura, pero
sólo si un suelo contiene oxígeno podrá tener vida vegetal creciendo en él, pues
aunque parezca que no, las raíces también respiran a través de sus poros

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